La muer­te de Ben laden y sus con­se­cuen­cias – Txen­te Rekondo

Cuan­do se va a cum­plir el déci­mo ani­ver­sa­rio de los ata­ques del 11‑s, Esta­dos Uni­dos ha logra­do ases­tar un impor­tan­te gol­pe a uno de sus enemi­gos más impor­tan­tes. La muer­te de Osa­ma bin Laden está sien­do pre­sen­ta­da des­de Washing­ton como un triun­fo de las doc­tri­nas esta­dou­ni­den­ses, al tiem­po que se lan­za un men­sa­je a todo el mun­do, “EEUU pue­de aca­bar con la vida de cual­quier enemi­go en cual­quier lugar del mundo”.

Nadie pue­de dudar por tan­to del valor sim­bó­li­co de esta acción, que se nos pre­sen­ta­rá en los pró­xi­mos como una gran vic­to­ria de Esta­dos Uni­dos. Sin embar­go, no son pocas las voces cua­li­fi­ca­das, que tam­bién han que­ri­do seña­lar que ese triun­fo pue­de tener con­se­cuen­cias no desea­das, o uti­li­zan­do el len­gua­je en boga en la Casa Blan­ca, pue­de aca­bar gene­ran­do más “víc­ti­mas colaterales”.

Para impor­tan­tes sec­to­res del mun­do jiha­dis­ta, esta ope­ra­ción esta­dou­ni­den­se ha sig­ni­fi­ca­do la muer­te de un líder y el naci­mien­to­te un már­tir, y con esa refe­ren­cia no sería de extra­ñar que en las pró­xi­mas sema­nas o meses, alguien inten­te “ven­gar” la muer­te de Osa­ma bin Laden.

A par­tir de aho­ra se suce­de­rán las espe­cu­la­cio­nes en torno al futu­ro que le depa­ra a una orga­ni­za­ción como al Qae­da tras la muer­te de su líder. Sin embar­go se hace nece­sa­rio repa­sar con más dete­ni­mien­to esa reali­dad que algu­nos quie­ren sim­pli­fi­car en torno a un solo nom­bre, al Qaeda.

En su momen­to bin Laden y otros diri­gen­tes logra­ron poner en mar­cha una orga­ni­za­ción con un man­do cen­tra­li­za­do, pero que con el paso del tiem­po se ha ido trans­for­man­do en una reali­dad más com­ple­ja y dis­per­sa. La natu­ra­le­za del jiha­dis­mo trans­na­cio­nal ha ido cam­bian­do en estos últi­mos años, y a día de hoy al Qae­da es una red más que una orga­ni­za­ción con una sola cabeza.

La impor­tan­cia ideo­ló­gi­ca de bin Laden es evi­den­te, pero sobre todo no hay que olvi­dar que en torno suyo se sitúan otros per­so­na­jes que his­tó­ri­ca­men­te han teni­do mayor peso a la hora de apor­tar las teo­rías que han ins­pi­ra­do a los gru­pos jiha­dis­tas. Per­so­na­jes como Ayman al-Zawahi­ri u otros que a día de hoy con­for­man una nue­va gene­ra­ción de líde­res son sufi­cien­te garan­tía para que ese mun­do siga sien­do nutri­do de apor­ta­cio­nes ideo­ló­gi­cas clave.

Tras ese pri­mer círcu­lo o núcleo diri­gen­te, que cuen­ta a demás con dece­nas de mili­tan­tes en las regio­nes fron­te­ri­zas de Afga­nis­tán y Pakis­tán, el jiha­dis­mo trans­na­cio­nal ha incor­po­ra­do toda una serie de “gru­pos fran­qui­cia”, que reco­gen las influen­cias ideo­ló­gi­cas de al Qae­da (algu­nos inclu­so se adhie­ren for­mal­men­te a la mis­ma), pero que cuen­tan al mis­mo tiem­po con una agen­da pro­pia de carác­ter local.

Final­men­te, en ese com­ple­jo teji­do no hay que olvi­dar a las lla­ma­das célu­las autó­no­mas, ins­pi­ra­das por los dos gru­pos ante­rio­res y que pue­den ope­rar sin nin­gún lazo orga­ni­za­ti­vo con los mismos.

