Revo­lu­ción, Auto­ges­tión y Coope­ra­ti­vas. Una visión des­de la pre­sen­te pers­pec­ti­va cuba­na- Hum­ber­to Miranda

A Frank Del­ga­do, por “Mele­sio”.

Ni odio con­tra los que no pien­san como noso­tros. Cua­li­dad mez­qui­na, fatal en las masas, y raquí­ti­ca e increí­ble en ver­da­de­ros hom­bres de Esta­do, ésta de no cono­cer a tiem­po y cons­tan­te­men­te la obra e inten­ción de los que con buen espí­ri­tu se dife­ren­cian en méto­dos de ellos. José Mar­tí. [1]

Quie­nes cono­cen (y sobre todo dis­fru­tan) de béis­bol saben que el jue­go no ter­mi­na has­ta que cai­ga el últi­mo “out”. Por eso disien­to de los enfo­ques “ter­mi­na­les” acer­ca de la Revo­lu­ción cuba­na. No impor­ta cuán­tas carre­ras deba­jo este­mos, toda­vía nos que­dan tur­nos al bate.

Jus­to aho­ra, en medio de una com­ple­ja situa­ción (nada nue­vo para cuba­nas y cuba­nos) se evi­den­cian un sin­nú­me­ro de alter­na­ti­vas que podrían impri­mir­le un giro posi­ti­vo al pro­ce­so más allá de la idea de “man­te­ner” lo alcan­za­do. Cen­trar­se úni­ca­men­te en defen­der las con­quis­tas lle­va tam­bién a la tram­pa de defen­der un sta­tus de inmo­vi­lis­mo que deri­va, sin reme­dio, en la muer­te del pro­ce­so. Pero para “ir más allá” se requie­ren altas dosis de auda­cia, inte­li­gen­cia colec­ti­va y volun­tad real de que el pue­blo no solo “tome par­te”, sino, y sobre todo, que pro­ta­go­ni­ce y diri­ja el pro­yec­to social de la Revolución.

Se ha hecho sen­ti­do común la visión sobre la nece­si­dad de cam­bios en la eco­no­mía, lo cual se ha tra­du­ci­do como “actua­li­za­ción del mode­lo eco­nó­mi­co”. Tales cam­bios son impres­cin­di­bles, pero pue­den dejar de care­cer de sen­ti­do en tér­mi­nos del socia­lis­mo, si no van de la mano de cam­bios en la estruc­tu­ra polí­ti­ca pre­sen­te que data de 1976.

La socie­dad cuba­na ha cam­bia­do, se ha diver­si­fi­ca­do. Han apa­re­ci­do rela­cio­nes y acto­res eco­nó­mi­cos y socia­les que en aquel enton­ces no exis­tían o no impac­ta­ban el pro­ce­so. Han ocu­rri­do impor­tan­tes cam­bios cul­tu­ra­les den­tro de la socie­dad, al tiem­po que se han ope­ra­do trans­for­ma­cio­nes en el para­dig­ma del socia­lis­mo y en la ideo­lo­gía revo­lu­cio­na­ria de amplio efec­to en los ciu­da­da­nos y ciu­da­da­nas que for­ma­mos par­te de esta sociedad.

A ello debe aña­dir­se que a esca­la inter­na­cio­nal la reali­dad, la coyun­tu­ra y el con­tex­to han cam­bia­do drás­ti­ca­men­te. Si bien la Cons­ti­tu­ción y el sis­te­ma polí­ti­co que nos dimos en 1976 se corres­pon­dían con la pla­ta­for­ma téc­ni­ca eco­nó­mi­ca y con la estruc­tu­ra social exis­ten­tes, en trein­ta y seis años se han regis­tra­do trans­for­ma­cio­nes esenciales.

No exis­te más ni la URSS ni todo el blo­que eco­nó­mi­co y polí­ti­co en el que la Revo­lu­ción se apo­yó y con el cual esta­ba ali­nea­da. El pro­yec­to de país se vio afec­ta­do y fue nece­sa­rio un redi­se­ño sobre la mar­cha, en retro­ce­so y con una ofen­si­va que arre­cia­ba des­de Esta­dos Uni­dos para que fué­ra­mos los pró­xi­mos en caer. En Mia­mi se hacían male­tas para el regre­so triun­fal, al tiem­po que se corea­ba “ya vie­nen lle­gan­do”. La ropa se estru­jó en las vali­jas y la can­ción pasó de moda.

Des­de fines de los 90 en nues­tro con­tex­to natu­ral, Lati­noa­mé­ri­ca y el Cari­be, han teni­do lugar pro­ce­sos de reno­va­ción social como la Revo­lu­ción Boli­va­ria­na en Vene­zue­la y las trans­for­ma­cio­nes en Boli­via y Ecua­dor cuyas pro­pues­tas han teni­do amplia reper­cu­sión regio­nal y glo­bal. En tér­mi­nos domés­ti­cos, han pro­mo­vi­do en cier­ta medi­da nue­vas mane­ras de con­ce­bir y lle­var a cabo el socialismo.

Hay dos aspec­tos que no pue­den ser igno­ra­dos. Uno es que el con­flic­to con Esta­dos Uni­dos es un actor interno de la reali­dad cuba­na y está median­do en casi todos los sec­to­res de nues­tra vida. Segun­do, y más impor­tan­te aún, es inne­ga­ble la valen­tía y con­se­cuen­cia polí­ti­ca, así como la inte­li­gen­cia de la direc­ción del país para garan­ti­zar la sobre­vi­ven­cia del pro­ce­so en medio de la deba­cle glo­bal de los 90.

Fue nece­sa­ria una refor­ma que abrió la mal­tre­cha eco­no­mía a la inver­sión de capi­tal extran­je­ro a tra­vés de empre­sas mix­tas de con­jun­to con el esta­do. Se situó al turis­mo inter­na­cio­nal como fuen­te prin­ci­pal de ingre­sos y liqui­dez finan­cie­ra para palear la fal­ta de cré­di­tos y sor­tear el blo­queo. Esas fue­ron medi­das nece­sa­rias a la vez que ries­go­sas en tan­to no eran asép­ti­cas social­men­te y tra­je­ron con­si­go regre­sio­nes en el terreno de las ideas y las convicciones.

Apa­re­ció el auto­em­pleo (tra­ba­jo por cuen­ta pro­pia) como for­ma de reco­lo­ca­ción de masas de tra­ba­ja­do­res sin espa­cio en la eco­no­mía “for­mal”. Se esti­mu­la­ron for­mas y rela­cio­nes de mer­ca­do como palan­ca en bus­ca de la efi­cien­cia. Se per­mi­tió la libre tenen­cia y cir­cu­la­ción del dólar nor­te­ame­ri­cano en la eco­no­mía inter­na, pasan­do el envío de reme­sas des­de el exte­rior a ser otro fac­tor impor­tan­te de ingre­so de divisas.

Des­de las Fuer­zas Arma­das se comen­zó a apli­car el “per­fec­cio­na­mien­to empre­sa­rial”, pri­me­ro como for­ma de con­tri­bu­ción efi­cien­te a los tan nece­sa­rios gas­tos en la defen­sa, y lue­go se fue exten­dien­do como expe­rien­cia al sec­tor civil. De hecho, una bue­na par­te del sec­tor turís­ti­co está ges­tio­na­do por una empre­sa per­te­ne­cien­te a las FAR.

La refor­ma eco­nó­mi­ca de los 90, que fue mucho más amplia que lo ante­rior­men­te men­cio­na­do, con­tri­bu­yó inmen­sa­men­te a la sobre­vi­ven­cia de la Revo­lu­ción, aun­que la cau­sa fun­da­men­tal de esa per­ma­nen­cia en el espa­cio y el tiem­po radi­ca, como siem­pre, en un pue­blo que ha sopor­ta­do las más difí­ci­les con­di­cio­nes en la vida coti­dia­na y en su mayo­ría se man­tie­ne fir­me en sus idea­les de inde­pen­den­cia y jus­ti­cia social. El pue­blo cubano, por enci­ma de todo, sabe lo que “no” quiere.

