EEUU en decli­ve en Orien­te Pró­xi­mo: poten­cias medias ponen en duda su supre­ma­cía (II) – Alber­to Cruz

“Como no es nues­tro come­ti­do ela­bo­rar un plan eterno para el futu­ro, lo que tene­mos que hacer es una eva­lua­ción crí­ti­ca y no ten­den­cio­sa de todo lo que nos rodea; no com­pro­me­te­do­ra, en el sen­ti­do de que nues­tra crí­ti­ca no pue­de temer sus pro­pios resul­ta­dos, ni temer enfren­tar­se a los pode­res existentes”
Karl Marx

Las gue­rras de Irak y Afga­nis­tán, jun­to a la derro­ta estra­té­gi­ca de Israel en la gue­rra con­tra Hiz­bu­lá en 2006 y la matan­za per­pe­tra­da en Gaza en 2008 – 2009, han sumi­do a EEUU en un inob­je­ta­ble decli­ve en Orien­te Pró­xi­mo. Cons­cien­te de ello, la Admi­nis­tra­ción Oba­ma no con­si­de­ra tan prio­ri­ta­ria esta zona del mun­do como su pre­de­ce­sor Geor­ge Bush, y así lo reco­ge en la Estra­te­gia de Segu­ri­dad Nacio­nal de 2010 y en la que se sus­ten­ta su polí­ti­ca duran­te los cua­tros años de man­da­to. Este decli­ve es con­se­cuen­cia, ade­más, del sur­gi­mien­to de las lla­ma­das “poten­cias emer­gen­tes” que hace tiem­po deja­ron de “emer­ger” para ser una reali­dad. Los datos ofi­cia­les de EEUU así lo ponen de mani­fies­to: en el año 2000 el PIB esta­dou­ni­den­se supo­nía el 61% del total de lo que hoy es el G‑20, pero esta cifra cayó al 42% en 2010; si en el 2000 el PIB de EEUU era ocho veces el de Chi­na, en 2010 era menor de tres veces, por men­cio­nar sólo a uno de esos paí­ses mal lla­ma­dos “emer­gen­tes”. Des­de la dere­cha y des­de la izquier­da de EEUU (Mark Hel­prin, Michael Kins­ley, Paul Krug­man…) se vie­ne reco­gien­do des­de hace tiem­po esta reali­dad a la que se hace poco caso en los men­ti­de­ros de izquier­da euro­peos y lati­no­ame­ri­ca­nos, obse­sio­na­dos con el poder abso­lu­to del “impe­rio”.

Pero las cosas van por otro lado. Sin negar que EEUU sigue sien­do la super­po­ten­cia, por aho­ra o toda­vía, cada vez se enfren­ta a una mer­ma mayor de su poder. En tér­mi­nos leni­nis­tas, eso nos lle­va­ría a hablar de una agu­di­za­ción de las con­tra­dic­cio­nes inter­im­pe­ria­lis­tas que se resuel­ven gene­ral­men­te con gue­rras y los chi­nos están con­ven­ci­dos que habrá una, y a gran esca­la, antes de que Chi­na alcan­ce la pari­dad estra­té­gi­ca con EEUU. Libia no es más que el ape­ri­ti­vo de lo que se ave­ci­na y en un ámbi­to cru­cial: los paí­ses pro­duc­to­res de petró­leo, que adquie­ren una nue­va impor­tan­cia y dimen­sión tras el desas­tre nuclear de Fuku­si­ma y las dudas que se han ins­ta­la­do, con fuer­za, sobre el futu­ro de la ener­gía nuclear.

