Éxi­to rotun­do de Bil­du para un paso deci­si­vo del pue­blo aber­tza­le de izquier­das – Gara

Los resul­ta­dos elec­to­ra­les de la jor­na­da de ayer arro­jan un cla­ro ven­ce­dor: Bil­du. Por núme­ro de votos, car­gos elec­tos y exten­sión terri­to­rial, sólo pue­de cali­fi­car­se en tér­mi­nos super­la­ti­vos. Es un triun­fo rotun­do que pul­ve­ri­za todos los regis­tros cose­cha­dos por los aber­tza­les y gen­tes de izquier­das y supera amplia­men­te el techo his­tó­ri­co de Eus­kal Herri­ta­rrok has­ta cose­char 313.231 votos y 1.138 elec­tos. Unos resul­ta­dos exce­len­tes, espec­ta­cu­la­res, con una subi­da homo­gé­nea en todos los terri­to­rios y pue­blos que obli­ga a una lec­tu­ra sose­ga­da por el poten­cial que tie­nen para dibu­jar un nue­vo mapa ins­ti­tu­cio­nal, con­so­li­dar este nue­vo tiem­po polí­ti­co y avan­zar hacia un nue­vo hori­zon­te de solu­cio­nes defi­ni­ti­vas y opor­tu­ni­da­des de inde­pen­den­cia y trans­for­ma­ción social del país.

Bil­du ha supe­ra­do todas las expec­ta­ti­vas, ha libe­ra­do un enor­me cau­dal de fuer­za social que va más allá de los cotos cerra­dos de par­ti­dos y fuer­zas que la com­po­nen. Repre­sen­ta al pue­blo aber­tza­le de izquier­das, a sus deman­das más sen­ti­das y ele­men­ta­les: un pue­blo que apo­ya el eus­ka­ra, lucha por la demo­cra­cia y por una paz jus­ta y sos­te­ni­ble, que con­si­de­ra nor­mal que los vas­cos deben dis­po­ner de capa­ci­dad de deci­sión, que tra­ba­ja por una socie­dad prós­pe­ra y con un sen­ti­do igua­li­ta­rio. Bil­du ha conec­ta­do con ese pue­blo a la per­fec­ción, ha sabi­do inter­pre­tar sus inquie­tu­des, cons­truir una pro­me­sa que atien­de esas sen­si­bi­li­da­des, que trans­mi­te que todo es posi­ble en este nue­vo tiem­po de opor­tu­ni­da­des. Bil­du ha gana­do y con Bil­du han gana­do quie­nes han sabi­do ser pacien­tes, enca­jar los gol­pes, las frus­tra­cio­nes y los inten­tos de humi­lla­ción a la espe­ra de su momen­to, de este momen­to de la historia.

Los impre­sio­nan­tes resul­ta­dos de Bil­du supo­nen un man­da­to cla­ro y rotun­do que no pue­de ser defrau­da­do: la pro­me­sa del cam­bio. De un cam­bio que ase­gu­re la paz y la liber­tad para Eus­kal Herria, un mode­lo social inclu­si­vo y trans­pa­ren­te, que haga cam­biar la polí­ti­ca des­de una acti­vi­dad que la gen­te iden­ti­fi­ca con juga­rre­tas, sober­bia, nego­cio y frau­de hacia una acti­vi­dad hones­ta y desin­te­re­sa­da don­de gobier­nen los gober­na­dos, que no tape la boca de la gen­te ni tram­pee la volun­tad popu­lar libre­men­te expresada.