No obs­tan­te, las medi­das apli­ca­das en los 90 tuvie­ron, como todo, otra cara de la mone­da. Los prin­ci­pa­les baluar­tes de la vida dig­na de los cuba­nos y cuba­nas: la edu­ca­ción de alto nivel gra­tui­ta y uni­ver­sal, el sis­te­ma de salud de incom­pa­ra­bles resul­ta­dos y la segu­ri­dad social y ciu­da­da­na se vie­ron seria­men­te depri­mi­das y afec­ta­das. El éxo­do des­de esos sec­to­res, el dete­rio­ro de la base mate­rial y, sobre todo, el dete­rio­ro de lo que los tec­nó­cra­tas gus­tan lla­mar “capi­tal humano”[2] ha teni­do efec­tos nega­ti­vos, algu­nos de los cua­les aún están por emerger.

En medio de la esca­sez más pro­fun­da apa­re­cie­ron empre­sa­rios y turis­tas extran­je­ros olien­do a capi­ta­lis­mo exi­to­so. Al mis­mo tiem­po que los ciu­da­da­nos nacio­na­les fui­mos pri­va­dos del acce­so a las ins­ta­la­cio­nes turís­ti­cas y recrea­ti­vas, apa­re­cía un sec­tor social mar­gi­nal (y mar­gi­na­do, pero acti­vo) que fue cre­cien­do y con­so­li­dán­do­se como acti­vi­dad eco­nó­mi­ca “infor­mal” (pero cada vez más orga­ni­za­da) y cuyos impac­tos socia­les, aun­que ofi­cial­men­te se tra­ten de des­co­no­cer o se mini­mi­cen, son exten­sos y profundos.

Por otro lado, el esta­do como pro­pie­ta­rio y ges­tor mayo­ri­ta­rio de la eco­no­mía, en un con­tex­to de cri­sis y con­trac­ción, se veía obli­ga­do a redu­cir gas­tos y comen­zar a des­pren­der­se de per­so­nal y empre­sas sobran­tes e incos­tea­bles. La reali­dad era diá­fa­na, el esta­do no podía con­ti­nuar ges­tio­nan­do cen­tros de pro­duc­ción y ser­vi­cios inefi­cien­tes, altos con­su­mi­do­res de ener­gía, sin insu­mos ni repues­tos para fun­cio­nar, sin capi­ta­les y sin pers­pec­ti­va de mercados.

Debe seña­lar­se que la voca­ción huma­nis­ta de la Revo­lu­ción no se vio resen­ti­da. En nues­tro país no se adop­ta­ron paque­tes de medi­das de ajus­te estruc­tu­ral como los que el FMI y otros orga­nis­mos tes­ta­fe­rros del capi­tal implan­ta­ron en muchas eco­no­mías en el mun­do. A los tra­ba­ja­do­res no se les lan­zó a la calle y se les aban­do­nó a su suer­te. Se imple­men­ta­ron pla­nes de for­ma­ción y capa­ci­ta­ción con­jun­ta­men­te con pro­gra­mas de asis­ten­cia social. Tama­ño desa­fío se asu­mió con responsabilidad.

Sin embar­go, en nin­gún caso se inten­tó la expe­rien­cia de que los tra­ba­ja­do­res recu­pe­ra­ran las fábri­cas y cen­tros de tra­ba­jo en los que ni el esta­do podía ni el capi­tal extran­je­ro esta­ba intere­sa­do en inver­tir. Una gran can­ti­dad de cen­tros de pro­duc­ción fue­ron cerra­dos, dece­nas de cen­tra­les azu­ca­re­ros deja­ron de pro­du­cir hacien­do des­apa­re­cer la expe­rien­cia de siglos de pro­duc­ción de azú­car y una vida alre­de­dor de los bate­yes que que­dó con­ge­la­da en el tiem­po y el olvi­do.[3]

Por esa épo­ca, y ante la impo­si­bi­li­dad de man­te­ner las gran­des empre­sas esta­ta­les en el agro, se imple­men­tó un pro­ce­so de coope­ra­ti­vi­za­ción de las mis­mas con­sis­ten­te en divi­dir las áreas de cul­ti­vo y los medios de pro­duc­ción, otor­gar la tie­rra en usu­fruc­to (man­te­nien­do la pro­pie­dad en manos del esta­do) y ven­dien­do maqui­na­ria y medios de tra­ba­jo sobre la base de cré­di­tos blan­dos. Sur­gían así las Uni­da­des Bási­cas de Pro­duc­ción Coope­ra­ti­va (UBPC).

Yo he pre­fe­ri­do hablar de cosas impo­si­bles, por­que de lo posi­ble se sabe demasiado.

Sil­vio Rodrí­guez. “Resu­men de noticias”.

Muchos tra­ba­ja­do­res agrí­co­las se fue­ron a dor­mir una noche sien­do obre­ros del cam­po y ama­ne­cie­ron sien­do coope­ra­ti­vis­tas. Aun­que lo más difí­cil de ese pro­ce­so no radi­có en ese cam­bio tan brus­co en su con­di­ción, sino en que, en su gran mayo­ría, las UBPC’s esta­ban aho­ga­das por tra­bas buro­crá­ti­cas, sin capa­ci­dad de deci­sión colec­ti­va sobre la pro­duc­ción y sus des­ti­nos. Eran una repro­duc­ción de los esque­mas orga­ni­za­ti­vos ver­ti­ca­lis­tas que deja­ban poco espa­cio a la ini­cia­ti­va y bús­que­da de tra­ba­jo en red con estruc­tu­ras homólogas.

Las UBPC’s se suma­ron a otras for­mas de coope­ra­ti­vas ya exis­ten­tes; las CCS (Coope­ra­ti­vas de Cré­di­tos y Ser­vi­cios) y las CPA (Coope­ra­ti­vas de Pro­duc­ción Agro­pe­cua­rias), sur­gi­das ambas al calor del pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio, aun­que en perío­dos dife­ren­tes.[4] En todos los casos exis­ten ras­gos comu­nes que deben ser teni­dos en cuenta.

En pri­mer lugar, las coope­ra­ti­vas en el caso cubano son un fenó­meno liga­do a la Revo­lu­ción, pues no se regis­tran aso­cia­cio­nes de ese tipo a gran­des esca­las antes de 1959[5]. En la Isla, en tér­mi­nos de la eco­no­mía, lo que no era un gran nego­cio, era un “chin­chal”. Esta razón his­tó­ri­ca expli­ca en algu­na medi­da la faci­li­dad con que el tra­ba­jo por cuen­ta pro­pia se extien­de en nues­tro país. La “ofen­si­va revo­lu­cio­na­ria” de 1968 cor­tó un ciclo de repro­duc­ción de peque­ños nego­cios indi­vi­dua­les, pero reapa­re­cie­ron con la refor­ma de los 90 y hoy se for­ta­le­cen en un segun­do impul­so a raíz de la “actua­li­za­ción”.

Cuan­do apa­re­cen las CCS ya la eco­no­mía cuba­na fun­cio­na­ba ges­tio­na­da por el esta­do y el país comen­za­ba a inser­tar­se en el sis­te­ma de rela­cio­nes del blo­que socia­lis­ta lide­ra­do por la URSS. Las CPA sur­gen en una Cuba per­te­ne­cien­te al CAME y en un mode­lo de eco­no­mía pla­ni­fi­ca­da cen­tral­men­te. Ello con­di­cio­nó la visión y la pues­ta en prác­ti­ca de las mismas.

De una par­te, debe seña­lar­se que la Revo­lu­ción cuba­na no prac­ti­có la coope­ra­ti­vi­za­ción for­zo­sa al esti­lo esta­li­nis­ta. Exis­ten nume­ro­sas inter­ven­cio­nes del pro­pio Fidel en las que lla­ma­ba al con­ven­ci­mien­to, a la aso­cia­ción volun­ta­ria y al res­pe­to a la deci­sión de los cam­pe­si­nos de agru­par­se o no en cooperativas.

