Como parte del plan de la UE y del FMI para resolver la deuda de Grecia y hacer más competitiva su economía, el gobierno griego anunció hace unas semanas planes para contrarreformar legislativamente el mercado de trabajo y los derechos sociales. La estrategia es obvia: Grecia quiere ganar la carrera hacia el abismo que se libra en la eurozona, es decir, quiere ganar ventajas comparativas convirtiéndose en la región con los niveles de vida más bajos y crueles.
Como parte del plan de la UE y del FMI para resolver la deuda de Grecia y hacer más competitiva su economía, el gobierno griego anunció hace unas semanas planes para contrarreformar legislativamente el mercado de trabajo y los derechos sociales. El salario mínimo para los que se incorporen por vez primera al mercado de trabajo pasará de 700 euros a 560, y se exigirá a los trabajadores un mínimo de 40 años de trabajo para acceder a la plena pensión de jubilación (que ya ha sido sometida a varias reducciones significativas). Las empresas se enfrentarán a menos restricciones legales a la hora de despedir, mientras que las indemnizaciones por despido se han reducido ya a la mitad. La estrategia es obvia: Grecia quiere ganar la carrera hacia el abismo que se libra en la eurozona, es decir, quiere ganar ventajas comparativas convirtiéndose en la región con los niveles de vida más bajos y crueles. La reciente entrada de Estonia en la eurozona, huelga decirlo, hará más dura la tarea de tratar de vencer en esa carrera.
Aun en tiempos óptimos, se trataría de una estrategia peligrosa. Dado que todos los miembros de la eurozona han eliminado fronteras para el comercio y para los capitales y han adoptado una moneda común, no hay posibilidad de ganar ventajas con los métodos normales de devaluación de la moneda o de elevación de los aranceles a las importaciones. Eso quiere decir que los excedentes comerciales sólo pueden lograrse reduciendo costes y aumentando la productividad del trabajo. Los costes se reducen destruyendo salarios y beneficios; la productividad se aumenta haciendo más difícil la vida de los trabajadores: reduciendo plantilla, prolongando la jornada laboral, acortando vacaciones y retrasando la edad de jubilación. Pero todas y cada una de las naciones seguirán idéntica estrategia. Las cosas empeorarán con la profunda crisis global. Los mercados para las exportaciones están deprimidos, y el turismo está de capa caída. Entretanto, los gobiernos recortan el gasto público, especialmente en los ámbitos que más podrían contribuir a aumentar la productividad y robustecer la competitividad: la inversión en infraestructuras públicas y educación. Salarios más bajos, menos ventas al detalle y una fuerza de trabajo más pequeña redundarán en un colapso de la recaudación fiscal, lo que alimentará un círculo vicioso de recortes de gastos seguidos de menores ingresos fiscales: los déficits fiscales no podrán reducirse.
Es verdad que Grecia ha tenido sus propios problemas. Sus costes laborales han crecido significativamente en la última década, mucho más rápidamente que en Alemania y otras naciones de la eurozona. Pero la idea de que los trabajadores griegos han estado disfrutando de un Estado de Bienestar demasiado generoso se ve refutada por los hechos. En realidad, los griegos tienen uno de los ingresos per capita más bajos de Europa (€21.100), mucho más bajo que el de la eurozona de los 12 (€27,600), por no hablar del nivel alemán (€29,400). Además, las redes de seguridad social griegas podrían parecer generosas comparadas con las de los EEUU, pero son modestas para los criterios europeos. De promedio, para 1998 – 2007, Grecia gastó sólo €3.530 per capita en protección social, un poco menos que el gasto de España y sólo €700 más que Portugal, que tiene uno de los niveles más bajos de toda la eurozona. En cambio, Alemania y Francia gastaron más del doble que los griegos, mientras que el nivel de la eurozona original de los 12 promedió €6.251,78. Hasta Irlanda, una de las economías más neoliberales de la eurozona, gastó más en protección social que la supuestamente derrochadora Grecia.
Grecia sufre pretendidamente también de ineficiencia y amiguismo en su sector público, de manera que los costos administrativos deberían ser mayores que los de otros Estados más disciplinados, como Alemania o Francia. Pero como puede verse en el cuadro que más abajo se reproduce, eso dista por mucho de la verdad. Hasta el gasto público en pensiones, blanco principal del ataque de los neoliberales, es más bajo que en otros países europeos.
El cuadro 2 muestra el gasto social total de varios países de la eurozona como porcentaje del PIB. Hasta 2005 el gasto de Grecia estaba por detrás de todos los países de la zona euro, salvo Irlanda, y estaba por debajo del promedio de la OCDE. Obsérvese también que, a pesar de todas las críticas sobre la temprana edad de jubilación en Grecia, su gasto en programas para personas mayores estaba en línea con el gasto en Alemania y en Francia.
Grecia tiene una de las más desiguales distribuciones del ingreso de Europa, así como un elevado nivel de pobreza, como puede verse en el cuadro que sigue. Tampoco aquí secondicen los hechos con la imagen ofrecida por los medios de comunicación de un Estado de Bienestar demasiado generoso:
Los recortes propuestos simplemente ensancharán el hiato que separa los niveles de vida de Grecia de los de las naciones más ricas de Europa.
Es una carrera hacia el abismo que sólo puede ganar el mayor perdedor. Asombra que la UE y el FMI estén promoviendo una competición de este tipo, totalmente incompatible con la estrategia a largo plazo de convergencia europea. Lo único que conseguirá es destruir a la Unión.
Traducción: Casiopea Altisench
Randall Wray
Randall Wray es uno de los analistas económicos más respetados de Estados Unidos. Colabora con el proyecto newdeal 2.0 y escribe regularmente en New Economic Perspectives. Profesor de economía en la University of Missouri-Kansas City e investigador en el “Center for Full Employment and Price Stability”. Ha sido presidente de la Association for Institutionalist Thought (AFIT) y ha formado parte del comité de dirección de la Association for Evolutionary Economics (AFEE). Randall Wray ha trabajado durante mucho tiempo en el análisis de problemas de política monetaria, macroeconomía y políticas de pleno empleo. Es autor de Understanding Modern Money: The Key to Full Employment and Price Stability (Elgar, 1998) y Money and Credit in Capitalist Economies (Elgar 1990).
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