En el caso de Orien­te Pró­xi­mo, ello ha supues­to la apa­ri­ción de poten­cias medias que, estra­té­gi­ca­men­te, ponen en duda la supre­ma­cía esta­dou­ni­den­se en esa par­te del mun­do al ganar cuo­ta de mer­ca­do y pre­pon­de­ran­cia polí­ti­ca. Es el caso de Tur­quía, quien al con­ver­tir­se en el prin­ci­pal ada­lid del apo­yo a Pales­ti­na tras prác­ti­ca­men­te rom­per con Israel tras el asal­to a la flo­ti­lla soli­da­ria a Gaza en 2010, ha emer­gi­do como un poder real en la zona, median­do en las revuel­tas de Bah­rein, de Siria y estre­chan­do lazos con Irán lo que le ha supues­to ser reco­no­ci­do como un inter­lo­cu­tor a tener en cuen­ta por los paí­ses musul­ma­nes. Prue­ba de ello es que un tur­co es pre­si­den­te, por pri­me­ra vez en la his­to­ria, de la Orga­ni­za­ción de la Con­fe­ren­cia Islá­mi­ca de la que for­man par­te 57 paí­ses, y que su his­to­ria recien­te está sien­do segui­da con mucho dete­ni­mien­to por no pocos acto­res de la ola de cam­bios que se están pro­du­cien­do en el mun­do árabe.

Ara­bia Saudita

El auge de Tur­quía en Orien­te Pró­xi­mo fue vis­to con alar­ma por Ara­bia Sau­di­ta que, de inme­dia­to, se dio cuen­ta de lo que sig­ni­fi­ca­ba que un país no ára­be asu­mie­se un papel rele­van­te en defen­sa de la cau­sa tra­di­cio­nal ára­be: Pales­ti­na. Des­de su acti­tud de prác­ti­ca rup­tu­ra con Israel por el asal­to a la flo­ti­lla, las crí­ti­cas a Tur­quía comen­za­ron a pro­li­fe­rar en los perió­di­cos sau­di­tas has­ta el extre­mo de con­ver­tir a los tur­cos en uno de los enemi­gos a batir: “noso­tros, los paí­ses ára­bes, somos vul­ne­ra­bles, tal como lo demues­tran los pode­res de los riva­les com­pi­tien­do sobre noso­tros y el esfuer­zo para atraer­nos bajo sus aus­pi­cios o para obli­gar­nos a some­ter­nos a su volun­tad. Tur­quía, Irán e Israel [el orden en que se men­cio­nan es impor­tan­te, pues dice mucho de la acti­tud sau­di­ta] lo que tie­nen en común son las aspi­ra­cio­nes en la región y lo que los dife­ren­cia es quién obten­drá la mayor par­te del pas­tel ára­be” (1).

Como Tur­quía se había acer­ca­do a Siria y comen­za­do a mover­se en la región, los sau­díes se vie­ron obli­ga­dos a hacer lo mis­mo: Ara­bia Sau­di­ta hizo las paces con Siria –aho­ra el rey sau­di­ta se ha posi­cio­na­do rápi­da­men­te con Bashar Al Assad fren­te a las revuel­tas en Siria, aun­que no es des­ca­be­lla­do pen­sar que finan­cia de mane­ra encu­bier­ta a los gru­pos sala­fis­tas sirios para debi­li­tar al gobierno de Assad en un esfuer­zo por lograr un cier­to dis­tan­cia­mien­to de Irán, país con el que Siria tie­ne una rela­ción estra­té­gi­ca-; bus­ca­se un acuer­do con este país para apo­yar a Iyad Ala­wi como pri­mer minis­tro de Irak (acuer­do que se rom­pió al opo­ner­se fir­me­men­te Muq­ta­da Al-Sadr, uno de los prin­ci­pa­les acto­res ira­quíes); media­se con las fuer­zas prooc­ci­den­ta­les liba­ne­sas de Hari­ri para lle­gar a un acuer­do sobre la com­po­si­ción del gobierno en ese país y la pre­sen­cia en el mis­mo de Hiz­bu­lá – así como pre­sio­nan­do para apla­zar la sen­ten­cia del Tri­bu­nal Inter­na­cio­nal para el Líbano en la que se con­de­na­rá a miem­bros de Hiz­bu­lá por el ase­si­na­to del pri­mer minis­tro Rafik Hariri‑, y con ello logró los apo­yo sufi­cien­tes para parar en la Liga Ára­be un inten­to de nor­ma­li­zar las rela­cio­nes con Irán que se había pro­du­ci­do en este orga­nis­mo a media­dos de 2010.

