Otra visión de Ecuador…Dax Tos­cano ( Visión crí­ti­ca en torno a la lucha popu­lar en el Ecua­dor y la izquier­da ecuatoriana )

El pre­sen­te tra­ba­jo tie­ne como obje­ti­vo hacer una expo­si­ción bre­ve sobre la lucha popu­lar en el Ecua­dor, así como algu­nos ele­men­tos que el autor con­si­de­ra iden­ti­fi­can a las orga­ni­za­cio­nes que se auto­pro­cla­man de izquier­da en el país.

Las refle­xio­nes que se pre­sen­tan a con­si­de­ra­ción para la dis­cu­sión y el deba­te pos­te­rior que se pue­da sus­ci­tar, par­ten de la uti­li­za­ción del méto­do del mate­ria­lis­mo his­tó­ri­co-dia­léc­ti­co cuya carac­te­rís­ti­ca fun­da­men­tal es el enten­di­mien­to de los pro­ce­sos, de la reali­dad social como una tota­li­dad con­cre­ta, vis­tos des­de su dimen­sión histórica.

El mar­xis­mo, enten­di­do como una filo­so­fía de la pra­xis, es decir la uni­dad dia­léc­ti­ca entre la teo­ría y la prác­ti­ca con miras a la trans­for­ma­ción de la reali­dad exis­ten­te, seña­la que los suje­tos del cam­bio social son los pueblos.

En la his­to­ria de lo que hoy es el Ecua­dor, des­de antes de la pri­me­ra inde­pen­den­cia, las luchas lle­va­das a cabo con­tra los opre­so­res han sido constantes.

El pue­blo ecua­to­riano ha demos­tra­do en diver­sas eta­pas de la his­to­ria, tener una gran capa­ci­dad para auto con­vo­car­se y auto orga­ni­zar­se, así como para espon­tá­nea­men­te levan­tar­se con­tra las injus­ti­cias socia­les. Ha exis­ti­do un nivel de con­cien­cia social que, si bien no res­pon­de a una com­pren­sión pro­fun­da de la reali­dad mis­ma, de las rela­cio­nes cau­sa­les que pro­vo­can los diver­sos hechos, en cier­ta for­ma si evi­den­cia una madu­rez polí­ti­ca en el pue­blo fren­te a los pro­ble­mas que enfren­ta en su dia­rio vivir.

Si bien esta reali­dad ha demos­tra­do tener sus limi­ta­cio­nes lo cual ha con­du­ci­do a come­ter muchos erro­res, tam­bién per­mi­te apre­ciar la volun­tad que exis­te entre la masa de des­po­seí­dos, de explo­ta­dos de enfren­tar a los deten­ta­do­res del poder cuan­do estos han come­ti­do un sin­nú­me­ro de abu­sos con­tra la población.

Esto no sig­ni­fi­ca, de nin­gu­na mane­ra, des­co­no­cer el papel que en esas luchas han juga­do per­so­na­li­da­des valio­sas, así como orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas de la izquier­da ecua­to­ria­na que supie­ron estar a la altu­ra de las cir­cuns­tan­cias his­tó­ri­cas en cada momen­to en que se pro­du­jo la pro­tes­ta social.

Lo que hay que com­pren­der es que el accio­nar de las masas ha supe­ra­do muchas veces el nivel de enten­di­mien­to de la reali­dad his­tó­ri­ca con­cre­ta de las orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas de izquier­da que, lamen­ta­ble­men­te, con­ti­núan pro­cla­mán­do­se, sin ser­lo real­men­te, la van­guar­dia de la revo­lu­ción ecua­to­ria­na, las mis­mas que al estar ale­ja­das de las masas, al ver­se como las pre­des­ti­na­das para diri­gir los pro­ce­sos de cam­bio, no han sabi­do cana­li­zar ade­cua­da­men­te las luchas sociales.

Quie­nes deten­tan el poder tie­nen como obje­ti­vo lograr que los pue­blos pier­dan su memo­ria his­tó­ri­ca. Las orga­ni­za­cio­nes de izquier­da tie­nen gran par­te de res­pon­sa­bi­li­dad al estar más preo­cu­pa­das de resal­tar sus pro­pios logros, de com­pe­tir entre ellas, lo cual les ha impe­di­do tener una visión más cla­sis­ta y menos par­ti­dis­ta de las jor­na­das glo­rio­sas de lucha lle­va­das a cabo por la cla­se tra­ba­ja­do­ra ecua­to­ria­na, estu­dian­tes, amas de casa, jubi­la­dos, indí­ge­nas, cam­pe­si­nos y otros sec­to­res popu­la­res en el país.

A la oli­gar­quía ecua­to­ria­na le intere­sa que que­den en el olvi­do esas luchas.

