Los crí­me­nes de la OTAN, de sus esta­dos miem­bros y de sus gober­nan­tes: La agre­sión con­tra Libia – Ale­jan­dro Teitelbaum

I. El Tra­ta­do de la Alian­za del Atlán­ti­co Nor­te, más tar­de Orga­ni­za­ción del Tra­ta­do del Atlán­ti­co Nor­te (OTAN) fue cele­bra­do en abril de 1949.

Según su artícu­lo 5º con fina­li­da­des pura­men­te defen­si­vas y de ayu­da mutua en el caso de un ata­que con­tra alguno de los Esta­dos miem­bros. Y pre­ci­san­do en su artícu­lo 6º los terri­to­rios y luga­res don­de rige la alian­za defensiva.

Cuan­do Nas­ser nacio­na­li­zó el Canal de Suez en 1956, Fran­cia y Gran Bre­ta­ña qui­sie­ron embar­car a la OTAN en su pri­me­ra acción agre­si­va fue­ra de la zona defi­ni­da en el artícu­lo 6 del Tra­ta­do, pero Esta­dos Uni­dos se opu­so y la agre­sión mili­tar con­tra Egip­to y la ocu­pa­ción del canal de Suez corrió por cuen­ta exclu­si­va de Fran­cia y Gran Bretaña.

Con la des­apa­ri­ción del blo­que sovié­ti­co algu­nos pen­sa­ron que tam­bién des­apa­re­ce­ría la OTAN pero no fue así, sino que ocu­rrió lo con­tra­rio: se incor­po­ra­ron a la OTAN los paí­ses del Este de Euro­pa y exten­dió su radio de acción que pasó de teó­ri­ca­men­te defen­si­va a cla­ra­men­te ofen­si­va y más allá de los terri­to­rios de sus Esta­dos Miembros.

La amplia­ción de la OTAN cons­ti­tu­yó en pri­mer lugar un nego­cio para los fabri­can­tes de armas, pues los nue­vos Esta­dos Miem­bros tuvie­ron que adap­tar­se a los “stan­dards” mili­ta­res de la OTAN y moder­ni­zar su arma­men­to, com­prán­do­lo en Esta­dos Uni­dos o en algu­nos paí­ses de Euro­pa Occidental.

En 1989, el abo­ga­do John Had­ley se con­vir­tió en Asis­ten­te para Polí­ti­cas de Segu­ri­dad Inter­na­cio­nal del Secre­ta­rio de Defen­sa de Esta­dos Uni­dos Dick Che­ney y en ofi­cial de enla­ce entre el Depar­ta­men­to de Defen­sa y el Con­se­je­ro de Segu­ri­dad Nacio­nal Brent Scow­croft. En esa posi­ción, fue el prin­ci­pal res­pon­sa­ble en el Pen­tá­gono de las polí­ti­cas refe­ri­das a la OTAN y a Euro­pa Occi­den­tal. En 1993 vol­vió al sec­tor pri­va­do, don­de tra­ba­jó como con­se­je­ro de The Scow­croft Group, fir­ma de ase­so­ría estra­té­gi­ca fun­da­da por Brent Scow­croft, y como abo­ga­do de Lockheed Mar­tin, líder mun­dial de la indus­tria mili­tar. Jun­to a Bru­ce P. Jack­son, vice­pre­si­den­te de Lockheed Mar­tin, ayu­dó a esta­ble­cer en 1996 el Comi­té Esta­dou­ni­den­se para la Amplia­ción de la OTAN, una orga­ni­za­ción pri­va­da para pre­sio­nar en favor de la inte­gra­ción de los paí­ses del Este de Euro­pa a la OTAN y pro­mo­ver entre los diri­gen­tes de esos Esta­dos la com­pra del mate­rial mili­tar a Lockheed Martin.

