Cuba cam­bia el mode­lo eco­nó­mi­co (III) – Angel Gue­rra Cabrera

En las dos entre­gas ante­rio­res argu­men­té la inelu­di­ble nece­si­dad de cam­biar el mode­lo eco­nó­mi­co de Cuba, rec­ti­fi­can­do erro­res para­dó­ji­ca­men­te ori­gi­na­dos en la volun­tad de con­se­guir toda la jus­ti­cia social, aun­que tam­bién en la copia de cier­tos modos de hacer de otras expe­rien­cias que bus­ca­ron cons­truir el socia­lis­mo. Si estu­dia­mos el men­sa­je de Fidel a los estu­dian­tes del 17 de noviem­bre de 2010 (sín­te­sis de las ideas de su dis­cur­so de la Uni­ver­si­dad de 2005) y los dis­cur­sos de Raúl Cas­tro des­de el 26 de julio de 2009 has­ta el que sir­vie­ra de con­clu­sión de la últi­ma sesión de 2010 de la Asam­blea Nacio­nal y los resú­me­nes de los deba­tes de aque­lla publi­ca­dos en la pren­sa cuba­na, encon­tra­mos varios aspec­tos centrales.

Pri­me­ro, este pro­ce­so lo ani­ma la inque­bran­ta­ble deci­sión de ase­gu­rar la irre­ver­si­bi­li­dad de la revo­lu­ción socia­lis­ta en Cuba y de sus con­quis­tas emble­má­ti­cas median­te la apli­ca­ción de un máxi­mo de racio­na­li­dad en todos los sec­to­res de la eco­no­mía, rec­ti­fi­can­do los erro­res y prác­ti­cas que entor­pe­cen ese obje­ti­vo, par­ti­cu­lar­men­te aque­llos que cons­pi­ran con­tra el poder esti­mu­la­dor del sala­rio. Se bus­ca deto­nar un gran pro­ce­so de acu­mu­la­ción de capi­tal que dé sus­ten­to mate­rial a aquel obje­ti­vo cru­cial, comen­zan­do por la for­ma más sim­ple de lograr­lo, que es el aho­rro de recur­sos de todo tipo en lugar del gas­to injus­ti­fi­ca­do que ha existido.

Segun­do, es de estra­té­gi­ca impor­tan­cia avan­zar a paso segu­ro en la ele­va­ción de la pro­duc­ción agro­pe­cua­ria y de la indus­tria a ella aso­cia­da, de modo que en el pla­zo más cor­to posi­ble ‑aca­so en diez años- se pue­da lle­gar a pro­du­cir en la isla el grue­so de las ver­du­ras, tubércu­los y cár­ni­cos que requie­re el con­su­mo nacio­nal, así como dis­mi­nuir sus­tan­cial­men­te la one­ro­sa impor­ta­ción de ali­men­tos que pue­den pro­du­cir­se en el país, a la vez que aumen­tar las expor­ta­cio­nes tra­di­cio­na­les y no tra­di­cio­na­les del sec­tor. En suma, con­se­guir la sobe­ra­nía ali­men­ta­ria sin des­co­no­cer que la agri­cul­tu­ra requie­re de un gra­do de sub­si­dio esta­tal, pero este debe dedi­car­se a faci­li­tar pre­cios más esti­mu­lan­tes al pro­duc­tor y no a sub­ven­cio­nar defi­cien­cias. En apo­yo de esta línea de acción se impul­sa la agri­cul­tu­ra urba­na, sur­ge y toma cuer­po la sub­ur­ba­na, se emplea la trac­ción ani­mal para aho­rrar com­bus­ti­ble, con­ti­núa la entre­ga de tie­rras esta­ta­les en usu­fruc­to a par­ti­cu­la­res y coope­ra­ti­vas que ya sobre­pa­sa el millón de hec­tá­reas, se estu­dian con urgen­cia for­mas de sim­pli­fi­car la cade­na entre pro­duc­tor y con­su­mi­dor y se avan­za en la des­cen­tra­li­za­ción de las deci­sio­nes, entre otras medi­das, aun­que con gran resis­ten­cia de la buro­cra­cia y de los vie­jos conceptos.

Ter­ce­ro, se des­pren­de de la docu­men­ta­ción cita­da el jus­to equi­li­brio con­ce­di­do a los fac­to­res obje­ti­vos y sub­je­ti­vos, sin cuya apli­ca­ción estra­té­gi­ca no habría sido posi­ble el triun­fo de la lucha arma­da de libe­ra­ción, la resis­ten­cia con­tra las agre­sio­nes sis­te­má­ti­cas de Esta­dos Uni­dos, las con­quis­tas revo­lu­cio­na­rias sin­gu­la­res de Cuba, ni su per­ma­nen­te soli­da­ri­dad con los pue­blos del mun­do, pero que no ha sido obser­va­do con igual pre­ci­sión en la direc­ción de la eco­no­mía. Este con­cep­to está aso­cia­do a otro igual­men­te vivo en la men­te de los diri­gen­tes cuba­nos y es que el socia­lis­mo, a dife­ren­cia de todas las socie­da­des ante­rio­res, se cons­tru­ye cons­cien­te­men­te, por lo que no se debe con­fiar a la espon­ta­nei­dad del paso del tiem­po o a la acción de los meca­nis­mos de mer­ca­do, sino a una pre­vi­so­ra pla­ni­fi­ca­ción que no dese­che la uti­li­za­ción regu­la­da de aque­llos meca­nis­mos como par­te de las leyes y regu­la­ri­da­des obje­ti­vas del desa­rro­llo social. Lle­ga­dos aquí, expon­go mi cri­te­rio de que en rigor, en Cuba revo­lu­cio­na­ria nun­ca ha exis­ti­do un mode­lo eco­nó­mi­co deli­nea­do a lar­go pla­zo pues la hos­ti­li­dad del impe­ria­lis­mo for­zó a cons­tan­tes y trau­má­ti­cos vira­jes tác­ti­cos para garan­ti­zar la pura super­vi­ven­cia y no el desa­rro­llo pleno de las fuer­zas productivas.

Lo que per­mi­te y exi­ge dise­ñar aho­ra un mode­lo eco­nó­mi­co a lar­go pla­zo es la can­ti­dad y cali­dad de capi­tal humano for­ma­do por la Revo­lu­ción; la com­ple­ji­dad y diver­si­dad alcan­za­da por la socie­dad cuba­na; el aná­li­sis crí­ti­co de la pro­pia expe­rien­cia y de las cau­sas del derrum­be sovié­ti­co; la nue­va situa­ción de inde­pen­den­cia e inte­gra­ción en Amé­ri­ca Lati­na, y la decli­na­ción de la hege­mo­nía de Esta­dos Uni­dos pese a que en medio de su cri­sis con­ser­ve el mayor poder mili­tar del pla­ne­ta, enor­mes recur­sos eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos y no haya cam­bia­do su polí­ti­ca hos­til hacia Cuba.

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