Diez razo­nes de por qué gana­rá la Resis­ten­cia afga­na- J.Petras, Resu­men Latinoamericano

Intro­duc­ción

Esta gue­rra sin fin repre­sen­ta el mayor san­gra­do para la moral de las fuer­zas arma­das esta­dou­ni­den­ses, soca­van­do el apo­yo civil den­tro del país y limi­tan­do la capa­ci­dad de la Casa Blan­ca para empren­der nue­vas gue­rras imperiales.
El des­em­bol­so mili­tar anual de miles de millo­nes de dóla­res está agra­van­do el défi­cit pre­su­pues­ta­rio des­afo­ra­do e impul­san­do duros recor­tes impo­pu­la­res en los pro­gra­mas socia­les a todos los nive­les gubernamentales.
No se vis­lum­bra el fin, mien­tras el régi­men de Oba­ma sigue aumen­tan­do en dece­nas de miles el núme­ro de sol­da­dos des­ple­ga­dos y en dece­nas de miles de millo­nes los des­em­bol­sos mili­ta­res, pero la resis­ten­cia avan­za, tan­to mili­tar como políticamente.

Con­fron­ta­dos con el cre­cien­te des­con­ten­to popu­lar y las deman­das de con­trol fis­cal por par­te de un amplio espec­tro de gru­pos ciu­da­da­nos y ban­ca­rios, Oba­ma y el man­do gene­ral han bus­ca­do una «sali­da par­cial» median­te el reclu­ta­mien­to y entre­na­mien­to de un ejér­ci­to mer­ce­na­rio y una poli­cía afga­nos, a gran esca­la y lar­go pla­zo, bajo el man­do de ofi­cia­les esta­dou­ni­den­ses y de la OTAN.

La estra­te­gia esta­dou­ni­den­se: cómo se crea una neo­co­lo­nia afgana

Entre 2001y 2010, el des­em­bol­so mili­tar esta­dou­ni­den­se suma 428.000 millo­nes de dóla­res; la ocu­pa­ción colo­nial se ha cobra­do más de 7.228 muer­tos y heri­dos (esta­dou­ni­den­ses, N. de T.) has­ta el 1 de junio de 2010.
A medi­da que la situa­ción mili­tar esta­dou­ni­den­se se dete­rio­ra, la Casa Blan­ca incre­men­ta el núme­ro de sol­da­dos, aumen­tán­do­se a su vez el núme­ro de muer­tos y heri­dos. Duran­te los últi­mos 18 meses del régi­men de Oba­ma, ha habi­do más muer­tos o heri­dos que en los ocho años anteriores.

La estra­te­gia del Pen­tá­gono y la Casa Blan­ca se basa en el flu­jo masi­vo de dine­ro y armas y un incre­men­to del núme­ro de sus­ti­tu­tos, seño­res de la gue­rra sub­ven­cio­na­dos y expa­tria­dos títe­res edu­ca­dos en Occi­den­te.
La «ayu­da al desa­rro­llo» de la Casa Blan­ca impli­ca, lite­ral­men­te, la com­pra de las leal­ta­des efí­me­ras de los líde­res de los cla­nes. La Casa Blan­ca apa­ren­ta legi­ti­mi­dad cele­bran­do elec­cio­nes, lo que acen­túa la ima­gen corrup­ta del bene­fi­cia­do régi­men títe­re de Kabul y sus socios regionales.

En el terreno mili­tar, el Pen­tá­gono empren­de una «ofen­si­va» detrás de otra, anun­cian­do un éxi­to detrás de otro, segui­da de una reti­ra­da y el retorno de los com­ba­tien­tes de la Resistencia.
Las cam­pa­ñas mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses inte­rrum­pen el comer­cio, las cose­chas y los mer­ca­dos agrí­co­las, mien­tras que los ata­ques aéreos diri­gi­dos a los tali­ba­nes y gue­rri­lle­ros gene­ral­men­te ter­mi­nan matan­do a civi­les que están cele­bran­do bodas y fies­tas reli­gio­sas o com­pran­do en los mercados.
La razón del alto por­cen­ta­je de ase­si­na­tos de civi­les es evi­den­te para todos menos para los gene­ra­les esta­dou­ni­den­ses: no hay dis­tin­ción entre «mili­tan­tes» y los millo­nes de civi­les afga­nos, ya que los pri­me­ros for­man par­te esen­cial de sus comunidades.

