[Fotos] Fidel con inte­lec­tua­les: “El mun­do debe­ría ser una familia”

Fidel con asistentes a la Feria del Libro. Foto: Roberto ChileFidel con asis­ten­tes a la Feria del Libro. Foto: Rober­to Chile 

“No hablo de sal­var a la huma­ni­dad en tér­mi­nos de siglos o de mile­nios… A la huma­ni­dad hay que empe­zar a sal­var­la ya”, dijo Fidel en un diá­lo­go con los escri­to­res que asis­ten a la XX edi­ción de la Feria Inter­na­cio­nal y que se pro­lon­gó por más de cin­co horas.

Las pala­bras del líder de la Revo­lu­ción cuba­na entra­ñan toda la urgen­cia de la fra­se, aun­que el diá­lo­go con los escri­to­res es más bien dis­ten­di­do y toma varios rum­bos, que van des­de los altí­si­mos pre­cios de los ali­men­tos has­ta las pro­tes­tas que agi­tan el mun­do ára­be, pasan­do por la edu­ca­ción de los jóve­nes y la poe­sía del cubano Plácido.

“Nues­tra espe­cie no ha apren­di­do a sobre­vi­vir”, y las res­pues­tas a los dra­má­ti­cos pro­ble­mas que afron­ta el pla­ne­ta “no se pue­den pos­po­ner”, aña­dió el Coman­dan­te en Jefe en lo que fue el típi­co reen­cuen­tro de ami­gos que, des­pués de un tiem­po sin ver­se, con­ver­san sobre la veloz diná­mi­ca de los acon­te­ci­mien­tos mun­dia­les de los últi­mos días, de los últi­mos años, de la últi­ma déca­da. Y tam­bién de la his­to­ria, que se ve de dife­ren­te modo según pasa el tiempo.

Abel Prie­to, minis­tro de Cul­tu­ra, nom­bró uno por uno al casi cen­te­nar de invi­ta­dos, la mayo­ría cono­ci­dos por ser par­ti­ci­pan­tes asi­duos de la Feria cuba­na del Libro y de otros even­tos cul­tu­ra­les o aca­dé­mi­cos como los encuen­tros de eco­no­mis­tas sobre Glo­ba­li­za­ción y Desarrollo.

EL PROBLEMA MÁS SERIO

Tras los cáli­dos salu­dos de bien­ve­ni­da, Fidel sugi­rió con­cen­trar el diá­lo­go a par­tir de una pre­gun­ta: ¿cuál creen uste­des que es el pro­ble­ma más serio que tene­mos hoy?

Unos afir­ma­ron que la radi­ca­li­za­ción de los pro­ce­sos pro­gre­sis­tas en la región y el mun­do, otros que la capa­ci­dad de res­pon­der por ade­lan­ta­do a los con­flic­tos que toda­vía no esta­mos entre­na­dos en avi­zo­rar y nos sor­pren­den. Muchos coin­ci­die­ron en la nece­si­dad de arti­cu­lar más las fuer­zas de izquier­da y uti­li­zar mejor las actua­les pla­ta­for­mas de comu­ni­ca­ción, nue­vas y desafiantes.

Tam­bién se habló del posi­ble efec­to domi­nó de las rebe­lio­nes socia­les en Áfri­ca del Nor­te y Orien­te Medio y no fal­tó el inte­rés por hacer que las jóve­nes gene­ra­cio­nes se intere­sen en los pro­ble­mas de esta épo­ca, sin que se extra­víen en los mares de la bana­li­dad que los con­vo­ca des­de todas las esqui­nas mediá­ti­cas del mundo.

El líder de la Revo­lu­ción Cuba­na los escu­chó muy aten­ta­men­te a todos, se mesó sua­ve­men­te la legen­da­ria bar­ba y leyó algu­nos apun­tes que com­par­ti­ría con los inte­lec­tua­les.

