El terrorismo fascista es selectivo a veces pero tiene un evidente sego indiscriminado, quien olvida repetirá la Historia y hoy, hay que recordar a sus víctimas en plazas, bancos, estaciones de autobus, centros de enseñanza. Los que odian la vida, son esto, hoy los fascistas y el imperialismo apoyan a Israel, que nadie se equivoque (Boltxe Kolektiboa).
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La matanza de Bolonia (en italiano, strage di Bologna) tuvo lugar el sábado 2 de agosto de 1980. Se trata de uno de los actos terroristas más graves que haya sufrido Italia tras la Segunda Guerra Mundial, en el que murieron 85 personas y más de 200 resultaron heridas. La organización terrorista Ordine Nuovo fue acusada de ello, y dos agentes del servicio secreto militar italiano (SISMI) y el Venerable Maestro de la Logia Masónica Propaganda Due (P2), Licio Gelli, fueron imputados por dificultar la investigación. Los integrantes de esta logia estaban involucrados en actividades de terrorismo y desestabilización en Italia, Argentina y otros países y entre sus miembros había destacados jueces, periodistas, militares, espias, políticos y banqueros.
A las 10:25 explotó en la sala de espera de la estación de trenes de esta ciudad un artefacto colocado en una maleta abandonada. La detonación (producida por una mezcla de TNT y T4) se oyó en un radio de muchos kilómetros y destruyó gran parte de la estación embistiendo de lleno contra el tren Ancona-Chiasso estacionado en el primer andén.
Aquel día la estación estaba llena de turistas y de personas que iniciaban sus vacaciones o volvían de ellas. La ciudad – incrédula y no preparada para este tipo de sucesos – reaccionó con orgullo y rapidez: al no ser suficientes las ambulancias para transportar a los heridos a los hospitales de la ciudad, se emplearon también autobuses y taxis.
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[editar] Relación de víctimas
(Tras el nombre, figura la edad de cada víctima en el momento del atentado)
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[editar] La investigación
Inmediatamente después del atentado, el Gobierno presidido por Francesco Cossiga y las fuerzas de policía atribuyeron la explosión a causas fortuitas y, más tarde, la atribuyeron a las Brigadas Rojas.
Se probó que los servicios secretos del estado habían puesto pistas falsas para entorpecer las investigaciones. En años sucesivos, causó numerosas polémicas y aparecieron teorías conspiratorias relacionadas con la llamada estrategia de la tensión.
Lentamente y, gracias al impulso civil de la Asociación de familiares de víctimas de la matanza de la estación de Bolonia se llegó a una sentencia definitiva de casación el 23 de noviembre de 1995. Fueron condenados a cadena perpetua, como ejecutores del atentado, los terroristas neofascistas Valerio Fioravanti y Francesca Mambro, quienes siempre se han declarado inocentes. Otras personas como el General del SISIMI y miebro de la P2 Pietro Musumeci fueron condenadas a diversos años de cárcel debido a las pistas falsas que proporcionaron. Licio Gelli se refugió en Suiza para evitar su procesamiento.
Los organizadores de la masacre y su intencionalidad concreta nunca se han descubierto. Durante los juicios los representantes del estado se refugiaron en el «secreto de estado» para ocultar información. El neofascista Vincenzo Vinciguerra (quien cumple cadena perpetua por el atentado de Peteano de 1972) testificando en los juicios, declaró que una «estructura oculta», «dentro del Estado mismo» y vinculada con la OTAN, estaba dando una «dirección estratégica» a todos esos atentados. Esta organización se dio a conocer bajo el nombre de Gladio.[1]