Eus­kal Herria y el neo­li­be­ra­lis­mo- Juan Mari Eskubi

Un acon­te­ci­mien­to recien­te ha sor­pren­di­do a los veci­nos de Bil­bo. La esplén­di­da y opu­len­ta sede del BBVA en la Gran Vía bil­baí­na, (ini­cial­men­te del Ban­co Bil­bao), ha sido adqui­ri­da por una mutua­li­dad de Madrid, pero más curio­so resul­ta aún que la haya com­pra­do al Deu­tsch Bank, que era el pro­pie­ta­rio. Nada es lo que pare­ce. Estos teje­ma­ne­jes demues­tran lo poco que impor­ta a los capi­ta­lis­tas, apá­tri­das con­vic­tos y con­fe­sos, dón­de asen­tar sus sedes. Que­dan así en evi­den­cia los que creen que esos gran­des empre­sa­rios sien­ten cari­ño hacia Eus­kal Herria. Lo que sí está cla­ro es que nues­tras aspi­ra­cio­nes polí­ti­cas y socia­les les impor­tan un cara­jo. Somos tan inge­nuos que recha­za­mos acep­tar la reali­dad cuan­do no coin­ci­de con nues­tros deseos. Esos empre­sa­rios sólo per­si­guen opti­mi­zar sus bene­fi­cios y sen­ta­rán sus posa­de­ras don­de los impues­tos y sub­ven­cio­nes les sean más pro­ve­cho­sos. Pue­de que lo hagan en la isla Jer­sey del Canal de la Man­cha, en las Cai­mán del Cari­be, en Sui­za, en el prin­ci­pa­do de Móna­co, en el de Liech­tens­tein… o aquí, si nos ple­ga­mos a sus deman­das y ofre­ce­mos un tra­to de “paraí­so fis­cal” a sus ganan­cias… opues­to radi­cal­men­te a nues­tra rei­vin­di­ca­ción socia­lis­ta. Es una equi­vo­ca­ción espe­rar que esas empre­sas tomen deci­sio­nes pen­san­do en el inte­rés de Eus­kal Herria.

Por cier­to, el BBVA man­tie­ne casi vacío el ras­ca­cie­los de la pla­za Cir­cu­lar de Bil­bo, lo que es obje­to de mul­ti­tud de rumo­res. ¿De quién será…?

Sin salir de la Gran Vía, tro­pe­za­mos con dos edi­fi­cios de la BBK, cajas de aho­rro fun­da­das por el ayun­ta­mien­to de Bil­bo y la dipu­tación de Biz­kaia para pres­tar ayu­das eco­nó­mi­cas y ser­vi­cios socia­les a los sec­to­res de la pobla­ción más nece­si­ta­dos. Aque­llos lau­da­bles pro­pó­si­tos se han trans­for­ma­do en una ava­ri­cio­sa ambi­ción de ganan­cia eco­nó­mi­ca, con prác­ti­cas pro­pias de los tibu­ro­nes de la ban­ca pri­va­da. En sus facha­das cuel­gan enor­mes car­te­les inci­tán­do­nos a adqui­rir sus pla­nes de pen­sio­nes, con la pre­ten­sión de des­mo­vi­li­zar la lucha de las cla­ses popu­la­res por lograr una dig­na jubi­la­ción a car­go de la Segu­ri­dad Social ¡vas­ca! Esas cajas de aho­rro han echa­do por la bor­da su tra­di­ción y se han con­ver­ti­do en cola­bo­ra­do­ras del neoliberalismo.

Qui­zás algu­nas de las gran­des empre­sas man­ten­gan ofi­ci­nas en Eus­kal Herria, pero serán sólo las que nece­si­ten para suc­cio­nar dine­ro espe­cial­men­te de los fon­dos públi­cos. Uti­li­zan­do su influen­cia, esti­mu­lan a los gober­nan­tes para que cons­tru­yan infra­es­truc­tu­ras: cen­tra­les eléc­tri­cas, tre­nes de alta velo­ci­dad, auto­pis­tas, puer­tos, aero­puer­tos, inci­ne­ra­do­ras de basu­ras… con dine­ro pro­ce­den­te de Hacien­da, nutri­da en bue­na par­te por los impues­tos de la mayo­ría social. Se tra­ta de infra­es­truc­tu­ras casi siem­pre agre­si­vas con el medio ambien­te y la cali­dad de vida, cues­tio­na­das por los veci­nos direc­ta­men­te afec­ta­dos, y por las pla­ta­for­mas popu­la­res cons­ti­tui­das en defen­sa del medio natu­ral de Eus­kal Herria. Las ins­ti­tu­cio­nes sus­traen esos capi­ta­les de las nece­si­da­des socia­les más urgen­tes: sani­dad, vivien­da, ense­ñan­za, tra­ba­jo esta­ble, pen­sio­nes… Cuan­do esas empre­sas tie­nen pro­ble­mas de liqui­dez o nau­fra­gan en sus aven­tu­ras espe­cu­la­ti­vas, como les ha pasa­do con la “bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria”, los gobier­nos acu­den a inyec­tar­les miles de millo­nes de euros de fon­dos públi­cos. Para esto hay abun­dan­cia de dine­ro, que es secues­tra­do cuan­do hay que aten­der nece­si­da­des socia­les. Lo lla­man democracia.

La ideo­lo­gía neo­li­be­ral nos ha ino­cu­la­do el virus de un indi­vi­dua­lis­mo cruel y com­pe­ti­ti­vo. “Cada cual es res­pon­sa­ble de su situa­ción. Las opor­tu­ni­da­des de enri­que­ci­mien­to están al alcan­ce de cual­quie­ra. El que no pros­pe­ra es por su cul­pa, o por­que care­ce de espí­ri­tu empren­de­dor, o por­que es un vago, o por inca­pa­ci­dad… Por lo que sea, pero jamás podrá acu­sar a otros de su peno­sa situa­ción”. Den­tro del sis­te­ma, la mino­ría triun­fa­do­ra acu­mu­la rique­zas mien­tras el res­to empo­bre­ce. Afir­man que es volun­tad de los dio­ses: “En este mun­do tie­ne que haber ricos para que ayu­den a los pobres a no morir­se de ham­bre”. Lo lla­man democracia.

¡El jue­ves todos a la huelga!

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