Los ante­ce­den­tes de la ope­ra­ción hay que situar­los en los inusua­les movi­mien­tos que el pro­pio bin Laden habría pro­ta­go­ni­za­do en las últi­mas sema­nas. Al pare­cer, hace un mes algún medio asiá­ti­co publi­có la sor­pre­sa que mani­fes­ta­ban dife­ren­tes sec­to­res de inte­li­gen­cia de Pakis­tán, Esta­dos Uni­dos y Ara­bia Sau­di­ta ante las reunio­nes que podría estar man­te­nien­do el pro­pio bin Laden, y que sig­ni­fi­ca­ban al mis­mo tiem­po la nece­si­dad de des­pla­zar­se a dife­ren­tes luga­res. Según esas mis­mas fuen­tes, los acon­te­ci­mien­tos en el mun­do ára­be habían “obli­ga­do” al diri­gen­te de al Qae­da a con­tac­tar con algu­nas per­so­nas para rede­fi­nir una nue­va línea estra­té­gi­ca. En ese sen­ti­do, se bus­ca­ría “capi­ta­li­zar las revuel­tas del mun­do ára­be, la lucha del pue­blo pales­tino y rede­fi­nir su papel en Afga­nis­tán”, don­de la resis­ten­cia con­tra la ocu­pa­ción esta­dou­ni­den­se se pre­pa­ra para una ofen­si­va inminente.

Esa acti­vi­dad fre­né­ti­ca de bin Laden ponía en cues­tión las dudas sobre su capa­ci­dad de con­tro­lar o diri­gir al Qae­da en su con­jun­to, y le otor­ga­ban a su per­so­na algo más que un mero sim­bo­lis­mo refe­ren­cial. No obs­tan­te sería un error no enmar­car esa situa­ción en la trans­for­ma­ción que duran­te los últi­mos años se ha veni­do mate­ria­li­zán­do­se en ese com­ple­jo mun­do en torno a al Qaeda.

Tras la muer­te de bin Laden muchas voces anti­ci­pan un cam­bio en el esce­na­rio béli­co regio­nal, así como algún tipo de res­pues­ta jiha­dis­ta en otros luga­res del mun­do. Por un lado, hay quien sos­tie­ne que este ata­que pue­de sig­ni­fi­car el tras­la­do de la cen­tra­li­dad de la gue­rra de Afga­nis­tán a Pakis­tán, o en el peor de los casos de una com­bi­na­ción béli­ca en ambos esta­dos. La par­ti­ci­pa­ción o cola­bo­ra­ción de los diri­gen­tes y mili­ta­res paquis­ta­níes ha supues­to una decla­ra­ción de gue­rra por par­te de la mili­tan­cia jiha­dis­ta local, que ha pues­to en mar­cha los meca­nis­mos para ata­car a los pila­res del sta­tus quo paquistaní.

La pér­di­da de bin Laden es un duro gol­pe, sobre todo sim­bó­li­co, para el jiha­dis­mo trans­na­cio­nal. Sin embar­go a día de hoy ese mun­do cuen­ta con impor­tan­tes ideó­lo­gos, pro­pa­gan­dis­tas y estra­te­gas, que sin duda algu­na segui­rán ges­tan­do su apues­ta ideo­ló­gi­ca y militar.

Para ello cuen­tan con la reso­nan­cia de su men­sa­je en todo el mun­do, con la uti­li­za­ción de los medios tec­no­ló­gi­cos más moder­nos, como Inter­net, para ase­gu­rar­se que su men­sa­je lle­ga a todos los rin­co­nes, sin olvi­dar tam­po­co la impor­tan­te pro­duc­ción de libros, dvds y otros sopor­tes que inun­dan los mer­ca­dos y calles de los luga­res don­de de encuen­tran sus poten­cia­les seguidores.

Ade­más, cuen­tan con la capa­ci­dad de trans­for­mar a esos con­su­mi­do­res en poten­cia­les pro­duc­to­res de la ideo­lo­gía cita­da, y al mis­mo tiem­po son cons­cien­tes de la nece­si­dad de apro­ve­char la infla­ma­ción regio­nal a tra­vés de ese aba­ni­co de gru­pos fran­qui­cia que ope­ran por el mundo.

Des­de Washing­ton se afir­ma que ha caí­do “el enemi­go núme­ro 1”, y sus alia­dos occi­den­ta­les le hacen el coro, obvian­do que tras la muer­te de bin Laden ya se han pues­to en mar­cha sus suce­so­res y que pro­ba­ble­men­te esta nue­va gene­ra­ción jiha­dis­ta quie­ra ven­gar la muer­te de su nue­vo mártir.

TXENTE REKONDO.- Gabi­ne­te Vas­co de Aná­li­sis Inter­na­cio­nal (GAIN)

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