¡Feliz Año 2011! – Hugo Chavez

I

Cada año vie­ne sig­na­do con sus par­ti­cu­la­ri­da­des: el 2010 nos tra­jo sus retos y sus difi­cul­ta­des. Bas­ta con recor­dar que hemos teni­do que lidiar con una pro­lon­ga­da sequía que gene­ró una seve­ra cri­sis eléc­tri­ca y, por si fue­ra poco, con las desas­tro­sas con­se­cuen­cias mate­ria­les y huma­nas a con­se­cuen­cia de las inten­sas llu­vias de fin de año.

Hay que decir­lo: asu­mi­mos los retos y las difi­cul­ta­des, como diría Grams­ci, con el opti­mis­mo de la volun­tad; con la fir­me y deci­di­da deter­mi­na­ción que ame­ri­ta­ban; con el con­ven­ci­mien­to, ade­más, de saber que jun­to a las ins­ti­tu­cio­nes del Esta­do y al Gobierno como un todo, con­tá­ba­mos con la fir­me volun­tad popu­lar, tal y como ha veni­do demostrándose.

Ante la dis­po­si­ción y el com­pro­mi­so del pue­blo vene­zo­lano, aho­ra y siem­pre, uno no pue­de sino sen­tir­se orgu­llo­so. Estas adver­si­da­des nos han veni­do a adver­tir que una Revo­lu­ción sólo logra ins­tau­rar­se como satis­fac­ción de una nece­si­dad his­tó­ri­ca, si un pue­blo la hace y la sien­te suya.

No me can­so ni me can­sa­ré de repe­tir­lo: somos hijos e hijas de Bolí­var y, por tan­to, somos el pue­blo de las difi­cul­ta­des. Ven­gan a noso­tros todas las difi­cul­ta­des: sabre­mos vencerlas.

Cuán lumi­no­so es el ejem­plo que Vene­zue­la está dan­do en mate­ria de par­ti­ci­pa­ción y pro­ta­go­nis­mo popu­lar. A par­tir de este ejem­plo, pen­sa­mos que la Revo­lu­ción cuan­do se asu­me como volun­tad trans­for­ma­do­ra y como pro­ce­so que desea ins­cri­bir­se en su tiem­po, se con­vier­te en un ejer­ci­cio de inter­pe­la­ción coti­dia­na: cada día se vuel­ve un eterno pre­sen­te, una apues­ta ani­ma­da por un pro­yec­to que se hace por­ve­nir, una ela­bo­ra­ción per­pe­tua de todo un pueblo.

Mien­tras escri­bo estas Líneas, miro el tiem­po reco­rri­do y con­tem­plo cuán­to hemos rea­li­za­do, pero sobre todo, pien­so en cuan­to aún nos res­ta por con­cluir. Cabal­gan­do al tiem­po y apu­rán­do­lo en lo posi­ble, no nos dare­mos des­can­so has­ta ver cum­pli­do lo que hemos fra­gua­do en los sue­ños colec­ti­vos. Lo vital es que la medi­da y el hori­zon­te de nues­tro pro­ce­so está cla­ro: encar­nar­nos en la espe­ran­za del pue­blo y hacer­la ple­na realidad.

Lo deci­mos con modes­tia y cons­cien­tes de la res­pon­sa­bi­li­dad: no hay otro camino que aquel que nos con­du­ce a la con­quis­ta defi­ni­ti­va de, para decir­lo con Bolí­var, la supre­ma feli­ci­dad social.

Noso­tros, en las actua­les cir­cuns­tan­cias del país, hemos asu­mi­do ser los here­de­ros y con­ti­nua­do­res de la pro­lon­ga­da lucha de los siglos y en con­se­cuen­cia para noso­tros el tiem­po his­tó­ri­co se nos pre­sen­ta cada vez más como un desa­fío, pero un desa­fío orien­ta­do por la espe­ran­za irre­duc­ti­ble y libertaria.

II

En el 2010 se ini­ció la con­me­mo­ra­ción, en pala­bras de Augus­to Mija­res, de nues­tro pri­mer ciclo de libe­ra­ción repu­bli­ca­na. Es el torren­te his­tó­ri­co del que somos here­de­ros y que nos une entra­ña­ble­men­te a Nues­tra Amé­ri­ca, y que es luz y fuer­za en nues­tra memo­ria como pue­blo: nues­tra heren­cia bolivariana.

Y en el 2011 esta­re­mos con­me­mo­ran­do, por todo lo alto, los 200 años de la Fir­ma del Acta de Inde­pen­den­cia: 200 años del naci­mien­to de nues­tra Vene­zue­la como Repú­bli­ca libre, sobe­ra­na e inde­pen­dien­te, como camino pro­pio y como sue­ño colec­ti­vo, aquel lumi­no­so 5 de julio de 1811. No es poca cosa, enton­ces, lo que vamos a con­me­mo­rar y cele­brar colectivamente.

Para noso­tros, 1811 encar­na una memo­ria his­tó­ri­ca acti­va y ani­ma­da por su vera­ci­dad inme­dia­ta, esto es, por su capa­ci­dad para com­pro­me­ter­nos. Es por eso que a la tesis reac­cio­na­ria de la Inde­pen­den­cia como frus­tra­ción y fra­ca­so, noso­tros le opo­ne­mos la tesis com­ba­ti­va, crea­ti­va y libe­ra­do­ra de la Inde­pen­den­cia como pro­me­sa y pro­yec­to abier­to e incon­clu­so: la Inde­pen­den­cia no ha ter­mi­na­do y es his­to­ria por hacer­se y que ya esta­mos haciendo.