Aho­ra bien, siem­pre fue­ron vis­tas como una for­ma de pro­pie­dad no esta­tal, nun­ca como una for­ma de ges­tión colec­ti­va de la pro­duc­ción por par­te de los tra­ba­ja­do­res y ade­más, su ámbi­to esta­ba redu­ci­do a la acti­vi­dad agrí­co­la. Nun­ca se con­ci­bió la for­ma de ges­tión coope­ra­ti­va en el sec­tor urbano ni en la indus­tria. Eran un paso (casi un mal nece­sa­rio) hacia “nue­vas for­mas de pro­duc­ción”. Dicho en otros tér­mi­nos, un camino hacia la pro­duc­ción a gran esca­la en gran­jas esta­ta­les.[6]

El carác­ter socia­lis­ta de la Revo­lu­ción no fue una impor­ta­ción for­zo­sa, como se ha pre­ten­di­do acu­ñar por par­te de sus enemi­gos. El capi­ta­lis­mo era el plan de la depen­den­cia infi­ni­ta, del gran casino de La Haba­na, del expor­ta­dor de azú­car que impor­ta­ba cara­me­los, del mari­ne ame­ri­cano ebrio man­ci­llan­do la esta­tua del Após­tol sin que suce­die­ra nada, más allá de la indig­na­ción popu­lar. El socia­lis­mo no lle­gó a nues­tra isla mon­ta­do en tan­ques sovié­ti­cos, sino que es el pro­yec­to de socie­dad que nos tra­jo a los cuba­nos y cuba­nas un país que no teníamos.

Del mis­mo modo es nece­sa­rio enten­der que al triun­fo de la Revo­lu­ción el socia­lis­mo real­men­te exis­ten­te, ya buro­cra­ti­za­do, cen­tra­li­za­do y esta­tis­ta era la noción pre­do­mi­nan­te a esca­la inter­na­cio­nal y con la cual inter­ac­tua­mos, a la cual nos inte­gra­mos. Muchos de los méto­dos y estruc­tu­ras eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas adop­ta­das y, más aún, bue­na par­te de la for­ma­ción de nues­tros cua­dros resul­ta­ron de esa rela­ción que, por enci­ma de toda duda, fue estra­té­gi­ca para un pro­yec­to social enfren­ta­do a la mayor poten­cia impe­rial de la Historia.

Y si bien las refor­mas de los 90 cons­ti­tu­ye­ron, en gran medi­da, una relec­tu­ra del aná­li­sis leni­nis­ta de la NEP, no pue­de afir­mar­se que la noción de Marx sobre tra­ba­jo libre aso­cia­do haya teni­do el sufi­cien­te espa­cio en el deba­te y en el esta­ble­ci­mien­to de las estra­te­gias de cons­truc­ción social; y esto pro­vee una expli­ca­ción a la ausen­cia del coope­ra­ti­vis­mo y la auto­ges­tión como for­mas de ges­tión colec­ti­va de la pro­duc­ción y los ser­vi­cios y como alter­na­ti­va en medio de la cri­sis. El socia­lis­mo era la cen­tra­li­za­ción de todos los pro­ce­sos en manos del esta­do y ges­tio­na­do por sus instituciones.

El lide­raz­go his­tó­ri­co de la Revo­lu­ción, encar­na­do hoy en la figu­ra de Raúl, en el Infor­me Cen­tral al recién efec­tua­do Con­gre­so del PCC afirma:

La expe­rien­cia prác­ti­ca nos ha ense­ña­do que el exce­so de cen­tra­li­za­ción cons­pi­ra con­tra el desa­rro­llo de la ini­cia­ti­va en la socie­dad y en toda la cade­na pro­duc­ti­va, don­de los cua­dros se acos­tum­bra­ron a que se deci­die­ra des­de “arri­ba” y, en con­se­cuen­cia, deja­ban de sen­tir­se res­pon­sa­bi­li­za­dos con los resul­ta­dos de la orga­ni­za­ción que dirigían. (…)

Esta men­ta­li­dad de la iner­cia debe ser des­te­rra­da defi­ni­ti­va­men­te para des­atar los nudos que ate­na­zan al desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Es una tarea de impor­tan­cia estra­té­gi­ca (…)[7]

Des­de esa pers­pec­ti­va cabe enton­ces aven­tu­rar­se a pro­po­ner otros cami­nos no solo desea­bles, sino posi­bles. Enten­dien­do des­de el prin­ci­pio que el peor enemi­go de cual­quier empren­di­mien­to social es la abso­lu­ti­za­ción y el reduc­cio­nis­mo. Tan nefas­ta ha sido la abso­lu­ta esta­ti­za­ción y buro­cra­ti­za­ción de todos los pro­ce­sos eco­nó­mi­cos y de la vida en gene­ral, como plan­tear que LA solu­ción aho­ra está en más capi­ta­lis­mo, o en el “cuen­ta­pro­pis­mo” (con toda la car­ga de indi­vi­dua­lis­mo que entra­ña), del mis­mo modo que pen­sar que las coope­ra­ti­vas y la auto­ges­tión son la úni­ca rece­ta posi­ble para salir del ato­lla­de­ro eco­nó­mi­co y man­te­ner viva la Revo­lu­ción. Habrá que dar espa­cio y cabi­da a toda una serie de posi­bi­li­da­des y, más impor­tan­te aún, conec­tar todas esas expe­rien­cias entre sí y a esca­la social.

El pro­pó­si­to de cual­quier pro­pues­ta no debe­rá ser otro que arti­cu­lar la diver­si­dad de for­mas de pro­duc­ción para con­so­li­dar una hege­mo­nía socia­lis­ta que haga real­men­te irre­ver­si­ble la Revo­lu­ción, para que la san­gre y el sacri­fi­cio que ha cos­ta­do no sean en vano. Es nece­sa­rio crear un mar­co, como se ha hecho, para que el capi­tal invier­ta en deter­mi­na­dos sec­to­res de la eco­no­mía. Es nece­sa­rio pro­por­cio­nar, como se está hacien­do, un entorno favo­ra­ble al tra­ba­jo por cuen­ta pro­pia. Y tam­bién es nece­sa­rio aca­bar de des­te­rrar los temo­res y este­reo­ti­pos en torno a las coope­ra­ti­vas y la auto­ges­tión y dar­le, allí don­de sean apli­ca­bles, los espa­cios y la legi­ti­mi­dad que le corres­pon­den para for­ta­le­cer la pro­duc­ción colec­ti­va lo cual, sin dudas, con­tri­bui­rá al obje­ti­vo fun­da­men­tal de nues­tro pro­yec­to: el socialismo.

En el Infor­me Cen­tral al VI Con­gre­so del Par­ti­do se pue­de encon­trar res­pal­do a esta idea, tenien­do en cuen­ta que las empre­sas en ges­tión coope­ra­ti­va for­ma­rían par­te del sec­tor “no esta­tal” de la eco­no­mía y que pro­du­cir de mane­ra colec­ti­va, si bien no cons­ti­tu­ye de por sí EL socia­lis­mo está al menos más avan­za­do en ese camino que el tra­ba­jo indi­vi­dual o en una enti­dad ges­tio­na­da por un capitalista.

All�� Raúl señala:

El incre­men­to del sec­tor no esta­tal de la eco­no­mía, lejos de sig­ni­fi­car una supues­ta pri­va­ti­za­ción de la pro­pie­dad social, como afir­man algu­nos teó­ri­cos, está lla­ma­do a con­ver­tir­se en un fac­tor faci­li­ta­dor para la cons­truc­ción del socia­lis­mo en Cuba, ya que per­mi­ti­rá al Esta­do con­cen­trar­se en la ele­va­ción de la efi­cien­cia de los medios fun­da­men­ta­les de pro­duc­ción, pro­pie­dad de todo el pue­blo y des­pren­der­se de la admi­nis­tra­ción de acti­vi­da­des no estra­té­gi­cas para el país.[8]

Cuan­do se imple­men­ta la estra­te­gia eco­nó­mi­ca de los 90 y nues­tro país se abre a la inver­sión extran­je­ra que­dó bien cla­ro que la pro­pie­dad con­ti­nua­ba en manos del esta­do cubano y la ges­tión se com­par­tía en los por­cien­tos que deman­da­ra cada situa­ción, inclu­so, han exis­ti­do casos en los que la ges­tión corre total­men­te a cuen­ta del capi­tal foráneo.

