PNV «in Fra­gan­ti»- Ando­ni Txas­ko, Lan­der Gar­cía, Aso­cia­ción de Vic­ti­mas 3 Marzo

La expre­sión vie­ne del latín in fla­gran­ti (delic­to), y en cas­te­llano ha evo­lu­cio­na­do a in fra­gan­ti, uti­li­zán­do­se cuan­do alguien es pilla­do en el mis­mo momen­to en que está rea­li­zan­do una acción cen­su­ra­ble. In Fra­gan­ti, con F de Fra­ga y pro­ta­go­ni­zan­do una acción cen­su­ra­ble para las víc­ti­mas del fran­quis­mo, así hemos pilla­do al PNV en el Con­gre­so de Madrid.

Se vota­ba refor­mar la Ley 461977, cono­ci­da como «Ley de Amnis­tía». Naci­da de las entra­ñas del régi­men, que se auto­in­dul­ta de «los deli­tos y fal­tas que pudie­ran haber come­ti­do las auto­ri­da­des, fun­cio­na­rios y agen­tes del orden públi­co con­tra el ejer­ci­cio de los dere­chos de las per­so­nas» (párra­fo lite­ral de su artícu­lo segun­do), en reali­dad es una autén­ti­ca ley de pun­to final que impi­de juz­gar los crí­me­nes de la dic­ta­du­ra. Un obje­ti­vo tan­tas veces escon­di­do por el rela­to ofi­cial que pre­ten­de hacer­nos creer que la amnis­tía era para los pre­sos polí­ti­cos a los que se les per­do­na­ba el inexis­ten­te deli­to de enfren­tar­se al fascismo.

PSOE, PP, CIU y PNV unie­ron sus votos nega­ti­vos y abs­ten­cio­nes para ava­lar esa ley que garan­ti­za la impu­ni­dad, con argu­men­tos que fue­ron más insul­tan­tes toda­vía. Sobre todo los del por­ta­voz del Gru­po Vas­co que tras anun­ciar la abs­ten­ción de su gru­po se pre­gun­tó «a quién se podría juz­gar», para con­tes­tar­se a con­ti­nua­ción: «como no este­mos pen­san­do en un sena­dor que era el junior del gobierno en los ester­to­res del fran­quis­mo», en lo que era una evi­den­te alu­sión al sena­dor Manuel Fra­ga Iribarne.

Si se tra­ta­ba de excul­par a Fra­ga de sus res­pon­sa­bi­li­da­des por el tema de la edad, lo de «junior» es cuan­do menos curio­so, por­que entró en el gobierno fran­quis­ta con 40 años, en 1962. Fue minis­tro de Infor­ma­ción y Turis­mo has­ta 1969 y en este pri­mer perio­do, ade­más de bañar­se en Palo­ma­res, tuvo la misión pro­pa­gan­dís­ti­ca de amor­ti­guar en el exte­rior la vul­ne­ra­ción sis­te­má­ti­ca de los dere­chos huma­nos que se pro­du­cía en el Esta­do espa­ñol. En este sen­ti­do se le acu­mu­ló el tra­ba­jo por­que el ase­si­na­to del diri­gen­te comu­nis­ta Julián Gri­mau en 1963 des­per­tó reac­cio­nes diplo­má­ti­cas en todo el mun­do y Fra­ga se con­vir­tió en un agen­te muy acti­vo para neu­tra­li­zar la reper­cu­sión de este fusi­la­mien­to en el pano­ra­ma inter­na­cio­nal. Otro tan­to con las eje­cu­cio­nes a garro­te vil per­pe­tra­das ese mis­mo año con­tra los anar­quis­tas Fran­cis­co Gra­na­dos y Joa­quín Del­ga­do. Los gue­rri­lle­ros anti­fas­cis­tas Ramón Vila Cara­cre­ma­da y José Cas­tro O Pilo­to tam­bién fue­ron ase­si­na­dos por las balas de su gobierno, en 1963 y 1965 res­pec­ti­va­men­te. Al igual que el joven Enri­que Ruano, que moría bajo cus­to­dia poli­cial a comien­zos de 1969 al «caer» mania­ta­do des­de un sép­ti­mo piso en Madrid tras ser bru­tal­men­te torturado.

