Las bar­bas del vecino – Lillian Lechuga

En cuan­to se supo de la explo­sión social en Egip­to, el pre­si­den­te Barack Oba­ma se reu­nió con el Con­se­jo de Segu­ri­dad Nacio­nal. Qué se supo­ne que ten­ga que hacer Washing­ton en otro país a cuyo pue­blo es al que le corres­pon­de resol­ver sus pro­ble­mas. Pues no poca cosa, por­que en cual­quier des­en­la­ce, el gobierno del Poto­mac podría per­der influen­cia en la región don­de, des­de el fin del nas­se­ris­mo, ha sido el “guía espi­ri­tual” de todos los gobier­nos anti­po­pu­la­res de la región don­de se encuen­tran las mayo­res reser­vas petroleras.

Temien­do el ascen­so al poder de quie­nes no comul­guen con sus polí­ti­cas, aho­ra abo­ga cíni­ca­men­te por­que se haga la tran­si­ción lo más rápi­do posi­ble. Por su par­te, el pri­mer minis­tro israe­lí, Netan­yahu advier­te sobre el peli­gro de una des­es­ta­bi­li­za­ción en la región pro­vo­ca­da por las revuel­tas del pue­blo egip­cio. Esta­dos Uni­dos tam­bién aler­ta al ejér­ci­to egip­cio para que pro­te­ja el Canal de Suez.

El humil­de ven­de­dor de fru­tas que se inmo­ló en Túnez jamás ima­gi­nó que des­en­ca­de­na­ría un movi­mien­to que otras fuer­zas no habían podi­do lograr.

El empe­ci­na­mien­to de Muba­rak de no aban­do­nar el poder has­ta sep­tiem­bre tie­ne sobre ascuas a Esta­dos Uni­dos y gobier­nos euro­peos pues las pro­tes­tas que han teni­do como esce­na­rio prin­ci­pal la cai­ro­ta pla­za Tah­rir, podrían radi­ca­li­zar un movi­mien­to bien a la izquier­da y, según algu­nos exper­tos, has­ta des­en­ca­de­nar una revolución.

La secre­ta­ria de Esta­do de Barack Oba­ma , con el cinis­mo que carac­te­ri­za a los polí­ti­cos yan­quis ha dicho a CNN que Washing­ton ha esta­do duran­te 30 años al lado del pue­blo egip­cio, mien­tras con la habi­li­dad de quien posee ten­tácu­los via­ja­ba la Clin­ton a entre­vis­tar­se con el pre­si­den­te hai­tiano Rene Pre­val para indi­car­le quién debe y quien no, aspi­rar a la pre­si­den­cia de ese pau­pé­rri­mo y des­di­cha­do país cuan­do se haga la segun­da vuel­ta de unas elec­cio­nes que comen­za­ron en noviem­bre y toda­vía no se sabe el resul­ta­do. Y, por supues­to, sacar­se una foto con enfer­mos de cóle­ra como hizo la con­gre­sis­ta anti­cu­ba­na, Ros Leh­ti­nen en su papel de secre­ta­ria del comi­té de Rela­cio­nes Exte­rio­res de la Cámara.

Mien­tras todo esto ocu­rre, la Clin­ton con­vo­ca a los repre­sen­tan­tes diplo­má­ti­cos yan­quis de las 260 repre­sen­ta­cio­nes de Esta­dos Uni­dos en más de 180 paí­ses para una reu­nión sin pre­ce­den­tes en el Depar­ta­men­to de Esta­do el pró­xi­mo lunes. Pare­cen estar ato­si­ga­dos con las reve­la­cio­nes de Wiki­leaks, que más que infor­mar­nos, nos con­fir­mó lo ya sabi­do de tan­ta intro­mi­sión en otros paí­ses con gue­rras y ame­na­zas de más gue­rras. Y aho­ra, con algo que no con­ta­ban: el des­per­tar de estos pueblos.