Resul­ta enton­ces de sumo inte­rés la expe­rien­cia pues se tuvo mucho cui­da­do de no afec­tar la sobe­ra­nía nacio­nal, la sobe­ra­nía del pue­blo cubano sobre el terri­to­rio y su capa­ci­dad ins­ta­la­da. Es un pre­ce­den­te que pue­de ser­vir para com­pren­der que no es nece­sa­rio trans­fe­rir la pro­pie­dad, sino des­cen­tra­li­zar la ges­tión y la toma de deci­sio­nes hacia los empren­di­mien­tos en régi­men de coope­ra­ti­vas sin que ello afec­te la pro­pie­dad del pueblo.

Des­de lue­go, con todo y que se vis­lum­bra hoy un espa­cio apro­pia­do para la imple­men­ta­ción de la pro­duc­ción en coope­ra­ti­vas no solo en el sec­tor agrí­co­la sino tam­bién urbano e indus­trial, es nece­sa­rio tener en cuen­ta algu­nos desa­fíos que se avi­zo­ran en el más cor­to plazo.

La expe­rien­cia

En pri­mer lugar, ya se ha expre­sa­do, la expe­rien­cia de este tipo de ges­tión es limi­ta­da, lo cual se suma al recha­zo que aún pre­va­le­ce tan­to en algu­nos sec­to­res vin­cu­la­dos a la toma de deci­sio­nes, como en quie­nes están vin­cu­la­dos al tra­ba­jo indi­vi­dual y la apro­pia­ción pri­va­da y han con­for­ma­do ya gru­pos de intere­ses con­tra­rios al tra­ba­jo y la apro­pia­ción con carác­ter colec­ti­vo. El desin­te­rés de tra­ba­ja­do­res hoy ocu­pa­dos en el sec­tor esta­tal en inte­grar­se a una coope­ra­ti­va o con­ti­nuar con for­mas colec­ti­vas de tra­ba­jo pue­de estar rela­cio­na­do, en algu­na medi­da, con el des­co­no­ci­mien­to de la acti­vi­dad y de los bene­fi­cios indi­vi­dua­les y colec­ti­vos reales que pue­den obtenerse.

Es nece­sa­rio imple­men­tar, jun­to a la prác­ti­ca de las coope­ra­ti­vas en el sec­tor urbano e indus­trial, pro­ce­sos de for­ma­ción y capa­ci­ta­ción que tomen en cuen­ta expe­rien­cias ya exis­ten­tes tan­to fue­ra como den­tro de Cuba.

En el caso cubano hay un amplio cau­dal en la Uni­ver­si­dad de Pinar del Río con desa­rro­llos teó­ri­cos de fon­do y prác­ti­cas ya esta­ble­ci­das. En la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Las Villas tam­bién se pue­de encon­trar vas­ta infor­ma­ción comen­zan­do por el lega­do de Víc­tor Figue­roa y los tra­ba­jos de todo el gru­po de eco­no­mis­tas y pro­fe­sio­na­les dedi­ca­dos a esos empe­ños, en la Uni­ver­si­dad de Orien­te en San­tia­go de Cuba, en el Cen­tro de Inves­ti­ga­cio­nes Psi­co­ló­gi­cas y Socio­ló­gi­cas (CIPS) y el Ins­ti­tu­to de Filo­so­fía (ambos del CITMA) en La Haba­na, el Cen­tro de Estu­dios sobre Desa­rro­llo Local (CEDEL), el Cen­tro de Estu­dios sobre la Eco­no­mía Cuba­na, las inves­ti­ga­cio­nes des­de la socio­lo­gía del tra­ba­jo, los apor­tes de inte­lec­tua­les revo­lu­cio­na­rios quie­nes, aún sin víncu­los aca­dé­mi­cos o ins­ti­tu­cio­na­les brin­dan apor­tes sig­ni­fi­ca­ti­vos, así como en nume­ro­sas aso­cia­cio­nes y orga­ni­za­cio­nes socia­les. El Cen­tro Memo­rial Mar­tin Luther King Jr., brin­da capa­ci­ta­ción, for­ma­ción y acom­pa­ña pro­ce­sos de ese tipo.

Un expe­ri­men­to exi­to­so y digno de estu­dio y apren­di­za­je es el de la Ofi­ci­na del His­to­ria­dor de La Haba­na. En medio del perío­do más agu­do e incier­to eco­nó­mi­ca­men­te se imple­men­tó un plan de ges­tión cuyo fin últi­mo es “la feli­ci­dad de los más nece­si­ta­dos”, algo que logra con cre­ces. En el Cen­tro His­tó­ri­co de La Haba­na Vie­ja los prin­ci­pa­les inmue­bles con­ti­núan sien­do patri­mo­nio públi­co, pero se ges­tio­na de mane­ra autó­no­ma sin des­co­ne­xión del apa­ra­to del esta­do. Exis­te una rela­ción simé­tri­ca y orde­na­da de los nive­les loca­les, sec­to­ria­les y nacio­na­les y el bene­fi­cio social es palpable.

A todo lo ante­rior debe aña­dir­se la expe­rien­cia acu­mu­la­da por el desa­rro­llo coope­ra­ti­vo en el sec­tor agro­pe­cua­rio en el país, nada des­de­ña­ble, tan­to en sus des­acier­tos como en sus muchos acier­tos. La ANAP, el Minis­te­rio de la Agri­cul­tu­ra, el Minis­te­rio de la Indus­tria Azu­ca­re­ra, son ejem­plos de ins­ti­tu­cio­nes con lar­ga tra­yec­to­ria y que pue­den apor­tar capa­ci­ta­ción y formación.

Por otra par­te, en Amé­ri­ca Lati­na se encuen­tra un uni­ver­so de empren­di­mien­tos en los que tra­ba­ja­do­res han recu­pe­ra­do sus empre­sas y las han pues­to a fun­cio­nar de mane­ra colec­ti­va (Movi­mien­to de Empre­sas Recu­pe­ra­das de Argen­ti­na), las coope­ra­ti­vas de cons­truc­ción de vivien­das en Uru­guay (FUCVAM), el coope­ra­ti­vis­mo social en Bra­sil o el movi­mien­to coope­ra­ti­vo vene­zo­lano, tan impor­tan­te en el avan­ce socia­lis­ta del pro­ce­so bolivariano.

Están a la dis­po­si­ción estu­dios, expe­rien­cias prác­ti­cas y un gru­po de espe­cia­lis­tas y per­so­nal capa­ci­ta­do den­tro y fue­ra del país como con­tri­bu­ción ini­cial. Se cuen­ta con la base para comen­zar a tra­ba­jar en esa direc­ción, una base sóli­da de orien­ta­ción anti­ca­pi­ta­lis­ta, revo­lu­cio­na­ria y socia­lis­ta de la que pode­mos apren­der y que no pone en peli­gro la Revo­lu­ción, todo lo contrario.

La legis­la­ción

Otro reto impor­tan­te radi­ca en la fal­ta de una legis­la­ción y las regu­la­cio­nes per­ti­nen­tes para su pues­ta en prác­ti­ca. El mar­co legal y fis­cal vigen­te no con­tem­pla el fun­cio­na­mien­to de empre­sas en régi­men auto­ges­ti­vo o coope­ra­ti­vo en los sec­to­res urbano e industrial.

