La Poli­cía Espa­ño­la esta­ba infil­tra­da en los coman­dos del DRIL que pusie­ron las bom­bas en 1960 – Iña­ki Egaña

El 27 de junio de 1960 el DRIL (Direc­to­rio Ibé­ri­co de Libe­ra­ción), colo­ca­ba seis bom­bas: en las dos esta­cio­nes de tren de Donos­tia, en la de Atxu­ri de Bil­bo (dos días des­pués), en la del Nor­te de Bar­ce­lo­na, en la de Cha­mar­tín de Madrid y en el tren correo de Madrid a Bar­ce­lo­na. Hace unos meses ya escri­bí un artícu­lo citan­do las cer­te­zas de las mis­mas (Gara, 12 de febre­ro de 2010). Como es sabi­do, la niña Bego­ña Urroz Iba­rro­la murió con la que explo­tó en la esta­ción de Ama­ra de Donostia.

Sor­pren­den­te­men­te, y a pesar de la infor­ma­ción enton­ces apor­ta­da, han sido nume­ro­sos los medios que han segui­do sos­te­nien­do la tesis de que ETA, que ape­nas agru­pa­ba enton­ces a un gru­po de estu­dian­tes, había sido la auto­ra del aten­ta­do. La men­ti­ra es de la mis­ma mag­ni­tud que otras his­tó­ri­cas como la del bom­bar­deo de Ger­ni­ka de 1937, atri­bui­do a las «hor­das rojo-sepa­ra­tis­tas». Nadie ha podi­do apor­tar docu­men­to alguno que cer­ti­fi­ca­ra la auto­ría de ETA. La into­xi­ca­ción, en cam­bio, ha sus­ti­tui­do a la infor­ma­ción. El rigor infor­ma­ti­vo espa­ñol ha alcan­za­do, en este tema al menos, su nivel más ínfimo.

El DRIL, como ya que­dó defi­ni­do en aquel artícu­lo, nació de la con­jun­ción de volun­ta­des de dis­tin­tos gru­pos de refu­gia­dos espa­ño­les y por­tu­gue­ses resi­den­tes en Fran­cia, Bél­gi­ca, Cuba y Vene­zue­la. Mi impre­sión es que la Revo­lu­ción cuba­na fue su espe­jo; inclu­so el nom­bre, seme­jan­te al del Direc­to­rio Revo­lu­cio­na­rio 13 de mar­zo de José Anto­nio Eche­ve­rría y Eloy Gutié­rrez Menoyo.

Quien ten­ga inte­rés en cono­cer su tra­yec­to­ria com­ple­ta tie­ne una bue­na fuen­te en el tra­ba­jo titu­la­do, más o menos, “El DRIL (1959−61). Expe­rien­cia úni­ca en la opo­si­ción al nue­vo Esta­do”. Su autor es D. L. Raby, de la Uni­ver­si­dad de Toron­to (Cana­dá). Su fuen­te prin­ci­pal son los archi­vos de la PIDE, poli­cía polí­ti­ca del dic­ta­dor Sala­zar, homó­ni­ma de la BPS espa­ño­la de Fran­co. Por lo que cuen­ta Raby, la PIDE tenía muy bue­na infor­ma­ción sobre los movi­mien­tos del DRIL en Cuba y, espe­cial­men­te, en Bélgica.

La fuen­te defi­ni­ti­va aún no ha sido holla­da. Los archi­vos poli­cia­les sobre el DRIL debe­rían encon­trar­se en el Archi­vo Gene­ral de la Admi­nis­tra­ción, (AGA), de Alca­lá de Hena­res. No fue­ron depo­si­ta­dos en don­de les corres­pon­día. En cam­bio, a la muer­te de Fran­co fue­ron tras­la­da­dos al Archi­vo His­tó­ri­co Nacio­nal de Madrid. Quie­nes han inten­ta­do con­sul­tar­los, han reci­bi­do la nega­ti­va por res­pues­ta. Si se con­ser­van intac­tos, algo que me per­mi­to poner en duda por mi lar­ga expe­rien­cia en archi­vos fran­quis­tas, las reve­la­cio­nes ser­vi­rían para son­ro­jar a más de uno, si entre los into­xi­ca­do­res exis­tie­ra el pudor.

En 1960, el DRIL come­tió en el Esta­do espa­ñol nue­ve aten­ta­dos con bom­bas incen­dia­rias, los tres pri­me­ros en febre­ro y el res­to en junio. Los coman­dos que los pre­pa­ra­ron habían sido coor­di­na­dos en Bél­gi­ca, des­de Bru­se­las. Tan­to la PIDE como la BPS esta­ban al tan­to de sus movi­mien­tos. Sobre todo del abas­te­ci­mien­to de armas para sus coman­dos. Cono­cían los ape­lli­dos de todos sus inte­gran­tes, e inclu­so sus nom­bres de guerra.

