Dos cami­nos para enfren­tar la cri­sis: el grie­go y el islan­dés – Gui­ller­mo Almeyra

La deu­da exter­na de Gre­cia supera el 150 por cien­to del pro­duc­to interno bru­to (PIB) de ese país y los intere­ses de las «ayu­das» que le con­ce­den a Ate­nas la hacen aún más cla­ra­men­te impa­ga­ble. Fran­cia y Ale­ma­nia, cuyos ban­cos son los prin­ci­pa­les acree­do­res, pres­tan el dine­ro, en reali­dad, para pagar a esos ban­cos y no para ayu­dar a la recu­pe­ra­ción de la eco­no­mía grie­ga que ellos y el esta­du­ni­den­se ban­co J. P. Mor­gan, con la acti­va cola­bo­ra­ción del ante­rior gobierno de la dere­cha helé­ni­ca. El actual gobierno social­de­mó­cra­ta grie­go, enca­be­za­do por Gior­gios Papan­dreou, está tra­tan­do de rene­go­ciar esa deu­da, que acep­ta en blo­que como váli­da sin dife­ren­ciar entre la deu­da legí­ti­ma, la ile­gí­ti­ma y la usu­re­ra, pues para esos «socia­lis­tas» hay que res­pe­tar a los bui­tres del capi­tal finan­cie­ro inter­na­cio­nal y las leyes del capi­ta­lis­mo, que serían tan natu­ra­les como la ley de gra­ve­dad o el inexo­ra­ble movi­mien­to de la Tie­rra. El pue­blo grie­go, en cam­bio, rea­li­za con­ti­nuas huel­gas gene­ra­les y mani­fes­ta­cio­nes de recha­zo a esa acep­ta­ción por el gobierno de los dik­tats fran­co-ale­ma­nes, pues los tra­ba­ja­do­res se nie­gan a aumen­tar aún más una des­ocu­pa­ción que ron­da 20 por cien­to (las cifras ofi­cia­les hablan de 16, pero no inclu­yen a todos los real­men­te des­ocu­pa­dos) y a reba­jar ulte­rior­men­te los sala­rios reales que van en pica­da. La pro­tes­ta social es enor­me y va in cres­cen­do, por­que el capi­tal finan­cie­ro se ensa­ñó con Gre­cia inme­dia­ta­men­te des­pués de un gran movi­mien­to que arro­jó a la basu­ra al gobierno dere­chis­ta y lo sus­ti­tu­yó por el de Papan­dreou, en el que tenía gran­des espe­ran­zas de cam­bio. Como suce­die­ra ante­rior­men­te en el caso argen­tino ‑otro país peque­ño, no estra­té­gi­co y rela­ti­va­men­te mar­gi­nal en la eco­no­mía mundial‑, el refle­jo par­ti­cu­lar de la cri­sis mun­dial del capi­ta­lis­mo sobre Gre­cia fue uti­li­za­do por las finan­zas para dar un terri­ble ejem­plo a otras eco­no­mías más impor­tan­tes, como la ita­lia­na o la espa­ño­la, y para gol­pear un sec­tor secun­da­rio pero poli­ti­za­do de los tra­ba­ja­do­res euro­peos y favo­re­cer la anu­la­ción de las con­quis­tas socia­les, a par­tir de Gre­cia, en todo el con­ti­nen­te, y la reba­ja de los sala­rios reales no sólo helé­ni­cos sino tam­bién de toda Europa.

El sec­tor más impor­tan­te de la bur­gue­sía nacio­nal grie­ga (los finan­cis­tas, los arma­do­res y los impor­ta­do­res-expor­ta­do­res) ha enla­za­do sus intere­ses con los del gran capi­tal inter­na­cio­nal, sobre todo fran­co-ale­mán, y es su socio menor en los Bal­ca­nes; por su par­te, los obre­ros grie­gos, con su glo­rio­sa tra­di­ción de orga­ni­za­ción de cla­se y de radi­ca­lis­mo, con la resis­ten­cia con­tra los nazi­fas­cis­tas, con la insu­rrec­ción con­tra la monar­quía y el impe­ria­lis­mo bri­tá­ni­co, son un sec­tor radi­cal del pro­le­ta­ria­do euro­peo que el capi­ta­lis­mo mun­dial, tras des­mem­brar la ex Yugos­la­via y domi­nar los res­tos de la mis­ma, inten­ta aplas­tar en los Bal­ca­nes para poder explo­tar mejor a los tra­ba­ja­do­res del vie­jo con­ti­nen­te. De ahí la impor­tan­cia polí­ti­ca de la lucha que se libra en todas las ciu­da­des griegas.