El pasa­je de la OTAN a un esta­tu­to ofen­si­vo extra­te­rri­to­rial mar­có el comien­zo de su par­ti­ci­pa­ción en agre­sio­nes arma­das carac­te­ri­za­das por la vio­la­ción sis­te­má­ti­ca del dere­cho inter­na­cio­nal huma­ni­ta­rio con­te­ni­do en los Con­ve­nios de Gine­bra de 1949 y sus Pro­to­co­los adi­cio­na­les de 1977.

El des­pre­cio de la con­di­ción huma­na del otro, pro­pio de las accio­nes mili­ta­res de la OTAN, no son una nove­dad den­tro del capi­ta­lis­mo desa­rro­lla­do occi­den­tal, pues cons­ti­tu­yen una carac­te­rís­ti­ca per­ma­nen­te del mis­mo des­de sus albo­res. Se podría comen­zar por la pri­me­ra arma bac­te­rio­ló­gi­ca (man­tas con­ta­mi­na­das con virue­la) uti­li­za­da por los ingle­ses con­tra los indios Dela­wa­re en 1763, seguir con las masa­cres que come­tie­ron en dis­tin­tos con­ti­nen­tes en el Siglo XVIII y XIX y así has­ta la actualidad.

En los dos últi­mos dece­nios cabe men­cio­nar la inva­sión a Pana­má, (entre 1000 y 4000 civi­les muer­tos, según las fuen­tes); la Gue­rra del Gol­fo (varias dece­nas de miles de muer­tos civi­les); la gue­rra con­tra Yugos­la­via; la gue­rra con­tra Irak (varios cien­tos de miles de muer­tos civi­les) y la gue­rra en Afganistán.

En Afga­nis­tán, ya en 2001 murie­ron 3700 civi­les como con­se­cuen­cia de los bom­bar­deos yan­quis, en julio de 2002 los esta­dou­ni­den­ses bom­bar­dea­ron una fies­ta de matri­mo­nio en el dis­tri­to de Deh­ra­wad, pro­vin­cia de Uruzgan,matando a unos cien civi­les, hom­bres, muje­res y niños, en 2010 hubo 2700 muer­tos civi­les. Las matan­zas en Afga­nis­tán con­ti­núan: en febre­ro 2011 la OTAN mató a 64 civi­les en la pro­vin­cia de Kunar, la mayo­ría muje­res y niños, el 25 de mayo mató a 20 poli­cías afga­nos y a 18 civi­les y el 27 de mayo ase­si­nó a sie­te niños, cin­co niñas y dos muje­res en la pro­vin­cia de Helmand.

La agre­sión actual con­tra Libia res­pon­de a los mis­mos méto­dos que emplean regu­lar­men­te la OTAN y, colec­ti­va o indi­vi­dual­men­te, sus prin­ci­pa­les Esta­dos Miem­bros y la mis­ma con­fi­gu­ra, por cier­to, el cri­men de agre­sión acom­pa­ña­do de dife­ren­tes crí­me­nes de guerra.

II. Cri­men de agresión

Como ya se dijo en la sen­ten­cia del Tri­bu­nal de Nurem­berg de 30 de setiem­bre de 1946 : «Des­en­ca­de­nar una gue­rra de agre­sión no es sola­men­te un cri­men inter­na­cio­nal: es el cri­men inter­na­cio­nal supre­mo y sólo difie­re de los otros crí­me­nes de gue­rra por el hecho de que los con­tie­ne todos».

Pos­te­rior­men­te el cri­men de agre­sión fue defi­ni­do por la Reso­lu­ción 3314 (XXIX) adop­ta­da por una­ni­mi­dad por Asam­blea Gene­ral de las Nacio­nes Uni­das en 1974. La defi­ni­ción incluye

“El bom­bar­deo, por las fuer­zas arma­das de un Esta­do, del terri­to­rio de otro Esta­do, o el empleo de cua­les­quie­ra armas por un Esta­do con­tra el terri­to­rio de otro Esta­do” (art. 1, inci­so b).

El 11 de junio de 2010, La Con­fe­ren­cia de Esta­dos Par­tes del Esta­tu­to de la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal, adop­tó por una­ni­mi­dad un artícu­lo 8 bis con una defi­ni­ción del cri­men de agre­sión simi­lar a la de la Reso­lu­ción 3314 de la Asam­blea General.