Como ya dejé escri­to, las pri­me­ras accio­nes del DRIL lo fue­ron en Madrid, en febre­ro de 1960, todas ellas tam­bién de la mis­ma mane­ra: una male­ta aban­do­na­da con explo­si­vos. Los obje­ti­vos: el Ayun­ta­mien­to, la esta­tua de Veláz­quez en el Museo del Pra­do y la sede de Falan­ge. En una de ellas, la bom­ba defla­gró mien­tras la mani­pu­la­ba Ramón Pérez Jura­do, que murió en el acto. Su com­pa­ñe­ro Anto­nio Abad Dono­so fue dete­ni­do y otros dos jóve­nes, San­tia­go Mar­tí­nez Dono­so y Jus­ti­niano Álva­rez, logra­ron esca­par, según la Poli­cía. Anto­nio Abad fue tor­tu­ra­do, juz­ga­do y eje­cu­ta­do el 8 de mar­zo de ese año. En cuan­to a San­tia­go Mar­tí­nez, pri­mo de Anto­nio Abad y uno de los dos fuga­dos, tra­ba­ja­ba para la Poli­cía española.

Los obje­ti­vos de Madrid, así como las deten­cio­nes pos­te­rio­res, fue­ron mar­ca­dos por uno de los inte­gran­tes del coman­do, que, en reali­dad, era un poli­cía infil­tra­do. Se tra­ta­ba de Abde­rra­mán Muley Moré, un falan­gis­ta espa­ñol que, debi­do a sus ser­vi­cios pres­ta­dos, había lle­ga­do a ser guar­dia per­so­nal de Fran­co. Su hom­bre en el coman­do fue el cita­do San­tia­go Mar­tí­nez Donoso.

Muley, según infor­mes inter­nos del pro­pio DRIL, había sido infil­tra­do por la poli­cía en los gru­pos anti-Batis­ta en los pre­vios a la Revo­lu­ción cuba­na. Lle­ga­do a Cuba en 1956 se hizo lla­mar Manuel Rojas, y, al comien­zo, la Poli­cía fran­quis­ta lo uti­li­zó para infil­trar­se en los medios monár­qui­cos espa­ño­les, enton­ces en la opo­si­ción, que nego­cia­ban con Fran­co la res­tau­ra­ción. Tuvo rela­ción, asi­mis­mo, con el Direc­to­rio Revo­lu­cio­na­rio cubano.

Con el triun­fo de la Revo­lu­ción cuba­na, el fal­so Rojas des­apa­re­ció para regre­sar al fren­te de un gru­po repu­bli­cano espa­ñol, que en unos meses se inte­gró en el MLE (Movi­mien­to de Libe­ra­ción Espa­ñol) que con­flu­yó en la UCE (Unión de Com­ba­tien­tes Espa­ño­les). La infil­tra­ción fue com­ple­ta­da con la del cita­do San­tia­go Mar­tí­nez Dono­so, ex guar­da­es­pal­das de Batis­ta, depues­to dic­ta­dor cubano. Ambos via­ja­ron a Fran­cia y levan­ta­ron las sos­pe­chas del PCE, de la CNT y del PSOE en el exi­lio, que los denunciaron.

Sin embar­go, Mar­tí­nez Dono­so y Abde­rra­mán Muley logra­ron entrar en el gru­po arma­do del DRIL, que pre­ten­día, como el Ché Gue­va­ra, alen­tar la revo­lu­ción mun­dial. Espa­ña, diri­gi­da enton­ces por Fran­co, era el obje­ti­vo. Los aten­ta­dos de febre­ro de Madrid fue­ron los pri­me­ros. Los de junio de 1960, los siguien­tes. Ambos poli­cías vol­vie­ron a pre­pa­rar los obje­ti­vos, jun­to a un ter­cer poli­cía espa­ñol lla­ma­do Agus­tín Parra­das Sici­lia. Como es sabi­do, en uno de ellos, en el de Donos­tia, murió la niña Bego­ña Urroz. De los al menos doce miem­bros de los coman­dos que par­ti­ci­pa­ron en la iden­ti­fi­ca­ción de obje­ti­vos y en la colo­ca­ción de las bom­bas, al menos tres eran infil­tra­dos policiales.

Abde­rra­mán Muley, el agen­te de la DGS infil­tra­do en el DRIL, tam­bién había sido bra­zo dere­cho de Eloy Gutié­rrez Meno­yo, madri­le­ño de naci­mien­to y cubano de vecin­dad. Un buen agen­te. Casua­li­dad o no, Gutié­rrez Meno­yo diri­gió el Direc­to­rio Revo­lu­cio­na­rio cubano. Su tra­yec­to­ria des­li­gán­do­se de Fidel Cas­tro es del todo cono­ci­da. A comien­zos de 1961 huyó a EEUU.

