La cri­sis capi­ta­lis­ta tam­bién es una cri­sis de urba­ni­za­ción – Harvey

Des­de su pers­pec­ti­va como geó­gra­fo, ¿qué cone­xio­nes encuen­tra entre urba­ni­za­ción y esta crisis?

–Una de las cosas que me gus­ta­ría enfa­ti­zar es la rela­ción entre urba­ni­za­ción y for­ma­ción de la cri­sis. En las déca­das del 50 y 60, el capi­ta­lis­mo se esta­bi­li­zó con una for­ma de masi­va sub­ur­ba­ni­za­ción: cami­nos, autos, un esti­lo de vida. Una de las pre­gun­tas es si son sos­te­ni­bles a lar­go pla­zo. En el sur de Cali­for­nia y Flo­ri­da, que son epi­cen­tros de la cri­sis, esta­mos vien­do que este mode­lo de sub­ur­ba­ni­za­ción no sir­ve más. Algu­nos quie­ren hablar de las cri­sis sub­pri­me, yo quie­ro hablar de las cri­sis urbanas.

¿Qué pien­sa de las cri­sis urbanas?

–En la déca­da del 80 se pen­sa­ba que Japón era una poten­cia y se cayó en los años 90 por la cri­sis de los pre­cios de la tie­rra. Des­de enton­ces, no se recu­pe­ró más. Tam­bién exis­te una preo­cu­pa­ción en Esta­dos Uni­dos de que la cri­sis inmo­bi­lia­ria impi­da la recu­pe­ra­ción, pese a los inten­tos que se hacen. Otra cues­tión es que la for­ma de uso inten­si­vo de la ener­gía reque­ría muchas exten­sio­nes de terreno y crea­ba un esti­lo de vida de luga­res dis­per­sos. Esto está plan­tean­do, jus­ta­men­te, un nue­vo tipo de urba­ni­za­ción. Lo lla­ma­ti­vo es que Chi­na está copian­do a Esta­dos Uni­dos, lo que es muy ton­to. Uno obser­va que no es sus­ten­ta­ble bajo la cri­sis ambien­tal. Exis­te una alta cone­xión entre desa­rro­llo capi­ta­lis­ta, cri­sis capi­ta­lis­ta y urbanización.

¿En qué medi­da influ­yó la trans­for­ma­ción del mer­ca­do inmo­bi­lia­rio en la cri­sis de la urbanización?

–¿Dón­de puso la gen­te rica su dine­ro en los últi­mos 30 años? Has­ta los 80, poner dine­ro en la pro­duc­ción daba más dine­ro que poner­lo en el nego­cio inmo­bi­lia­rio. A par­tir de allí empe­zó a pen­sar­se dón­de poner el dine­ro para que dé una tasa de retorno más alta. Los mer­ca­dos inmo­bi­lia­rios y de la tie­rra son muy intere­san­tes: si yo invier­to, el pre­cio sube, como el pre­cio sube, más gen­te invier­te, enton­ces sigue subien­do el pre­cio. A media­dos de la déca­da del 70, en Manhat­tan (Nue­va York), se podía ven­der por 200.000 dóla­res un tipo de cons­truc­ción que aho­ra cues­ta dos millo­nes de dólares.

Des­de enton­ces, hubo bur­bu­jas de dis­tin­tos tipos, que se van reven­ta­do una a una. Los mer­ca­dos bur­sá­ti­les se vol­vie­ron locos en los años 90. Si uno obser­va la par­ti­ci­pa­ción de los dis­tin­tos sec­to­res en el pro­duc­to bru­to interno de los Esta­dos Uni­dos, en 1994, el mer­ca­do accio­na­rio tenía una par­ti­ci­pa­ción del 50 por cien­to en el PBI. En el 2000 subió a un 120 por cien­to y empe­zó a caer con la “cri­sis pun­to­com”. Mien­tras que la par­ti­ci­pa­ción del mer­ca­do inmo­bi­lia­rio en el PBI empe­zó a cre­cer, y pasó del 90 al 130 por cien­to en el mis­mo período.

¿Qué opi­na sobre la orien­ta­ción que tuvo la inver­sión en infra­es­truc­tu­ra en las últi­mas décadas?