UNA ESPECIE EN PELIGRO DE EXTINCIÓN: EL HOMBRE

“Hay un pro­ble­ma que si no se resuel­ve, sobra todo lo demás ‑afir­mó-. No hay ni siquie­ra His­to­ria. Pien­so que esta­mos ante una cri­sis de ese carác­ter. Si tuvie­ra razón sería muy incon­ve­nien­te ‑se aco­tó a sí mismo‑, pero soy opti­mis­ta, por­que de lo con­tra­rio no habla­ría de estos temas… No los habla­ría si cre­ye­ra que la vida no pudie­ra preservarse.”

Enton­ces tran­si­tó por algu­nas de las teo­rías alre­de­dor del sur­gi­mien­to de la espe­cie huma­na y su tras­cen­den­cia en el tiem­po. Inde­pen­dien­te­men­te del tema que nos gus­te dis­cu­tir, comen­tó, lo más impor­tan­te es valo­rar cómo vamos a pre­ser­var la vida, mien­tras más se medi­te sobre eso más impor­tan­cia tie­nen las ideas.

Reto­mó lo que ha sido la más recu­rren­te de sus obse­sio­nes como polí­ti­co de visión uni­ver­sal des­de que hace casi 20 años ‑en junio de 1992‑, cuan­do en la Con­fe­ren­cia de Nacio­nes Uni­das sobre Medio Ambien­te y Desa­rro­llo, efec­tua­da en Río de Janei­ro, Bra­sil, advir­tió: “Una impor­tan­te espe­cie bio­ló­gi­ca está en ries­go de des­apa­re­cer por la rápi­da y pro­gre­si­va liqui­da­ción de sus con­di­cio­nes natu­ra­les de vida: el hombre…”

“Yo pien­so ‑insis­tió aho­ra- que la espe­cie huma­na está en peli­gro real de extin­ción y pien­so que pode­mos y debe­mos hacer un esfuer­zo para que eso no ocu­rra. Ese es el tema prin­ci­pal sobre el cual que­ría con­ver­sar con ustedes.”

EL ACTO DE TERRORISMO MÁS GRANDE LA HISTORIA

Impo­si­ble olvi­dar las bom­bas ató­mi­cas lan­za­das en 1945, por orden del pre­si­den­te Harry Tru­man, cuan­do esta­ba cer­cano el fin de la II Gue­rra Mun­dial, sobre las ciu­da­des de Hiroshi­ma y Naga­sa­ki. Fue­ron “el acto de terro­ris­mo más gran­de que se haya come­ti­do jamás”, y esto le hizo recor­dar los tes­ti­mo­nios que han traí­do a Cuba los via­je­ros japo­ne­ses del Cru­ce­ro por la Paz.

Sin embar­go, más de medio siglo des­pués el ser humano no ha hecho otra cosa que des­bor­dar lo irra­cio­nal. El poder des­truc­ti­vo de las armas actua­les equi­va­le a 450 mil veces el de aque­llas que mar­ca­ron un antes y un des­pués en la vida del pla­ne­ta. Como han pro­ba­do emi­nen­tes cien­tí­fi­cos, cien de esas armas, en un con­flic­to local como el que hoy exis­te entre la India y Pakis­tán, bas­ta­rían para pro­vo­car un invierno nuclear duran­te 8 años sin sol, ocul­to por las nubes del pol­vo nuclear, insistió.

Fue ahí enton­ces que pre­gun­tó a sus invi­ta­dos si creen que se pue­de hacer algo por pre­ser­var la espe­cie y leyó frag­men­tos de las ideas que aca­ba­ba de escri­bir, don­de ape­la a ese “injer­to del talen­to y la bon­dad” que hace de los inte­lec­tua­les pro­gre­sis­tas per­so­nas úti­les para crear y poner en acción un movi­mien­to de ideas que evi­te los cata­clis­mos advertidos.