Las abis­ma­les des­igual­da­des socia­les en Egip­to, duran­te tres déca­das han pro­vo­ca­do que un pue­blo ham­brea­do por las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les, pro­ta­go­ni­ce de repen­te una revuel­ta popu­lar incon­te­ni­ble y exi­ja la des­ti­tu­ción de Hos­ni Muba­rak. Pare­ce metás­ta­sis de lo ocu­rri­do en Tunez don­de la repre­sión y la enor­me des­igual­dad social, la corrup­ción y el nepo­tis­mo fue­ron el deto­nan­te de la mayor revuel­ta popu­lar en ese país ára­be que obli­gó al dic­ta­dor Ben Alí y su fami­lia, enri­que­ci­dos de mane­ra indig­nan­te, a huir a Ara­bia Sau­di­ta median­te los aus­pi­cios del gobierno pari­sino. Las pro­tes­tas siguen, el peli­gro no ha pasa­do, que­dó un sus­ti­tu­to del pro­pio régi­men y las mili­cias arma­das en acción.

Mien­tras tan­to, en El Cai­ro, Ale­jan­dría y otras ciu­da­des siguen las masi­vas pro­tes­tas popu­la­res fren­te a una repre­sión poli­cial que ha pro­vo­ca­do ya un núme­ro inde­ter­mi­na­do de muer­tos y cien­tos de heri­dos. Lo que suce­dió en Tunez, lo que ocu­rre en Egip­to, podrían ser el espe­jo de even­tua­les revuel­tas en otros paí­ses del área que no pue­den ser igno­ra­das por Washing­ton y otras poten­cias occi­den­ta­les, espe­cial­men­te Israel, dada una even­tual orga­ni­za­ción de los movi­mien­tos de opo­si­ción y el sur­gi­mien­to de un lide­raz­go que los arti­cu­le y con­duz­ca a una revo­lu­ción en cadena.

El soció­lo­go Sau­ri Khia­ri ha sen­ten­cia­do que “no hay ser­vi­dum­bre volun­ta­ria, sino la espe­ra pacien­te del momen­to de la eclo­sión”. Y es que esos pue­blos que sufren ham­bre y han resis­ti­do tan­ta opre­sión y sopor­ta­do tan­ta corrup­ción pro­ve­nien­te de dic­ta­du­ras res­pal­da­das por Washing­ton -le inyec­tan 2 billo­nes de dóla­res anua­les al gobierno de El Cai­ro- son capa­ces de rebe­lar­se aún cuan­do hace solo unos días pare­cía impo­si­ble lo que está suce­dien­do hoy. Qui­zás por­que en este mun­do tan inter­co­mu­ni­ca­do y comu­ni­ca­do, las ver­da­de­ras noti­cias no ganan titu­la­res, has­ta que explo­tan, como una gra­na­da, en las nari­ces de quie­nes las igno­ran. Cuan­do un vol­cán erup­cio­na, mucha lava acu­mu­la­da hay en sus entrañas.

Esa lava tie­ne his­to­ria. No olvi­dar la toma del poder por Nas­ser en Egip­to, el triun­fo del movi­mien­to de Nkru­ma en Gha­na, pri­mer país que obtu­vo su inde­pen­den­cia en Afri­ca, la Con­fe­ren­cia de Ban­dung, la pri­me­ra reu­nión inter­na­cio­nal de paí­ses inde­pen­dien­tes de Asia y Afri­ca, el acto sobe­rano de Egip­to nacio­na­li­zan­do el Canal de Suez y la res­pues­ta del ata­que mili­tar de Israel, Fran­cia y Rei­no Unido.

Aque­lla ola de rebel­día que hace 50, 40, 30 años modi­fi­có el mapa polí­ti­co de la región derro­can­do dic­ta­do­res en Irán, Indo­ne­sia, Filipinas…tiene momen­tos de glo­ria que no pue­den ser barri­dos del alma de los pue­blos, como las mara­vi­llas del museo de El Cai­ro y un día rever­de­cen para ajus­tar­le cuen­tas a aque­llos que trai­cio­na­ron los idea­les de inde­pen­den­cia en el altar de los bene­fi­cios personales.

Otros gobier­nos anti­po­pu­la­res de la región se apre­su­ran a hacer cam­bios, qui­zás recor­dan­do el vie­jo ada­gio que invi­ta a poner en remo­jo las bar­bas cuan­do las del vecino comien­zan a arder.

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