En un solo día, el 14 de mayo de 2011, las fuer­zas aéreas de la OTAN rea­li­za­ron 44 “misio­nes de ata­que” sobre Libia en el mar­co de una cre­cien­te inten­si­fi­ca­ción de los bombardeos.

Des­de que comen­za­ron los bom­bar­deos el 19 de mar­zo los agre­so­res han rea­li­za­do casi 4000 “misio­nes de ataque”.

La pre­sun­ta o real vio­la­ción de los dere­chos huma­nos en un país no con­fie­re legi­ti­mi­dad a la agre­sión, como ha dicho la Cor­te Inter­na­cio­nal de Jus­ti­cia de La Haya:

«El pre­ten­di­do dere­cho de inter­ven­ción sólo pue­de con­si­de­rar­se como la mani­fes­ta­ción de una polí­ti­ca de fuer­za, polí­ti­ca que, en el pasa­do, ha dado lugar a los más gra­ves abu­sos y que no pue­de, cua­les­quie­ra sean las defi­cien­cias actua­les de la orga­ni­za­ción inter­na­cio­nal, tener lugar alguno en el dere­cho inter­na­cio­nal. La inter­ven­ción es aún más inacep­ta­ble en la for­ma en que se la pre­sen­ta en este caso, ya que, reser­va­da a los Esta­dos más fuer­tes, podría fácil­men­te con­du­cir a fal­sear la pro­pia admi­nis­tra­ción de la jus­ti­cia inter­na­cio­nal.» (caso Cor­fu Chan­nel, 1949, fon­do, pág. 35).

En el caso Nica­ra­gua c/​Estados Uni­dos (acti­vi­da­des mili­ta­res y para­mi­li­ta­res en Nica­ra­gua) la Cor­te Inter­na­cio­nal de Jus­ti­cia seña­ló que algu­nas dis­po­si­cio­nes de la Reso­lu­ción 2625 (XXV), de 1970, de la Asam­blea Gene­ral, entre ellas los prin­ci­pios de no empleo de la fuer­za y de no inter­ven­ción, cons­ti­tu­yen dere­cho con­sue­tu­di­na­rio (párra­fo 267) y ante el argu­men­to del Gobierno de los Esta­dos Uni­dos de que en Nica­ra­gua se vio­la­ban los dere­chos huma­nos, la Cor­te dijo: «…cuan­do los dere­chos huma­nos están pro­te­gi­dos por con­ven­cio­nes inter­na­cio­na­les, dicha pro­tec­ción se tra­du­ce en dis­po­si­cio­nes pre­vis­tas en el tex­to de dichas con­ven­cio­nes, que están des­ti­na­das a veri­fi­car o a ase­gu­rar el res­pe­to de esos dere­chos». Y agre­gó: …«si los Esta­dos Uni­dos pue­den, por cier­to, hacer su pro­pia eva­lua­ción sobre la situa­ción de los dere­chos huma­nos en Nica­ra­gua, el empleo de la fuer­za no es el méto­do apro­pia­do para veri­fi­car y ase­gu­rar el res­pe­to de esos dere­chos…». (párra­fos 267 y 268).

Aún admi­tien­do por hipó­te­sis la legi­ti­mi­dad de la Reso­lu­ción 1973 del Con­se­jo de Segu­ri­dad que orde­nó el esta­ble­ci­mien­to de una zona de exclu­sión aérea en Libia, a esta altu­ra, des­pués de dos meses y medio de bom­bar­deos sis­te­má­ti­cos y de la par­ti­ci­pa­ción en el terreno de fuer­zas espe­cia­les (mer­ce­na­rios bri­tá­ni­cos de empre­sas pri­va­das, como denun­cia The Guar­dian del 31 de mayo) , es evi­den­te que dicha reso­lu­ción ha sido gro­se­ra­men­te violada.

