La cri­sis libia sigue sin apa­gar­se – Txen­te Rekondo

Los ecos mediá­ti­cos de la lla­ma­da «pri­ma­ve­ra ára­be» pare­ce que se apa­gan, al menos en rela­ción con algu­nas de las reali­da­des que han veni­do ocu­pan­do las noti­cias en los meses ante­rio­res. Mien­tras que algu­nas can­ci­lle­rías occi­den­ta­les siguen empe­ña­das en pre­sen­tar­nos la situa­ción en Egip­to y Túnez como «nor­ma­li­za­da y encau­za­da», pro­ba­ble­men­te hacia una tran­si­ción a «la espa­ño­la», las pobla­cio­nes de esos paí­ses siguen su pul­so por una ver­da­de­ra trans­for­ma­ción polí­ti­ca y social y tie­nen que sopor­tar la acción repre­si­va de los actua­les gobier­nos (las huel­gas masi­vas en Túnez, el retra­so elec­to­ral) o la uti­li­za­ción de con­flic­tos que des­vían la aten­ción (los enfren­ta­mien­tos inter­re­li­gio­sos en las calles egipcias).

Ade­más, esta­mos asis­tien­do a un silen­cio sobre lo que acon­te­ce en Marrue­cos, Bah­rein o Arge­lia, algo que a pesar de todo no ocul­ta ante la calle ára­be el doble rase­ro y la hipo­cre­sía de esos gobierno occi­den­ta­les. Por­que todos son muy cons­cien­tes de la apues­ta deci­di­da que hay sobre el table­ro regio­nal, impul­sar un cam­bio de régi­men en Libia, Siria y Yemen, bajo el pre­tex­to de apo­yar una trans­for­ma­ción supues­ta­men­te demo­crá­ti­ca en esos esta­dos, cuan­do en reali­dad, y así se per­ci­be, sólo bus­ca asen­tar las bases de un sis­te­ma que garan­ti­ce los intere­ses occi­den­ta­les en la región.

En esta com­ple­ja coyun­tu­ra vuel­ve a ganar cen­tra­li­dad el con­flic­to en torno a Libia y toda una serie de incóg­ni­tas y pre­gun­tas sobre­vue­lan el esce­na­rio béli­co que se ha des­ata­do en el esta­do nor­te­afri­cano. Si des­de la deci­sión de EEUU y sus alia­dos occi­den­ta­les de ata­car Libia se abrió un aba­ni­co de peli­gro­sas posi­bi­li­da­des, apro­ve­chan­do «la car­ta blan­ca» que con­ce­día la reso­lu­ción 1973 de Nacio­nes Uni­das, la pos­tu­ra fir­me de Gad­da­fi, la fal­ta de una estra­te­gia defi­ni­da por par­te de la alian­za extran­je­ra o la debi­li­dad y divi­sión de las fuer­zas rebel­des, no hacen sino per­pe­tuar la gue­rra y sobre todo cas­ti­gar a la pobla­ción civil, aque­lla que supues­ta­men­te debían proteger.

El esce­na­rio libio nos deja estos días noti­cias sobre las explo­sio­nes en Ben­ga­zi, los con­ti­nuos ata­ques aéreos sobre Trí­po­li por par­te de las fuer­zas extran­je­ras (los bom­bar­deos más inten­sos des­de que comen­zó el con­flic­to y que según obser­va­do­res neu­tra­les han oca­sio­na­do dece­nas de muer­tos civi­les). Todo ello uni­do a una ausen­cia de noti­cias con­tras­ta­das, sobre todo las que guar­dan rela­ción con las vio­la­cio­nes de los dere­chos huma­nos y las muer­tes de civi­les, así como con el recha­zo por par­te de las fuer­zas rebel­des y de la OTAN a cual­quier sali­da nego­cia­da del con­flic­to y a un alto el fue­go, medi­das acep­ta­das por Gaddafi.

A día de hoy sigue sin cono­cer­se mucho sobre los rebel­des libios. El eje cen­tral que pare­ce que les une es su opo­si­ción a Gad­da­fi, pero más allá de eso las incer­ti­dum­bres se cier­nen sobre ese hete­ro­gé­neo movi­mien­to arma­do. Y esta es otra de las «carac­te­rís­ti­cas» del mis­mo. Des­de el pri­mer momen­to en Libia nos encon­tra­mos con un alza­mien­to arma­do de una par­te de su pobla­ción para derro­car al régi­men, y que a dife­ren­cia de las pro­tes­tas pací­fi­cas de otros esta­dos veci­nos, don­de los muer­tos civi­les se cuen­tas por cien­tos (Yemen, Bah­rein, en su momen­to en Túnez o Egip­to) ha con­ta­do con una sos­pe­cho­sa par­ti­ci­pa­ción occi­den­tal des­de el pri­mer momento.

La hoja de ruta pro­pues­ta por la Unión Afri­ca­na (UA) para encau­zar el con­flic­to a tra­vés de una sali­da nego­cia­da se ha encon­tra­do con el fron­tal recha­zo de los rebel­des y sus alia­dos occi­den­ta­les. Para los diri­gen­tes afri­ca­nos la solu­ción mili­tar no es la opción para afron­tar la cri­sis Libia, y sólo a tra­vés de un acuer­do polí­ti­co se logra­rá dar una sali­da. Para ello defien­den una nego­cia­ción sin pre­con­di­cio­nes (los rebel­des fijan la sali­da pre­via de Gad­da­fi), y como pun­to de par­ti­da un alto el fue­go que faci­li­te la pro­tec­ción de la pobla­ción civil (algo que no ocu­rre en el actual esce­na­rio bélico).