En el mejor de los casos, ya sea en los tex­tos de his­to­ria ofi­cial, en las aulas o a tra­vés de los medios de comu­ni­ca­ción, se las pre­sen­ta como hechos epi­só­di­cos, anec­dó­ti­cos o sim­ple­men­te se ocul­tan las cau­sas reales que lle­va­ron a esas luchas, para pre­sen­tar­las vacia­das de con­te­ni­do. La lucha social es exhi­bi­da como algo fol­cló­ri­co, saca­do de con­tex­to. Se exal­tan las luchas del pasa­do que son con­ta­das o expues­tas en for­ma de rela­tos, don­de apa­re­cen héroes, vale­ro­sos com­ba­tien­tes y mal­va­dos per­so­na­jes. Jamás se topa que se ha tra­ta­do de luchas con­tra la explo­ta­ción, con­tra la pro­pie­dad pri­va­da, en otras pala­bras con­flic­tos de carác­ter clasista.

La pro­tes­ta social en el pre­sen­te, sobre todo cuan­do reba­san los lími­tes per­mi­ti­dos por las pro­pias oli­gar­quías y sus apa­ra­tos de con­trol social, son sata­ni­za­das, son cues­tio­na­das por afec­tar el orden impe­ran­te. “Uni­dad nacio­nal, paz” son los men­sa­jes que cons­tan­te­men­te emi­ten la bur­gue­sía ecua­to­ria­na y sus pro­pa­gan­dis­tas mediáticos.

Este dis­cur­so ofi­cial debe desmitificarse.

El Ecua­dor no ha sido, ni es una “isla de paz”, por­que exis­ten con­tra­dic­cio­nes socia­les que se han expre­sa­do y se expre­san, de una u otra mane­ra, a tra­vés de la lucha de cla­ses. Hablar de “uni­dad nacio­nal”, de “un país para todos”, dejan­do de lado este hecho, solo bene­fi­cia a quie­nes deten­tan el poder real en el Ecuador.

Bas­ta recor­dar que bajo ese pre­tex­to de “evi­tar que el país se con­vier­ta en otra Colom­bia”, de que debía seguir sien­do la tal men­ta­da “isla de paz”, se jus­ti­fi­có la bru­tal repre­sión des­ata­da por el gobierno de León Febres Cor­de­ro a media­dos de la déca­da de 1980 con­tra las orga­ni­za­cio­nes de la izquier­da ecua­to­ria­na, levan­ta­das o no en armas. De igual mane­ra, bajo el cri­te­rio de la “uni­dad nacio­nal”, ante el con­flic­to con el Perú en el año 1995, se pre­ten­dió ocul­tar los actos de corrup­ción del gobierno de Six­to Durán Ballén.

La vio­len­cia social y del Esta­do bur­gués se ocul­ta. Los pro­pa­gan­dis­tas de la oli­gar­quía ponen énfa­sis en los hechos delin­cuen­cia­les cuan­do topan el tema de la vio­len­cia. Pero la vio­len­cia gene­ra­da como resul­ta­do de la exis­ten­cia de la pro­pie­dad pri­va­da y, por ende, de la explo­ta­ción social de una cla­se social sobre otra, no es dig­na de tomar­se en cuenta.

De esa mane­ra ter­gi­ver­san la historia.

La cla­se tra­ba­ja­do­ra ecua­to­ria­na, some­ti­da a una bru­tal explo­ta­ción, ha sido víc­ti­ma de la cruel­dad ejer­ci­da por el Esta­do oli­gár­qui­co que median­te el uso de la fuer­za ha pre­ten­di­do dete­ner la lucha por rei­vin­di­ca­cio­nes socia­les, hacia como por la cons­truc­ción de una socie­dad más jus­ta y más humana.

Pese a ello, varias han sido las accio­nes de rebel­día, de pro­tes­ta social e insu­rrec­ción que la cla­se tra­ba­ja­do­ra y los sec­to­res popu­la­res han lle­va­do ade­lan­te con­tra los gober­nan­tes de turno, que no han sido sino los repre­sen­tan­tes de los gru­pos de poder eco­nó­mi­co nacio­na­les como internacionales.

Joa­quín Galle­gos Lara en su obra “Las cru­ces sobre el agua”, expo­ne la situa­ción de la cla­se tra­ba­ja­do­ra allá por la déca­da de 1920, cuan­do el capi­ta­lis­mo empe­za­ba a con­so­li­dar­se en el Ecua­dor. Los obre­ros del puer­to de Gua­ya­quil, así como otros sec­to­res entre los que se inclu­yen has­ta las tra­ba­ja­do­ras sexua­les, se levan­ta­ron con­tra el gobierno de José Luis Tama­yo para exi­gir mejo­res con­di­cio­nes de vida. La res­pues­ta fue la repre­sión y el ase­si­na­to de quie­nes pro­tes­ta­ron aquel 15 de noviem­bre de 1922. Los cadá­ve­res fue­ron cor­ta­dos en el vien­tre y lan­za­dos al río Guayas.

