Rubal­ca­ba estre­na la obra “La Bata­lla del PePe”- Car­los Tena

En mi artícu­lo ante­rior, for­mu­la­ba una pre­gun­ta en el titu­lar del mis­mo, que decía: ¿Está usted intere­sa­do en que ETA pase a la his­to­ria? Más tem­prano de lo espe­ra­do, ayer mis­mo, una de las res­pues­tas salió de las fau­ces del actual minis­tro del Inte­rior espa­ñol, Alfre­do Pérez Rubal­ca­ba, cuan­do anun­ció que su equi­po de espe­cia­lis­tas en recor­te de liber­ta­des civi­les, había deci­di­do para­li­zar la lega­li­za­ción del par­ti­do aber­tza­le Sor­tu, por­que en el des­pa­cho ofi­cial del fun­cio­na­rio men­ta­do (en la Puer­ta del Sol, jus­to enci­ma de los cala­bo­zos don­de se tor­tu­ró y ase­si­nó a miles de demó­cra­tas), los cita­dos peri­tos en con­cul­ca­ción de dere­chos huma­nos habían deci­di­do que tal pro­yec­to polí­ti­co era otra con­ti­nui­dad de Bata­su­na.

Dado que esa agru­pa­ción fue ile­ga­li­za­da ilí­ci­ta­men­te, mer­ced a la Ley de Par­ti­dos del régi­men bor­bó­ni­co (her­mano geme­lo del que man­tu­vo Muba­rak en Egip­to, Ben Alí en Túnez, Uri­be en Colom­bia, o que aún sos­tie­nen Alan Gar­cía en Perú o el rey Moha­med VI en Marrue­cos), que con­cul­ca algo tan ele­men­tal como la liber­tad de expre­sión, o aún más, impo­ne san­cio­nes al silen­cio, habrá que can­tar­les aque­llo que com­pu­so Lluís Llach: Sou vosal­tres qui heu fet del silen­ci para­ules (Sois voso­tros los que habéis hecho del silen­cio, pala­bras)

No vale que los ges­to­res de Sor­tu sean per­so­nas que jamás figu­ra­ron en las lis­tas de la men­ta­da Bata­su­na, cuyos obje­ti­vos polí­ti­cos se man­tie­nen fir­mes en dece­nas de miles de cora­zo­nes vas­cos (como en HB, Eus­kal Herri­ta­rrok, e inclu­so den­tro de ETA). No vale que en los esta­tu­tos se inclu­ya la con­de­na de todas las vio­len­cias (la del minis­tro tam­bién, ver­bal pero que escon­de pica­nas y demás armas de des­truc­ción huma­na), inclu­yen­do la de la orga­ni­za­ción arma­da. No vale que miles de per­so­nas cla­men en las calles por la paz defi­ni­ti­va, por el regre­so a casa de los pre­sos polí­ti­cos. No vale que vale­do­res inter­na­cio­na­les hayan acom­pa­ña­do a Sor­tu en su pre­sen­ta­ción de esta­tu­tos. Ni que un nutri­do gru­po de euro­par­la­men­ta­rios lla­men a Zapa­te­ro a visi­tar la ciu­dad de la Cor­du­ra. No vale la mano ten­di­da. Nada de eso sirve.

La estra­te­gia está bien cla­ra. Tie­ne que dar­se la con­fron­ta­ción, la repre­sión, el cas­ti­go… aun­que cabe una sola posi­bi­li­dad para Sor­tu, tal vez sibi­li­na­men­te dise­ña­da en las cloa­cas del tea­tro de la Mon­cloa. Me explico.

Hay una obra clan­des­ti­na que se lla­ma “La bata­lla con­tra PePe”, cuyos acto­res prin­ci­pa­les son el pro­pio Rubal­ca­ba, tenien­do como com­par­sas a Anto­nio Cama­cho (aquel que nega­ba la tor­tu­ra, pidien­do a un perio­dis­ta aus­tra­liano que apa­ga­ra la cáma­ra con la que gra­ba­ba), amén del res­to de exper­tos en recor­tes, que cobran un buen sala­rio en el minis­te­rio, tenien­do ade­más acce­so a los fon­dos reservados.

En el esce­na­rio, Don Alfre­do, con ade­mán muy digno en su rol de cán­ta­bro de Sola­res, aire de Mano­li­to Gafo­tas pero sin len­tes, ges­ti­cu­la, par­lo­tea, cacarea y bufa sobre el par­ti­do a lega­li­zar. Dece­nas de mer­ce­na­rios del perio­dis­mo (des­de RTVE a la COPE), actuan­do como cla­qué invo­lun­ta­ria, tra­tan de some­ter al minis­tro a un inte­rro­ga­to­rio pre­sun­ta­men­te inte­li­gen­te. El regi­dor de la obra indi­ca a Don Alfre­do que mue­va la mano en ade­mán tran­qui­li­za­dor, colo­cán­do­se polí­ti­ca­men­te a la altu­ra del PePe, ale­gan­do que Sor­tu va a sufrir en el par­to más que la San­tí­si­ma Vir­gen cuan­do le expli­ca­ba a San José su emba­ra­zo. Mas el minis­tro, que es un cuco, ocul­ta un plan tan com­pli­ca­do como el Labe­rin­to de Creta.

