Sobre la izquier­da esqui­zo­fré­ni­ca- Car­lo Fabretti

Si car­ní­vo­ros, caza­do­res, tau­ró­fi­los e hin­chas pecan por defec­to, los abo­li­cio­nis­tas lo hacen por exce­so. Son bien­in­ten­cio­na­dos puri­ta­nos que, al impug­nar el patriar­ca­do des­de el dog­ma­tis­mo de una moral idea­lis­ta, con­tri­bu­yen a con­so­li­dar­lo. Como aque­llos que para com­ba­tir el fas­cis­mo apo­yan a un fas­cis­ta solapado

Es increí­ble que tan­tas per­so­nas de izquier­das, inte­li­gen­tes y hon­ra­das, hayan caí­do en la tram­pa del «apo­yo» a un magis­tra­do fascista.

-Tal como están las cosas, no es tan increíble.

-¿Por qué?

-Por­que ser de izquier­das en un mun­do de dere­chas requie­re un esfuer­zo con­ti­nuo. No es una mera deci­sión que se toma en un momen­to dado, como, pon­ga­mos por caso, dejar de fumar…

-Dejar de fumar tam­bién requie­re un esfuer­zo continuo.

-Sí, pero sólo de volun­tad: el que quie­re dejar de fumar tie­ne per­fec­ta­men­te cla­ro su obje­ti­vo y lo que ha de hacer ‑o dejar de hacer- para con­se­guir­lo, mien­tras que ser de izquier­das requie­re tam­bién, y ante todo, un con­ti­nuo esfuer­zo intelectual.

-¿Por qué? El izquier­dis­ta tam­bién tie­ne cla­ros sus idea­les de jus­ti­cia, igual­dad y liber­tad, y sabe por qué tipo de socie­dad está luchando.

-Sí, pero el camino hacia esa socie­dad libre, jus­ta e igua­li­ta­ria no está tra­za­do de ante­mano, hay que hacer­lo paso a paso; y la jus­ti­cia, la igual­dad y la liber­tad no pue­den ajus­tar­se a mode­los pre­es­ta­ble­ci­dos e inmu­ta­bles, como pre­ten­den las reli­gio­nes y las ideologías.

-¿Y eso qué tie­ne que ver con apo­yar a un juez fascista?

-Tie­ne que ver con esa y otras muchas con­tra­dic­cio­nes. El izquier­dis­ta inmer­so en una socie­dad de dere­chas, o, dicho de otro modo, el socia­lis­ta que vive en un país capi­ta­lis­ta, no sólo tie­ne que hacer el ímpro­bo esfuer­zo de nadar a con­tra­co­rrien­te, sino que ade­más ha de defen­der­se de una into­xi­ca­ción cons­tan­te. Y, lo que es más difí­cil, ha de luchar con­tra su pro­pia natu­ra­le­za, pues­to que ha sido edu­ca­do en el seno del capi­ta­lis­mo y, por tan­to, ha inter­na­li­za­do su lógi­ca per­ver­sa. Su con­cien­cia es de izquier­das, pero su incons­cien­te es de dere­chas. Sus incli­na­cio­nes, sus ape­ti­tos y sus pre­jui­cios son los de un bur­gués, y si no lucha con­tra ellos de for­ma con­ti­nua, deli­be­ra­da y cons­cien­te, es inevi­ta­ble que incu­rra en con­tra­dic­cio­nes de todo tipo.

-¿Por ejem­plo?

-El car­ni­vo­ris­mo es una abe­rra­ción éti­ca, die­té­ti­ca, eco­nó­mi­ca, eco­ló­gi­ca y sani­ta­ria, y por ende polí­ti­ca. Es la per­fec­ta metá­fo­ra del capi­ta­lis­mo depre­da­dor, des­pil­fa­rra­dor y des­pia­da­do. ¿Por qué, enton­ces, hay tan pocos vege­ta­ria­nos? Por­que los hábi­tos ali­men­ta­rios están tan arrai­ga­dos, se con­si­de­ran tan «natu­ra­les», que para muchos es menos trau­má­ti­co incu­rrir en una con­tra­dic­ción fla­gran­te que renun­ciar a esos hábitos.

-¿Por eso tam­bién hay gen­te de izquier­das que caza o va a los toros?

-Efec­ti­va­men­te. Dis­fru­tar matan­do o vien­do matar es atroz; pero, como decía Isaac B. Sin­ger, con res­pec­to a los ani­ma­les todos somos nazis: la razón y la pie­dad sucum­ben ante los impul­sos san­gui­na­rios de una socie­dad depre­da­do­ra y la ideo­lo­gía que los jus­ti­fi­ca. Y el cul­to al depor­te ago­nís­ti­co, con­ver­ti­do en el espec­tácu­lo de masas por exce­len­cia, res­pon­de a las mis­mas pul­sio­nes agre­si­vas, a la mis­ma vio­len­cia social.

