El doble jue­go chino-esta­dou­ni­den­se – Mar­ti­ne Bulard

Gira euro­pea para el pre­si­den­te chino Hu Jin­tao a prin­ci­pios de noviem­bre, pivo­te del G20 los días 11 y 12 del mis­mo mes, pre­sen­cia domi­nan­te en el Foro de Coope­ra­ción Eco­nó­mi­ca Asia-Pací­fi­co (Asia-Paci­fic Eco­no­mic coope­ra­tion, APEC) (1) el día 14; Chi­na con­fir­ma su posi­ción cen­tral en los nego­cios mun­dia­les. Euro­pa, aban­do­na­da duran­te mucho tiem­po, aho­ra está sien­do cor­te­ja­da por Pekín, que inclu­so ha decla­ra­do su inten­ción de com­prar una par­te de la deu­da por­tu­gue­sa, como hizo con Gre­cia con quien ha fir­ma­do, al menos, 13 acuer­dos de inver­sio­nes. En Fran­cia, el pre­si­den­te chino pro­me­tió con­tra­tos fabu­lo­sos –una gran par­te ya está en cur­so de nego­cia­ción, pero la zanaho­ria finan­cie­ra siem­pre es efi­caz para evi­tar los temas molestos-
Natu­ral­men­te Esta­dos Uni­dos no le va a la zaga. Antes de reu­nir­se con los vein­tiún jefes de Esta­do o de Gobierno en Seúl, el pre­si­den­te esta­dou­ni­den­se se lan­zó a una gira asiá­ti­ca mar­ca­da por su visi­ta a la India, a la que asig­nó, como su pre­de­ce­sor, el papel de con­tra­pe­so de Chi­na; des­pués via­jó a Indo­ne­sia, esen­cial para con­tro­lar el estre­cho de Malac­ca (lugar de trán­si­to del comer­cio); a Corea del Sur y a Japón, en ten­sión con China.

Unos días antes su secre­ta­ria de Esta­do Hillary Clin­ton empren­dió un via­je a Viet­nam en el que se com­pro­me­tió «a alqui­lar el puer­to estra­té­gi­co de Cam Ranh en el Mar de Chi­na Meri­dio­nal, para los bar­cos de gue­rra de todos los paí­ses», inclui­dos los de Washing­ton (AFP, 30 de octu­bre de 2010); des­pués fue a Cam­bo­ya, Mala­sia, Nue­va Zelan­da y Aus­tra­lia, don­de refor­zó el acuer­do de coope­ra­ción mili­tar. Ambos diri­gen­tes esta­dou­ni­den­ses han crea­do una espe­cie de cor­dón diplo­má­ti­co alre­de­dor de Chi­na, cuyos líde­res lo per­ci­ben como un asedio.

Esta­mos muy lejos de la «Chi­na­mé­ri­ca» o el G2 inven­ta­dos por los perio­dis­tas que juga­ban a dar mie­do. Ya no se tra­ta de sumer­gir­nos en un esce­na­rio de gue­rra abier­ta entre los dos gigan­tes. En un mun­do que se ha vuel­to mul­ti­po­lar e incli­na­do hacia Asia todos uti­li­zan sus bazas para defen­der los intere­ses nacio­na­les. Salen a refor­zar los des­equi­li­brios inter­na­cio­na­les (Le Mon­de diplo­ma­ti­que publi­ca­rá un aná­li­sis de la gue­rra mone­ta­ria, por Lau­rent Jac­que, en su pró­xi­mo núme­ro, a la ven­ta a par­tir del 1 de diciembre).