En el Infor­me Cen­tral al Con­gre­so del Par­ti­do, Raúl se refe­ría al nue­vo con­tex­to en el que debe­rá ten­der­se a un pro­ce­so de des­cen­tra­li­za­ción, sin embar­go debe ser sin pri­sas inne­ce­sa­rias y en un mar­co regu­la­to­rio ade­cua­do. “Para des­cen­tra­li­zar y cam­biar la men­ta­li­dad, ‑afir­ma- es requi­si­to obli­ga­do ela­bo­rar el mar­co regu­la­to­rio que defi­na con cla­ri­dad las facul­ta­des y fun­cio­nes de cada esla­bón, des­de la nación a la base, acom­pa­ña­das inva­ria­ble­men­te por los pro­ce­di­mien­tos de con­trol con­ta­ble, finan­cie­ro y admi­nis­tra­ti­vo.”[9]

Cabría aña­dir que dicho mar­co regu­la­to­rio debe­rá bus­car un fun­cio­na­mien­to con­tro­la­do de la des­cen­tra­li­za­ción de las deci­sio­nes, pero en nin­gún caso repe­tir meca­nis­mos buro­crá­ti­cos de con­trol que ter­mi­nen impi­dien­do el des­en­vol­vi­mien­to natu­ral de los pro­ce­sos eco­nó­mi­cos y de la vida en general.

Habrá que repen­sar el rol de las aso­cia­cio­nes de tra­ba­ja­do­res en las nue­vas con­di­cio­nes de una coope­ra­ti­va o una empre­sa ges­tio­na­da colec­ti­va­men­te, ya que en esos casos la asam­blea tie­ne una impor­tan­cia cru­cial y las orga­ni­za­cio­nes tra­di­cio­na­les como los sin­di­ca­tos, han ejer­ci­do una fun­ción de “polea trans­mi­so­ra” entre las esfe­ras de toma de deci­sio­nes y las masas tra­ba­ja­do­ras, pero no se han cons­ti­tui­do en un meca­nis­mo de par­ti­ci­pa­ción real en las decisiones.

Nues­tras estruc­tu­ras polí­ti­cas y legis­la­ti­vas no tie­nen, ni en “la letra” ni en el fun­cio­na­mien­to prác­ti­co meca­nis­mos en los cua­les los tra­ba­ja­do­res eli­jan a sus direc­ti­vos, deci­dan en colec­ti­vo la pro­duc­ción, el mane­jo de los pre­su­pues­tos, las con­tra­ta­cio­nes, los fon­dos sala­ria­les, las inver­sio­nes, los meca­nis­mos de esti­mu­la­ción y toda la vida de la enti­dad pro­duc­ti­va. Nues­tras empre­sas y cen­tros de tra­ba­jo no están dise­ña­dos sobre la base de car­gos por elec­ción sino que los cua­dros y direc­ti­vos son desig­na­dos des­de una ins­tan­cia superior.

Sin embar­go, para las coope­ra­ti­vas y las empre­sas en ges­tión por par­te de los tra­ba­ja­do­res es cru­cial el pro­ce­so de deci­sión colec­ti­va y demo­crá­ti­ca. Por lo cual se hace nece­sa­ria una revi­sión y la pro­pues­ta de estruc­tu­ras que per­mi­tan tales meca­nis­mos allí don­de se pon­gan en prác­ti­ca estas expe­rien­cias.[10]

Hay otra deri­va­ción que pre­ci­sa al menos, hacer­la visi­ble. Las empre­sas auto­ges­tio­na­das y las coope­ra­ti­vas en la ciu­dad son en algu­na medi­da un hori­zon­te utó­pi­co en tan­to todo está por plas­mar, ana­li­zar y poner en prác­ti­ca. Pero ya está tenien­do lugar y con una velo­ci­dad poco fre­cuen­te para nues­tra socie­dad, el pro­ce­so de inde­pen­den­cia empre­sa­rial del esta­do y la con­so­li­da­ción del tra­ba­jo indi­vi­dual, inclu­so, la con­tra­ta­ción de fuer­za de tra­ba­jo fue­ra de los mar­cos del estado.

Cómo que­da­rán las orga­ni­za­cio­nes de tra­ba­ja­do­res es una cues­tión vital. Las tra­di­cio­na­les no están en su mejor momen­to y han per­di­do capa­ci­dad de nego­cia­ción y deci­sión en cuan­to al des­tino del tra­ba­jo. Y habrá que dejar cla­ro cómo los tra­ba­ja­do­res van a estar ampa­ra­dos y orga­ni­za­dos. El pre­sen­te e indis­cu­ti­ble lide­raz­go his­tó­ri­co de la Revo­lu­ción no es eterno y los pla­zos bio­ló­gi­cos se acor­tan. Enton­ces se hace nece­sa­ria una rees­truc­tu­ra­ción del uni­ver­so del tra­ba­jo de mane­ra que el socia­lis­mo se con­so­li­de y perdure.

El nues­tro es, según sus leyes, un esta­do de “obre­ros y cam­pe­si­nos”. Hay que poner en la mesa de deba­te cómo nos vamos a orga­ni­zar en las nue­vas con­di­cio­nes, cómo defen­de­re­mos nues­tros pues­tos, nues­tros dere­chos. Has­ta aho­ra la socie­dad se ha arti­cu­la­do en torno a con­sen­sos, basa­dos fun­da­men­tal­men­te en el pres­ti­gio his­tó­ri­co y la éti­ca de la diri­gen­cia polí­ti­ca. Pero no son fre­cuen­tes los meca­nis­mos de inter­pe­la­ción de las deci­sio­nes par­ti­dis­tas o esta­ta­les. Hemos cre­ci­do en la con­fian­za hacia nues­tros líderes.

Sin embar­go, de algún modo, eso deja a la socie­dad inde­fen­sa a la hora de esta­ble­cer diá­lo­gos, cues­tio­na­mien­tos y arti­cu­la­cio­nes, sobre todo en la pre­sen­te coyun­tu­ra en la cual la ópti­ca del capi­tal va a estar más pre­sen­te en las empre­sas y en el tra­ba­jo indi­vi­dual. ¿Qué suce­de­rá si una empre­sa ya sin la asis­ten­cia del esta­do entra en quie­bra? ¿Cómo se mane­ja­rán los temas labo­ra­les y las jerar­quías en los nego­cios indi­vi­dua­les? ¿Cómo la socie­dad va a tra­tar no solo las des­igual­da­des, sino y sobre todo, las mani­fes­ta­cio­nes de explo­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo? ¿Cómo se legis­la­rán los incum­pli­mien­tos entre empre­sas, entre ellas y el esta­do? ¿Cómo se nego­cia­rá la con­tra­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo en las nue­vas condiciones?

Con esa mesu­ra a la que lla­ma la direc­ción del país, pero sin pos­po­si­ción, debe pen­sar­se en leyes gene­ra­les y com­ple­men­ta­rias y en la ins­tru­men­ta­ción del mar­co que legi­ti­me y pro­pi­cie el camino hacia la pro­duc­ción en colec­ti­vo ya sea en coope­ra­ti­vas o en empre­sas auto­ges­tio­na­das por los tra­ba­ja­do­res y, más aún, que impi­dan el retorno a rela­cio­nes de explo­ta­ción del tra­ba­jo por el capital.

La tarea de bus­car las vías que con­duz­can al incre­men­to sos­te­ni­do e irre­ver­si­ble de la par­ti­ci­pa­ción de los tra­ba­ja­do­res en la toma de deci­sio­nes (y la socie­dad en gene­ral a más lar­go pla­zo) es impos­ter­ga­ble para garan­ti­zar un cur­so de cam­bios que con­so­li­den el rum­bo hacia el socia­lis­mo en la Cuba de nues­tros días.