El pen­sa­dor mar­xis­ta Agus­tín Cue­va en su obra “El Pro­ce­so de Domi­na­ción Polí­ti­ca en el Ecua­dor”, hace un estu­dio pro­fun­do de las polí­ti­cas lle­va­das a cabo por los gru­pos oli­gár­qui­cos ecua­to­ria­nos para con­so­li­dar su poder, así como la res­pues­ta de la cla­se tra­ba­ja­do­ra y los sec­to­res popu­la­res fren­te a sus explo­ta­do­res. Agus­tín Cue­va des­en­mas­ca­ra la con­di­ción de enemi­gos del pue­blo de la oli­gar­quía crio­lla y su ser­vi­lis­mo a los intere­ses de las poten­cias extran­je­ras y sus orga­nis­mos internacionales.

No ha fal­ta­do en el Ecua­dor las cru­za­das anti­co­mu­nis­tas para jus­ti­fi­car la repre­sión al movi­mien­to popu­lar. Pre­ci­sa­men­te en la déca­da de 1960 se lle­vó ade­lan­te una cam­pa­ña en este sen­ti­do para enfren­tar las supues­tas “infil­tra­cio­nes comu­nis­tas” en el país. La lucha lle­va­da a cabo por los estu­dian­tes uni­ver­si­ta­rios, por los docen­tes fue muy impor­tan­te para opo­ner­se a la Jun­ta Militar.

En 1977 tuvo lugar una nue­va esca­la­da repre­si­va con­tra el movi­mien­to obre­ro ecua­to­riano. El 18 de octu­bre de 1977 se pro­du­ce la matan­za de los tra­ba­ja­do­res del inge­nio azu­ca­re­ro Aztra. Una vez más, fue una Jun­ta de mili­ta­res la que orde­nó la masa­cre con­tra el pue­blo. Agus­tín Cue­va seña­la que orga­ni­za­cio­nes vin­cu­la­das al magis­te­rio como la Unión Nacio­nal de Edu­ca­do­res (UNE) y la Fede­ra­ción de Estu­dian­tes Uni­ver­si­ta­rios (FEUE) fue­ron ile­ga­li­za­das por los gori­las de turno.

A par­tir de la déca­da de 1980 la oli­gar­quía ven­de patria pre­ten­de­rá con­so­li­dar la apli­ca­ción del mode­lo neo­li­be­ral. Los gobier­nos que se suce­die­ron uno a otro apun­ta­ron en esa dirección.

Osval­do Hur­ta­do, de la Demo­cra­cia Cris­tia­na, bene­fi­cio a los empre­sa­rios con la apli­ca­ción de la sucre­ti­za­ción de la deu­da que estos man­te­nían con acree­do­res extran­je­ros. El Esta­do paga­ba en dóla­res a los acree­do­res y los empre­sa­rios en sucres (mone­da de ese enton­ces) al Esta­do ecua­to­riano, a un tipo de cam­bio estable.

Los estu­dian­tes pro­tes­ta­ron con valen­tía con­tra cada medi­da anti­po­pu­lar de ese gobierno.

Duran­te el gobierno del Fren­te de Recons­truc­ción Nacio­nal, pre­si­di­do por León Febres Cor­de­ro, se apli­có la polí­ti­ca de terro­ris­mo de Esta­do. Este régi­men, que como seña­la Agus­tín Cue­va, res­pon­día a la polí­ti­ca del gobierno yan­qui coman­da­do por Ronald Reagan, se carac­te­ri­zó por el ejer­ci­cio bru­tal de la repre­sión poli­cial y mili­tar, la tor­tu­ra, el ase­si­na­to, la des­apa­ri­ción como lo deja cla­ra­men­te evi­den­cia­do el infor­me de la Comi­sión de la Ver­dad, crea­da bajo el man­da­to del pre­si­den­te Rafael Correa.

Pese a esto, la lucha popu­lar no cejó y fue­ron cons­tan­tes las huel­gas nacio­na­les y las accio­nes de pro­tes­ta con­tra el tirano.

El movi­mien­to Alfa­ro Vive Cara­jo (AVC), así como Mon­to­ne­ras Patria Libre hicie­ron pre­sen­cia con las armas, a tra­vés de accio­nes ais­la­das, con­tra el gobierno social­cris­tiano. Lamen­ta­ble­men­te, el foquis­mo, el ale­ja­mien­to de las masas y la fal­ta de un pro­yec­to cla­ro des­de el pun­to de vis­ta polí­ti­co, más la repre­sión y las tareas de infil­tra­ción a estos movi­mien­tos, que se carac­te­ri­za­ron por la fal­ta de com­par­ti­men­ta­ción, les con­du­je­ron a la derrota.