TEMAS A DEBATE

La cri­sis ali­men­ta­ria pro­vo­ca­da por el pre­cio a cuen­ta de la espe­cu­la­ción finan­cie­ra, la escan­da­lo­sa com­pra de millo­nes de hec­tá­reas de tie­rra del Ter­cer Mun­do por par­te de las trans­na­cio­na­les, los agro­com­bus­ti­bles, los secre­tos de una ade­cua­da ali­men­ta­ción huma­na, las medias ver­da­des y las intere­sa­das men­ti­ras sobre las con­cen­tra­cio­nes pobla­cio­na­les y su impac­to en los pre­cios de la comi­da; las deu­das que en oca­sio­nes mul­ti­pli­can varias veces el valor del PIB de las poten­cias del nor­te desa­rro­lla­do, aun­que no se hable de ellas como se habló tan­to y tan crí­ti­ca­men­te de las de las nacio­nes del sur subdesarrollado.

Fidel reafir­mó la nece­si­dad de que el pue­blo cubano esté infor­ma­do del alza espec­ta­cu­lar del pre­cio de los ali­men­tos y las con­se­cuen­cias eco­nó­mi­cas que esto trae para el mun­do, inclu­yen­do nues­tro país. “Tene­mos el deber de infor­mar sobre la situa­ción. Para pro­du­cir los nive­les de tri­go que el país con­su­me, se nece­si­tan 400 000 hec­tá­reas de ese cul­ti­vo, con un ren­di­mien­to como el que tie­ne Esta­dos Unidos.”

“Hay que infor­mar a la gen­te lo que se pue­de extraer de cada metro cua­dra­do de tie­rra en nues­tro país”, enfatizó.

Se habló de todo eso, como de las manos man­cha­das de san­gre real y no sim­bó­li­ca de los líde­res de las lla­ma­das demo­cra­cias occi­den­ta­les, las ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras y has­ta los orga­nis­mos inter­na­cio­na­les, inclui­da la ONU -”una esta­fa”-, don­de los hones­tos no sobre­vi­ven por­que los pode­ro­sos los lar­gan cuan­do no se plie­gan a sus designios.

Y tam­bién se habló de Cuba, de su his­to­ria, de su resis­ten­cia, de la capa­ci­dad del país para enfren­tar­se a las agre­sio­nes y deba­tir cuan­to haya que deba­tir abier­ta­men­te, cuan­do se pre­ten­de igua­lar sus diná­mi­cas a lo que ocu­rre aho­ra mis­mo en Orien­te Medio.

Fidel recor­dó cómo fue que la Revo­lu­ción Cuba­na lle­gó a con­ver­tir­se en una trans­for­ma­ción radi­cal y pro­fun­da des­de la raíz de un movi­mien­to que, con menos del 25 por cien­to de la fuer­za que se con­ci­bió cuan­do sur­gió la idea de la lucha en las mon­ta­ñas, una sola arma auto­má­ti­ca y no 300, y poco más de 50 fusi­les con miri­lla teles­có­pi­ca, lle­gó al país y fue prác­ti­ca­men­te des­tro­za­do para emer­ger des­de un peque­ño gru­po y derro­tar a un ejér­ci­to arma­do, entre­na­do y finan­cia­do por la cer­ca­na poten­cia norteamericana.

Alu­dió a la éti­ca prac­ti­ca­da des­de su naci­mien­to por el movi­mien­to gue­rri­lle­ro en Cuba, que se ganó el res­pe­to y la admi­ra­ción del adver­sa­rio. Recor­dó la acción del gru­po de ofi­cia­les jóve­nes que pro­ta­go­ni­zó una rebe­lión el 5 de sep­tiem­bre de 1957, que incluía en sus pla­nes bom­bar­deos al Pala­cio Pre­si­den­cial ‑don­de se refu­gia­ba el dic­ta­dor Ful­gen­cio Batis­ta- y el Cam­pa­men­to Mili­tar de Columbia.

“Eran ofi­cia­les serios, valien­tes”, pero de haber gana­do el poder aquel gru­po de ofi­cia­les, no habría sido posi­ble gene­rar la fuer­za que per­mi­tió rea­li­zar direc­ta­men­te la pro­fun­da Revo­lu­ción que tuvo lugar en Cuba.

