Una decla­ra­cion bri­llan­te y valien­te- Fidel Castro


La aten­ción a otros asun­tos aho­ra prio­ri­ta­rios, me apar­ta­ron momen­tá­nea­men­te de la fre­cuen­cia con que ela­bo­ré refle­xio­nes duran­te el año 2010, sin embar­go, la pro­cla­ma del líder revo­lu­cio­na­rio Hugo Chá­vez Frías el pasa­do jue­ves 30 me obli­ga a escri­bir estas líneas.

El pre­si­den­te de Vene­zue­la es uno de los hom­bres que más ha hecho por la salud y edu­ca­ción de su pue­blo; como son temas en los que mayor expe­rien­cia ha acu­mu­la­do la Revo­lu­ción cuba­na, gus­to­sa­men­te cola­bo­ra­mos al máxi­mo en ambos cam­pos con este her­mano país.

No se tra­ta en abso­lu­to de que ese país care­cie­ra de médi­cos, por el con­tra­rio, los poseía en abun­dan­cia e inclu­so entre ellos pro­fe­sio­na­les de cali­dad, como en otros paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na. Se tra­ta de una cues­tión social. Los mejo­res médi­cos y los más sofis­ti­ca­dos equi­pos podrían estar, como en todos los paí­ses capi­ta­lis­tas, al ser­vi­cio de la medi­ci­na pri­va­da. A veces ni siquie­ra eso, por­que en el capi­ta­lis­mo sub­de­sa­rro­lla­do, como el que exis­tía en Vene­zue­la, la cla­se rica con­ta­ba con medios sufi­cien­tes para acu­dir a los mejo­res hos­pi­ta­les de Esta­dos Uni­dos o Euro­pa, algo que era y es habi­tual sin que nadie pue­da negarlo.

Peor aún, Esta­dos Uni­dos y Euro­pa se han carac­te­ri­za­do por sedu­cir a los mejo­res espe­cia­lis­tas de cual­quier país explo­ta­do del Ter­cer Mun­do para que aban­do­nen su patria y emi­gren a las socie­da­des de con­su­mo. For­mar médi­cos para ese mun­do en los paí­ses desa­rro­lla­dos impli­ca fabu­lo­sas sumas que millo­nes de fami­lias pobres de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be, no podrían pagar nun­ca. En Cuba suce­día eso has­ta que la Revo­lu­ción acep­tó el reto, no solo de for­mar médi­cos capa­ces de ser­vir a nues­tro país, sino a otros pue­blos de Amé­ri­ca Lati­na, el Cari­be o del mundo.

Jamás hemos arre­ba­ta­do las inte­li­gen­cias a otros pue­blos. En cam­bio en Cuba se han for­ma­do gra­tui­ta­men­te dece­nas de miles de médi­cos y otros pro­fe­sio­na­les de alto nivel para devol­ver­los a sus pro­pios países.

Gra­cias a sus pro­fun­das revo­lu­cio­nes boli­va­ria­nas y mar­tia­nas, Vene­zue­la y Cuba son paí­ses don­de la salud y la edu­ca­ción se han desa­rro­lla­do extra­or­di­na­ria­men­te. Todos los ciu­da­da­nos tie­nen dere­cho real a reci­bir gra­tui­ta­men­te edu­ca­ción gene­ral y for­ma­ción pro­fe­sio­nal, algo que Esta­dos Uni­dos no ha podi­do ni podrá garan­ti­zar a todos sus habi­tan­tes. Lo real es que el gobierno de ese país invier­te cada año un millón de millo­nes de dóla­res en su apa­ra­to mili­tar y sus aven­tu­ras béli­cas. Es ade­más el mayor expor­ta­dor de armas e ins­tru­men­tos de muer­te y el mayor mer­ca­do de dro­gas del mun­do. Debi­do a ese trá­fi­co, dece­nas de miles de lati­no­ame­ri­ca­nos pier­den la vida cada año.

Es algo tan real y tan cono­ci­do, que hace más de 50 años, un Pre­si­den­te de ori­gen mili­tar denun­ció, con tono amar­go, el poder deci­si­vo acu­mu­la­do por el com­ple­jo mili­tar indus­trial en ese país.

Estas pala­bras esta­rían de más si no media­ra la odio­sa y repug­nan­te cam­pa­ña des­ata­da por los medios de difu­sión masi­va de la oli­gar­quía vene­zo­la­na, al ser­vi­cio de ese impe­rio, uti­li­zan­do las difi­cul­ta­des de salud que atra­vie­sa el Pre­si­den­te boli­va­riano. A este nos une una estre­cha e indes­truc­ti­ble amis­tad, sur­gi­da des­de que visi­tó por pri­me­ra vez nues­tra patria, el 13 de diciem­bre de 1994.

