El Impe­ria­lis­mo, fase supe­rior del capi­ta­lis­mo por V.I. Lenin

42519_lenin_trotzkioriginal

NOTA DEL EDITOR

    Se ha toma­do como base de la pre­sen­te edi­ción de El impe­ria­lis­mofase supe­rior del capi­ta­lis­mo el tex­to de la edi­ción espa­ño­la de las Obras Esco­gi­das de Lenin, en dos tomos, publi­ca­das por Edi­cio­nes en Len­guas Extran­je­ras, de Mos­cú, en 1948. Este folle­to ha sido edi­ta­do des­pués de haber sido con­fron­ta­do con la ver­sión chi­na, publi­ca­da por la Edi­to­rial del Pue­blo, Pekín, en sep­tiem­bre de 1964, y con­sul­ta­do el ori­gi­nal ruso de las Obras Com­ple­tas de Lenin, t. XXII.
    Las notas inclui­das al final del folle­to han sido redac­ta­das y tra­du­ci­das según las de la edi­ción chi­na, publi­ca­da por la Edi­to­rial del Pue­blo, Pekín.

C O N T E N T S
PROLOGO

1

PROLOGO A LAS EDICIONES FRANCESA Y ALEMANA

3

I.
II.
III.
IV.
V.

3
4
6
7
8

I.

LA CONCENTRACION DE LA PRODUCCION Y LOS MONOPOLIOS

12

II.

LOS BANCOS Y SU NUEVO PAPEL

33

III.

EL CAPITAL FINANCIERO Y LA OLIGARQUIA FINANCIERA

56

IV.

LA EXPORTACION DE CAPITAL

76

V.

EL REPARTO DEL MUNDO ENTRE LAS ASOCIACIONES DE
CAPITALISTAS

83

VI.

EL REPARTO DEL MUNDO ENTRE LAS GRANDES POTENCIAS

95

VII.

EL IMPERIALISMO, COMO FASE PARTICULAR DEL CAPITALISMO

111

VIII.

EL PARASITISMO Y LA DESCOMPOSICION DEL CAPITALISMO

126

IX.

LA CRITICA DEL IMPERIALISMO

140

X.

EL LUGAR HISTORICO DEL IMPERIALISMO

158

NOTAS

167


    pág. 1

    1](Ensa­yo popu­lar )

    PROLOGO

    El folle­to que ofrez­co a la aten­ción del lec­tor fue escri­to en Zurich duran­te la pri­ma­ve­ra de 1916. En las con­di­cio­nes en que me veía obli­ga­do a tra­ba­jar tuve que tro­pe­zar, natu­ral­men­te, con una cier­ta insu­fi­cien­cia de mate­ria­les fran­ce­ses e ingle­ses y con una gran cares­tía de mate­ria­les rusos. Sin embar­go, la obra ingle­sa más impor­tan­te sobre el impe­ria­lis­mo, el libro de J. A. Hob­son, ha sido uti­li­za­da con la aten­ción que, a mi jui­cio, merece.

    El folle­to está escri­to tenien­do en cuen­ta la cen­su­ra zaris­ta. Por esto, no sólo me vi pre­ci­sa­do a limi­tar­me estric­ta­men­te a un aná­li­sis exclu­si­va­men­te teó­ri­co – sobre todo eco­nó­mi­co –, sino tam­bién a for­mu­lar las indis­pen­sa­bles y poco nume­ro­sas obser­va­cio­nes de carác­ter polí­ti­co con una extra­or­di­na­ria pru­den­cia, por medio de alu­sio­nes, del len­gua­je a lo Eso­po, mal­di­to len­gua­je al cual el zaris­mo obli­ga­ba a recu­rrir a todos los revo­lu­cio­na­rios cuan­do toma­ban la plu­ma para escri­bir algo con des­tino a la lite­ra­tu­ra «legal».

    Pro­du­ce pena releer aho­ra, en los días de liber­tad, los pasa­jes del folle­to des­na­tu­ra­li­za­dos, com­pri­mi­dos, contenidos

    pág. 2

    en un ani­llo de hie­rro por la preo­cu­pa­ción de la cen­su­ra zaris­ta. Para decir que el impe­ria­lis­mo es el pre­lu­dio de la revo­lu­ción socia­lis­ta, que el social­cho­vi­nis­mo (socia­lis­mo de pala­bra, cho­vi­nis­mo de hecho) es una trai­ción com­ple­ta al socia­lis­mo, el paso com­ple­to al lado de la bur­gue­sía, que esa esci­sión del movi­mien­to obre­ro está rela­cio­na­da con las con­di­cio­nes obje­ti­vas del impe­ria­lis­mo, etc., me vi obli­ga­do a hablar en un len­gua­je ser­vil, y por esto no ten­go más reme­dio que remi­tir a los lec­to­res que se intere­sen por el pro­ble­ma a la colec­ción de mis artícu­los de 1914 – 1917, publi­ca­dos en el extran­je­ro,2]: para hacer com­pren­der al lec­tor, en for­ma adap­ta­da a la cen­su­ra, el modo inde­co­ro­so de cómo mien­ten los capi­ta­lis­tas y los social­cho­vi­nis­tas que se han pasa­do al lado de aqué­llos (y con­tra los cua­les lucha con tan­ta incon­se­cuen­cia Kautsky), en lo que se refie­re a la cues­tión de las ane­xio­nes, el des­ca­ro con que encu­bren las ane­xio­nes de sus capi­ta­lis­tas, me vi pre­ci­sa­do a tomar el ejem­plo… ¡del Japón! El lec­tor aten­to sus­ti­tui­rá fácil­men­te el Japón por Rusia, y Corea, por Fin­lan­dia, Polo­nia, Cur­lan­dia, Ucra­nia, Jiva, Buja­rá, Estlan­dia y otros terri­to­rios del impe­rio zaris­ta no pobla­dos por gran­des rusos.

    Quie­ro abri­gar la espe­ran­za de que mi folle­to ayu­da­rá a orien­tar en la cues­tión eco­nó­mi­ca fun­da­men­tal, sin cuyo estu­dio es impo­si­ble com­pren­der nada en la apre­cia­ción de la gue­rra y de la polí­ti­ca actua­les, a saber: la cues­tión de la esen­cia eco­nó­mi­ca del imperialismo.

    EL AUTOR

    Petro­gra­do, 26 de abril de 1917

    pág. 3

    3]

    4], ha dado en esta cues­tión un paso atrás con res­pec­to al inglés Hob­son, paci­fis­ta y refor­mis­ta decla­ra­do. La esci­sión inter­na­cio­nal de todo el movi­mien­to obre­ro apa­re­ce aho­ra de una mane­ra ple­na (II y III Inter­na­cio­nal). La lucha arma­da y la gue­rra civil entre las dos ten­den­cias es tam­bién un hecho evi­den­te: en Rusia, apo­yo de Kol­chak y de Deni­kin por los men­che­vi­ques y los «socia­lis­tas-revo­lu­cio­na­rios» con­tra los bol­che­vi­ques;5]; y lo mis­mo en Fin­lan­dia, en Polo­nia, en Hun­gria, etc. ¿Dón­de está la base eco­nó­mi­ca de este fenó­meno histórico-mundial?

    Se encuen­tra pre­ci­sa­men­te en el para­si­tis­mo y en la des­com­po­si­ción del capi­ta­lis­mo, inhe­ren­tes a su fase his­tó­ri­ca supe­rior, es decir, al impe­ria­lis­mo. Como lo demos­tra­mos en este libro, el capi­ta­lis­mo ha des­ta­ca­do aho­ra un puña­do (menos de una déci­ma par­te de la pobla­ción de la tie­rra, menos de un quin­to, cal­cu­lan­do «por todo lo alto») de Esta­dos par­ti­cu­lar­men­te ricos y pode­ro­sos, que saquean a todo el mun­do con el sim­ple «recor­te del cupón». La expor­ta­ción de capi­tal da ingre­sos que se ele­van a ocho o diez mil millo­nes de fran­cos anua­les, de acuer­do con los pre­cios de antes de la gue­rra y según las esta­dís­ti­cas bur­gue­sas de enton­ces. Natu­ral­men­te, aho­ra eso repre­sen­ta mucho más.

    Es evi­den­te que una supet­ga­nan­cia tan gigan­tes­ca (ya que los capi­ta­lis­tas se apro­pian de ella, ade­más de la que expri­men a los obre­ros de su «pro­pio» país) per­mi­te corrom­per a los diri­gen­tes obre­ros y a la capa supe­rior de la aris­to­cra­cia obre­ra. Los capi­ta­lis­tas de los paí­ses «avan­za­dos» los

    pág. 10

    corrom­pen, y lo hacen de mil mane­ras, direc­tas e indi­rec­tas, abier­tas y ocultas.

    Esta capa de obre­ros abur­gue­sa­dos o de «aris­to­cra­cia obre­ra», com­ple­ta­men­te peque­ños bur­gue­ses en cuan­to a su mane­ra de vivir, por la cuan­tía de sus emo­lu­men­tos y por toda su men­ta­li­dad, es el apo­yo prin­ci­pal de la Segun­da Inter­na­cio­nal, y, hoy día, el prin­ci­pal apo­yo social (no mili­tar) de la bur­gue­sía. Pues éstos son los ver­da­de­ros agen­tes de la bur­gue­sía en el seno del movi­mien­to obre­ro, los lugar­te­nien­tes obre­ros de la cla­se capi­ta­lis­ta (labour lieu­te­nants of the capi­ta­list class), los ver­da­de­ros por­ta­do­res del refor­mis­mo y del cho­vi­nis­mo. En la gue­rra civil entre el pro­le­ta­ria­do y la bur­gue­sía se ponen inevi­ta­ble­men­te, en núme­ro no des­pre­cia­ble, al lado de la bur­gue­sía, al lado de los «ver­sa­lle­ses» con­tra los «comu­ne­ros».

