No fue un “mar­tes negro” cual­quie­ra – Pren­sa Obrera

Des­de hace varios años hemos esta­do escri­bien­do sobre la cri­sis capi­ta­lis­ta mun­dial en diver­sas publi­ca­cio­nes par­ti­da­rias y otras nacio­na­les e inter­na­cio­na­les. Lo hemos abor­da­do tam­bién en dis­tin­tos foros y con­fe­ren­cias con bas­tan­te ante­rio­ri­dad al esta­lli­do de la ban­ca­rro­ta que aca­ba de ingre­sar en su cuar­to año.

La ela­bo­ra­ción de este asun­to ha sido una línea dis­tin­ti­va de nues­tra corrien­te polí­ti­ca. La atra­vie­sa el derrum­be sin pre­ce­den­tes de Wall Street, en 1986, las rece­sio­nes pos­te­rio­res, la cri­sis asiá­ti­ca de 1997 – 99 y las de Rusia y Bra­sil, la cua­si quie­bra ban­ca­ria de Esta­dos Uni­dos, en el 2000 (ban­ca­rro­ta del fon­do LTCM) y, natu­ral­men­te, los nume­ro­sos escri­tos que anti­ci­pa­ron el colap­so de Argen­ti­na. En la edi­ción que el lec­tor tie­ne en las manos se encuen­tra una par­te ínfi­ma de ese lar­go tra­ba­jo – la publi­ca­ción de la tota­li­dad de ese mate­rial insu­mi­ría, de acuer­do a los com­pa­ñe­ros que se toma­ron el tra­ba­jo de reco­pi­lar­lo, entre cua­tro y cin­co volú­me­nes. La urgen­cia por publi­car una par­te menor de ese mate­rial obe­de­ce a la nece­si­dad de ofre­cer­lo a la dis­cu­sión de una con­fe­ren­cia cuar­tain­ter­na­cio­na­lis­ta en Amé­ri­ca Lati­na que ten­drá lugar a media­dos de noviem­bre de 2010. Es decir que está vin­cu­la­do a una acti­vi­dad mili­tan­te, así como a la repo­si­ción de docu­men­tos ago­ta­dos. Nos iden­ti­fi­ca­mos con aque­llos para quie­nes se tra­ta de trans­for­mar el mun­do y no de inter­pre­tar­lo para que que­de osi­fi­ca­do en un nue­vo sistema.

Son varios los aspec­tos que dife­ren­cian nues­tra carac­te­ri­za­ción de lo que lla­ma­mos la ban­ca­rro­ta capi­ta­lis­ta. El más obvio y cri­ti­ca­do es el reco­rri­do de la cri­sis como eta­pas de una ten­den­cia al colap­so de las rela­cio­nes socia­les capi­ta­lis­tas; nos reco­no­ce­mos como catas­tro­fis­tas mucho antes de que nos apos­tro­fa­ran con este voca­blo como si él fue­ra la prue­ba de algún peca­do. Como le escri­be en una car­ta el gran teó­ri­co que fue Román Ros­dolsky al trots­kis­ta bel­ga Ernest Man­del, este pun­to es la esen­cia inex­tri­ca­ble del mar­xis­mo. (¨Aun­que Man­del había sub­ra­ya­do la inevi­ta­bi­li­dad de cri­sis y rece­sio­nes, no había ofre­ci­do un tra­ta­mien­to sis­te­má­ti­co de la teo­ría del colap­so, que Ros­dol­siky con­si­de­ra­ba el cora­zón del mar­xis­mo¨; en ¨Ernest Man­del¨ de Jan Willem Stut­je). Se tra­ta del pun­to más alto de la con­tra­dic­ción entre el desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas y las rela­cio­nes de pro­duc­ción exis­ten­te, la pre­mi­sa his­tó­ri­ca y eco­nó­mi­ca de la revo­lu­ción social. Se tra­ta de un pro­ce­so que se desa­rro­lla bajo nues­tros ojos y que se mani­fies­ta en la pre­sión que sufre el Esta­do para nacio­na­li­zar (con resar­ci­mien­tos) a gran par­te de la ban­ca y de la industria.

