Lenin y las ins­ti­tu­cio­nes bur­gue­sas. Con­tra el izquier­dis­mo – V.I. Lenin

  • ¿Deben par­ti­ci­par los comu­nis­tas en los Parlamentos?…pregunta reto­ri­ca­men­te Lenin, para res­pon­der de la for­ma que sigue. Harán bien los leni­nis­tas fol­klo­ri­kos en leer esta posi­ción de V.I. Lenin, refle­xio­nar sobre la mis­ma y aho­rrar­se los insul­tos e inclu­so las ame­na­zas de muer­te a mili­tan­tes mar­xis­tas de reco­no­ci­do pres­ti­gio inter­na­cio­nal por el solo hecho de no con­cor­dar con su visión ideo­ló­gi­ca o tác­ti­co – estratégica.

      ¿Tam­bién lla­ma­rán revi­sio­nis­ta a Lenin quie­nes se mani­fies­tan en los tér­mi­nos que en esta últi­ma sema­na lo vie­nen hacien­do en medio de la estu­pe­fac­ción general?.

      Boltxe Kolek­ti­boa, 10/​06/​19

      El izquier­dis­mo, enfer­me­dad infan­til del comunismo

      V.I. Lenin

      Los comu­nis­tas «de izquier­da» ale­ma­nes, con el mayor des­pre­cio – y la mayor lige­re­za –, res­pon­den a esta pre­gun­ta nega­ti­va­men­te. ¿Sus argu­men­tos? En la cita que hemos repro­du­ci­do más arri­ba leemos:

      «… recha­zar del modo más cate­gó­ri­co todo retorno a los méto­dos de lucha par­la­men­ta­rios, los cua­les han cadu­ca­do ya his­tó­ri­ca y políticamente…»

      Esto está dicho en un tono ridícu­lo, de puro pre­sun­tuo­so, y es una fal­se­dad evi­den­te. ¡«Retorno» al par­la­men­ta­ris­mo! ¿Exis­te ya aca­so en Ale­ma­nia una Repú­bli­ca Sovié­ti­ca? Pare­ce ser que no. ¿Cómo pue­de hablar­se enton­ces de «retorno»? ¿No es esto una fra­se vacía?

      De ahí a su supera­ción prác­ti­ca hay una dis­tan­cia inmen­sa. Hace ya algu­nas déca­das que podía decir­se, con ente­ra jus­ti­cia, que el capi­ta­lis­mo había «cadu­ca­do his­tó­ri­ca­men­te», lo cual no impi­de, ni mucho menos, que nos vea­mos pre­ci­sa­dos a sos­te­ner una lucha muy pro­lon­ga­da y muy tenaz sobre el terreno del capi­ta­lis­mo. El par­la­men­ta­ris­mo «ha cadu­ca­do his­tó­ri­ca­men­te» des­de un pun­to de vis­tahis­tó­ri­co uni­ver­sal, es decir, la épo­ca del par­la­men­ta­ris­mo bur­gués ha ter­mi­na­do, la épo­ca de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do ha empe­za­do. Esto es indis­cu­ti­ble, pero en la his­to­ria uni­ver­sal se cuen­ta por déca­das. Aquí

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    diez o vein­te años más o menos no tie­nen impor­tan­cia, des­de el pun­to de vis­ta de la his­to­ria uni­ver­sal son una peque­ñez, impo­si­ble de apre­ciar ni apro­xi­ma­da­men­te. Pero, pre­ci­sa­men­te por eso, remi­tir­se en una cues­tión de polí­ti­ca prác­ti­ca a la esca­la de la his­to­ria uni­ver­sal, es la abe­rra­ción teó­ri­ca más escandalosa.

    16] 1920), y que expre­san cla­ra­men­te las ten­den­cias espe­cí­fi­ca­men­te izquier­dis­tas de los holan­de­ses o las ten­den­cias de izquier­da espe­cí­fi­ca­men­te holan­de­sas, como vere­mos, no vale tam­po­co un comino.

    En pri­mer lugar, los comu­nis­tas «de izquier­da» ale­ma­nes, como se sabe, ya en enero de 1919 con­si­de­ra­ban el par­la­men­ta­ris­mo como «polí­ti­ca­men­te cadu­co», con­tra la opi­nión de diri­gen­tes polí­ti­cos tan emi­nen­tes como Rosa Luxem­bur­go y Car­los Liebk­necht. Como es sabi­do, los «izquier­dis­tas» se equi­vo­ca­ron. Este hecho bas­ta para des­truir de gol­pe y radi­cal­men­te la tesis según la cual el par­la­men­ta­ris­mo «ha cadu­ca­do polí­ti­ca­men­te». Los «izquier­dis­tas» tie­nen el deber de demos­trar por qué ese error indis­cu­ti­ble de enton­ces ha deja­do de ser­lo hoy. Pero no apor­tan la menor som­bra de prue­ba, ni pue­den apor­tar­la. La acti­tud de un par­ti­do polí­ti­co ante sus erro­res es una de las prue­bas más impor­tan­tes y más fie­les de la serie­dad de ese par­ti­do y del

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    cum­pli­mien­to efec­ti­vo de sus debe­res hacia su cla­se y hacia las masas tra­ba­ja­do­ras. Reco­no­cer abier­ta­men­te los erro­res, poner al des­cu­bier­to sus cau­sas, ana­li­zar la situa­ción que los ha engen­dra­do y exa­mi­nar aten­ta­men­te los medios de corre gir­los: esto es lo que carac­te­ri­za a un par­ti­do serio, en esto es en lo que con­sis­te el cum­pli­mien­to de sus debe­res, esto es edu­car e ins­truir a la cla­se, pri­me­ro, y, des­pués, a las masas. Como no cum­plen esa obli­ga­ción suya, como no ponen toda la aten­ción, todo el celo y cui­da­dos nece­sa­rios para estu­diar su error mani­fies­to, los «izquier­dis­tas» de Ale­ma­nia (y de Holan­da) mues­tran que no son el par­ti­do de una cla­se, sino un círcu­lo, que no son el par­ti­do de las masas, sino un gru­po de inte­lec­tua­les y un redu­ci­do núme­ro de obre­ros que imi­tan los peo­res ras­gos de los intelectualoides.

    En segun­do lugar, en el mis­mo folle­to del gru­po «de izquier­da» de Franc­fort, del que hemos dado citas deta­lla­das más arri­ba, leemos:

    «… los millo­nes de obre­ros que siguen toda­vía la polí­ti­ca del cen­tro» (del Par­ti­do Cató­li­co del «Cen­tro») «son con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios. Los pro­le­ta­rios del cam­po for­man las legio­nes de los ejér­ci­tos con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios» (pág. 3 del folle­to citado).

    Como se ve, todo esto está dicho con un énfa­sis y una exa­ge­ra­ción exce­si­vos. Pero el hecho fun­da­men­tal aquí refe­ri­do es indis­cu­ti­ble, y su reco­no­ci­mien­to por los «izquier­dis­tas» ates­ti­gua con par­ti­cu­lar evi­den­cia su error. En efec­to, ¡¿cómo se pue­de decir que el «par­la­men­ta­ris­mo ha cadu­ca­do polí­ti­ca­men­te», si «millo­nes» y «legio­nes» de pro­le­ta­rios son toda­vía, no sólo par­ti­da­rios del par­la­men­ta­ris­mo en gene­ral, sino has­ta fran­ca­men­te «con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios»?!

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    Es evi­den­te que el par­la­men­ta­ris­mo en Ale­ma­nia no ha cadu­ca­do aún polí­ti­ca­men­te. Es evi­den­te que los «izquier­dis­tas» de Ale­ma­nia han toma­do su deseo, su ideal polí­ti­co por una reali­dad obje­ti­va. Este es el más peli­gro­so de los erro­res para los revo­lu­cio­na­rios. En Rusia, don­de el yugo pro­fun­da­men­te sal­va­je y cruel del zaris­mo engen­dró, duran­te un perío­do suma­men­te pro­lon­ga­do y en for­mas par­ti­cu­lar­men­te varia­das, revo­lu­cio­na­rios de todos los mati­ces, revo­lu­cio­na­rios de una abne­ga­ción, de un entu­sias­mo, de un heroís­mo, de una fuer­za de volun­tad asom­bro­sos, en Rusia, hemos podi­do obser­var muy de cer­ca, estu­diar con mucha aten­ción, cono­cer a la per­fec­ción este error de los revo­lu­cio­na­rios, y por esto lo apre­cia­mos con espe­cial cla­ri­dad en los demás. Natu­ral­men­te, para los comu­nis­tas de Ale­ma­nia el par­la­men­ta­ris­mo «ha cadu­ca­do polí­ti­ca­men­te», pero se tra­ta pre­ci­sa­men­te de no creer que lo que ha cadu­ca­do para noso­tros haya cadu­ca­do para la cla­se, para la masa. Una vez más, vemos aquí que los «izquier­dis­tas» no saben razo­nar, no saben con­du­cir­se como par­ti­do de cla­se, como par­ti­do de masas. Vues­tro deber con­sis­te en no des­cen­der has­ta el nivel de las masas, has­ta el nivel de los sec­to­res atra­sa­dos de la cla­se. Esto es indis­cu­ti­ble. Tenéis el deber de de cir­les la amar­ga ver­dad, de decir­les que sus pre­jui­cios demo­crá­ti­co-bur­gue­ses y par­la­men­ta­rios son eso, pre­jui­cios, pero al mis­mo tiem­po, debéis obser­var sere­na­men­te el esta­do real de con­cien­cia y de pre­pa­ra­ción de la cla­se ente­ra (y no sólo de su van­guar­dia comu­nis­ta), de toda la masa tra­ba­ja­do­ra ente­ra (y no sólo de sus indi­vi­duos avanzados).

