Girón (Ani­ver­sa­rio del ata­que gusano-impe­ria­lis­ta con­tra Cuba)- Cubadebate

La inva­sión de Pla­ya Girón fue una ope­ra­ción mili­tar en la que tro­pas con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias, entre­na­das y diri­gi­das por la CIA, que inten­ta­ron inva­dir a Cuba en abril de 1961.

La acción aca­bó en fra­ca­so en menos de 72 horas, el 19 de abril, y la mayo­ría de los com­ba­tien­tes fue­ron cap­tu­ra­dos por el Ejér­ci­to Rebel­de y las Mili­cias Nacio­na­les. Pos­te­rior­men­te, los mer­ce­na­rios fue­ron envia­dos a Esta­dos Uni­dos, inter­cam­bia­dos por com­po­tas y máqui­nas de labranza.

Cuba­de­ba­te les ofre­ce poe­mas ins­pi­ra­dos en estos hechos de tres auto­res impres­cin­di­bles de la Lite­ra­tu­ra cuba­na: Nico­lás Gui­llén, Rober­to Fer­nán­dez Reta­mar y Fayad Jamís

La san­gre numerosa

A Eduar­do Car­da, miliciano
que escri­bió con su sangre,
al morir ame­tra­lla­do por la
avia­ción yan­qui, en abril de
1961, el nom­bre de Fidel.

Por Nico­lás Guillén

Cuan­do con san­gre escribe.
FIDEL este sol­da­do que por la Patria mue­re, no digáis miserere:
esa san­gre es el sím­bo­lo de la Patria que vive.

Cuan­do su voz en pena
len­gua para expre­sar­se pare­ce que no halla, no digáis que se calla,
pues en la pura len­gua de la Patria resuena.

Cuan­do su cuer­po baja
exáni­me a la tie­rra que lo cubre ambi­cio­sa, no digáis que reposa,
pues por la Patria en pie res­plan­de­ce y trabaja.

Ya nadie habrá que pueda
parar su cora­zón uni­do y repartido.
No digáis que se ha ido
Su san­gre nume­ro­sa jun­to a la Patria queda.

Nico­lás Gui­llén, Obra poé­ti­ca, tomo II

Epi­ta­fio en Girón

Por Rober­to Fer­nán­dez Retamar

Aban­do­na­do el sem­bra­dío o el beso
O el mon­te del oscu­ro carbón,
Avan­za­mos sobre los inva­so­res que armara
el extran­je­ro miserable.

Defen­di­mos con nues­tros pechos trabajadores
No solo este terri­to­rio mitad tie­rra mitad agua,
Sino la isla toda, y más allá de sus costas
El inmen­so mun­do que con­fia­ba en nosotros
‑Has­ta caer, agu­je­rea­das las cami­sas azu­les y verdes-.

Via­je­ro: ve a decir a nues­tros her­ma­nos vivos
Que aquí sigue fla­mean­do la ban­de­ra de Cuba
Y da som­bra a la fér­til cose­cha de nues­tros huesos.

Toma­do de: Con las mis­mas manos

No hue­len a tierra

Por Fayad Jamis

No tra­je­ron flo­res ni semillas;
no vinie­ron a lle­nar nues­tras casas de pan o de música;
no vinie­ron a sen­tar­se en el por­tal a hablar de los días hermosos,
del amor o el trabajo.

Sus manos no hue­len a tierra.

N o vinie­ron a reu­nir los ladrillos
de la casa tranquila;
no vinie­ron a orde­ñar la vaca
húme­da de estre­llas y rocío;
no vinie­ron a cor­tar los vie­jos árbo­les con los que hare­mos nues­tra mesa;
no vinie­ron a ense­ñar­nos a leer
ni a curar nues­tras manos heridas;
no vinie­ron a acom­pa­ñar­nos a soñar en el mun­do que esta­mos cons­tru­yen­do con sudor y alegría.

Sus manos no hue­len a tierra.

Sus manos no tra­je­ron pena­chos de palomas,
ni sacos de maíz ni cajo­nes de libros;
sus manos no tra­je­ron barri­les de aceite
ni vasos, ni mar­ti­llos, ni violines;
sus manos no tra­je­ron la esperanza;
sus manos no tra­je­ron el amor;
sus manos no tra­je­ron la amistad;
sus manos no tra­je­ron la alegría;
sus manos no tra­je­ron la paz;
sus manos no tra­je­ron la vida.
Sus manos no hue­len a tierra.

Toma­do de: La vic­to­ria de Pla­ya Girón

El pue­blo anuncia

Por Fayad Jamis

Don­de cayó mi her­mano se levan­ta la patria.
Don­de cayó mi her­mano se levan­ta el futuro.

Del puño de mi her­mano sal­drá un árbol
y en ese árbol can­ta­rán los días
y jun­to a su tron­co cre­ce­rán los niños,
los inven­ci­bles héroes del futuro.
Del pecho de mi her­mano sal­drá un río
y en su hume­dad flo­re­ce­rá la tierra
y en su espe­jo los pája­ros y el cielo
se fun­di­rán en un cho­rro de luz.

Don­de cayó mi her­mano se levan­ta la patria.
Don­de cayó mi her­mano se levan­ta el futuro.

De la fren­te de mi her­mano sur­gi­rá la aurora
sere­na, fuer­te, roja,
con rumor de man­da­rria que golpea
y de libro que se abre.
De los ojos de mi her­mano bro­ta­rá la lla­ma inex­tin­gui­ble de esta vida nueva
que nos arras­tra en su carro­za ardiente
mien­tras nos can­ta su himno inmor­tal la primavera.

Toma­do de: La vic­to­ria de Pla­ya Girón

Lle­ga la muerte

(Mar­tia­nas)

Por Fayad Jamis

Cru­zó el cie­lo la metralla;
el mon­te, el pan­tano, el río,
tem­bla­ron. Y en un bohío
la san­gre tra­zó una raya.

Qué blan­co esta­ba el camino
dor­mi­do entre los piñones.
Y de pron­to los cañones
alza­ron el remolino.

No rom­pas la madrugada,
dijo la sei­ba al sinsonte,
y en las entra­ñas del monte
cru­jió la gran puñalada.

Yo escu­ché cuan­do el hermano
decía al her­mano: Prepara
tu san­gre de lum­bre clara
para encen­der el pantano.

Alzó un pája­ro sus alas,
cru­jió un nenú­far sellado
y el ama­ne­cer dorado
se abrió en un río de balas.

Del mon­te oscu­ro a la espuma
sem­bró su semi­lla un hombre
y lle­ga­ron los sin nombre
y lo hun­die­ron en la bruma.

Qué her­mo­sa el agua dormida
y la blan­ca flor despierta.
Qué her­mo­sa en la fren­te muerta
la pura estre­lla encendida.

Toma­do de: La vic­to­ria de Pla­ya Girón

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