    Sin haber com­pren­di­do las raí­ces eco­nó­mi­cas de ese fenó­meno, sin haber alcan­za­do a ver su impor­tan­cia polí­ti­ca y social, es impo­si­ble dar el menor paso hacia la solu­ción de las tareas prác­ti­cas del movi­mien­to comu­nis­ta y de la revo­lu­ción social que se avecina.

    El impe­ria­lis­mo es el pre­lu­dio de la revo­lu­ción social del pro­le­ta­ria­do. Esto ha sido con­fir­ma­do, en una esca­la mun­dial, des­de 1917.

    N. LENIN

    6 de julio de 1920

    pág. 11

    Duran­te los últi­mos quin­ce o vein­te años, sobre todo des­pués de la gue­rra his­pano-ame­ri­ca­na (1898) y de la anglo-boer (1899−1902), la lite­ra­tu­ra eco­nó­mi­ca, así como la polí­ti­ca, del Vie­jo y del Nue­vo Mun­do, con­sa­gra una aten­ción cre­cien­te al con­cep­to de «impe­ria­lis­mo» para carac­te­ri­zar la épo­ca que atra­ve­sa­mos. En 1902, apa­re­ció en Lon­dres y Nue­va York la obra del eco­no­mis­ta inglés J. A. Hob­son, «El impe­ria­lis­mo». El autor, que está situa­do en el pun­to de vis­ta del social­re­for­mis­mo y del paci­fis­mo bur­gue­ses – pun­to de vis­ta que coin­ci­de, en el fon­da, con la posi­ción actual del ex-mar­xis­ta C. Kautsky – hace una des­crip­ción exce­len­te y deta­lla­da de las par­ti­cu­la­ri­da­des eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas fun­da­men­ta­les del impe­ria­lis­mo. En 1910, se publi­có en Vie­na la obra del mar­xis­ta aus­tria­co Rudolf Hil­fer­ding, «El capi­tal finan­cie­ro» (tra­duc­ción rusa: Mos­cú 1912). A pesar del error del autor en la cues­tión de la teo­ría del dine­ro y de cier­ta ten­den­cia a con­ci­liar el mar­xis­mo con el opor­tu­nis­mo, la obra men­cio­na­da cons­ti­tu­ye un aná­li­sis tebri­co extre­ma­da­men­te valio­so de la «fase moder­na de desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo» (así está con­ce­bi­do el sub­tí­tu­lo de la obra de Hil­fer­ding). En el fon­do, lo que se ha dicho acer­ca del impe­ria­lis­mo duran­te estos últi­mos años – sobre todo en el núme­ro inmen­so de artícu­los sobre este tema publi­ca­dos en

    pág. 12

    perió­di­cos y revis­tas, así como en las reso­lu­cio­nes toma­das, por ejem­plo, en los Con­gre­sos de Chem­nitz y de Basi­lea, que se cele­bra­ron en oto­ño de 1912 – salía ape­nas del círcu­lo de ideas expues­tas o, para decir­lo mejor, resu­mi­das en los dos tra­ba­jos mencionados…

    En las pági­nas que siguen nos pro­po­ne­mos expo­ner some­ra­men­te, en la for­ma más popu­lar posi­ble, el lazo y la corre­la­ción entre las par­ti­cu­la­ri­da­des eco­nó­mi­cas fun­da­men­ta­les del impe­ria­lis­mo. No nos deten­dre­mos, tan­to como lo mere­ce, en el aspec­to no eco­nó­mi­co de la cues­tión. Las indi­ca­cio­nes biblio­grá­fi­cas y otras notas que no a todos los lec­to­res pue­den inte­re­sar, las damos al final del folleto.

    *]

    ¡Casi la mitad de la pro­duc­ción glo­bal de todas las empre­sas del país en las manos de la cen­té­si­ma par­te del núme­ro total de empre­sas! Y esas tres mil empre­sas gigan­tes­cas abra­zan 258 ramas indus­tria­les. De aquí se dedu­ce cla­ra­men­te que la con­cen­tra­ción, al lle­gar a un gra­do deter­mi­na­do de su desa­rro­llo, por sí mis­ma con­du­ce, pue­de decir­se, de lleno al mono­po­lio, ya que a unas cuan­tas dece­nas de em pre­sas gigan­tes­cas les resul­ta fácil poner­se de acuer­do entre sí, y, por otra par­te, la com­pe­ten­cia, que se hace cada vez más difí­cil, y la ten­den­cia al mono­po­lio, nacen pre­ci­sa­men­te de las gran­des pro­por­cio­nes de las empre­sas. Esta trans­for­ma­ción de la com­pe­ten­cia en mono­po­lio cons­ti­tu­ye de por sí uno de los fenó­me­nos más impor­tan­tes – por no decir el más impor­tan­te – de la eco­no­mía del capi­ta­lis­mo moderno, y es nece­sa­rio que nos deten­ga­mos a estu­diar­lo con mayor detai­le Pero antes debe­mos eli­mi­nar un equí­vo­co posible.

    *].

    Medio siglo atrás, cuan­do Marx escri­bió «El Capi­tal», la libre con­cu­rren­cia era con­si­de­ra­da por la mayor par­te de los eco­no­mis­tas como una «ley natu­ral». La cien­cia ofi­cial inten­tó ani­qui­lar por la cons­pi­ra­ción del silen­cio la obra de Marx, el cual había demos­tra­do, por medio del aná­li­sis teó­ri­co e his­tó­ri­co del capi­ta­lis­mo, que la libre con­cu­rren­cia engen­dra la con­cen­tra­ción de la pro­duc­ción, y que dicha con­cen­tra­ción, en un cier­to gra­do de su desa­rro­llo, con­du­ce al mono­po­lio. Aho­ra el mono­po­lio es un hecho. Los eco­no­mis­tas escri­ben mon­ta­ñas de libros en los cua­les des­cri­ben mani­fes­ta­cio­nes ais­la­das del mono­po­lio y siguen decla­ran­do a coro que «el mar­xis­mo ha sido refu­ta­do». Pero los hechos son tes­ta­ru­dos – como dice un refrán inglés – y, de gra­do o por fuer­za, hay que tener­los en cuen­ta. Los hechos demues­tran que las dife­ren­cias entre los diver­sos paí­ses capi­ta­lis­tas, por ejem­plo, en lo que se refie­re al pro­tec­cio­nis­mo o al libre­cam­bio, con­di­cio­nan úni­ca­men­te dife­ren­cias no esen­cia­les en la for­ma de los mono­po­lios o en el momen­to de su apa­ri­ción, pero que el engen­dra­mien­to del mono­po­lio por la con­cen­tra­ción de la pro­duc­ción es una ley gene­ral y fun­da­men­tal de la fase actual de desa­rro­llo del capitalismo.

    *]. «En todas las empre­sas del trust del ace­ro («Uni­ted Sta­tes Steel Cor­po­ra­tion») esta­ban ocu­pa­dos, en 1907, no menos de 210.180 obre­ros y emplea­dos. La empre­sa más impor­tan­te de la indus­tria mine­ra ale­ma­na, la Socie­dad Mine­ra de Gel­sen­kir­chen («Gel­sen­kir­che­ner Berg­werks­ge­sells­chaft») tenía, en 1908, 46.048 obre­ros y emplea­dos»[**].

    Ya en 1902, el trust del ace­ro pro­du­cía 9 millo­nes de tone­la­das de ace­ro[***]. Su pro­duc­ción cons­ti­tuía, en 1901, el 66,3% y, en 1908, el 56,1 % de toda la pro­duc­ción de ace­ro de los Esta­dos Uni­dos[****]. Sus extrac­cio­nes de mine­ral de hie­rro, el 43,9% y el 46,3%, respectivamente.

    El infor­me de la comi­sión guber­na­men­tal nor­te­ame­ri­ca­na sobre los trusts dice:

    «La supe­rio­ri­dad de los trusts sobre sus com­pe­ti­do­res se basa en las gran­des pro­por­cio­nes de sus empre­sas y en su exce­len­te ins­ta­la­ción téc­ni­ca. El trust del taba­co, des­de el momen­to mis­mo de su fun­da­ción, con­sa­gró todos sus esfuer­zos a sus­ti­tuir en todas par­tes en vas­ta esca­la el tra­ba­jo manual por el tra­ba­jo mecá­ni­co. Con este obje­to, adqui­rió todas las paten­tes que tenían una rela­ción cual­quie­ra con la ela­bo­ra­ción del taba­co y empleó para esto sumas enor­mes. Muchas paten­tes resul­ta­ban al prin­ci­pio inser­vi­bles y tuvie­ron que ser modi­fi­ca­das por los inge­nie­ros que se halla­ban al ser­vi­cio del trust. A fines de 1906,

    *]

    La com­pe­ten­cia se con­vier­te en mono­po­lio. De aquí resul­ta un gigan­tes­co pro­gre­so de la socia­li­za­ción de la pro­duc­ción. Se efec­túa tam­bién, en par­ti­cu­lar, la socia­li­za­ción del pro­ce­so de inven­tos y per­fec­cio­na­mien­tos técnicos.