    Aun­que no fue­sen «millo­nes» y «legio­nes», sino una sim­ple mino­ría bas­tan­te impor­tan­te de obre­ros indus­tria­les, la que siguie­se a los curas cató­li­cos, y de obre­ros agrí­co­las, la que siguie­ra a los terra­te­nien­tes y cam­pe­si­nos ricos (Gross-

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    bauern ), podría ase­gu­rar­se ya sin dudar que el par­la­men­ta­ris­mo en Ale­ma­nia no había cadu­ca­do toda­vía polí­ti­ca­men­te, que la par­ti­ci­pa­ción en las elec­cio­nes par­la­men­ta­rias y la lucha en la tri­bu­na par­la­men­ta­ria es obli­ga­to­ria para el par­ti­do del pro­le­ta­ria­do revo­lu­cio­na­rio, pre­ci­sa­men­te para edu­car a los ele­men­tos atra­sa­dos de su cla­se, pre­ci­sa­men­te para des­per­tar e ilus­trar a la masa aldea­na anal­fa­be­ta, igno­ran­te y embru­te­ci­da. Mien­tras no ten­gáis fuer­za para disol­ver el par­la­men­to bur­gués y cual­quie­ra otra ins­ti­tu­ción reac­cio­na­ria, estáis obli­ga­dos a tra­ba­jar en el inte­rior de dichas ins­ti­tu­cio­nes, pre­ci­sa­men­te por­que hay toda­vía en ellas obre­ros idio­ti­za­dos por el cle­ro y por la vida en los rin­co­nes más per­di­dos del cam­po. De lo con­tra­rio, corréis el ries­go de con­ver­ti­ros en sim­ples charlatanes.

    En ter­cer lugar, los comu­nis­tas «de izquier­da» nos col­man de elo­gios a noso­tros, los bol­che­vi­ques. A veces dan ganas de decir­les: ¡ala­bad­nos menos, pero com­pe­ne­traos más con nues­tra tác­ti­ca, fami­lia­ri­zaos más con ella! Par­ti­ci­pa­mos, de sep­tiem­bre a noviem­bre de 1917, en las elec­cio­nes al par­la­men­to bur­gués de Rusia, a la Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te. ¿Era acer­ta­da nues­tra tác­ti­ca o no? Si no lo era, hay que decir­lo cla­ra­men­te y demos­trar­lo: es indis­pen­sa­ble para ela­bo­rar la tác­ti­ca jus­ta del comu­nis­mo inter­na­cio­nal. Si lo era, deben sacar­se de ello las con­clu­sio­nes que se impo­nen. Natu­ral­men­te, no se tra­ta, ni mucho menos, de equi­pa­rar las con­di­cio­nes de Rusia a las de la Euro­pa occi­den­tal. Pero espe­cial­men­te con res­pec­to al sig­ni­fi­ca­do de la idea de que el «par­la­men­ta­ris­mo ha cadu­ca­do polí­ti­ca­men­te», hay que tener cui­da­do­sa­men­te en cuen­ta nues­tra expe­rien­cia, pues si no se toma en con­si­de­ra­ción una expe­rien­cia con­cre­ta, estas ideas se con­vier­ten con exce­si­va faci­li­dad en fra­ses vacías. ¿Aca­so no tenía­mos noso­tros, los bol­che­vi­ques ru-

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    sos, en aquel perío­do, de sep­tiem­bre a noviem­bre de 1917, más dere­cho que cua­les­quie­ra otros comu­nis­tas de Occi­den­te a con­si­de­rar que el par­la­men­ta­ris­mo había cadu­ca­do polí­ti­ca­men­te en Rusia? Lo tenía­mos, natu­ral­men­te, pues no se tra­ta de si los par­la­men­tos bur­gue­ses lle­van mucho tiem­po de exis­ten­cia o exis­ten des­de hace poco, sino del gra­do de pre­pa­ra­ción (ideo­ló­gi­ca, polí­ti­ca, prác­ti­ca) de las gran­des masas tra­ba­ja­do­ras para acep­tar el régi­men sovié­ti­co y disol­ver o admi­tir la diso­lu­ción del par­la­men­to demo­crá­ti­co­bur­gués. Que en Rusia, de sep­tiem­bre a noviem­bre de 1917, la cla­se obre­ra de las ciu­da­des, los sol­da­dos y los cam­pe­si­nos esta­ban, en vir­tud de una serie de con­di­cio­nes espe­cí­fi­cas, excep­cio­nal­men­te dis­pues­tos a acep­tar el régi­men sovié­ti­co y a disol­ver el par­la­men­to bur­gués más demo­crá­ti­co, es un hecho his­tó­ri­co abso­lu­ta­men­te indis­cu­ti­ble y ple­na­men­te demos­tra­do. Y no obs­tan­te, los bol­che­vi­ques no boi­co­tea­ron la Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te, sino que par­ti­ci­pa­ron en las elec­cio­nes tan­to antes como d e s p u é s de la con­quis­ta del Poder polí­ti­co por el pro­le­ta­ria­do. Que dichas elec­cio­nes han dado resul­ta­dos polí­ti­cos extra­or­di­na­ria­men­te valio­sos (y excep­cio­nal­men­te úti­les para el pro­le­ta­ria­do), es un hecho que creo haber demos­tra­do en el artícu­lo cita­do más arri­ba, don­de ana­li­zo deta­lla­da­men­te los resul­ta­dos de las elec­cio­nes a la Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te de Rusia.

    La con­clu­sión que de ello se deri­va es abso­lu­ta­men­te indis­cu­ti­ble: está pro­ba­do que, aun unas sema­nas antes del triun­fo de la Repú­bli­ca Sovié­ti­ca, aun des­pués de este triun­fo, la par­ti­ci­pa­ción en un par­la­men­to demo­crá­ti­co­bur­gués, no sólo no per­ju­di­ca al pro­le­ta­ria­do revo­lu­cio­na­rio, sino que le faci­li­ta la posi­bi­li­dad de hacer ver a las masas atra­sa­das por qué seme­jan­tes par­la­men­tos mere­cen ser disuel­tos, faci­li­ta el éxi­to de su diso­lu­ción, faci­li­ta la «eli­mi-

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    nación polí­ti­ca» del par­la­men­ta­ris­mo bur­gués. No tener en cuen­ta esta expe­rien­cia y pre­ten­der al mis­mo tiem­po per­te­ne­cer a la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta, que debe ela­bo­rar inter­na­cio­nal­men­te su tác­ti­ca (no una tác­ti­ca estre­cha o exclu­si­va­men­te nacio­nal, sino pre­ci­sa­men­te una tác­ti­ca inter­na­cio­nal), sig­ni­fi­ca incu­rrir en el más pro­fun­do de los erro­res y pre­ci­sa­men­te apar­tar­se de hecho del inter­na­cio­na­lis­mo, aun­que éste sea pro­cla­ma­do de palabra.

    Con­si­de­re­mos aho­ra los argu­men­tos «izquier­dis­tas espe­cí­fi­ca­men­te holan­de­ses» en favor de la no par­ti­ci­pa­ción en los par­la­men­tos. He aquí la tesis 4, una de las más impor­tan­tes tesis «holan­de­sas» cita­das más arri­ba, tra­du­ci­da del inglés:

    «Cuan­do el sis­te­ma capi­ta­lis­ta de pro­duc­ción es des­tro­za­do y la socie­dad atra­vie­sa un perío­do revo­lu­cio­na­rio, la acción par­la­men­ta­ria pier­de poco a poco su valor, en com­pa­ra­ción con la acción de las pro­pias masas. Cuan­do en estas con­di­cio­nes el par­la­men­to se con­vier­te en el cen­tro y el órgano de la con­tra­rre­vo­lu­ción, y, por otra par­te, la cla­se obre­ra crea los ins­tru­men­tos de su Poder en for­ma de Soviets, pue­de resul­tar inclu­so nece­sa­rio renun­ciar a toda par­ti­ci­pa­ción en la acción parlamentaria».