El gobierno social­de­mó­cra­ta pre­si­di­do por Rodri­go Bor­ja no se dis­tin­guió del res­to de man­da­ta­rios en cuan­to a bene­fi­ciar al capi­tal, a suje­tar­se a las dis­po­si­cio­nes del FMI y a esta­ble­cer polí­ti­cas con­tra­rias a la cla­se tra­ba­ja­do­ra. En 1990 se dio el gran levan­ta­mien­to indí­ge­na, impor­tan­te en ese momen­to his­tó­ri­co cuan­do el capi­ta­lis­mo se enva­len­to­na­ba más fren­te a la caí­da del lla­ma­do “socia­lis­mo real”, movi­mien­to que a lo lar­go de esa déca­da tuvo una pre­sen­cia sig­ni­fi­ca­ti­va a tra­vés de las luchas lle­va­das a cabo con­tra el mode­lo neoliberal.

Lamen­ta­ble­men­te muchos de los diri­gen­tes indí­ge­nas se corrom­pie­ron, otros fue­ron coop­ta­dos a tra­vés de la entre­ga de becas, de “apo­yos” eco­nó­mi­cos brin­da­dos por la USAID, la NED y otros sim­ple­men­te se des­en­mas­ca­ra­ron como repre­sen­tan­tes del ala dere­cha den­tro de los indí­ge­nas. Bas­ta actual­men­te ver las actua­cio­nes de la seño­ra Lour­des Tibán, asam­bleís­ta de Pachakutik.

Ha exis­ti­do un cri­te­rio equi­vo­ca­do por par­te de cier­tos sec­to­res de inte­lec­tua­les de izquier­da de ver al movi­mien­to indí­ge­na como “puro, cas­to e inma­cu­la­do”, dejan­do de lado el hecho de que el patrón de inter­ac­ción social cla­sis­ta, que es el que más ran­go tie­ne, atra­vie­sa al étni­co. De igual mane­ra, con esos cri­te­rios se des­co­no­ce las ten­den­cias ideo­ló­gi­cas que exis­ten den­tro de los indí­ge­nas, muchas veces influen­cia­dos por los meca­nis­mos de alie­na­ción de las cla­ses que deten­tan el poder, las cua­les han logra­do que algu­nos sec­to­res den­tro del indi­ge­na­do se pon­gan a favor de sus polí­ti­cas, inclu­so uti­li­zan­do para ello polí­ti­cas asis­ten­cia­les y clien­te­la­res para lograr dicho apo­yo. Así lo ha reco­no­ci­do la diri­gen­te indí­ge­na Blan­ca Chancoso.

Esto evi­den­cia que la diri­gen­cia del movi­mien­to indí­ge­na no ha hecho un tra­ba­jo de con­cien­cia­ción polí­ti­ca pro­fun­do den­tro de las comu­ni­da­des, las cua­les muchas veces res­pon­den solo a con­sig­nas y a los lla­ma­dos rea­li­za­dos en for­ma ver­ti­cal por la diri­gen­cia, lo cual ha sido apro­ve­cha­do por los gobier­nos de turno para des­mo­vi­li­zar­los, divi­dir­los o cooptarlos.

En la segun­da mitad de la déca­da de 1990, el pue­blo ecua­to­riano, prin­ci­pal­men­te en la ciu­dad de Qui­to, se levan­tó con­tra los gobier­nos de Abda­lá Buca­ram (1997) y el de Jamil Mahuad (1999 y 2000). El pri­me­ro se carac­te­ri­zó por la corrup­ción, el nepo­tis­mo, la fal­ta de pla­ni­fi­ca­ción. El segun­do, que decía ser el hom­bre más capa­ci­ta­do para gober­nar el país, bene­fi­cio a los ban­que­ros a tra­vés del sal­va­ta­je del sis­te­ma finan­cie­ro, con­ge­lan­do los depó­si­tos de los aho­rran­tes, abrien­do el camino de la dola­ri­za­ción, imple­men­ta­da bajo el régi­men de su ex vice­pre­si­den­te, Gus­ta­vo Noboa Beja­rano. Mahuad per­mi­tió ade­más el esta­ble­ci­mien­to de una base mili­tar nor­te­ame­ri­ca­na en terri­to­rio ecua­to­riano, en la pro­vin­cia de Manabí.

Estu­dian­tes, amas de casa, jubi­la­dos, pro­fe­so­res, indí­ge­nas, tra­ba­ja­do­res par­ti­ci­pa­ron acti­va­men­te en la pro­tes­ta con­tra estos gobiernos.

La muer­te sor­pren­dió a muchas per­so­nas debi­do a las medi­das toma­das bajo el gobierno del pró­fu­go Mahuad, pues­to que sus aho­rros de toda la vida o los recur­sos pro­ve­nien­tes de su jubi­la­ción fue­ron con­ge­la­dos y se los dejó sin nada.

El aca­dé­mi­co Fran­cis­co Hidal­go Flor seña­la en un artícu­lo titu­la­do “La cons­truc­ción de una ten­den­cia con­tra­he­ge­mó­ni­ca al neo­li­be­ra­lis­mo: el caso del Ecua­dor” que el pue­blo ecua­to­riano en la segun­da mitad de la déca­da de 1990 se había pro­nun­cia­do mayo­ri­ta­ria­men­te en las urnas con­tra el mode­lo pri­va­ti­za­dor neo­li­be­ral, pese a lo cual la dere­cha polí­ti­ca, por enci­ma de este man­da­to popu­lar, ela­bo­ró un sin­nú­me­ro de leyes para apun­ta­lar ese mode­lo explotador.

