Juz­guen Vds. Tra­duc­ción del artícu­lo ori­gi­nal sobre las pala­bras de Fidel acer­ca del “mode­lo cubano” – Cubainformacion

Cubain­for­ma­ción les ofre­ce la tra­duc­ción al idio­ma cas­te­llano del artícu­lo ori­gi­nal en inglés, del perio­dis­ta Jef­frey Gold­berg, titu­la­do “Fidel: Cuban Model Does­n’t Even Work For Us Any­mo­re”, publi­ca­do el 8 de sep­tiem­bre en “The Atlan­tic” (Esta­dos Unidos).

El perio­dis­ta esta­dou­ni­den­se Jef­frey Gold­berg entre­vis­tó a Fidel Cas­tro recien­te­men­te ‑con el apo­yo de una intér­pre­te- en La Habana.

Cen­te­na­res de agen­cias, tele­vi­sio­nes, radios y publi­ca­cio­nes de todo el mun­do han con­ver­ti­do en noti­cia el titu­lar este tex­to, cuya tra­duc­ción al cas­te­llano es “Fidel Cas­tro: el mode­lo cubano ya no fun­cio­na ni siquie­ra para nosotros».

El perio­dis­ta esta­dou­ni­den­se Jef­frey Gold­berg refle­ja en su tex­to agu­dos pre­jui­cios polí­ti­cos, un com­ple­to des­co­no­ci­mien­to de la reali­dad y con­tex­to del país, nota­bles erro­res de inter­pre­ta­ción del idio­ma, y un más que dudo­so sen­ti­do del humor. El empleo de este artícu­lo como fuen­te de una noti­cia de alcan­ce glo­bal da la medi­da de cómo fun­cio­na la maqui­na­ria de infor­ma­ción y pro­pa­gan­da del sis­te­ma mediá­ti­co global.

Juz­guen ustedes.

La tra­duc­ción ha sido rea­li­za­da para Cubain­for­ma­ción por Rakel Agi­rre, res­pon­sa­ble del Área de Sen­si­bi­li­za­ción de la Aso­cia­ción Euskadi-Cuba.

El equi­po de redac­ción de Cubain­for­ma­ción está pre­pa­ran­do un mate­rial de aná­li­sis sobre este nue­vo caso de per­ver­sión infor­ma­ti­va con­tra Cuba por par­te de los gran­des con­sor­cios mediá­ti­cos internacionales.

Fidel Cas­tro: «El mode­lo cubano ya no fun­cio­na ni siquie­ra para nosotros»

Para leer el artícu­lo ori­gi­nal en inglés de Jef­frey Gold­berg, para “The Atlan­tic”:

http://​www​.theatlan​tic​.com/​i​n​t​e​r​n​a​t​i​o​n​a​l​/​a​r​c​h​i​v​e​/​2​0​1​0​/​0​9​/​f​i​d​e​l​-​c​u​b​a​n​-​m​o​d​e​l​-​d​o​e​s​n​t​-​e​v​e​n​-​w​o​r​k​-​f​o​r​-​u​s​-​a​n​y​m​o​r​e​/​6​2​6​02/

Jef­frey Gold­berg – “The Atlan­tic” – 8 de sep­tiem­bre de 2010

Tra­duc­ción: Cubain­for­ma­ción /​Rakel Agi­rre, res­pon­sa­ble del Área de Sen­si­bi­li­za­ción de la Aso­cia­ción Euskadi-Cuba