    La pri­me­ra fra­se es evi­den­te­men­te fal­sa, pues la acción de las masas, por ejem­plo, una gran huel­ga, es siem­pre más impor­tan­te que la acción par­la­men­ta­ria, y no sólo duran­te la revo­lu­ción o en una situa­ción revo­lu­cio­na­ria. Este argu­men­to, de indu­da­ble incon­sis­ten­cia his­tó­ri­ca y polí­ti­ca­men­te fal­so, mues­tra sólo, con par­ti­cu­lar evi­den­cia, que los auto­res no tie­nen para nada en cuen­ta ni la expe­rien­cia de toda Euro­pa (de Fran­cia en vís­pe­ras de las revo­lu­cio­nes de 1848 y 1870, de Ale­ma­nia entre 1878 y 1890, etc.) ni de Rusia (véa­se más arri­ba) sobre la impor­tan­cia de la com­bi­na­ción de la

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    lucha legal con la ile­gal. Esta cues­tión tie­ne una impor­tan­cia inmen­sa, tan­to de un modo gene­ral como de un modo espe­cial, por­que en todos los paí­ses civi­li­za­dos y ade­lan­ta­dos se acer­ca a gran­des pasos la épo­ca en que dicha com­bi­na­ción será – y lo es ya en par­te – cada vez más obli­ga­to­ria para el par­ti­do del pro­le­ta­ria­do revo­lu­cio­na­rio, a con­se­cuen­cia de la madu­ra­ción y de la pro­xi­mi­dad de la gue­rra civil del pro­le­ta­ria­do con la bur­gue­sía, a con­se­cuen­cia de las fero­ces per­se­cu­cio­nes de los comu­nis­tas por los gobier­nos repu­bli­ca­nos y, en gene­ral, por los gobier­nos bur­gue­ses, que vio­lan cons­tan­te­men­te la lega­li­dad (como ejem­plo de ello bas­ta citar a los Esta­dos Uni­dos), etc. Esta cues­tión esen­cial es abso­lu­ta­men­te incom­pren­di­da por los holan­de­ses y los izquier­dis­tas en general.

    La segun­da fra­se es, en pri­mer tér­mino, fal­sa his­tó­ri­ca­men­te. Los bol­che­vi­ques hemos actua­do en los par­la­men­tos más con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios, y la expe­rien­cia ha demos­tra­do que seme­jan­te par­ti­ci­pa­ción ha sido, no sólo útil, sino nece­sa­ria para el par­ti­do del pro­le­ta­ria­do revo­lu­cio­na­rio, pre­ci­sa­men­te des­pués de la pri­me­ra revo­lu­ción bur­gue­sa en Rusia (1905) para pre­pa­rar la segun­da revo­lu­ción bur­gue­sa (febre­ro de 1917) y lue­go la revo­lu­ción socia­lis­ta (octu­bre de 1917). En segun­do lugar, dicha fra­se es de un ilo­gis­mo sor­pren­den­te. De que el par­la­men­to se con­vier­ta en el órgano y «cen­tro» (aun­que dicho sea de paso, no ha sido nun­ca ni ha podi­do ser en reali­dad el «cen­tro») de la con­tra­rre­vo­lu­ción y de que los obre­ros creen los ins­tru­men­tos de su Poder en for­ma de Soviets, se sigue que los tra­ba­ja­do­res deben pre­pa­rar­se ideo­ló­gi­ca, polí­ti­ca y téc­ni­ca­men­te para la lucha de los Soviets con­tra el par­la­men­to, para la diso­lu­ción del par­la­men­to por los Soviets. Pero de esto no se dedu­ce en modo alguno que seme­jan­te diso­lu­ción sea obs­ta­cu­li­za­da, o

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    no sea faci­li­ta­da por la pre­sen­cia de una opo­si­ción sovie­tis­ta en el inte­rior de un par­la­men­to con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio. Jamás hemos nota­do duran­te nues­tra lucha vic­to­rio­sa con­tra Deni­kin y Kol­chak que la exis­ten­cia de una opo­si­ción pro­le­ta­ria, sovie­tis­ta, en sus domi­nios, haya sido indi­fe­ren­te para nues­tros triun­fos. Sabe­mos per­fec­ta­men­te que la diso­lu­ción de la Cons­ti­tu­yen­te, lle­va­da a cabo por noso­tros el 5 de enero de 1918, lejos de ser difi­cul­ta­da, fue faci­li­ta­da por la pre­sen­cia den­tro de la Cons­ti­tu­yen­te con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria que disol­vía­mos, tan­to de una opo­si­ción sovie­tis­ta con­se­cuen­te, la bol­che­vi­que, como tam­bién de una opo­si­ción sovie­tis­ta incon­se­cuen­te, la de los social­re­vo­lu­cio­na­rios de izquier­da. Los auto­res de la tesis se han embro­lla­do com­ple­ta­men­te y han olvi­da­do la expe­rien­cia de una serie de revo­lu­cio­nes, si no de todas, expe­rien­cia que acre­di­ta los ser­vi­cios espe­cia­les pres­ta­dos, en tiem­po de revo­lu­ción, por la com­bi­na­ción de la acción de masas fue­ra del par­la­men­to reac­cio­na­rio y de una opo­si­ción sim­pa­ti­zan­te de la revo­lu­ción (o mejor aun, que la defien­da fran­ca­men­te) den­tro del par­la­men­to. Los holan­de­ses y los «izquier­dis­tas» en gene­ral razo­nan aquí como unos doc­tri­na­rios de la revo­lu­ción que nun­ca han toma­do par­te en una revo­lu­ción ver­da­de­ra, o que jamás han refle­xio­na­do sobre la his­to­ria de las revo­lu­cio­nes o que toman inge­nua­men­te la «nega­ción» sub­je­ti­va de una cier­ta ins­ti­tu­ción reac­cio­na­ria, por su des­truc­ción efec­ti­va median­te el con­jun­to de fuer­zas de una serie de fac­to­res objetivos.

    El medio más segu­ro de des­acre­di­tar una nue­va idea polí­ti­ca (y no sola­men­te polí­ti­ca) y per­ju­di­car­la, con­sis­te en lle­var­la has­ta el absur­do, so pre­tex­to de defen­der­la. Pues toda ver­dad, si se la obli­ga a «sobre­pa­sar los lími­tes» (como decía Dietz­gen padre), si se exa­ge­ra, si se extiende

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    más allá de los limi­tes den­tro de los cua­les es real­men­te apli­ca­ble, pue­de ser lle­va­da al absur­do, y, en las con­di­cio­nes seña­la­das, se con­vier­te infa­li­ble­men­te en absur­do. Tal es el mal ser­vi­cio que pres­tan los izquier­dis­tas de Holan­da y Ale­ma­nia a la nue­va ver­dad de la supe­rio­ri­dad del Poder sovié­ti­co sobre los par­la­men­tos demo­crá­ti­co­bur­gue­ses. Indu­da­ble­men­te, quien de un modo gene­ral siguie­ra sos­te­nien­do la vie­ja afir­ma­ción de que abs­te­ner­se de par­ti­ci­par en los par­la­men­tos bur­gue­ses es inad­mi­si­ble en todas las cir­cuns­tan­cias, esta­ria en un error. No pue­do inten­tar for­mu­lar aquí las con­di­cio­nes en que es útil el boi­cot, por­que el obje­to de este artícu­lo es más modes­to: se redu­ce sólo a ana­li­zar la expe­rien­cia rusa en rela­ción con algu­nas cues­tio­nes actua­les de tác­ti­ca comu­nis­ta inter­na­cio­nal. La expe­rien­cia rusa nos da una apli­ca­ción feliz y acer­ta­da (1905) y otra equi­vo­ca­da (1906) del boi­cot por los bol­che­vi­ques. Ana­li­zan­do el pri­mer caso, vemos: los bol­che­vi­ques con­si­guie­ron impe­dir la con­vo­ca­to­ria del par­la­men­to reac­cio­na­rio por el Poder reac­cio­na­rio, en un momen­to en que la acción revo­lu­cio­na­ria extra­par­la­men­ta­ria de las masas (par­ti­cu­lar­men­te las huel­gas) cre­cía con excep­cio­nal rapi­dez, en que no había ni un solo sec­tor del pro­le­ta­ria­do y de la cla­se cam­pe­si­na que pudie­ra sos­te­ner de nin­gún modo el Poder reac­cio­na­rio, en que la influen­cia del pro­le­ta­ria­do revo­lu­cio­na­rio sobre la masa atra­sa­da esta­ba ase­gu­ra­da por la lucha huel­guis­ti­ca y el movi­mien­to agra­rio. Es por com­ple­to evi­den­te que esta expe­rien­cia es inapli­ca­ble a las con­di­cio­nes actua­les euro­peas. Y es tam­bién evi­den­te – en vir­tud de los argu­men­tos expues­tos más arri­ba – que la defen­sa, aun­que con­di­cio­nal, de la renun­cia a par­ti­ci­par en los par­la­men­tos, hecha por los holan­de­ses y los «izquier­dis­tas», es radi­cal­men­te fal­sa y noci­va para la cau­sa del pro­le­ta­ria­do revolucionario.