Y es impor­tan­te dar­le toda la aten­ción posi­ble pues en el con­tex­to de la actua­li­za­ción de nues­tro mode­lo eco­nó­mi­co los espa­cios y gobier­nos loca­les verán incre­men­ta­dos sus ámbi­tos de acción. No podrá ocu­rrir un pro­ce­so real de des­cen­tra­li­za­ción sin la trans­fe­ren­cia de deci­sio­nes impor­tan­tes a esca­la local. Exis­te un entra­ma­do de rela­cio­nes sec­to­ria­les, minis­te­ria­les y esta­ta­les que debe ser radi­cal­men­te modi­fi­ca­do y actua­li­za­do para que en los espa­cios loca­les haya un mayor mar­gen de deci­sión inclui­dos temas como el pre­su­pues­to y la inver­sión, lo cual tam­bién impli­ca una actua­li­za­ción de nues­tro mode­lo polí­ti­co en el sen­ti­do estruc­tu­ral y de fun­cio­na­mien­to, pues para estos casos los car­gos por elec­ción debe­rán tener un peso más sig­ni­fi­ca­ti­vo a los efec­tos de la repre­sen­ta­ción y la toma de decisiones.

El dine­ro

Por otra par­te, nues­tro sis­te­ma ban­ca­rio y cre­di­ti­cio fun­cio­na hoy sobre la base de la “cuen­ta úni­ca” median­te la cual el Ban­co Cen­tral con­tro­la de for­ma cen­tra­li­za­da los acti­vos finan­cie­ros del país. Este fac­tor se con­vier­te en otro de los impor­tan­tes desa­fíos para dina­mi­zar nues­tra eco­no­mía, pues para la recom­po­si­ción de la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca y empre­sa­rial es pre­ci­so esta­ble­cer un mar­co diná­mi­co y segu­ro para el mane­jo del cré­di­to, tan nece­sa­rio para el fun­cio­na­mien­to de cual­quier empren­di­mien­to eco­nó­mi­co, así como del reajus­te de las tasa de cam­bio en las tran­sac­cio­nes entre empre­sas y entre ellas y el estado.

Sobre todo en sus eta­pas ini­cia­les, las nue­vas coope­ra­ti­vas o enti­da­des en régi­men de ges­tión colec­ti­va no cen­tra­li­za­da (al igual que los tra­ba­ja­do­res por cuen­ta pro­pia) nece­si­ta­rán cré­di­tos finan­cie­ros que les per­mi­tan comen­zar a fun­cio­nar. De una par­te ello tro­pie­za con el obs­tácu­lo de que nues­tro país está some­ti­do a un férreo blo­queo eco­nó­mi­co y finan­cie­ro que pasa por la con­ge­la­ción de acti­vos en el exte­rior y el cas­ti­go a ban­cos en los cua­les Cuba ten­ga cuentas.

Nues­tra eco­no­mía se ve afec­ta­da por la fal­ta de acce­so a cré­di­tos des­de los orga­nis­mos finan­cie­ros inter­na­cio­na­les. Y al mar­gen de la inde­pen­den­cia que nos otor­ga, pues nues­tras polí­ti­cas no están suje­tas a la vena del FMI o del Ban­co Mun­dial, la fal­ta de cré­di­tos con­di­cio­na a tra­ba­jar “al día”, con baja liqui­dez y sobre la marcha.

La cues­tión de cómo enca­rar los cré­di­tos ini­cia­les para la ges­tión eco­nó­mi­ca no esta­tal pasa, enton­ces, a un pri­mer orden. No tie­ne una res­pues­ta sen­ci­lla y será nece­sa­rio uti­li­zar la inte­li­gen­cia colec­ti­va para enfren­tar el reto.

El dine­ro y los recursos

Este tema con­du­ce la refle­xión hacia otro pun­to nodal: el pro­ble­ma de los recur­sos. Y antes bien, debe tener­se en con­si­de­ra­ción que exis­te una dife­ren­cia entre la ges­tión de los fon­dos y la de los recur­sos. Un asun­to es el rela­ti­vo a la obten­ción de fon­dos para la inver­sión y otro (muy rela­cio­na­do, pero dife­ren­te) la com­pra de los recur­sos (mate­rias pri­mas, tec­no­lo­gías, medios de tra­ba­jo, insu­mos, etcétera).

La Revo­lu­ción adop­tó des­de el mis­mo comien­zo la polí­ti­ca del mono­po­lio del esta­do sobre el comer­cio exte­rior tenien­do en cuen­ta que nues­tra eco­no­mía es abier­ta y depen­dien­te en gran medi­da del inter­cam­bio externo, sobre todo de las impor­ta­cio­nes[11]. Era nece­sa­rio, pues, que el nacien­te y agre­di­do esta­do tuvie­ra en sus manos el con­trol sobre lo que se debía o no com­prar fue­ra de fron­te­ras, así como qué y hacia dón­de expor­tar, pues el blo­queo tam­bién afec­tó los mer­ca­dos tra­di­cio­na­les a nues­tros productos.

A lo lar­go de todo el perío­do revo­lu­cio­na­rio se ha con­for­ma­do un sis­te­ma ins­ti­tu­cio­nal que con­du­ce el comer­cio exte­rior del país y que ha inclui­do un con­jun­to de minis­te­rios, comi­tés esta­ta­les[12] y otros orga­nis­mos de la admi­nis­tra­ción cen­tral del esta­do encar­ga­dos de regu­lar tal actividad.

En el esce­na­rio de esta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca que brin­da­ba la arti­cu­la­ción con el extin­to blo­que socia­lis­ta de Euro­pa del Este, la pla­ni­fi­ca­ción cen­tral per­mi­tía pre­ver en un quin­que­nio todo lo nece­sa­rio para el fun­cio­na­mien­to “armó­ni­co” de la eco­no­mía. Pero en menos de un año Cuba per­dió el 85% de su comer­cio exte­rior y el 75% de su capa­ci­dad impor­ta­do­ra y se per­dió la pla­ta­for­ma de inser­ción eco­nó­mi­ca del país.

En las nue­vas con­di­cio­nes, lue­go del lar­go perío­do espe­cial y el reor­de­na­mien­to (aún en cur­so) de las fuen­tes de ingre­so y de la eco­no­mía en gene­ral, la dina­mi­za­ción de la base pro­duc­ti­va del país pasa por un reajus­te de nues­tros meca­nis­mos de impor­ta­ción y comer­cio exterior.

No son pocos los casos en los que se cuen­ta con fon­dos para deter­mi­na­do pro­yec­to o empren­di­mien­to y a veces estos se pier­den pues no se acce­de a los recur­sos. No solo por toda la tra­ma dia­bó­li­ca del blo­queo, sino tam­bién por la rigi­dez de pla­nes cen­tra­li­za­dos que pre­ci­san de una ante­la­ción para la con­tra­ta­ción de recur­sos que detie­ne el movi­mien­to y la diná­mi­ca del tra­ba­jo diario.

Por enci­ma de todo, el con­trol del esta­do sobre las impor­ta­cio­nes impli­ca sobe­ra­nía. Ahí está la his­to­ria recien­te de Amé­ri­ca Lati­na cuan­do se apli­ca­ron las rece­tas del ajus­te estruc­tu­ral dic­ta­do por el FMI y el Ban­co Mun­dial y se abrie­ron las eco­no­mías a las impor­ta­cio­nes direc­tas sin los con­tro­les ade­cua­dos y ter­mi­na­ron com­pro­me­tien­do las sobe­ra­nías nacio­na­les. Ahí está la his­to­ria recien­te de tra­ta­dos de libre comer­cio que han devas­ta­do las eco­no­mías nacio­na­les de los paí­ses del Sur.

Pero la pre­sen­te estruc­tu­ra debe cam­biar a favor del dina­mis­mo y la cap­ta­ción de fon­dos para la adqui­si­ción de recur­sos. Como par­te de la actua­li­za­ción de nues­tro mode­lo eco­nó­mi­co el esta­do ha plan­tea­do que des­ti­na­rá alre­de­dor de 138 millo­nes de dóla­res para la com­pra de insu­mos que debe­rán poten­ciar el tra­ba­jo por cuen­ta pro­pia. Sin embar­go, esto no será sufi­cien­te mien­tras se man­ten­ga un entra­ma­do como el actual basa­do en la deci­sión cen­tra­li­za­da sobre la base de las “nece­si­da­des del país”, pero que no cuen­ta con los meca­nis­mos ade­cua­dos para tomar en con­si­de­ra­ción las nece­si­da­des y cri­te­rios de sus acto­res socia­les, de los suje­tos que dan vida a la eco­no­mía y la socie­dad en general.