Hubo muchas cosas pecu­lia­res en mi recien­te para­da en Haba­na (apar­te del espec­tácu­lo de del­fi­nes, que tra­ta­ré en bre­ve), pero una de las más inusua­les fue el nivel de intros­pec­ción de Fidel Cas­tro. He teni­do una expe­rien­cia limi­ta­da con autó­cra­tas comu­nis­tas (ten­go más expe­rien­cia con autó­cra­tas no-comu­nis­tas) pero resul­tó muy lla­ma­ti­vo que Cas­tro estu­vie­ra dis­pues­to a admi­tir que jugó mal su mano en un momen­to cru­cial de la Cri­sis de los Misi­les de Cuba (pue­den leer sobre lo que dijo hacia el final de mi post ante­rior, pero lo que seña­ló, de mane­ra cla­ra, es que se arre­pien­te de haber soli­ci­ta­do a Khrus­chev ata­car con armas nuclea­res a Esta­dos Unidos)

Toda­vía más lla­ma­ti­vo fue algo que dijo en la comi­da del día de nues­tro pri­mer encuen­tro. Está­ba­mos sen­ta­dos alre­de­dor de una peque­ña mesa: Cas­tro, su mujer, Dalia; su hijo, Anto­nio; Randy Alon­so, una figu­ra impor­tan­te de los medios de comu­ni­ca­ción del Esta­do; y Julia Sweig, la ami­ga que hice me acom­pa­ña­ra para ase­gu­rar­me, entre otras cosas, de que yo no decía nada dema­sia­do estú­pi­do (Julia es una des­ta­ca­da eru­di­ta en Amé­ri­ca Lati­na en el Con­se­jo de Rela­cio­nes Exte­rio­res). En un ini­cio yo esta­ba intere­sa­do prin­ci­pal­men­te en ver comer a Fidel – fue una com­bi­na­ción de pro­ble­mas diges­ti­vos que cons­pi­ra­ron para casi matar­le, y por tan­to pen­sé que haría un poco de “Krem­li­no­lo­gía” gas­tro­in­tes­ti­nal y man­ten­dría una cui­da­do­sa aten­ción ante lo que él ingi­rie­se (para que cons­te, él ingi­rió peque­ñas can­ti­da­des de pes­ca­do y ensa­la­da, y un poqui­to de pan unta­do en acei­te de oli­va, así como un vaso de vino tin­to). Pero duran­te la des­en­fa­da­da con­ver­sa­ción gene­ral (había­mos esta­do tres horas hablan­do de Irán y Orien­te Medio), le pre­gun­té si con­si­de­ra­ba que el mode­lo cubano era algo digno de exportar.

“El mode­lo cubano ya no fun­cio­na ni siquie­ra para noso­tros” dijo él.

Esto me cho­có como sali­do de los más gran­des momen­tos de Emily Lite­lla (1). ¿Aca­ba­ba el líder de la Revo­lu­ción de decir, en esen­cia, ¿“No importa”?

Le pedí a Julia que inter­pre­ta­ra esta impre­sio­nan­te decla­ra­ción para mi. Ella dijo, “Él no esta­ba recha­zan­do las ideas de la Revo­lu­ción. Lo he toma­do como un reco­no­ci­mien­to de que bajo “el mode­lo cubano” el Esta­do tie­ne un rol dema­sia­do gran­de en la vida eco­nó­mi­ca del país”.

Julia seña­ló que un efec­to de seme­jan­te opi­nión podría ser otor­gar espa­cio para su her­mano, Raúl, quien es aho­ra pre­si­den­te, para pro­mul­gar las refor­mas nece­sa­rias de cara a algo que segu­ra­men­te encon­tra­rá opo­si­ción des­de los comu­nis­tas orto­do­xos den­tro del Par­ti­do y la buro­cra­cia. Raúl Cas­tro está ya sol­tan­do la adhe­sión del esta­do sobre la eco­no­mía. Él anun­ció recien­te­men­te, de hecho, que peque­ños nego­cios pue­den aho­ra ope­rar y que los inver­so­res extran­je­ros pue­den aho­ra com­prar inmue­bles en Cuba. (Lo gra­cio­so de este nue­vo anun­cio, por supues­to, es que los ame­ri­ca­nos no están auto­ri­za­dos a inver­tir en Cuba, no por la polí­ti­ca cuba­na, sino por la polí­ti­ca ame­ri­ca­na. En otras pala­bras, Cuba está comen­zan­do a adop­tar el tipo de ideas eco­nó­mi­cas que Amé­ri­ca lar­ga­men­te le ha deman­da­do que adop­te, pero a los ame­ri­ca­nos no les es per­mi­ti­do el par­ti­ci­par en este expe­ri­men­to de libre mer­ca­do por la defen­sa de nues­tro gobierno de la hipó­cri­ta y estú­pi­da polí­ti­ca de embar­go. Nos arre­pen­ti­re­mos de esto, por supues­to, cuan­do los cuba­nos acuer­den con euro­peos y bra­si­le­ños la aca­pa­ra­ción de los mejo­res hoteles).