Esta­dos Uni­dos acusado

Esta­dos Uni­dos está en pri­me­ra fila. Ha logra­do la haza­ña de con­se­guir la una­ni­mi­dad (o casi) en su con­tra en la cum­bre del G20. Algu­nos días antes el ban­co cen­tral esta­dou­ni­den­se, la FED, deci­dió poner en mar­cha la máqui­na de hacer bille­tes para inyec­tar 600.000 millo­nes de dóla­res (más de 440.000 millo­nes de euros) a la eco­no­mía. Eso ha impli­ca­do auto­má­ti­ca­men­te una baja­da del dólar y una subi­da de las demás mone­das, apar­te del yuan que per­ma­ne­ce muy vin­cu­la­do al bille­te verde.

Des­de el pun­to de vis­ta esta­dou­ni­den­se esa deci­sión se pue­de jus­ti­fi­car: la eco­no­mía está ané­mi­ca, la pro­duc­ción indus­trial estan­ca­da, la tasa ofi­cial de des­em­pleo roza el 10% y las eje­cu­cio­nes hipo­te­ca­rias se ace­le­ran… En esas con­di­cio­nes, insu­flar medios finan­cie­ros no es un horror eco­nó­mi­co si se com­bi­na con con­di­cio­nes favo­ra­bles a la inver­sión (en la indus­tria e infra­es­truc­tu­ras), un esca­lo­na­mien­to de las deu­das inmo­bi­lia­rias de las fami­lias (o inclu­so una mora­to­ria), una mejo­ra de los sis­te­mas de salud, edu­ca­ción, etc. En la épo­ca de su esplen­dor elec­to­ral Barack Oba­ma no pudo –o no qui­so- impo­ner reglas a los gran­des ban­cos. Así, des­de 2008, se han inyec­ta­do 1,7 billo­nes de dóla­res en la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se. Con los resul­ta­dos que cono­ce­mos. Es poco pro­ba­ble que el pre­si­den­te cam­bie de rum­bo des­pués de su derro­ta en noviem­bre (leer de Ser­ge Hali­mi «La derro­ta elec­to­ral de un pre­si­den­te sin proyecto»)

Una par­te de la patro­nal –y de los ele­gi­dos- espe­ra que la caí­da del dólar, que auto­má­ti­ca­men­te hace que bajen los pre­cios de las mer­can­cías ven­di­das en el extran­je­ro, faci­li­te las expor­ta­cio­nes para relan­zar la máqui­na. Tam­bién será nece­sa­rio que las eco­no­mías socias sean diná­mi­cas. En Euro­pa, las curas de aus­te­ri­dad sin pre­ce­den­tes redu­ci­rán más la deman­da. En Asia, Japón no con­si­gue salir de la tram­pa en la que está inmer­so des­de hace más de un dece­nio. A pesar de la insis­ten­cia de Oba­ma, Corea del Sur toda­vía no ha rati­fi­ca­do el acuer­do de libre comer­cio fir­ma­do en 2007, que tra­ta espe­cial­men­te de la impor­ta­ción de auto­mó­vi­les y car­ne esta­dou­ni­den­ses: en junio de 2008 impor­tan­tes mani­fes­ta­cio­nes -«la revo­lu­ción de las velas»- con­du­je­ron a una remo­de­la­ción minis­te­rial en Seúl. Que­dan la India y su 8% de cre­ci­mien­to y Chi­na que ron­da el 10%, pero los obs­tácu­los son nume­ro­sos. El balan­ce corre el ries­go de ser magro.