COMO UNA FAMILIA

“¿Por qué el mun­do no pue­de actuar como una fami­lia?”, se pre­gun­tó Fidel. “No tene­mos otro pla­ne­ta a don­de mudar­nos. Venus, que lle­va el nom­bre de la dio­sa del amor, tie­ne un calor enor­me. La estre­lla más cer­ca­na a la Tie­rra está a 4 años luz ‑un año luz es la dis­tan­cia que un rayo de luz reco­rre en un año, a la velo­ci­dad de 300 000 kiló­me­tros por hora-. No pode­mos mudar­nos. Nues­tra vida está aquí, en este pla­ne­ta, lo úni­co que ver­da­de­ra­men­te tene­mos”, añadió.

“Creo que debe­ría­mos com­por­tar­nos como una fami­lia, y com­par­tir lo que tene­mos: unos petró­leo, otros ali­men­tos, los de más allá médi­cos….” Y como si rega­la­ra un sue­ño o un des­tino, per­fi­ló la fra­se: “¿Por qué no pode­mos con­si­de­rar al mun­do como la sede de una sola fami­lia humana?”

Al final del encuen­tro, des­pués de escu­char las valio­sas inter­ven­cio­nes de nume­ro­sos par­ti­ci­pan­tes, Fidel los con­vo­có a tra­ba­jar para sumar muchas volun­ta­des a esta vital bata­lla de ideas y los invi­tó a ver­se den­tro de un año en la pró­xi­ma edi­ción de la Feria del Libro.

LA HUMANIDAD HAY QUE EMPEZAR A SALVARLA YA

Tex­to Intro­duc­to­rio del Coman­dan­te en Jefe Fidel Cas­tro al deba­te con los inte­lec­tua­les rea­li­za­do el mar­tes 15 de febre­ro de 2011 en el Pala­cio de las Convenciones.

Supe que varios inte­lec­tua­les pres­ti­gio­sos, y ami­gos sin­ce­ros de Cuba, visi­ta­ron nues­tra Capi­tal para par­ti­ci­par en la XX Feria Inter­na­cio­nal del Libro de La Habana.

Esa Feria es una de las modes­tas cosas bue­nas que hemos impul­sa­do. Los libros y las ideas que uste­des ela­bo­ran y pro­mue­ven han sido fuen­tes de alien­to y espe­ran­za; gra­cias a ellos, cono­ce­mos lo que vale el injer­to del talen­to y la bon­dad. Sus nom­bres se fami­lia­ri­zan y se repi­ten a lo lar­go de la vida duran­te años, que siem­pre nos pare­cen breves.

Entre los fac­to­res que ame­na­zan al mun­do están las gue­rras. Los cien­tí­fi­cos han sido capa­ces de poner en manos del hom­bre colo­sa­les ener­gías, que han ser­vi­do entre otras cosas para crear un ins­tru­men­to auto­des­truc­ti­vo y cruel como el arma nuclear.

Los inte­lec­tua­les pue­den qui­zás pres­tar un enor­me ser­vi­cio a la huma­ni­dad. No se tra­ta­ría de sal­var­la en tér­mi­nos de mile­nios, tal vez ni siquie­ra en tér­mi­nos de siglos. El pro­ble­ma es que nues­tra espe­cie se encuen­tra ante pro­ble­mas nue­vos, y no apren­dió siquie­ra a sobrevivir.

Si logra­mos que los inte­lec­tua­les com­pren­dan el ries­go que esta­mos vivien­do en este momen­to, en que la res­pues­ta no se pue­de pos­po­ner, tal vez logren per­sua­dir a las cria­tu­ras más auto­su­fi­cien­tes e inca­pa­ces que han exis­ti­do nun­ca: noso­tros, los políticos.

¿Cómo?

