Mi ausen­cia en el C.C (+ Fotos) – Fidel Castro

Cono­cía el infor­me del com­pa­ñe­ro Raúl al Sex­to Con­gre­so del Partido.

Me lo había mos­tra­do varios días antes por su pro­pia ini­cia­ti­va, como hizo con muchos otros asun­tos sin que yo lo soli­ci­ta­ra, por­que había dele­ga­do, como ya expli­qué, todos mis car­gos en el Par­ti­do y el Esta­do en la Pro­cla­ma del 31 de julio de 2006.

Hacer­lo era un deber que no vaci­lé un ins­tan­te en cumplir.

Sabía que mi esta­do de salud era gra­ve pero esta­ba tran­qui­lo, la Revo­lu­ción segui­ría ade­lan­te; no era su momen­to más difí­cil des­pués que la URSS y el Cam­po Socia­lis­ta habían des­apa­re­ci­do. Bush esta­ba en el trono des­de el 2001 y tenía desig­na­do un gobierno para Cuba pero una vez más, mer­ce­na­rios y bur­gue­ses se que­da­ron con las male­tas y baú­les en su dora­do exilio.

Los yan­kis, ade­más de Cuba, tenían aho­ra otra Revo­lu­ción en Vene­zue­la. La estre­cha coope­ra­ción entre ambos paí­ses pasa­rá tam­bién a la his­to­ria de Amé­ri­ca como ejem­plo del enor­me poten­cial revo­lu­cio­na­rio de los pue­blos con un mis­mo ori­gen y una mis­ma historia.

Entre los muchos pun­tos abor­da­dos en el pro­yec­to de Infor­me al Sex­to Con­gre­so del Par­ti­do, uno de los que más me intere­só fue el que se rela­cio­na con el poder. Tex­tual­men­te expre­sa: “…hemos arri­ba­do a la con­clu­sión de que resul­ta reco­men­da­ble limi­tar, a un máxi­mo de dos perío­dos con­se­cu­ti­vos de cin­co años, el desem­pe­ño de los car­gos polí­ti­cos y esta­ta­les fun­da­men­ta­les. Ello es posi­ble y nece­sa­rio en las actua­les cir­cuns­tan­cias, bien dis­tin­tas a las de las pri­me­ras déca­das de la Revo­lu­ción, aún no con­so­li­da­da y por demás some­ti­da a cons­tan­tes ame­na­zas y agresiones.”

Me agra­dó la idea. Era un tema sobre el que yo había medi­ta­do mucho. Acos­tum­bra­do des­de los pri­me­ros años de la Revo­lu­ción a leer todos los días los des­pa­chos de las agen­cias de noti­cias, cono­cía el desa­rro­llo de los acon­te­ci­mien­tos en nues­tro mun­do, acier­tos y erro­res de los Par­ti­dos y los hom­bres. Abun­dan los ejem­plos en los últi­mos 50 años.

No los cita­ré, para no exten­der­me ni herir sus­cep­ti­bi­li­da­des. Alber­go la con­vic­ción de que el des­tino del mun­do podía ser en este momen­to muy dis­tin­to sin los erro­res come­ti­dos por líde­res revo­lu­cio­na­rios que bri­lla­ron por su talen­to y sus méri­tos. Tam­po­co me hago la ilu­sión de que en el futu­ro la tarea será más fácil, sino al revés.

Digo sim­ple­men­te lo que a mi jui­cio con­si­de­ro un deber ele­men­tal de los revo­lu­cio­na­rios cuba­nos. Mien­tras más peque­ño sea un país y más difí­ci­les las cir­cuns­tan­cias, más obli­ga­do está a evi­tar errores.

Debo con­fe­sar que no me preo­cu­pé real­men­te nun­ca por el tiem­po que esta­ría ejer­cien­do el papel de Pre­si­den­te de los Con­se­jos de Esta­do y de Minis­tros y Pri­mer Secre­ta­rio del Par­ti­do. Era ade­más, des­de que des­em­bar­ca­mos, Coman­dan­te en Jefe de la peque­ña tro­pa que tan­to cre­ció más tar­de. Des­de la Sie­rra Maes­tra había renun­cia­do a ejer­cer la pre­si­den­cia pro­vi­sio­nal del país des­pués de la vic­to­ria que des­de tem­prano avi­zo­ré para nues­tras fuer­zas, bas­tan­te modes­tas toda­vía en 1957; lo hice por­que ya las ambi­cio­nes con rela­ción a ese car­go esta­ban obs­tru­yen­do la lucha.