En cam­bio la baja­da del dólar impli­ca­rá de fac­to una subi­da de los pre­cios de las impor­ta­cio­nes. Los eco­no­mis­tas libe­ra­les (y algu­nos otros) quie­ren con­ven­cer de que eso favo­re­ce­rá las fabri­ca­cio­nes loca­les… Se olvi­dan de aña­dir que las olea­das de des­lo­ca­li­za­cio­nes han hecho des­apa­re­cer sec­to­res ente­ros de pro­duc­cio­nes indus­tria­les y mine­ras. El ejem­plo de las «tie­rras raras», impres­cin­di­bles para los pro­duc­tos de alta tec­no­lo­gía, es sim­bó­li­co: juz­ga­das no ren­ta­bles hace dos dece­nios, su pro­duc­ción se aban­do­nó en bene­fi­cio de Chi­na, que aho­ra impo­ne sus tari­fas y las can­ti­da­des que se ven­den (leer Oli­vier Zajec «Com­ment la Chi­ne a gag­né la Batai­lle des maté­riaux stra­té­gi­ques», Le Mon­de diplo­ma­ti­que, noviem­bre de 2010). Tam­bién se podría hablar del tex­til, de la elec­tró­ni­ca o de los demás pro­duc­tos de con­su­mo masi­vo. Toda­vía duran­te mucho tiem­po el gigan­te de la dis­tri­bu­ción Wal-Mart con­ti­nua­rá acu­mu­lan­do bene­fi­cios com­pran­do en el otro-Pací­fi­co y… reper­cu­tien­do los aumen­tos de tari­fas sobre los clien­tes. Los pri­me­ros que corren el ries­go de per­der son los esta­dou­ni­den­ses cuyas ren­tas no sigan la curva.

En cuan­to a la inun­da­ción de dóla­res emi­ti­dos por la FED, la mayo­ría irán hacia otras regio­nes don­de la ren­ta­bi­li­dad sea más alta. Irán a las deu­das públi­cas (a los ban­cos cen­tra­les que dan por casi nada sumas con­si­de­ra­bles a los esta­ble­ci­mien­tos finan­cie­ros que pres­tan a los Esta­dos endeu­da­dos a altas tasas de inte­rés). Ser­vi­rán para espe­cu­lar sobre las mate­rias pri­mas (cobre, esta­ño, petró­leo, oro…) y tam­bién sobre los pro­duc­tos agrí­co­las, que se han con­ver­ti­do en los favo­ri­tos de los fon­dos de inver­sión (leer «El ham­bre y los medios», Le Mon­de diplo­ma­ti­que, octu­bre de 2010, y de Fré­de­ric The­rin, «Genè­ve, au para­dis du nego­ce ali­men­tai­re», Les Echos, 9 de noviem­bre de 2010).

Final­men­te los espe­cu­la­do­res no des­de­ñan las mone­das, los valo­res bur­sá­ti­les, etcé­te­ra. Así, Bra­sil ha teni­do que enfren­tar­se a un flu­jo de capi­ta­les que ha empu­ja­do al Gobierno a poner impues­tos (lige­ra­men­te) a la entra­da para evi­tar un esta­lli­do del real. Sin gran­des resul­ta­dos. A pesar de las tasas de inte­rés pró­xi­mas a cero, Japón ha vis­to subir ver­ti­gi­no­sa­men­te su mone­da, aun­que gas­tó 24.000 millo­nes de dóla­res en el mes de sep­tiem­bre para inten­tar cal­mar el jue­go. Según las esta­dís­ti­cas ofi­cia­les, los ban­cos cen­tra­les de Corea del Sur, Mala­sia, Indo­ne­sia, Tai­lan­dia y Tai­wán han vuel­to a com­prar casi 30.000 millo­nes de dóla­res en menos de un mes (entre el 27 de sep­tiem­bre y el 11 de octu­bre) con el fin de apo­yar la divi­sa esta­dou­ni­den­se y evi­tar una subi­da de su pro­pia mone­da. En efec­to, la reva­lua­ción con­lle­va de fac­to una subi­da de los pre­cios de las expor­ta­cio­nes, y todos esos paí­ses están enfo­ca­dos a las ven­tas exteriores.

