Jue­ces tur­cos- JM Espar­za Zabalegi

Tres jue­ces del Tri­bu­nal Supe­rior de Jus­ti­cia de Nava­rra, Merino, Rubio y Gal­ves, aca­ban de decla­rar ile­ga­les varios libros de tex­to uti­li­za­dos en la ense­ñan­za en eus­ke­ra por uti­li­zar el tér­mino Eus­kal Herria como espa­cio de la len­gua vas­ca. Aña­den que al hablar de his­to­ria, geo­gra­fía, relie­ve, hidro­gra­fía, eco­no­mía y demo­gra­fía «en un ente hoy inexis­ten­te como es Eus­kal Herria, están dis­tor­sio­nan­do abier­ta­men­te la reali­dad fác­ti­ca y jurí­di­ca». Y rema­tan los toga­dos: «Nava­rra no for­ma par­te de nin­gún ente que se deno­mi­ne Eus­kal Herria».

La reac­ción que en muchos sus­ci­ta seme­jan­te astra­ca­na­da hace que los dedos res­ba­len por el tecla­do bus­can­do adje­ti­vos pon­zo­ño­sos, pero no es cues­tión de aca­bar empa­pe­la­do por unas seño­rías que ya han mos­tra­do sus inten­cio­nes. ¡De bue­na huer­ta son las guin­di­llas como para que no piquen! Por lo tan­to sere­mos cau­tos y sim­ple­men­te dire­mos, copian­do a Pla­tón por si las mos­cas, «que la jus­ti­cia no es otra cosa que con­ve­nien­cia del más fuer­te». Y ésa es la pri­me­ra con­si­de­ra­ción que mere­ce la sen­ten­cia: una con­ve­nien­cia del que man­da, enga­la­na­da de resul­tan­dos y con­si­de­ran­dos por unos fie­les funcionarios.

Pero más gra­ve que eso, resal­ta la sen­ten­cia por la igno­ran­cia que des­ti­la, pro­pia de gen­te que ni ha leí­do ni sabe nada sobre Nava­rra. Y lo digo como ate­nuan­te para ellos, por­que peor sería atri­buir su vere­dic­to a razo­nes más peliagudas.

La pri­me­ra igno­ran­cia es la de la pro­pia len­gua. No hace fal­ta ser eus­kal­dun para saber que Eus­kal Herria es la pala­bra que des­de hace siglos uti­li­zan para defi­nir a su terri­to­rio todos los que hablan vas­co. Todos, inclui­dos los de UPN de Baz­tan. No se pue­de hablar en vas­co sin uti­li­zar la expre­sión, refi­rién­do­se a todos los terri­to­rios que abar­ca. El que aho­ra en Nava­rra, por ley, no se pue­da escri­bir lo que se habla, es un absurdo.

El ente Eus­kal Herria, inclu­yen­do a Nava­rra, está docu­men­ta­do has­ta la sacie­dad des­de el siglo XVI. Des­de el Voca­bu­la­rio Nava­rro de Iri­ba­rren has­ta la más anti­gua enci­clo­pe­dia, pue­de decir­se que toda la cla­se inte­lec­tual, artís­ti­ca y polí­ti­ca de Nava­rra lo ha uti­li­za­do como topó­ni­mo mayor de estas pro­vin­cias. A prin­ci­pios del siglo XX, el direc­tor del Dia­rio de Nava­rra lla­ma­ba a la Dipu­tación «la mayor jerar­quía de Eus­ka­le­rria», y déca­das más tar­de, de nue­vo el direc­tor del mis­mo perió­di­co, Olla­rra, insis­tía en que «Eus­ka­le­rria es una reali­dad» (7.II.1982). Si los seño­res magis­tra­dos se hubie­ran moles­ta­do en con­sul­tar el Espa­sa Cal­pe, hubie­ran leí­do que Eus­ka­le­rria «es el nom­bre tra­di­cio­nal y típi­co con el que el vas­co desig­na a su país». País que para la más pres­ti­gio­sa de las enci­clo­pe­dias espa­ño­las «com­pren­de las pro­vin­cias espa­ño­las de Nava­rra, Ála­va, Gui­púz­coa y Viz­ca­ya y los anti­guos paí­ses de Labourd, la Sou­le y la Baja Navarra».

¡Por supues­to que en la actua­li­dad Eus­kal Herria no for­ma un ente jurí­di­co! Lo dicen has­ta las actas del PSOE nava­rro de junio de 1981: «La comu­ni­dad étni­ca vas­ca (pue­blo vas­co o Eus­kahe­rria) tie­ne su ori­gen his­tó­ri­co en Nava­rra. Sin embar­go, dicha comu­ni­dad étni­ca no lle­gó a cons­ti­tuir­se en comu­ni­dad polí­ti­ca has­ta la épo­ca de San­cho el Mayor, en la que todos los terri­to­rios de Eus­kalhe­rria estu­vie­ron some­ti­dos, en unión de otros terri­to­rios, a la Coro­na de Nava­rra, alcan­zan­do así una cier­ta uni­dad polí­ti­ca que se rom­pió defi­ni­ti­va­men­te en el año 1200».

Pero por el hecho de que no ten­ga estruc­tu­ras admi­nis­tra­ti­vas comu­nes ¿deja de exis­tir Eus­kal Herria? ¿Qué estu­pi­dez es ésa? ¿Aca­so un emi­gran­te sin pape­les deja de ser una per­so­na? Y siguien­do seme­jan­te des­ba­rre, ¿habría que con­ve­nir con estos jue­ces que Occi­ta­nia es un ente inexis­ten­te por­que no for­ma una comu­ni­dad autó­no­ma? Sin embar­go, Occi­ta­nia apa­re­ce en los libros esco­la­res de Fran­cia y a nin­gún juez se le ha ocu­rri­do prohibirlos.

Tam­po­co exis­ti­ría para nues­tros jue­ces la Arau­ca­nía o el Wall­ma­pu mapu­che, aun­que todos en Chi­le saben y estu­dian que está situa­do al sur del río Bío-Bío. Mucho menos exis­ti­ría el Kur­dis­tán, que todo el mun­do reco­no­ce como un pue­blo repar­ti­do en cua­tro esta­dos. Per­dón: todo el mun­do… sal­vo los jue­ces de Tur­quía, que al pare­cer han mama­do de las mis­mas fuen­tes jurí­di­cas e ideo­ló­gi­cas que los del Tri­bu­nal Supe­rior de Jus­ti­cia de Navarra.

Estos días pasa­dos, una marea huma­na ha pedi­do indig­na­da que se lim­pie el sis­te­ma de polí­ti­cos y de ban­que­ros. Habría que poner tam­bién en la lis­ta a la mayo­ría de los jue­ces, enca­be­za­da por estos tres figu­ras que nos ha toca­do padecer.

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