Pakis­tán ofi­cia­li­za el «ter­cer sexo» para las per­so­nas tran­se­xua­les, en país de cor­te islá­mi­co – Carlaantonelli

El Tri­bu­nal Supre­mo de Pakis­tán, en una deci­sión insó­li­ta en el mun­do islá­mi­co, orde­nó crear un nue­vo géne­ro en los car­nés de iden­ti­dad para aco­mo­dar a la dis­cri­mi­na­da comu­ni­dad tran­se­xual, cono­ci­da como el “ter­cer sexo”.

Los “hij­ra”, tal y como se cono­ce a este colec­ti­vo en el Sur de Asia, cele­bran des­de el día 25 de abril que su cate­go­ría sexual ten­drá cabi­da a par­tir de aho­ra en los docu­men­tos oficiales.

«Hace dos años pre­sen­ta­mos una peti­ción ante el Tri­bu­nal Supre­mo por nues­tros dere­chos, por­que en Pakis­tán no había un con­cep­to para nues­tra comu­ni­dad», expli­có en una entre­vis­ta con Efe en su hogar Miss Bobby, pre­si­den­ta de la Aso­cia­ción por los Dere­chos de los Tran­se­xua­les de Pakistán.

“Un paso valiente”

Duran­te la con­ver­sa­ción, se des­hi­zo en elo­gios hacia el jefe del Tri­bu­nal Supre­mo, Iftikhar Chaudhry, del cual guar­da una foto­gra­fía posan­do con ella en un lugar pre­fe­ren­te de su comedor.

«Toma deci­sio­nes y da pasos muy valien­tes para nues­tra comu­ni­dad por pri­me­ra vez en la his­to­ria de Pakis­tán», ilustró.

La cor­te pre­si­di­da por Chaudhry per­mi­ti­rá aho­ra el hecho sim­bó­li­co de que, al soli­ci­tar el car­né de iden­ti­dad, toda per­so­na pue­da mar­car la casi­lla de hom­bre, mujer o de tran­se­xual («she­ma­le», si el for­mu­la­rio es en inglés, o «khua­ja sarai» en urdu).

Esta comu­ni­dad, cono­ci­da tam­bién como «ter­cer sexo», agru­pa a hom­bres que adop­tan ves­ti­men­tas y com­por­ta­mien­tos feme­ni­nos pero que no pasan por el qui­ró­fano, otros que deci­den cas­trar­se tras asu­mir su femi­ni­dad y per­so­nas que tie­nen des­ór­de­nes gené­ti­cos y nacen con órga­nos geni­ta­les mixtos.

En este últi­mo caso, es común que las fami­lias entre­guen el bebé a los gru­pos tran­se­xua­les, a menu­do miem­bros de uni­da­des fami­lia­res y socia­les apar­ta­das de la orto­do­xia islámica.

«Está el hom­bre, está la mujer y tam­bién noso­tros. Lo sabe­mos, acep­ta­mos que somos una mino­ría, pero tene­mos nues­tros dere­chos», cla­mó Miss Bobby, quien recla­mó para su comu­ni­dad la con­di­ción de «úni­ca».

Pese a que el vere­dic­to del Supre­mo sor­pren­de en un país islá­mi­co y con­ser­va­dor como Pakis­tán, la figu­ra del “hij­ra” está arrai­ga­da no solo en este país sino en todo el Sur de Asia, don­de tie­ne unas pau­tas de com­por­ta­mien­to social y sufre una dis­cri­mi­na­ción similar.

El fallo ni siquie­ra ha alte­ra­do los áni­mos de los gru­pos reli­gio­sos de cor­te islamista.

«No hay nin­gu­na obje­ción por nues­tra par­te. Es una deci­sión correc­ta del Supre­mo. Las auto­ri­da­des tie­nen el deber de dar dere­chos a todos», ase­ve­ró el por­ta­voz del par­ti­do isla­mis­ta Jamat-e-Isla­mi, Shu­jat Qamar.

Pero el estig­ma social de los “hij­ra” sigue sin des­apa­re­cer y muchos de ellos se ven obli­ga­dos a pedir limos­na en las carre­te­ras ame­na­zan­do con echar mal de ojo a los con­duc­to­res, un poder que las socie­da­des sura­siá­ti­cas les atribuyen.

Ello ha lle­va­do inclu­so a que las auto­ri­da­des tiren de inge­nio y con­tra­ten a tran­se­xua­les para ir a casas de moro­sos en algu­nos barrios a exi­gir el pago de impuestos.

Tam­bién se res­pi­ra el mito que aso­cia a los cas­tra­dos con su impor­tan­cia en los even­tos socia­les: es común invi­tar­las a bodas para dar bue­na suer­te a los novios.

En el con­tex­to sura­siá­ti­co, los tam­bién lla­ma­dos «eunu­cos» tie­nen su refe­ren­te his­tó­ri­co en los guar­dia­nes de harenes.

Pero actual­men­te el ter­cer sexo sobre­vi­ve en un mun­do mar­gi­nal, cer­cano al ham­pa y expues­to a la pros­ti­tu­ción y a las enfer­me­da­des venéreas.

La pre­si­den­ta de la aso­cia­ción de tran­se­xua­les citó entre algu­nos de los abu­sos que sufre la comu­ni­dad el secues­tro, la vio­la­ción, el robo y el aco­so de la Policía.

Cifró en entre 50.000 y 80.000 los miem­bros de esta comu­ni­dad en Pakis­tán de los que su aso­cia­ción tie­ne cons­tan­cia, aun­que otras esti­ma­cio­nes no ofi­cia­les ele­van el núme­ro a cen­te­na­res de miles.

Miss Bobby admi­tió que la situa­ción está mejo­ran­do en los últi­mos años con deci­sio­nes como las del jefe del Supre­mo, que con­tri­bu­yen a la acep­ta­ción social, y rei­vin­di­có que la comu­ni­dad no debe sen­tir­se «aver­gon­za­da».

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