Han pasado ya varias semanas desde que la web Apurtu.org sufrió el ataque certero de la Audiencia Nacional y de que una decena de personas fuésemos detenidas en la enésima operación policial de castigo contra la disidencia vasca.
En ocasiones, más aún cuando sobre nuestro país se ciernen claroscuros, es difícil tener una perspectiva clara de por qué el enemigo se comporta de una forma tan torpe. Y hablo de torpeza porque, sin duda, este tipo de operativos solo sirven para que cada día más gente se de cuenta de lo importante del momento que vivimos y de la necesidad de ponerse manos a la obra para detener la oleada represiva y construir los cimientos de un escenario democrático. Pero su lógica represiva funciona a corto plazo y, como en otras tantas ocasiones, la apuesta del Estado se ha visto superada por la estrategia independentista y se ve obligado a este tipo de actuaciones que pretenden cortocircuitar diferentes dinámicas y actividades.
Evidente es que han logrado el cierre de Apurtu.org, y evidente es también que con la detención de militantes de la Izquierda Abertzale, redada tras redada, el movimiento independentista se resiente. Pero, ¿qué deben de pensar estos fascistas de cortijo y peineta cuando ven que la lista es interminable? ¿Qué pensarán cuando se dan cuenta de que levantan una piedra y surgen diez más? Sin duda, sus obtusas mentes no podrán concebir ni comprender de dónde surge esa entrega y compromiso en un mundo que nos arrastra al consumismo y al individualismo. Su sistema de asimilación no acaba de funcionar, y por eso se muestran extremadamente violentos y cometen estupideces que tarde o temprano les pasan la factura política correspondiente.
Tras nuestros arrestos, fueron decenas los periodistas que clamaron por la libertad de expresión y posteriormente surgió Ateak Ireki. En las calles de Iruñea, miles y miles de ciudadanos manifestaron su enérgica repulsa a este nuevo ataque al proceso democrático y reafirmaron su compromiso con un nuevo escenario para Euskal Herria basado en el respeto de los derechos de su ciudadanía. Esto, sin embargo, no es suficiente para aplacar la estrategia represiva del estado, decidido como está al sabotaje permanente y a la provocación descarada, pero se me antoja como un buen comienzo. Los mimbres para gripar la maquinaria represiva existen, y es hora de entrelazarlos y pararles los pies de una vez por todas.
Animo eta ekin lanari!