El pun­to más alto de esta ten­den­cia se alcan­zó, en la pre­sen­te cri­sis, en dos opor­tu­ni­da­des: una, cuan­do la quie­bra de Leh­man Brothers y la inmi­nen­cia de que ocu­rrie­ra algo simi­lar con la ase­gu­ra­do­ra AIG y el Citi­bank, en el trán­si­to del gobierno de Bush a Oba­ma, plan­teó la dis­cu­sión en los círcu­los de poder nor­te­ame­ri­ca­nos de la posi­bi­li­dad de una nacio­na­li­za­ción gene­ra­li­za­da de la ban­ca, pero que se con­tu­vo en los lími­tes de semi-nacio­na­li­za­cio­nes par­cia­les – como los mis­mos AIG y Citi­bank, las enor­mes agen­cias hipo­te­ca­rias Fan­nie Mae y Fred­die Mac, y las que ocu­rrie­ron en Gran Bre­ta­ña y Ale­ma­nia. El colap­so no sig­ni­fi­ca que la Tie­rra deja de girar sobre su eje ima­gi­na­rio, sino de que el capi­ta­lis­mo no pue­de fun­cio­nar sobre sus pro­pias bases – que es cuan­do el Esta­do uti­li­za su mono­po­lio del poder para ope­rar un res­ca­te tran­si­to­rio del régi­men social afec­ta­do a ese extre­mo. Para pro­ce­der de esta mane­ra el Esta­do aban­do­na sus for­ma­li­da­des cons­ti­tu­cio­na­les y ope­ra por decre­to: el depar­ta­men­to del Teso­ro con­cen­tra las deci­sio­nes; se sus­pen­de en los hechos la ley de quie­bra; se vio­lan las leyes finan­cie­ras y se emi­te dine­ro espu­rio; y se crea de este modo las con­di­cio­nes para esta­lli­dos de mayor envergadura.

La inter­ven­ción des­pó­ti­ca del Esta­do poli­ti­za la ban­ca­rro­ta capi­ta­lis­ta, que de este modo se trans­for­ma en un asun­to de poder para todas las cla­ses socia­les, inclui­da la bur­gue­sía. En el lími­te, este res­ca­te capi­ta­lis­ta ame­na­za con la ban­ca­rro­ta de las ban­ca­rro­tas, la del pro­pio Esta­do y del Ban­co Cen­tral, bajo la for­ma de una infla­ción galo­pan­te, es decir la pér­di­da de con­trol sobre la mone­da. Es lo que que­dó plan­tea­do en la segun­da mani­fes­ta­ción de la ten­den­cia al colap­so, la recien­te cri­sis de la zona euro a par­tir de la expo­si­ción del derrum­be fis­cal de Gre­cia. Se ini­ció el perío­do de las ¨cri­sis sobe­ra­nas¨, que ha pues­to en la pico­ta a todo el sis­te­ma ban­ca­rio, pro­pie­ta­rio de la deu­da públi­ca. Euro­pa repro­du­jo, ade­más, una carac­te­rís­ti­ca que ya se había vis­to en la cri­sis asiá­ti­ca: el derrum­be finan­cie­ro de Esta­dos con esca­so défi­cit fis­cal o inclu­so supe­rá­vit, esto debi­do al enor­me endeu­da­mien­to de los ban­cos y de las empresas.

Es el caso noto­rio de Espa­ña. Lejos de una supera­ción la cri­sis euro­pea es hoy más inten­sa que nun­ca; Chi­na tuvo que inter­ve­nir median­te la com­pra de deu­da de las ban­cas en Espa­ña y Gre­cia. No es correc­to lla­mar­las espa­ño­las o grie­gos, por­que no son ni unas ni otras: el 75% del San­tan­der se encuen­tra en manos de fon­dos ins­ti­tu­cio­na­les nor­te­ame­ri­ca­nos y por sobre todo ingle­ses; la de Gre­cia es pro­pie­dad de ban­cos fran­ce­ses y ale­ma­nes. Chi­na inter­vino en soco­rro de si mis­ma, esto por­que la deva­lua­ción del euro pro­vo­ca­do por el derrum­be de las ¨deu­das sobe­ra­nas¨ ame­na­za­ba con hacer colap­sar el comer­cio exte­rior de Chi­na. En la Unión Euro­pea se dis­cu­tió duran­te varias sema­nas la sepa­ra­ción de Gre­cia de la zona euro, o sea un prin­ci­pio de diso­lu­ción de la Unión Euro­pea. Como deci­mos en las mani­fes­ta­cio­nes popu­la­res: ‘si esto no es un derrum­be el derrum­be dón­de está“. La velo­ci­dad que ha desa­rro­lla­do la cri­sis mun­dial des­de la quie­bra de Wall Street y lue­go de la cri­sis asiá­ti­ca, es una expre­sión agu­da de la ten­den­cia al derrumbe.