Sin embar­go, nin­gún Esta­do ni gru­po de Esta­dos pide lo míni­mo en estas cir­cuns­tan­cias: la con­vo­ca­to­ria del Con­se­jo de Segu­ri­dad de con­for­mi­dad con lo esta­ble­ci­do por el art 54 de la Car­ta de las Nacio­ne Uni­das: “Se debe­rá man­te­ner en todo tiem­po al Con­se­jo de Segu­ri­dad ple­na­men­te infor­ma­do de las acti­vi­da­des empren­di­das o pro­yec­ta­das de con­for­mi­dad con acuer­dos regio­na­les o por orga­nis­mos regio­na­les con el pro­pó­si­to de man­te­ner la paz y la segu­ri­dad internacionales”.

Al con­tra­rio, la OTAN aca­ba de anun­ciar que pro­lon­ga­rá los bom­bar­deos tres meses más, has­ta setiem­bre, con el obje­ti­vo pro­cla­ma­do, ya no supues­ta­men­te de pro­te­ger a los civi­les, sino de expul­sar a Kada­fi. Es decir que la OTAN par­ti­ci­pa abier­ta­men­te a favor de una de las par­tes en lo que la misión del Con­se­jo de Dere­chos Huma­nos pre­si­di­da por el Pro­fe­sor Bas­siou­ni ha cali­fi­ca­do de gue­rra civil, en la que ambas par­tes, según dicha misión, vio­lan el dere­cho inter­na­cio­nal humanitario.

III. Crí­me­nes de guerra

Los actos de gue­rra rea­li­za­dos en el cur­so de una agre­sión son crí­me­nes de gue­rra, como se dijo en la sen­ten­cia del Tri­bu­nal de Nurem­berg de 1946.

Pero ade­más, en el cur­so de la agre­sión con­tra Libia se están come­tien­do diver­sos crí­me­nes de gue­rra san­cio­na­dos por el dere­cho inter­na­cio­nal huma­ni­ta­rio (Con­ve­nios de La Haya de 1889 y 1907, el Regla­men­to ane­xo a este últi­mo sobre leyes y cos­tum­bres de la gue­rra terres­tre (R.G.T.), los Con­ve­nios de Gine­bra de 1949 y sus pro­to­co­los facul­ta­ti­vos I y II de 1977, etc.)

1. Ata­ques a la pobla­ción civil.

Los ata­ques a la pobla­ción civil en sus vivien­das en medio rural o urbano no son errores.

Estos hechos cons­ti­tu­yen una vio­la­ción de la «Regla fun­da­men­tal» del artícu­lo 48 del Pro­to­co­lo I de 1977: hacer siem­pre la dis­tin­ción entre pobla­ción civil y com­ba­tien­tes y entre los bie­nes de carác­ter civil y los obje­ti­vos mili­ta­res y diri­gir las ope­ra­cio­nes sola­men­te con­tra obje­ti­vos mili­ta­res. (Véa­se el docu­men­tal de John Pil­ger sobre la actua­ción de paí­ses miem­bros de la OTAN en situa­cio­nes simi­la­res http://​www​.aska​pe​na​.org/​a​s​k​a​p​e​n​a​T​B​/​?​p​=​2​751

2. Uti­li­za­ción de armas prohibidas.

Algu­nas fuen­tes indi­can que se están uti­li­zan­do bom­bas con una alea­ción que con­tie­ne ura­nio empo­bre­ci­do (como se hizo en Yugos­la­via y en la Gue­rra del Golfo).

Exis­ten múl­ti­ples estu­dios y la expe­rien­cia de la pri­me­ra gue­rra del Gol­fo que afir­man que la explo­sión de tales bom­bas pro­vo­can gra­ves daños a lar­go pla­zo en el medio ambien­te y en el ser humano. Aun admi­tien­do la con­tro­ver­sia sobre tales efec­tos, son apli­ca­bles los artícu­los 35 (3) y 55 (1) del Pro­to­co­lo I: méto­dos o medios de gue­rra que cau­san o se pue­de espe­rar que cau­sen daños exten­sos, dura­de­ros y gra­ves al medio ambien­te natural.