Pero estoy diva­gan­do. Hacia el final de esta lar­ga, y rela­ja­da comi­da, Fidel nos demos­tró que real­men­te esta­ba semi-reti­ra­do. El día siguien­te era un lunes, cuan­do se espe­ra de los máxi­mos líde­res el estar sin la ayu­da de nadie mane­jan­do sus eco­no­mías, echan­do disi­den­tes a pri­sión y cosas de ese tipo. Pero la agen­da de Fidel esta­ba abier­ta. Él nos pre­gun­tó: “¿Les gus­ta­ría ir al acua­rio con­mi­go a ver el espec­tácu­lo de los delfines?”

No esta­ba muy segu­ro de haber­le oído correc­ta­men­te. (Esto me suce­dió varias veces duran­te mi visi­ta). “¿El espec­tácu­lo de los delfines?”

“Los del­fi­nes son ani­ma­les muy inte­li­gen­tes”, dijo Castro.

Apun­té que tenía­mos una reu­nión pro­gra­ma­da para la maña­na siguien­te, con Ade­la Dwo­rin, la pre­si­den­ta de la Comu­ni­dad Judía de Cuba.

“Tráe­la”, dijo Fidel.

Alguien en la mesa men­cio­nó que el acua­rio esta­ba cerra­do los lunes. Fidel dijo: “Maña­na esta­rá abierto”.

Y así fue.

A últi­ma hora de la maña­na siguien­te, des­pués de reco­ger a Ade­la en la sina­go­ga, nos encon­tra­mos con Fidel en las esca­le­ras de la casa de los del­fi­nes. Él besó a Dwo­rin, no por casua­li­dad delan­te de las cáma­ras (qui­zás, otro men­sa­je para Ahma­di­ne­jad). Entra­mos jun­tos en una gran habi­ta­ción, con ilu­mi­na­ción azu­la­da, que daba a un enor­me tan­que de del­fi­nes cerra­do con un cris­tal. Fidel expli­có, exten­sa­men­te, que el show de los del­fi­nes del Acua­rio de La Haba­na era el mejor espec­tácu­lo de del­fi­nes en el mun­do, “com­ple­ta­men­te úni­co”, de hecho, por­que es un show bajo el agua. Tres buzos huma­nos entran en el agua, sin equi­po de res­pi­ra­ción, y rea­li­zan com­pli­ca­das acro­ba­cias con los del­fi­nes. “¿Te gus­tan los del­fi­nes?” me pre­gun­tó Fidel.

“Me gus­tan mucho los del­fi­nes,” le dije.

Fidel hizo venir a Gui­ller­mo Gar­cía, el direc­tor del acua­rio (cada emplea­do del acua­rio, por supues­to, fue a tra­ba­jar – me dije­ron que “de mane­ra volun­ta­ria” -) y le dijo que se sen­ta­ra con nosotros.

“Gold­berg,” dijo Fidel, “hága­le pre­gun­tas sobre los delfines”.

“¿Qué tipo de cues­tio­nes?” le pregunté.

