Que la satu­ra­ción de infor­ma­ción no nos blo­quee la capa­ci­dad de acción – Luis Ocampo

La his­to­ria ha entra­do en un pro­ce­so de ace­le­ra­ción y de nue­vo se pone en evi­den­cia la correc­ción de la con­cep­ción dia­léc­ti­ca mar­xis­ta; y lo erró­neo de la dia­léc­ti­ca hegeliana.

Por cier­to ¡cómo ha recu­pe­ra­do terreno el hege­lia­nis­mo! Pro­ba­ble­men­te, incons­cien­te­men­te en la mayo­ría de los casos, entre las gen­tes que se con­si­de­ran revo­lu­cio­na­rias, y segu­ra­men­te lo son en el plano subjetivo.

Esa ace­le­ra­ción se está dan­do no sólo en los pla­nos eco­nó­mi­cos, social, polí­ti­co y mili­tar, sino tam­bién en el de la acti­vi­dad pro­pia de la natu­ra­le­za. Ya sea esta con­di­cio­na­da por fac­to­res huma­nos, tal cual es el caso de los acci­den­tes nuclea­res y sus reper­cu­sio­nes medioam­bien­ta­les, ya sea con­di­cio­na­da por su pro­pio deve­nir, como es el caso de los terre­mo­tos y maremotos.

En cual­quier caso esta ace­le­ra­ción de tan­tas cosas a la vez, y sobre todo sus con­se­cuen­cias sobre la huma­ni­dad, nos pone ante la exi­gen­cia, a l@s revolucionari@s, de dar alter­na­ti­vas a la actual situa­ción. Alter­na­ti­vas pro­gre­sis­tas y que pasen prin­ci­pal­men­te por la sal­va­guar­da de la huma­ni­dad y de la natu­ra­le­za; y ello en el con­tex­to de un mun­do con valo­res pro­gre­sis­tas, de jus­ti­cia social, de res­pe­to a los dere­chos de los Pue­blos, de las muje­res, de las personas…

Un mun­do que es posi­ble cons­truir pero que se con­tra­po­ne abso­lu­ta­men­te al que hege­mó­ni­ca­men­te está en mar­cha en la actua­li­dad, impul­sa­do por el impe­ria­lis­mo, el neo­li­be­ra­lis­mo y el neofascismo.

Para derro­tar el pro­yec­to hege­mó­ni­co en mar­cha que nos lle­va direc­ta­men­te a la auto­des­truc­ción, es nece­sa­ria la con­fluen­cia de todas las ener­gías, que a todos los nive­les empu­jan en esa dirección.

Para derro­tar ese pro­yec­to huma­ni­ci­da, hace fal­ta levan­tar en cada Pue­blo un pro­yec­to liber­ta­dor y solidario.

Nece­si­ta­mos saber selec­cio­nar la infor­ma­ción, sepa­rar el grano de la paja, nece­si­ta­mos ser capa­ces de dar alter­na­ti­vas con­cre­tas a cada pro­ble­ma y situa­ción con­cre­ta, pero nece­si­ta­mos urgen­te­men­te, vital­men­te, estruc­tu­rar una refle­xión global.

Nece­si­ta­mos ser capa­ces de rea­li­zar un pro­ce­so de abs­trac­ción, en el sen­ti­do cien­tí­fi­co del tér­mino, sobre todo lo que está ocu­rrien­do en el mun­do, y a eso se le cono­ce tra­di­cio­nal­men­te como el pro­ce­so de cons­truc­ción de la »filo­so­fía revo­lu­cio­na­ria», en este caso para el siglo XXI.

Por supues­to que nos sir­ve de refe­ren­cia todo lo cons­trui­do has­ta aho­ra, pero no es sufi­cien­te, hay que avanzar.

De la mis­ma for­ma que las armas cien­tí­fi­cas cons­trui­das para luchar con­tra las epi­de­mias bac­te­ria­nas en los siglos XIX y XX fue­ron de gran uti­li­dad para esos obje­ti­vos, pero sería estú­pi­do apli­car­las mecá­ni­ca­men­te a la lucha con­tra las enfer­me­da­des víri­cas o prio­ni­cas. Con los pro­ble­mas de la lucha de cla­ses ocu­rre lo mismo.

Toda expe­rien­cia his­tó­ri­ca es váli­da, pero cada momen­to his­tó­ri­co con­cre­to nece­si­ta sus solu­cio­nes adecuadas.

Hoy pode­mos decir, en con­tra de lo que el enemi­go pre­ten­de trans­mi­tir­nos, que las cla­ses socia­les, des­de un pun­to de vis­ta obje­ti­vo, no sólo no han des­apa­re­ci­do sino que se han pola­ri­za­do has­ta extre­mos nun­ca cono­ci­dos en la his­to­ria de la humanidad.

El des­tino de miles de millo­nes de per­so­nas en todo el pla­ne­ta es mane­ja­do por unos pocos cien­tos de miles, o como mucho por unos poquí­si­mos millo­nes de per­so­nas, a los que podría­mos deno­mi­nar como los gran­des GERENTES: mili­ta­res, eco­nó­mi­cos, polí­ti­cos, mediá­ti­cos, socia­les y religiosos.

Esa asi­me­tría entre una mino­ría que no tie­ne otro obje­ti­vo, a cos­ta de lo que sea, de man­te­ner un nivel de vida de pri­vi­le­gios, abso­lu­ta­men­te demen­cia­les, injus­tos e incom­pa­ti­bles con la vida colec­ti­va; y una amplí­si­ma mayo­ría que aspi­ra o bien a sobre­vi­vir, o a man­te­ner unos están­da­res de vida dig­nos y viables.

Esa asi­me­tría como deci­mos es cada vez mayor y con­fi­gu­ra una con­tra­dic­ción abso­lu­ta­men­te anta­gó­ni­ca que no se resol­ve­rá si uno de sus polos no desaparece.

Hoy pode­mos decir, sin temor a equi­vo­car­nos, que la defen­sa de la huma­ni­dad y la natu­ra­le­za es una tarea autén­ti­ca­men­te revolucionaria.

Hoy la ban­de­ra del panhu­ma­nis­mo debe ser cogi­da fuer­te­men­te en nues­tras manos.

L@s comuner@s del SXXI tene­mos que asu­mir esa tarea y pre­pa­rar­nos para ella.

Luis Ocam­po, Iz​.Ca.

Cas­ti­lla a 18 de mar­zo de 2011.

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