China, en lo fundamental, desde la segunda mitad de la década de los 90 del siglo XX viene promoviendo, de modo consecuente, en sus vínculos económico-políticos externos el llamado (soft power) poder blando. Noción acuñada por el politólogo estadounidense Joseph Nye en 1990; la definió como capacidad de obtener en el contexto internacional lo que se quiere por el atractivo que ejerce la cultura. De otro modo, a diferencia del poder duro que recurre a fórmulas agresivas, amenazas, bloqueos e incluso la guerra, para obligar a países a someterse a lo que otros pretenden; el poder blando, consiste en el arte para que otros intenten lo que el interesado persigue sin recurrir a la fuerza.
Sin embargo, el concepto de soft power ha venido transformándose por los académicos en China y ha adquirido características propias. Entienden el poder blando como todo aquello que está fuera del poder militar y de la esfera de la seguridad. Comprende lo cultural, la diplomacia pública y lo económico. Una vez que el país asumió la globalización de la economía mundial, delineó, de modo gradual, lo específico en sus relaciones económicas internacionales: Ventajas mutuas, ganancias compartidas, desarrollo económico, respeto a la soberanía, acatar el derecho internacional, ayuda sin condicionamientos políticos o de otra índole, no juzgar las conductas políticas de los Estados con los cuales se entablan relaciones, en especial, cuando se trata de países en desarrollo.
Además, China asimila al poder blando los éxitos de su dinámico auge económico, junto a una densa red integrada por las empresas, instituciones, especialistas de diferentes disciplinas médicos, ingenieros, maestros, constructores, emigración y la recepción de estudiantes, 1 millón 300 mil en el 2009. Ha creado 320 Institutos Confucio en 96 países que enseñan mandarín a más de 40 millones de personas en el mundo, divulgan la cultura, etc.; añadiendo el aumento del prestigio de excelencia de algunas de sus Universidades. Todo unido a una renovada diplomacia, facilitan el encaje del país en la economía y política mundial, además de importante agente para anular las maniobras dirigidas a frenar su emergencia.
II
Nada mejor para probar la influencia del alcance del poder blanco que implementa China que mirar a su presencia en África. En 1950 el país estableció relaciones diplomáticas con Egipto; el carácter de estos vínculos evolucionó en el tiempo. Inicialmente, los contactos estuvieron muy marcados por intereses políticos. En los años 1950 – 1960, apoyó las luchas de liberación nacional africana. Además, otorgó becas que permitieron a miles de jóvenes acceder a una formación profesional; pero, el proyecto emblemático, el ferrocarril de más 1800 Km que unió a Tanzania y Zambia estableció el perfil chino como un aliado anticolonialista y contra el apartheid en Sudáfrica. Ello promovió la imagen de un amigo de África.
Los países africanos representan una prioridad para China por su importancia para el suministro de energía y recursos naturales, imprescindibles para sostener el crecimiento de la economía; además de un mercado en expansión para los productos chinos, en especial, bienes manufacturados. El interés que desempeña África en la política económica e internacional de China, lo evidencia la presencia cada año de altos dignatarios estatales y dirigentes del partido en el Continente, más los programas de colaboración y de Ayuda Oficial al Desarrollo.
Asimismo, las inversiones directas extranjeras (IDE) realizadas por las grandes empresas y las Pymes procedentes de China se han establecido, en general, mediante la formación de empresas mixtas con firmas locales; modalidad que ha predominado a lo largo de todo el Continente. Entre las ramas priorizadas, se encuentran el petróleo, agricultura (incluida la adquisición de tierras), textiles e industria ligera. Si bien, los mercados africanos son, en sentido relativo pequeños, están siendo explorados con avidez por las firmas chinas que operan en los sectores de manufactura y servicios.
Por otra parte, en la segunda mitad de la década 1990, las inversiones directas extranjeras (IDE) de China en África crecieron a tasas notables, aunque las cifras de partida eran bajas (ver tabla 1). A finales de 2008, la suma alcanzó los 7 mil 800 millones de dólares. Esta tendencia parece haberse acentuado en los dos últimos años, pues hay analistas que cifran las IDE en el orden de los 16 mil millones de dólares. Fueron Sudán, Nigeria, Angola y Argelia algunos de sus principales destinos en la región.
Igualmente, hay datos de fines del 2005 que señalan financiamientos privilegiados derramados en África superiores a los 20 mil millones de dólares. Buena fracción de esos abonos ventajosos fue a la construcción de infraestructuras: carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos que, a su vez, contribuyen a la elevación de la eficiencia en la exportación de materias primas. Otra parte ha ido a fines humanitarios: hospitales, escuelas y universidades.
Por otra parte, las grandes inversiones realizadas, en particular, después del 2006 en la esfera de los hidrocarburos y extracción de recursos naturales han estado presentes en Nigeria, Kenia, Sudán, Angola, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Argelia, Gabón, Chad, Zimbabue, Mozambique y Ghana. Según reseña de instituciones africanas, las industrias extractivas representan cerca del 90% de las importaciones chinas, de las cuales, el 85% son petróleo. África provee el 30% de crudos que importa China.
Tabla 1
IDE de China en África. Flujos y Totales.