El pro­ble­ma cla­ve y deci­si­vo de la ocu­pa­ción esta­dou­ni­den­se es que Afga­nis­tán es un encla­ve colo­nial den­tro de un pue­blo colo­ni­za­do. Los Esta­dos Uni­dos, sus títe­res loca­les y los alia­dos de la OTAN for­man un ejér­ci­to colo­nial extran­je­ro y se con­si­de­ra a los poli­cías y mili­ta­res afga­nos reclu­ta­dos como sim­ples ins­tru­men­tos de la per­pe­tua­ción del gobierno ile­gí­ti­mo.

Cada acción, vio­len­ta o no, se per­ci­be e inter­pre­ta como la tras­gre­sión de nor­mas y lega­dos his­tó­ri­cos de un pue­blo inde­pen­dien­te y orgulloso.
En la vida dia­ria, cada movi­mien­to de la poten­cia ocu­pan­te es des­truc­ti­vo; nada se mue­ve sin el per­mi­so del man­do mili­tar y poli­cial diri­gi­do por los extran­je­ros. Bajo ame­na­za, la gen­te fin­ge coope­ra­ción con la poten­cia ocu­pan­te para lue­go dar asis­ten­cia a sus padres, her­ma­nos e hijos en la Resistencia.
Los hom­bres reclu­ta­dos cogen el dine­ro y entre­gan sus armas a la Resis­ten­cia. Los infor­ma­do­res en los pue­blos son agen­tes dobles o son iden­ti­fi­ca­dos por sus veci­nos y lle­gan a ser obje­ti­vo de los insurgentes.

Los cola­bo­ra­do­res afga­nos, los alia­dos más cer­ca­nos de Washing­ton, se ven como trai­do­res corrup­tos, gober­na­do­res tran­si­to­rios que siem­pre tie­nen las male­tas hechas y los pasa­por­tes esta­dou­ni­den­ses a mano por si tie­nen que huir cuan­do les toca hacer lo mis­mo a los esta­dou­ni­den­ses. Todos los pro­gra­mas, los fon­dos de «recons­truc­ción», las misio­nes de for­ma­ción y los «pro­gra­mas cívi­cos» han fra­ca­sa­do en su pro­pó­si­to de ganar la leal­tad del pue­blo afgano, antes, aho­ra y en el futu­ro, por­que se les ve como par­te de la ocu­pa­ción mili­tar esta­dou­ni­den­se que está fun­da­men­ta­da en últi­mo tér­mino en la violencia.

Diez razo­nes de por qué gana­rá la Resis­ten­cia afgana

-1. La Resis­ten­cia tie­ne pro­fun­das raí­ces en la pobla­ción –una comu­ni­dad basa­da en la fami­lia y unos víncu­los cul­tu­ra­les y lin­güís­ti­cos que Esta­dos Uni­dos no posee ni pue­de «inven­tar», com­prar, comer­cia­li­zar ni repli­car median­te sus «cola­bo­ra­do­res» afga­nos ni impo­ner por medios propagandísticos.

-2. La Resis­ten­cia tie­ne fron­te­ras flui­das y un amplio apo­yo inter­na­cio­nal, espe­cial­men­te en Pakis­tán, pero sobre todo por par­te de otros gru­pos islá­mi­cos anti­im­pe­ria­lis­tas que pro­veen armas y volun­ta­rios y par­ti­ci­pan acti­va­men­te en los ata­ques a las vías de trans­por­te logís­ti­co a los sol­da­dos USA-OTAN en Pakis­tán. Estos gru­pos tam­bién ejer­cen pre­sión sobre los regí­me­nes clien­te­lis­tas de Esta­dos Uni­dos en el extran­je­ro, tales como Pakis­tán, Ara­bia Sau­dí, Yemen y Soma­lia, abrien­do así múl­ti­ples frentes.

