Estra­te­gia inad­mi­si­ble con­tra l@s pres@s

Estrategia inadmisible contra los presosFir­man­tes del Acuer­do de Ger­ni­ka com­pa­re­cie­ron ayer para hacer una doble denun­cia: la nega­ti­va de Ins­ti­tu­cio­nes Peni­ten­cia­rias a faci­li­tar con­tac­tos con los inter­lo­cu­to­res del Colec­ti­vo de Pre­sos Polí­ti­cos Vas­cos; y la uti­li­za­ción del cita­do acuer­do como herra­mien­ta de chan­ta­je a los pre­sos. En la com­pa­re­cen­cia se hicie­ron duras acu­sa­cio­nes, que res­pon­den a una acti­tud inad­mi­si­ble por par­te de los man­da­ta­rios espa­ño­les, opues­ta a lo que repre­sen­ta el acuer­do con más poten­cial que tie­ne este país de cara a con­se­guir solu­cio­nes. Un acuer­do que gran par­te de la socie­dad vas­ca con­si­de­ra ya autén­ti­ca refe­ren­cia del pro­ce­so de paz y nor­ma­li­za­ción polí­ti­ca y que, desa­rro­lla­do en toda su exten­sión y con toda la ambi­ción, tam­bién debe for­ta­le­cer la apor­ta­ción de los pre­sos al camino de las solu­cio­nes. Es denun­cia­ble, por tan­to, el uso espu­rio que quie­ren hacer del mis­mo aque­llos que sólo saben poner tra­bas en el camino.

La situa­ción de los pre­sos polí­ti­cos vas­cos y las injus­ti­cias a las que son some­ti­dos, tam­bién sus fami­lia­res y alle­ga­dos, es una cues­tión que, cual cuchi­llo, atra­vie­sa lo más hon­do del cora­zón y la pro­pia reali­dad social del país. Su libe­ra­ción, que vuel­van sanos y pron­to a casa es, ade­más de una obli­ga­ción moral, un reto urgen­te, no con­di­cio­na­do, que mere­ce cen­tra­li­dad en el deba­te polí­ti­co. Un queha­cer al que hay que dotar de ini­cia­ti­vas con­cre­tas, mate­ria­li­za­bles, de impac­to, que estén a la altu­ra de este nue­vo tiem­po, de modo que no se repi­tan los atas­cos e iner­cias del pasa­do. Quie­nes tie­nen la posi­bi­li­dad y la res­pon­sa­bi­li­dad de abor­dar este reto debe­rían hacer­lo sin demo­ra, con deci­sio­nes y con­ven­ci­mien­to colec­ti­vo, de mane­ra acor­da­da. Por­que no sólo es una deman­da natu­ral y de jus­ti­cia, sino que es una inver­sión segu­ra y deter­mi­nan­te para dina­mi­zar el pro­ce­so que pese a todos los obs­tácu­los se está abrien­do en Eus­kal Herria.

La estra­te­gia de ten­sión y chan­ta­je del Esta­do hacia el colec­ti­vo de pre­sos debe ser cen­su­ra­da, del mis­mo modo en que es nece­sa­rio pro­mo­ver la apor­ta­ción de todos los agen­tes a un esce­na­rio de soluciones.

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