Es des­de ese año que Ara­bia Sau­di­ta actúa de for­ma abier­ta como poten­cia emer­gen­te en la zona, aun­que había veni­do movien­do sus pie­zas un tiem­po antes. En noviem­bre de 2009 su Ejér­ci­to había entra­do en Yemen en apo­yo de las fuer­zas yeme­ni­tas que com­ba­tían a los rebel­des hou­tis. Aquí Ara­bia Sau­di­ta apli­có la mis­ma estra­te­gia que Israel con­tra los pales­ti­nos: ope­ró en aguas inter­na­cio­na­les, bom­bar­deó bas­tio­nes rebel­des den­tro del terri­to­rio yeme­ni­ta (uti­li­zan­do bom­bas de fós­fo­ro, como Israel en Gaza) y des­pla­zó a cen­te­na­res de pobla­do­res de aldeas fron­te­ri­zas para “crear una zona de segu­ri­dad” (sic) que pusie­se fin “al flu­jo de terro­ris­tas, con­tra­ban­dis­tas e inmi­gran­tes ile­ga­les”. La nula reac­ción inter­na­cio­nal a esta ope­ra­ción indi­có a la monar­quía sau­di­ta que podía ir más allá cuan­do qui­sie­se, lo que ha hecho aho­ra en Bahrein.

Si en esa oca­sión con­tó en el vis­to bueno de EEUU, que con­si­de­ra a Yemen una base de ope­ra­cio­nes de Al-Qae­da –y así hay que inter­pre­tar que sean los sau­díes quie­nes han impues­to, uti­li­zan­do al Con­se­jo de Coope­ra­ción del Gol­fo, una “solu­ción” a las revuel­tas popu­la­res en Yemen, pro­mo­vien­do a su can­di­da­to, el gene­ral Ali Moshen Al Ahmar, un corrup­to enri­que­ci­do por el con­tra­ban­do de petró­leo en el país más pobre del mun­do ára­be, como el sus­ti­tu­to del actual pre­si­den­te en una eta­pa “de tran­si­ción”-, no ha ocu­rri­do lo mis­mo con la inva­sión de Bah­rein. Aquí Ara­bia Sau­di­ta, al esti­lo de Israel, ha pues­to a la Admi­nis­tra­ción de Oba­ma ante unos hechos consumados.

Un país casi inmu­ne a la pre­sión estadounidense

En con­tra de la visión de que Ara­bia Sau­di­ta no es más que otro peón de la estra­te­gia impe­rial de EEUU en la zona, la reali­dad es que este país se ha con­ver­ti­do en casi inmu­ne a la pre­sión esta­dou­ni­den­se, lo que le ha per­mi­ti­do emer­ger como poten­cia regio­nal: no tie­ne nin­gu­na nece­si­dad de ayu­da finan­cie­ra, cuen­ta con un papel hege­mó­ni­co den­tro de la OPEP (ha aumen­ta­do su pro­duc­ción de petró­leo en casi 700.000 barri­les dia­rios para com­pen­sar los sumi­nis­tros per­di­dos a cau­sa de la gue­rra con­tra Libia) y se pre­pa­ra para un aumen­to del 28% de su pro­duc­ción de petró­leo (2) en un futu­ro pró­xi­mo con la fina­li­dad de “satis­fa­cer la deman­da mun­dial o cubrir inte­rrup­cio­nes en otros luga­res”. Es decir, está anun­cian­do con ante­la­ción una nue­va cri­sis y no es pre­ci­sa­men­te en Libia, sino en Irán.

Ade­más, no son pocos quie­nes en los paí­ses del Gol­fo Pér­si­co man­tie­nen que esos paí­ses deben des­apa­re­cer e inte­grar­se en Ara­bia Sau­di­ta (como ha pro­pues­to públi­ca­men­te el 1 de mar­zo de este año el escri­tor kuwai­tí Addu­lá Al-Nafi­si) como for­ma de “hacer fren­te a la nue­va situa­ción regio­nal e inter­na­cio­nal”. Al Nafi­si está lle­van­do al extre­mo un sen­ti­mien­to muy exten­di­do den­tro de los sun­níes del Gol­fo ante lo que con­si­de­ran un papel hege­mó­ni­co de Irán y el mie­do que sien­ten a la revuel­ta de los shiíes, mino­ri­ta­rios en todos esos paí­ses a excep­ción de Irak y Bah­rein. Con la inter­ven­ción en Bah­rein, tan­to Ara­bia Sau­di­ta como los Emi­ra­tos Ára­bes Uni­dos y Kuwait han ati­za­do has­ta extre­mos muy peli­gro­sos el enfren­ta­mien­to sec­ta­rio sunní-shíi.