La deci­sión esta­dou­ni­den­se impli­ca un doble des­equi­li­brio: refuer­za la locu­ra de los mer­ca­dos y empu­ja a una gue­rra comer­cial y finan­cie­ra, sobre el fon­do de com­pre­sión de los sala­rios y de los gas­tos socia­les. Lo que ha hecho decla­rar al pre­si­den­te bra­si­le­ño Lula da Sil­va: «Si los esta­dou­ni­den­ses toman una medi­da eco­nó­mi­ca para inten­tar resol­ver un pro­ble­ma de Esta­dos Uni­dos, debe­rían pen­sar en las con­se­cuen­cias que eso va a tener en Chi­na, Bra­sil, Argen­ti­na, Ale­ma­nia, Fran­cia o en un país de Áfri­ca» (AFP, 10 de noviem­bre de 2010). Vanos deseos. Es inevi­ta­ble pen­sar en la fra­se que lan­zó el minis­tro de Finan­zas esta­dou­ni­den­se John Con­nally en 1971, cuan­do Washing­ton deci­dió des­vin­cu­lar el dólar del oro: «El dólar es nues­tra mone­da, pero es vues­tro pro­ble­ma». Des­de enton­ces, nue­vos acto­res han adqui­ri­do poder (Chi­na, Bra­sil…) pero su peso mone­ta­rio per­ma­ne­ce débil y por aho­ra pre­va­le­cen los peque­ños arre­glos: Chi­na con­ti­núa com­pran­do los bonos del Teso­ro esta­dou­ni­den­se. La supre­ma­cía del bille­te ver­de no ha muerto.

Chi­na eli­mi­na los ataques

Mien­tras que la vís­pe­ra del G20 Pekín apa­re­cía como el prin­ci­pal acu­sa­do debi­do a su mone­da sub­va­lo­ra­da, fue­ron Washing­ton y el dólar los que ocu­pa­ron el cen­tro de la esce­na. Pero el pro­ble­ma per­ma­ne­ce. Des­de la cri­sis de 2008, el yuan se ha engan­cha­do a la divi­sa esta­dou­ni­den­se y baja con ella. En julio de 2010 el gobierno aflo­jó la soga y la mone­da chi­na se reva­lo­ri­zó lige­ra­men­te (1,5% con res­pec­to al dólar). Sin que eso cam­bie nada, por otra par­te. Haría fal­ta una sen­si­ble subi­da del yuan (que los exper­tos fijan en el 40%) para que tuvie­ra algún efec­to –como se lo impu­so Esta­dos Uni­dos a Japón a media­dos de los años 80-. De 1985 a 1998, el valor del yen había pasa­do del 100%, cau­san­do una caí­da ver­ti­gi­no­sa de la eco­no­mía japo­ne­sa de la que en la actua­li­dad toda­vía no ha sali­do (The Eco­no­mist, «Fear of the Dra­gon», 12 de enero de 2010). Un esce­na­rio que Pekín quie­re evi­tar a toda costa.

Des­de el pun­to de vis­ta chino esa elec­ción es cohe­ren­te. El gobierno teme un hun­di­mien­to de las expor­ta­cio­nes –y un esta­lli­do del des­em­pleo- sin ser capaz, de momen­to, de vol­ver su apa­ra­to de pro­duc­ción hacia las nece­si­da­des inter­nas. En reali­dad el plan de relan­za­mien­to de noviem­bre de 2008 per­mi­tió desa­rro­llar la inver­sión (espe­cial­men­te en infra­es­truc­tu­ras), que se ha con­ver­ti­do en el pri­mer motor del cre­ci­mien­to; pero al pre­cio de un con­si­de­ra­ble derro­che de capi­tal (en la pren­sa chi­na se mul­ti­pli­can los ejem­plos de corrup­ción, cons­truc­ción de inmue­bles fan­tas­mas…). Inclu­so en alza (18,6% más en el pri­mer semes­tre), el con­su­mo no es lo bas­tan­te sos­te­ni­do para tomar el rele­vo de la acti­vi­dad. Máxi­me que las subi­das de las ren­tas se extien­den más hacia el aho­rro, cuyo nivel bate todos los récords (con una tasa del 56%).