-3. Una amplia infil­tra­ción y el apo­yo pasi­vo, acti­vo y volun­ta­rio de la Resis­ten­cia entre los sol­da­dos y poli­cías afga­nos reclu­ta­dos y entre­na­dos por los Esta­dos Uni­dos se con­vier­ten en labo­res cru­cia­les de inte­li­gen­cia sobre los movi­mien­tos de tro­pas. Las deser­cio­nes y el absen­tis­mo menos­ca­ban la «com­pe­ten­cia militar».

-4. El alcan­ce y la ampli­tud de la acti­vi­dad de la Resis­ten­cia supe­ran las posi­bi­li­da­des actua­les de los ejér­ci­tos impe­ria­les y obli­ga a éstos a depen­der de los cuer­pos de segu­ri­dad afga­nos, remi­sos a matar a sus pro­pios her­ma­nos, sobre todo cuan­do las ope­ra­cio­nes están diri­gi­das a comu­ni­da­des don­de viven parien­tes o con­gé­ne­res étnicos.

-5. Los alia­dos de la Resis­ten­cia son más lea­les, dig­nos de con­fian­za y menos corrup­tos, ya que com­par­ten pro­fun­das creen­cias. Los alia­dos esta­dou­ni­den­ses sólo son lea­les debi­do a las gra­ti­fi­ca­cio­nes mone­ta­rias efí­me­ras que reci­ben y a la pre­sen­cia pro­vi­sio­nal de las fuer­zas mili­ta­res estadounidenses.

-6. La Resis­ten­cia es atrac­ti­va para el pue­blo por­que repre­sen­ta el retorno de la ley y el orden a la vida coti­dia­na pre­sen­tes antes de la inva­sión des­es­ta­bi­li­za­do­ra. La pro­me­sa esta­dou­ni­den­se de que habría con­se­cuen­cias posi­ti­vas al final de una gue­rra rea­li­za­da con éxi­to no tie­ne nin­gu­na reso­nan­cia popu­lar des­pués de un dece­nio inter­mi­na­ble de ocu­pa­ción destructiva.

-7. Los Esta­dos Uni­dos no tie­nen valo­res com­pa­ra­bles con el atrac­ti­vo tra­di­cio­na­lis­ta-nacio­na­lis­ta-reli­gio­so de la Resis­ten­cia para la gran mayo­ría del pue­blo, la gen­te de los pue­blos, la de las ciu­da­des y los desplazados.

-8. El apo­yo de la Resis­ten­cia a los ira­quíes, los pales­ti­nos y otras fuer­zas anti­im­pe­ria­lis­tas, tie­ne un atrac­ti­vo posi­ti­vo entre el pue­blo afgano que ha pade­ci­do los resul­ta­dos des­truc­ti­vos de las gue­rras empren­di­das en Iraq y enco­men­da­das en Pakis­tán, Soma­lia y Yemen. Las agre­sio­nes israe­líes res­pal­da­das por los Esta­dos Uni­dos y rea­li­za­das con­tra Líbano y el bar­co que por­ta­ba ayu­da huma­ni­ta­ria a Pales­ti­na, y la pre­sen­cia alta­men­te visi­ble de mili­tan­tes sio­nis­tas en el Gobierno esta­dou­ni­den­se cau­san recha­zo a los afga­nos más infor­ma­dos políticamente.

-9. Los afga­nos tie­nen, debi­do a la fuer­za de la cos­tum­bre, mayor resis­ten­cia con­tra la ocu­pa­ción mili­tar esta­dou­ni­den­se que el pue­blo de Esta­dos Uni­dos, que tie­ne nece­si­da­des más urgen­tes, y que el pro­pio ejér­ci­to, que tie­ne cre­cien­tes com­pro­mi­sos en la zona del Golfo.