A algu­nos les extra­ñó la coin­ci­den­cia de su visi­ta a Cuba con la nece­si­dad de aten­ción médi­ca que se pro­du­jo. El Pre­si­den­te vene­zo­lano visi­tó a nues­tro país con el mis­mo obje­ti­vo que lo lle­vó a Bra­sil y Ecua­dor. No traía inten­ción algu­na de reci­bir ser­vi­cios médi­cos en nues­tra patria.

Como se cono­ce un gru­po de espe­cia­lis­tas cuba­nos de la salud pres­tan, des­de hace años, sus ser­vi­cios al Pre­si­den­te vene­zo­lano, que fiel a sus prin­ci­pios boli­va­ria­nos, jamás vio en ellos extran­je­ros inde­sea­bles, sino hijos de la gran Patria Lati­no­ame­ri­ca­na por la cual luchó el Liber­ta­dor has­ta el últi­mo alien­to de su vida.

El pri­mer con­tin­gen­te de médi­cos cuba­nos par­tió hacia Vene­zue­la cuan­do se pro­du­jo la tra­ge­dia en el esta­do de Var­gas, que cos­tó miles de vidas a ese noble pue­blo. Esta acción de soli­da­ri­dad no era nue­va, cons­ti­tuía una tra­di­ción arrai­ga­da en nues­tra patria des­de los pri­me­ros años de la Revo­lu­ción; des­de que hace casi medio siglo médi­cos cuba­nos fue­ron envia­dos a la recién inde­pen­di­za­da Arge­lia. Esa tra­di­ción se pro­fun­di­zó a medi­da que la Revo­lu­ción cuba­na, en medio de un cruel blo­queo, for­ma­ba médi­cos inter­na­cio­na­lis­tas. Paí­ses como Perú, la Nica­ra­gua de Somo­za y otros del hemis­fe­rio y el Ter­cer Mun­do, sufrie­ron tra­ge­dias por terre­mo­tos u otras cau­sas que requi­rie­ron la soli­da­ri­dad de Cuba. Así nues­tra patria se con­vir­tió en la nación del mun­do con más alto índi­ce de médi­cos y per­so­nal espe­cia­li­za­do en salud, con ele­va­dos nive­les de expe­rien­cia y capa­ci­dad profesional.

El Pre­si­den­te Chá­vez se esme­ró en la aten­ción de nues­tro per­so­nal de salud. Así nació y se desa­rro­lló el víncu­lo de con­fian­za y amis­tad entre él y los médi­cos cuba­nos que fue­ron siem­pre muy sen­si­bles al tra­to del líder vene­zo­lano, el cual por su par­te, fue capaz de crear miles de cen­tros de salud y dotar­los de los equi­pos nece­sa­rios para pres­tar ser­vi­cios gra­tui­tos a todos los vene­zo­la­nos. Nin­gún gobierno del mun­do hizo tan­to, en tan bre­ve tiem­po, por la salud de su pueblo.

Un ele­va­do por­cen­ta­je de per­so­nal cubano de la salud pres­tó ser­vi­cios en Vene­zue­la y muchos de ellos actua­ron ade­más como docen­tes en deter­mi­na­das mate­rias impar­ti­das para la for­ma­ción de más de 20 mil jóve­nes vene­zo­la­nos que comien­zan a gra­duar­se como médi­cos. Muchos de ellos comen­za­ron sus estu­dios en nues­tro pro­pio país. Los médi­cos inter­na­cio­na­lis­tas inte­gran­tes del Bata­llón 51, gra­dua­dos en la Escue­la Lati­no­ame­ri­ca­na de Cien­cias Médi­cas, han gana­do un sóli­do pres­ti­gio en el cum­pli­mien­to de com­ple­jas y difí­ci­les misio­nes. Sobre esas bases se desa­rro­lla­ron mis rela­cio­nes en ese cam­po con el pre­si­den­te Hugo Chávez.

Debo aña­dir que a lo lar­go de más de doce años des­de el 2 de febre­ro del año 1999, el Pre­si­den­te y líder de la Revo­lu­ción vene­zo­la­na no ha des­can­sa­do un solo día, y en eso ocu­pa un lugar úni­co en la his­to­ria de este hemis­fe­rio. Todas sus ener­gías, las ha con­sa­gra­do a la Revolución.

Podría afir­mar­se que por cada hora extra que Chá­vez dedi­ca a su tra­ba­jo, un Pre­si­den­te de Esta­dos Uni­dos, des­can­sa dos.