La nues­tra, como se apro­bó en los “Linea­mien­tos”, con­ti­nua­rá sien­do una eco­no­mía pla­ni­fi­ca­da. Aho­ra bien, el modo en que ten­drá lugar debe tener en cuen­ta la nece­si­dad de la auto­no­mía de los espa­cios loca­les, la arti­cu­la­ción en red de las empre­sas (esta­ta­les y no esta­ta­les) tam­bién de mane­ra autó­no­ma y sin la car­ga buro­crá­ti­ca sec­to­rial en que las entram­pan sus minis­te­rios; la dina­mi­za­ción de la bús­que­da de los insu­mos y recur­sos y el esta­ble­ci­mien­to de espa­cios en los que las enti­da­des eco­nó­mi­cas pue­dan ope­rar e inter­cam­biar pro­duc­tos y ser­vi­cios[13].

Tres reglas de juego

Hay tres aspec­tos esen­cia­les que deben que­dar escla­re­ci­dos des­de el ini­cio y que pudie­ran con­tri­buir al desa­rro­llo pro­gre­si­vo del sec­tor coope­ra­ti­vo y de empre­sas en coges­tión o auto­ges­tión: el con­trol sobre las inver­sio­nes, el con­trol sobre la pro­pie­dad y el con­trol sobre la con­tra­ta­ción de fuer­za de tra­ba­jo. Los tres debe­rán ser mane­ja­dos de mane­ra colec­ti­va y tripartita.

Uno de los fac­to­res que deci­den el cur­so de cual­quier acti­vi­dad eco­nó­mi­ca, inclu­so sus impac­tos socia­les, radi­ca en la direc­ción que toman las inver­sio­nes. La des­cen­tra­li­za­ción de la ges­tión eco­nó­mi­ca pue­de resul­tar más efec­ti­va cuan­do se sabe qué se invier­te y en qué se va a inver­tir, en con­sen­so por par­te de la enti­dad eco­nó­mi­ca, las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les corres­pon­dien­tes y el gobierno local.

En el mes de junio del pre­sen­te año el Cen­tro Memo­rial Mar­tin Luther King Jr. reali­zó un taller sobre desa­rro­llo local en las actua­les con­di­cio­nes. Como par­te del mis­mo se reali­zó una visi­ta al pro­yec­to de la Ofi­ci­na del His­to­ria­dor de la Ciu­dad de La Haba­na. Lue­go de una intro­duc­ción a car­go del Dr. Euse­bio Leal tuvo lugar un fruc­tí­fe­ro inter­cam­bio con cua­dros prin­ci­pa­les del pro­yec­to. Del diá­lo­go emer­gie­ron varias ideas “cla­ras y distintas”.

Los inmue­bles en los que actúa el pro­yec­to son patri­mo­nio públi­co, no hay un pro­ce­so de apro­pia­ción ni del terri­to­rio ni de las edi­fi­ca­cio­nes, pero son ges­tio­na­dos por la Ofi­ci­na del His­to­ria­dor en régi­men de usu­fruc­to reno­va­ble cada cier­to perío­do de tiem­po. La enti­dad bus­ca sus pro­pias fuen­tes de ingre­so, inclu­so tie­ne su pro­pia esfe­ra de cola­bo­ra­ción inter­na­cio­nal, a tra­vés de la cual se ges­tio­nan par­ti­das de pre­su­pues­to que per­mi­ten apor­tes sus­tan­ti­vos para la eje­cu­ción de obras.

Entre esas fuen­tes de ingre­sos se encuen­tran acti­vi­da­des comer­cia­les (turís­ti­cas, gas­tro­nó­mi­cas, hote­le­ras y de otro tipo) a car­go del pro­yec­to y la con­tri­bu­ción (espe­cie de impues­tos) a otras enti­da­des que ope­ran comer­cial­men­te en el área. Todo lo ante­rior ocu­rre de mane­ra pla­ni­fi­ca­da y coor­di­na­da con las enti­da­des esta­ta­les correspondientes.

La Ofi­ci­na del His­to­ria­dor tie­ne que pre­sen­tar cada año un plan de inver­sio­nes que se con­sul­ta con el Minis­te­rio de Eco­no­mía y Pla­ni­fi­ca­ción y en el cual se pro­po­nen los des­ti­nos de las nue­vas par­ti­das de pre­su­pues­to tenien­do en cuen­ta las nece­si­da­des del pro­yec­to, la loca­li­dad y del país. En esa pro­pues­ta deben que­dar cla­ros los impac­tos socia­les de las inver­sio­nes, cuán­to de bene­fi­cio habrá para los habi­tan­tes de la zona, cuán­to se incre­men­ta­rá la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca, fuen­tes de empleo, pro­gra­mas de asis­ten­cia social, edu­ca­cio­na­les, de salud y otros.

Des­de que el pro­yec­to comen­zó a fun­cio­nar con mayor fuer­za, a par­tir de los 90, el cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co ha sido sos­te­ni­do y nota­ble y el bien­es­tar social en todos los terre­nos es visi­ble. Ha aumen­ta­do el núme­ro y cali­dad de escue­las, sobre todo pri­ma­rias, se han recu­pe­ra­do las escue­las de ofi­cios, se reabrió la Uni­ver­si­dad de San Geró­ni­mo la cual for­ma espe­cia­lis­tas de alta cali­fi­ca­ción para el res­ca­te del patri­mo­nio, bajo el prin­ci­pio del víncu­lo a dichas acti­vi­da­des. La obra más sen­si­ble se encuen­tra en el Con­ven­to de Belén don­de un gran núme­ro de ancia­nos de la zona tie­ne acce­so a la más esme­ra­da aten­ción y sus vidas han cobra­do sen­ti­do. Allí exis­ten talle­res de todo tipo para acti­vi­da­des pro­pias de los ancia­nos y don­de se sien­ten úti­les e ínte­gros. Hay salas de fisio­te­ra­pia con el mejor equi­pa­mien­to posi­ble, una ópti­ca con su fábri­ca de len­tes para las per­so­nas de la ter­ce­ra edad. Todo, abso­lu­ta­men­te todo, ges­tio­na­do por y des­de la Ofi­ci­na del Historiador.

Enton­ces, exis­te al menos una expe­rien­cia en la que la enti­dad es quien deci­de y ges­tio­na los recur­sos y coor­di­na las inver­sio­nes con los orga­nis­mos com­pe­ten­tes sin que has­ta el momen­to se haya repor­ta­do algu­na des­via­ción, mal empleo de los recur­sos, apro­pia­ción ilí­ci­ta o, como se ana­li­zan cada mes por el Par­ti­do en sus orga­ni­za­cio­nes de base: irre­gu­la­ri­da­des, indis­ci­pli­nas o ile­ga­li­da­des, por el con­tra­rio, el bene­fi­cio real a las per­so­nas reales es notable.

Nues­tro esta­do tie­ne todo un sis­te­ma de ins­ti­tu­cio­nes (Minis­te­rio de Eco­no­mía y Pla­ni­fi­ca­ción, Minis­te­rio de Finan­zas y Pre­cios, Con­tra­lo­ría Gene­ral de la Repú­bli­ca, Minis­te­rio de Audi­to­ría y Con­trol, Ban­co Cen­tral, y muchos otros) que par­ti­ci­pa­rían como esta­do en el con­trol sobre las inver­sio­nes, del mis­mo modo que los gobier­nos loca­les en los que dichas inver­sio­nes ten­drían lugar.

Esa mis­ma tría­da, esta­do-gobierno local-enti­dad eco­nó­mi­ca, fun­cio­na­ría para man­te­ner el con­trol sobre la pro­pie­dad. La Revo­lu­ción logró con­ver­tir la mayor par­te de nues­tro terri­to­rio y sus bie­nes en pro­pie­dad públi­ca y no es tiem­po de comen­zar a expe­ri­men­tar retro­ce­sos en ese sen­ti­do. Por lo que se hace nece­sa­rio man­te­ner la vigi­lan­cia de modo que nin­gu­na empre­sa o enti­dad eco­nó­mi­ca ya sea esta­tal o no esta­tal pue­da alie­nar la pro­pie­dad sobre el área que ocu­pa o trans­fe­rir bie­nes sin la debi­da verificación.