    Esto no tie­ne ya nada que ver con la anti­gua libre con­cu­rren­cia de patro­nos dis­per­sos, que no se cono­cían entre sí y que pro­du­cían para un mer­ca­do igno­ra­do. La con­cen­tra­ción ha lle­ga­do has­ta tal pun­to, que se pue­de hacer un cálcu­lo apro­xi­ma­do de todas las fuen­tes de mate­rias pri­mas (por ejem­plo, yaci­mien­tos de mine­ra­les de hie­rro) en un país, y aun, como vere­mos, en varios paí­ses, en todo el mun­do. No sólo se rea­li­za este cálcu­lo, sino que aso­cia­cio­nes mono­po­lis­tas gigan­tes­cas se apo­de­ran de dichas fuen­tes. Se efec­túa el cálcu­lo apro­xi­ma­do del mer­ca­do, el que, según el acuer­do esti­pu­la­do, las aso­cia­cio­nes men­cio­na­das se «repar­ten» entre sí. Se mono­po­li­za la mano de obra cali­fi­ca­da, se toman los mejo­res inge­nie­ros, y las vías y los medios de comu­ni­ca­ción – las líneas férreas en Amé­ri­ca, las com­pa­ñías navie­ras en Euro­pa y Amé­ri­ca – van a parar a manos de los

    *]. El mono­po­lio se abre camino en todas par­tes, valién­do­se de todos los medios, empe­zan­do por el pago de una «modes­ta» indem­ni­za­ción al que cede y ter­mi­nan­do por el «pro­ce­di­mien­to» ame­ri­cano del empleo de la dina­mi­ta con­tra el competidor.

    La supre­sión de las cri­sis por los car­tels es una fábu­la de los eco­no­mis­tas bur­gue­ses, los cua­les lo que hacen es embe­lle­cer el capi­ta­lis­mo a toda cos­ta. Al revés, el mono­po­lio que se crea en varias ramas de la indus­tria aumen­ta y agra­va el caos pro­pio de todo el sis­te­ma de la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta en su con­jun­to. La des­pro­por­ción entre el desa­rro­llo de la agri­cul­tu­ra y el de la indus­tria, des­pro­por­ción que es carac­te­rís­ti­ca del capi­ta­lis­mo en gene­ral, se acen­túa aún más. La situa­ción pri­vi­le­gia­da en que se halla la indus­tria más car­te­li­za­da, la lla­ma­da indus­tria pesa­da, par­ti­cu­lar­men­te el hie­rro y la hulla, deter­mi­na en las demás ramas de la indus­tria «la fal­ta mayor aún de coor­di­na­ción sis­te­má­ti­ca», como lo reco­no­ce Jei­dels, autor de uno de los mejo­res tra­ba­jos sobre «las rela­cio­nes entre los gran­des ban­cos ale­ma­nes y la industria»**.

    «Cuan­to más desa­rro­lla­da está la eco­no­mía nacio­nal – escri­be Lief­mann, defen­sor acé­rri­mo del capi­ta­lis­mo – tan­to más se entre­ga a empre­sas arries­ga­das o, en el extran­je­ro, a empre­sas que exi­gen lar­go tiem­po para su

    *].

    El aumen­to del ries­go es con­se­cuen­cia, al fin y al cabo, del aumen­to gigan­tes­co de capi­tal, el cual, por decir­lo así, des­bor­da el vaso y se vier­te hacia el extran­je­ro, etc. Y jun­to con esto 106 pro­gre­sos extre­ma­da­men­te rápi­dos de la téc­ni­ca traen apa­re­ja­dos con­si­go cada vez más ele­men­tos de des­pro­por­ción entre las dis­tin­tas par­tes de la eco­no­mía nacio­nal, de caos, de crisis.

    «Pro­ba­ble­men­te – se ve obli­ga­do a reco­no­cer el mis­mo Lief­mann – la huma­ni­dad asis­ti­rá en un futu­ro pró­xi­mo a nue­vas y gran­des revo­lu­cio­nes en el terreno de la téc­ni­ca, que harán sen­tir sus efec­tos tam­bién sobre la orga­ni­za­ción de la eco­no­mía nacio­nal … [la elec­tri­ci­dad, la nave­ga­ción aérea]. Habi­tual­men­te, y por regla gene­ral, en estos perío­dos de radi­ca­les trans­for­ma­cio­nes eco­nó­mi­cas se desa­rro­lla una fuer­te especulación» …**

    Y las cri­sis – las cri­sis de toda cla­se, sobre todo las cri­sis eco­nó­mi­cas, pero no sólo éstas – aumen­tan a su vez en pro­por­cio­nes enor­mes la ten­den­cia a la con­cen­tra­ción y al mono­po­lio. He aquí unas refle­xio­nes extra­or­di­na­ria­men­te ins­truc­ti­vas de Jei­dels sobre la sig­ni­fi­ca­ción de la cri­sis de 1900, la cual, como sabe­mos, desem­pe­ñó el papel de pun­to cru­cial en la his­to­ria de los mono­po­lios modernos:

    «La cri­sis de 1900 se pro­du­jo en un momen­to en que, al lado de gigan­tes­cas empre­sas en las ramas principales

    *].

    Hemos sub­ra­ya­do la indi­ca­ción rela­ti­va a los ban­cos «adhe­ri­dos», por­que esto se refie­re a una de las par­ti­cu­la­ri­da­des carac­te­rís­ti­cas más impor­tan­tes de la con­cen­tra­ción capi­ta­lis­ta moder­na. Los gran­des esta­ble­ci­mien­tos, par­ti­cu­lar­men­te los ban­cos, no sólo absor­ben direc­ta­men­te a los peque­ños, sino que los «incor­po­ran», los subor­di­nan, los inclu­yen en «su» gru­po, en su con­sor­cio (kon­zern) – según el tér­mino téc­ni­co – por medio de la «par­ti­ci­pa­ción» en su capi­tal, de la com­pra o del cam­bio de accio­nes, del sis­te­ma de cré­di­to, etc., etc. El pro­fe­sor Lief­mann ha con­sa­gra­do un volu­mi­no­so «tra­ba­jo» de medio millar de pági­nas a la des­crip­ción de las «socie­da­des con­tem­po­rá­neas de par­ti­ci­pa­ción y finan­cia­ción»**, pero, por des­gra­cia, agre­gan­do razo­na­mien­tos «teó­ri­cos» de cali­dad más que infe­rior a un mate­rial bru­to, a menu­do mal dige­ri­do. El resul­ta­do a que con­du­ce este sis­te­ma de «par­ti­ci­pa­ción», des­de el pun­to de vis­ta de la con­cen­tra­ción, se halla indi­ca­do mejor que en nin­gu­na otra par­te en la obra del «finan­cie­ro» Ries­ser sobre los gran­des ban­cos ale­ma­nes. Pero antes de exa­mi­nar sus datos dare­mos un ejem­plo con­cre­to del sis­te­ma de «par­ti­ci­pa­ción».

    El «gru­po» del «Ban­co Ale­mán» es uno de los más impor­tan­tes, por no decir el más impor­tan­te, de los gru­pos de gran­des ban­cos. Para dar­se cuen­ta de los hilos principales

    *]:

    El «Ban­co Alemán»
    participa

    Depen­den­cia de
    pri­mer grado

    Depen­den­cia de
    segun­do grado

    Depen­den­cia de
    ter­cer grado

    De un modo per-
    manen­te

    Duran­te un tiempo
    indeterminado

    De vez en cuando

    en 17 bancos

    » 5 »

    » 8 »

    de los cua­les 9
    par­ti­ci­pan en 34

    de los cua­les 5
    par­ti­ci­pan en 14

    de los cua­les 4
    par­ti­ci­pan en 7

    de los cua­les 2
    par­ti­ci­pan en 2

    Total . . . . .

    en 30 bancos

    de los cua­les 14
    par­ti­ci­pan en 48

    de los cua­les 6
    par­ti­ci­pan en 9

    Entre los ocho ban­cos de «depen­den­cia de pri­mer gra­do» some­ti­dos al «Ban­co Ale­mán» «de vez en cuan­do», figu­ran tres ban­cos extran­je­ros: uno aus­tria­co (la «Socie­dad Ban­ca­ria», de Vie­na – «Bank­ve­rein» –) y dos rusos (el «Ban­co Comer­cial Sibe­riano» – «Sibirs­ki Tor­go­vi Bank» – y el «Ban­co Ruso para el Comer­cio Exte­rior» – «Russ­ki Bank dliá vnesh­nei tor­go­vli» –). En total for­man par­te del gru­po del «Ban­co Ale­mán», direc­ta o indi­rec­ta­men­te, par­cial o total­men­te, 87 ban­cos, y el capi­tal total, pro­pio o ajeno, de que dis­po­ne el gru­po se cal­cu­la en dos o tres mil millo­nes de marcos.

    *], ¿no es todo esto una prue­ba de impotencia?

    Pero los hechos no dejan de ser hechos. En Ale­ma­nia no hay trusts, sino «sola­men­te» car­tels, pero diri­gen el país no más de 300 mag­na­tes del capi­tal, y su núme­ro dis­mi­nu­ye sin cesar. Los ban­cos, en todo caso, en todos los paí­ses capi­ta­lis­tas, cual­quie­ra que sea la dife­ren­cia entre las legis­la­cio­nes ban­ca­rias, inten­si­fi­can y ace­le­ran enor­me­men­te el pro­ce­so de con­cen­tra­ción del capi­tal y de cons­ti­tu­ción de monopolios.