-¿Y los abo­li­cio­nis­tas? Pues­tos a no dejar títe­re con cabeza…

-Al igual que sus ante­ce­so­res, los que que­rían prohi­bir el con­su­mo de bebi­das alcohó­li­cas, los abo­li­cio­nis­tas actua­les con­fun­den la cau­sa con el efec­to y la «vir­tud» con la hon­ra­dez. Ofus­ca­dos por el mito del amor román­ti­co, pien­san de for­ma mora­lis­ta y adia­léc­ti­ca (como todos en cuan­to nos des­cui­da­mos). Si car­ní­vo­ros, caza­do­res, tau­ró­fi­los e hin­chas pecan por defec­to, los abo­li­cio­nis­tas lo hacen por exce­so. Son bien­in­ten­cio­na­dos puri­ta­nos que, al impug­nar el patriar­ca­do des­de el dog­ma­tis­mo de una moral idea­lis­ta, con­tri­bu­yen a con­so­li­dar­lo. Como aque­llos para com­ba­tir el fas­cis­mo apo­yan a un fas­cis­ta solapado.

-No veo cla­ro el paralelismo.

-En ambos casos se inten­ta redu­cir un pro­ble­ma com­ple­jo a una ecua­ción sim­ple, y por ende falaz. Mis enemi­gos ata­can a X, lue­go X es mi ami­go. La pros­ti­tu­ción es una lacra social, lue­go abo­lir­la es bueno. Y esta lógi­ca sim­plis­ta es tam­bién res­pon­sa­ble de la más gra­ve con­fu­sión de la izquier­da esquizofrénica.

-¿A saber?

-La gene­ra­li­za­da idea de que inde­pen­den­tis­mo e inter­na­cio­na­lis­mo son incom­pa­ti­bles. El inter­na­cio­na­lis­mo une a los pue­blos, mien­tras que el inde­pen­den­tis­mo los divi­de, argu­men­tan algu­nos, ya sea de for­ma inge­nua o ten­den­cio­sa. De for­ma tan inge­nua o tan ten­den­cio­sa que olvi­dan algo tan ele­men­tal como que, por defi­ni­ción, el inter­na­cio­na­lis­mo pre­su­po­ne la exis­ten­cia de los corres­pon­dien­tes nacio­na­lis­mos a inter­re­la­cio­nar. Enten­dien­do por nacio­na­lis­mo, cla­ro está, no la exal­ta­ción arro­gan­te de cier­tas pecu­lia­ri­da­des cul­tu­ra­les ni la rei­vin­di­ca­ción exclu­yen­te de pri­vi­le­gios arbi­tra­rios, sino la pura y sim­ple afir­ma­ción de la pro­pia sobe­ra­nía fren­te a quie­nes la nie­gan o la limi­tan. Y en una épo­ca en la que el capi­ta­lis­mo adop­ta la for­ma de un impe­ria­lis­mo ava­sa­lla­dor que inten­ta arre­ba­tar­les a los pue­blos su iden­ti­dad para poder arre­ba­tar­les todo lo demás, la defen­sa de la sobe­ra­nía y el dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción se con­vier­te en un aspec­to fun­da­men­tal de la lucha anti­ca­pi­ta­lis­ta. Así lo han enten­di­do la mayo­ría de los cuba­nos, para quie­nes «socia­lis­mo o muer­te» y «patria o muer­te» son lemas equi­va­len­tes, pues­to que tie­nen muy cla­ro que la defen­sa de su nación y la defen­sa de su pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio son una mis­ma cosa. Y así lo ha enten­di­do tam­bién una bue­na par­te del pue­blo vas­co, cuya lucha por la inde­pen­den­cia se fun­de y se con­fun­de con la lucha de clases.

-Intere­san­te… Pero ¿no es un tan­to para­dó­ji­co que denun­cies la esqui­zo­fre­nia de cier­tos sec­to­res de la izquier­da median­te un recur­so tan esqui­zo­fré­ni­co como un diá­lo­go con­ti­go mismo?

-Des­de lue­go. Pero, como decía Hegel, una para­do­ja es una ver­dad cabe­za aba­jo. Y pues­to que for­ma­mos par­te de una socie­dad esqui­zo­fré­ni­ca, hemos de inten­tar con­ver­tir el des­ga­rra­mien­to interno en diá­lo­go cla­ri­fi­ca­dor, la con­tra­dic­ción en dialéctica…

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