Me corres­pon­dió hace casi 20 años la des­agra­da­ble tarea de adver­tir al mun­do, en la Con­fe­ren­cia de Nacio­nes Uni­das sobre Medio Ambien­te y Desa­rro­llo, que nues­tra espe­cie esta­ba en peli­gro de extinción.

Lo razo­né enton­ces, aun­que el peli­gro no era inmi­nen­te como aho­ra, se me escu­chó con aten­ción, aun­que tal vez sería mejor decir que con benevolencia.

Hubo aplau­sos. Un tipo se había per­ca­ta­do de eso. Los súper pode­ro­sos allí reu­ni­dos se die­ron cuen­ta de que era cier­to, pero un pro­ble­ma que ellos, des­de lue­go, se ocu­pa­rían de resol­ver en los siglos que tenían por delante.

La cara son­rien­te de Bush padre, y la monu­men­tal mole del Can­ci­ller ale­mán Hel­mut Kohl, mar­chan­do con rapi­dez por un ancho pasi­llo, al fren­te del gru­po des­pués de la foto final, pro­pi­cia­ba la impre­sión de que nada podía per­tur­bar el feliz sosie­go de nues­tro esplén­di­do mundo.

Tan ton­to como los demás mor­ta­les, que­dé con la idea de que tal vez había exagerado.

Han pasa­do solo 19 años y hoy veo cosas per­tur­ba­do­ras que ya están suce­dien­do y no admi­ten dila­ción alguna.

Más vale pare­cer locos que ser­lo y no pare­cer­lo. Si pen­sa­mos que esta­mos ya a un paso del abis­mo y nues­tro cálcu­lo no fue­ra exac­to, nin­gún daño haría­mos a la huma­ni­dad. Cuan­do nos acer­ca­mos ya a los 7 mil millo­nes de habi­tan­tes, no es cues­tión de poner­se a filo­so­far sobre Mal­thus y las posi­bi­li­da­des de la soya, el tri­go y el maíz gené­ti­ca­men­te modificado.

Los nor­te­ame­ri­ca­nos, que en eso son los más avan­za­dos, saben bien cual es el tope de sus posibilidades.

Es hora ya de pres­tar aten­ción a los eco­lo­gis­tas y los cien­tí­fi­cos como Les­ter Brown, la máxi­ma auto­ri­dad mun­dial en esa mate­ria y la pro­duc­ción de alimentos.

Pen­sa­do­res emi­nen­tes ven con cla­ri­dad que el sis­te­ma capi­ta­lis­ta desa­rro­lla­do mar­cha hacia un desas­tre inevi­ta­ble. Nadie habría sido capaz de pre­ver las nue­vas situa­cio­nes que se van crean­do a lo lar­go del camino, y en nada se nie­ga sino, por el con­tra­rio, se con­fir­man las cri­sis que nos con­vir­tie­ron en revo­lu­cio­na­rios. Aho­ra no se tra­ta de la inevi­ta­bi­li­dad del cam­bio de la socie­dad, sino del dere­cho de la espe­cie a una vida dife­ren­te por la cual no hemos deja­do de luchar.

Ni siquie­ra entre las reli­gio­nes que pos­tu­lan el Apo­ca­lip­sis, una idea en la que creen muchos, nadie que yo sepa sugi­rió que sería este mile­nio y mucho menos este siglo.

He medi­ta­do mucho estos días en los suce­sos que están tenien­do lugar y les rue­go hagan lo mis­mo, sin temor alguno de soli­ci­tar­les un esfuer­zo inútil.

Ten­go el hábi­to de leer cuan­to aná­li­sis de eco­lo­gis­tas y cien­tí­fi­cos pres­ti­gio­sos lle­ga a mis manos.

