El fac­tor Bil­du mar­ca un 22‑M que cam­bia­rá el mapa polí­ti­co- Ramon Sola

La apa­ri­ción de Bil­du, y con ella la recu­pe­ra­ción de dece­nas de miles de votos has­ta aho­ra nulos, mar­ca los comi­cios de hoy en Ara­ba, Biz­kaia, Gipuz­koa y Nafarroa.

Ramón Sola (Gara).- Los 2.200.455 ciu­da­da­nos vas­cos que pue­den votar hoy en las elec­cio­nes muni­ci­pa­les, fora­les y auto­nó­mi­cas nava­rras deci­di­rán un nue­vo mapa polí­ti­co, qui­zás con un vuel­co con­si­de­ra­ble. Ins­ti­tu­cio­nes como la Dipu­tación de Biz­kaia anun­cian que des­de las 20.30 comen­za­rán a faci­li­tar­se datos muni­ci­pa­les, pero se espe­ra que sea en torno a las 22.00 cuan­do exis­tan ya cómpu­tos gene­ra­les rese­ña­bles. Tras quin­ce días de cam­pa­ña, se pue­den apun­tar diez cla­ves que defi­nen este 22‑M, diez incóg­ni­tas que se des­ve­la­rán esta noche y cuya res­pues­ta abri­rá qui­zás una nue­va eta­pa en el país:

1. La irrup­ción de Bildu:

Por ser una coa­li­ción nue­va y por recu­pe­rar para la lega­li­dad dece­nas de miles de votos compu­tados como nulos des­de el año 2003, Bil­du cen­tra todas las mira­das. Tan­to las encues­tas inter­nas que mane­jan los par­ti­dos ‑y que sí par­ten de datos reales al haber­se ela­bo­ra­do tras el aval del Cons­ti­tu­cio­nal- como la amplia par­ti­ci­pa­ción en sus actos de cam­pa­ña han dis­pa­ra­do sus expec­ta­ti­vas. Sobre todo en Gipuz­koa, don­de se advier­ten opcio­nes impor­tan­tes de ser pri­me­ra fuer­za, y tam­bién en Na- farroa, don­de la movi­li­za­ción ha sido inten­sa y se espe­ra una entra­da fuer­te en el Parlamento.

En cuan­to a la «letra peque­ña», será intere­san­te ver si el buen resul­ta­do que se espe­ra en zonas rura­les tie­ne répli­ca tam­bién en las gran­des ciu­da­des, y tam­bién si la opción inde­pen­den­tis­ta, sobe­ra­nis­ta y de izquier­das logra tirón espe­cial entre los jóve­nes nue­vos votantes.

Pues­tos a bus­car refe­ren­cias para medir el resul­ta­do, su sue­lo debie­ra estar en torno a los 200.000 votos (sólo la izquier­da aber­tza­le sumó 185.000 «nulos» hace cua­tro años); y el techo, qui­zás en los 274.000 de EH en 1999.

2. El des­gas­te del PSOE:

Todas las encues­tas vati­ci­nan una autén­ti­ca deba­cle en el con­jun­to del Esta­do por las medi­das anti­so­cia­les del Gobierno Zapa­te­ro, que se tra­du­ci­ría en un ascen­so para­le­lo del PP, no tan­to por el tras­va­se de votos de un lado a otro sino por el aumen­to de la abs­ten­ción. Pero no pare­ce cla­ro que en Eus­kal Herria el des­plo­me vaya a ser tan gran­de, y mucho menos aún que el PP se bene­fi­cie tan­to, por­que otras fuer­zas como el PNV pue­den ejer­cer como fac­tor correc­tor sir­vien­do de refu­gio a los votan­tes cabrea­dos del PSOE. Espe­cial­men­te intere­san­te será ver si al PSN le pasa fac­tu­ra el lla­ma­do «agos­ta­zo» de hace cua­tro años y su apo­yo total a la dere­cha en la legis­la­tu­ra. Bajar de doce par­la­men­ta­rios, algo muy pro­ba­ble, con­fir­ma­ría su ince­san­te decli­ve en Nafarroa.

3. El PNV espe­ra crecer:

El PNV con­tem­pla un ascen­so elec­to­ral, que en par­te tie­ne fácil por­que en los comi­cos de 2007 obtu­vo uno de sus resul­ta­dos his­tó­ri­cos más pobres: poco más de 300.000 votos (seis años antes los dupli­có en la CAV para Juan José Iba­rretxe, en coa­li­ción con EA). Y, pese a ello, los jel­ki­des se las apa­ña­ron para lograr las tres diputaciones.

¿Y el día des­pués? Se pue­de vati­ci­nar una «recon­ci­la­ción» con el PSE des­pués de que éste le arre­ba­ta­ra Aju­ria Enea apo­yán­do­se en la ile­ga­li­za­ción hace dos años. Habría más para­do­jas a la vis­ta: ese abra­zo se fra­gua­ría posi­ble­men­te en Gipuz­koa, jus­to don­de el PNV se pre­sen­ta a sí mis­mo como más aber­tza­le, y podría tener con­se­cuen­cias sobre el pac­to PSOE-PP que sos­tie­ne a Patxi López.

4. López, ¿más en entredicho?

Al hilo de esto últi­mo, los resul­ta­dos de hoy obli­ga­rán a actua­li­zar la lec­tu­ra sobre el actual Gobierno de Lakua. Por un lado, su posi­ción será aún más mino­ri­ta­ria si efec­ti­va­men­te el PSOE baja y el PP no sube. Ade­más, si Bil­du entra con mucha fuer­za a ayun­ta­mien­tos, dipu­tacio­nes y Par­la­men­to nava­rro, es lógi­co que se reac­ti­ve el deba­te sobre la ausen­cia de la izquier­da aber­tza­le en Gas­teiz, y más aún si Sor­tu es lega­li­za­do en unos meses. Y tam­po­co hay que olvi­dar que tras estos comi­cios se ini­cia­rá ya una pug­na for­tí­si­ma entre PSOE y PP por La Mon­cloa, de cara a las esta­ta­les de 2012, que tam­bién pue­de dejar secue­las sobre su pac­to en Lakua.