Sin embar­go, no es un con­flic­to reli­gio­so, sino eco­nó­mi­co. Al igual que en Irlan­da del Nor­te, don­de los cató­li­cos han sido –y siguen sien­do- duran­te años ciu­da­da­nos de segun­da cla­se en todos los ámbi­tos, lo mis­mo ocu­rre en los paí­ses del Gol­fo con los shíies, pri­va­dos de dere­chos e inmer­sos en una situa­ción eco­nó­mi­ca total­men­te dife­ren­te (por lo mala) de los sunníes.

EEUU y Ara­bia Sau­di­ta han teni­do un buen acuer­do duran­te casi 80 años: los sau­díes sumi­nis­tran el petró­leo que nece­si­te EEUU a cam­bio de que los bene­fi­cios lle­guen direc­ta­men­te a la fami­lia gober­nan­te, en todas sus ramas, que reci­be todo tipo de pro­tec­ción por par­te de los esta­dou­ni­den­ses pese a la repre­sión inter­na, la fal­ta de liber­ta­des y la ideo­lo­gía extre­mis­ta en que se sus­ten­ta. Por dar unos datos, sin entrar en pro­fun­di­da­des, Ara­bia Sau­di­ta no tie­ne Cons­ti­tu­ción, ni gobierno repre­sen­ta­ti­vo, ni liber­tad de pren­sa, ni de reu­nión. Las igle­sias y sina­go­gas están prohi­bi­das y los shíies son tra­ta­dos como após­ta­tas (es fre­cuen­te refe­rir­se a ellos con el tér­mino peyo­ra­ti­vo de “rafi­di­tas”, que se ven­dría a tra­du­cir como “los que recha­zan” –rafad-) si hacen mani­fes­ta­ción públi­ca de su fe. El 23 de abril se con­vo­ca­ron una espe­cie de elec­cio­nes muni­ci­pa­les (las pri­me­ras de su his­to­ria fue­ron en 2005) en las que las muje­res no han podi­do votar… Se podría seguir, pero con estos datos bas­ta para enten­der de qué país se está hablando.

Ara­bia Sau­di­ta se ha con­ver­ti­do en uno de los mayo­res recep­to­res de armas de EEUU que, no obs­tan­te, no serán nun­ca uti­li­za­das con­tra Israel, en teo­ría su enemi­go pero con quien quie­re nor­ma­li­zar rela­cio­nes lo antes posi­ble. Así está reco­gi­do en el plan ára­be adop­ta­do ‑a ini­cia­ti­va suya- en 2002 en Bei­rut por la Liga Ára­be, recu­pe­ra­do tras la vic­to­ria de Hiz­bu­lá en la gue­rra de 2006 y vuel­to a con­fir­mar en 2009 en una cum­bre en Doha cele­bra­da poco des­pués de la matan­za de Gaza si Israel acep­ta reti­rar­se de los Terri­to­rios Ocu­pa­dos y esta­ble­cer una solu­ción jus­ta para los refu­gia­dos pales­ti­nos. Este plan, de nue­vo, sir­ve de base al que en estos momen­tos ela­bo­ra la Admi­nis­tra­ción Oba­ma para que Israel y la ANP vuel­van a la mesa de nego­cia­cio­nes y se evi­te de esta for­ma que la Asam­blea Gene­ral de la ONU vote, en sep­tiem­bre, el reco­no­ci­mien­to de Pales­ti­na como esta­do miem­bro, lo que pon­dría en un gra­ve apu­ro a EEUU y sus alia­dos euro­peos que ten­drían muy difí­cil jus­ti­fi­car su voto negativo.