Así mis­mo, el plan de la UA apues­ta por «un perio­do de tran­si­ción inclu­si­vo que faci­li­te las refor­mas soli­ci­ta­das por la pobla­ción libia, y un gobierno de uni­dad nacio­nal», y si bien no des­car­ta la sali­da inme­dia­ta de Gad­da­fi del poder, tam­po­co sitúa la mis­ma como un pre­rre­qui­si­to para enta­blar negociaciones.

Algo que lla­ma la aten­ción son los argu­men­tos uti­li­za­dos por rebel­des y sus alia­dos extran­je­ros para recha­zar la sali­da dia­lo­ga­da. Por un lado afir­man que Gad­da­fi no cum­ple sus acuer­dos, algo que es fal­so como bien han podi­do con­tras­tar las can­ci­lle­rías euro­peas estos últi­mos años a tra­vés de todos los acuer­dos que han fir­ma­do con el diri­gen­te libio. Y por otra par­te, dicen que la UA es par­ti­da­ria del coro­nel libio, algo que no se sus­ten­ta habi­da cuen­ta la rela­ción entre ambos protagonistas.

Ante la apues­ta por el uso de la vio­len­cia por par­te de la OTAN, algu­nos ana­lis­tas encuen­tran para­le­lis­mos con la acción de esa agen­cia mili­tar en Koso­vo a fina­les de los años noven­ta. Aho­ra como enton­ces, la alian­za atlan­tis­ta esta­ría bus­can­do «des­gas­tar al régi­men en Libia, ero­sio­nan­do el pres­ti­gio local de Gad­da­fi, uti­li­zan­do para ello los bom­bar­deos aéreos, el uso de peque­ñas uni­da­des de ope­ra­cio­nes espe­cia­les y arman­do y entre­na­do a las fuer­zas rebeldes».

Otros infor­mes seña­lan tam­bién el oscu­ran­tis­mo que rodea a los ata­ques de la OTAN (se pre­gun­tan ¿qué obje­ti­vos ata­can?, ¿quién par­ti­ci­pa en los mis­mo?, y sobre todo la «efi­cien­cia» de esas accio­nes). En línea con esos argu­men­tos tam­bién se apun­tan a los ver­da­de­ros intere­ses que mue­ven esta cam­pa­ña mili­tar, el con­trol del petró­leo libia y uti­li­zar la gue­rra como tea­tro de ope­ra­cio­nes en la carre­ra de ven­ta de armamento.

Y en esa estra­te­gia se sitúa cla­ra­men­te el esta­do fran­cés. El rápi­do reco­no­ci­mien­to de los rebel­des por par­te de París, las afir­ma­cio­nes de aque­llos a favor de un tra­to pri­vi­le­gia­do en el futu­ro con los diri­gen­tes fran­ce­ses, y sobre todo la apues­ta de Sar­kozy para lograr des­ban­car avión mili­tar Typhoon por el Rafa­le. Las prue­bas «sobre el terreno» si se decan­tan por éste, se abren las puer­tas a sucu­len­tos con­tra­tos para la indus­tria arma­men­tis­ta francesa.

Des­de Occi­den­te se sigue apos­tan­do ade­más por solu­cio­nes a cor­to pla­zo, ante­po­nien­do siem­pre su agen­da de intere­ses. Cuan­do para algu­nos pare­cen que se apa­gan los ecos de la pri­ma­ve­ra ára­be, para otros se ave­ci­na un «verano muy calien­te». Los movi­mien­tos pro­pa­gan­dís­ti­cos de Oba­ma para la región, el futu­ro del pue­blo pales­tino (acuer­do entre las dife­ren­tes orga­ni­za­cio­nes y el posi­ble reco­no­ci­mien­to de sep­tiem­bre), las elec­cio­nes de junio en Tur­quía, el con­flic­to en Afga­nis­tán y Pakis­tán, o el peli­gro­so pre­ci­pi­cio al que se abo­ca a Yemen, son algu­nos temas que sin duda con­di­cio­na­rán los pró­xi­mos meses el pano­ra­ma internacional.

Y en esa coyun­tu­ra el esce­na­rio libio no pre­sen­ta una situa­ción que deje mucho mar­gen para la espe­ran­za. Inclu­so una caí­da de Gad­da­fi no garan­ti­za una esta­bi­li­dad en el país y sobre todo ame­na­za al con­jun­to de la región, sin olvi­dar tam­po­co que la posi­bi­li­dad de una gue­rra civil en Libia ten­dría con­se­cuen­cias direc­tas sobre la pobla­ción civil, y abri­ría un esce­na­rio de migra­cio­nes masi­vas que bus­ca­rían en sue­lo euro­peo una sali­da a la cri­sis huma­ni­ta­rios gene­ra­da, y sobre todo un gra­ve pro­ble­ma para «la for­ta­le­za euro­pea» como hemos podi­do ver estas semanas.

Gabi­ne­te Vas­co de Aná­li­sis Inter­na­cio­nal (GAIN)

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