–El capi­ta­lis­mo no pue­de fun­cio­nar sin su infra­es­truc­tu­ra típi­ca: carre­te­ras, puer­tos y vías, edi­fi­cios y fábri­cas. La gran pre­gun­ta es cómo se cons­tru­yen estas infra­es­truc­tu­ras y en qué medi­da con­tri­bu­yen a la pro­duc­ti­vi­dad en el futu­ro. En Esta­dos Uni­dos se habla mucho de puen­tes que van a nin­gu­na par­te. Hay intere­ses muy gran­des de los lob­bis­tas de la cons­truc­ción que quie­ren cons­truir sin impor­tar qué. Pue­den corrom­per gobier­nos para hacer obras que no van a ser de uso para nada.

Un ejem­plo de lo que des­cri­be es lo que suce­dió en Espa­ña, con el boom de la construcción.

–Una par­te de la expli­ca­ción de la cri­sis en Gre­cia y Espa­ña pue­de vin­cu­lar­se con estas malas inver­sio­nes en infra­es­truc­tu­ra. Gre­cia es tam­bién un caso típi­co con los Jue­gos Olím­pi­cos, gran­des obras de infra­es­truc­tu­ra que aho­ra no se usan. En los años 50 y 60, la red de cami­nos y auto­pis­tas, en Esta­dos Uni­dos, fue muy impor­tan­te para el mejo­ra­mien­to de la pro­duc­ti­vi­dad. Algo simi­lar se obser­va actual­men­te en Chi­na, con cami­nos, ferro­ca­rri­les y nue­vas ciu­da­des, que en los pró­xi­mos años van a tener un alto impac­to en la productividad.

¿Cree qué Chi­na está enfren­tan­do la cri­sis de mane­ra dis­tin­ta de Esta­dos Unidos?

–Tie­ne mejo­res con­di­cio­nes que otros paí­ses, sobre todo por­que cuen­ta con gran­des reser­vas de divi­sas. Esta­dos Uni­dos tie­ne un gran défi­cit y Chi­na, un gran supe­rá­vit. El otro pro­ble­ma en Esta­dos Uni­dos es político.

¿Cuá­les son los fac­to­res polí­ti­cos que difi­cul­tan salir de la crisis?

–Quien inten­ta cons­truir obras de infra­es­truc­tu­ra úti­les es acu­sa­do inme­dia­ta­men­te de “socia­lis­ta”, que es lo que está sufrien­do Barack Oba­ma. En Chi­na eso no impor­ta por­que tie­nen otras con­di­cio­nes polí­ti­cas. El gobierno en Chi­na es auto­ri­ta­rio y pue­de poner las cosas en su lugar. En el caso del Con­gre­so nor­te­ame­ri­cano está domi­na­do por gru­pos repu­bli­ca­nos y demó­cra­tas que mane­jan intere­ses eco­nó­mi­cos y las con­di­cio­nes para tomar deci­sio­nes son otras.

Se dedu­ce una dife­ren­cia en la rela­ción entre el poder polí­ti­co y el poder eco­nó­mi­co en estos países.

–En Chi­na, por efec­to de la cri­sis ame­ri­ca­na, la res­pues­ta fue hacer gran­des pro­yec­tos de infra­es­truc­tu­ra de inme­dia­to. Ade­más, el gobierno cen­tra­li­za­do de Chi­na tie­ne enor­me poder sobre los ban­cos. Dio la orden: “Den prés­ta­mos para estas obras a gobier­nos muni­ci­pa­les y a los pri­va­dos que esta­ban hacién­do­las”. El gobierno cen­tral de los Esta­dos Uni­dos no pue­de hacer eso. Se man­tie­ne dicién­do­les a los ban­cos: “Pres­ten” y los ban­cos dicen: “No”. Chi­na está cre­cien­do a rit­mos del 10 por cien­to des­pués de la cri­sis y Esta­dos Uni­dos está por el piso.

¿Cuá­les son las fallas ins­ti­tu­cio­na­les que han lle­va­do a esta crisis?

