Esta­dos Uni­dos bajo el domi­nio del poder sio­nis­ta – Resu­men Latinoamericano

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Resu­men Latinoamericano/​Rebelion - Hace tiem­po que me he esta­do pre­gun­tan­do si en reali­dad exis­te un lobby sio­nis­ta en los Esta­dos Uni­dos o si ya éste dejó de ser­lo para inser­tar­se como par­te de la estruc­tu­ra de poder que diri­ge el impe­rio. Hoy me inclino por esta últi­ma apre­cia­ción. No es lo mis­mo un “lobby”, que por muy pode­ro­so que sea se supo­ne que exis­te para influir o hacer labor de cabil­deo des­de fue­ra, que for­mar par­te del pro­pio poder. El “lobby”, repre­sen­ta­do fun­da­men­tal­men­te por el Ame­ri­can Israe­li Public Affairs Com­mit­tee (AIPAC), pue­de seguir exis­tien­do como meca­nis­mo de rela­cio­nes públi­cas, pero es sola­men­te par­te del juego.

Y hablo de sio­nis­mo, no de judaís­mo, pues aun­que los diri­gen­tes de Israel tra­tan de iden­ti­fi­car los dos tér­mi­nos como si habla­ran de lo mis­mo, para mí está cla­ro que el pri­me­ro expre­sa una cate­go­ría polí­ti­ca y el segun­do una con­di­ción reli­gio­sa. Hay judíos, aun­que sean una mino­ría, que son antisionistas.

Por estos días se dis­cu­te tam­bién la exi­gen­cia de los gober­nan­tes de Tel Aviv para que los pales­ti­nos y los ára­bes reco­noz­can la con­di­ción de Israel como “Esta­do con­fe­sio­nal judío”, lo que con­lle­va­ría la exclu­sión o des­co­no­ci­mien­to de un 20% de su pobla­ción que está com­pues­ta por pales­ti­nos que pro­fe­san la reli­gión musul­ma­na o cris­tia­na. La exi­gen­cia sio­nis­ta pue­de estar diri­gi­da a que se acep­te una futu­ra expul­sión de esta pobla­ción ára­be como cul­mi­na­ción de las ope­ra­cio­nes de “lim­pie­za étni­ca y reli­gio­sa”, que vie­nen prac­ti­can­do des­de hace más de medio siglo para dejar un “Esta­do puro”. Ya hace años la Orga­ni­za­ción de las Nacio­nes Uni­das había decla­ra­do, con razón, que el sio­nis­mo era una for­ma de racismo.

Has­ta los años cua­ren­ta, los sio­nis­tas habían man­te­ni­do víncu­los pri­vi­le­gia­dos con los bri­tá­ni­cos, que fue­ron los que pro­pi­cia­ron en 1917, con obje­ti­vos colo­nia­lis­tas, la cons­ti­tu­ción de un “Hogar Nacio­nal” para el pue­blo judío en Pales­ti­na, una tie­rra que no les per­te­ne­cía. Este fue el ante­ce­den­te direc­to de la crea­ción en 1948, del Esta­do de Israel. Pero des­de 1942, cuan­do la Agen­cia Judía dio a cono­cer el Pro­gra­ma de Bilt­mo­re, se venía pro­du­cien­do un tras­la­do de los intere­ses sio­nis­tas hacia los Esta­dos Uni­dos y el cen­tro de acti­vi­dad de sus orga­ni­za­cio­nes pasó de Lon­dres a Nue­va York. Dece­nas de miles de judíos ale­ma­nes y euro­peos que habían emi­gra­do a Esta­dos Uni­dos huyen­do del fas­cis­mo, esta­ban esca­lan­do posi­cio­nes en los medios masi­vos, en las acti­vi­da­des cul­tu­ra­les y en los esta­men­tos cien­tí­fi­cos y finan­cie­ros. Igual­men­te comen­za­ron a intro­du­cir­se en posi­cio­nes polí­ti­cas influ­yen­tes. Ya en 1944, se con­si­de­ra­ba que con­ta­ban con el apo­yo de 77 sena­do­res y 318 repre­sen­tan­tes en el Congreso.

Des­de esa épo­ca, aun­que hubo altos y bajos en el apo­yo y el com­pro­mi­so de los gobier­nos esta­dou­ni­den­ses con los intere­ses sio­nis­tas, el poder de éstos se fue exten­dien­do y con­so­li­dan­do, por enci­ma de uno u otro par­ti­do. Sin embar­go, fue posi­ble­men­te duran­te el gobierno del pre­si­den­te Geor­ge W. Bush cuan­do se pudo apre­ciar con más cla­ri­dad que el lobby había pasa­do a ser par­te inte­gran­te del poder esta­ble­ci­do. Un gru­po sig­ni­fi­ca­ti­vo de judíos sio­nis­tas esta­dou­ni­den­ses y de esta­dou­ni­den­ses pro sio­nis­tas, par­ti­ci­pa­ron en la ela­bo­ra­ción des­pués de fina­li­za­da la Gue­rra Fría de las prin­ci­pa­les ideas reco­gi­das en el cono­ci­do “Pro­yec­to para el Nue­vo Siglo”, un pro­gra­ma para el pleno domi­nio mun­dial. Muchos de ellos pasa­ron a ocu­par car­gos en su admi­nis­tra­ción neo­fas­cis­ta: Paul Wol­fo­witz, Richard Per­le, John Bol­ton, Elio Cohen, Lewis Libby, Dov Zekheim, Stephen Car­bo­ne…, una ver­da­de­ra pan­di­lla de delin­cuen­tes políticos.