Fui casi obli­ga­do a ocu­par el car­go de Pri­mer Minis­tro en lo meses ini­cia­les de 1959.

Raúl cono­cía que yo no acep­ta­ría en la actua­li­dad car­go alguno en el Par­ti­do; él había sido siem­pre quien me cali­fi­ca­ba de Pri­mer Secre­ta­rio y Coman­dan­te en Jefe, fun­cio­nes que como se cono­ce dele­gué en la Pro­cla­ma seña­la­da cuan­do enfer­mé gra­ve­men­te. Nun­ca inten­té ni podía físi­ca­men­te ejer­cer­las, aún cuan­do había recu­pe­ra­do con­si­de­ra­ble­men­te la capa­ci­dad de ana­li­zar y escribir.

Sin embar­go, él nun­ca dejó de trans­mi­tir­me las ideas que proyectaba.

Sur­ge otro pro­ble­ma: la Comi­sión Orga­ni­za­do­ra esta­ba dis­cu­tien­do el núme­ro total de miem­bros del Comi­té Cen­tral que debían pro­po­ner al Con­gre­so. Con muy buen cri­te­rio, ésta apo­ya­ba la idea sos­te­ni­da por Raúl de que en el seno del Comi­té Cen­tral se incre­men­ta­ra la pre­sen­cia del sec­tor feme­nino y el de los des­cen­dien­tes de escla­vos pro­ce­den­tes de Áfri­ca. Ambos eran los más pobres y explo­ta­dos por el capi­ta­lis­mo en nues­tro país.

A su vez, había algu­nos com­pa­ñe­ros que, ya por sus años o su salud, no podrían pres­tar muchos ser­vi­cios al Par­ti­do, pero Raúl pen­sa­ba que sería muy duro para ellos excluir­los de la lis­ta de can­di­da­tos. No vaci­lé en suge­rir­le que no se exclu­ye­ra a esos com­pa­ñe­ros de tal honor, y aña­dí que lo más impor­tan­te era que yo no apa­re­cie­ra en esa lista.

Pien­so que he reci­bi­do dema­sia­dos hono­res. Nun­ca pen­sé vivir tan­tos años; el enemi­go hizo todo lo posi­ble por impe­dir­lo, incal­cu­la­ble núme­ro de veces inten­tó eli­mi­nar­me, y yo muchas veces “cola­bo­ré” con ellos.

A tal rit­mo avan­zó el Con­gre­so que no tuve tiem­po de trans­mi­tir una pala­bra sobre el asun­to antes de que reci­bie­ran las boletas.

Alre­de­dor del medio­día Raúl me envió con su ayu­dan­te una bole­ta, y pude ejer­cer así mi dere­cho al voto como dele­ga­do al Con­gre­so, honor que los mili­tan­tes del Par­ti­do en San­tia­go de Cuba me otor­ga­ron sin que yo supie­ra una pala­bra. No lo hice mecá­ni­ca­men­te. Leí las bio­gra­fías de los nue­vos miem­bros pro­pues­tos. Son per­so­nas exce­len­tes, varias de las cua­les había cono­ci­do en el lan­za­mien­to de un libro sobre nues­tra gue­rra revo­lu­cio­na­ria en el Aula Mag­na de la Uni­ver­si­dad de La Haba­na, en los con­tac­tos con los Comi­tés de Defen­sa de la Revo­lu­ción, las reunio­nes con los cien­tí­fi­cos, con los inte­lec­tua­les y en otras acti­vi­da­des. Voté y has­ta pedí fotos del momen­to en que ejer­cía ese derecho.

Recor­dé tam­bién que me fal­ta bas­tan­te toda­vía de la his­to­ria sobre la Bata­lla de Girón. Tra­ba­jo en ella y estoy com­pro­me­ti­do a entre­gar­la pron­to; ten­go en men­te ade­más escri­bir sobre otro impor­tan­te acon­te­ci­mien­to que vino después.

¡Todo antes de que el mun­do se acabe!

¿Qué les parece?

Fidel vota por el nuevo Comité Central del Partido Foto: Alex CastroFidel vota por el nue­vo Comi­té Cen­tral del Par­ti­do Foto: Alex Castro/​Cubadebate 
Fidel vota por el nuevo Comité Central del Partido Foto: Alex CastroFidel vota por el nue­vo Comi­té Cen­tral del Par­ti­do Foto: Alex Castro/​Cubadebate 
Fidel vota por el nuevo Comité Central del Partido Foto: Alex CastroFidel vota por el nue­vo Comi­té Cen­tral del Par­ti­do Foto: Alex Castro/​Cubadebate 
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Foto: Alex Castro

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