Otro aspec­to que dis­tin­gue nues­tro aná­li­sis, el más deci­si­vo des­de el pun­to de vis­ta estra­té­gi­co, es que la ban­ca­rro­ta capi­ta­lis­ta se desa­rro­lla en la épo­ca de decli­na­ción del capi­ta­lis­mo; en una épo­ca en que esta decli­na­ción ya ha deja­do enor­mes hue­llas en la con­cien­cia de la huma­ni­dad – des­de el fas­cis­mo y la gue­rra mun­dial con su holo­caus­to, y las gue­rras inin­te­rrum­pi­das pos­te­rio­res has­ta las actua­les sal­va­je­rías en la ex Yugos­la­via, Irak, Afga­nis­tan, el Cáu­ca­so, Pales­ti­na – y el reite­ra­do anun­cio del ata­que (¿nuclear?) a Irán. El desa­rro­llo gigan­tes­co del ¨capi­tal fic­ti­cio¨ es una mani­fes­ta­ción rotun­da de la des­com­po­si­ción del capi­tal: la rela­ción entre el cré­di­to y el PBI de los paí­ses desa­rro­lla­dos es del 400%, cuan­do en los años 50 era del 50%. Las tran­sac­cio­nes bru­tas de deri­va­dos mue­ven un mer­ca­do de unos 600 billo­nes de dóla­res. El cré­di­to ha ido jugan­do un papel deter­mi­nan­te en la expan­sión del mer­ca­do mun­dial, inclu­so en la inte­gra­ción mayor de las eco­no­mías menos desarrolladas.

El incre­men­to impre­sio­nan­te de la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo y de la tasa de plus­va­lía ha sido con­tra­rres­ta­do por la ten­den­cia a la sobre­pro­duc­ción, en tan­to que el poder adqui­si­ti­vo de los tra­ba­ja­do­res se ha estan­ca­do. El desa­rro­llo del capi­tal fic­ti­cio, en opo­si­ción al capi­tal efec­ti­va­men­te apli­ca­do a la crea­ción de nue­vo valor, ha refor­za­do la posi­ción del ren­tis­ta y del espe­cu­la­dor finan­cie­ro; inclu­so la gran indus­tria obtie­ne su mayor taja­da de bene­fi­cios de los lla­ma­dos ingre­sos extra­or­di­na­rios que resul­tan de la apli­ca­ción de sus ganan­cias a la espe­cu­la­ción finan­cie­ra (por eso la gran indus­tria se opo­ne a la regu­la­ción del mer­ca­do de deri­va­dos, que es el cora­zón del capi­tal fic­ti­cio). Se impo­ne aquí, sin embar­go, otra pre­ci­sión: la ban­ca­rro­ta capi­ta­lis­ta que se encuen­tra en cur­so es la cul­mi­na­ción de un pro­ce­so cícli­co; ella no debe ser con­fun­di­da con la cate­go­ría his­tó­ri­ca de la deca­den­cia de la for­ma­ción capi­ta­lis­ta. El cora­zón no deja de latir en una per­so­na de mayor edad; por eso para enten­der la ban­ca­rro­ta actual es nece­sa­rio ana­li­zar el ciclo del cual ha resul­ta­do; el carác­ter del ciclo le impri­me su pecu­lia­ri­dad a la cri­sis. La ban­ca­rro­ta actual está enca­de­na­da al ciclo ini­cia­do lue­go de la cri­sis asiá­ti­ca (rusa, bra­si­le­ña, argen­ti­na) y al derrum­be de la bur­bu­ja bur­sá­til cono­ci­da como pun​to​.com.; tie­ne mul­ti­pli­ca­dos todos los genes de aquella.

El otro gran fac­tor de este ciclo es el enor­me sal­to de la inte­gra­ción de Chi­na al mer­ca­do mun­dial, pre­ci­sa­men­te por­que sus nue­vas ins­ti­tu­cio­nes res­tau­ra­cio­nis­tas habían logra­do resis­tir, en 98 – 2002, la colo­sal cri­sis de su entorno (inclui­da la lar­ga cri­sis de la eco­no­mía de Japón). Las cri­sis pasa­das se des­en­vol­vie­ron en un espa­cio local o regio­nal, aun­que su natu­ra­le­za fue siem­pre inter­na­cio­nal y su epi­cen­tro se encon­tró siem­pre en Esta­dos Uni­dos. Lo que dis­tin­gue a la ban­ca­rro­ta actual es que par­te de Esta­dos Uni­dos y tie­ne un carác­ter gene­ra­li­za­do que supera a la ban­ca­rro­ta de los años 30 del siglo pasa­do. De los colap­sos pasa­dos pasa­mos al desa­rro­llo del colap­so a par­tir de los cen­tros de la eco­no­mía mundial.