Pero tan­tas y sofis­ti­ca­das armas esta­dou­ni­den­ses no han ser­vi­do para gran cosa a Ara­bia Sau­di­ta. Al con­tra­rio que Israel, que sólo ha sali­do derro­ta­do de una gue­rra con­tra los ára­bes, la libra­da con­tra Hiz­bu­lá en el verano de 2006, la pri­me­ra aven­tu­ra mili­tar sau­di­ta no salió muy bien. En Yemen tuvie­ron más de un cen­te­nar de muer­tos y medio millar de sus sol­da­dos fue­ron cap­tu­ra­dos por los rebel­des hou­tis, pero ello no es óbi­ce para que el Ejér­ci­to, refor­za­do muy recien­te­men­te con moderno mate­rial (3), se mues­tre dis­pues­to a uti­li­zar­lo y poner­lo a dis­po­si­ción de EEUU si se deci­de una gue­rra con­tra Irán. Los recien­tes movi­mien­tos sau­di­tas van en este sentido.

La cre­cien­te auto­no­mía de Ara­bia Sau­di­ta no sig­ni­fi­ca una rup­tu­ra con EEUU, sino que sitúa a la monar­quía waha­bi­ta en el mis­mo nivel que Israel en cuan­to a que ambos paí­ses colo­can a EEUU ante los hechos con­su­ma­dos. Sir­ven a la estra­te­gia impe­rial (como cuan­do “recuer­dan” a Chi­na la depen­den­cia que tie­ne res­pec­to al petró­leo sau­di­ta para ali­viar res­que­mo­res ante la adop­ción de san­cio­nes con­tra Irán o la gue­rra con­tra Libia) pero han adqui­ri­do el sufi­cien­te poder como para hacer valer sus intere­ses aun­que, en oca­sio­nes, cho­quen con los estadounidenses.

Todo esto sig­ni­fi­ca un decli­ve de la supre­ma­cía de EEUU en Orien­te Pró­xi­mo. Ara­bia Sau­di­ta no hubie­se dado este paso si no se hubie­se sen­ti­do menos­pre­cia­do por EEUU cuan­do al ini­cio de las revuel­tas en Túnez y Egip­to exi­gió a Oba­ma apo­yar a los pre­si­den­tes depues­tos , espe­cial­men­te a Muba­rak. Fue la gota que col­mó el vaso de la pacien­cia, ya a pun­to de rebo­sar fue cuan­do des­de EEUU se hizo todo lo posi­ble para des­au­to­ri­zar el acuer­do entre Hamás y Fatah que había sido alcan­za­do en 2007 por media­ción sau­di­ta. Este acuer­do fue una media­ción espe­cial del rey Abdu­lá y fue roto por Bush y algu­nos hom­bres fuer­tes de Fatah. Una afren­ta que la casa real sau­di­ta no perdonó.

La obse­sión iraní

Como ocu­rrió con Tur­quía, tam­bién Ara­bia Sau­di­ta ha espe­ra­do el momen­to opor­tuno para dar este paso de eman­ci­par­se de EEUU. Y ha sido con moti­vo de las pro­tes­tas demo­crá­ti­cas en Bah­rein. Mien­tras EEUU duda­ba entre un mati­za­do apo­yo a los mani­fes­tan­tes y la repre­sión, la monar­quía waha­bi­ta dio un paso ade­lan­te, ampa­rán­do­se en su hege­mo­nía en el Con­se­jo de Coope­ra­ción del Gol­fo, y ya el 10 de mar­zo dejó cla­ra su pos­tu­ra cuan­do se afir­mó que “cual­quier daño a la segu­ri­dad de un país miem­bro [del CCG] será con­si­de­ra­do per­ju­di­cial a todos los paí­ses miem­bros y será tra­ta­do de inme­dia­to y sin vaci­la­ción”. Cin­co días más tar­de, ya esta­ban en Bah­rein las tro­pas sau­di­tas y de los Emi­ra­tos. Las ape­la­cio­nes esta­dou­ni­den­ses a la “mode­ra­ción” y al “diá­lo­go” y las infor­ma­cio­nes sobre que dio el vis­to bueno a la inva­sión no son más que fue­gos de arti­fi­cio ante lo que sig­ni­fi­ca un cla­ro desa­fío a la supre­ma­cía esta­dou­ni­den­se en una región cla­ve para la esta­bi­li­dad del mun­do. De hecho, bas­ta con obser­var cómo han ido evo­lu­cio­nan­do las decla­ra­cio­nes de los res­pon­sa­bles esta­dou­ni­den­ses: al ini­cio de las pro­tes­tas en Bah­rein, el secre­ta­rio de Defen­sa, Robert Gates, decía explí­ci­ta­men­te que no había nin­gu­na prue­ba de la impli­ca­ción de Irán en las revuel­tas; mes y medio más tar­de afir­ma­ba enfá­ti­ca­men­te lo con­tra­rio (4).

