Caba­llos en som­bra y meñi­ques de luz- San­tia­go Alba Rico

«Ensa­yan­do el futu­ro (tres ensa­yos para maña­na)», de Alfon­so Sas­tre. Edi­to­rial Hiru, Hon­da­rri­bia 2010. http://​www​.hiru​-ed​.com/

Sobre un ensa­yo de Alfon­so Sastre

Los que no lo igno­ran, saben que Alfon­so Sas­tre ha escri­to dece­nas de obras de tea­tro, algu­nas de las cua­les for­man par­te ya del patri­mo­nio vivo de la lite­ra­tu­ra uni­ver­sal (Escua­dra hacia la muer­teLa taber­na fan­tás­ti­ca son títu­los que nadie se atre­ve a dejar de lado). Los que ya lo cono­cen, igno­ran sin embar­go la lar­ga, labo­rio­sa, pro­fun­da labor ensa­yís­ti­ca median­te la que Sas­tre, en para­le­lo a su dra­ma­tur­gia, ha veni­do refle­xio­nan­do sobre ‑diga­mos- los cua­tro ele­men­tos de la pro­duc­ción crea­ti­va y sobre el ele­men­to úni­co de la des­truc­ción polí­ti­ca. Su obra ensa­yís­ti­ca inclu­ye, des­de lue­go, la monu­men­tal Crí­ti­ca de la ima­gi­na­ción pura o el impres­cin­di­ble Ensa­yo sobre lo cómi­co, pero tam­bién toda una serie de inter­ven­cio­nes polí­ti­co-filo­só­fi­cas, algu­nas pre­ci­sa­men­te en dia­tri­ba con su som­bra, que en par­te expli­can el umbra­ci­dio o umbra­fo­bia arri­ba cita­do: pen­sa­mos, por ejem­plo, en De la post­mo­der­ni­dad a la neo­his­to­ria, Mani­fies­to con­tra el pen­sa­mien­to débil Los inte­lec­tua­les y la uto­pía, tex­tos en los que el vue­lo de su pen­sa­mien­to, como en la can­ción de Sil­vio Rodrí­guez, encuen­tra sin parar “cosas de este mun­do” con las que el autor tro­pie­za y a las que se aga­rra y cuyos nom­bres con­ci­tan ense­gui­da ali­nea­mien­tos, inco­mo­di­da­des y pug­nas: capi­ta­lis­mo, glo­ba­li­za­ción, Vene­zue­la, nacio­na­lis­mo, com­pro­mi­so, Cuba, revo­lu­ción, tor­tu­ra, Marx, terro­ris­mo, his­to­ria (que son tam­bién, como “pan” y “sol” y “ver­de”, los ele­men­tos fun­da­men­ta­les de una poé­ti­ca de la inter­ven­ción política).

Pues bien, la edi­to­rial Hiru (siem­pre Hiru) aca­ba de edi­tar un nue­vo volu­men, Ensa­yan­do el futu­ro, que reúne tres refle­xio­nes pun­tia­gu­das, por­que pin­chan el pre­sen­te más inme­dia­to, a las que se aña­de una coda o epí­lo­go polé­mi­co con un Modes­to Plan de Paz para Eus­kal Herria. Diga­mos que los tres tex­tos aquí reco­gi­dos son ensa­yos “meno­res”, en el sen­ti­do en el que el dedo meñi­que es más peque­ño que el pul­gar o el cora­zón; y son tam­bién ensa­yos “mano­res” ‑o pren­si­les- por­que las manos nece­si­tan los cin­co dedos para aga­rrar bien las cosas. Lo bueno de los gran­des auto­res es que se repi­ten mucho; es decir, que están ponien­do siem­pre en jue­go la mis­ma gavi­lla de con­cep­tos para intro­du­cir en el mun­do ‑y en la cabe­za de los lec­to­res- nue­vos con­te­ni­dos. En este caso, diría que el hilo que enhe­bra los tres tex­tos de este libro tie­ne que ver con una opo­si­ción fun­da­men­tal lar­ga­men­te teo­ri­za­da por Sas­tre (y de la que se nutre su pro­pia obra tea­tral); me refie­ro a la opo­si­ción bina­ria realidad/​verdad. En el pri­me­ro de los ensa­yos, el menos direc­ta­men­te polí­ti­co, se for­jan ‑diga­mos- las herra­mien­tas median­te las cua­les se van a abor­dar, en los dos siguien­tes, las con­di­cio­nes inte­lec­tua­les y mate­ria­les del lla­ma­do “socia­lis­mo del siglo XXI”: “no pasa lo que pare­ce que pasa, no suce­de lo que pare­ce que suce­de, no ocu­rre lo que pare­ce que ocu­rre”, dice Sas­tre, pero no por­que la vida sea un sue­ño y las pie­dras (o las imá­ge­nes de la tele­vi­sión) puras som­bras sin sus­tan­cia, sino por­que la reali­dad, que es real­men­te real y áspe­ra y has­ta mor­tal, no es ver­da­de­ra. Es en este plano en el que pre­ci­sa­men­te se jus­ti­fi­ca la crea­ción lite­ra­ria (al menos tal y como el pro­pio Sas­tre con­ci­be su escri­tu­ra tea­tral) a la mane­ra de “una inves­ti­ga­ción par­ti­cu­lar de la ver­dad en la reali­dad”. O lo que es lo mis­mo, como una obra y un ins­tru­men­to del pen­sa­mien­to; como un pen­sa­mien­to en obra que pene­tra la reali­dad para des­cu­brir la can­ti­dad de ver­dad que contiene.