El ter­cer ele­men­to dis­tin­ti­vo de nues­tro aná­li­sis ha sido la pre­vi­sión de que la res­tau­ra­ción capi­ta­lis­ta en la ex URSS, Chi­na y Euro­pa del este, se con­ver­ti­ría en un fac­tor pode­ro­so de la cri­sis mun­dial, aun­que apa­re­cie­ra, en una pri­me­ra eta­pa, como lo con­tra­rio: como la sali­da para el capi­tal que con­quis­ta­ba un área de casi dos mil millo­nes de per­so­nas para el cam­po de la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta mun­dial. Dis­tin­gui­mos lo que es la incor­po­ra­ción de nue­vos mer­ca­dos en el perío­do de ascen­so del capi­ta­lis­mo de lo que ocu­rre en la épo­ca de deca­den­cia, y en estos casos con­cre­tos (Rusia, Chi­na) sobre la base de la des­truc­ción des­pia­da­da de con­quis­tas socia­les extra­or­di­na­rias, que en su mayor par­te habían sido obte­ni­das por medios revo­lu­cio­na­rios. En efec­to, en el ciclo eco­nó­mi­co que arran­ca en 2002, Chi­na inun­da el mer­ca­do mun­dial como fac­to­ría ter­ce­ri­za­da del capi­tal inter­na­cio­nal, que se vale de una gigan­tes­ca con­fis­ca­ción de las masas cam­pe­si­nas y de una ele­va­ción extra­or­di­na­ria de la tasa de explo­ta­ción del proletariado.

El ingre­so de Chi­na agu­di­za la com­pe­ten­cia de los mono­po­lios capi­ta­lis­tas y finan­cia la mayor espe­cu­la­ción finan­cie­ra que se conoz­ca. Sea­mos más pre­ci­sos: el capi­tal mun­dial expro­pia a Chi­na de gigan­tes­cos recur­sos a cam­bio del más fic­ti­cio de los capi­ta­les – los dos billo­nes y medio de dóla­res que Chi­na reci­be como con­tra­pres­ta­ción. Se tra­ta de una masa irrea­li­za­ble de dine­ro, some­ti­da a la deri­va de la deva­lua­ción del dólar, cuya uti­li­za­ción para impor­ta­cio­nes devas­ta­ría a la eco­no­mía chi­na y su trans­for­ma­ción en inver­sio­nes inter­na­cio­na­les des­trui­ría a la eco­no­mía mun­dial. La dis­tin­ción entre capi­ta­lis­mo en ascen­so his­tó­ri­co y capi­ta­lis­mo his­tó­ri­ca­men­te deca­den­te o en decli­na­ción, reve­la su per­ti­nen­cia como ins­tru­men­to de análisis.

El cuar­to pun­to que dis­tin­gue nues­tro aná­li­sis está liga­do al ante­rior: la res­tau­ra­ción del capi­tal en aque­llas nacio­nes en que fue­ra expro­pia­do revo­lu­cio­na­ria­men­te, pro­du­ci­da en el perio­do de la decli­na­ción his­tó­ri­ca del capi­ta­lis­mo, no pue­de ser sino un fenó­meno tran­si­cio­nal entre nue­vas revo­lu­cio­nes y con­tra­rre­vo­lu­cio­nes. El capi­tal mun­dial no ha com­ple­ta­do su tra­ba­jo con­fis­ca­to­rio, lo cual supo­ne la colo­ni­za­ción de esas nacio­nes y la expro­pia­ción com­ple­ta de sus recur­sos deci­si­vos: de los obre­ros y cam­pe­si­nos en Chi­na; del pro­le­ta­ria­do y de las reser­vas indus­tria­les y tec­no­ló­gi­cas en la ex URSS. Toda la peri­fe­ria de la ex URSS es un cam­po de pilla­je inter­na­cio­nal que está muy lejos de haber con­clui­do. La ocu­pa­ción de esa peri­fe­ria es el motor fun­da­men­tal de las gue­rras que se dis­fra­zan como una cru­za­da con­tra el terro­ris­mo o aún, el islamismo.