-10. La resis­ten­cia afga­na no sue­le matar a civi­les duran­tes sus ope­ra­cio­nes, ya que los sol­da­dos esta­dou­ni­den­ses y de la OTAN van per­fec­ta­men­te iden­ti­fi­ca­dos. En cam­bio, no suce­de lo mis­mo en el ban­do con­tra­rio. Los afga­nos que viven en los pue­blos de las comu­ni­da­des ocu­pa­das son obje­to de ase­si­na­tos por par­te de las «fuer­zas espe­cia­les» y de bom­bar­deos de los avio­nes tele­di­ri­gi­dos. En estas cir­cuns­tan­cias, la gen­te corrien­te sufre las mis­mas agre­sio­nes mili­ta­res que los com­ba­tien­tes de la Resistencia.

Una misión falli­da: la inca­pa­ci­dad de cons­truir un ejér­ci­to mer­ce­na­rio afgano efi­caz y de confianza

Una audi­to­ría rea­li­za­da por el Gobierno esta­dou­ni­den­se publi­ca­da en este mes de junio echó por tie­rra la afir­ma­ción del régi­men de Oba­ma de que está con­si­guien­do cons­truir un ejér­ci­to mer­ce­na­rio afgano efec­ti­vo y una poli­cía afga­na capaz de refor­zar el actual régi­men clien­te­lis­ta de Kabul.
El infor­me, basa­do en un aná­li­sis deta­lla­do e inves­ti­ga­cio­nes sobre el terreno, argu­men­ta que el Pen­tá­gono de Oba­ma se apo­ya en «pau­tas tris­te­men­te inade­cua­das al inflar las habi­li­da­des de las uni­da­des afga­nas que Oba­ma des­cri­bió como cru­cia­les para la ope­ra­ción» (Finan­cial Times, 7 de junio de 2010).

En otras pala­bras, Oba­ma sigue jugan­do al enga­ño que ejer­ció duran­te la cam­pa­ña elec­to­ral con sus fal­sas pro­me­sas de «cam­bio» y el «final de las gue­rras» y que con­ti­nuó con el res­ca­te de Wall Street en nom­bre de la «sal­va­ción de la eco­no­mía». Lue­go siguió con el envío de 30.000 sol­da­dos más a Afga­nis­tán y el incre­men­to del gas­to mili­tar y poli­cial has­ta los 325.500 millo­nes de dóla­res, apro­xi­ma­da­men­te un 132% más que el últi­mo año del Gobierno de Bush (Ser­vi­cio de Inves­ti­ga­ción del Con­gre­so, FY 2010 Pre­su­pues­to com­ple­men­ta­rio para las Gue­rras de junio de 2010).

Las fal­sas afir­ma­cio­nes de pro­gre­so del Gobierno de Oba­ma se basa­ron en cri­te­rios téc­ni­cos y buro­crá­ti­cos más que en el actual ren­di­mien­to y com­por­ta­mien­to com­ba­ti­vos del ejér­ci­to mer­ce­na­rio afgano.
Los infor­mes de pro­gre­so del man­do mili­tar se basa­ron en cuán­tos cur­si­llos se habían impar­ti­do, la dura­ción y el alcan­ce del entre­na­mien­to y la can­ti­dad y cali­dad de los equi­pos y armas pro­por­cio­na­dos a los sol­da­dos afganos.

A medi­da que se incre­men­ta­ba el núme­ro de uni­da­des afga­nas en for­ma­ción, de cero a 22 entre 2008 y 2009, el Pen­tá­gono afir­mó que el pro­gre­so había sido extra­or­di­na­rio. Para corre­gir los erro­res, el Pen­tá­gono soli­ci­tó a los coman­dan­tes que rea­li­za­ran «valo­ra­cio­nes sobre el terreno» –que tam­bién falla­ron por­que los ofi­cia­les tenían gran inte­rés en inflar el ren­di­mien­to de los mer­ce­na­rios afga­nos bajo su man­do con el fin de pro­cu­rar­se las pro­mo­cio­nes y las meda­llas al mérito-

El régi­men de Oba­ma pro­yec­ta incre­men­tar el núme­ro de sol­da­dos afga­nos de 97.000 en noviem­bre de 2009 a 134.000 en octu­bre de 2010 y 171.000 en octu­bre de 2011, un aumen­to del 75% en dos años (Ser­vi­cio de Inves­ti­ga­ción del Con­gre­so, pági­na 13). El mis­mo incre­men­to está pre­vis­to para la poli­cía: de 93.800 en noviem­bre de 2009 a 134.000 en octu­bre de 2010, un 43% más.

