¿A qué vie­nes esto? – Mikel Arizaleta

Judíos y cris­tia­nos poseen escri­tu­ras san­tas, creen que son his­to­rias, narra­cio­nes de hechos acae­ci­dos. Y las toman lite­ral­men­te, sal­vo mati­ces, por­que ates­ti­guan ser pala­bra y reve­la­ción de Dios. Poner en cues­tión la pro­ce­den­cia divi­na de sus escri­tu­ras san­tas mina­ría su fe y sus creen­cias. Muchos cris­tia­nos cre­yen­tes siguen pen­san­do que el Vie­jo y Nue­vo Tes­ta­men­to cuen­tan la his­to­ria real de la huma­ni­dad, en espe­cial la his­to­ria de Israel como cuna de su Dios. Con el estu­dio de la Biblia, el estu­dio de la his­to­ria, la inves­ti­ga­ción lite­ra­ria, los des­cu­bri­mien­tos arqueo­ló­gi­cos…, en fin, con el méto­do crí­ti­co-his­tó­ri­co se ha ido vien­do el barro de las narra­cio­nes, sus erro­res y su fal­sea­mien­to his­tó­ri­co, en defi­ni­ti­va que son anhe­los, mani­pu­la­cio­nes, obras huma­nas, pala­bra de hom­bre frá­gil pues­ta en boca de Dios al fin de dotar de base fir­me y eter­na al poder, a la sumi­sión y a la per­so­na arro­di­lla­da: el hom­bre arro­di­lla­do ante Dios.

El estu­dio serio ha ido abrien­do grie­tas en la estruc­tu­ra, el cono­ci­mien­to del pasa­do y los avan­ces del pre­sen­te han des­ve­la­do que sus ver­da­des son men­ti­ra, su his­to­ria es inven­to tar­dío, apo­lo­gía y pan­fle­to de gru­po. Sus ver­da­des reve­la­das son mitos vie­jos. Lo que antes fue ver­dad infa­li­ble y dog­ma, que cos­ta­ba la cabe­za al insu­mi­so, hoy no pasa de ser para estu­dio­sos un libro de cuen­tos más o menos bien escri­tos o suge­ren­tes: Ni hubo hui­da de Egip­to, ni éxo­do, ni Moi­sés per­te­ne­ció a la casa del faraón, ni María fue madre vir­gen, ni Jesu­cris­to resu­ci­tó, ni lo que se lee los domin­gos en misa es pala­bra de Dios sino ilu­sión huma­na. Eso sí, que­da librar­nos de esa cami­sa de fuer­za, que a lo lar­go de siglos nos amor­da­za la cul­tu­ra occi­den­tal de san­gre y sumi­sión, que quie­ren cul­ti­var con ayu­da de Yahvé

¿A qué vie­ne esto?

He vis­to a otro sane­drín del mis­mo pela­je, con pare­ci­dos acto­res en nues­tros días. Ves­ti­dos por den­tro y fue­ra con ropa­jes de dic­ta­du­ra. Ele­gi­dos a dedo entre una huma­ni­dad vete­ro­tes­ta­men­ta­ria. Caver­na, ver­du­gos, jus­ti­cia men­daz, su argu­men­ta­ción pro­vo­ca risa si su ven­gan­za no lle­va­ra muer­te. No se fían de Sor­tu, dudan de sus inten­cio­nes quie­nes callan ante la tor­tu­ra de 10.000, quie­nes aplau­den con el silen­cio a sus jefes que expor­tan gue­rra y muer­te, quie­nes no tie­nen tiem­po para los miles de niños lar­ga­men­te roba­dos a sus padres, ni tie­nen sen­ten­cias de con­de­na para sus fami­lia­res y ami­gos ante­pa­sa­dos, en suma, paren­te­la que con su putsch mili­tar ajus­ti­cia­ron a miles por leal­tad al poder legí­ti­mo. Nun­ca han vis­to mate­ria de con­de­na en la dic­ta­du­ra pade­ci­da, en el des­ca­la­bro obra­do, en los cam­pos de con­cen­tra­ción, en los bata­llo­nes de tra­ba­ja­do­res, en los miles que yacen 80 años des­pués ente­rra­dos en las ace­quias de los cami­nos, pero, eso sí, estos saga­ces vete­ro­tes­ta­men­ta­rios no se fían de Sor­tu. Uste­des, como los libros sagra­dos de cris­tia­nos y judíos, bus­can la sumi­sión, no la jus­ti­cia y la liber­tad de las gen­tes. Su jus­ti­cia es cuen­to gran­de, su poder pro­vo­ca­ría risa si su ven­gan­za no sig­ni­fi­ca­ra cár­cel y ence­rra­ra muer­te. Y, como el cuen­to bíbli­co, bus­can al vas­co arrodillado.

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