Argen­ti­na, hace diez años, decla­ró la sus­pen­sión de pagos, deva­luó su mone­da y rene­go­ció favo­ra­ble­men­te, con impor­tan­tes reba­jas, su deu­da exter­na. Des­de enton­ces, y pese a la cri­sis, ha teni­do un impor­tan­te cre­ci­mien­to de su eco­no­mía. Las dife­ren­cias con Gre­cia son muchas ‑en pri­mer lugar, Argen­ti­na pue­de uti­li­zar el aumen­to del pre­cio de las mate­rias pri­mas agrí­co­las que pro­du­ce en can­ti­da­des inmen­sas, cosa que Gre­cia no pue­de hacer- y ésta enfren­ta­ría difi­cul­ta­des mucho mayo­res si decla­ra­se el default; pero en vez de con­de­nar varias gene­ra­cio­nes de grie­gos a apre­tar­se el cin­tu­rón para sos­te­ner a los ban­cos fran­ce­ses y ale­ma­nes, podría decla­rar nula una deu­da que ni el pue­blo ni el actual gobierno contrajeron.

Eso obli­ga­ría al país a salir del euro y de la Unión Euro­pea, a recon­quis­tar la inde­pen­den­cia mone­ta­ria para pagar los suel­dos y el fun­cio­na­mien­to inme­dia­to de la eco­no­mía (como en Argen­ti­na, tras la deva­lua­ción del peso-dólar, cuan­do hubo que recu­rrir a la inven­ción de cua­si­mo­ne­das loca­les), pero per­mi­ti­ría man­te­ner la inde­pen­den­cia eco­nó­mi­ca del país y otor­ga­ría un papel mayor al sec­tor esta­tal. Las pre­sio­nes serían enor­mes, por­que la ban­ca fran­ce­sa y la ale­ma­na per­de­rían gran­des sumas y los gobier­nos res­pec­ti­vos se verían obli­ga­dos a sal­var­las nue­va­men­te, pero Gre­cia con­ta­ría con el apo­yo de los tra­ba­ja­do­res de todo el mun­do y, en par­ti­cu­lar, ayu­da­ría a resis­tir a los de Por­tu­gal, los de Espa­ña y, maña­na, a los italianos.

Está tam­bién ahí el ejem­plo de Islan­dia, peque­ño país nór­di­co de 317 mil habi­tan­tes que tenía una deu­da equi­va­len­te a 15 veces su PIB, que se negó a pagar a los usu­re­ros bri­tá­ni­cos y holan­de­ses que habían pres­ta­do dine­ro irres­pon­sa­ble­men­te a ban­que­ros aven­tu­re­ros de la isla. El gobierno, al prin­ci­pio, resol­vió pagar la deu­da exter­na y con­de­nar al país, por siglos, a la escla­vi­tud finan­cie­ra (habría debi­do pagar su deu­da en 15 años al 5.5 de inte­rés). Pero el pre­si­den­te, un ex comu­nis­ta, recha­zó esa posi­ción, lo cual lle­vó a un refe­rén­dum, orga­ni­za­do por la pre­sión popu­lar median­te movi­li­za­cio­nes y asam­bleas, el cual decla­ró que dicha deu­da era impa­ga­ble y, en vez de pre­miar a los ban­que­ros ladro­nes, los metió pre­sos y nacio­na­li­zó los ban­cos. Islan­dia sigue en la Aso­cia­ción Euro­pea de Libre Comer­cio y los ban­que­ros extran­je­ros tuvie­ron que con­ten­tar­se con el dine­ro que con­si­guie­ron de sus gobier­nos. Aho­ra, el país logró un acuer­do de pagos mucho más favo­ra­ble (40 mil millo­nes de euros en 37 años con el 3 por cien­to de inte­rés, a par­tir de 2016, lo cual repre­sen­ta, de todos modos, cer­ca de 100 euros por día, por cabe­za de habi­tan­te, duran­te 10 mil 950 días) cuyo pago tam­bién recha­za. Islan­dia, con un gobierno social­de­mó­cra­ta y roji­ver­de, pelea siem­pre para entrar en la Unión Euro­pea y con­tra la pre­sión del FMI y de sus acree­do­res y no ha per­di­do su independencia.

© La Jornada

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