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    En Euro­pa occi­den­tal y Amé­ri­ca, el par­la­men­to se ha hecho extra­or­di­na­ria­men­te odio­so a la van­guar­dia revo­lu­cio­na­ria de la cla­se obre­ra. Es indis­cu­ti­ble. Y se com­pren­de per­fec­ta­men­te, pues es difí­cil ima­gi­nar­se algo más vil, más abyec­to, más trai­dor que la con­duc­ta de la inmen­sa mayo­ría de los dipu­tados socia­lis­tas y social­de­mó­cra­tas en el par­la­men­to duran­te la gue­rra y des­pués de la mis­ma. Pero seria no sólo irra­zo­na­ble, sino fran­ca­men­te cri­mi­nal dejar­se lle­var por estos sen­ti­mien­tos al deci­dir la cues­tión de cómo se debe luchar con­tra el mal uni­ver­sal­men­te reco­no­ci­do. En muchos paí­ses de la Euro­pa occi­den­tal el sen­ti­mien­to revo­lu­cio­na­rio pue­de decir­se que es toda­vía una «nove­dad», una «rare­za» espe­ra­da dema­sia­do tiem­po, en vano, con impa­cien­cia, y por esto se deja con tan­ta faci­li­dad que este sen­ti­mien­to pre­do­mi­ne. Natu­ral­men­te, sin un esta­do de espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio de las masas, sin con­di­cio­nes favo­ra­bles para el desa­rro­llo de dicho esta­do de espí­ri­tu, la tác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria no se tro­ca­rá en acción; pero a noso­tros, en Rusia, una lar­ga, dura y san­grien­ta expe­rien­cia nos ha con­ven­ci­do de que con el sen­ti­mien­to revo­lu­cio­na­rio solo, es impo­si­ble crear una tác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria. La tác­ti­ca debe ser ela­bo­ra­da tenien­do en cuen­ta, sere­na­men­te, y de un modo estric­ta­men­te obje­ti­vo, todas las fuer­zas de cla­se del Esta­do de que se tra­te (y de los Esta­dos que le rodean y de todos los Esta­dos en esca­la mun­dial), así como la expe­rien­cia de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios. Mani­fes­tar el «espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio» sólo con inju­rias al opor­tu­nis­mo par­la­men­ta­rio, úni­ca­men­te con­de­nan­do la par­ti­ci­pa­ción en los par­la­men­tos, resul­ta faci­lí­si­mo; pero pre­ci­sa­men­te por­que es faci­lí­si­mo no es la solu­ción de un pro­ble­ma difí­cil, de un pro­ble­ma difi­ci­lí­si­mo. Es mucho más difí­cil en los par­la­men­tos occi­den­ta­les que en Rusia crear una frac­ción par­la­men­ta­ria ver­da­de­ra­men­te revolucionaria.

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    Des­de lue­go. Pero esto no es sino un refle­jo par­cial de la ver­dad gene­ral de que a Rusia, en la situa­ción his­tó­ri­ca con­cre­ta, extra­or­di­na­ria­men­te ori­gi­nal del año 1917, le fue fácil comen­zar la revo­lu­ción socia­lis­ta; en cam­bio, con­ti­nuar­la y lle­var­la a tér­mino, le será a Rusia más difí­cil que a los paí­ses euro­peos. Ya a comien­zos de 1918 hube de indi­car esta cir­cuns­tan­cia, y la expe­rien­cia de los dos años trans­cu­rri­dos des­de enton­ces ha veni­do a con­fir­mar la exac­ti­tud de aque­lla indi­ca­ción. Con­di­cio­nes espe­cí­fi­cas como fue­ron: 1) la posi­bi­li­dad de hacer coin­ci­dir la revo­lu­ción sovié­ti­ca con la ter­mi­na­ción, gra­cias a ella, de la gue­rra impe­ria­lis­ta, que había exte­nua­do has­ta lo inde­ci­ble a los obre­ros y cam­pe­si­nos; 2) la posi­bi­li­dad de apro­ve­char duran­te cier­to tiem­po la lucha a muer­te en que esta­ban enzar­za­dos los dos gru­pos mun­dia­les más pode­ro­sos de tibu­ro­nes impe­ria­lis­tas, gru­pos que no podían unir­se con­tra el enemi­go sovié­ti­co; 3) la posi­bi­li­dad de sopor­tar una gue­rra civil rela­ti­va­men­te lar­ga, en par­te por la gigan­tes­ca exten­sión del país y sus exiguos medios de comu­ni­ca­ción; 4) la exis­ten­cia de un movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio demo­crá­ti­co­bur­gués de los cam­pe­si­nos, tan pro­fun­do, que el par­ti­do del pro­le­ta­ria­do hizo suyas las rei­vin­di­ca­cio­nes revo­lu­cio­na­rias del par­ti­do de los cam­pe­si­nos (del par­ti­do social­re­vo­lu­cio­na­rio, pro­fun­da­men­te hos­til, en su mayo­ría, al bol­che­vis­mo), rea­li­zán­do­las inme­dia­ta­men­te, gra­cias a la con­quis­ta del Poder polí­ti­co por el pro­le­ta­ria­do; con­di­cio­nes espe­cí­fi­cas como éstas no exis­ten aho­ra en la Euro­pa occi­den­tal, y la repe­ti­ción de estas con­di­cio­nes o de con­di­cio­nes aná­lo­gas no es muy fácil. He aquí por qué, entre otras cosas – pasan­do por alto una serie de otros moti­vos – , le es más difí­cil a la Euro­pa occi­den­tal que a noso­tros comen­zar la revo­lu­ción socia­lis­ta. Tra­tar de «esqui­var» esta difi­cul­tad, «sal­tan­do» por enci­ma del arduo pro­ble­ma de uti­li­zar los

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    par­la­men­tos reac­cio­na­rios para fines revo­lu­cio­na­rios, es puro infan­ti­lis­mo. ¿Que­réis crear una socie­dad nue­va? ¡Y teméis la difi­cul­tad de crear una bue­na frac­ción par­la­men­ta­ria de comu­nis­tas con­ven­ci­dos, abne­ga­dos, heroi­cos, en un par­la­men­to reac­cio­na­rio! ¿Aca­so no es esto infan­ti­lis­mo? Si C. Liebk­necht en Ale­ma­nia y Z. Höglund en Sue­cia han sabi­do has­ta sin el apo­yo de la masa des­de aba­jo, dar un ejem­plo de la uti­li­za­ción real­men­te revo­lu­cio­na­ria de los par­la­men­tos reac­cio­na­rios, ¡¿cómo un par­ti­do revo­lu­cio­na­rio de masas, que cre­ce rápi­da­men­te con las des­ilu­sio­nes y la irri­ta­ción de estas últi­mas, carac­te­rís­ti­cas de la post­gue­rra, no pue­de for­jar una frac­ción comu­nis­ta en los peo­res par­la­men­tos?! Pre­ci­sa­men­te por­que las masas atra­sa­das de obre­ros, y más aún las de peque­ños agri­cul­to­res, están más imbui­das en Euro­pa occi­den­tal que en Rusia de pre­jui­cios demo­crá­ti­co­bur­gue­ses y par­la­men­ta­rios, pre­ci­sa­men­te por esto úni­ca­men­te en el seno de ins­ti­tu­cio­nes como los par­la­men­tos bur­gue­ses pue­den (y deben) los comu­nis­tas sos­te­ner una lucha pro­lon­ga­da, tenaz, sin retro­ce­der ante nin­gu­na difi­cul­tad para denun­ciar, des­va­ne­cer y supe­rar dichos prejuicios.