Los aman­tes de las teo­rías cons­pi­ra­ti­vas tie­nen ele­men­tos a cru­zar con Abde­rra­mán Muley. Su alias de Manuel Rojas apa­re­ce en un docu­men­to de la CIA de 1960, en el dos­sier del ase­si­na­to de J.F.K. Y Rojas, como la mayo­ría ya habrá ima­gi­na­do, era el seu­dó­ni­mo de Jesús Galín­dez que uti­li­zó para la CIA y el FBI has­ta 1956, año de su muer­te, cuan­do pre­ci­sa­men­te Muley comen­zó su infil­tra­ción. De cual­quie­ra de las mane­ras, estas cau­sa­li­da­des no prue­ban más que eso, que pro­ba­ble­men­te son causalidades.

La mayo­ría de los auto­res de los aten­ta­dos cru­za­ron la fron­te­ra y se refu­gia­ron en Bél­gi­ca. Meses más tar­de, la Poli­cía bel­ga asal­ta­ba una casa en Lie­ja y dete­nía a los doce supues­tos miem­bros del DRIL. Inme­dia­ta­men­te el emba­ja­dor espa­ñol fran­quis­ta de Bru­se­las ini­ció los trá­mi­tes para su extra­di­ción. Los infil­tra­dos fue­ron libe­ra­dos de inme­dia­to. En el pro­ce­so, los dete­ni­dos fue­ron acu­sa­dos de trá­fi­co ile­gal de armas y explo­si­vos, y de dar muer­te a una niña, Bego­ña Urroz, por la explo­sión de la bom­ba de Donostia.

La infil­tra­ción poli­cial y las bom­bas de junio lla­ma­ron la aten­ción del PSOE, que des­de su órgano de expre­sión ‘‘El Socia­lis­ta’’ (núme­ro 6.039, 7 de julio de 1960), atri­bu­yó a intere­ses de Fran­co los aten­ta­dos y la muer­te de la niña Bego­ña Urroz. Según el PSOE, fue el minis­te­rio del Inte­rior espa­ñol (Gober­na­ción enton­ces) el que dio noti­cia de los aten­ta­dos a todas las agen­cias extran­je­ras, cuan­do lo habi­tual era taparlos.

José Fer­nán­dez Váz­quez (alias Jor­ge Sou­to­maior), jefe del apa­ra­to mili­tar del DRIL, reco­no­ció la infil­tra­ción des­de Vene­zue­la, don­de diri­gía la orga­ni­za­ción, y lamen­tó la muer­te de la niña. Él mis­mo había con­fec­cio­na­do el dise­ño teó­ri­co de los coman­dos. Admi­tió la auto­ría de los aten­ta­dos para el DRIL. Sus archi­vos, lega­dos por su fami­lia a ins­ti­tu­cio­nes espa­ño­las, así lo ates­ti­guan. Hoy se encuen­tran en San­tia­go de Com­pos­te­la, en el Archi­vo de la Emi­gra­ción Galle­ga, y pue­do afir­mar que cuan­do los visi­té hace dos meses, fui el pri­me­ro que los consultaba.

La lec­tu­ra que hicie­ron las orga­ni­za­cio­nes anti­fran­quis­tas, clan­des­ti­nas y en la opo­si­ción, sobre los aten­ta­dos de Madrid, Bar­ce­lo­na, Bil­bao y Donos­tia, ins­ti­ga­dos por la Poli­cía espa­ño­la, tie­ne que ver con el acer­ca­mien­to de los monár­qui­cos alfon­si­nos hacia los pos­tu­la­dos demo­crá­ti­cos. No hay que per­der de vis­ta que los infil­tra­dos en el DRIL pro­ve­nían de medios monár­qui­cos en los que tam­bién habían esta­do infiltrados.

El régi­men de Fran­co inven­ta­ba una opo­si­ción fuer­te­men­te arma­da y liga­ba para ello a todos los gru­pos ile­ga­les. La PIDE lle­gó a decir que Fidel Cas­tro diri­gía el DRIL. Poco menos de dos años des­pués de los aten­ta­dos del DRIL, la casi tota­li­dad de la opo­si­ción fran­quis­ta sella­ba un pac­to con­tra el dic­ta­dor, en la loca­li­dad ale­ma­na de Munich. Y Fran­co apro­ve­chó el mis­mo para decla­rar en todo el Esta­do espa­ñol nada menos que dos años de «esta­do de excepción».

Gara

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