Ade­más las auto­ri­da­des inten­tan apa­ci­guar el her­vi­de­ro eco­nó­mi­co mien­tras la infla­ción se ace­le­ra: ofi­cial­men­te un 4,4% más en octu­bre (del 10% al 11% según la Aca­de­mia de las Cien­cias de Pekín), con un autén­ti­co esta­lli­do de los pro­duc­tos ali­men­ta­rios e inmo­bi­lia­rios. El Gobierno ha toma­do medi­das rápi­da­men­te para fre­nar las subi­das (des­blo­queo de cer­do, sub­ven­cio­nes al arroz, con­trol de algu­nos pre­cios, lucha con­tra la espe­cu­la­ción), cerrar la espi­ta del cré­di­to (aumen­tan­do las reser­vas obli­ga­to­rias de los ban­cos…) y seguir res­trin­gien­do la entra­da de capi­ta­les extran­je­ros que se infil­tran con la espe­ran­za de una pron­ta reva­lua­ción del yuan. Toda­vía no ha lle­ga­do el momen­to de una aper­tu­ra total del mer­ca­do chino.

Sin embar­go la situa­ción no está esta­bi­li­za­da. Las indus­trias expor­ta­do­ras nece­si­tan una reva­lua­ción del yuan: en la actua­li­dad los pre­cios de las impor­ta­cio­nes nece­sa­rias para la pro­duc­ción (mate­rias pri­mas, pro­duc­tos inter­me­dios…) esca­lan más depri­sa que los pre­cios de la expor­ta­ción; si el yuan se reva­lúa, las impor­ta­cio­nes serán más bara­tas y los pre­cios de las expor­ta­cio­nes más ele­va­dos, res­ta­ble­cien­do los már­ge­nes inclu­so aun­que la com­pe­ten­cia sea mayor en los mer­ca­dos exte­rio­res. Por eso las auto­ri­da­des chi­nas quie­ren reva­luar la mone­da pro­gre­si­va­men­te, pero «a su ritmo».

Mien­tras tan­to están inmer­sas en una con­tra­dic­ción prin­ci­pal: para evi­tar una subi­da muy rápi­da de su divi­sa, Pekín sigue com­pran­do dóla­res masi­va­men­te y al hacer­lo infla sus reser­vas (2,5 billo­nes de dóla­res) cuyo poder adqui­si­ti­vo corre el ries­go de hun­dir­se al mis­mo tiem­po que la divi­sa esta­dou­ni­den­se. Esto expli­ca, en par­te, el incre­men­to de las inver­sio­nes en el extran­je­ro para reci­clar esos dóla­res: com­pra de deu­das sobe­ra­nas euro­peas, par­ti­ci­pa­ción en los puer­tos (como en Gre­cia), las minas, las empre­sas… Las empre­sas chi­nas ya son due­ñas del 6% de las inver­sio­nes extranjeras.

Pero este ejer­ci­cio tie­ne sus lími­tes. Inclu­so en Chi­na se alzan las voces para que el país sal­ga de ese dile­ma. Inclui­dos los círcu­los del poder. Como tes­ti­mo­nio el libro blan­co de la muy ofi­cial Comi­sión para el Desa­rro­llo Eco­nó­mi­co y Refor­ma Ins­ti­tu­cio­nal, que aca­ba de dar «la alar­ma con­tra la (muy) gra­ve depen­den­cia del mer­ca­do inter­na­cio­nal y las enor­mes reser­vas de cam­bio que cons­ti­tu­yen un ries­go enor­me para la esta­bi­li­dad del país» («Report warns of China’s export depen­dency», Chi­na Secu­ri­ties Journal).

