Infor­me Gobierno Vas­co: Nue­vos datos que ava­lan su inten­cio­na­li­dad polí­ti­ca – Gotzon Amutxastegi

El infor­me del Gobierno Vas­co sobre vio­len­cia de moti­va­ción polí­ti­ca sigue el pro­ce­der habi­tual de los par­ti­dos en el poder (tan­to en la CAV como en el Esta­do), que han veni­do adap­tan­do la inter­pre­ta­ción de la reali­dad his­tó­ri­ca a sus intere­ses polí­ti­cos inmediatos.

En con­se­cuen­cia, se están repi­tien­do los esque­mas del pasa­do, crean­do dis­tin­tas cate­go­rías jurí­di­cas de dere­chos depen­dien­do de quien es el cau­san­te del deli­to. Así, cuan­do se pro­ce­de a nor­ma­ti­vi­zar el reco­no­ci­mien­to de los dere­chos de los repre­sa­lia­dos por el fran­quis­mo (Ley 522007 «de memo­ria his­tó­ri­ca») o, como en el caso de este infor­me, se refle­xio­na sobre las víc­ti­mas de la vio­len­cia del Esta­do, el ámbi­to tem­po­ral se aco­ta a los años 1968 – 1977, hacien­do coin­ci­dir la fecha final con la apro­ba­ción de la Ley de Amnis­tía en octu­bre de 1977.

Por lo tan­to, sólo se reco­no­cen dere­chos a una ínfi­ma par­te de las víc­ti­mas de la rebe­lión mili­tar de 1936, el régi­men fran­quis­ta y el terro­ris­mo de esta­do. A la limi­ta­ción tem­po­ral se le aña­de otra jurí­di­ca: la cate­go­ri­za­ción de los deli­tos en fun­ción de quién los come­te. Si el cau­san­te es el Esta­do, como en el caso de los cin­co ase­si­na­dos el 27 de sep­tiem­bre de 1975, éstos no serán con­si­de­ra­dos víc­ti­mas, ya que la pro­pia ley los cali­fi­ca como inte­gran­tes de orga­ni­za­ción terro­ris­ta y por lo tan­to pre­va­le­ce en ellos esta con­di­ción. Por el con­tra­rio, siguien­do la lógi­ca de este infor­me, aun­que la «víc­ti­ma» haya sido par­te cau­san­te del geno­ci­dio fran­quis­ta (por ejem­plo, el almi­ran­te Carre­ro Blan­co) o tor­tu­ra­dor (por ejem­plo, Meli­tón Man­za­nas), pre­va­le­ce en ella su carác­ter de víc­ti­ma y se le reco­no­cen los dere­chos ads­cri­tos a tal condición.

Con­tra­vi­nien­do la lega­li­dad inter­na­cio­nal, en el infor­me del Gobierno Vas­co se pro­ce­de a rela­ti­vi­zar la gra­ve­dad del deli­to en fun­ción de quien sea el cau­san­te (el Esta­do) y del perio­do en que se pro­du­ce la vulneración.

Así, por ejem­plo, un deli­to come­ti­do por el Esta­do antes de octu­bre de 1977 será cali­fi­ca­do con mayor seve­ri­dad que otro idén­ti­co come­ti­do con pos­te­rio­ri­dad a esta fecha, de tal mane­ra que, con­for­me nos acer­ca­mos al pre­sen­te, su cali­fi­ca­ción se irá mode­ran­do pro­gre­si­va­men­te, con el cla­ro obje­ti­vo de exi­mir de gra­ve­dad a la vio­len­cia del Esta­do ejer­ci­da duran­te y des­pués de la «tran­si­ción», lo que ten­dría como con­se­cuen­cia la jus­ti­fi­ca­ción de esta violencia.

Y todo este dis­pa­ra­te, que dis­cri­mi­na a unas víc­ti­mas fren­te a otras, se acom­pa­ña con la adver­ten­cia de que deben evi­tar­se los «dis­cur­sos equi­pa­ra­do­res de reali­da­des muy dis­tin­tas y mucho menos jus­ti­fi­ca­ti­vos de nin­gu­na vio­la­ción de dere­chos huma­nos». No nega­mos a acep­tar que las víc­ti­mas sean con­se­cuen­cia de reali­da­des dis­tin­tas; es más, afir­ma­mos que no desea­mos que se nos equi­pa­re con per­so­nas vin­cu­la­das con otras «reali­da­des», que están rela­cio­na­das con prác­ti­cas y obje­ti­vos que son opues­tos a la legi­ti­mi­dad his­tó­ri­ca, social, polí­ti­ca y cul­tu­ral de la lucha anti­fran­quis­ta y los dere­chos civi­les y políticos.

No se pue­de enten­der, cómo per­so­na­jes como Carre­ro Blan­co o Meli­tón Man­za­nas pue­den reci­bir hono­res, que con­lle­van cuan­tio­sas repa­ra­cio­nes eco­nó­mi­cas y socia­les, mien­tras que a gran par­te de sus víc­ti­mas se les siguen negan­do sus derechos.

Nos encon­tra­mos con que, en base a las leyes apro­ba­das por los par­la­men­tos de Madrid y Gas­teiz, geno­ci­das y cri­mi­na­les del régi­men fran­quis­ta son reco­no­ci­dos como víc­ti­mas (con carác­ter retro­ac­ti­vo has­ta 1968), pero no pue­den ser juz­ga­dos por sus crí­me­nes por­que lo impi­de la exis­ten­cia de la Ley de Amnis­tía de 1977.

Por todo lo ante­rior pode­mos con­cluir que el infor­me que esta­mos ana­li­zan­do es un ele­men­to más que apun­ta­la el esta­do de impu­ni­dad sobre los res­pon­sa­bles y cóm­pli­ces del geno­ci­dio fran­quis­ta y tie­ne como obje­ti­vo prin­ci­pal jus­ti­fi­car la vio­len­cia ejer­ci­da por el Estado.

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