“La avaricia ilimitada, el poder empresarial sin restricción y una adicción feroz al petróleo extranjero, nos ha llevado a una era de guerra perpetua y declive económico… Es fácil entrar al horror de la guerra, pero casi imposible encontrar empleo y educar a los jóvenes. “(Bob Herbert columnista del New York times)
Antes fue el trío de las Azores, ahora les llaman el trío de la muerte. Se trata del “premio de la Paz…” Obama, Camerón y el acomplejado jacobino de Sarkozy.
El Sadám Husein o el apestado de turno, el tal Gadafi. El endiosado cacique, otrora colega de pingües negocios. Ahora el rufián, el sanguinario, el orate visionario, el diablo cojuelo y mucho más.
Gadafi, cierto… y Camerón, Obama, Sarkozy, Berlusconi y nuestro Jose Luis… ‑por citar algunos de estos pajarracos (la Merkel, listilla, huyó de la quema)- como que son de la misma especie.
Es decir, en lo que a moralidad, honestidad y humanidad (humanismo) se refiere, todos…toditos todos, pura bazofia. Estos son los que nos hunden el planeta, sin remisión.
A esto sin duda aludía Bob Herbert.
Y todos sabemos que si la vida de un palestino, irakí, somalí etc…etc., les ha importado un carajo, la de un libio ídem de ídem. Y que no nos venga toda esta sinvergüencería gobernante con moralinas.
Hace tiempo que no les creemos, que no sólo son muy malos, que incluso se entrenan. Y que el peligro no son ellos, sino todos los atorrantes que les elegimos… bueno más exacto, que les elijen…
(Juro que un servidor no. Que siempre me sitúo frontalmente en su contra y que me parece que de poco sirve, pero mira…)
Porque así porque sí, como sin comerlo ni beberlo, nos han metido en Libia, como sembradores de miseria y muerte, de prometedoras venenosas democracias que al final se quedan en pura mercachiflería y espirales de odio…
Y que es el precio del dominio del petróleo, el de Irak, Sáhara, Arabia Saudita, etc. El que occidente ignora – es decir, prefiere ignorar-.
Porque detrás del lujo o comodidad de nuestros coches, hay un macabro derroche de vidas humanas.
Que bueno, que en definitiva condeno todas estas guerras humanitarias, que tienen de humanitarias lo que la política de justicia o la Banca di Roma de Porciúncula…
Y que las dosis de hipocresía de nuestros lides guerreros son pantagruélicas.
¿Que blindan todas las fronteras para que no entren armas? Puro engaño y chanchullo…
¿Porque no explican quienes son los grandes negociantes que bajo manga cuelan metralla y ferralla, para que el conflicto perdure.? (Mientras, la canalla financiera, nos dispara el precio del petróleo)
Que ya sabemos que son momentos en que las fábricas de armamento bullen hasta reventar.
Lo cierto es que contra nuestra voluntad, a muchos ciudadanos nos meten en esta asquerosa dinámica de terror y destrucción. Lo que significa que una parte bastante considerable de nuestros impuestos, son dedicados a mantener las plagas de los jinetes del apocalipsis.
Es uno de los efectos estructurales de los grandes imperios, que suscitan y sustentan grandes guerras, grandes trusts tan sanguinarios como inhumanos, grandes financieras que todo lo devoran, grandes catástrofes energéticas, nucleares, etc…etc…
Los vascos tenemos grandes razones para maldecir los grandes imperios…
En los grandes estados, el gobernante queda muy distanciado del ciudadano; este percibe que sus pequeños o grandes problemas le resbalan al lejano gobernante.
Los grandes estados son proclives a crear sociedades gregarias para mejor acallar cualquier tipo de contestación.
Sociedades sumisas, dormidas, acríticas e imbéciles… Sociedades que como analiza B. Herbert, entrarán como estúpidas en el horror de la guerra y permanecerán atontadas o adormecidas ante la escasez de empleo.
Debemos de hablar de sociedades intelectualmente desestructuradas y embrutecidas.
Dramáticamente resignadas, ante estos sistemas de gobernanza bipartidistas que no te ofrecen más alternativa que la mediocridad y el caos.
Los que creemos que tan sólo una revolución moral y educativa planetaria puede enderezar este marchamo hacia el caos, somos conscientes de la urgencia de una necesaria eclosión de principios y valores.
Una revolución que de momento no parece estar al alcance ni de la corrupta generación actual de gobernantes –la nuestra‑, ni de las intenciones de nuestros delfines y cachorros (es decir, de nuestros hijos).
Los estados que las mayorías elegimos, promocionan la estupidez y la alienación de las masas, y sobre todo –y esto es lo más alarmante– la de las jóvenes generaciones. Esto es evidente.
Los gobiernos (con la anuencia de jueces corruptos) la sociedad y fundamentalmente los medios (estos muy conscientemente), hemos inficionado y abotargado a la juventud e infancia con un pasotismo existencial y con prácticas insolidarias, clasistas, racistas, nepotistas, arribistas… ‑y hasta si se quiere delictivas o transgresoras, con tal de que sirvan para el medro- .
Es alarmante, esta teledirigida estupidez y conformismo de gran parte de la juventud.
Es por lo que pensamos que con tales estados, podemos despedirnos de un mundo más justo, más solidario, más habitable, es decir sostenible.
He insinuado que los vascos no queremos los grandes imperio o estados. Siempre nos han ido mal.
Quizás porque por nuestra idiosincrasia, siempre nos hemos presentado como un pueblo sin más ambiciones que las de vivir más o menos arcádicamente dentro de nuestras escasas fronteras. Era todo lo que necesitábamos.
Personalmente creo que los grandes imperios y las grandes globalizaciones, nos han empobrecido cuando no envilecido. De ahí mi creencia en la reestructuración de la gobernanza del mundo a partir del mundo de los pueblos, en contraposición al mundo de los grandes imperios o estados, amasados con guerras y opresiones…
La globalización, ha podido contribuir en cierta medida a la difusión de ciertos avances tecnológicos… Avances que por otra parte han coartado el humanismo, la policromía cultural y sobre todo los valores y principios morales que aportó tanto el citado humanismo como la filosofía ‑y si se quiere la teología- de la solidaridad universal.
No hemos podido contrarrestar el pasotismo, o el botellón o la incultura o…en fin, digamos el aborregamiento, con el goce de las artes, de la ecología, de la lucha por la justicia etc…
Sin duda las viejas generaciones, nos quemamos, o nos dormimos en los laureles o sin más por indolencia, nos pasamos con armas y bagajes a los parámetros del cohecho moral y todo eso…
Lo que esta meridianamente claro es que occidente se desmorona y más en concreto por lo que nos toca de cerca, el estado español, pésima amalgama de gobernantes intelectualmente cutres, inicuos y sin recursos, empresarios y banqueros ladrones y una sociedad aletargada que los soporta a cambio de algún hito deportivo o de enredos con un cotilleo o famoseo o de ese glamour ridículo con aromas de aprisco. (que si al menos fuera de aprisco….)
¿Un paso para enderezar esto sería empezar por la reconstrucción del estado navarro?
-Ya estamos con el rollo de siempre, dirán los habituales decidores oficiales-
-Oye, que por algún lado hay que empezar…¿Por qué no por este?