Era difí­cil, casi impo­si­ble, que su salud no sufrie­ra algún que­bran­to y eso suce­dió en los últi­mos meses.

Per­so­na habi­tua­da a los rigo­res de la vida mili­tar, sopor­ta­ba estoi­ca­men­te los dolo­res y moles­tias que con fre­cuen­cia cre­cien­te lo afec­ta­ban. Dadas las rela­cio­nes de amis­tad desa­rro­lla­das y los inter­cam­bios cons­tan­tes entre Cuba y Vene­zue­la, suma­da a mi expe­rien­cia per­so­nal con rela­ción a la salud, que viví des­de la pro­cla­ma del 30 de julio del año 2006, no es raro que me per­ca­ta­ra de la nece­si­dad de un che­queo rigu­ro­so de la salud del Pre­si­den­te. Es dema­sia­do gene­ro­so de su par­te, atri­buir­me algún méri­to espe­cial en este asunto.

Admi­to, des­de lue­go, que no fue fácil la tarea que me impu­se. No era para mí difí­cil per­ca­tar­me de que su salud no anda­ba bien. Habían trans­cu­rri­do 7 meses des­de que se reali­zó su últi­ma visi­ta a Cuba. El equi­po médi­co dedi­ca­do a la aten­ción de su salud me había roga­do que hicie­ra esa ges­tión. Des­de el pri­mer momen­to la acti­tud del Pre­si­den­te era infor­mar al pue­blo, con abso­lu­ta cla­ri­dad, su esta­do de salud. Por ello, estan­do a pun­to ya de regre­sar, a tra­vés de su Minis­tro de Rela­cio­nes Exte­rio­res, infor­mó al pue­blo sobre su salud has­ta ese ins­tan­te y pro­me­tió man­te­ner­lo deta­lla­da­men­te informado.

Cada cura iba acom­pa­ña­da por rigu­ro­sos aná­li­sis celu­la­res y de labo­ra­to­rio, que en tales cir­cuns­tan­cias se realizan.

Uno de los exá­me­nes, varios días pos­te­rio­res a la pri­me­ra inter­ven­ción, arro­jó resul­ta­dos que deter­mi­na­ron una medi­da qui­rúr­gi­ca más radi­cal y el tra­ta­mien­to espe­cial del paciente.

En su digno men­sa­je del 30 de junio, el Pre­si­den­te nota­ble­men­te recu­pe­ra­do habla de su esta­do de salud con toda claridad.

Admi­to que para mí no fue fácil la tarea de infor­mar al ami­go de la nue­va situa­ción. Pude apre­ciar la dig­ni­dad con que reci­bió la noti­cia que ‑para él con tan­tas tareas impor­tan­tes que lle­va­ba en la men­te, entre ellas el acto con­me­mo­ra­ti­vo del Bicen­te­na­rio y la for­ma­li­za­ción del acuer­do sobre la uni­dad de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be- mucho más que los sufri­mien­tos físi­cos que impli­ca­ba una ciru­gía radi­cal, sig­ni­fi­ca una prue­ba que como expre­só la hizo com­pa­rar con los momen­tos duros que le tocó enfren­tar en su vida de com­ba­tien­te indoblegable.

Jun­to a él, el equi­po de per­so­nas que lo atien­den y que él cali­fi­có de subli­mes, han libra­do la mag­ní­fi­ca bata­lla de la que he sido testigo.

Sin vaci­la­ción afir­mo que los resul­ta­dos son impre­sio­nan­tes y no vaci­lé en afir­mar que el pacien­te ha libra­do una bata­lla deci­si­va que lo con­du­ci­rá y con él a Vene­zue­la, a una gran victoria.

Hay que hacer que su ale­ga­to se comu­ni­que al pie de la letra en todas las len­guas, pero sobre todo que sea tra­du­ci­do y sub­ti­tu­la­do al inglés, un idio­ma que pue­da enten­der­se, en esta Torre de Babel que el impe­ria­lis­mo ha con­ver­ti­do el mundo.

Aho­ra los enemi­gos exter­nos e inter­nos de Hugo Chá­vez están a mer­ced de sus pala­bras y sus ini­cia­ti­vas. Habrá sin dudas sor­pre­sas para ellos. Brin­dé­mos­le el más fir­me apo­yo y con­fian­za. Las men­ti­ras del impe­rio y la trai­ción de los ven­de­pa­trias serán derro­ta­das. Hoy hay millo­nes de vene­zo­la­nos com­ba­ti­vos y cons­cien­tes, que la oli­gar­quía y el impe­rio no podrán vol­ver a some­ter jamás.

Fidel Cas­tro Ruz
Julio 3 de 2011
4 y 12 p.m.

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