Ayer, cuan­do medi­ta­ba sobre lo ocu­rri­do en Túnez y Egip­to, me lla­mó la aten­ción un artícu­lo recién publi­ca­do de Paul Krug­man, escri­tor renom­bra­do y eco­no­mis­ta serio, cuyos aná­li­sis sobre las medi­das de Roo­se­velt a raíz de la Gran Depre­sión y la gue­rra, refle­ja­ban un espe­cial cono­ci­mien­to de la eco­no­mía en Esta­dos Uni­dos y el papel desem­pe­ña­do por el autor del New Deal. No es mar­xis­ta ni socia­lis­ta. Reci­bió el Pre­mio Nobel de Eco­no­mía en el año 2008. Vean lo que escri­bió sobre la cri­sis de los ali­men­tos, la per­so­na tal vez más auto­ri­za­da para hacerlo.

Sequías, inun­da­cio­nes y alimentos

PAUL KRUGMAN 13/​02/​2011

Esta­mos en mitad de una cri­sis ali­men­ta­ria mun­dial (la segun­da en tres años). Los pre­cios mun­dia­les de los ali­men­tos batie­ron un récord en enero, impul­sa­dos por los enor­mes aumen­tos de los pre­cios del tri­go, el maíz, el azú­car y los acei­tes. Estos pre­cios desor­bi­ta­dos solo han teni­do un efec­to limi­ta­do en la infla­ción esta­dou­ni­den­se, que sigue sien­do baja des­de un pun­to de vis­ta his­tó­ri­co, pero están tenien­do un impac­to bru­tal para los pobres del mun­do, que gas­tan gran par­te o inclu­so la mayo­ría de sus ingre­sos en ali­men­tos básicos.

Las con­se­cuen­cias de esta cri­sis ali­men­ta­ria van mucho más allá de la eco­no­mía. Des­pués de todo, la gran pre­gun­ta acer­ca de los levan­ta­mien­tos con­tra los regí­me­nes corrup­tos y opre­si­vos en Orien­te Pró­xi­mo no es tan­to por qué se están pro­du­cien­do como por qué se están pro­du­cien­do aho­ra. Y hay pocas dudas de que el hecho de que el pre­cio de la comi­da esté por las nubes ha sido un des­en­ca­de­nan­te impor­tan­te de la cóle­ra popular.

¿Y qué hay detrás del repun­te de los pre­cios? La dere­cha esta­dou­ni­den­se (y la chi­na) cul­pa a las polí­ti­cas del dine­ro fácil de la Reser­va Fede­ral, y hay al menos un exper­to que afir­ma que hay “san­gre en las manos de Ber­nan­ke”. Mien­tras tan­to, el pre­si­den­te fran­cés Nico­las Sar­kozy cul­pa a los espe­cu­la­do­res y les acu­sa de “extor­sión y pillaje”.

Pero las prue­bas cuen­tan una his­to­ria dife­ren­te, mucho más sinies­tra. Aun­que hay varios fac­to­res que han con­tri­bui­do a la drás­ti­ca subi­da de los pre­cios de los ali­men­tos, el que real­men­te sobre­sa­le es la medi­da en que los acon­te­ci­mien­tos meteo­ro­ló­gi­cos adver­sos han alte­ra­do la pro­duc­ción agrí­co­la. Y estos acon­te­ci­mien­tos meteo­ro­ló­gi­cos adver­sos son exac­ta­men­te la cla­se de cosas que uno espe­ra­ría ver a medi­da que el aumen­to de las con­cen­tra­cio­nes de los gases de efec­to inver­na­de­ro cam­bie el cli­ma (lo que sig­ni­fi­ca que la actual subi­da del pre­cio de la comi­da podría ser solo el principio).

Aho­ra bien, has­ta cier­to pun­to, el ver­ti­gi­no­so ascen­so de los pre­cios de los ali­men­tos for­ma par­te de un enca­re­ci­mien­to gene­ral de los pro­duc­tos bási­cos: los pre­cios de muchas mate­rias pri­mas, que abar­can todo el espec­tro des­de el alu­mi­nio has­ta el zinc, han esta­do subien­do rápi­da­men­te des­de prin­ci­pios de 2009, prin­ci­pal­men­te debi­do al ace­le­ra­do cre­ci­mien­to indus­trial en los mer­ca­dos emergentes.