Y lo mis­mo suce­de­ría con el tema de la explo­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo. En las nue­vas con­di­cio­nes en las que se des­en­vuel­ve el país, habrá que pres­tar aten­ción a la imple­men­ta­ción de la con­tra­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo. Por lo que el esta­do, las orga­ni­za­cio­nes de tra­ba­ja­do­res, los gobier­nos loca­les y las orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas podrían tener un rol deci­si­vo para que la con­tra­ta­ción se fle­xi­bi­li­ce, pero no deri­ve hacia domi­na­ción del capi­tal sobre el tra­ba­jo. Las nume­ro­sas imá­ge­nes sobre mani­fes­ta­cio­nes de tra­ba­ja­do­res (tan­to del pri­me­ro como del ter­cer mun­do) desahu­cia­dos y en pro­tes­ta con­tra las medi­das de ajus­te del capi­tal son par­te de los que las cuba­nas y cuba­nos no queremos.

La Revo­lu­ción no vaci­ló en dar­le las armas al pue­blo para defen­der sus sue­ños, algo que a nin­gún otro gobierno del hemis­fe­rio se le ocu­rri­ría, y jus­to ahí radi­có uno de los pila­res de la con­so­li­da­ción del pro­ce­so y una de sus mayo­res for­ta­le­zas. Hoy, con la mis­ma con­fian­za, es nece­sa­rio entre­gar­le las fábri­cas a los tra­ba­ja­do­res, algo que a nin­gún otro gobierno del mun­do se le ocu­rri­ría, para gene­rar un escu­do eco­nó­mi­co que haga irre­ver­si­ble la inde­pen­den­cia y el socia­lis­mo. Y si bien las coope­ra­ti­vas y la ges­tión de las fábri­cas por los tra­ba­ja­do­res no son el úni­co camino, son un buen comienzo.

La Haba­na, Julio 2011.

*Hum­ber­to Miran­da Loren­zo es Doc­tor en Filo­so­fía, inves­ti­ga­dor del gru­po GALFISA del Ins­ti­tu­to de Filo­so­fía del CITMA, en La Habana.


[1] José Mar­tí: Obras Com­ple­tas, Edi­to­rial Cien­cias Socia­les, La Haba­na, 1975, T.22, p. 58, #94

[2] A fal­ta de visión sufi­cien­te para dar­se cuen­ta que son seres huma­nos par­ti­ci­pan­do en un pro­ce­so de transformación.

[3] Nun­ca he podi­do encon­trar una res­pues­ta lógi­ca (caso que exis­ta) a la cues­tión de por qué pue­den intro­du­cir­se rela­cio­nes abier­ta­men­te capi­ta­lis­tas sin que se afec­te el rum­bo socia­lis­ta de la Revo­lu­ción, de hecho, para “defen­der las con­quis­tas” de ese socia­lis­mo, y nun­ca se haya pro­ba­do una expe­rien­cia de ges­tión obre­ra por­que eso es “anar­quis­mo” o “yugos­la­vo” (depen­de de quién lo diga) y en ambos casos los adje­ti­vos solo cali­fi­can algo que pue­de resul­tar “peli­gro­so” para la Revolución.

[4] No me exten­de­ré en este sen­ti­do pues exis­te abun­dan­te lite­ra­tu­ra que expli­ca y ana­li­za la estruc­tu­ra y fun­cio­na­mien­to de dichas for­mas de orga­ni­za­ción, por ejem­plo, el más recien­te tra­ba­jo de Arman­do Nova Gon­zá­lez: “Las coope­ra­ti­vas agro­pe­cua­rias en Cuba: 1959-pre­sen­te. En “Coope­ra­ti­vas y Socia­lis­mo. Una mira­da des­de Cuba”. Com­pi­la­do por Cami­la Piñei­ro y edi­ta­do por Cami­nos, La Haba­na, 2011. Así como el tra­ba­jo de Juan Val­dés Paz: “Los pro­ce­sos de orga­ni­za­ción agra­ria en Cuba 1959 – 2006.” Fun­da­ción Anto­nio Núñez Jimé­nez de La Natu­ra­le­za y el Hom­bre, La Haba­na, 2009.

[5] Los “Ómni­bus Alia­dos” fue lo más cer­cano a una coope­ra­ti­va, pero no se pue­de afir­mar que exis­tía como acti­vi­dad eco­nó­mi­ca generalizada.

[6] Ver Val­dés Paz, Obra cita­da, pp. 146 – 147.

[7] Raúl Cas­tro: Infor­me Cen­tral al VI Con­gre­so del Par­ti­do Comu­nis­ta de Cuba. La Haba­na, Abril 16 de 2011. P. 7

[8] Raúl Cas­tro: Infor­me Cen­tral al VI Con­gre­so del Par­ti­do Comu­nis­ta de Cuba. La Haba­na, Abril 16 de 2011. P. 6

[9] Raúl Cas­tro: Infor­me Cen­tral al VI Con­gre­so del Par­ti­do Comu­nis­ta de Cuba. La Haba­na, Abril 16 de 2011. P. 7

[10] Ano­to al mar­gen el desa­fío que cons­ti­tu­ye supe­rar la heren­cia de reunio­nes inú­ti­les e infi­ni­tas, pla­ga­das de for­ma­lis­mo que, en el plano labo­ral, han sido en oca­sio­nes el úni­co modo de con­ce­bir el tra­ba­jo. Los nue­vos empren­di­mien­tos ten­drán que sacu­dir­se fuer­te ese pesa­do far­do de reunio­nis­mo y colo­car a la Asam­blea como un espa­cio de real de cons­truc­ción social y toma de decisiones.

[11] Car­los Rafael Rodrí­guez en su obra “Cuba en el trán­si­to al socia­lis­mo: 1959−1963”, Ed. Cien­cias Socia­les, La Haba­na 1982, rea­li­za un aná­li­sis de la estruc­tu­ra social cuba­na pre­via a la Revo­lu­ción en el cual se evi­den­cia que el sec­tor más pode­ro­so de lo que pudie­ra lla­mar­se la “bur­gue­sía nacio­nal” era lo que él deno­mi­na­ba la “bur­gue­sía impor­ta­do­ra”. Por una par­te con­di­cio­na­ba la eco­no­mía de la Isla a las impor­ta­cio­nes, espe­cial­men­te, como es obvio, des­de los Esta­dos Uni­dos y, ade­más, gene­ró un espí­ri­tu de obs­ta­cu­li­za­ción de cual­quier inten­to de desa­rro­llo e inver­sio­nes en pro­yec­tos de indus­trias y recur­sos nacionales.

[12] Ins­ti­tu­cio­nes con ran­go de minis­te­rio adap­ta­das a las rela­cio­nes con la URSS y los paí­ses del CAME. Fue el caso del CECE (Comi­té Esta­tal de Cola­bo­ra­ción Económica).

[13] Cabría pres­tar aten­ción al hecho de la exis­ten­cia del ALBA, del Tra­ta­do de Comer­cio entre los Pue­blos (TCP) y algu­nas ins­ti­tu­cio­nes crea­das al calor de dichos acuer­dos, las cua­les pudie­ran ser un vehícu­lo excep­cio­nal para la for­ma­ción de redes eco­nó­mi­cas regio­na­les dedi­ca­das a aque­llas acti­vi­da­des no con­te­ni­das en los sec­to­res estra­té­gi­cos a car­go de los esta­dos que, como efec­to “cola­te­ral” tie­nen el bono de estar vin­cu­la­das a movi­mien­tos socia­les revo­lu­cio­na­rios como el MST, Vía Cam­pe­si­na, CLOC y muchas orga­ni­za­cio­nes, movi­mien­tos y redes a lo lar­go de toda la región.

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