Un momen­to que no se pue­de congelar

En todos los pro­ce­sos polí­ti­cos hay encru­ci­ja­das, momen­tos que son deci­si­vos. El de ayer fue uno de ellos. Des­pués, lo que era reali­dad has­ta hace un momen­to es sólo memo­ria y el pre­sen­te ha cam­bia­do. Este momen­to triun­fal de Bil­du, de todo el pue­blo aber­tza­le de izquier­das, no se pue­de con­ge­lar. En la carre­ra de la polí­ti­ca vas­ca, como en las bio­gra­fías de todos sus pro­ta­go­nis­tas, se obtie­nen el éxi­to o el fra­ca­so, pero nun­ca se paran. Hoy es momen­to de dis­fru­tar de una ale­gría bien mere­ci­da, sin dejar­se arras­trar por la eufo­ria des­me­di­da o los apre­mios coyunturales.

La irrup­ción de Bil­du sim­bo­li­za cla­ra­men­te el derrum­ba­mien­to, como un cas­ti­llo de nai­pes, de toda la reali­dad vir­tual que se ha cons­trui­do en torno al «cam­bio» que el lehen­da­ka­ri López y su socio el PP quie­ren ven­der. Bil­du evi­den­cia la exis­ten­cia de un blo­que popu­lar mayo­ri­ta­rio en Eus­kal Herria, que bien com­pac­ta­do y con el ins­tru­men­tal apro­pia­do pue­de aspi­rar a lide­rar el país en un tiem­po no nece­sa­ria­men­te lar­go. Por otra par­te, tam­bién demues­tra la abso­lu­ta fal­se­dad de las sofla­mas en torno a una supues­ta debi­li­dad o inclu­so una derro­ta polí­ti­ca de la izquier­da aber­tza­le. Muy al con­tra­rio, ésta no sólo ha sabi­do encau­zar sus deci­sio­nes inter­nas y ope­rar los cam­bios de estra­te­gia y para­díg­ma con sere­ni­dad a pesar de hacer­lo al filo de la nava­ja, y no sólo ha cerra­do un capí­tu­lo sino que ha sido capaz de abrir, con el con­cur­so de otras gen­tes y cul­tu­ras polí­ti­cas, una nue­va fase polí­ti­ca con fuer­za, acu­mu­la­ción social y elec­to­ral y men­ta­li­dad gana­do­ra. Bil­du debe obli­gar al aves­truz a sacar la cabe­za de deba­jo de la tie­rra y a com­pro­me­ter­se con un futu­ro mejor, no pen­san­do en las pró­xi­mas elec­cio­nes, sino en las pró­xi­mas generaciones.

Es tiem­po de reman­gar­se y tra­ba­jar duro. Es hora de labrar y sem­brar, de mar­car un sue­lo común y com­par­ti­do para el país, cada cual des­de su pun­to de vis­ta, pero con el míni­mo deno­mi­na­dor de res­pe­tar y hacer res­pe­tar, aquí y en Madrid, lo que los ciu­da­da­nos vas­cos deci­dan en liber­tad. Es tiem­po de hablar entre todas las cul­tu­ras del país e ir dan­do for­ma a un esce­na­rio democrático.

Todos deben cam­biar, inver­tir y dar algo en este pro­ce­so en el que todos van a ser tam­bién gana­do­res. Hay que des­te­rrar la ecua­ción de la suma cero, don­de lo que es bueno para unos es malo para otros, para sumar entre todos. Por­que más alla de decla­ra­cio­nes al calor de la cam­pa­ña elec­to­ral, el ver­da­de­ro gana­dor de este nue­vo tiem­po no deben ser una siglas u otras. La ciu­da­da­nía de este país mere­ce la vic­to­ria de un maña­na, hoy más cer­cano que nun­ca, don­de la paz sea un patri­mo­nio colec­ti­vo, y la capa­ci­dad de deci­dir en liber­tad sea prác­ti­ca acce­si­ble para todas las per­so­nas y todos los pro­yec­tos políticos.

Bil­du es un ins­tru­men­to para mate­ria­li­zar ese deseo, y posee el mejor de los teso­ros: La con­fian­za de la gen­te, sólo la gen­te y siem­pre la gen­te aber­tza­le de izquierdas.

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