    «Los ban­cos crean en esca­la social la for­ma, y nada más que la for­ma, de la con­ta­bi­li­dad gene­ral y de la dis­tri­bu­ción gene­ral de los medios de pro­duc­ción», escri­bía Marx, hace medio siglo, en «El Capi­tal» (trad. rusa, t. III, par­te II, pág. 144). Los datos que hemos repro­du­ci­do refe­ren­tes al incre­men­to del capi­tal ban­ca­rio, al aumen­to del núme­ro de ofi­ci­nas de cam­bio y sucur­sa­les de los ban­cos más impor­tan­tes, de sus cuen­tas corrien­tes, etc., nos mues­tran con­cre­ta­men­te esa «con­ta­bi­li­dad gene­ral» de toda la cla­se de los capi­ta­lis­tas y aun no sólo de los capi­ta­lis­tas, pues los ban­cos reco­gen, aun­que no sea más que tem­po­ral­men­te, toda cla­se de ingre­sos mone­ta­rios de los peque­ños pro­pie­ta­rios, de los fun­cio­na­rios, de la redu­ci­da capa supe­rior de los obre­ros, etc. La «dis­tri­bu­ción gene­ral de los medios de pro­duc­ción»: he aquí lo que bro­ta, des­de el pun­to de vis­ta for­mal, de los ban­cos moder­nos, de los que los más impor­tan­tes en núme­ro de 3 a 6 en Fran­cia, y de 6 a 8 en Ale­ma­nia, dis­po­nen de miles y miles de millo­nes. Pero, por su con­te­ni­do, esa dis­tri­bu­ción de los medios de pro­duc­ción no es «gene­ral», ni mucho menos, sino pri­va­da, esto es, con­for­me a los intere­ses del gran capi­tal, y, en pri­mer lugar, del capi­tal mono­po­lis­ta más

    *]

    DEPOSITOS (EN MILES DE MILLIONES OF MARCOS)

    Ingla­te­rra

    Fran­cia

    Ale­ma­nia

    En los
    bancos

    En las
    cajas de
    ahorro

    En los
    bancos

    En las
    cajas de
    ahorro

    En los
    bancos

    En las
    socieda-
    des de
    crédito

    En las
    cajas de
    ahorro


    1880 . . . .
    1888 . . . .
    1909 . . . .


    8,4
    12,4
    23,2


    1,6
    2,0
    4,2


    ?
    1,5
    3,7


    0,9
    2,1
    4,2


    0,5
    1,1
    7,1


    0,4
    0,4
    2,2


    2,6
    4,5
    13,9

    *].

    ««Todo ban­co es una Bol­sa». Este afo­ris­mo moderno es tan­to más jus­to cuan­to más gran­de es el ban­co, cuan­to mayo­res son los éxi­tos de la con­cen­tra­ción en los nego­cios ban­ca­rios»[**].6], etc.], «abrió la épo­ca de la indus­tria­li­za­ción de Ale­ma­nia, en el momen­to actual los ban­cos y la indus­tria “se las pue­den arre­glar de un modo inde­pen­dien­te”. La domi­na­ción de nues­tros gran­des ban­cos sobre la Bol­sa … no es otra cosa que la expre­sión de la orga­ni­za­ción com­ple­ta del Esta­do indus­trial ale­mán. Si se res­trin­ge de este modo el cam­po de acción de las leyes eco­nó­mi­cas que fun­cio­nan auto­má­ti­ca­men­te y se ensan­cha extra­or­di­na­ria­men­te el de la regu­la­ción cons­cien­te a tra­vés de los ban­cos, aumen­ta así en pro­por­cio­nes gigan­tes­cas la res­pon­sa­bi­li­dad por la eco­no­mía nacio­nal de unas cuan­tas cabe­zas diri­gen­tes», dice el pro­fe­sor ale­mán Schul­ze-Gae­ver­nitz***, apo­lo­gis­ta del impe­ria­lis­mo ale­mán, quien es con­si­de­ra­do como una auto­ri­dad por los impe­ria­lis­tas de todos los paí­ses y que se esfuer­za en disi­mu­lar una «peque­ñez», a saber, que esa «regu­la­ción cons­cien­te» a tra­vés de los ban­cos se basa en el des­po­jo del públi­co por un puña­do de mono­po­lis­tas «com­ple­ta­men­te orga­ni­za­dos». La tarea del pro­fe­sor bur­gués con­sis­te no en poner al des cubier­to todo el meca­nis­mo y en des­en­mas­ca­rar todas las

    *].

    En otros tér­mi­nos: el vie­jo capi­ta­lis­mo, el capi­ta­lis­mo de la libre con­cu­rren­cia, con su regu­la­dor abso­lu­ta­men­te indis­pen­sa­ble, la Bol­sa, pasa a la his­to­ria. En su lugar, ha apa­re­ci­do el nue­vo capi­ta­lis­mo, que tie­ne los ras­gos evi­den­tes de un fenó­meno tran­si­to­rio, que repre­sen­ta una espe­cie de mes­co­lan­za de la libre con­cu­rren­cia y del mono­po­lio. Sur­ge de un modo natu­ral la pre­gun­ta: ¿a qué tien­de la «tran­si­ción» de este nue­vo capi­ta­lis­mo? Pero los sabios bur­gue­ses tie­nen mie­do de hacer­se esta pregunta.

    «Trein­ta años atrás, los empre­sa­rios que com­pe­tían libre­men­te entre sí rea­li­za­ban las 910 de la labor eco­nó­mi­ca que no per­te­ne­ce a la esfe­ra del tra­ba­jo físi­co de los «obre­ros». En la actua­li­dad, son los fun­cio­na­rios los que rea­li­zan las 910 de esa labor eco­nó­mi­ca inte­lec­tual. Los ban­cos se hallan al fren­te de esta evolución»**.

    7]:

    «Con el incre­men­to de la con­cen­tra­ción de los ban­cos, se res­trin­ge el círcu­lo de ins­ti­tu­cio­nes a las cua­les uno se pue­de diri­gir en deman­da de cré­di­to, como con­se­cuen­cia de lo cual aumen­ta la depen­den­cia de la gran indus­tria con res­pec­to a un redu­ci­do núme­ro de gru­pos ban­ca­rios. Como resul­ta­do de la estre­cha rela­ción entre la indus­tria y el mun­do finan­cie­ro, la liber­tad de movi­mien­to de las socie­da­des indus­tria­les que tie­nen nece­si­dad del capi­tal ban­ca­rio se ve res­trin­gi­da. Por eso, la gran indus­tria asis­te con cier­ta per­ple­ji­dad a la trus­ti­fi­ca­ción de los ban­cos (uni­fi­ca­ción o trans­for­ma­ción en trusts), cada día más inten­sa; en efec­to, a menu­do se ha podi­do obser­var el ger­men de acuer­dos deter­mi­na­dos entre los con­sor­cios de


    * «Die Bank», 1912, I, pág. 435.pág. 48

    gran­des ban­cos, acuer­dos cuya fina­li­dad es limi­tar la com­pe­ten­cia»[*].

    Una y otra vez más se ve que la últi­ma pala­bra en el desa­rro­llo de los ban­cos es el monopolio.

    En cuan­to a la estre­cha rela­ción exis­ten­te entre los ban­cos y la indus­tria, es pre­ci­sa­men­te en esta esfe­ra don­de se mani­fies­ta, aca­so con más evi­den­cia que en nin­gu­na otra par­te, el nue­vo papel de los ban­cos. Si el ban­co des­cuen­ta las letras de un empre­sa­rio, le abre una cuen­ta corrien­te, etc., esas ope­ra­cio­nes, con­si­de­ra­das ais­la­da­men­te, no dis­mi­nu­yen en lo más míni­mo la inde­pen­den­cia de dicho empre­sa­rio y el ban­co no pasa de ser un modes­to inter­me­dia­rio. Pero si estas ope­ra­cio­nes son cada vez más fre­cuen­tes e impor­tan­tes, si el ban­co «reúne» en sus manos inmen­sos capi­ta­les, si las cuen­tas corrien­tes de una empre­sa per­mi­ten al ban­co – y es así como suce­de – ente­rar­se, de un modo cada vez más deta­lla­do y com­ple­to, de la situa­ción eco­nó­mi­ca de su clien­te, el resul­ta­do es una depen­den­cia cada día más com­ple­ta del capi­ta­lis­ta indus­trial con res­pec­to al banco.

    Para­le­la­men­te se desa­rro­lla, por decir­lo así, la unión per­so­nal de los ban­cos con las más gran­des empre­sas indus­tria­les y comer­cia­les, la fusión de los unos y de las otras por la pose­sión de las accio­nes, la entra­da de los direc­to­res de los ban­cos en los con­se­jos de vigi­lan­cia (o admi­nis­tra­ción) de las empre­sas indus­tria­les y comer­cia­les, y vice­ver­sa. El eco­no­mis­ta ale­mán Jei­dels ha reu­ni­do datos muy deta­lla­dos sobre esta for­ma de con­cen­tra­ción de los capi­ta­les y de las empre­sas. Seis gran­des ban­cos ber­li­ne­ses esta­ban repre­sen­ta­dos, por sus direc­to­res, en 344 socie­da­des indus­tria­les, y por los miem­bros de sus con­se­jos de admi­nis­tra­ción, en otras

    *]

    En los ban­cos fran­ce­ses halla­mos ins­ti­tu­cio­nes simi­la­res, sólo que en una for­ma un poco dife­re­nee. Por ejem­plo, uno de los tres gran­des ban­cos fran­ce­ses, el «Cré­dit Lyon­nais», ha orga­ni­za­do una sec­ción espe­cial dedi­ca­da a reco­ger infor­ma­cio­nes finan­cie­ras: «Ser­vi­ce des étu­des finan­cie­res». En dicha sec­ción tra­ba­jan per­ma­nen­te­men­te so per­so­nas: inge­nie­ros, esta­dís­ti­cos, eco­no­mis­tas, abo­ga­dos, etc. Cues­ta de 600 a 700 mil fran­cos anua­les. La sec­ción se halla divi­di­da a su vez en ocho sub­sec­cio­nes: una reco­ge datos espe­cia­les sobre las empre­sas indus­tria­les, otra estu­dia la esta­dís­ti­ca gene­ral, otra las socie­da­des ferro­via­rias y navie­ras, otra los fon­dos, otra los balan­ces finan­cie­ros, etc.**

    Resul­ta, de una par­te, una fusión cada día mayor, o según la acer­ta­da expre­sión de N. Buja­rin, la ensam­bla­du­ra de los capi­ta­les ban­ca­rio e indus­trial, y de otra, la transformación

    *].