Pero la rela­ción entre el cre­ci­mien­to indus­trial y la deman­da está mucho más cla­ra en el caso del cobre, por ejem­plo, que en el de los ali­men­tos. Excep­to en los paí­ses muy pobres, el aumen­to de la ren­ta no tie­ne un gran efec­to en la can­ti­dad que come la gente.

Es cier­to que el cre­ci­mien­to en algu­nos paí­ses emer­gen­tes como Chi­na con­du­ce a un aumen­to del con­su­mo de car­ne y, por tan­to, a un incre­men­to de la deman­da de pien­so para los ani­ma­les. Tam­bién es cier­to que las mate­rias pri­mas agrí­co­las, espe­cial­men­te el algo­dón, com­pi­ten por la tie­rra y otros recur­sos con los cul­ti­vos des­ti­na­dos a la ali­men­ta­ción (como tam­bién lo hace la pro­duc­ción sub­ven­cio­na­da de eta­nol, que con­su­me muchí­si­mo maíz). De modo que tan­to el cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co como las malas polí­ti­cas ener­gé­ti­cas han con­tri­bui­do en cier­ta medi­da al repen­tino enca­re­ci­mien­to de la comida.

Aun así, los pre­cios de los ali­men­tos iban a la zaga de los pre­cios de otros pro­duc­tos bási­cos has­ta el verano pasa­do. Enton­ces lle­gó el azo­te del tiempo.

Fíjen­se en el caso del tri­go, cuyo pre­cio casi se ha dupli­ca­do des­de el verano. La cau­sa inme­dia­ta del repun­te del pre­cio del tri­go es evi­den­te: la pro­duc­ción mun­dial ha caí­do en pica­do. La mayor par­te del decli­ve de dicha pro­duc­ción, según los datos del Depar­ta­men­to de Agri­cul­tu­ra de EE UU, es el refle­jo de una drás­ti­ca baja­da en la anti­gua Unión Sovié­ti­ca. Y sabe­mos a qué se debe eso: una ola de calor y una sequía sin pre­ce­den­tes, que ele­va­ron las tem­pe­ra­tu­ras de Mos­cú por enci­ma de los 38 gra­dos por pri­me­ra vez en la historia.

La ola de calor rusa solo ha sido uno de los muchos acon­te­ci­mien­tos meteo­ro­ló­gi­cos extre­mos recien­tes, des­de la sequía de Bra­sil has­ta las inun­da­cio­nes de pro­por­cio­nes bíbli­cas de Aus­tra­lia, que han mer­ma­do la pro­duc­ción mun­dial de alimentos.

La pre­gun­ta, por tan­to, pasa a ser qué hay detrás de estas con­di­cio­nes meteo­ro­ló­gi­cas extre­mas. Has­ta cier­to pun­to, esta­mos vien­do las con­se­cuen­cias de un fenó­meno natu­ral, La Niña, un acon­te­ci­mien­to perió­di­co en el que el agua del Pací­fi­co ecua­to­rial se enfría más de lo nor­mal. Y los fenó­me­nos de La Niña se han rela­cio­na­do his­tó­ri­ca­men­te con cri­sis ali­men­ta­rias mun­dia­les, entre ellas, las cri­sis de 2007 y 2008.

Pero la his­to­ria no ter­mi­na ahí. No se dejen enga­ñar por la nie­ve: en con­jun­to, 2010 está vin­cu­la­do con 2005 por ser el año más cáli­do del que se tie­nen regis­tros, aun cuan­do nos encon­trá­ba­mos en un perio­do de acti­vi­dad solar míni­ma y La Niña fue un fac­tor de enfria­mien­to duran­te la segun­da mitad del año. Los récords de tem­pe­ra­tu­ra no solo se batie­ron en Rusia, sino en al menos 19 paí­ses, que repre­sen­tan una quin­ta par­te de la super­fi­cie terres­tre del pla­ne­ta. Y tan­to las sequías como las inun­da­cio­nes son con­se­cuen­cias natu­ra­les de un mun­do que se calien­ta: las sequías por­que hace más calor, las inun­da­cio­nes por­que los océa­nos más calien­tes libe­ran más vapor de agua.