La afir­ma­ción de Oba­ma de que [la ges­tión de] la gue­rra se está entre­gan­do gra­dual­men­te al ejér­ci­to afgano entre­na­do por Esta­dos Uni­dos se des­mien­te total­men­te con otros dos hechos bási­cos. La Casa Blan­ca ha soli­ci­ta­do 1.900 millo­nes de dóla­res –el doble del impor­te de 2009 bajo el Gobierno de Bush- para la cons­truc­ción mili­tar de nue­vas bases e ins­ta­la­cio­nes, pre­vien­do una «pre­sen­cia a lar­go pla­zo» (que el esta­fa­dor Oba­ma afir­ma que no sig­ni­fi­ca una «pre­sen­cia permanente»).

En segun­do lugar, uti­li­zan­do el enga­ño habi­tual del régi­men de Oba­ma, el Secre­ta­rio de Defen­sa Gates y el Almi­ran­te Mullen, Pre­si­den­te del Esta­do Mayor Con­jun­to, aho­ra afir­man que la pro­me­sa hecha duran­te la cam­pa­ña de Oba­ma de empe­zar a reti­rar a los sol­da­dos en julio de 2010 en reali­dad sig­ni­fi­ca «cuan­do ini­cie­mos la tran­si­ción… no la fecha de reti­ra­da», basa­da a su vez en «las con­di­cio­nes sobre el terreno… un pro­ce­so de varios años» (véa­se el tes­ti­mo­nio de Gates ante el Comi­té de las Fuer­zas Arma­das del Sena­do del 2 de diciem­bre de 2009).

En len­gua­je corrien­te, «ini­ciar la tran­si­ción» no es «par­tir». Sig­ni­fi­ca que­dar­se, com­ba­tir y ocu­par Afga­nis­tán duran­te dece­nios. Sig­ni­fi­ca enviar a más sol­da­dos y cons­truir más bases. Sig­ni­fi­ca gas­tar otros 400.000 millo­nes de dóla­res duran­te los pró­xi­mos 5 años. Y sig­ni­fi­ca doblar el núme­ro de sol­da­dos esta­dou­ni­den­ses muer­tos y heri­dos duran­te los pró­xi­mos 3 años, de más de 7.000 a 14.000.

Los cri­te­rios de éxi­to al «afga­ni­zar» la gue­rra se des­mien­ten al «ame­ri­ca­ni­zar» cada vez más las bases, las tro­pas de com­ba­te y los des­em­bol­sos. La razón es que los datos corres­pon­dien­tes al ejér­ci­to afgano son tan fal­sos como las pro­me­sas de Obama.
El per­so­nal esta­dou­ni­den­se con­tra­ta­do cre­ce por­que los títe­res polí­ti­cos afga­nos son tan corrup­tos, inefi­ca­ces y odia­dos por su pro­pio pue­blo que Washing­ton tie­ne que arro­par­los con «moni­to­res», «ase­so­res» y «ope­ra­rios», quie­nes a su vez son abso­lu­ta­men­te inca­pa­ces de conec­tar con las nece­si­da­des y prác­ti­cas de las comu­ni­da­des. Este incre­men­to de «ayu­da» esta­dou­ni­den­se ha cau­sa­do más corrup­ción, más pro­me­sas incum­pli­das y mayor ani­mo­si­dad por par­te de los posi­bles beneficiarios.