III

En los últi­mos días de diciem­bre, las cloa­cas mediá­ti­cas han pues­to a rodar una ver­sión catas­tro­fis­ta del año 2011. Véa­se, por ejem­plo, cómo se han afin­ca­do con­tra la uni­fi­ca­ción de las tasas de cam­bio en 4,30 BsF por dólar, a par­tir del 1 de enero, anun­cia­da el jue­ves 30 de diciem­bre por el Minis­tro Jor­ge Gior­da­ni: una medi­da que obe­de­ce a una sim­pli­fi­ca­ción del con­trol cam­bia­rio. Y, ¿qué es lo que dicen los apá­tri­das?: que esta­mos gene­ran­do las con­di­cio­nes para imple­men­tar un paque­ta­zo neo­li­be­ral. Se tra­ta, por supues­to, de la estra­te­gia de men­tir des­ca­ra­da­men­te para gene­rar confusión.

Hablan y hablan de infla­ción –que, por cier­to, cerró el 2010 en 26,9%: muy pero muy por deba­jo de lo que esti­ma­ban los apá­tri­das- pero elu­den refe­rir­se a la espe­cu­la­ción de la cual son res­pon­sa­bles: a la for­ma en que el capi­tal mono­pó­li­co, con Fede­cá­ma­ras a la cabe­za, infla des­me­su­ra­da­men­te los pre­cios, des­pre­cian­do la racio­na­li­dad eco­nó­mi­ca y bur­lán­do­se del pue­blo. Quie­ro adver­tír­se­los des­de ya: vamos a meter en cin­tu­ra a los espe­cu­la­do­res y no vamos a tener nin­gu­na cla­se de con­tem­pla­cio­nes con ellos.

Igual­men­te, y obe­de­cien­do a la mis­ma lógi­ca, mini­mi­zan que el des­em­pleo cerró en menos de 7% al con­cluir 2010. Y que la pobre­za sigue dis­mi­nu­yen­do osten­si­ble­men­te: la pobre­za extre­ma bajó de 7,3% a 7,1%. Son datos que hablan, por sí mis­mos, de una nue­va reali­dad nacional.

Y con la Ley Habi­li­tan­te se abre un camino cier­to hacia el buen vivir, hacia la vida bue­na que todas y todos nos mere­ce­mos: vamos a for­ta­le­cer y pro­fun­di­zar la lega­li­dad revo­lu­cio­na­ria para rever­tir defi­ni­ti­va­men­te las asi­me­trías estruc­tu­ra­les y los des­equi­li­brios macro­so­cia­les que son pro­pios del mode­lo capitalista.

Por cier­to, el domin­go pasa­do –y tenien­do como mar­co la soli­da­ria y fra­ter­na visi­ta del com­pa­ñe­ro Evo Mora­les a La Gua­ji­ra, esta­do Zulia- fir­ma­mos en Fuer­te Mara la pri­me­ra Ley Habi­li­tan­te: este pri­mer decre­to ley esta­ble­ce la crea­ción del Fon­do Simón Bolí­var para la recons­truc­ción de las zonas devas­ta­das por la llu­via y cuen­ta con 10 mil millo­nes de bolí­va­res en su pun­to de arranque.

IV

Vamos a comen­zar el año 2011 al galo­pe, a toda mecha. El 2011 Bicen­te­na­rio será año de bata­lla y de vic­to­ria popular.

Son ini­cuas las pre­ten­sio­nes de las fuer­zas con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias: no van a impe­dir la mar­cha de nues­tro pue­blo hacia el socia­lis­mo. No les vamos a per­mi­tir que con­vier­tan al país en un caos: pido a Dios que nin­gún com­pa­trio­ta se deje lle­var por los tam­bo­res de la gue­rra de la extre­ma derecha.

El 2011 será el año de la con­for­ma­ción del gran Polo Patrió­ti­co: nece­si­ta­mos un gran cen­tro de luces y de acción capaz de reu­nir a todas las fuer­zas popu­la­res, más allá del PSUV.

Cier­ta­men­te, uno de los gran­des esce­na­rios de la bata­lla de 2011 será la Asam­blea Nacio­nal. La res­pon­sa­bi­li­dad his­tó­ri­ca de cada uno de nues­tros legis­la­do­res y legis­la­do­ras es gran­de: hay que derro­tar a los poli­ti­que­ros piti­yan­quis en el terreno de las ideas y, al mis­mo tiem­po, hay que des­pe­jar todos los obs­tácu­los para el pleno ejer­ci­cio del pue­blo legislador.

V

Este 1 de enero hemos esta­do en la toma de pose­sión de la com­pa­ñe­ra Dil­ma Rous­seff, esa infi­ni­ta lucha­do­ra, como Pre­si­den­ta de la Repú­bli­ca Fede­ra­ti­va del Bra­sil. Dil­ma encar­na la con­ti­nui­dad del camino que abrie­ra ese gran colo­so sur­ame­ri­cano lla­ma­do Luiz Inácio Lula da Sil­va: a Lula toda nues­tra admi­ra­ción y toda nues­tra gra­ti­tud por su soli­da­ri­dad y su fir­me­za; por su con­di­ción de ver­da­de­ro ami­go de Vene­zue­la y de la Revo­lu­ción Bolivariana.

Com­pa­trio­ta que me lees: reci­be un fuer­te abra­zo jun­to con mi deseo de un feliz año para ti y para tus seres queridos.

¡Bien­ve­ni­do y bueno seas, nue­vo año 2011 Bicentenario!
¡Ven­ce­re­mos!

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