    Los comu­nis­tas «de izquier­da» de Ale­ma­nia se que­jan de los malos «jefes» de su par­ti­do y caen en la deses­pe­ra­ción, lle­gan­do has­ta incu­rrir en la ridi­cu­lez de «negar» a los » jefes». Pero en cir­cuns­tan­cias que obli­gan a menu­do a man­te­ner a estos últi­mos en la clan­des­ti­ni­dad, la for­ma­ción de «jefes» bue­nos, segu­ros, pro­ba­dos, con auto­ri­dad, es par­ti­cu­lar­men­te difí­cil y triun­far de seme­jan­tes difi­cul­ta­des es impo­si­ble sin la com­bi­na­ción del tra­ba­jo legal con el ile­gal, sin hacer pasar a los » jefes «, entre otras prue­bas, tam­biénpor la del par­la­men­to. La crí­ti­ca – la más vio­len­ta, más impla­ca­ble, más intran­si­gen­te – debe diri­gir­se no con­tra el par­la­men­ta­ris­mo o la acción par­la­men­ta­ria, sino con­tra los jefes que no saben

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    – y aún más con­tra los que no quie­ren – uti­li­zar las elec­cio­nes par­la­men­ta­rias y la tri­bu­na par­la­men­ta­ria a la mane­ra revo­lu­cio­na­ria, a la mane­ra comu­nis­ta. Sólo esta crí­ti­ca – uni­da, natu­ral­men­te, a la expul­sión de los jefes inca­pa­ces y a su sus­ti­tu­ción por otros más capa­ces – cons­ti­tui­rá un tra­ba­jo revo­lu­cio­na­rio útil y fecun­do que edu­ca­rá a la vez a los «jefes» para que sean dig­nos de la cla­se obre­ra y de las masas tra­ba­ja­do­ras, y a las masas para que apren­dan a orien­tar­se como es debi­do en la situa­ción polí­ti­ca y a com­pren­der los pro­ble­mas, a menu­do suma­men­te com­ple­jos y embro­lla­dos, que resul­tan de seme­jan­te situación*.


    * He teni­do dema­sia­do pocas posi­bi­li­da­des de cono­cer el comu­nis­mo «de izquier­da» de Ita­lia. Indu­da­ble­men­te el cama­ra­da Bor­di­ga y su frac­ción de «comu­nis­tas abs­ten­cio­nis­tas» come­ten un error al defen­der la no par­ti­ci­pa­ción en el par­la­men­to. Pero hay un pun­to en que me pare­ce que tie­ne razón, por lo que yo pue­do juz­gar ate­nién­do­me a dos núme­ros de su perió­di­co «Il Soviet» (núms. 3 y 4 del 18. I. y del 1. II. 1920), a cua­tro núme­ros de la exce­len­te revis­ta del cama­ra­da Serra­ti «Comu­nis­mo» (núms. 1 – 4. 1. X. 30. XI. 1919) y a dis­tin­tos núme­ros de perió­di­cos bur­gue­ses ita­lia­nos que he podi­do ver. Pre­ci­sa­men­te el car­na­ra­da Bor­di­ga y su frac­ción tie­nen razón cuan­do ata­can a Turad y sus par­ti­da­rios, que están en un par­ti­do que reco­no­ce el Poder de los Soviets y la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, que siguen sien­do miem­bros del par­la­men­to17] incu­rren en un error tan pre­ña­do de ame­na­zas y peli­gros como en Hun­gría, don­de los seño­res Tura­ti hún­ga­ros sabo­tea­ron des­de el inte­rior el Par­ti­do y el Poder de los Soviets. Esa acti­tud erró­nea. incon­se­cuen­te, que se dis­tin­gue por su fal­ta de carác­ter, con res­pec­to a los par­la­men­ta­rios opor­tu­nis­tas, de una par­te, engen­dra el comu­nis­mo «de izquier­da», y de otra, just­ti­fi­ca bas­ta cier­to pun­to su exis­ten­cia. El cama­ra­da Serra­ti es evi­den­te que no tie­ne razón al acu­sar de «incon­se­cuen­cia» al dipu­tado Tura­ti («Comu­nis­mo», núm. 3), por­que el úni­co incon­se­cuen­te es el Pard­do Socia­lis­ta Ita­liano, que tole­ra en su seno a opor­tu­nis­tas par­la­men­ta­rios como Tura­ti y com­pa­ñiapág. 63


    18], 1874, núm. 73).

    Engels expre­sa, en ese mis­mo artícu­lo, su pro­fun­do res­pe­to por Vai­llant, habla de los «méri­tos indis­cu­ti­bles» de este últi­mo (que fue, como Gues­de, uno de los jefes más emi­nen­tes del socia­lis­mo inter­na­cio­nal, antes de su trai­ción al socia­lis­mo en agos­to de 1914). Pero Engels no deja de ana­li­zar minu­cio­sa­men­te su mani­fies­to error. Natu­ral­men­te, los revo­lu­cio­na­rios muy jóve­nes e inex­pe­ri­men­ta­dos, así como los revo­lu­cio­na­rios peque­ño­bur­gue­ses aun de edad ya pro­vec­ta y muy expe­ri­men­ta­dos, con­si­de­ran extra­or­di­na­ria­men­te «peli­gro­so», incom­pren­si­ble, erró­neo, el «auto­ri­zar los com­pro­mi­sos». Y muchos sofis­tas (que son poli­ti­cas­tros ultra o exce­si­va­men­te «expe­ri­men­ta­dos») razo­nan del mis­mo modo que los jefes del opor­tu­nis­mo inglés men­cio­na­dos por el cama­ra­da Lans­bury: «Si los bol­che­vi­ques se per­mi­ten tal o cual com­pro­mi­so, ¿por qué no hemos de per­mi­tir­nos noso­tros cual­quier com­pro­mi­so?» Pero los pro­le­ta­rios edu­ca­dos por huel­gas múl­ti­ples (para no con­si­de­rar más que esta mani­fes­ta­ción de la lucha de cla­ses) se asi­mi­lan habi­tual­men­te de un modo admi­ra­ble la pro­fun­dí­si­ma ver­dad (filo­só­fi­ca, his­tó­ri­ca, polí­ti­ca, psi­co­ló­gi­ca) enun­cia­da por Engels. Todo pro­le­ta­rio cono­ce huel­gas, cono­ce «com­pro­mi­sos» con los opre­so­res y explo­ta­do­res odia­dos, des­pués de los cua­les, los obre­ros han teni­do que vol­ver al tra­ba­jo sin haber obte­ni­do nada o con­ten­tán­do­se con una satis­fac­ción par­cial de sus deman-

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    das. Todo pro­le­ta­rio, gra­cias al ambien­te de lucha de masas y de acen­tua­da agu­di­za­ción de los anta­go­nis­mos de cla­se en que vive, obser­va la dife­ren­cia que hay entre un com­pro­mi­so impues­to por con­di­cio­nes obje­ti­vas (los huel­guis­tas no tie­nen dine­ro en su caja, ni cuen­tan con apo­yo alguno, pade­cen ham­bre, están ago­ta­dos inde­ci­ble­men­te) – com­pro­mi­so que en nada dis­mi­nu­ye la abne­ga­ción revo­lu­cio­na­ria ni el ardor para con­ti­nuar la lucha de los obre­ros que lo han con­traí­do – y por otro lado un com­pro­mi­so de trai­do­res que acha­can a cau­sas obje­ti­vas su vil egoís­mo (¡los rom­pehuel­gas tam­bién con­traen «com­pro­mi­sos»!), su cobar­día, su deseo de ser­vir a los capi­ta­lis­tas, su fal­ta de fir­me­za ante las ame­na­zas, a veces ante las exhor­ta­cio­nes, a veces ante las limos­nas o los hala­gos de los capi­ta­lis­tas (estos com­pro­mi­sos de trai­do­res son nume­ro­sí­si­mos, par­ti­cu­lar­men­te en la his­to­ria del movi­mien­to obre­ro inglés por par­te de los jefes de las tra­deu­nio­nes, pero, en una u otra for­ma, casi todos los obre­ros de todos los paí­ses han podi­do obser­var fenó­me­nos análogos).

    Evi­den­te­men­te, se dan casos ais­la­dos extra­or­di­na­ria­men­te difí­ci­les y com­ple­jos, en que sólo median­te los más gran­des esfuer­zos cabe deter­mi­nar exac­ta­men­te el ver­da­de­ro carác­ter de tal o cual «com­pro­mi­so», del mis­mo modo que hay casos de homi­ci­dio en que no es fácil deci­dir si éste era abso­lu­ta­men­te jus­to, e inclu­so obli­ga­to­rio (como, por ejem­plo, en caso de legí­ti­ma defen­sa) o bien efec­to de un des­cui­do imper­do­na­ble o inclu­so el resul­ta­do de un plan per­ver­so. Es indu­da­ble que en polí­ti­ca, don­de se tra­ta a veces de rela­cio­nes nacio­na­les e inter­na­cio­na­les muy com­ple­jas entre las cla­ses y los par­ti­dos, se halla­rán nume­ro­sos casos mucho más difí­ci­les que la cues­tión de saber si un «com­pro­mi­so» con­traí­do con oca­sión de una huel­ga es legí­ti­mo, o si es más bien la obra trai­do­ra de un rom­pehuel­gas, de un jefe trai­dor, etc.

