La liber­tad ha de ser posible

Gotzo­ne Lopez de Luzu­ria­ga Pre­sa polí­ti­ca vas­ca

La liber­tad ha de ser posible

Todo cabe en el uso de las dife­ren­tes inten­si­da­des de pre­sión. Se inten­si­fi­ca cuan­do más débil estás. Sin escrú­pu­lo nin­guno, lle­ga­ron a sacar­me de la cama don­de tiri­ta­ba de frío, para bajar­me for­zo­sa­men­te a un des­pa­cho don­de me leye­ron por pri­me­ra vez en qué con­sis­tía el chantaje.

No sé bien como empe­zar a des­cri­bir cómo estoy vivien­do este momen­to en que se hace efec­ti­va la apli­ca­ción de la sen­ten­cia del Supre­mo, por lo que me impi­den salir en liber­tad, habien­do cum­pli­do ínte­gra­men­te la con­de­na. Sin más, aña­den nue­ve años a los 21 que lle­vo cum­pli­dos. Así que ten­go una mez­cla de sen­sa­cio­nes y sen­ti­mien­tos; me sien­to can­sa­da e impo­ten­te, atra­pa­da en esta made­ja en la que nos lían en su com­pe­ti­ción por el «y yo más», en esa vil uti­li­za­ción lle­va­da al extre­mo a la que nos some­ten bus­can­do nues­tro ani­qui­la­mien­to físi­co, aní­mi­co y político.

Ya somos muchos com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras en esta situa­ción y todos y cada uno tie­nen mi cari­ño, res­pe­to y admi­ra­ción por «enca­jar» con tan­ta dig­ni­dad todo lo esto supo­ne, para noso­tros y para nues­tros fami­lia­res y alle­ga­dos. Yo me reve­lo. No pue­do admi­tir tan­ta impu­ni­dad. Por­que un míni­mo para una per­so­na pri­va­da de liber­tad es saber la con­de­na que cum­ple y bajo qué con­di­cio­nes y leyes. Así que la inse­gu­ri­dad e incer­ti­dum­bre van en aumen­to. La cues­tión es que la «rein­ter­pre­ta­ción» de las leyes de la épo­ca fran­quis­ta eli­mi­na de un plu­ma­zo tu fecha de liber­tad. La fecha por exce­len­cia, la fun­da­men­tal para toda per­so­na pre­sa, la que nece­si­ta saber cuan­do es con­de­na­da, no exis­te para las pre­sas y pre­sos vas­cos. Es un dere­cho fun­da­men­tal del que te pri­van. El esta­do «secues­tra» los dere­chos huma­nos más ele­men­ta­les y cuen­ta con la cober­tu­ra y com­pli­ci­dad de jue­ces, polí­ti­cos y medios de comu­ni­ca­ción. Esse qui­tár­se­lo todo es inhu­mano, pero tam­bién retra­ta a quie­nes nos lo hacen.

Esto no es algo espon­tá­neo. Tie­ne un reco­rri­do que siem­pre lle­va a la impron­ta del «a por ellos», que en las cár­ce­les tie­ne con­no­ta­cio­nes muy con­cre­tas, para noso­tros y para nues­tro entorno.

En mi caso, cuan­do lle­va­ba 18 años pre­sa y ya debía estar en liber­tad con­di­cio­nal, lle­gó la enfer­me­dad, el cán­cer, el enga­ño; me hicie­ron creer, no sólo de pala­bra, sino tam­bién con pape­les ofi­cia­les fir­ma­dos y sella­dos, que iba a salir para reci­bir los tra­ta­mien­tos médi­cos nece­sa­rios en con­di­cio­nes dig­nas, con los míos, que hubie­ses sido el mejor tra­ta­mien­to posi­ble. Ellos tam­bién se mere­cían cui­dar­me con un míni­mo de tran­qui­li­dad. Pero lo que lle­gó fue el chan­ta­je. Por enci­ma de cri­te­rios médi­cos que reco­no­cían en infor­mes que las con­di­cio­nes car­ce­la­rias no son las ade­cua­das para lle­var los duros tra­ta­mien­tos, sus efec­tos secun­da­rios y los défi­cits por la pro­pia estruc­tu­ra y fun­cio­na­mien­to de una cár­cel, ade­más de tener que vivir la enfer­mie­dad sola, con la ten­sión que la Poli­cía apor­ta, ya que sólo con su pre­sen­cia for­zo­sa con­di­cio­na tan­to a médi­cos como a mí.