(Millones de dólares)
1991- 1995 (promedio anual) | 1996- 2000 (promedio anual) | 2000- 2001 (promedio anual) | 2003 | 2004 | 2005 | 2006 | |
Flujos | 14 | 107 | 240 | 75 | 317 | 392 | 520 |
Montos Totales | _____ | ______ | ______ | 491 | 900 | 1595 | 2557 |
Fuente: Datos recopilados por el Autor.
En la esfera agrícola 72 empresas, a finales de 2008 realizaban inversiones en el Continente por valor de 134 millones de dólares. Liberia y Senegal, han introducido el arroz híbrido cultivado por los agrónomos chinos. Funcionan en 10 naciones africanas centros de tecnología agrícola, facilitados por China.
A la vez, la esfera financiera no quedó al margen de la presencia de China en el Continente Negro. A la cabeza de estos proyectos estuvo la compra por parte del Banco Industrial y de Comercio de China (BICCh) del 20% de las acciones del Standard Bank de Sudáfrica por un monto total de 5 mil 460 millones de dólares.
Un nuevo escalón en los vínculos China con los países africanos lo constituyó la creación del Foro de Cooperación China-África (FCChA) y el Foro Industrial China-África (FICh‑A), que, reúne a los 50 países con los que tiene relaciones diplomáticas. En sus encuentros se trataron, entre otros, temas de comercio, inversión, concesión de préstamos y condonación de deudas. Se creó un fondo por valor de 5 mil millones de dólares para promover las IDE en la región y el comercio bilateral; otros 5 mil millones de dólares para créditos blandos de inversión y adquisición de tierras, y se cancelaron deudas a 32 países.
También, exoneró de derechos de aduana el 95% de los productos de los países africanos menos desarrollados que reconocen una sola China, a comenzar en 2010 con el 60%. El apoyo a las pequeñas y medianas empresas (Pymes) africanas se concretó en una línea de crédito de mil millones de dólares. La cooperación empresarial, protagonizada en su mayor parte por compañías estatales chinas está priorizando la formación profesional. Solo Huawei, en telecomunicaciones, dispone de 6 centros de formación en el Continente, donde más de 12 mil adiestrado adquirieron o elevado sus conocimientos.
III
Las principales direcciones de la presencia de China en África resulta multifacética. Sin embargo, en próximo futuro, el proyecto más ambicioso y de mayor calado la conforman la serie de Zonas Económicas Especiales (ZEE) que se levantarán en el Continente con el patrocinio chino. Estas franjas de progreso constituirán un modelo de crecimiento e impulso económico; se acreditan como verdaderos hubs industriales provistas de incentivos fiscales y de otra índole; además de conectadas al mundo a través de la red de carreteras, vías férreas, puertos, etc., que China ejecuta en África.
La primera ZEE está en marcha en el cinturón de cobre de Zambia – supone una inversión de 800 millones de dólares -, y suministrará cobre, cobalto, diamantes, estaño y uranio. La segunda, se ubicará en las islas Mauricio, y tendrá como actividad principal el comercio. Facilitará a las empresas chinas el acceso a los mercados del este y del sur africano que corren de Libia a Zimbabue, incluyendo el paso al océano Índico y plazas del Sureste asiático. El tercer centro será un centro naviero, estará ubicado en Dar es Salaam, capital de Tanzania. Los dos restantes hubs se instalarán probablemente, entre las opciones que ofrecen, Nigeria, Liberia o las islas de Cabo Verde.
Sin embargo, no puede dejar de mencionarse que la presencia de China en África ha dado lugar a variadas interpretaciones. Unos, la ponderan de virtual colonialismo; otros, critican la colaboración en países con Gobiernos surgidos de asomadas militares, o que no respetan los derechos humanos; no faltan las censuras, en particular, de las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), en relación con la degradación al medio ambiente al ejecutar obras hidráulicas o explotaciones madereras.
No obstante, la generalidad de las valoraciones destaca que, China, es un país muy fácil con el que hacer negocios. No realiza su actividad económica o de asistencia bajo condicionamientos políticos. Nunca escucharás a una empresa china decir que no termina un proyecto porque el gobierno no ha hecho lo suficiente para acabar con la corrupción. Si van a construir una autopista, la construyen.
Finalmente, un resumen somero, en grandes números, constataría que la corriente de las IDE de China que carenó en África, hasta el primer lustro del presente siglo, puede situarse en cifras estimadas superiores a los 30 mil millones de dólares. Los proyectos firmados o en proceso de realización, desde el 2006 y hasta finales del 2010, pudieran aproximarse a los 49 mil millones de dólares. El monto de los créditos es posible ubicarlos en cantidades no muy alejadas de los 34 mil millones de dólares. Las inversiones en los servicios financieros superaría los 5 mil 500 millones de dólares.
Por último, el desarrollo pacífico en un mundo armonioso que promueve China ha integrado el fortalecimiento de la diplomacia pública de modo orgánico con políticas cimentadas en el poder blanco. En los últimos años, además de actuar como inversionistas confiables en áreas de la agricultura, la explotación de hidrocarburos, minería y la manufactura en África, las empresas chinas ayudan al desarrollo local. Además, suelen colocar su inversión en la construcción y erección de infraestructura para promover el desarrollo económico, la educación y el cuidado de la salud.
* Julio A. Díaz Vázquez es Profesor Consultante del Centro Investigaciones de Economía Internacional de la Universidad de La Habana
La Habana, 14 de mayo del 2011