El impe­ria­lis­mo toda­vía debe demos­trar que pue­de que­brar las resis­ten­cias de las masas para con­su­mar la res­tau­ra­ción del capi­tal en todos sus tér­mi­nos. No bas­ta lla­mar bur­gue­sía a la buro­cra­cia de la ex URSS y ni qué decir de Chi­na, para pro­cla­mar el triun­fo irre­ver­si­ble del capi­ta­lis­mo, cuyo obje­ti­vo his­tó­ri­co tie­ne una ampli­tud que pare­ce no enten­der­se. No hay bur­gue­sías nacio­na­les que pue­dan pre­si­dir un régi­men capi­ta­lis­ta; la res­tau­ra­ción corre por ente­ro por cuen­ta de la alian­za entre el impe­ria­lis­mo y la buro­cra­cia esta­tal. Asis­ti­mos a una suer­te de desa­rro­llo com­bi­na­do: en Chi­na, una nación don­de las dos ter­ce­ras par­tes de sus mil cua­tro­cien­tos millo­nes de habi­tan­tes se encuen­tran por deba­jo del nivel de la pobre­za, se desa­rro­lla en el momen­to actual una espe­cu­la­ción inmo­bi­lia­ria que supera varias veces el nivel de la que lle­vó a los Esta­dos Uni­dos al crack. Para con­tra­rres­tar esta ten­den­cia a la quie­bra, la buro­cra­cia chi­na abre el mer­ca­do finan­cie­ro y apun­ta a la con­ver­ti­bi­li­dad de su mone­da, el yuan, aun a sabien­das de que esto con­ver­ti­rá a Chi­na en pre­sa de saqueo por par­te del capi­tal mun­dial. La ban­ca­rro­ta capi­ta­lis­ta mun­dial está infil­tra­da en todos los poros de la res­tau­ra­ción capitalista.

Pre­ci­sa­men­te por­que es la cul­mi­na­ción de varios ciclos de cri­sis, y pre­ci­sa­men­te por­que ha cap­tu­ra­do en sus redes a la ter­ce­ra par­te del glo­bo que en el pasa­do recien­te se encon­tra­ba sólo mar­gi­nal­men­te inte­gra­do a la eco­no­mía mun­dial, la ban­ca­rro­ta actual debe­rá remo­ver, nece­sa­ria­men­te, todas las rela­cio­nes entre las cla­ses que se han con­ser­va­do en for­ma pre­ca­ria en el últi­mo medio siglo. Es la pre­mi­sa de las situa­cio­nes revo­lu­cio­na­rias. Lle­ga­mos así al quin­to plan­teo que dis­tin­gue a nues­tro aná­li­sis. Sin una teo­ría del derrum­be capi­ta­lis­ta, la pers­pec­ti­va revo­lu­cio­na­ria se redu­ce a una aspi­ra­ción moral o a una uto­pía. No esta­mos hablan­do de un acto úni­co, eso sería una revo­lu­ción, sino de una eta­pa de cri­sis polí­ti­cas cre­cien­tes y movi­li­za­cio­nes popu­la­res. El camino pro­me­te toda suer­te de argen­ti­na­zos. Los tum­bos del gobierno kirch­ne­ris­ta, que había asu­mi­do para recons­truir el Esta­do e impo­ner la pri­ma­cía de la polí­ti­ca sobre la acción direc­ta, es una bue­na ilus­tra­ción del pun­to. Este desa­rro­llo se ve en Gre­cia, pero aún más en las huel­gas obre­ras en Asia (Chi­na, Viet­nam, Indo­ne­sia, India), inclu­so en insu­rrec­cio­nes obre­ras, como las de los tres millo­nes que com­po­nen el joven pro­le­ta­ria­do de Bangladesh.

Espe­ra­mos que este resu­men apre­ta­do del con­te­ni­do de este libro moti­ve al lec­tor y a los mili­tan­tes que par­ti­ci­pa­rán de la Con­fe­ren­cia Inter­na­cio­nal. Como mili­tan­tes expo­ne­mos nues­tros aná­li­sis y pro­nós­ti­cos a la veri­fi­ca­ción de los hechos, algo que no podría hacer quien con­tem­pla la his­to­ria des­de afue­ra. El con­te­ni­do de este libro es ya una correc­ción de pro­nós­ti­cos ante­rio­res, de noso­tros mis­mos y de nues­tros maes­tros. Esto es lo que debe enten­der­se por pro­gra­ma, una pra­xis, una uni­dad de teo­ría y acción. Pero la pra­xis no pue­de ser indi­vi­dual, solo pue­de emer­ger como tal si es socia­li­za­da. Por eso con­vo­ca a cons­truir par­ti­dos revo­lu­cio­na­rios inter­na­cio­na­lis­tas y a refun­dar la IV Inter­na­cio­nal. ¿Qué es esta? La orga­ni­za­ción que lucha por con­ver­tir a la ban­ca­rro­ta capi­ta­lis­ta en terreno fér­til de la revo­lu­ción socia­lis­ta mundial.

Pren­sa Obrera

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