Todo cabe en el uso de las dife­ren­tes inten­si­da­des de pre­sión. Se inten­si­fi­ca cuan­do más débil estás. Sin escrú­pu­lo nin­guno, lle­ga­ron a sacar­me de la cama don­de tiri­ta­ba de frío, para bajar­me for­zo­sa­men­te a un des­pa­cho don­de me leye­ron por pri­me­ra vez en qué con­sis­tía el chan­ta­je. Por resu­mir: «no te arre­pien­tes… fir­mas… aquí te quedas».
Pero tuve suer­te, por­que cer­ca tenía a las com­pa­ñe­ras que con su mimo y ayu­da me die­ron todo lo que esta­ba en sus manos para «curar­me». Entre todas y todos, tam­bién los que estáis lejos, mi fami­lia y alle­ga­dos sobre todo, me iba lle­gan­do ese txu­te tan espe­cial y efec­ti­vo que cura la sole­dad y el dolor físi­co a base de cari­ño y soli­da­ri­dad. Aún me que­dan dos años de tra­ta­mien­to, y este nue­vo palo no me lo pone fácil. Por eso he pedi­do que mien­tras se resuel­ven los recur­sos, y ya que de ser favo­ra­bles no es posi­ble devol­ver la liber­tad, estar en casa de uno de mis her­ma­nos. Y así al menos tener míni­ma­men­te pro­te­gi­do mi dere­cho a la salud en unas con­di­cio­nes dig­nas y acom­pa­ña­da por los míos. De momen­to no he obte­ni­do res­pues­ta. Mien­tras siguen las «aven­tu­re­ras» sali­das al hos­pi­tal con la mis­ma fal­ta de garan­tías. La revi­sión pre­vis­ta para julio sigue pen­dien­te aún y, pese a las que­jas a la Direc­ción por todas las «inci­den­cias» médi­co-poli­cia­les que se van dan­do, en las que se impo­ne el cri­te­rio poli­cial, el pro­ble­ma no se resuel­ve y debes deci­dir entre tu salud y tu dignidad-intimidad.

Quie­ro que esto aca­be para mi fami­lia y para mí, por­que tene­mos dere­cho a que esta situa­ción ten­ga un final, por­que aun­que a esto no se le lla­me corre­dor de la muer­te, lo es, y aun­que no se lla­me pro­ce­so de Bur­gos ni gobier­ne Fran­co, esta­mos some­ti­dos a este otro tipo de dic­ta­du­ra, en la que todo vale. Y todo due­le, espe­cial­men­te el cas­ti­go aña­di­do para nues­tros fami­lia­res y alle­ga­dos, que pue­den con­tar mucho sobre la his­to­ria de Eus­kal Herria que no se oye ni se ve en men­ti­de­ros ni en libros de texto.

Es nece­sa­rio res­pon­der y rei­vin­di­car que esto aca­be, que la liber­tad sea posi­ble, más cuan­do las con­de­nas las tres cuar­tas par­tes están cum­pli­das y por enfer­me­dad gra­ve de las personas.

Pido, una vez más, vues­tra ayu­da y solidaridad.

Eske­rrik asko dena­ga­tik, bere­zi­ki nire seni­deen ondoan ego­tea­ga­tik. Besar­ka­da bat bihotz-bihotzez.

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