3. Bom­bar­deos masi­vos y prolongados.

Los bom­bar­deos reite­ra­dos sobre Trí­po­li cons­ti­tu­yen un cri­men de gue­rra, de con­for­mi­dad con lo esta­ble­ci­do en el artícu­lo 51 del Pro­to­co­lo I de los Con­ve­nios de Gine­bra, par­ti­cu­lar­men­te su inci­so 5 (los bom­bar­deos que tra­ten como un obje­ti­vo mili­tar úni­co cier­to núme­ro de obje­ti­vos mili­ta­res espa­cia­dos y dife­ren­tes situa­dos en una ciudad).

4. Des­truc­ción de las infra­es­truc­tu­ras civiles.

La des­truc­ción de infra­es­truc­tu­ras civi­les son crí­me­nes de gue­rra, pues vio­lan el artícu­lo 54, inc. 2 del Pro­to­co­lo I: prohi­bi­ción de poner fue­ra de uso bie­nes indis­pen­sa­bles a la super­vi­ven­cia de la pobla­ción civil. Cen­te­na­res de inmue­bles en cons­truc­ción cons­ti­tui­das por miles de depar­ta­men­tos han sido alcan­za­das por los bom­bar­deos en Trí­po­li y otras ciu­da­des libias y las obras han que­da­do inte­rrum­pi­das. (Véa­se una nota en fran­cés al final).

5. Ata­ques a los medios de comunicación.

Los agre­so­res bom­bar­dea­ron la TV libia. Los ata­ques a los medios de difu­sión (emi­so­ras de tele­vi­sión, etc.) cons­ti­tu­yen crí­me­nes de gue­rra, de con­for­mi­dad con el art. 79 del Pro­to­co­lo I de los Con­ve­nios de Gine­bra (Medi­das de pro­tec­ción de los perio­dis­tas). Los pre­ce­den­tes no fal­tan: duran­te la inva­sión a Pana­má en 1989, una de las pri­me­ras ope­ra­cio­nes de la avia­ción esta­dou­ni­den­se con­sis­tió en des­truir con un misil la esta­ción de TV pana­me­ña. Duran­te la gue­rra con­tra Yugos­la­via en 1999 bom­bar­dea­ron la TV de Bel­gra­do, cau­san­do 14 muer­tos, en 2001 bom­bar­dea­ron la sede de la TV Al Jazee­ra en Kabul y en Bag­dad bom­bar­dea­ron tam­bién la TV Al Jazee­ra, don­de murió un periodista.

IV. Las responsabilidades

1.Crimen de agre­sión. Son res­pon­sa­bles del cri­men de agre­sión quie­nes toma­ron la deci­sión y la están lle­van­do a cabo es decir los gober­nan­tes de los Esta­dos agre­so­res, las auto­ri­da­des de la OTAN y sus jefes militares.

2. Crí­me­nes de gue­rra. Son auto­res quie­nes die­ron las órde­nes y quie­nes las eje­cu­ta­ron, a lo lar­go de toda la cade­na de man­dos. Son cóm­pli­ces por acción quie­nes faci­li­tan la comi­sión de los mis­mos, entre ellos los jefes de Gobierno que per­mi­ten el uso de bases mili­ta­res en su juris­dic­ción y los que auto­ri­zan el trán­si­to por su espa­cio aéreo de los avio­nes de los Esta­dos agre­so­res en misión de ataque.

Son cóm­pli­ces por omi­sión de la agre­sión y de los crí­me­nes de gue­rra (art. 86 del Pro­to­co­lo I: omi­sión con­tra­ria al deber de actuar) quie­nes tie­nen el deber de actuar para tra­tar de poner fin a los hechos y no lo hacen: los miem­bros de Con­se­jo de Segu­ri­dad que, ante la agre­sión, se abs­tie­nen de soli­ci­tar la con­vo­ca­to­ria del mis­mo como orde­na los artícu­los 39 y siguien­tes de la Car­ta de las Nacio­nes Uni­das y el Secre­ta­rio Gene­ral de las Nacio­nes Uni­das, que se abs­tie­ne de con­vo­car al Con­se­jo de Segu­ri­dad, de con­for­mi­dad con el artícu­lo 54 de la Car­ta, ante la mani­fies­ta vio­la­ción de la Reso­lu­ción 1973.