Alfon­so Sas­tre, que ha dedi­ca­do cen­te­na­res de pági­nas al con­cep­to de ima­gi­na­ción, la aso­cia aquí a este tra­ba­jo del pen­sa­mien­to con el pro­pó­si­to de afron­tar en el ter­cer ensa­yo, entre la eru­di­ción y la digre­sión fes­ti­va, la cada vez más acu­cian­te ‑y polé­mi­ca- cues­tión del ocio o la pere­za en ese otro mun­do posi­ble por el que lucha­mos. ¿Dón­de encon­trar la ver­dad si la reali­dad que nos des­tru­ye ade­más nos enga­ña? En el pen­sa­mien­to. Pero para saber pen­sar, dice Sas­tre, “antes hay que saber leer; pero antes, saber escu­char; pero antes, saber estar en silen­cio. Pero antes pro­cu­rar­nos un tiem­po, a ser posi­ble dila­ta­do, para no hacer nada”. No hacer nada es lo que los roma­nos lla­ma­ban ocio (por opo­si­ción a nego­cio) y los grie­gos skho­le, de don­de pro­ce­de nues­tra pala­bra “escue­la”. Hay un tiem­po, que no es el del tra­ba­jo capi­ta­lis­ta, al que pode­mos lla­mar, en efec­to, “escue­la”; pero ese tiem­po tie­ne que ser arran­ca­do de la entra­ña de una eco­no­mía que sólo tie­ne tiem­po para ganar tiem­po para degra­dar el tiem­po para acu­mu­lar bene­fi­cios. Si la reali­dad no tie­ne tiem­po para el tiem­po (para la “escue­la”, que es la ver­da­de­ra “pere­za”), la ver­dad debe trans­for­mar­la a la medi­da de la dura­ción len­ta del pen­sa­mien­to (que es tam­bién la de las mon­ta­ñas, los niños y la lite­ra­tu­ra). Pero eso sólo es posi­ble en una socie­dad nue­va, eman­ci­pa­da del capi­ta­lis­mo, a la que pode­mos ‑y aun debe­mos- lla­mar “socia­lis­mo”.

Es muy diver­ti­do seguir seria­men­te a Sas­tre en la cade­na de digre­sio­nes que com­po­nen el capí­tu­lo “La pere­za y el socia­lis­mo del futu­ro”; digre­sio­nes median­te las cua­les va ascen­dien­do ‑en espi­ra­les que van y vuel­ven de Marx a su yerno Lafar­gue, de Cam­po­ma­nes a los gita­nos, de Oblo­mov a Cer­van­tes- para des­pren­der esa ima­gen para­dó­ji­ca de la pere­za futu­ra como tra­ba­jo autén­ti­co, crea­ti­vo, colec­ti­vo. Es diver­ti­do por­que Sas­tre pone en jue­go una eru­di­ción dan­za­ri­na, sin­co­pa­da de iró­ni­cos meñi­ques, cuyos pasos es difí­cil no seguir sin pla­cer. Pero es tam­bién muy serio, pues en las opo­si­cio­nes realidad/​verdad, trabajo/​escuela, negocio/​tiempo nos juga­mos la dis­yun­ti­va más gra­ve, deci­si­va, entre pen­sar o no pen­sar, some­ter­nos o rebe­lar­nos, sobre­vi­vir o sucumbir.

El asom­bro es la som­bra que asus­ta a los caba­llos. La reali­dad es la som­bra que los tran­qui­li­za. La som­bra que espan­ta la reali­dad se lla­ma luz. En Ensa­yan­do el futu­ro el lec­tor encon­tra­rá un meñi­que radian­te. Para com­ple­tar la mano con la que esta­mos ya cons­tru­yen­do el socialismo.

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