    En esen­cia, se tra­ta de las mis­mas lamen­ta­cio­nes del peque­ño capi­tal con res­pec­to al yugo del gran­de, ¡pero, en este caso, ha pasa­do a la cate­go­ría de «peque­ño» capi­tal todo un sin­di­ca­to! La vie­ja lucha entre el peque­ño y el gran capi­tal se repro­du­ce en un nue­vo e incon­men­su­ra­ble­men­te más ele­va­do gra­do de desa­rro­llo. Es evi­den­te que, dis­po­nien­do de miles de millo­nes, las empre­sas de los gran­des ban­cos pue­den tam­bién hacer avan­zar el pro­gre­so téc­ni­co, valién­do­se de medios incom­pa­ra­ble­men­te supe­rio­res a los ante­rio­res. Los ban­cos crean, por ejem­plo, socie­da­des espe­cia­les de inves­ti­ga­ción téc­ni­ca, de cuyos resul­ta­dos se apro­ve­chan, natu­ral­men­te sólo las empre­sas indus­tria­les «ami­gas». Entre ellas figu­ran la «Socie­dad para el estu­dio del pro­ble­ma de los ferro­ca­rri­les eléc­tri­cos», la «Ofi­ci­na cen­tral de inves­ti­ga­cio­nes cien­tí­fi­co-téc­ni­cas», etc.

    8] y que supo­ne que el impe­ria­lis­mo es un defec­to pro­pio de uno de los pueblos…

    Pero el «sis­te­ma de par­ti­ci­pa­ción» no sólo sir­ve para aumen­tar en pro­por­cio­nes gigan­tes­cas el pode­río de los mono­po­lis­tas, sino que, ade­más, per­mi­te lle­var a cabo impu­ne­men­te toda cla­se de nego­cios oscu­ros y sucios y robar al públi­co, pues los diri­gen­tes de las «socie­da­des madres», for­mal­men­te, según la ley, no res­pon­den por la «socie­dad filial», que es con­si­de­ra­da como «inde­pen­dien­te» y a tra­vés de la cual se pue­de «hacer pasar» todo. He aquí un ejem­plo que entresa-

    9], el «Pro­da­met»[10] y los sin­di­ca­tos del petró­leo, de la meta­lur­gia y del cemen­to. Por con­si­guien­te, la fusión del capi­tal ban­ca­rio e indus­trial, con moti­vo de la cons­ti­tu­ción de los mono­po­lios capi­ta­lis­tas, ha dado tam­bién en Rusia un gran paso adelante.

    El capi­tal finan­cie­ro, con­cen­tra­do en un puño y que goza del mono­po­lio efec­ti­vo, obtie­ne un bene­fi­cio enor­me, que se acre­ce sin cesar, de la cons­ti­tu­ción de socie­da­des, de la emi­sión de valo­res, de los emprés­ti­tos del Esta­do, etc., con­so­li­dan­do la domi­na­ción de la oli­gar­quía finan­cie­ra, impo­nien­do a toda la socie­dad los tri­bu­tos en pro­ve­cho de los mono­po­lis­tas. He aquí uno de los innu­me­ra­bles ejem­plos de los «nego­cios» de los trusts ame­ri­ca­nos, cita­do por Hil­fer­ding: En 1887, Have­me­yer cons­ti­tu­yó el trust del azú­car median­te la fusión de 15 peque­ñas com­pa­ñías, cuyo capi­tal total era de 6,5 millo­nes de dóla­res. Pero el capi­tal del trust, «dilui­do», según expre­sión nor­te­ame­ri­ca­na, fue deter­mi­na­do en 50 millo­nes de dóla­res. La «sobre­ca­pi­ta­li­za­ción» cal­cu­la­ba de ante­mano los futu­ros bene­fi­cios mono­po­lis­tas, del mis­mo modo que, tam­bién en Amé­ri­ca, el trust del ace­ro cal­cu­la los futu­ros bene­fi­cios mono­po­lis­tas aca­pa­ran­do un núme­ro cada vez más con­si­de­ra­ble de yaci­mien­tos de mine­ral de hie­rro. Y, en efec­to, el trust del azú­car fijó pre­cios de mono­po­lio y per­ci­bió tales bene­fi­cios, que pudo pagar un divi­den­do del 10% al capi­tal sie­te veces «dilui­do», es decir, ¡casi el 70% del capi­tal apor­ta­do efec­ti­va­men­te al ser cons­ti­tui­do el trust! En 1909, su capi­tal era de 90 millo­nes de dóla­res. En vein­ti­dós años, el capi­tal fue más que decuplicado.

    pág. 66

    En Fran­cia, la domi­na­ción de la «oli­gar­quía finan­cie­ra» («Con­tra la oli­gar­quía finan­cie­ra en Fran­cia» es el títu­lo del cono­ci­do libro de Lysis, cuya quin­ta edi­ción apa­re­ció en 1908) ha adop­ta­do una for­ma sólo un poco modi­fi­ca­da. Los cua­tro ban­cos más impor­tan­tes gozan no del mono­po­lio rela­ti­vo, sino «del mono­po­lio abso­lu­to» para la emi­sión de valo­res. De hecho, se tra­ta de un «trust de los gran­des ban­cos». Y el mono­po­lio garan­ti­za bene­fi­cios mono­po­lis­tas de las emi sio­nes. Al hacer­se los emprés­ti­tos, el país que los nego­cia per­ci­be habi­tual­men­te no más del 90% del total; el 10% res­tan­te va a parar a los ban­cos y demás inter­me­dia­rios. El bene­fi­cio de los ban­cos en el emprés­ti­to ruso-chino de 400 millo­nes de fran­cos fue del 8%; en el ruso (1904) de 800 millo­nes, del 10%; en el marro­quí (1904) de 62,5 millo­nes, del 18,75%. El capi­ta­lis­mo, que ini­ció su desa­rro­llo con e peque­ño capi­tal usu­ra­rio, lle­ga al final de este desa­rro­llo con un capi­tal usu­ra­rio gigan­tes­co. «Los fran­ce­ses son los usu­re­ros de Euro­pa», dice Lysis. Todas las con­di­cio­nes de la vida eco­nó­mi­ca sufren una modi­fi­ca­ción pro­fun­da a con­se­cuen­cia de esta trans­for­ma­ción del capi­ta­lis­mo. Con el estan­ca­mien­to de la pobla­ción, de la indus­tria, del comer­cio y del trans­por­te marí­ti­mo, «el país» pue­de enri­que­cer­se por medio de las ope­ra­cio­nes usu­ra­rias. «Cin­cuen­ta indi­vi­duos, que repre­sen­tan un capi­tal de 8 millo­nes de fran­cos, pue­den dis­po­ner de dos mil millo­nes colo­ca­dos en cua­tro ban­cos». El sis­te­ma de la «par­ti­ci­pa­ción», que ya cono­ce­mos, con­du­ce a las mis­mas con­se­cuen­cias: uno de los ban­cos más impor­tan­tes, la «Socie­dad Gene­ral» (Socié­té Géné­ra­le) emi­tió 64.000 obli­ga­cio­nes de la «socie­dad filial», «Refi­ne­rías de azú­car de Egip­to». El cur­so de la emi­sión era del 150%, es decir, que el ban­co se bene­fi­cia­ba en cin­cuen­ta cén­ti­mos por cada fran­co. Los divi­den­dos de dicha socie­dad resul­ta­ron ficticios,

    pág. 67

    el «públi­co» per­dió de 90 a 100 millo­nes de fran­cos; «uno de los direc­to­res de la “Socie­dad Gene­ral” era miem­bro de la admi­nis­tra­ción de las “Refi­ne­rías”. No tie­ne nada de sor­pren­den­te que el autor se vea obli­ga­do a lle­gar a la siguien­te con­clu­sión: «la Repú­bli­ca fran­ce­sa es una monar­quía finan­cie­ra»; «es el domi­nio com­ple­to de la oli­gar­quía finan­cie­ra, que rei­na sobre la pren­sa y sobre el gobierno»[*].

    Los bene­fi­cios excep­cio­nal­men­te ele­va­dos que pro­por­cio­na la emi­sión de valo­res, como una de las ope­ra­cio­nes prin­ci­pa­les del capi­tal finan­cie­ro, desem­pe­ñan un papel muy impor­tan­te en el desa­rro­llo y con­so­li­da­ción de la oli­gar­quía finan­cie­ra. «En el inte­rior del país no hay nin­gún “nego­cio” que dé, ni apro­xi­ma­da­men­te, un bene­fi­cio tan ele­va­do como el ser­vir de inter­me­dia­rio para la emi­sión de los emprés­ti­tos extran­je­ros», dice la revis­ta ale­ma­na «Die Bank»[**].

    «No hay nin­gu­na ope­ra­ción ban­ca­ria que pro­duz­ca bene­fi­cios tan ele­va­dos como las emi­sio­nes». En la emi­sión de valo­res indus­tria­les, según los datos de «El Eco­no­mis­ta Ale­mán», el bene­fi­cio anual fue, por tér­mino medio, el siguiente:

    1895 . . . . . 38,6%
    1896 . . . . . 38,6%
    1897 . . . . . 66,7%

    1898 . . . . . 67,7%
    1899 . . . . . 66,9%
    1900 . . . . . 55,2%

    «En diez años, de 1891 a 1900, la emi­sión de valo­res indus­tria­les ale­ma­nes pro­du­jo un “bene­fi­cio” de más de mil millo­nes «***.

    *], y a cada nue­vo «sanea­mien­to» los ban­cos seguían «embol­sán­do­se ganancias».