Si bien la rela­ción entre Ara­bia Sau­di­ta y EEUU no está en un pun­to de rup­tu­ra, sí está en cri­sis y ya no es la mis­ma que antes de las revuel­tas que sacu­den el mun­do ára­be. Es evi­den­te que en Riad hay una pér­di­da de con­fian­za en EEUU como socio garan­te de la segu­ri­dad del régi­men y aho­ra sólo ven posi­ble su pro­pia super­vi­ven­cia con­vir­tien­do a Ara­bia Sau­di­ta poco menos que en un Esta­do cua­si hege­mó­ni­co en el Golfo.

Para ello, Ara­bia Sau­di­ta sólo tie­ne que con­ver­tir a Irán en una obse­sión, al igual que EEUU con­vir­tió a la URSS en su obse­sión duran­te años. Entre estas dos super­po­ten­cias no hubo un enfren­ta­mien­to direc­to, pero sí “inter­pues­tos” que se alar­ga­ron duran­te casi 50 años, el tiem­po que duró la gue­rra fría. Ara­bia Sau­di­ta está hacien­do lo mis­mo –ayu­dan­do a debi­li­tar en Líbano y Siria a los alia­dos de Irán- e impul­san­do tam­bién su OTAN par­ti­cu­lar den­tro del Con­se­jo de Coope­ra­ción del Gol­fo, ace­le­ran­do la for­ma­ción de una espe­cie de Fuer­za de Inter­ven­ción Rápi­da que pue­da actuar en cual­quier par­te del Gol­fo. Bah­rein ha sido su prue­ba de fue­go con el envío de tro­pas. Esta evi­den­te pro­vo­ca­ción ha obli­ga­do a Irán a entrar en el jue­go. Aun­que nun­ca ha habi­do el menor indi­cio de la impli­ca­ción ira­ní en las pro­tes­tas de Bah­rein, ni del Gol­fo, Tehe­rán ha sen­ti­do la nece­si­dad de res­pon­der y poner­se del lado de sus corre­li­gio­na­rios shiíes. Es lo que bus­ca­ba Ara­bia Sau­di­ta para decir “¿lo veis?, Irán es el peligro”.

EEUU se ha vis­to obli­ga­do a dar manos libres a Ara­bia Sau­di­ta, con lo que ha reavi­va­do el jue­go sec­ta­rio que, a medio y lar­go pla­zo, difi­cul­ta el resur­gi­mien­to del pan­ara­bis­mo que se pue­de intuir en las revuel­tas ára­bes. Este es, tam­bién, un obje­ti­vo sau­di­ta, que nun­ca ha vis­to con bue­nos ojos el pan­ara­bis­mo y que en más de una oca­sión ha supues­to a la monar­quía waha­bi­ta un que­bra­de­ro de cabe­za. Ati­zan­do el jue­go sec­ta­rio –y esto tam­bién se está vien­do en Siria- ale­ja cual­quier atis­bo de resur­gi­mien­to de la gran nación árabe.


Artícu­lo ante­rior: http://​www​.lahai​ne​.org/​i​n​d​e​x​.​p​h​p​?​p​=​5​2​893

Notas:

(1) Al-Watan, 13 de junio de 2010.

(2) Reuters, 14 de abril de 2011.

(3) Alber­to Cruz, “Ara­bia Sau­di­ta emer­ge como poten­cia regio­nal” http://​www​.lahai​ne​.org/​i​n​d​e​x​.​p​h​p​?​p​=​5​2​407

(4) Asia Times, 15 de abril de 2011.

Alber­to Cruz es perio­dis­ta, poli­tó­lo­go y escri­tor. Su últi­mo libro es “Pue­blos ori­gi­na­rios en Amé­ri­ca. Guía intro­duc­to­ria sobre su situa­ción”, edi­ta­do por Aldea con la cola­bo­ra­ción del CEPRID.

albercruz@​eresmas.​com

CEPRID

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