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    Pre­pa­rar una rece­ta o una regla gene­ral (¡«nin­gún com­pro­mi­so»!) para todos los casos, es absur­do. Es pre­ci­so con­tar con la pro­pia cabe­za para saber orien­tar­se en cada caso par­ti­cu­lar. La impor­tan­cia de poseer una orga­ni­za­ción de par­ti­do y jefes dig­nos de este nom­bre, con­sis­te pre­ci­sa­men­te, entre otras cosas, en lle­gar por medio de un tra­ba­jo pro­lon­ga­do, tenaz, múl­ti­ple y varia­do, de todos los repre­sen­tan­tes de la cla­se capa­ces de pen­sar[*], a ela­bo­rar los cono­ci­mien­tos nece­sa­rios, la expe­rien­cia nece­sa­ria y ade­más de los cono­ci­mien­tos y la expe­rien­cia, el sen­ti­do polí­ti­co pre­ci­so para resol­ver pron­to y bien las cues­tio­nes polí­ti­cas complejas.

    Las gen­tes inge­nuas y total­men­te fal­tas de expe­rien­cia se figu­ran que bas­ta admi­tir los com­pro­mi­sos en gene­ral, para que des­apa­rez­ca todo lími­te entre el opor­tu­nis­mo, con­tra el que sos­te­ne­mos y debe­mos sos­te­ner una lucha intran­si­gen­te, y el mar­xis­mo revo­lu­cio­na­rio o comu­nis­mo. Pero esas gen­tes si toda­vía no saben que todos los lími­tes, en la natu­ra­le­za y en la socie­dad, son varia­bles y has­ta cier­to pun­to con­ven­cio­na­les, no tie­nen cura posiUe, como no sea median­te un estu­dio pro­lon­ga­do, la edu­ca­ción, la ilus­tra­ción y la expe­rien­cia polí­ti­ca y prác­ti­ca. En las cues­tio­nes de polí­ti­ca prác­ti­ca que sur­gen en cada momen­to par­ti­cu­lar o espe­cí­fi­co de la his­to­ria, es impor­tan­te saber dis­tin­guir aque­llas en que se mani­fies­tan los com­pro­mi­sos de la espe­cie más inadmisible,

    19] han dicho Marx y Engels, y el gran error, el inmen­so cri­men de algu­nos mar­xis­tas «paten­ta­dos» como Car­los Kautsky, Otto Bauer y otros, con­sis­te en no haber com­pren­di­do esto, en no haber sabi­do apli­car­lo en los momen­tos más impor­tan­tes de la revo­lu­ción pro­le­ta­ria. «La acción polí­ti­ca no se pare­ce en nada a la ace­ra de la ave­ni­da Nevs­ki» (la ace­ra lim­pia, ancha y lisa de la calle prin­ci­pal, abso­lu­ta­men­te rec­ta, de Peters­bur­go), decía ya N. G. Cher­nishevs­ki, el gran socia­lis­ta ruso del perío­do pre­mar­xis­ta. Los revo­lu­cio­na­rios rusos, des­de la épo­ca de Cher­nishevs­ki acá, han paga­do con innu­me­ra­bles víc­ti­mas su igno­ran­cia u olvi­do de esta ver­dad. Hay que con­se­guir a toda cos­ta que los comu­nis­tas de izquier­da y los revo­lu­cio­na­rios de Euro­pa occi­den­tal y Amé­ri­ca fie­les a la cla­se obre­ra paguen menos cara que los atra­sa­dos rusos la asi­mi­la­ción de esta verdad.

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    Los social­de­mó­cra­tas revo­lu­cio­na­rios de Rusia apro­ve­cha­ron antes de la caí­da del zaris­mo fre­cuen­te­men­te la ayu­da de los libe­ra­les bur­gue­ses, es decir, con­tra­je­ron con ellos innu­me­ra­bles com­pro­mi­sos prác­ti­cos, y en 1901 – 1902, aun antes del naci­mien­to del bol­che­vis­mo, la anti­gua redac­ción de «Iskra» (en la que está­ba­mos Ple­já­nov, Axel­rod, Sasú­lich Már­tov, Pótre­sov y yo) con­cer­tó (no por mucho tiem­po, es ver­dad) una alian­za polí­ti­ca for­mal con Stru­ve, jefe polí­ti­co del libe­ra­lis­mo bur­gués, sin dejar de sos­te­ner al mis­mo tiem­po la lucha ideo­ló­gi­ca y polí­ti­ca más impla­ca­ble con­tra el libe­ra­lis­mo bur­gués y las meno­res mani­fes­ta­cio­nes de su influen­cia en el inte­rior del movi­mien­to obre­ro. Los bol­che­vi­ques siguie­ron prac­ti­can­do siem­pre esa mis­ma polí­ti­ca. Des­de 1905 defen­die­ron sis­te­má­ti­ca­men­te la alian­za de la cla­se obre­ra con los cam­pe­si­nos, con­tra la bur­gue­sía libe­ral y el zaris­mo, no negán­do­se nun­ca, al mis­mo tiem­po, a apo­yar a la bur­gue­sía con­tra el zaris­mo (en los empa­tes elec­to­ra­les, por ejem­plo); y pro­si­guien­do asi­mis­mo la lucha ideo­ló­gi­ca y polí­ti­ca más intran­si­gen­te con­tra el par­ti­do cam­pe­sino revo­lu­cio­na­rio bur­gués de los «social­re­vo­lu­cio­na­rios», a los cua­les denun­cia­ban como demó­cra­tas peque­ño­bur­gue­ses que se pre­sen­ta­ban &Isamente como socia­lis­tas. En 1907, los bol­che­vi­ques cons­ti­tu­ye­ron, por poco tiem­po, un blo­que polí­ti­co for­mal con los «social­re­vo­lu­cio­na­rios» para las elec­cio­nes a la Duma. Con los men­che­vi­ques hemos esta­do muchos años for­mal­men­te, des­de 1903 a 1912, en un par­ti­do social­de­mó­cra­ta uni­do, sin inte­rrum­pir nun­ca la lucha ideo­ló­gi­ca y polí­ti­ca con­tra ellos, como con­tra agen­tes de la influen­cia bur­gue­sa en el seno del pro­le­ta­ria­do y opor­tu­nis­tas. Duran­te la gue­rra con­cer­ta­mos una espe­cie de com­pro­mi­so con los «kauts­kia­nos», los men­che­vi­ques de izquier­da (Már­tov) y una par­te de los «social­re­vo­lu­cio­na­rios» (Cher­nov, Natanson).

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    Asis­ti­mos con ellos a las Con­fe­ren­cias de Zim­mer­wald y Kienthal, lan­za­mos mani­fies­tos comu­nes, pero nun­ca inte­rrum­pi­mos ni ate­nua­mos ]a lucha polí­ti­ca e ideo­ló­gi­ca con­tra los «kauts­kia­nos», con­tra Már­tov y Cher­nov. (Natan­son murió en 1919 sien­do un «comu­nis­ta revo­lu­cio­na­rio», popu­lis­ta muy afín a noso­tros y casi soli­da­rio nues­tro). En el mis­mo momen­to de la Revo­lu­ción de Octu­bre con­cer­ta­mos una alian­za polí­ti­ca, no for­mal, pero muy impor­tan­te (y muy efi­caz), con la cla­se cam­pe­si­na peque­ño­bur­gue­sa, acep­tan­doente­ra­men­te, sin la menor modi­fi­ca­ción, el pro­gra­ma agra­rio de los social­re­vo­lu­cio­na­rios, es decir, con­tra­ji­mos indu­da­ble­men­te un com­pro­mi­so con el fin de pro­bar a los cam­pe­si­nos que no que­ría­mos impo­ner­nos a ellos, sino ir a un acuer­do. Al mis­mo tiem­po, pro­pu­si­mos (y poco des­pués lo rea­li­zá­ba­mos) un blo­que polí­ti­co for­mal con la par­ti­ci­pa­ción de los «social­re­vo­lu­cio­na­rios de izquier­da» en el gobierno, blo­que que ellos rom­pie­ron des­pués de la paz de Brest, lle­garl­do en julio de 1918 a la insu­rrec­ción arma­da y más tar­de a la lucha arma­da con­tra nosotros.

