«Bate­ra­gu­ne»: Gar­zón y Muri­llo en el otro ban­qui­llo – Ramón Zallo

La dife­ren­cia entre la demo­cra­cia bri­tá­ni­ca y la espa­ño­la es que mien­tras en el Rei­no Uni­do se libe­ra­ba a Gerry Adams para acer­car la paz, aquí se encar­ce­la­ba a Ote­gi para difi­cul­tar­la o impe­dir­la. Aquí ganó la opción de la tie­rra vas­ca que­ma­da, sin diá­lo­gos, en lar­ga ago­nía, de más vio­len­cia, de erra­di­ca­ción solo repre­si­va y a lar­go pla­zo de ETA por­que, de paso, así se con­de­na­ba al ostra­cis­mo al nacio­na­lis­mo radi­cal y se hacía invia­ble la reso­lu­ción de la cues­tión nacio­nal. Esa estra­te­gia siem­pre pre­sen­te en la dere­cha se asu­mió por el Gobierno Zapa­te­ro tras el aten­ta­do de la T‑4, con Rubal­ca­ba a la cabe­za, a pesar de que el cos­te para el Esta­do de Dere­cho era inasu­mi­ble, como lo ha mos­tra­do una par­te del sis­te­ma judi­cial que, poco a poco, se ha des­mar­ca­do de los abu­sos políticos.

Otra dife­ren­cia con el Rei­no Uni­do es que allí, si el Par­la­men­to esco­cés lo quie­re, pue­den auto­con­sul­tar­se sobre la inde­pen­den­cia de Esco­cia. En cam­bio, en la demo­cra­cia espa­ño­la está prohi­bi­da cual­quier con­sul­ta no ya sobre la inde­pen­den­cia sino sobre la estruc­tu­ra de Estado.

Pero no solo son dis­tin­tos los prin­ci­pios, tam­bién las formas.

Bas­ta leer el auto ins­trui­do por Bal­ta­sar Gar­zón en el «caso Bate­ra­gu­ne» para dar­se cuen­ta de su incon­sis­ten­cia. Tie­ne su incon­fun­di­ble sello: chi­rri­dos entre hechos y deduc­cio­nes; des­con­tex­tua­li­za­ción para enca­jar cada actua­ción en la cla­ve de bóve­da de todo es ETA; y vapo­ro­sa lite­ra­tu­ra de fan­ta­sía has­ta gene­rar un rela­to imposible.

El Gar­zón-Doc­tor Jekyll que juz­ga meri­to­ria­men­te dic­ta­du­ras del mun­do ente­ro y al fran­quis­mo, tie­ne su alter ego. Pre­ci­sa­men­te, el Gar­zón-Mis­ter Hyde, que dete­rio­ra las garan­tías del Esta­do de Dere­cho y, en el caso vas­co, difi­cul­ta la paci­fi­ca­ción y la nor­ma­li­za­ción. Y siem­pre con el gui­ño pues­to en la opi­nión públi­ca. Su éxta­sis. Para rema­tar la sin­gu­la­ri­dad del jui­cio, ofi­cia como juz­ga­do­ra Ánge­la Muri­llo, pre­si­den­ta de la Sec­ción 4ª, y tres veces des­au­to­ri­za­da por lle­var al lími­te su parcialidad.

En el auto, Gar­zón iden­ti­fi­ca Bate­ra­gu­ne, unas veces con la suce­so­ra de la vie­ja Mesa Nacio­nal como «Comi­sión de Coor­di­na­ción o Direc­ción de la izquier­da aber­tza­le»; otras, con un tipo de orga­nis­mo pare­ci­do a la anti­gua coor­di­na­do­ra KAS (y que reu­ni­ría Bata­su­na, Ekin, ANV, Aska­ta­su­na…) y, en otras, es Ekin. Y todo ello como «fren­te ins­ti­tu­cio­nal de ETA» o «com­ple­jo terro­ris­ta». Como le atri­bu­ye (solo) a ETA la inten­ción de crear un «polo sobe­ra­nis­ta», todo aquel que se rei­vin­di­que del polo está a las órde­nes de ETA. ¡Fino razonamiento!.

Es un tipo de razo­na­mien­to que las pro­pias Sec­ción 1 y Sec­ción 2 de la Audien­cia Nacio­nal ya des­acre­di­ta­ron en los casos Egun­ka­ria y Uda­bil­tza. Igual­men­te lo hizo la mino­ría de la sala 61 del TS y el Tri­bu­nal Cons­ti­tu­cio­nal. El espec­tácu­lo de doc­tri­nas tan con­tra­pues­tas en el sis­te­ma judi­cial es insoportable.

Ya hizo bas­tan­te el ridícu­lo la Jus­ti­cia cuan­do juz­gó a Iba­rretxe y López por reu­nir­se con la izquier­da aber­tza­le, con el impe­ca­ble argu­men­to de que Bata­su­na es ETA, y que reu­nir­se con aque­lla era cola­bo­rar. Todo el Par­la­men­to Euro­peo y el Con­gre­so de los Dipu­tados debie­ron ser tam­bién juz­ga­dos por apo­yar que el Gobierno Zapa­te­ro se reu­nie­ra no con Bata­su­na sino con ETA. ¡Todos a la cárcel!