5. La frac­tu­ra UPN-PP:

En Nafa­rroa será deci­si­vo com­pro­bar cómo se repar­ten UPN y PP los 135.000 votos acu­mu­la­dos en fusión ‑bajo las siglas de UPN- hace cua­tro años. Las pre­vi­sio­nes apun­tan a que el PP se podría lle­var en torno a un 25% del voto y la repre­sen­ta­ción, con lo que UPN baja­ría en núme­ro de par­la­men­ta­rios has­ta el nivel de 1991. Sin embar­go, la raya divi­so­ria ideo­ló­gi­ca entre ambos par­ti­dos es tan difu­sa que pue­de pasar cual­quie­ra cosa, inclu­so que la balan­za la des­ni­ve­le el gra­do de sim­pa­tía hacia Yolan­da Bar­ci­na o San­tia­go Cervera.

Como ejem­plo aña­di­do de esta incer­ti­dum­bre, tras la rup­tu­ra del pac­to en 2008, ape­nas unos meses des­pués UPN dejó camino libre al PP en las euro­peas en Nafa­rroa al renun­ciar a pre­sen­tar lis­ta. Y se vio que los votan­tes regio­na­lis­tas no tenían repa­ro alguno en votar PP (fue el pri­me­ro con 76.000 votos).

6. La encru­ci­ja­da de NaBai:

Nafa­rroa Bai tocó techo hace cua­tro años con más de 77.000 votos. Des­de enton­ces ha per­di­do a dos de sus cin­co socios ini­cia­les, ha teni­do pro­ble­mas para pre­sen­tar lis­ta en loca­li­da­des tan impor­tan­tes como Tafa­lla y ha «vacia­do» su pro­gra­ma en cues­tio­nes cla­ves como el esta­tus de Nafa­rroa para com­pa­ti­bi­li­zar los dis­tan­tes prin­ci­pios ideo­ló­gi­cos de Ara­lar y PNV. Pese a ello, sigue pre­sen­tán­do­se a sí mis­ma como fuer­za deci­si­va para el cambio.

Estas elec­cio­nes le sitúan en una autén­ti­ca encru­ci­ja­da; si resis­te, la coa­li­ción Ara­lar-PNV se esta­bi­li­za­ría; en caso con­tra­rio, el deba­te sobre su via­bi­li­dad está garan­ti­za­do, y se ali­men­ta­ría ade­más el de la nece­si­dad de una uni­dad aber­tza­le com­ple­ta en Nafa­rroa, a la que NaBai se negó en enero. Sus pers­pec­ti­vas son mejo­res en Iruñea.

7. Azku­na y Elor­za, ¿una más?:

Los alcal­des de Bil­bo y Donos­tia, Iña­ki Azku­na y Odón Elor­za, coin­ci­den en su mar­ca­da com­po­nen­te per­so­nal, que tras­cien­de a las siglas de sus par­ti­dos. Habrá que ver si siguen sobre­vi­vien­do al des­gas­te, y tam­bién con quién pac­tan des­pués, para lo que ya se han deja­do todas las puer­tas abier­tas de modo expre­so. Más incier­to es el resul­ta­do de Patxi Laz­coz (PSE) en Gas­teiz, y toda­vía más el del des­co­no­ci­do Enri­que Maya (UPN) en Iru­ñea, don­de se atis­ba una posi­bi­li­dad de alter­na­ti­va si el PSN se implicara.

8. La vuel­ta de los «ile­ga­les»:

El resul­ta­do en loca­li­da­des como Lizar­tza y Onda­rroa será la prue­ba del algo­dón de la «efi­ca­cia» de la ile­ga­li­za­ción. Será intere­san­te ver no sólo el por­cen­ta­je de votos de Bil­du, cuya vic­to­ria está ase­gu­ra­da, sino tam­bién en cuán­to se que­dan el PP en Lizar­tza y el PNV en Onda­rroa, ya que han sido las fuer­zas que han ges­tio­na­do esta situa­ción con­tra el cri­te­rio de la mayo­ría de los pueblos.

9. Los «indig­na­dos»:

La apues­ta de voto de las nue­vas gene­ra­cio­nes es una incóg­ni­ta, sobre todo des­pués de que los últi­mos días hayan derri­ba­do el mito de su desin­te­rés hacia la polí­ti­ca en el con­jun­to del Esta­do. El movi­mien­to 15‑M ha supues­to una impor­tan­te sacu­di­da, menor en Eus­kal Herria. Pue­de dejar efec­tos, aun­que será impo­si­ble medir­los, en favor de las for­ma­cio­nes más opues­tas al actual sis­te­ma polí­ti­co y eco­nó­mi­co (Bil­du, EB-Ber­deak en la CAV, Izquier­da-Ezke­rra en Nafa­rroa, Ara­lar…). Si el movi­mien­to se con­so­li­da, el impac­to se verá mejor después.

10. El con­jun­to del voto:

Todos estos movi­mien­tos pare­cen haber calen­ta­do la jor­na­da, lo que podría redu­cir la abs­ten­ción. Por otro lado, habrá que tomar en cuen­ta que el cen­so ha mer­ma­do en estos cua­tro años: hay 65.886 posi­bles votan­tes menos que entonces.

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