    Fácil es con­ce­bir, por con­si­guien­te, por qué los ata­ques de los izquier­dis­tas ale­ma­nes con­tra el Comi­té Cen­tral del Par­ti­do Comu­nis­ta en Ale­ma­nia por admi­tir este Comi­té la idea de un blo­que con los «inde­pen­dien­tes» («Par­ti­do Social­de­mó­cra­ta Inde­pen­dien­te de Ale­ma­nia», los kauts­kia­nos) nos pare­cen des­pro­vis­tos de serie­dad y una demos­tra­ción evi­den­te de la posi­ción erró­nea de los «izquier­dis­tas». En Rusia había tam­bién men­che­vi­ques de dere­cha (que entra­ron en el gobierno de Kerens­ki), corres­pon­dien­tes a los Schei­de­mann de Ale­ma­nia, y men­che­vi­ques de izquier­da (Már­tov), que se halla­ban en opo­si­ción con los men­che­vi­ques de dere­cha y corres­pon­dían a los kauts­kia­nos ale­ma­nes. En 1917 hemos obser­va­do muy cla­ra­men­te cómo las masas obreras

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    pasa­ban gra­dual­men­te de los men­che­vi­ques a los bol­che­vi­ques. En el I Con­gre­so de los Soviets de toda Rusia, cele­bra­do en junio de dicho año, tenía­mos sólo el 13 por cien­to de los votos. La mayo­ría per­te­ne­cía a los social­re­vo­lu­cio­na­rios y a los men­che­vi­ques. En el II Con­gre­so de los Soviets (25 de octu­bre de 1917, según el anti­guo calen­da­rio,) tenía­mos el 51 por cien­to de los sufra­gios. ¿Por qué en Ale­ma­nia una ten­den­cia igual, abso­lu­ta­men­te idén­ti­ca de los obre­ros a pasar de la dere­cha a la izquier­da ha con­du­ci­do, no al for­ta­le­ci­mien­to inme­dia­to de los comu­nis­tas, sino, en un comien­zo, al del par­ti­do inter­me­dio de los «inde­pen­dien­tes», aun­que este par­ti­do no haya teni­do nun­ca nin­gu­na idea polí­ti­ca inde­pen­dien­te y nin­gu­na polí­ti­ca inde­pen­dien­te, ni haya hecho jamás otra cosa que vaci­lar entre Schei­de­mann y los comunistas?

    Es indu­da­ble que una de las cau­sas ha sido la tác­ti­ca erró­nea de los comu­nis­tas ale­ma­nes, los cua­les deben hon­ra­da­men­te y sin temor reco­no­cer su error y apren­der a corre­gir­lo. La equi­vo­ca­ción ha con­sis­ti­do en negar­se a ir al par­la­men­to bur­gués reac­cio­na­rio y a los sin­di­ca­tos reac­cio­na­rios, el error ha con­sis­ti­do en múl­ti­ples mani­fes­ta­cio­nes de esta enfer­me­dad infan­til del «izquier­dis­mo» que aho­ra ha hecho erup­ción y que gra­cias a ello será cura­da mejor y más pron­to, con más pro­ve­cho para el organismo.

    El «Par­ti­do Social­de­mó­cra­ta Inde­pen­dien­te» ale­mán care­ce visi­ble­men­te de homo­ge­nei­dad inte­rior: al lado de los anti­guos jefes opor­tu­nis­tas (Kautsky, Hil­fer­ding y, por lo que se ve, en gran par­te Cris­pien, Lede­bour y otros), que han dado prue­bas de su inca­pa­ci­dad para com­pren­der la sig­ni­fi­ca­ción del Poder de los Soviets y de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, así como para diri­gir la lucha revo­lu­cio­na­ria de este últi­mo, se ha for­ma­do y cre­ce rápi­da­men­te, en dicho

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    par­ti­do, un ala izquier­da pro­le­ta­ria. Cien­tos de miles de miem­bros del par­ti­do, que, al pare­cer, cuen­ta en total unos 750.000, son pro­le­ta­rios que se ale­jan de Schei­de­mann y cami­nan a gran­des pasos hacia el comu­nis­mo. Esta ala pro­le­ta­ria pro­pu­so ya en el Con­gre­so de los inde­pen­dien­tes, cele­bra­do en Leip­zig (en 1919), la adhe­sión inme­dia­ta e incon­di­cio­nal a la III Inter­na­cio­nal. Temer un «com­pro­mi­so» con esa ala del par­ti­do, es sen­ci­lla­men­te ridícu­lo. Al con­tra­rio, es un deber de los comu­nis­tas bus­car y encon­trar una for­ma ade­cua­da de com­pro­mi­so con ella, com­pro­mi­so que per­mi­ta, por una par­te, faci­li­tar y apre­su­rar la fusión com­ple­ta y nece­sa­ria con ella, y, por otra, que no cohi­ba en nada a los comu­nis­tas en su lucha ideo­ló­gi­ca y polí­ti­ca con­tra el ala dere­cha opor­tu­nis­ta de los «inde­pen­dien­tes». Es pro­ba­ble que no sea fácil ela­bo­rar una for­ma ade­cua­da de com­pro­mi­so, pero sólo un char­la­tán podría pro­me­ter a los obre­ros y a los comu­nis­tas ale­ma­nes un camino «fácil» para alcan­zar la victoria.

    El capi­ta­lis­mo deja­ría de ser capi­ta­lis­mo, si el pro­le­ta­ria­do «puro» no estu­vie­se rodea­do de una masa abi­ga­rra­dí­si­ma de tipos que seña­lan la tran­si­ción del pro­le­ta­rio al semi­pro­le­ta­rio (el que obtie­ne en gran par­te sus medios de exis­ten­cia ven­dien­do su fuer­za de tra­ba­jo), del semi­pro­le­ta­rio al peque­ño cam­pe­sino (y al peque­ño pro­duc­tor, al arte­sano, al peque­ño patrono en gene­ral), del peque­ño cam­pe­sino al cam­pe­sino medio, etc., y si en el inte­rior mis­mo del pro­le­ta­ria­do no hubie­ra sec­to­res de un desa­rro­llo mayor o menor, divi­sio­nes según el ori­gen terri­to­rial, la pro­fe­sión, la reli­gión a veces, etc. De todo esto se des­pren­de impe­rio­sa­men­te la nece­si­dad – una nece­si­dad abso­lu­ta – para la van­guar­dia del pro­le­ta­ria­do, para su par­te cons­cien­te, para el Par­ti­do Comu­nis­ta, de recu­rrir a la manio­bra, a los acuer­dos, a los

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    com­pro­mi­sos con los diver­sos gru­pos de pro­le­ta­rios, con los diver­sos par­ti­dos de los obre­ros y peque­ños patro­nos. Toda la cues­tión con­sis­te en saber apli­car esta tác­ti­ca para ele­var y no para reba­jar el nivel gene­ral de con­cien­cia, de espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio, de capa­ci­dad de lucha y de vic­to­ria del pro­le­ta­ria­do. Es pre­ci­so ano­tar, entre otras cosas, que la vic­to­ria de los bol­che­vi­ques sobre los men­che­vi­ques exi­gió, no sólo antes de la Revo­lu­ción de Octu­bre de 1917, sino aun des­pués de ella la apli­ca­ción de una tác­ti­ca de manio­bras, de acuer­dos, de com­pro­mi­sos, aun­que de tal natu­ra­le­za, cla­ro es, que faci­li­ta­ban y apre­su­ra­ban la vic­to­ria de los bol­che­vi­ques, los con­so­li­da­ba y for­ta­le­cía a cos­ta de los men­che­vi­ques. Los demó­cra­tas peque­ño­bur­gue­ses (los men­che­vi­ques inclu­si­ve) osci­lan inevi­ta­ble­men­te entre la bur­gue­sía y el pro­le­ta­ria­do, entre la demo­cra­cia bur­gue­sa y el régi­men sovié­ti­co, entre el refor­mis­mo y el revo­lu­cio­na­ris­mo, entre el amor a los obre­ros y el mie­do a la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, etc. La tác­ti­ca acer­ta­da de los comu­nis­tas debe con­sis­tir en uti­li­zar estas vaci­la­cio­nes y no, en modo alguno, en igno­rar­las; esta uti­li­za­ción exi­ge con­ce­sio­nes a los ele­men­tos que se incli­nan hacia el pro­le­ta­ria­do – en el caso y en la medi­da exac­ta en que lo hacen – y al mis­mo tiem­po la lucha con­tra los ele­men­tos que se incli­nan hacia la bur­gue­sía. Gra­cias a la apli­ca­ción por nues­tra par­te de una tác­ti­ca acer­ta­da, el men­che­vis­mo se ha ido des­com­po­nien­do cada vez más y sigue des­com­po­nién­do­se en nues­tro país; dicha tác­ti­ca ha ido ais­lan­do a los jefes obs­ti­na­dos en el opor­tu­nis­mo y tra­yen­do a nues­tro cam­po a los mejo­res obre­ros, a los mejo­res ele­men­tos de la demo­cra­cia peque­ño­bur­gue­sa. Es esto un pro­ce­so len­to, y las «solu­cio­nes» ful­mi­nan­tes tales como «nin­gún com­pro­mi­so, nin­gu­na manio­bra» no hacen más que per­ju­di­car la cau­sa del acreci-

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    mien­to de la influen­cia y el aumen­to de las fuer­zas del pro­le­ta­ria­do revolucionario.

