Emba­ja­das del Alba rin­die­ron home­na­je en Cuba a coman­dan­te Cami­lo Cienfuegos

Emba­ja­do­res y fun­cio­na­rios de las misio­nes diplo­má­ti­cas de Vene­zue­la, Ecua­dor y Nica­ra­gua, acre­di­ta­das en Cuba, rin­die­ron hono­res al coman­dan­te Cami­lo Cien­fue­gos, con­si­de­ra­do uno de los más caris­má­ti­cos y que­ri­dos héroes del pue­blo cubano.

De acuer­do con un bole­tín de pren­sa de la Can­ci­lle­ría, el emba­ja­dor de Vene­zue­la en la isla, Ronald Blan­co La Cruz, y sus homó­lo­gos de Ecua­dor, Edgar Pon­ce y de Nica­ra­gua, Luis Cabre­ra, cami­na­ron has­ta la cos­ta haba­ne­ra don­de lan­za­ron flo­res al mar.

La ofren­da de flo­res es una tra­di­ción que ini­ció el coman­dan­te Ernes­to Che Gue­va­ra, un año des­pués de la des­apa­ri­ción de Cami­lo Cien­fue­gos, quien murió en un acci­den­te aéreo el 28 de octu­bre de 1959, cuan­do regre­sa­ba de la ciu­dad de Camagüey.

Duran­te el emo­ti­vo home­na­je, Car­los Rizo Soto, de la emba­ja­da vene­zo­la­na, recor­dó que el líder revo­lu­cio­na­rio fue uno de los últi­mos en incor­po­rar­se a la expe­di­ción coman­da­da por Fidel Cas­tro, que par­tió de Méxi­co con el fin de libe­rar a Cuba.

Pocos meses des­pués del des­em­bar­co, Cien­fue­gos ya era con­si­de­ra­do uno de los más valien­tes hom­bres de la guerrilla.

Cono­ci­do tam­bién como “El señor de la van­guar­dia”, pre­ci­sa­men­te por sus haza­ñas mili­ta­res al fren­te del pelo­tón de la pri­me­ra colum­na inva­so­ra del Ejér­ci­to Rebel­de, Cami­lo Cien­fue­gos se des­ta­có por su leal­tad a Fidel Cas­tro y a la revolución.

Más allá de sus indis­cu­ti­bles méri­tos como com­ba­tien­te, que lo lle­va­ron a ganar­se el gra­do de coman­dan­te y a con­ver­tir­se en Jefe del Esta­do Mayor del Ejér­ci­to Rebel­de de la Revo­lu­ción, fue cono­ci­do por su capa­ci­dad para escu­char a su pue­blo y su cons­tan­te afán por ampliar sus conocimientos.

Lue­go de la tra­di­cio­nal cere­mo­nia que des­de 1960 rea­li­za el pue­blo cubano cada año, la amplia comi­ti­va se tras­la­dó a la casa natal de Cami­lo Cien­fue­gos, en la barria­da capi­ta­li­na de Law­ton, don­de cono­cie­ron más deta­lles acer­ca de la fami­lia Cien­fue­gos Gorriarán.

El peque­ño hogar —con­ver­ti­do por la Revo­lu­ción en Monu­men­to Nacio­nal— es tes­ti­mo­nio evi­den­te de la humil­dad de sus padres y dos hermanos.

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