Lucio Gutié­rrez, admi­ra­dor de Pino­chet y del régi­men anti­co­mu­nis­ta de Tai­wán, sube a la pre­si­den­cia envuel­to en un man­to pro­gre­sis­ta gra­cias a su par­ti­ci­pa­ción en el levan­ta­mien­to del 21 de enero de 2000 con­tra Mahuad, así como por el apo­yo que reci­bió de par­ti­dos de la izquier­da ecua­to­ria­na (MPD, PS, Pacha­ku­tik). Esas orga­ni­za­cio­nes no supie­ron iden­ti­fi­car las con­cep­cio­nes polí­ti­cas de este per­so­na­je que se decla­ró el mejor ami­go de los EEUU, que gober­nó acom­pa­ña­do de repre­sen­tan­tes de la ban­ca corrup­ta (Mario Canes­sa, Mau­ri­cio Pozo) y que brin­dó todo su apo­yo al régi­men fas­cis­toi­de de Álva­ro Uri­be en Colom­bia. Se man­tu­vie­ron en el gobierno y die­ron todo su res­pal­do a un régi­men que se some­tió al FMI, se alió a EEUU, al gobierno colom­biano y man­tu­vo una polí­ti­ca con­tra­ria a los regí­me­nes pro­gre­sis­tas de la región latinoamericana.

Gutié­rrez fue derro­ca­do el 20 de abril de 2005. Los días pre­vios a la caí­da, la repre­sión des­ata­da fue bru­tal por par­te de la poli­cía y el ejér­ci­to. Tam­bién hubo fuer­zas de cho­que paga­das por el gobierno para opo­ner­se a los “fora­ji­dos”, como cali­fi­có Lucio a sus opo­si­to­res. El fotó­gra­fo chi­leno, Julio Gar­cía murió pro­duc­to de la asfi­xia pro­vo­ca­da por los gases lacri­mó­ge­nos lan­za­dos por las fuer­zas represivas.

En este perío­do las masas demos­tra­ron una vez más una amplia capa­ci­dad de movi­li­za­ción, de auto orga­ni­za­ción, ini­cia­ti­va y crea­ti­vi­dad para la lucha. Se orga­ni­za­ron asam­bleas en las que hubo un inten­to de deba­tir sobre la cons­truc­ción de un país dife­ren­te. Sin embar­go, las pos­tu­ras anar­quis­tas y seu­do­de­mo­crá­ti­cas que recha­za­ban cual­quier for­ma de direc­ción y lide­raz­go, lle­va­ron al fra­ca­so a estas asam­bleas. Si bien fue posi­ti­vo el recha­zo a los par­ti­dos auto­de­no­mi­na­dos de izquier­da y que estu­vie­ron cer­ca­nos a Lucio, no se supo com­pren­der la nece­si­dad que des­de den­tro mis­mo del movi­mien­to debían ser ele­gi­dos repre­sen­tan­tes que per­mi­tan cana­li­zar de mejor for­ma esa lucha popu­lar, esta­ble­cer un pro­gra­ma de acción revo­lu­cio­na­ria y pun­tos con­cre­tos para lle­var­los a la prác­ti­ca en for­ma inme­dia­ta. Dis­cu­sio­nes sin pro­pues­tas pre­ci­sas no con­du­je­ron a nada.

Duran­te el gobierno de Alfre­do Pala­cios, las pro­tes­tas tam­bién estu­vie­ron pre­sen­tes, sobre todo con­tra las inten­cio­nes de fir­mar un tra­ta­do de libre comer­cio con los EEUU. Las movi­li­za­cio­nes desa­rro­lla­das por diver­sas orga­ni­za­cio­nes sin­di­ca­les, maes­tros, estu­dian­tes y varios movi­mien­tos socia­les tam­bién exi­gían la sali­da de la com­pa­ñía petro­le­ra esta­dou­ni­den­se OXY, impli­ca­da direc­ta­men­te en la finan­cia­ción del Plan Colom­bia y en la vio­la­ción de dis­po­si­cio­nes lega­les del orden jurí­di­co ecua­to­riano, pese a lo cual, y con el vis­to bueno del gobierno de Pala­cios, con­ti­nuó explo­tan­do, en for­ma ile­gal, más de 110.000 barri­les dia­rios de petró­leo, saquean­do los recur­sos del pue­blo ecuatoriano.