    En fin, uno de los erro­res indu­da­bles de los «izquier­dis­tas» de Ale­ma­nia con­sis­te en su intran­si­gen­cia rec­ti­lí­nea a no reco­no­cer el Tra­ta­do de Ver­sa­lles. Cuan­to más gran­de es «el aplo­mo» y «la impor­tan­cia», cuan­to más «cate­gó­ri­co» y sin ape­la­ción el tono con que for­mu­la este pun­to de vis­ta, por ejem­plo, K. Hor­ner, menos inte­li­gen­te resul­ta. No bas­ta con rene­gar de las nece­da­des evi­den­tes del «bol­che­vis­mo na cio­nal» (Lau­fen­berg y otros), el cual ha lle­ga­do has­ta el extre­mo de hablar de la for­ma­ción de un blo­que con la bur­gue­sía ale­ma­na para la gue­rra con­tra la Enten­te en las con­di­cio­nes actua­les de la revo­lu­ción pro­le­ta­ria inter­na­cio­nal. Hay que com­pren­der asi­mis­mo que es radi­cal­men­te erró­nea la tác­ti­ca que nie­ga la obli­ga­ción para la Ale­ma­nia Sovié­ti­ca (si sur­gie­se pron­to una Repú­bli­ca Sovié­ti­ca ale­ma­na) de reco­no­cer por algún tiem­po el Tra­ta­do de Ver­sa­lles y some­ter­se a él. De esto no se dedu­ce que los «inde­pen­dien­tes» tuvie­ran razón cuan­do, cstan­do los Schei­de­mann en el gobierno, cuan­do no había sido toda­vía derri­ba­do el Poder sovié­ti­co en Hun­gría, cuan­do toda­vía no esta­ba exclui­da la posi­bi­li­dad de una ayu­da de la revo­lu­ción sovié­ti­ca en Vie­na para apo­yar a la Hun­gría Sovié­ti­ca, cuan­do, en esas con­di­cio­nes, recla­ma­ban la fir­ma del Tra­ta­do de Ver­sa­lles. En aquel momen­to, los «inde­pen­dien­tes» manio­bra­ban muy mal, pues toma­ban sobre sí una res­pon­sa­bi­li­dad mayor o menor por los trai­do­res tipo Schei­de­mann y se des­via­ban más o menos del pun­to de vis­ta de la gue­rra de cla­ses impla­ca­ble (y fría­men­te razo­na­da) con­tra los Schei­de­mann, para colo­car­se «fue­ra» o «por enci­ma» de esta lucha de clases.

    Pero la situa­ción actual es de tal natu­ra­le­za, que los comu­nis­tas ale­ma­nes no deben atar­se las manos y pro­me­ter la

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    renun­cia obli­ga­to­ria e indis­pen­sa­ble del Tra­ta­do de Ver­sa­lles en caso de triun­fo del comu­nis­mo. Esto sería una ton­te­ría. Hay que decir: los Schei­de­mann y los kauts­kia­nos han come­ti­do una serie de trai­cio­nes que han difi­cul­ta­do (y en par­te han hecho fra­ca­sar) la alian­za con la Rusia Sovié­ti­ca, con la Hun­gría Sovié­ti­ca. Noso­tros, los comu­nis­tas, pro­cu­ra­re­mos por todos los medios faci­li­tarpre­pa­rar esa alian­za, y, en cuan­to a la paz de Ver­sa­lles, no esta­mos obli­ga­dos a recha­zar­la a toda cos­ta y ade­más de un modo inme­dia­to. La posi­bi­li­dad de recha­zar­la efi­caz­men­te depen­de no sólo de los éxi­tos del movi­mien­to sovié­ti­co en Ale­ma­nia, sino tam­bién de sus éxi­tos inter­na­cio­na­les. Este movi­mien­to ha sido obs­ta­cu­li­za­do por los Schei­de­mann y los Kautsky; noso­tros lo favo­re­ce­mos. Ved dón­de está el fon­do de la cues­tión, en qué con­sis­te la dife­ren­cia radi­cal. Y si nues­tros enemi­gos de cla­se, los explo­ta­do­res y sus laca­yos, los Schei­de­mann y los kauts­kia­nos, han deja­do esca­par una serie de oca­sio­nes pro­pi­cias para for­ta­le­cer el movi­mien­to sovié­ti­co ale­mán e inter­na­cio­nal, a la vez que la revo­lu­ción sovié­ti­ca ale­ma­na e inter­na­cio­nal, la cul­pa es de ellos. La revo­lu­ción sovié­ti­ca en Ale­ma­nia refor­za­rá el movi­mien­to sovié­ti­co inter­na­cio­nal, que es el reduc­to más fuer­te (y el úni­co segu­ro e inven­ci­ble, de una poten­cia uni­ver­sal) con­tra el Tra­ta­do de Ver­sa­lles, con­tra el impe­ria­lis­mo inter­na­cio­nal en gene­ral. Poner obli­ga­to­ria­men­te, a toda cos­ta y en segui­da, la libe­ra­ción del Tra­ta­do de Ver­sa­lles en el pri­mer plano, antes que le cues­tión de la libe­ra­ción del yugo impe­ria­lis­ta de los demás paí­ses opri­mi­dos por el impe­ria­lis­mo, es una mani­fes­ta­ción de nacio­na­lis­mo peque­ño­bur­gués (digno de los Kautsky, Hil­fer­ding, Otto Bauer y com­pa­ñía), pero no de inter­na­cio­na­lis­mo revo­lu­cio­na­rio. El derrum­ba­mien­to de la bur­gue­sía en cual­quie­ra de los gran­des paí­ses euro­peos, Ale­ma­nia inclusive,

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    es un acon­te­ci­mien­to tan favo­ra­ble para la revo­lu­ción inter­na­cio­nal, que, para que esto ocu­rra, se pue­de y se debe dejar vivir por algún tiem­po más el Tra­ta­do de Ver­sa­lles, si er, nece­sa­rio. Si Rusia por sí sola ha podi­do resis­tir duran­te algu­nos meses con pro­ve­cho para la revo­lu­ción el Tra­ta­do de Brest, no es nin­gún impo­si­ble el que la Ale­ma­nia Sovié­ti­ca, alia­da con la Rusia Sovié­ti­ca, pue­da sopor­tar más tiem­po, con pro­ve­cho para la revo­lu­ción, el Tra­ta­do de Versalles.

    Los impe­ria­lis­tas de Fran­cia, Ingla­te­rra, etc., quie­ren pro­vo­car a los comu­nis­tas ale­ma­nes, ten­dién­do­les este lazo: «decid que no fir­ma­réis el Tra­ta­do de Ver­sa­lles». Y los comu­nis­tas «de izquier­da» se dejan coger como niños en el lazo que les han ten­di­do, en vez de manio­brar con des­tre­za con­tra un enemi­go pér­fi­do, y en el momen­to actual más fuer­te, en vez de decir­le: «aho­ra fir­ma­re­mos el Tra­ta­do de Ver­sa­lles». Atar­nos de ante­mano las manos, decla­rar fran­ca­men­te al enemi­go, actual­men­te mejor arma­do que noso­tros, si vamos a luchar con él y en qué momen­to, es una ton­te­ría y no tie­ne nada de revo­lu­cio­na­rio. Acep­tar el com­ba­te a sabien­das de que ofre­ce ven­ta­ja al enemi­go y no a noso­tros, es un cri­men, y no sir­ven para nada los polí­ti­cos de la cla­se revo­lu­cio­na­ria que no saben «manio­brar», que no saben pro­ce­der «por acuer­dos y com­pro­mi­sos» con el fin de evi­tar un com­ba­te que es des­fa­vo­ra­ble de antemano.

    Nota de Boltxe Kolek­ti­boa: el tex­to inte­gro está en el otro artícu­lo en esta sec­ción de la web. Un tex­to fun­da­men­tal para un deba­te estratégico.

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