Esta des­crip­ción de las res­pon­sa­bi­li­da­des no sig­ni­fi­ca que las mis­mas sean fácil­men­te jus­ti­cia­bles: no exis­te una ins­tan­cia judi­cial capaz de pedir cuen­tas a los gran­des de este mun­do por los crí­me­nes que come­ten, pues la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal no reune los requi­si­tos de inde­pen­den­cia, impar­cia­li­dad y obje­ti­vi­dad para desem­pe­ñar esa función.

V. Con­vo­car a la Asam­blea General

Para dete­ner la agre­sión con­tra Libia, dada la inope­ran­cia del Con­se­jo de Segu­ri­dad, que­da el recur­so de con­vo­car a la Asam­blea Gene­ral de las Nacio­nes Uni­das a una sesión espe­cial (arts. 20 y 27.2 de la Car­ta de las Nacio­nes Unidas).

Pue­de hacer­lo el mis­mo Con­se­jo de Segu­ri­dad con el voto afir­ma­ti­vo de nue­ve cua­les­quie­ra de sus miem­bros, per­ma­nen­tes o no. En este caso no fun­cio­na el veto.

Si el Con­se­jo de Segu­ri­dad no lo hace, pue­den pedir la con­vo­ca­to­ria de la Asam­blea Gene­ral la mitad de los Esta­dos Miem­bros de las Nacio­nes Uni­das (artícu­lo 20 de la Car­ta). Es decir actual­men­te unos cien Esta­dos Miembros.

Así con­vo­ca­da, la Asam­blea Gene­ral pue­de «dis­cu­tir toda cues­tión rela­ti­va al man­te­ni­mien­to de la paz y la segu­ri­dad inter­na­cio­na­les que pre­sen­te a su con­si­de­ra­ción cual­quier miem­bro de las Nacio­nes Uni­das.» (artícu­lo 11, párr. 2, y artícu­los 34 y 35 de la Car­ta) y pue­de “reco­men­dar medi­das para el arre­glo pací­fi­co de cua­les­quie­ra situa­cio­nes.» (artícu­lo 14).

En ese con­tex­to, el 3 de noviem­bre de 1950 la Asam­blea Gene­ral adop­tó la reso­lu­ción 377 (V) «Unión para el man­te­ni­mien­to de la paz», más cono­ci­da como «reso­lu­ción Dean Ache­son», don­de se esta­ble­ce que cuan­do se reúnen cier­tas con­di­cio­nes (impo­ten­cia del Con­se­jo de Segu­ri­dad, deci­sión de reu­nir a la Asam­blea Gene­ral, etc.), la Asam­blea gene­ral «exa­mi­na­rá inme­dia­ta­men­te la cues­tión a fin de hacer a los miem­bros las reco­men­da­cio­nes apro­pia­das sobre las medi­das colec­ti­vas a adoptar».

La Asam­blea Gene­ral ha uti­li­za­do el «pro­ce­di­mien­to Ache­son» en varias opor­tu­ni­da­des y en dis­tin­tas épo­cas: inter­ven­ción mili­tar en Egip­to (1956), en Hun­gría (1956), Líbano (1958), con­flic­to indo-pakis­tano (1971), Jor­da­nia (1980), Afga­nis­tán (1980), Nami­bia (1981), Bos­nia- Her­ze­go­vi­na (1992), etc. — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — -

Ane­xos 1 y 2

1) Docu­men­tal de John Pil­ger http://​www​.aska​pe​na​.org/​a​s​k​a​p​e​n​a​T​B​/​?​p​=​2​751
John Pil­ger (naci­do en 1939) es un repor­te­ro aus­tra­liano, pro­ce­den­te de Síd­ney, que actual­men­te vive en Lon­dres. La carre­ra como repor­te­ro de Pil­ger comen­zó en 1958, y se ha hecho famo­so por los dife­ren­tes libros y docu­men­ta­les que ha escri­to o pro­du­ci­do. Des­de posi­cio­nes con­ser­va­do­ras se le ha pre­ten­di­do ridi­cu­li­zar y, con ello, des­pre­ciar un perio­dis­mo de inves­ti­ga­ción que ha mere­ci­do el pre­mio Perio­dis­ta del Año inglés por dos veces y el Pre­mio de la Paz a los Medios de la Aso­cia­ción de la ONU. En Rei­no Uni­do es más cono­ci­do por sus docu­men­ta­les, par­ti­cu­lar­men­te los roda­dos en Cam­bo­ya y Timor Orien­tal. Ha tra­ba­ja­do como corres­pon­sal de gue­rra duran­te con­flic­tos en Viet­nam, Cam­bo­ya, Egip­to, India, Ban­gla­desh y Biafra.

