Si así fue­ra – Mikel Arizaleta

Como todo quis­que qui­se rela­jar­me con el año nue­vo. Pero se me acer­có Harald Mar­tens­tein con sus perió­di­cos ale­ma­nes y asis­tí a su lec­tu­ra y reflexión.

Leyó en el perió­di­co: subirá la gaso­li­na, se pone a la ven­ta una nue­va eco­ga­so­li­na, según el perió­di­co sin efec­tos eco­ló­gi­cos posi­ti­vos. Bien, los efec­tos medioam­bien­ta­les son dis­cu­ti­bles pero no la subi­da de la gaso­li­na. “Me da igual, dijo, que la nue­va gaso­li­na con­ten­ga yer­ba, heno o estiér­col de vaca. No qui­so seguir”, y lo obvió.

En el artícu­lo siguien­te decía el pre­si­den­te de muni­ci­pios ale­ma­nes que los ayun­ta­mien­tos no tie­nen dine­ro, que todo va a subir, por supues­to tam­bién la gaso­li­na. Los alcal­des quie­ran intro­du­cir nue­vos impues­tos. Si se quie­re remo­de­lar una pis­ci­na con­lle­va­rá el recar­go corres­pon­dien­te. Y esto le tocó las pelo­tas. “¡No y no! Lo que la asam­blea de muni­ci­pios debe hacer es impe­dir que la can­ci­ller ale­ma­na pon­ga a la ven­ta la gaso­li­na de mier­da de vaca en lugar de voso­tros pedir­me dine­ro a mí”.

Lue­go leyó que la elec­tri­ci­dad y el gas subían. Era incum­ben­cia de las mul­ti­na­cio­na­les de la ener­gía. “¡Es que son vora­ces!”, comentó

El siguien­te habla­ba del segu­ro de enfer­me­dad. Sube la cuo­ta y se intro­du­ce un com­ple­men­to. “¿Cómo? Entien­do la subi­da de cuo­ta, ¿pero ade­más otro com­ple­men­to? ¿Y por qué no toda­vía un com­ple­men­to al com­ple­men­to del com­ple­men­to? ¿Soy ton­to de rema­te o este sis­te­ma está enfermo?”.

Y sube la apor­ta­ción al segu­ro de des­em­pleo, sube el bille­te del tren…

Refle­xio­nó: “Pri­me­ro uno pien­sa: ganas bien y esto no des­tron­ca tu modus viven­di. No es posi­ble exi­gir con­ti­nua­men­te al jefe más dine­ro. Bueno, posi­ble sí pero no quie­ro. Me resul­ta­ría peno­so y me da has­ta pena. Tam­bién el jefe lo tie­ne difí­cil. Somos huma­nos. Tam­po­co pue­do andar por la vida exi­gien­do subi­da por­que el alcal­de quie­re remo­de­lar la vie­ja pis­ci­na o por­que los fre­nos nue­vos de mi coche inclu­yen nue­va subi­da. El jefe iba a pen­sar que esta­ba chiflado”.

“Pero lue­go, con­ti­nuó, uno reca­pa­ci­ta: cómo es posi­ble que un típi­co e inso­li­da­rio defen­sor de la cla­se media se con­vier­ta en un ciu­da­dano exas­pe­ra­do. ¿Pero qué hay de inmo­ral en defen­der el sta­tu quo, man­te­ner la cla­se a la que per­te­ne­ce? Todos lo hacen: la mul­ti­na­cio­nal ener­gé­ti­ca, el Esta­do, el par­ti­do, la aso­cia­ción de defen­sa de los ani­ma­les, la mafia, el tren…, todos suben las cuo­tas. Inclu­so el león de la este­pa defien­de su posi­ción, su sta­tus, su cla­se media, tie­ne mie­do del búfa­lo pero devo­ra una gace­la por sema­na, y quie­re que siga así, de lo con­tra­rio se vol­ve­rá vio­len­to. ¿Soy aca­so el úni­co que no pue­do? ¿O mien­tras no sea pobre y ten­ga en una esqui­na de mi fri­go­rí­fi­co una moz­za­re­lla de bison­te es mejor que me calle?

¿No es más inmo­ral, por poner una cifra, que en lugar de ganar 2000€ al mes gane 4.000€? ¿Y si esto es inmo­ral por qué per­mi­te el Esta­do? ¿Y cómo per­mi­te el Esta­do que ocu­rra esto para, a con­ti­nua­ción, poner en mar­cha una gigan­tes­ca máqui­na de redis­tri­bu­ción? Es un derro­che de ener­gía y un des­atino judi­cial. Si cada uno gana­ra real­men­te 2.000 sería el últi­mo en enca­bri­tar­me, yo voy con la masa. No soy ni héroe ni nada parecido.

Si fue­ra así no me impor­ta­ría que pusie­ran a la ven­ta 8 tipos de bio­die­sel de remo­la­cha forrajera”.

Lue­go de escu­char­le pen­sé en la huel­ga del 27 de enero y en la cla­se tra­ba­ja­do­ra, a la que pertenezco.

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