En el cua­dro siguien­te, Don Alfre­do sale por pete­ne­ras cán­ta­bras, en plan Gue­rre­ro del Anti­faz, pelín blan­di­blú, pero sin Con­de­sa Ana María, pasán­do­le el tes­ti­go a los jue­ces del Supre­mo y estos al Cons­ti­tu­cio­nal. En la esce­na final, Don Alfre­do se lava las manos ante una más que pro­ba­ble lega­li­za­ción de Sor­tu, allá cuan­do las elec­cio­nes muni­ci­pa­les en Eus­ka­di ya estén enci­ma de los can­di­da­tos. El nue­vo par­ti­do no ten­dría tiem­po para hacer su cam­pa­ña, ni espa­cio obli­ga­to­rio y gra­tui­to en la tele­vi­sión y radio vascas.

El dra­má­ti­co final de la obra supera a la mis­ma Agatha Chris­tie. Rajoy sufre un ata­que de his­te­ria, Cos­pe­dal se mete mon­ja en un con­ven­to de frai­les de San Beni­to, Aznar soli­ci­ta a Feli­pe Gon­zá­lez el lide­raz­go del GAL y el Señor Equis aca­ba con los lin­ces de Doñana.

Dada la tra­ma del bodrio, enre­ve­sa­da has­ta el deli­rio, coli­jo que uno de los auto­res podría ser alguien de la cata­du­ra de Jau­me Rou­res, un for­mi­da­ble exper­to en mon­tar entra­ma­dos que quie­ren decir cosas, pero no se divi­sa cla­ra­men­te lo que se quie­re con­se­guir, aun­que se haga lo impo­si­ble para que se com­pren­da y se ocul­te el men­sa­je. Lo que pare­ce no apa­re­ce, y lo que se ve resul­ta que no pare­ce. Tre­men­da para­do­ja. Para enten­der­nos, algo como el dia­rio Públi­co, pero en teatro.

Si la obra cami­na por esos derro­te­ros, no habrá pro­ble­ma para la socie­dad aber­tza­le. Sus votan­tes serán aún más de los espe­ra­dos. Todo el tiem­po que se pier­da en este esper­pen­to volun­ta­rio, que Zapa­te­ro encar­gó al minis­tro del Inte­rior, para jus­ti­fi­car más tar­de ante Rajoy que el Cons­ti­tu­cio­nal es infa­li­ble en mate­ria jurí­di­ca, ayu­da­rá a que la repre­sen­ta­ción muni­ci­pal del sec­tor vas­co inde­pen­den­tis­ta, crez­ca de for­ma impensable.

En esos días, los fran­quis­tas del PePe lan­za­rán a la calle a sus mes­na­das de falan­gis­tas, car­lis­tas (rama Six­to de Bor­bón), sádi­cas anti­abor­tis­tas, ter­tu­lia­nos de Inter­eco­no­mía (que por cier­to, aún no han pasa­do por el vete­ri­na­rio) y otro lar­go etcé­te­ra de seres apa­ren­te­men­te racio­na­les, con el pro­pó­si­to que siem­pre les carac­te­ri­zó: su amor por la violencia.

No obs­tan­te, la obra es más que paté­ti­ca, no por el argu­men­to, sino por la for­ma y el fon­do, la inter­pre­ta­ción, el deco­ra­do y la músi­ca mili­tar que acom­pa­ña a los acto­res. El direc­tor de la ban­da ron­ca en la Zar­zue­la tras una inges­ta de buen vino, en la segu­ri­dad de que la par­ti­tu­ra se ha inter­pre­ta­do sin des­afi­ne. Según su ideo­lo­gía, en Espa­ña sólo ha ase­si­na­do ETA. Fran­co fue un héroe, aun­que muchos opi­ne­mos que fue un terro­ris­ta millón de veces más san­gui­na­rio que todos los miem­bros de la orga­ni­za­ción armada.

Para que que­de cla­ro. Un demó­cra­ta con­ven­ci­do, que conoz­ca el ver­da­de­ro sig­ni­fi­ca­do de tan her­mo­sa pala­bra, daría la mano encan­ta­do de la vida a cual­quier votan­te, mili­tan­te o sim­pa­ti­zan­te del mun­do aber­tza­le, antes que al monar­ca. Aquí está la mía, Sortu.

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