Al man­te­ner un sis­te­ma enfo­ca­do hacia el exte­rior, Chi­na con­tri­bu­ye al des­equi­li­brio inter­na­cio­nal. Pero por razo­nes inter­nas –más que debi­do a las fan­fa­rro­na­das exte­rio­res- el cam­bio de rum­bo se ini­cia poco a poco. Para gran bene­fi­cio de sus veci­nos más pró­xi­mos. Corea del Sur y Tai­wán, por ejem­plo, que han vis­to esca­lar sus expor­ta­cio­nes al Impe­rio del Medio lle­gan­do res­pec­ti­va­men­te al 10% y al 14% de su Pro­duc­to Inte­rior Bru­to (PIB). Has­ta enton­ces se tra­ta­ba sobre todo de com­po­nen­tes y pro­duc­tos semi­aca­ba­dos que se ensam­bla­ban en terri­to­rio chino antes de vol­ver­los a expor­tar hacia otros luga­res. Aho­ra ese géne­ro ha pasa­do de «casi un 40% hace un dece­nio al 27% en 2008», según un estu­dio de la uni­ver­si­dad de Seúl cita­do por The Eco­no­mist. Los pro­duc­tos de con­su­mo han toma­do el rele­vo y refle­jan, seña­la el estu­dio, «la trans­for­ma­ción pro­gre­si­va de Chi­na, que de ‘taller del mun­do’ se está con­vir­tien­do poco a poco en el ‘con­su­mi­dor del mun­do’». El sema­na­rio libe­ral pre­ci­sa por otra par­te que «las eco­no­mías fili­pi­na, sur­co­rea­na y tai­wa­ne­sas aho­ra depen­den más de la deman­da chi­na que de la esta­dou­ni­den­se». En esos paí­ses, los intere­ses eco­nó­mi­cos a menu­do tie­nen prio­ri­dad sobre el mie­do al dra­gón chino….

En reali­dad sería erró­neo creer que una sim­ple reva­lua­ción del yuan bas­ta­ría para sacar al mun­do de la rece­sión. Inclu­so en los paí­ses para los que Chi­na cons­ti­tu­ye el prin­ci­pal des­tino como Bra­sil (12% de las expor­ta­cio­nes), Japón (18,9%) o inclu­so Aus­tra­lia (21,8%), esas ven­tas sólo supo­nen una peque­ña par­te de las rique­zas pro­du­ci­das, como seña­la The Eco­no­mist: 1,2% del PIB bra­si­le­ño; 2,2% de Japón; 3,4% de Aus­tra­lia. Las expor­ta­cio­nes hacia Chi­na no podrían cons­ti­tuir, ellas solas, los prin­ci­pa­les moto­res de cre­ci­mien­to de dichos países.

Más glo­bal­men­te los prin­ci­pa­les des­equi­li­brios mun­dia­les se deben menos a las mani­pu­la­cio­nes mone­ta­rias –aun­que tie­nen su influen­cia- que a la com­bi­na­ción de polí­ti­cas fis­ca­les que favo­re­cen la ren­ta sobre el tra­ba­jo y a las estra­te­gias de las empre­sas que cons­tri­ñen el empleo y los sala­rios. Las enor­mes des­igual­da­des, espe­cial­men­te en las dos mayo­res eco­no­mías mun­dia­les (Esta­dos Uni­dos y Chi­na), y los tre­men­dos pla­nes de aus­te­ri­dad, en par­ti­cu­lar en Euro­pa, aplas­tan los mer­ca­dos inte­rio­res. Y todos inten­tan cap­tar los de sus vecinos…

En 2008 todo el mun­do blan­dió el espec­tro de la cri­sis de 1929. En 2010 no sólo el peli­gro no está des­car­ta­do sino que todo está pre­pa­ra­do para hun­dir­se de nuevo…

Nota:

(1) El APEC está for­ma­do por: Aus­tra­lia, Bru­nei, Cana­dá, Corea del Sur, Esta­dos Uni­dos, Indo­ne­sia, Japón, Mala­sia, Nue­va Zelan­da, Fili­pi­nas, Sin­ga­pur, Tai­lan­dia, Chi­na, Hong Ko

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