En ese ambien­te, el pue­blo ecua­to­riano, demos­tran­do un pro­fun­do nivel de com­pren­sión de la reali­dad his­tó­ri­ca con­cre­ta, recha­zó en las urnas al can­di­da­to de la dere­cha, el mul­ti­mi­llo­na­rio Álva­ro Noboa, quien per­dió las elec­cio­nes fren­te a Rafael Correa, can­di­da­to que enar­bo­ló el dis­cur­so de la izquier­da, el mis­mo que esta­ble­ció en su pro­yec­to un sin­nú­me­ro de pro­pues­tas que sin­te­ti­za­ban las aspi­ra­cio­nes inme­dia­tas del pue­blo ecua­to­riano y que tenían que ver en ese momen­to con el lla­ma­do a una Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te, la opo­si­ción radi­cal a la par­ti­do­cra­cia, la sali­da de la base grin­ga de Man­ta, la opo­si­ción a la fir­ma de un TLC con EEUU.

La Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te fue con­vo­ca­da. Como resul­ta­do de ello se ela­bo­ró una nue­va Car­ta Cons­ti­tu­cio­nal, la cual, más allá de las crí­ti­cas que des­de la izquier­da y la dere­cha polí­ti­ca en el país hayan hecho no solo en lo con­cer­nien­te a la par­te for­mal de su ela­bo­ra­ción, sino a sus con­te­ni­dos, cons­ti­tu­ye un nota­ble avan­ce para los sec­to­res popu­la­res, vul­ne­ra­bles del país, así como para la nación mis­ma, que, en cier­ta for­ma, ve garan­ti­za­da su sobe­ra­nía fren­te a las pre­sio­nes de poten­cias extran­je­ras, sus trans­na­cio­na­les, así como de orga­nis­mos finan­cie­ros internacionales.

No es el espa­cio para hacer un aná­li­sis del gobierno de Correa, sin embar­go si es opor­tuno seña­lar algu­nos hechos para com­pren­der lo que ha suce­di­do con la orga­ni­za­ción popu­lar, las movi­li­za­cio­nes del pue­blo y los movi­mien­tos polí­ti­cos iden­ti­fi­ca­dos con la izquier­da en el país.

Si bien es cier­to que duran­te este gobierno, que no ter­mi­na de rom­per con la dere­cha y que cada vez se iden­ti­fi­ca más con la social­de­mo­cra­cia, las orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas de izquier­da han sufri­do un pro­ce­so de des­mo­vi­li­za­ción, tam­bién es ver­dad que eso res­pon­de no solo a las polí­ti­cas apli­ca­das por el régi­men, sino a los erro­res mis­mos de esas organizaciones.

Es impor­tan­te, por lo tan­to, iden­ti­fi­car algu­nas cau­sas para que se haya pro­du­ci­do esa desmovilización.

En pri­mer lugar es pre­ci­so seña­lar la polí­ti­ca del gobierno que, a tra­vés de una pode­ro­sa cam­pa­ña de pro­pa­gan­da, ha com­ba­ti­do dura­men­te a las orga­ni­za­cio­nes socia­les y, prin­ci­pal­men­te, a su lide­raz­go, acu­sán­do­les de ser res­pon­sa­bles de la gene­ra­ción del caos y el males­tar en el país, ante lo cual se han toma­do un sin­nú­me­ro de medi­das para fre­nar su avan­ce como en el caso de los sin­di­ca­tos del petró­leo, del magis­te­rio y las orga­ni­za­cio­nes estu­dian­ti­les uni­ver­si­ta­rias. Las diri­gen­cias de esas orga­ni­za­cio­nes han vis­to afec­ta­dos sus intere­ses, pues­to que el gobierno ha fre­na­do muchos de sus pri­vi­le­gios como en el caso de la buro­cra­cia sin­di­cal de Petroe­cua­dor, así como de la Unión Nacio­nal de Edu­ca­do­res (UNE).

En segun­do lugar, la polí­ti­ca asis­ten­cial del gobierno para mejo­rar las con­di­cio­nes de vida de los sec­to­res más pobres, sin eli­mi­nar las cau­sas de la pobre­za, tam­bién ha cons­ti­tui­do un ele­men­to cla­ve por par­te del régi­men de Correa para des­mo­vi­li­zar a la izquier­da tradicional.

Algu­nas orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas de izquier­da ade­más apo­yan abier­ta­men­te al gobierno, como es el caso de los par­ti­dos Socia­lis­ta y Comu­nis­ta del Ecuador.

En ter­cer lugar, han sido las pro­pias orga­ni­za­cio­nes de izquier­da, las cua­les no han hecho la auto­crí­ti­ca nece­sa­ria, las que con su accio­nar han pro­vo­ca­do que las masas tomen dis­tan­cia de ellas. Un ejem­plo fue la posi­ción asu­mi­da por el MPD-PCMLE y sus orga­ni­za­cio­nes el 30 de sep­tiem­bre de 2010, cuan­do se pro­du­jo la inten­to­na gol­pis­ta con­tra el gobierno de Correa, brin­dan­do todo apo­yo a la poli­cía repre­si­va. La fal­ta de com­pren­sión de la reali­dad con­cre­ta por par­te de estas orga­ni­za­cio­nes les ha hecho man­te­ner igua­les posi­cio­nes que las de la dere­cha. Esto se debe, ade­más, a sus posi­cio­nes sectarias.