Como siem­pre, no es posi­ble atri­buir nin­gún acon­te­ci­mien­to meteo­ro­ló­gi­co con­cre­to a los gases de efec­to inver­na­de­ro. Pero el patrón que esta­mos vien­do, con máxi­mos extre­mos y en gene­ral un tiem­po extre­mo que se vuel­ve mucho más habi­tual, es jus­to lo que uno espe­ra­ría del cam­bio climático.

Por supues­to, los sos­pe­cho­sos habi­tua­les se pon­drán como locos ante las insi­nua­cio­nes de que el calen­ta­mien­to glo­bal pue­da tener algo que ver con la cri­sis ali­men­ta­ria; quie­nes insis­ten en que Ben Ber­nan­ke tie­ne las manos man­cha­das de san­gre sue­len ser más o menos los mis­mos que insis­ten en que el con­sen­so cien­tí­fi­co sobre el cli­ma es el refle­jo de una des­co­mu­nal cons­pi­ra­ción de la izquierda.

Pero las prue­bas indi­can, de hecho, que lo que esta­mos vivien­do aho­ra es un ade­lan­to de la alte­ra­ción, eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca, a la que nos enfren­ta­re­mos en un mun­do reca­len­ta­do. Y dada nues­tra inca­pa­ci­dad para actuar fren­te a los gases de efec­to inver­na­de­ro, se ave­ci­nan muchas más cosas, y mucho peores. -

Han pasa­do casi 19 años de la Cum­bre de Río de Janei­ro y tene­mos el pro­ble­ma delan­te. Allí está­ba­mos plan­tean­do esos pro­ble­mas, sin ima­gi­nar­nos que el fin de la espe­cie pue­de ser den­tro de un siglo o de dece­nios, si antes no se pro­du­ce una guerra.

El aumen­to de los pre­cios de los ali­men­tos agra­va­rá de inme­dia­to sin nin­gu­na duda la situa­ción polí­ti­ca inter­na­cio­nal. Si como con­se­cuen­cia de todo esto se agra­van los pro­ble­mas, me pre­gun­to: ¿debe­mos ignorarlos?

Me gus­ta­ría que sobre este tema se cen­tra­ra nues­tro debate.

La Huma­ni­dad hay que empe­zar a sal­var­la ya.

Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con los inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con los inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con los inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con los inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con los inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con los inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con los inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con los inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 
Eusebio Leal en el encuentro. Foto: Roberto ChileEuse­bio Leal, His­to­ria­dor de la Ciu­dad. Foto: Rober­to Chile 
Daniel Chavarría. Foto: Roberto ChileDaniel Cha­va­rría, Pre­mio Nacio­nal de Lite­ra­tu­ra. Foto: Rober­to Chile 
Stella Calloni, escritora argentina. Foto: Roberto ChileSte­lla Callo­ni, escri­to­ra argen­ti­na. Foto: Rober­to Chile 
Santiago Alba Rico. Foto: Roberto ChileEl filó­so­fo y ensa­yis­ta San­tia­go Alba Rico, resi­den­te en Túnez. Foto: Rober­to Chile 
Pablo Armando Fernández. Foto: Roberto ChilePablo Arman­do Fer­nán­dez, Pre­mio Nacio­nal de Lite­ra­tu­ra. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con los inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 

Fidel con intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con intelectuales. Foto: Roberto ChileDe dere­cha a izquier­da, Zulei­ka Romay, pre­si­den­ta del Ins­ti­tu­to Cubano del Libre, Fidel y el minis­tro de Cul­tua, Abel Prie­to. Foto: Rober­to Chile 
Fidel con intelectuales. Foto: Roberto ChileFidel con inte­lec­tua­les. Foto: Rober­to Chile 

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