El pro­ble­ma fun­da­men­tal es que ésta es una gue­rra esta­dou­ni­den­se, y es la razón por la que las uni­da­des afga­nas pade­cen bajas de un 50% debi­do a una tasa de deser­ción de al menos un 20%, cifra reco­no­ci­da por los ofi­cia­les mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses (Inves­ti­ga­ción del Con­gre­so, pági­na 14). Es decir, los afga­nos reclu­ta­dos cogen el dine­ro y las armas y vuel­ven a sus pue­blos, barrios y fami­lias y, no pocos, hacien­do uso de su entre­na­mien­to mili­tar, se unen a la Resis­ten­cia Nacional.

Tenien­do en cuen­ta estos altos nive­les de des­afec­ción entre los afga­nos reclu­ta­dos, inclu­so entre los ofi­cia­les, no sor­pren­de que la Resis­ten­cia posea tan bue­nos cono­ci­mien­tos sobre los movi­mien­tos de los sol­da­dos esta­dou­ni­den­ses. Dado el gra­do de des­afec­ción, no sor­pren­de que algu­nos de los cola­bo­ra­do­res en inte­li­gen­cia esta­dou­ni­den­se sean agen­tes dobles o vul­ne­ra­bles a ser des­cu­bier­tos y ejecutados.

Ante un pro­gra­ma de reclu­ta­mien­to de mil millo­nes de dóla­res con altas tasas de deser­ción y el hecho de que los reclu­ta­dos se vuel­ven con­tra sus men­to­res, la Casa Blan­ca, el Pen­tá­gono y el Con­gre­so se nie­gan a reco­no­cer la reali­dad: que la fuen­te de resis­ten­cia popu­lar son las ocu­pa­cio­nes impe­ria­les. En cam­bio, piden más gen­te para entre­nar, más fon­dos para los «pro­gra­mas de entre­na­mien­to» y más con­tra­tis­tas de mer­ce­na­rios «trans­pa­ren­tes».

La reali­dad es que a pesar de una mayor ocu­pa­ción por par­te de los esta­dou­ni­den­ses y los cre­cien­tes des­em­bol­sos mili­ta­res, la Resis­ten­cia cre­ce, rodea las gran­des ciu­da­des, esco­ge como obje­ti­vo las reunio­nes en el cen­tro de Kabul y las bases mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses repar­ti­das por todo el país. Es evi­den­te que los Esta­dos Uni­dos han per­di­do la gue­rra polí­ti­ca­men­te y están a pun­to de per­der­la militarmente.

A pesar de la tec­no­lo­gía mili­tar más avan­za­da, de los avio­nes tele­di­ri­gi­dos, de las fuer­zas espe­cia­les, del incre­men­to en el núme­ro de sol­da­dos en for­ma­ción, de los ase­so­res, de las ONG y de la cons­truc­ción de más bases mili­ta­res, está ganan­do la Resistencia.

La Casa Blan­ca está ganan­do la hos­ti­li­dad de la gran mayo­ría de los afga­nos al incre­men­tar los millo­nes de des­pla­za­dos, ase­si­na­dos y mutilados.
Los ase­si­na­tos de civi­les están con­vir­tien­do a los mili­ta­res reclu­ta­dos en deser­to­res y sol­da­dos «en los que no se pue­de con­fiar», algu­nos de los cua­les se pasan al «otro ban­do» como com­ba­tien­tes com­pro­me­ti­dos. Igual que en Indo­chi­na, Arge­lia y otros luga­res, un ejér­ci­to resis­ten­te gue­rri­lle­ro, popu­lar, alta­men­te moti­va­do y pro­fun­da­men­te implan­ta­do den­tro de la cul­tu­ra nacio­nal-reli­gio­sa de una pobla­ción opri­mi­da se mues­tra más resis­ten­te, dura­de­ro y vic­to­rio­so que el ejér­ci­to impe­ria­lis­ta, extran­je­ro y pro­vis­to de alta tecnología.

La gue­rra Afga­na de Oba­ma, de «domi­nio o rui­na», más pron­to que tar­de arrui­na­rá a los Esta­dos Uni­dos y pon­drá fin a esta pre­si­den­cia vergonzosa.

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