Tam­po­co Udal­bil­tza es ETA- Xabier Oleaga

Las seme­jan­zas son tales ‑tan­to res­pec­to al impul­so polí­ti­co que dio pie a la aper­tu­ra de este tipo de macro­su­ma­rios como a la fal­ta de prue­bas, entre otras cues­tio­nes- que el autor lle­ga a la con­clu­sión de que «el tri­bu­nal que redac­tó aque­lla sen­ten­cia lo tie­ne difí­cil para no emi­tir aho­ra otra simi­lar». Por esas y otras razo­nes se reafir­ma en la peti­ción de abso­lu­ción para los acusados.

Dice la sen­ten­cia abso­lu­to­ria del caso «Egun­ka­ria» que «(…) las acu­sa­cio­nes han inver­ti­do el pro­ce­so induc­ti­vo. Pri­me­ro se ha deci­di­do cuál es la con­clu­sión, de la que se pre­di­ca, sin base, que es indis­cu­ti­ble, lue­go se bus­can las seña­les, ves­ti­gios o indi­cios y, por últi­mo se recha­za cual­quier sen­ti­do o expli­ca­ción de éstos que no apo­ye la conclusión».

Inclu­so para el hipo­té­ti­co caso en que se con­clu­ye­ra que habría habi­do algún tipo de «uti­li­za­ción», dice que «(…) en el ámbi­to del Dere­cho Penal no bas­ta con que una orga­ni­za­ción cri­mi­nal uti­li­ce a per­so­nas físi­cas o jurí­di­cas en su pro­yec­to cri­mi­nal, sino que es pre­ci­so que se demues­tre que los uti­li­za­dos … eran cons­cien­tes y actua­ron volun­ta­ria­men­te en auxi­lio de la ban­da terro­ris­ta para favo­re­cer la con­se­cu­ción por ésta de sus fines».

Tam­bién dice que «(…) los que se opo­nían al tra­za­do de la auto­vía de Lei­za­rán no son por ello de ETA, como no lo son los que hablan y escri­ben en eus­ke­ra, los que con­ser­van y fomen­tan la cul­tu­ra autóc­to­na vas­ca o los que son con­tra­rios a las dro­gas o a las torturas».

No es una sen­ten­cia más. Está por ver si el caso «Egun­ka­ria» repre­sen­ta un pun­to de infle­xión en la doc­tri­na «todo es ETA» que afec­ta a los casos con este tipo de base acusatoria.

Se adju­di­ca a Gar­zón la pater­ni­dad de dicha doc­tri­na. Tal vez sea así en la esce­na estric­ta­men­te jurí­di­ca, pero des­de mi pro­pia expe­rien­cia en el caso en el que resul­té absuel­to, más bien cabría otor­gar el dudo­so méri­to de dicha orien­ta­ción a las tesis pre­vias y pro­pias de la Guar­dia Civil y de la Poli­cía. Por­que, como des­ve­ló en julio del 2008 en sede Par­la­men­ta­ria el minis­tro de Inte­rior espa­ñol, Alfre­do Pérez Rubal­ca­ba, las fuer­zas poli­cia­les tie­nen tesis pro­pias al respecto.

Repre­sen­te pun­to de infle­xión o se haya tra­ta­do de una excep­ción que con­fir­me la regla, la sen­ten­cia de este tri­bu­nal en el caso del perió­di­co en eus­ka­ra ha sido la pri­me­ra vez en que dicha tesis ha sido judi­cial­men­te des­men­ti­da, tal y como que­da refle­ja­do en los párra­fos repro­du­ci­dos tex­tual­men­te, que no son los úni­cos del escri­to en el mis­mo sentido.

Pues bien, el tri­bu­nal que juz­gó el caso «Egun­ka­ria» y emi­tió dicha sen­ten­cia es el mis­mo que se ocu­pa estos días del caso Udalbiltza.

No soy juris­ta ni nada que se le parez­ca, y mi acer­ca­mien­to al asun­to se rea­li­za des­de los lími­tes del sen­ti­do común. Des­de esa modes­tia, entien­do que el tri­bu­nal que redac­tó aque­lla sen­ten­cia lo tie­ne difí­cil para no emi­tir aho­ra otra simi­lar. Lo digo des­pués de haber revi­sa­do el escri­to acu­sa­to­rio del fis­cal en el pre­sen­te asun­to. Por­que en éste, en con­tra de lo que ocu­rría con el perió­di­co eus­kal­dun, el fis­cal efec­ti­va­men­te acu­sa aun­que, en mi opi­nión, no con mayor sol­ven­cia y rigor que la acu­sa­ción popu­lar en aquella.

Mi abo­ga­do, Iñi­go Iruin, habla­ba de impul­so polí­ti­co y razón jurí­di­ca en el caso «Egun­ka­ria». El impul­so polí­ti­co que expli­ca­ba la exis­ten­cia mis­ma del caso y la nece­si­dad de disol­ver­lo para que pre­va­lez­ca la razón jurí­di­ca y se resol­vie­ra el pul­so en el sen­ti­do en que final­men­te se hizo.