Lue­go de esta bre­ve revi­sión his­tó­ri­ca de las luchas popu­la­res en el Ecua­dor, así como de algu­nos cues­tio­na­mien­tos al accio­nar de la izquier­da ecua­to­ria­na, cabe plan­tear la siguien­te pregunta:

¿Por qué estas gran­des pro­tes­tas y movi­li­za­cio­nes no han posi­bi­li­ta­do la ins­tau­ra­ción de un gobierno iden­ti­fi­ca­do ple­na­men­te con los intere­ses del pue­blo, así como una cri­sis pro­fun­da del orden ins­ti­tu­cio­nal bur­gués en el Ecuador?

Las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les gol­pea­ron dura­men­te a la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Esto, en gran medi­da, gene­ró mie­do y pará­li­sis social entre la cla­se tra­ba­ja­do­ra. La ley se dise­ñó para repri­mir cual­quier inten­to de orga­ni­za­ción polí­ti­ca de los tra­ba­ja­do­res. Así, en la Ley para la Trans­for­ma­ción Eco­nó­mi­ca del Ecua­dor, publi­ca­da en el Regis­tro Ofi­cial del 13 de mar­zo del año 2000, se esta­ble­cie­ron refor­mas al Códi­go del Tra­ba­jo Ecua­to­riano, las mis­mas que abrie­ron el camino defi­ni­ti­vo para la con­tra­ta­ción tem­po­ra­ria, por horas, es decir la fle­xi­bi­li­za­ción laboral.

El mode­lo neo­li­be­ral sig­ni­fi­có no sola­men­te la apli­ca­ción de medi­das eco­nó­mi­cas en bene­fi­cio de los explo­ta­do­res y un sis­te­ma jurí­di­co legal repre­si­vo para garan­ti­zar el poder de la oli­gar­quía. La pene­tra­ción ideo­ló­gi­ca se hizo más fuer­te, hecho que se hizo más evi­den­te a raíz de la implo­sión de la Unión Sovié­ti­ca y la caí­da del muro de Ber­lín. En ese momen­to his­tó­ri­co se evi­den­ció las limi­ta­cio­nes seve­ras, en todo sen­ti­do, del movi­mien­to socia­lis­ta y comu­nis­ta ecuatoriano.

Sin embar­go, hay otras razo­nes por las cua­les la cla­se tra­ba­ja­do­ra ecua­to­ria­na no ha podi­do hacer fren­te a la bur­gue­sía crio­lla y al impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano en for­ma más efectiva.

Algu­nas de estas cau­sas son:

1. La estruc­tu­ra ver­ti­cal de las orga­ni­za­cio­nes de la izquier­da ecua­to­ria­na. No exis­te una ver­da­de­ra demo­cra­cia al inte­rior de estas orga­ni­za­cio­nes que repro­du­cen las mis­mas prác­ti­cas que las de la dere­cha polí­ti­ca. La crí­ti­ca, el deba­te y la con­tra­po­si­ción de ideas no se dan. La res­pues­ta es la des­ca­li­fi­ca­ción a quien emi­te cri­te­rios que cues­tio­nen su accio­nar. El dog­ma­tis­mo y el sec­ta­ris­mo, no han sido superados.

2. El ais­la­mien­to de las orga­ni­za­cio­nes de izquier­da de los sec­to­res popu­la­res. No hay un tra­ba­jo pro­fun­do jun­to al pue­blo, a las masas. Esto es resul­ta­do del ver­ti­ca­lis­mo que prac­ti­can, lo cual les hace creer que pue­den estar por enci­ma del pue­blo, por­que son los diri­gen­tes polí­ti­cos los que están pre­pa­ra­dos para diri­gir y el res­to para obedecer.

3. La exis­ten­cia de diri­gen­tes polí­ti­cos, sin­di­ca­les corrup­tos, que se han trans­for­ma­do en ver­da­de­ros buró­cra­tas, preo­cu­pa­dos más de satis­fa­cer sus intere­ses inme­dia­tos e indi­vi­dua­les. Entién­da­se aquí que cuan­do se habla de corrup­ción, no se hace refe­ren­cia sola­men­te a prác­ti­cas que tie­nen que ver con la dis­po­si­ción ile­gal de recur­sos eco­nó­mi­cos, sino con los víncu­los que esta­ble­cen, los pri­vi­le­gios que man­tie­nen como resul­ta­do de sus car­gos y el hecho mis­mo de no per­mi­tir que haya un deba­te demo­crá­ti­co al inte­rior de sus agru­pa­cio­nes políticas.

4. La limi­ta­da, esca­sa o nula for­ma­ción teó­ri­ca al inte­rior de las orga­ni­za­cio­nes de izquier­da, lo cual ha impe­di­do un desa­rro­llo efec­ti­vo de una con­cien­cia de cla­se y la com­pren­sión de la reali­dad con­cre­ta. Esto ha teni­do como con­se­cuen­cia, ade­más, que las orga­ni­za­cio­nes popu­la­res pier­dan la ini­cia­ti­va y la capa­ci­dad crea­ti­va en el pro­ce­so de la lucha social. Pri­ma más la acti­vi­dad pro­pa­gan­dís­ti­ca, que el tra­ba­jo de con­cien­cia­ción política.