    Una de las ope­ra­cio­nes par­ti­cu­lar­men­te lucra­ti­vas del capi­tal finan­cie­ro es tam­bién la espe­cu­la­ción con terre­nos en las afue­ras de las gran­des ciu­da­des que cre­cen rápi­da­men­te. El mono­po­lio de los ban­cos se fun­de en este caso con el mono­po­lio de la ren­ta del sue­lo y con el mono­po­lio de las vías de comu­ni­ca­ción, pues el aumen­to de los pre­cios de los terre­nos, la posi­bi­li­dad de ven­der­los ven­ta­jo­sa­men­te por par­tes, etc., depen­den prin­ci­pal­men­te de los bue­nos medios de comu­ni­ca­ción con el cen­tro de la ciu­dad, y dichas vías de comu­ni­ca­ción se hallan en mar­los de gran­des corn­pa­ñías, liga­das, por el sis­te­ma de la par­ti­ci­pa­ción y por la dis­tri­bu ción de los pues­tos direc­ti­vos, con esos mis­mos ban­cos. Resul­ta de todo ello lo que el escri­tor ale­mán L. Esch­we­ge, cola­bo­ra­dor de la revis­ta «Die Bank», que se ha espe­cia­li­za­do en el estu­dio de las ope­ra­cio­nes rela­cio­na­das con la ven­ta e hipo­te­ca de terre­nos, etc., ha cali­fi­ca­do de «char­ca»: la furio­sa espe­cu­la­ción con los terre­nos de las afue­ras de las ciu­da­des, los cracs de las socie­da­des de cons­truc­cio­nes, como, por ejem­plo, la fir­ma ber­li­ne­sa «Bos­wau y Knauer», que había embol­sa­do has­ta 100 millo­nes de mar­cos por media­ción del ban­co «más impor­tan­te y res­pe­ta­ble», el «Ban­co Ale­mán», el cual, natu­ral­men­te, obra­ba según el sis­te­ma de la «par­ti­ci­pa­ción», esto es, en secre­to, en la som­bra, y salió

    *]

    Los «hábi­tos nor­te­ame­ri­ca­nos» de los que tan hipó­cri­ta­men­te se lamen­tan los pro­fe­so­res euro­peos y los bur­gue­ses bien inten­cio­na­dos, en la épo­ca del capi­tal finan­cie­ro se han con­ver­ti­do en hábi­tos de toda ciu­dad impor­tan­te de cual­quier país.

    En Ber­lín, a prin­ci­pios de 1914, se habla­ba de la fun­da­ción de un «trust del trans­por­te», esto es, una «comu­ni­dad de intere­ses» de las tres empre­sas ber­li­ne­sas de trans­por­te: los ferro­ca­rri­les eléct­ti­cos urba­nos, la socie­dad de tran­vías y la de autobuses.

    «Que este pro­pó­si­to exis­te – decía la revis­ta “Die Bank” – lo sabía­mos des­de que fue del domi­nio públi­co que la mayo­ría de las accio­nes de la socie­dad de ómni­bus había sido adqui­ri­da por las otras dos socie­da­des del trans­por­te… Se pue­de dar ente­ro cré­di­to a quie­nes per­si­guen dicho pro­pó­si­to, cuan­do afir­man que, median­te la regu­la­ción uni­for­me de los trans­por­tes, tie­nen la espe­ran­za de obte­ner eco­no­mías de una par­te de las cua­les, en resu­mi­das cuen­tas, se bene­fi­cia­ría el públi­co. Pero la cues­tión se com­pli­ca a con­se­cuen­cia de que, detrás de ese trust del trans­por­te en for­ma­ción, están los ban­cos, que, si quieren,

    *]

    El mono­po­lio, una vez que está cons­ti­tui­do y mane­ja miles de millo­nes, pene­tra de un modo abso­lu­ta­men­te inevi­ta­ble en todos los aspec­tos de la vida social, inde­pen­dien­te­men­te del régi­men polí­ti­co y de otras «par­ti­cu­la­ri­da­des». En la lite­ra­tu­ra11] o a la vena­li­dad polí­ti­ca nor­te­ame­ri­ca­na. Pero el hecho es que aun la lite­ra­tu­ra bur­gue­sa con­sa­gra­da a los asun­tos ban­ca­rios de Ale­ma­nia, se ve cons­tan­te­men­te obli­ga­da a salir­se de los lími­tes de las ope­ra­cio­nes pura­men­te ban­ca­rias y a escri­bir, por ejem­plo, sobre la «ten­den­cia a entrar en los ban­cos», a pro­pó­si­to de los casos, cada día más fre­cuen­tes, de fun­cio­na­rios que pasan al ser­vi­cio de los ban­cos. «¿Qué se pue­de decir de la inco­rrup­ti­bi­li­dad del fun­cio­na­rio de Esta­do cuya secre­ta aspiración

    *] 1) el ago­ta­mien­to de los yaci­mien­tos nor­te­ame­ri­ca­nos de petró­leo; 2) la com­pe­ten­cia de la fir­ma Man­tas­chev en Bakú; 3) los yaci­mien­tos de Aus­tria; 4) los de Ruma­nia; 5) los yaci­mien­tos de petró­leo trans­oceá­ni­cos, par­ti­cu­lar­men­te en las colo­nias holan­de­sas (las riquí­si­mas fir­mas Samuel y Shell, enla­za­das tam­bién con el capi­tal inglés). Las tres últi­mas series de empre­sas están rela­cio­na­das con los gran­des ban­cos ale­ma­nes, con el más impor­tan­te de ellos, el «Ban­co Ale­mán», al fren­te. Estos ban­cos han desa­rro­lla­do de un modo sis­te­má­ti­co e inde­pen­dien­te la indus­tria petro­lí­fe­ra, por ejem­plo, en Ruma­nia, a fin de tener «su» pun­to de apo­yo. En 1907, se cal­cu­la­ba que, en la indus­tria petro­lí­fe­ra ruma­na, había capi­ta­les extran­je­ros por valor de 185 millo­nes de fran­cos, de los cua­les 74 millo­nes eran alemanes**.

    Empe­zó lo que en la lite­ra­tu­ra eco­nó­mi­ca ha sido cali­fi­ca­do de lucha por el «repar­to del mun­do». Por una par­te, el

    *].

    Estas son las con­fe­sio­nes pre­cio­sas que se ven obli­ga­dos a hacer los eco­no­mis­tas bur­gue­ses de Ale­ma­nia. Aquí vemos paten­te­men­te cómo, en la épo­ca del capi­tal finan­cie­ro, los mono­po­lios de Esta­do y los pri­va­dos se entre­te­jen for­man­do un todo y cómo, tan­to los unos como los otros, no son, en reali­dad, más que dis­tin­tos esla­bo­nes de la lucha impe­ria­lis­ta entre los más gran­des mono­po­lis­tas por el repar­to del mundo.

    En la nave­ga­ción comer­cial, el pro­ce­so gigan­tes­co de con­cen­tra­ción ha con­du­ci­do asi­mis­mo al repar­to del mun­do. En Ale­ma­nia, se han des­ta­ca­do dos gran­des socie­da­des: «Ham­burg-Ame­ri­ka-Linie» y el «Lloyd de la Ale­ma­nia del Nor­te», ambas con un capi­tal de 200 millo­nes de mar­cos (accio­nes y obli­ga­cio­nes) cada una y pose­yen­do buques por un valor de 185 a 189 millo­nes de mar­cos. Por otra par­te, en Nor­te­amé­ri­ca, el 1 de enero de 1903, se fun­dó el llamado

    *].

    Es tam­bién extra­or­di­na­ria­men­te ins­truc­ti­va la his­to­ria de la cons­ti­tu­ción del car­tel inter­na­cio­nal del rail. Por pri­me­ra vez, las fábri­cas de rai­les ingle­sas, bel­gas y ale­ma­nas inten taron ya en 1884, cons­ti­tuir dicho car­tel en un perío­do de deca­den­cia inten­sa de los nego­cios indus­tria­les. Se pusie­ron de acuer­do para que los paí­ses fir­man­tes del tra­ta­do no com pitie­ran en sus mer­ca­dos inte­rio­res, y los mer­ca­dos exte­rio­res se dis­tri­bu­ye­ran con arre­glo a la pro­por­ción siguien­te: Ingla­te­rra, el 66%; Ale­ma­nia, el 27%; Bél­gi­ca, el 7%. La India que­dó ente­ra­men­te a mer­ced de Ingla­te­rra. Se hizo una gue­rra común con­tra una fir­ma ingle­sa que se había que­da­do al mar­gen del acuer­do. Los gas­tos de dicha gue­rra fue­ron cubier­tos con un tan­to por cien­to de las ven­tas gene­ra­les. Pero en 1886, cuan­do salie­ron del car­tel dos fir­mas ingle­sas, éste se des­mo­ro­nó. Es un hecho carac­te­rís­ti­co el de que no fue posi­ble con­se­guir el acuer­do duran­te los años de pros­pe­ri­dad indus­trial que siguieron.

    *].

    Recor­de­mos tam­bién el sin­di­ca­to inter­na­cio­nal del zinc, fun­da­do en 1909, que dis­tri­bu­yó exac­ta­men­te el volu­men de la pro­duc­ción entre tres gru­pos de fábri­cas: ale­ma­nas, bel­gas, fran­ce­sas, espa­ño­las, ingle­sas; des­pués el trust inter­na­cio­nal de la pól­vo­ra, esa «estre­cha aso­cia­ción, com­ple­ta­men­te moder­na – según las pala­bras de Lief­mann –, entre todas las fábri­cas ale­ma­nas de explo­si­vos, que más tar­de, jun­tas con las fábri­cas de dina­mi­ta fran­ce­sas y nor­te­ame­ri­ca­nas, orga­ni zadas de un modo aná­lo­go, se han repar­ti­do, por decir­lo así, todo el mundo»**.