For­mo par­te del gru­po de 33 per­so­nas que el pasa­do 12 de julio hizo públi­ca una decla­ra­ción favo­ra­ble a la abso­lu­ción de los impu­tados en el caso Udal­bil­tza. Se tra­ta de una ini­cia­ti­va ava­la­da a títu­lo exclu­si­va­men­te per­so­nal. Pre­va­le­ce la pre­sen­cia de gen­te liga­da actual­men­te o en el pasa­do a la acti­vi­dad muni­ci­pal des­de for­ma­cio­nes polí­ti­cas de muy dis­tin­to signo como pue­den ser el par­ti­do socia­lis­ta y la izquier­da aber­tza­le, con una amplia gama inter­me­dia. Fal­tan los del PP, eso sí. Están el ex alcal­de de Zuma­rra­ga Ant­ton Arbu­lu y la ex con­ce­la­ja de Iru­ñea Ainhoa Azna­rez, ambos del PSOE, así como tam­bién Miren Legor­bu­ru, líder de la izquier­da aber­tza­le y con­ce­ja­la en el Ayun­ta­mien­to de Hon­da­rri­bia. En medio hay gen­te de Ara­lar, PNV, EA, Ezker Batua-IU, ELA, LAB… y de sec­to­res cul­tu­ra­les y socia­les diver­sos. Creo que es una ima­gen repre­sen­ta­ti­va de lo que pue­de ser una per­cep­ción social amplia.

Entre noso­tros cada cual tie­ne su visión, dis­cor­dan­te en muchos aspec­tos, res­pec­to del pro­yec­to Udal­bil­tza, tan­to del ini­cial como del aho­ra juz­ga­do. Tene­mos sin embar­go una con­clu­sión com­par­ti­da sin dis­tin­cio­nes: hay impul­so polí­ti­co detrás del caso Udal­bil­tza o, dicho de otra mane­ra, sin impul­so polí­ti­co no exis­ti­ría el caso Udal­bil­tza, como todos los demás de natu­ra­le­za similar.

Recor­da­mos en nues­tra decla­ra­ción públi­ca que el suma­rio con­tra los aho­ra encau­sa­dos se abrió en un con­tex­to polí­ti­co deter­mi­na­do, con el PP en el Gobierno espa­ñol y Aznar al fren­te del mis­mo. Corría el año 2003. A poco que eche­mos la vis­ta atrás recor­da­re­mos lo que enton­ces ocu­rría: dos meses antes, en febre­ro, habían cerra­do «Egun­ka­ria»; para enton­ces ya habían cerra­do «Egin» y Egin Irra­tia e ile­ga­li­za­do par­ti­dos y orga­ni­za­cio­nes; se habla­ba de pro­ce­sar a Iba­rretxe por su Plan, de sus­pen­der el Esta­tu­to de auto­no­mía de la CAPV, de poner a la Ertzain­tza a las órde­nes del Ejér­ci­to y la Poli­cía espa­ño­les… En fin, a poco que rebo­bi­ne­mos el pre­sen­te reco­bra­re­mos la memoria.

A los ojos actua­les, el caso Udal­bil­tza no de deja de ser un fla­gran­te anacronismo.

Hablá­ba­mos tam­bién de rebo­bi­nar aún más y situar­nos en el esce­na­rio polí­ti­co en que nació Udal­bil­tza. Corría el año 1999. ETA esta­ba en tre­gua. Pare­cía defi­ni­ti­va. El acuer­do Liza­rra-Gara­zi había revo­lu­cio­na­do el esce­na­rio polí­ti­co. Se pusie­ron en mar­cha ini­cia­ti­vas que sólo podían fun­cio­nar en un con­tex­to de inter­ven­ción polí­ti­ca desa­rro­lla­da por vías exclu­si­va­men­te demo­crá­ti­cas, para dar lugar a ese con­tex­to y para apun­ta­lar­lo. No cua­jó enton­ces, pero la semi­lla esta­ba sembrada.

Pare­ce que podría rebro­tar aho­ra y no sólo como fru­to del momen­to, sino des­de la este­la del pasa­do. Y es aquí don­de de nue­vo se pone de mani­fies­to la para­do­ja: muñi­do­res de la espe­ran­za reno­va­da de hoy ‑Udal­bil­tza lo fue mien­tras fun­cio­nó, jun­to con otros muchos agen­tes- se hallan en el ban­qui­llo de lo acusados.

Decía­mos en la men­cio­na­da decla­ra­ción que es nece­sa­rio «aca­bar con este con­tra­sen­ti­do» de la úni­ca mane­ra posi­ble en este momen­to: la abso­lu­ción de los procesados.

Renue­vo el voto des­de estas líneas.

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