El balan­ce repre­si­vo en Eus­kal Herria de esa pri­me­ra fase (1962−1969) en la que el actual sena­dor par­ti­ci­pó en el gobierno y por tan­to es res­pon­sa­ble de esa vio­len­cia terro­ris­ta de esta­do, tam­bién es sufi­cien­te­men­te trá­gi­co como para que el PNV se per­mi­ta el lujo de pasar de pun­ti­llas. Más si cabe cuan­do dos miem­bros de EGI-Bata­su­na, orga­ni­za­ción con vin­cu­la­cio­nes direc­tas con las estruc­tu­ras del PNV, murie­ron en abril de 1969 cuan­do pre­pa­ra­ban una acción con explo­si­vos diri­gi­da a con­tra­rres­tar la pro­pa­gan­da del régi­men diri­gi­da por Fra­ga des­de su minis­te­rio. Pue­de que al PNV le inco­mo­de la memo­ria de Jokin Arta­jo y Alber­to Asur­men­di, pero somos muchos los que nun­ca olvi­da­re­mos su sacri­fi­cio y com­pro­mi­so. Por eso tam­bién que­re­mos recor­dar al res­to de víc­ti­mas y lucha­do­res anti­fran­quis­tas ase­si­na­dos en Eus­kal Herria duran­te esos años de «infor­ma­ción y turis­mo»: Vicen­te Lertxun­di (27−12−1962), Jesús do San­tos (22−01−1965), Goñi (6−06−1965), Manuel Tho­mas (13−3−1966), Miguel Itur­be (11−09−1967), José María Que­sa­da (17−01−1968), Txa­bi Etxe­ba­rrie­ta (7−06−1968), Segun­do Urtea­ga (15−5−1969) y Félix Arnaiz (2−08−1969). El 29 octu­bre de 1969 Fra­ga aca­bó su pri­mer perio­do como minis­tro y pre­ci­sa­men­te dejó la car­te­ra en el mis­mo momen­to que en Eran­dio la poli­cía mata­ba a Antxon Fer­nán­dez y Josu Murue­ta en la repre­sión con­tra las pro­tes­tas por la con­ta­mi­na­ción atmosférica.

Recién muer­to Fran­co, con las estruc­tu­ras del régi­men intac­tas, Fra­ga vol­ve­ría al gobierno el 12 de diciem­bre de 1975. Sólo en los 20 días ante­rio­res las balas fran­quis­tas ya habían deja­do cua­tro muer­tes en Eus­kal Herria: Ángel Espar­za (25 de octu­bre de 1975), Kol­do López de Gere­ñu (2 de diciem­bre de 1975), José Ramón Rekar­te (4 de diciem­bre de 1975) y Kepa Tolo­sa (9 de diciem­bre de 1975). En ese ambien­te com­pli­ca­do tras la muer­te de su dic­ta­dor favo­ri­to; Fra­ga entra a lo gran­de como vice­pre­si­den­te y minis­tro de Gobernación.

Estu­vo en el car­go poco más de seis meses, has­ta julio de 1976. Acu­ñó la famo­sa fra­se «la calle es mía», y este es el regue­ro de san­gre que acom­pa­ñó a su estan­cia como res­pon­sa­ble de las fuer­zas de orden públi­co: Teó­fi­lo del Valle (Elda, 24 de febre­ro de 1976); Romual­do Barro­so, Pedro María Mar­tí­nez Ocio, Fran­cis­co Aznar, José Cas­ti­llo y Bien­ve­ni­do Pere­da (Gas­teiz, 3 de mar­zo de 1976), Juan Gabriel Rodri­go (Tarra­go­na, 6 de mar­zo de 1976), Vicen­te Antón Ferre­ro (Basau­ri, 8 de mar­zo de 1976), Oriol Solé (Auritz-Bur­ge­te, 7 de abril de 1976), Feli­pe Suá­rez (Zarautz, 12 de abril de 1976), Manuel Gar­men­dia Kor­ta (Bera, 18 de abril de 1976), Ber­nar­do Bidao­la Txi­rri­ta (Etxa­lar, 24 de abril de 1976); Ricar­do Gar­cía y Aniano Jimé­nez (Mon­te­ju­rra, 8 de mayo de 1976) y Alber­to Soli­ño (Eibar, 12 de junio de 1976).

El 5 de julio de 1976 dejó el car­go, pero la repre­sión no se aca­bó. Nor­mi Mentxa­ka es ase­si­na­da en San­tur­tzi a las 72 horas de que Mar­tín Villa cogie­ra su rele­vo en la car­te­ra de Inte­rior, con lo que ini­cia­ría otra lar­ga lis­ta de víc­ti­mas poli­cia­les y para­po­li­cia­les bajo su man­da­to. Esto deja en evi­den­cia que aun­que es una refe­ren­cia en la mate­ria, la impu­ni­dad espa­ño­la no es patri­mo­nio exclu­si­vo de Fra­ga. Son muchos los fran­quis­tas que siguen vivos y tie­nen res­pon­sa­bi­li­da­des en las actua­cio­nes de sus res­pec­ti­vos gobier­nos, así que no nos olvi­de­mos de la ver­da­de­ra dimen­sión de las atro­ci­da­des come­ti­das y de la impu­ni­dad rei­nan­te gra­cias entre otras cosas a la Ley 461977.

El PNV, antes de pre­gun­tar­se a quién vamos a juz­gar, debe­ría actuar con más cohe­ren­cia, que ya es mayor­ci­to (maña­na cum­ple 116 años, 27 más que Manuel Fraga).

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