Lo espe­cial de este caso es que se juz­ga a quie­nes públi­ca­men­te se des­mar­ca­ron de la vio­len­cia y se toma­ron valien­te­men­te como tarea lo que la socie­dad, las bases aber­tza­les, el pro­pio Esta­do y la cla­se polí­ti­ca les pedían: con­du­cir a la izquier­da aber­tza­le a una estra­te­gia solo polí­ti­ca. Eso no se logra sin reu­nir­se y hablar.

Así, en el «caso Bate­ra­gu­ne» se sien­tan en el ban­qui­llo dos dere­chos. En pri­mer lugar, el dere­cho de aso­cia­ción para hacer polí­ti­ca pací­fi­ca. Cier­ta­men­te se pue­de inter­pre­tar la res­tric­ti­va Ley de Par­ti­dos sea en cla­ves garan­tis­tas, sea en cla­ves inqui­si­to­ria­les. Y cabe hacer­lo inclu­so más allá de la Inqui­si­ción como es el caso, cuan­do ni siquie­ra el repe­ti­do des­mar­que de la vio­len­cia le sir­vió al ins­truc­tor, y ya vere­mos si a la juz­ga­do­ra, para reco­no­cer el dere­cho de reu­nión de los aber­tza­les de izquierda.

En segun­do lugar, la apues­ta por la paz. Pre­ci­sa­men­te se juz­ga a quie­nes apos­ta­ron por ella. ¿Quién pue­de enten­der que se juz­gue a los líde­res del cam­bio estra­té­gi­co, inclui­da la con­fron­ta­ción ideo­ló­gi­ca y estra­té­gi­ca con ETA, bajo cuyas órde­nes no esta­ban ni podían estar evi­den­te­men­te?. Es un disparate.

Ote­gi y los otros pro­ce­sa­dos, pudie­ron optar por mar­char­se a casa pero deci­die­ron asu­mir las rien­das y el ries­go tan­to ante el Esta­do ‑lo han paga­do con cár­cel- como ante ETA y los par­ti­da­rios del con­ti­nuis­mo. Era la últi­ma opor­tu­ni­dad para evi­tar un con­flic­to lar­go y agó­ni­co y la quie­bra social de la izquier­da aber­tza­le. Esta gene­ra­ción de mili­tan­tes debía ter­mi­nar la fae­na. Y han gana­do la bata­lla. Con­ven­cie­ron inter­na­men­te de que la lucha arma­da era contraproducente.

Que­da pen­dien­te, para un futu­ro, una refle­xión no ya sobre si la vio­len­cia ser­vía o no, sino sobre si era legí­ti­ma, ade­más de aje­na a las mayo­rías socia­les. Y ello inclu­so con­tex­tua­li­zan­do la éti­ca polí­ti­ca en las limi­ta­cio­nes del mode­lo polí­ti­co español.

Ote­gi, Diez, Rufi… fue­ron quie­nes ini­cia­ron ese len­to pro­ce­so que tuvo algu­nos sig­nos en la épo­ca del Acuer­do de Liza­rra (1998) y como pri­mer hito públi­co la Decla­ra­ción de Anoe­ta (2004). Por lo tan­to mucho antes de los hechos juz­ga­dos. Asi­mis­mo, logra­ron la tre­gua (mar­zo de 2006) que ETA emba­rran­có en la T‑4 poco des­pués (diciem­bre de 2006). Todo olía a fra­ca­so en 2007 pero se des­mar­ca­ron de dicho aten­ta­do y se ini­ció un pro­ce­so irre­ver­si­ble de pug­na por la toma de la direc­ción de la corrien­te. Fue jus­ta­men­te enton­ces, ya ini­cia­do el deba­te den­tro de la izquier­da aber­tza­le, cuan­do fue­ron dete­ni­dos por orden de Gar­zón. ¿Cons­pi­ra­ción?, ¿Boi­cot al pro­ce­so?, ¿Estu­pi­dez?

O sea, el deli­to que se les impu­ta en la épo­ca ‑aso­cia­ción ile­gal a las órde­nes de ETA- era inexis­ten­te en el momen­to de la deten­ción. Las reunio­nes eran, en cam­bio, un ejer­ci­cio de res­pon­sa­bi­li­dad, como se pue­de com­pro­bar por el rosa­rio de deci­sio­nes ulte­rio­res de las bases de la izquier­da aber­tza­le, y ello a pesar del gra­ve han­di­cap y pro­vo­ca­ción que supo­nía que los pro­mo­to­res del giro ya estu­vie­ran en la cár­cel. Hay ahí una cade­na com­pro­ba­da de deci­sio­nes: Decla­ra­ción de Altsa­su (2009), Zutik Eus­kal Herria, Decla­ra­ción de Eus­kal­du­na, Acuer­do de Ger­ni­ka, esta­tu­tos de Sor­tu, Bil­du… En las elec­cio­nes loca­les y terri­to­ria­les, y para estu­por en Espa­ña, Bil­du ha demos­tra­do que es una fuer­za social tan real como impres­cin­di­ble para avan­zar entre todos. Y que la exclu­sión, ade­más de inú­til a pla­zo, solo agran­da­ría el pro­ble­ma y tam­bién la soli­da­ri­dad social.

Lo cier­to es que en el ban­qui­llo del otro lado del espe­jo están Gar­zón y Muri­llo. ¡Dejen de judi­cia­li­zar la polí­ti­ca! ¡Dejen de molestar!

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