Pala­das de tie­rra y acuer­dos par­la­men­ta­rios- Jose Mari Espar­za Zabalegi

Si de algo debe ser­vir la memo­ria his­tó­ri­ca a la izquier­da espa­ño­la es para apren­der y no caer, hoga­ño, en los mis­mos erro­res que ella denun­cia de anta­ño. Por una par­te, pare­ce que aca­ban de des­cu­brir a las víc­ti­mas del 36 y pro­tes­tan del “olvi­do” al que han sido some­ti­das duran­te 70 años, obvian­do que duran­te los 30 últi­mos ha sido pre­ci­sa­men­te la izquier­da espa­ño­la la que ha hecho posi­ble ese olvi­do, mucho más cruel e incom­pren­si­ble que el prac­ti­ca­do por la dere­cha. “Fue por cul­pa de la Tran­si­ción” dicen aho­ra, dan­do la razón a quie­nes lle­va­mos tres déca­das denun­cian­do aquél sucio apa­ño con los franquistas.
Aho­ra todos cues­tio­nan la cita­da Tran­si­ción, que mar­gi­nó a las víc­ti­mas del 36 y las man­tu­vo en el lim­bo don­de las colo­có el ante­rior régi­men, que sí había hon­ra­do lar­ga­men­te a sus caí­dos. La para­do­ja de esa izquier­da espa­ño­la, tan tibia y tan difí­cil de dis­tin­guir de la dere­cha espa­ño­la, es que su pala­dín jus­ti­cie­ro, el caba­lle­ro Bayar­do de su demo­cra­cia, ha teni­do que ser un juez titi­ri­te­ro que arras­tra con­si­go el mayor núme­ro de denun­cias por tor­tu­ra de toda Euro­pa. Allen­de el Ebro, las cosas son así.
Los fusi­la­dos del 36, ter­cos ellos, siguen apa­re­cien­do y recla­man­do jus­ti­cia. Con ellos no se han cum­pli­do las cua­tro erres que hoy día recla­ma la diplo­ma­cia inter­na­cio­nal para la reso­lu­ción de los con­flic­tos his­tó­ri­cos: Reco­no­ci­mien­to y Repa­ra­ción de todas las víc­ti­mas; garan­tías de no-Repe­ti­ción y, dado lo ante­rior, Recon­ci­lia­ción. Fran­co sólo reco­no­ció y recom­pen­só a sus “Glo­rio­sos caí­dos”, como hoy sólo reco­no­cen a las “Víc­ti­mas del Terro­ris­mo”. Por eso, tam­bién los muer­tos, tor­tu­ra­dos y per­se­gui­dos de estos cin­cuen­ta últi­mos años, que no sean jus­ta­men­te reco­no­ci­dos y repa­ra­dos, sal­drán tozu­da­men­te de su olvi­do, recla­man­do jus­ti­cia. El sufri­mien­to pule la memoria.
La Ley de Víc­ti­mas apro­ba­da estos días por el Par­la­men­to Nava­rro es una ley de tufo fran­quis­ta, ofen­si­va e inú­til para la paz. Ade­más es falaz, pues comien­za su lis­ta­do con una niña, víc­ti­ma aje­na al con­flic­to vas­co, sólo para ocul­tar nom­bres mucho más tene­bro­sos, como el de Meli­tón Man­za­nas. Ali­men­ta el odio y la dis­cri­mi­na­ción y la his­to­ria juz­ga­rá a quie­nes la han votado.
La ley es fran­quis­ta por­que hace algo insó­li­to en Euro­pa: con­si­de­ra víc­ti­mas a los ser­vi­do­res de una Dic­ta­du­ra, como Carre­ro Blan­co, y ase­si­nos a los que se enfren­ta­ron a ella y fue­ron fusi­la­dos, como Txi­ki y Otae­gi. No cono­ce­mos un solo caso en todo el mun­do en el que una sedi­cen­te demo­cra­cia pre­mie y home­na­jee a los ser­vi­do­res de las tira­nías ante­rio­res y cas­ti­gue a quie­nes las com­ba­tie­ron. Pero es más: si aho­ra la pro­gre­sía espa­ño­la reco­no­ce la Tran­si­ción como una mera refor­ma del fran­quis­mo (“sólo se refor­ma lo que se desea con­ser­var” dijo Fra­ga) ¿dón­de está la ver­da­de­ra raya entre “demó­cra­tas” y “vio­len­tos”? ¿La Audien­cia Nacio­nal, la inco­mu­ni­ca­ción de los dete­ni­dos o la Ley de Par­ti­dos son ins­tru­men­tos “demo­crá­ti­cos” mien­tras que el inde­pen­den­tis­mo es vio­len­to? ¿Fra­ga, Mar­tín Villa o RuGAL­ca­ba son demó­cra­tas mien­tras Ote­gui, Elko­ro o Rafa Díaz son terro­ris­tas?. Un poco de por favor, que diría Arnaldo.
Nadie nie­ga las víc­ti­mas ino­cen­tes, y las menos ino­cen­tes, cau­sa­das por ETA. Eso sí, de la lis­ta habría que apar­tar las cau­sa­das por ramas polí­ti­cas y “terro­ris­tas” que aca­ba­ron tra­ves­ti­dos en el PSOE, IU o Batza­rre, y aho­ra andan des­de la pren­sa y los par­la­men­tos endo­san­do a otros lo que ellos hicie­ron. Las heme­ro­te­cas aún son públi­cas. Las víc­ti­mas de ese ban­do, digan lo que digan, han teni­do todo tipo de apo­yo moral, home­na­jes, ayu­das mul­ti­mi­llo­na­rias, enchu­fes, faci­li­dad de vivien­da, becas, pre­emi­nen­cias y car­gos. Sus pode­ro­sas orga­ni­za­cio­nes, ves­ti­das con ingen­tes fon­dos públi­cos y sabe­do­ras de su poder, exi­gen todos los días más pre­ben­das y más cas­ti­gos. Muchos miles de años de cár­cel se han paga­do en su nombre.
En el otro lado, según datos de Eus­kal Memo­ria, han sido 465 las muer­tes vio­len­tas, por las que nadie ha paga­do nada; más de 2.000 heri­dos gra­ves; 50.000 dete­ni­dos; 10.000 tor­tu­ra­dos; 7.000 encar­ce­la­dos… Todos tie­nen nom­bres y ape­lli­dos, tes­ti­mo­nios, fami­lias sufrien­tes. Es fácil reco­no­cer­los, pre­gun­tar­les y cono­cer sus cal­va­rios: todo vas­co tie­ne alguno de vecino. Apro­bar una Ley de Víc­ti­mas sin tener en cuen­ta estos datos es una injus­ti­cia; una sumi­sión a la vio­len­cia del Esta­do; un agra­vio com­pa­ra­ti­vo insul­tan­te y sobre todo, es una solem­ne estu­pi­dez, que nada soluciona.
En su día, pelea­mos con­tra el olvi­do fran­quis­ta y recu­pe­ra­mos la memo­ria de todas sus víc­ti­mas, rega­das entre Ger­ni­ka y Sar­ta­gu­da. Aco­rra­la­mos a los men­ti­ro­sos, escu­pi­mos a su moral de doble rase­ro y les demos­tra­mos la dife­ren­cia que hay entre víc­ti­mas y ver­du­gos. Exac­ta­men­te lo mis­mo hare­mos con UPN, PSOE, IU, Batza­rre y con todo aquél que pre­ten­da ocul­tar una víc­ti­ma o un repre­sa­lia­do de este pue­blo, sea con pala­das de tie­rra o con acuer­dos parlamentarios.

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