“Eres un perio­dis­ta, hága­le bue­nas pre­gun­tas,” dijo él, y enton­ces se inte­rrum­pió. “De todas for­mas, él no sabe dema­sia­do sobre del­fi­nes,” dijo él, seña­lan­do a Gar­cía. Él es real­men­te un físi­co nuclear”.

“¿Lo eres?” le pregunté.

“Sí”, dijo Gar­cía, dis­cul­pán­do­se un tanto.

“¿Por qué diri­ges el acua­rio?” le pregunté.

“¡Le pusi­mos aquí para ale­jar­lo de cons­truir bom­bas nuclea­res!” dijo Fidel, y enton­ces se des­ter­ni­lló de risa.

“En Cuba, úni­ca­men­te emplea­ría­mos poder nuclear para obje­ti­vos pací­fi­cos”, dijo Gar­cía, con gran seriedad.

“No sabía que estu­vie­ra en Irán”, con­tes­té yo.

Fidel seña­ló a la peque­ña alfom­bri­lla deba­jo de la silla gira­to­ria espe­cial que sus guar­da­es­pal­das le acercaron.

“¡Es per­sa!” dijo, y vol­vió a reír­se. Enton­ces dijo: “Gold­berg, haga sus pre­gun­tas sobre los delfines”.

En el acto, me giré hacia Gar­cía y le pre­gun­té, “¿Cuán­to pesan los delfines?”

“Pesan entre 100 y 150 kilo­gra­mos”, dijo él.

“¿Cómo entre­nan a los del­fi­nes para que hagan lo que hacen?”, le pregunté.

“Esa es una bue­na pre­gun­ta,” dijo Fidel.

Gar­cía lla­mó a una de los vete­ri­na­rias del acua­rio para ayu­dar­le a res­pon­der a la pre­gun­ta. Su nom­bre era Celia. Unos minu­tos des­pués, Anto­nio Cas­tro me dijo su ape­lli­do: Guevara.

“Eres hija del Che Gue­va­ra?” le pregunté.

“Sí”, dijo ella.

“¿Y eres vete­ri­na­ria de delfines?”

“Cui­do de todos los habi­tan­tes del acua­rio”, dijo ella.

“Al Che le gus­ta­ban mucho los ani­ma­les”, dijo Anto­nio Castro.

Era la hora de que empe­za­se el espec­tácu­lo. Las luces se ate­nua­ron, y los buzos entra­ron al agua. Sin des­cri­bir­lo dema­sia­do, diría una vez más, y para mi sor­pre­sa, que me encon­tré a mí mis­mo estan­do de acuer­do con Fidel: el acua­rio de La Haba­na da un fan­tás­ti­co espec­tácu­lo de del­fi­nes, el mejor que haya vis­to nun­ca, y como padre de tres hijos, he vis­to muchos espec­tácu­los de del­fi­nes. Tam­bién diré esto: nun­ca he vis­to a alguien dis­fru­tar tan­to de un espec­tácu­lo de del­fi­nes como lo dis­fru­tó Fidel Castro.

En el siguien­te epi­so­dio, tra­ta­ré temas como el embar­go ame­ri­cano, el esta­tus de la reli­gión en Cuba, la situa­ción apre­mian­te de los disi­den­tes polí­ti­cos, y la refor­ma eco­nó­mi­ca. Por aho­ra, os dejo con esta ima­gen de nues­tro día en el acua­rio (Estoy en la silla baja, la hija del Che está detrás de mi, con el pelo cor­to y rubio, Fidel es el hom­bre que se pare­ce a Fidel si Fidel com­pra­ra en L.L.Bean.

(1) Nota de la tra­duc­ción: Emily Lite­lla era un per­so­na­je de fic­ción inter­pre­ta­do por la come­dian­te Gil­da Rad­ner en las series de apa­ri­cio­nes en el Satur­day Night Live. Emily Lite­lla era una mujer mayor con pro­ble­mas auditivos.

(2) Nota de la tra­duc­ción: L.L.Bean es una cade­na de ropa de EEUU.

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