Ellos fue­ron los hom­bres de Che­ney y Rums­feld en la imple­men­ta­ción de la “gue­rra total con­tra el terro­ris­mo”, des­ata­da a par­tir del ata­que a las Torres Geme­las en sep­tiem­bre de 2001, acción que no pudo rea­li­zar­se de for­ma más opor­tu­na para poder ins­tru­men­tar sus pla­nes y a par­tir de la cual lan­za­ron su cam­pa­ña para inti­mi­dar y some­ter al mundo.

Obser­vé des­de Bag­dad cómo los sio­nis­tas y pro sio­nis­tas fue­ron levan­tan­do la gigan­tes­ca ola de men­ti­ras para pre­pa­rar una gue­rra que iba en con­tra de los ver­da­de­ros intere­ses del pue­blo esta­dou­ni­den­se. Washing­ton pudo haber nego­cia­do con el gobierno ira­quí y haber obte­ni­do inclu­so con­ce­sio­nes muy impor­tan­tes en la explo­ta­ción de sus enor­mes reser­vas de petró­leo y gas. Ya antes, cuan­do Sad­dam Hus­sein lan­zó una gue­rra insen­sa­ta con­tra Irán, habían man­te­ni­do una estre­cha cola­bo­ra­ción con su gobierno.

Cuan­do en los meses ante­rio­res, al ini­cio de la gue­rra en 2003, con­ver­sa­ba con diri­gen­tes ira­quíes sobre la posi­bi­li­dad o no de que ésta esta­lla­ra, encon­tré en muchos de ellos la con­vic­ción de que el dife­ren­do se resol­ve­ría median­te la nego­cia­ción. Has­ta media­dos de mar­zo de ese año, sien­do ya evi­den­te que esta­ban a pun­to de llo­ver bom­bas y cohe­tes sobre Bag­dad, per­ci­bí que al menos en una par­te impor­tan­te del man­do ira­quí, pre­do­mi­na­ba el cri­te­rio de que la movi­li­za­ción mili­tar enemi­ga era par­te de la pre­sión para lle­gar a nego­cia­cio­nes. Y ellos esta­ban dis­pues­tos a nego­ciar. Tal vez ésa fue la razón de la fal­ta de pre­pa­ra­ti­vos para una defen­sa efec­ti­va que obser­va­ba en mis recorridos.

Si el gobierno esta­dou­ni­den­se hubie­ra opta­do por la nego­cia­ción, se habría evi­ta­do una cri­mi­nal gue­rra que ha cos­ta­do cien­tos de miles de muer­tos al pue­blo ira­quí y la des­truc­ción de una bue­na par­te del país, pero los sio­nis­tas pen­sa­ban que si ello ocu­rría se for­ta­le­ce­ría al país ára­be al cual los diri­gen­tes de Israel siem­pre han con­si­de­ra­do “una ame­na­za para su segu­ri­dad.” El obje­ti­vo sio­nis­ta no sólo era depo­ner al gobierno de Sad­dam, sino des­truir el país, retra­sar un siglo su posi­ble desa­rro­llo y tal vez divi­dir­lo. Toda­vía están en eso.

Por intere­ses sio­nis­tas, aho­ra con­ver­ti­dos en pun­ta de lan­za del poder impe­ria­lis­ta, el pue­blo nor­te­ame­ri­cano ha debi­do pagar sin embar­go un alto pre­cio. La mon­ta­ña de muer­tos ira­quíes sig­ni­fi­ca una mon­ta­ña de resen­ti­mien­tos y odio acu­mu­la­do entre ára­bes y musul­ma­nes. La gue­rra ha cos­ta­do cifras incal­cu­la­bles de millo­nes de dóla­res, lo cual ha sido un fac­tor en el des­en­ca­de­na­mien­to de la cri­sis eco­nó­mi­ca que toda­vía sacu­de el país. Y lo que es más dolo­ro­so para el pue­blo esta­dou­ni­den­se, cer­ca de 4.500 jóve­nes han muer­to y dece­nas de miles han sido heri­dos, muchos de los cua­les que­da­ron lisia­dos o arras­tra­rán otras secuelas.

El pró­xi­mo obje­ti­vo es Irán. Habrá que ver si des­pués del desas­tre de Iraq los sio­nis­tas pue­den impo­ner sus cri­mi­na­les pro­pó­si­tos y des­atar otra gue­rra que se apre­cia como de terri­bles e incal­cu­la­bles con­se­cuen­cias… tam­bién para el pue­blo estadounidense.

Ernes­to Gómez Abas­cal es escri­tor y perio­dis­ta cubano. Ex emba­ja­dor en varios paí­ses del Medio Oriente.

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