5. La fal­ta de un pro­gra­ma polí­ti­co de trans­for­ma­ción revo­lu­cio­na­ria y social que les per­mi­ta a los tra­ba­ja­do­res enfren­tar en for­ma efec­ti­va a sus enemi­gos de cla­se, inter­nos y externos.

6. La pre­sen­cia de posi­cio­nes prag­má­ti­cas den­tro de la izquier­da que han con­du­ci­do a las diver­sas orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas a plan­tear las deno­mi­na­das metas “posi­bles y rea­lis­tas”, a tra­vés de las cua­les se ha exi­gi­do úni­ca­men­te mejo­ras sala­ria­les o la fir­ma de con­tra­tos colec­ti­vos, des­lin­dán­do­se de la lucha por la trans­for­ma­ción revo­lu­cio­na­ria del sis­te­ma explo­ta­dor capi­ta­lis­ta. Pri­man las pos­tu­ras refor­mis­tas, sobre las ver­da­de­ra­men­te revolucionarias.

7. La fal­ta de un pro­gra­ma polí­ti­co de trans­for­ma­ción social revo­lu­cio­na­ria ha dado paso a que se impon­gan las tesis refor­mis­tas, sos­te­ni­das sobre todo por los sec­to­res agru­pa­dos en la peque­ña bur­gue­sía, así como por los par­ti­dos social­de­mó­cra­tas (dis­fra­za­dos de izquier­da, como Alian­za País) y por figu­ras polí­ti­cas que sur­gen de la noche a la maña­na como líde­res socia­les que plan­tean que lo polí­ti­ca­men­te posi­ble y correc­to es luchar úni­ca­men­te por la demo­cra­ti­za­ción de la socie­dad, pero siem­pre den­tro de los már­ge­nes del sis­te­ma capitalista.

Fren­te a esta situa­ción, el pue­blo ecua­to­riano debe plan­tear­se como tareas inmediatas:

  1. Luchar por la cons­ti­tu­ción de una corrien­te revo­lu­cio­na­ria al inte­rior del movi­mien­to obre­ro ecua­to­riano que per­mi­ta com­ba­tir el buro­cra­tis­mo, la corrup­ción y la fal­ta de demo­cra­cia en las orga­ni­za­cio­nes de los tra­ba­ja­do­res ecuatorianos.
  2. Pro­pi­ciar la dis­cu­sión teó­ri­ca, el deba­te crí­ti­co y la con­fron­ta­ción de ideas.
  3. Ela­bo­rar un pro­gra­ma de acción don­de se sin­te­ti­cen las nece­si­da­des, los intere­ses y los fines de los dis­tin­tos sec­to­res socia­les dis­pues­tos a trans­for­mar revo­lu­cio­na­ria­men­te la socie­dad ecua­to­ria­na. No se pue­den admi­tir pac­tos con la bur­gue­sía crio­lla que es explo­ta­do­ra y proimperialista.
  4. Recu­pe­rar la ini­cia­ti­va y la crea­ti­vi­dad en la lucha social. Ser opti­mis­tas guar­dan­do el sen­ti­do de las proporciones.
  5. Luchar con­tra las posi­cio­nes prag­má­ti­cas, posi­bi­lis­tas y refor­mis­tas sin caer en el aven­tu­re­ris­mo y el espon­ta­neís­mo. Los tra­ba­ja­do­res ecua­to­ria­nos deben pen­sar que en la raíz del sis­te­ma capi­ta­lis­ta se encuen­tra la cau­sa de todos sus males, por lo cual se debe apun­tar a aca­bar con este sis­te­ma. Esto no sig­ni­fi­ca que no se deba luchar por cosas pun­tua­les e inme­dia­tas. Lo que debe estar cla­ro es que estas trans­for­ma­cio­nes sólo podrán ser lle­va­das a cabo en for­ma efec­ti­va por los pro­pios tra­ba­ja­do­res, cam­pe­si­nos, indí­ge­nas, estu­dian­tes y jubi­la­dos. Esto impli­ca que la lucha debe apun­tar a la toma del poder y por ende al derro­ca­mien­to de la cla­se domi­nan­te y la des­truc­ción de las ins­ti­tu­cio­nes del Esta­do burgués.
  6. Como par­te de esta lucha, el pue­blo ecua­to­riano y fun­da­men­tal­men­te la cla­se tra­ba­ja­do­ra debe lle­var ade­lan­te una polí­ti­ca inter­na­cio­na­lis­ta con­se­cuen­te, de apo­yo deci­di­do a las cau­sas revo­lu­cio­na­rias y a las luchas de los tra­ba­ja­do­res en Amé­ri­ca Lati­na y el mun­do entero.


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