2)
23-05-2011
Le sec­teur des BTP en Lib­ye tou­ché de plein fouet par les frap­pes de l’OTAN
PANA
Le sec­teur du Bâti­ment et des tra­vaux publics (BTP) figu­re par­mi les sec­teurs éco­no­mi­ques qui ont été tou­chés de plein fouet en Lib­ye depuis les frap­pes aérien­nes menées par l’OTAN con­tre le pays, avec des per­tes qui se chif­frent en milliards de dollars.
Naguè­re ville en plein chan­tier de cons­truc­tion avec les gigan­tes­ques pro­jets d’urbanisation cen­sés don­ner à la capi­tal lib­yen­ne, Tri­po­li, son lus­tre et la his­ser par­mi les plus gran­des métro­po­les du mon­de, for­ce est de par­ta­ger le cons­tat amer des nou­veaux visi­teurs et des habi­tants de cet­te cité qui assis­tent impuis­sants à l’arrêt total de ces chantiers.
En effet, des cen­tai­nes d’im­meu­bles regrou­pant des milliers d’ap­par­te­ments à Tri­po­li, ses ban­lieues et dans tou­tes les villes lib­yen­nes dont les tra­vaux ont atteint dans cer­tains cas 80 pour cent, d’au­tres 70 ou enco­re 50 pour cent sont abandonnés.
C’est un spec­ta­cle de déso­la­tion qu’offrent, désor­mais, les grands chan­tiers qui four­mi­llaient jadis de tra­vai­lleurs dans le bruit des grues et autres engins de cons­truc­tion qui ont ces­sé de fon­ction­ner, deve­nant ain­si de véri­ta­bles villes mortes.
Les entre­pri­ses de bâti­ment et les tra­vai­lleurs étran­gers ont quit­té le pays après la dété­rio­ra­tion de la situa­tion sécu­ri­tai­re aggra­vée par les frap­pes de l’OTAN.
Le sec­teur du bâti­ment public et pri­vé emploie quel­que 600 mille tra­vai­lleurs dont 85 pour cent sont des étran­gers, rap­pe­lle-t-on. Les socié­tés étran­gè­res emploient leurs pro­pres tra­vai­lleurs tels que les Chi­nois, les Indiens, les Turcs, Bré­si­liens et autres Bengalis.
Le sec­teur pri­vé, notam­ment les entre­pri­ses pri­vées lib­yen­nes et étran­gè­res du bâti­ment, emploie une main-d’œu­vre qua­li­fiée com­po­sée sur­tout des Egy­ptiens, Syriens, Maro­cains, Gha­néens, Phi­lip­pins et autres.
En con­tre­par­tie, les jeu­nes Lib­yens, qui ne sont pas moti­vés pour le sec­teur des BTP, ne sont pas bien for­més dans le sec­teur mal­gré les grands chan­tiers dans le pays.
Nom­breux sont les Lib­yens qui sont deve­nus des ingé­nieurs mais il n’existe pas beau­coup d’ou­vriers qua­li­fiés dans les métiers tels que char­pen­tiers, ferrai­lleurs, élec­tri­ciens, plom­biers, etc.
Tous ces jobs étaient assu­rés par la main-d’œu­vre étran­gè­re. La riches­se pétro­liè­re a pous­sé les jeu­nes Lib­yens aux hau­tes étu­des aux dépens des lycées tech­ni­ques et de la for­ma­tion professionnelle.
Pour le direc­teur de la socié­té lib­yen­ne de cons­truc­tion de bâti­ment, une entre­pri­se pri­vée, Mou­rad Hadj Sli­ma­ne, il s’agit d’une catas­trophe énor­me étant don­né que les mar­chés qu’il a rem­por­tés sont tous à l’arrêt. «Il n’y a plus de main‑d’œuvres étran­gè­res et les chan­tiers sont fer­més, ce qui m’a cau­sé une per­te de plu­sieurs millions de dinars lib­yens», affir­me-t-il, très bouleversé.
C’est aus­si le cas d’Ab­del­mou­naem Dar­gouth, un ingé­nieur lib­yen, la tren­tai­ne, qui se plaint de se retro­uver en chô­ma­ge tech­ni­que en rai­son de l’arrêt du tra­vail dans le chan­tier de cons­truc­tion d’un com­ple­xe d’immeubles à Tripoli.
Mohié­di­ne Laz­ragh, un entre­pre­neur se dit cho­qué par les con­sé­quen­ces des frap­pes aérien­nes de l’OTAN qui ont pro­vo­qué la fer­me­tu­re de grands chan­tiers tels que le pro­jet de cons­truc­tion de l’aé­ro­port de Tri­po­li qui a été aban­don­né, l’au­to­rou­te Ras Jedir-Salloum, un pro­jet tita­nes­que qui devait tra­ver­ser le pays d’Ouest à la fron­tiè­re avec la Tuni­sie à l’Est aux fron­tiè­res avec l’Egypte.
Il a men­tion­né aus­si l’au­to­rou­te «Addai­ri 3», un com­ple­xe d’autoroutes et de ponts d’échangeurs qui cer­nent la capi­ta­le et lient les ban­lieues aux gran­des sor­ties pour l’Est, l’Ouest et le Sud et qui devraient désen­gor­ger la cir­cu­la­tion rou­tiè­re dans la capi­ta­le, qui a été abandonné.
Des socié­tés euro­péen­nes, du Bré­sil, de Tur­quie, de Chi­ne, d’In­de, de Rus­sie et autres qui tra­vai­llaient sur ces grands chan­tiers ont quit­té et ont éva­cué leurs per­son­nels, a‑t-il informé.
Il a ajou­té que les siè­ges de ses com­pag­nies ain­si que les sites de leurs chan­tiers (maté­riaux de cons­truc­tion, véhi­cu­les, machi­nes et du maté­riel …) ont été pillés et dété­rio­rés, pro­vo­quant une catas­trophe dont les per­tes se chif­frent par milliards de dinars.
Autres grands chan­tiers en cours de réa­li­sa­tion à l’instar des pro­jets des nou­ve­lles uni­ver­si­tés des grands hôtels, tours, hôpi­taux et autres sont abandonnés.
Tri­po­li , ville de grands chan­tiers, est aujour­d’hui une ville mor­te où tous les pro­jets sont aban­don­nés, voi­re détruits.
De nom­breux cito­yens lib­yens se deman­dent si tou­tes ces des­truc­tions et per­tes aux­que­lles il faut majo­rer les chocs psy­cho­lo­gi­ques subis par les popu­la­tions pou­rraient un jour être dédommagés.
D’autres Lib­yens s’interrogent légi­ti­me­ment si l’opération de pro­tec­tion des popu­la­tions civi­les pour laque­lle le Con­seil de sécu­ri­té a arrê­té les réso­lu­tions 19703 a atteint son objectif.
Autant de ques­tions qui inter­pe­llent la cons­cien­ce du mon­de afin d’œuvrer pour les prin­ci­pes de jus­ti­ce et paix au pro­fit du peu­ple libyen.

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