    Según Lief­mann, en 1897 había cer­ca de 40 car­tels inter nacio­na­les con la par­ti­ci­pa­ción de Ale­ma­nia, y en 1910, ya había cer­ca de un centenar.

    *], inten­ta resu­mir los datos con­cre­tos sobre la exten­sión de las pose­sio­nes colo­nia­les de Ingla­te­rra, Fran­cia y Ale­ma­nia duran­te dis­tin­tos perío­dos del siglo XIX. He aquí, bre­ve­men­te expues­tos, los resul­ta­dos obtenidos:

    EXTENSION DE LAS POSESIONES COLONIALES

    Años

    Ingla­te­rra

    Fran­cia

    Ale­ma­nia

    Super­fi­cie
    (en millones
    de millas
    cuadradas)

    Pobla­ción
    (en millo-
    nes)

    Super­fi­cie
    (en millones
    de millas
    cuadradas)

    Pobla­ción
    (en millo-
    nes)

    Super­fi­cie
    (en millones
    de millas
    cuadradas)

    Pobla­ción
    (en millo-
    nes)

    1815 – 30 . .
    1860 . . .
    1880 . . .
    1899 . . .

    ?
    2,5
    7,7
    9,3

    126,4
    145,1
    267,9
    309,0

    0,02
    0,2
    0,7
    3,7

    0,5
    3,5
    7,5
    56,4




    1,0




    14,7

    *], que en 1852 un hom­bre de Esta­do inglés como Dis­rae­li, tan incli­na­do en gene­ral al impe­ria­lis­mo, decía que «las colo­nias son una rue­da de molino que lle­va­mos ata­da al cue­llo». ¡En cam­bio, a fines del siglo XIX, los héroes del día en Ingla­te­rra eran Cecil Rho­des y Joseph Cham­ber­lain, los cua­les pre­di­ca­ban abier­ta­men­te el impe­ria­lis­mo y apli­ca­ban la polí­ti­ca impe­ria­lis­ta con el mayor cinismo!

    *].

    Así habla­ba, en 1895, Cecil Rho­des, millo­na­rio, rey finan­cie­ro, prin­ci­pal cul­pa­ble de la gue­rra anglo-boer. Esta defen­sa del impe­ria­lis­mo es sim­ple­men­te un poco gro­se­ra, cíni­ca, pero, en el fon­do, no se dife­ren­cia de la «teo­ría» de los seño­res Más­lov, Sude­kum, Pótre­sov, David, del fun­da­dor del mar­xis­mo ruso, etc., etc. Cecil Rho­des era un social­cho­vi­nis­ta algo más honrado…

    Para dar un pano­ra­ma lo más exac­to posi­ble del repar­to terri­to­rial del mun­do y de los cam­bios habi­dos en este aspec­to duran­te las últi­mas déca­das, uti­li­za­re­mos los datos sumi­nis­tra­dos por Supan, en la obra men­cio­na­da, sobre las pose­sio­nes colo­nia­les de todas las poten­cias del mun­do. Supan com­pa­ra los años 1876 y 1900; noso­tros toma­re­mos el año 1876 – pun­to de com­pa­ra­ción ele­gi­do muy acer­ta­da­men­te, ya que pue­de con­si­de­rar­se, en tér­mi­nos gene­ra­les, que es pre­ci­sa­men­te enton­ces cuan­do ter­mi­na el desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo de la Euro­pa occi­den­tal en su fase pre­mo­no­po­lis­ta y el año 1914, sus­ti­tu­yen­do las cifras de Supan por las más recien­tes de Hub­ner, que entre­sa­ca­mos de sus «Tablas geo­grá­fi­co-esta­dís­ti­cas». Supan estu­dia sólo las

    *]. Inclu­so la polí­ti­ca colo­nial capi­ta­lis­ta de las fases ante­rio­res del capi­ta­lis­mo se dife­ren­cia esen­cial­men­te de la polí­ti­ca colo­nial del capi­tal financiero.

    La par­ti­cu­la­ri­dad fun­da­men­tal del capi­ta­lis­mo moderno con­sis­te en la domi­na­ción de las aso­cia­cio­nes mono­po­lis­tas de los gran­des empre­sa­rios. Dichos mono­po­lios adquie­ren la máxi­ma soli­dez cuan­do reúnen en sus manos todas las fuen­tes de mate­rias pri­mas, y ya hemos vis­to con qué furor los gru­pos inter­na­cio­na­les de capi­ta­lis­tas diri­gen sus esfuer­zos a arre­ba­tar al adver­sa­rio toda posi­bi­li­dad de com­pe­ten­cia, a aca­pa­rar, por ejem­plo, las tie­rras que con­tie­nen mine­ral de hie­rro, los yaci­mien­tos de petró­leo, etc. La pose­sión de colo­nias es lo úni­co que garan­ti­za de una mane­ra com­ple­ta el éxi­to del mono­po­lio con­tra todas las con­tin­gen­cias de la lucha con el adver­sa­rio, sin excluir la de que el adver­sa­rio desee defen­der­se por medio de una ley sobre el mono­po­lio de Esta­do. Cuan­to más ade­lan­ta­do se halla el desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo, cuan­to con mayor agu­de­za se sien­te la insu­fi­cien­cia de mate­rias pri­mas, cuan­to más dura es la com­pe­ten­cia y la caza de las fuen­tes de mate­rias pri­mas en todo el mun­do, tan­to más encar­ni­za­da es la lucha por la adqui­si­ción de colonias.

    «Se pue­de aven­tu­rar la afirmación‹escribe Schil­der –, que a algu­nos pue­de pare­cer para­dó­ji­ca, de que el creci-

    12], que hemos cita­do más arri­ba, escri­be que hay que aña­dir las cau­sas de orden social a las cau­sas eco­nó­mi­cas de la polí­ti­ca colo­nial contemporánea:

    «A con­se­cuen­cia de la com­ple­ji­dad cre­cien­te de la vida y de las difi­cul­ta­des que pesan no sólo sobre las masas obre­ras, sino tam­bién sobre las cla­ses medias, en todos los paí­ses de vie­ja civi­li­za­ción se están acu­mu­lan­do “la impa­cien­cia, la irri­ta­ción, el odio, que ponen en peli­gro la tran­qui­li­dad públi­ca; hay que hallar una apli­ca­ción a la ener­gía saca­da de un deter­mi­na­do cau­se de cla­se, encon-

    pág. 108

    trar­le apli­ca­ción fue­ra del país, a fin de que no se pro­duz­ca la explo­sión en el inte­rior” »[*].

    Pues­to que habla­mos de la polí­ti­ca colo­nial de la épo­ca del impe­ria­lis­mo capi­ta­lis­ta, es nece­sa­rio hacer notar que el capi­tal finan­cie­ro y la polí­ti­ca inter­na­cio­nal corres­pon­dien­te, la cual se redu­ce a la lucha de las gran­des poten­cias por el repar­to eco­nó­mi­co y polí­ti­co del mun­do, crean toda una serie de for­mas de tran­si­ción de depen­den­cia esta­tal. Para esta épo­ca son típi­cos no sólo los dos gru­pos fun­da­men­ta­les de paí­ses: los que poseen colo­nias y los paí­ses colo­nia­les, sino tam­bién las for­mas varia­das de paí­ses depen­dien­tes polí­ti­ca­men­te inde­pen­dien­tes, des­de un pun­to de vis­ta for­mal, pero, en reali­dad, envuel­tos por las redes de la depen­den­cia finan­cie­ra y diplo­má­ti­ca. Una de estas for­mas, la semi­co­lo­nia, la hemos indi­ca­do ya antes. Mode­lo de otra for­ma es, por ejem­plo, la Argentina.

    «La Amé­ri­ca del Sur, y sobre todo la Argen­ti­na – dice Schul­ze-Gae­ver­nitz en su obra sobre el impe­ria­lis­mo bri­tá­ni­co –, se halla en una situa­ción tal de depen­den­cia finan­cie­ra con res­pec­to a Lon­dres, que se la debe cali­fi­car de colo­nia comer­cial inglesa»**.

    Según Schil­der, los capi­ta­les inver­ti­dos por Ingla­te­rra en la Argen­ti­na, de acuer­do con los datos sumi­nis­tra­dos por el cón­sul aus­tro-hún­ga­ro en Bue­nos Aires, fue­ron, en 1909, de

    *].

    *].

    Esta defi­ni­ción no sir­ve abso­lu­ta­men­te para nada, pues­to que es uni­la­te­ral, es decir, des­ta­ca arbi­tra­ria­men­te tan sólo el pro­ble­ma nacio­nal (si bien extra­or­di­na­ria­men­te impor­tan­te, tan­to por sí mis­mo como por su rela­ción con el impe­ria­lis­mo), enla­zán­do­lo arbi­tra­ria y erró­nea­men­te sólo con el capi­tal indus­trial en los paí­ses que se ane­xio­nan otras nacio­nes, colo­can­do en pri­mer tér­mino, de la mis­ma for­ma arbi­tra­ria y erró­nea, la ane­xión de las regio­nes agrarias.

    El impe­ria­lis­mo es una ten­den­cia a las ane­xio­nes; he aquí a lo que se redu­ce la par­te polí­ti­ca de la defi­ni­ción de Kautsky. Es jus­ta, pero extre­ma­da­men­te incom­ple­ta, pues en el aspec­to polí­ti­co es, en gene­ral, una ten­den­cia a la vio­len­cia y a la reac­ción. Pero lo que en este caso nos intere­sa es el aspec­toeco­nó­mi­co que Kautsky mis­mo ha intro­du­ci­do en su defi­ni­ción. Las inexac­ti­tu­des de la defi­ni­ción de Kautsky sal­tan a la vis­ta. Lo carac­te­rís­ti­co del impe­ria­lis­mo no es jus­ta­men­te el capi­tal indus­trial, sino el capi­tal finan­cie­ro. No es un fenó­meno casual que, en Fran­cia pre­ci­sa­men­te, el desa­rro­llo par­ti­cu­lar­men­te rápi­do del capi­tal finan­cie­ro, que coin­ci­dió con un debi­li­ta­mien­to del capital

    *], esto es, el super­im­pe­ria­lis­mo, la unión de los impe­ria­lis­mos de todo el mun­do, y no la lucha de los mis­mos, la fase de la cesa­ción de las gue­rras bajo el capi­ta­lis­mo, la fase de la «explo­ta­ción gene­ral del mun­do por el capi­tal finan­cie­ro uni­do inter­na­cio­nal­men­te»[**].