–Des­de la déca­da del 70 hubo una idea domi­nan­te de que la res­pues­ta era pri­va­ti­zar. Hay muchas alter­na­ti­vas para que el sec­tor públi­co pro­vea mejo­res ser­vi­cios que el sec­tor privado.

¿Cree que esta con­cep­ción tam­bién pene­tró en el sis­te­ma financiero?

–En Esta­dos Uni­dos, en la déca­da del 30, los ban­cos de inver­sión esta­ban sepa­ra­dos de los ban­cos comer­cia­les. En los últi­mos años se per­mi­tió que se unie­ran. Es un caso de cam­bio regu­la­to­rio, don­de el Esta­do se reti­ra del control.

¿Cómo eva­lúa el tipo de regu­la­cio­nes que se pro­pu­sie­ron imple­men­tar a par­tir de la crisis?

–Hay una teo­ría lla­ma­da “cap­tu­ra regu­la­to­ria”. Supo­ne poner a las galli­nas a ser con­tro­la­das por los zorros. Si uno mira las for­mas regu­la­to­rias pro­pues­tas has­ta aho­ra, se da cuen­ta de que los zorros están ganan­do y eso es por­que los zorros con­tro­lan tam­bién el Con­gre­so de los Esta­dos Unidos.

¿Hay dife­ren­cias entre las polí­ti­cas impul­sa­das en los Esta­dos Uni­dos y en Europa?

–Sí, hay dife­ren­cias. Uno de los temas que estoy estu­dian­do es jus­ta­men­te las dife­ren­cias que hay en dis­tin­tos luga­res. Por ejem­plo, en Amé­ri­ca lati­na la reac­ción de los gobier­nos fue mucho más sen­si­ble a la cri­sis que lo que se obser­va en los Esta­dos Uni­dos y Euro­pa. En Euro­pa hay un gran con­flic­to entre los paí­ses más gran­des y los más chi­cos. Ale­ma­nia, que por razo­nes his­tó­ri­cas tie­ne una obse­sión con el tema de la infla­ción, impo­ne el tema de la aus­te­ri­dad. El triun­fo de un gobierno con­ser­va­dor en Ingla­te­rra tam­bién for­ta­le­ce la idea de aus­te­ri­dad. Por eso, no sor­pren­de que Euro­pa esté estan­ca­da, mien­tras Chi­na está cre­cien­do fuerte.

¿Qué impac­to tie­nen las polí­ti­cas de austeridad?

–La aus­te­ri­dad es algo total­men­te erró­neo. En pri­mer lugar, por las dife­ren­cias de impac­to entre cla­ses socia­les. En gene­ral, las cla­ses más bajas son las más dam­ni­fi­ca­das. Ade­más, las cla­ses más bajas, cuan­do tie­nen dine­ro, lo gas­tan, mien­tras que las cla­ses altas lo usan para gene­rar más dine­ro y no nece­sa­ria­men­te para hacer cosas productivas.

¿Por ejem­plo?

–Muchos ricos de los Esta­dos Uni­dos com­pra­ron tie­rras en Amé­ri­ca lati­na. Esto lle­vó al aumen­to del pre­cio de la tie­rra. En el lar­go pla­zo, debe­mos pen­sar cómo pue­de vivir el mun­do de acuer­do con sus recur­sos. Eso no sig­ni­fi­ca aus­te­ri­dad, sino una for­ma más aus­te­ra de vivir, que no es lo mismo.

¿En qué se diferencian?

–Debe­re­mos pen­sar qué es lo que real­men­te nece­si­ta­mos para tener una bue­na vida, y muchas de las cosas que pen­sa­mos del con­su­mo son una locu­ra; es dila­pi­dar recur­sos, natu­ra­les y huma­nos. Tene­mos que pen­sar cómo hace­mos en el lar­go pla­zo para que 6.800 millo­nes de per­so­nas pue­dan vivir, tener vivien­da, salud, ali­men­to para que ten­gan una vida razo­na­ble y feliz.

Nata­lia Aru­gue­te es Licen­cia­da en Cien­cias de la Comu­ni­ca­ción. Uni­ver­si­dad de Bue­nos Aires, UBA, Argen­ti­na. Inves­ti­ga­do­ra en la Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Quilmes.
Cash /​Extrac­ta­do por La Haine


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