    Será pre­ci­so que nos deten­ga­mos más ade­lan­te en esta «teo­ria del ultra­im­pe­ria­lis­mo», con el fin de hacer ver en deta­lle has­ta qué pun­to rom­pe irre­me­dia­ble y deci­di­da­men­te con el mar­xis­mo. Lo que aquí debe­mos hacer, de acuer­do con el plan gene­ral de este tra­ba­jo, es echar una ojea­da a los datos eco­nó­mi­cos pre­ci­sos que se refie­ren a esta cues­tión. ¿Es posi­ble el «ultra­im­pe­ria­lis­mo», «des­de el pun­to de vis­ta pura­men­te eco­nó­mi­co», o es un ultradisparate?

    Si se entien­de por pun­to de vis­ta pura­men­te eco­nó­mi­co la «pura» abs­trac­ción, todo cuan­to se pue­da decir se redu­ce a la tesis siguien­te: el desa­rro­llo va hacia el mono­po­lio; por lo tan­to, hacia un mono­po­lio mun­dial úni­co, hacia un trust mun­dial úni­co. Esto es indis­cu­ti­ble, pero, al mis­mo tiem­po, care­ce de todo con­te­ni­do, como la indi­ca­ción de que «el desa­rro­llo va hacia» la pro­duc­ción de los art­ku­los ali­men­ti­cios en los labo­ra­to­rios. En este sen­ti­do, la «teo­ría» del ultraim-

    *]

    Ante esto, cabe pre­gun­tar: en el terreno del capi­ta­lis­mo, ¿qué otro medio podía haber que no sea la gue­rra, para supri­mir la des­pro­por­ción exis­ten­te entre el desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas y la acu­mu­la­ción del capi­tal, por una par­te, y el repar­to de las colo­nias y de las «esfe­ras de influen­cia» para el capi­tal finan­cie­ro, por otra?

    *].

    Recor­de­mos que, para el año 1915, dicho capi­tal aumen­tó apro­xi­ma­da­men­te en dos veces y media.

    «El impe­ria­lis­mo agre­si­vo – dice más ade­lan­te Hob­son –, que cues­ta tan caro a los con­tri­bu­yen­tes y tie­ne tan poca impor­tan­cia para el indus­trial y el comer­cian­te… , es una fuen­te de gran­des bene­fi­cios para el capi­ta­lis­ta que bus­ca el modo de inver­tir su capi­tal» … [En inglés esta noción se expre­sa con una sola pala­bra: «inves­tor», ren­tis­ta]. «El esta­dís­ti­co Gif­fen esti­ma en 18 millo­nes de libras ester­li­nas, cal­cu­lan­do a razón de un 2,5% sobre un giro total de 800 millo­nes de libras ester­li­nas, el bene­fi­cio anual per­ci­bi­do en 1899 por la Gran Bre­ta­ña de su comer­cio exte­rior y colonial».

    Por gran­de que sea esta suma, no pue­de expli­car el impe­ria­lis­mo agre­si­vo de la Gran Bre­ta­ña. Lo que lo expli­ca son los 90 ó 100 millo­nes de libras ester­li­nas que repre­sen­tan el bene­fi­cio del capi­tal «inver­ti­do», el bene­fi­cio del sec­tor de los rentistas.

    ¡El bene­fi­cio de los ren­tis­tas es cin­co veces mayor que el bene­fi­cio del comer­cio exte­rior del país más «comer­cial» del mun­do! ¡He aquí la esen­cia del impe­ria­lis­mo y del para­si­tis­mo imperialista!

    *].

    Con res­pec­to a Ale­ma­nia, el edi­tor de la revis­ta ber­li­ne­sa «Die Bank», A. Lans­burgh, escri­bía en 1911 lo siguien­te, en el artícu­lo «Ale­ma­nia, Estado-rentista»:

    «En Ale­ma­nia la gen­te se ríe de bue­na gana de la ten­den­cia a con­ver­tir­se en ren­tis­ta que se obser­va en Fran­cia. Pero, al hacer­lo, se olvi­dan de que, por lo que se refie­re a la bur­gue­sía, las con­di­cio­nes ale­ma­nas se pare­cen cada día más a las de Francia»**.

    El Esta­do-ren­tis­ta es el Esta­do del capi­ta­lis­mo para­si­ta­rio y en des­com­po­sic­tón, y esta cir­cuns­tan­cia no pue­de dejar de refle­jar­se tan­to en todas las con­di­cio­nes polí­ti­co-socia­les de los paí­ses corres­pon­dien­tes en gene­ral, como en las dos ten­den­cias fun­da­men­ta­les del movi­mien­to obre­ro en par­ti­cu­lar. Para mos­trar­lo de un modo más evi­den­te, cede­mos la pala­bra a Hob­son, el cual es un tes­ti­go «segu­ro», ya que no se le pue­de con­si­de­rar como sos­pe­cho­so de apa­sio­na­mien­to por la «orto­do­xia mar­xis­ta» y, por otra par­te, es un inglés bien infor­ma­do de la situa­ción del país más rico en colo­nias, en capi­tal finan­cie­ro y en expe­rien­cia imperialista.

    Des­cri­bien­do, bajo la viva impre­sión de la gue­rra anglo-boer, el lazo que une al impe­ria­lis­mo con los intere­ses de los

    *] Se debe­ría decir: de la cual los polí­ti­cas­tros bur­gue­ses y los opor­tu­nis­tas «socia­lis­tas» hacen poco caso.

    Entre las par­ti­cu­la­ri­da­des del impe­ria­lis­mo rela­cio­na­das con los fenó­me­nos de que hemos habla­do, figu­ra la dis­mi­nu­ción de la emi­gra­ción de los paí­ses impe­ria­lis­tas y el aumen­to de la inmi­gra­ción (afluen­cia de obre­ros y trans­mi­gra­cio­nes) a estos últi­mos, pro­ce­den­te de los paí­ses más atra­sa­dos, don­de el nivel de los sala­rios es más bajo. La emi­gra­ción de Ingla­te­rra, como lo hace obser­var Hob­son, dis­mi­nu­ye a par­tir de 1884: en este año, el núme­ro de emi­gran­tes fue de 242.000, y de 169.000 en 1900. La emi­gra­ción de Ale­ma­nia alcan­zó el máxi­mo entre 1881 y 1890: 1.453.000, des­cen­dien­do en las dos déca­das siguien­tes has­ta 544.000 y 341.000. Por el con­tra­rio, aumen­tó el núme­ro de obre­ros lle­ga­dos a Ale­ma­nia pro­ce­den­tes de Aus­tria, Ita­lia, Rusia y otros paí­ses. Según el cen­so de 1907, en Ale­ma­nia había 1.342.294 extran­je­ros, de los cua­les 440.800 eran obre­ros indus­tria­les y 257.329 agrí­co­las**. En Fran­cia, una «par­te con­si­de­ra­ble» de los obre­ros mine­ros está cons­ti­tui­da por extran­je­ros: pola­cos, ita­lia­nos, espa­ño­les***. En los Esta­dos Uni­dos, los inmi­gra­dos de la Euro­pa orien­tal y meri­dio­nal ocu­pan los pues­tos peor retri­bui­dos, mien­tras que los obre­ros nor­te­ame­ri­ca­nos su-

    *]. El impe­ria­lis­mo tie­ne la ten­den­cia a for­mar cate­go­rías pri­vi­le­gia­das tam­bién entre los obre­ros y a divor­ciar­las de la gran masa del proletariado.

    Es pre­ci­so hacer notar que, en Ingla­te­rra, la ten­den­cia del impe­ria­lis­mo a escin­dir a los obre­ros y a acen­tuar el opor­tu­nis­mo entre ellos, a engen­drar una des­com­po­si­ción tem­po­ral del movi­mien­to obre­ro, se mani­fes­tó Mucho antes de fines del siglo XIX y comien­zos del siglo XX. Esto se expli­ca por­que, des­de media­dos del siglo pasa­do, exis­tían en Ingla­te­rra dos impor­tan­tes ras­gos dis­tin­ti­vos del impe­ria­lis­mo: inmen­sas pose­sio­nes colo­nia­les y situa­ción de mono­po­lio en el mer­ca­do mun­dial. Duran­te dece­nas de años, Marx y Engels estu­dia­ron sis­te­má­ti­ca­men­te ese lazo exis­ten­te entre el opor­tu­nis­mo en el movi­mien­to obre­ro y las par­ti­cu­la­ri­da­des impe­ria­lis­tas del capi­ta­lisrno inglés. Engels escri­bía, por ejem­plo, a Marx el 7 de octu­bre de 1858:

    «El pro­le­ta­ria­do inglés se va abur­gue­san­da de hecho cada día más; por lo que se ve, esta nación, la más bur­gue­sa de todas, aspi­ra a tener, en resu­mi­das cuen­tas, al lado de la bur­gue­sía una aris­to­cra­cia bur­gue­sa y un pro­le­ta­ria­do bur­gués. Natu­ral­men­te, por par­te de una nación que explo­ta al mun­do ente­ro, esto es, has­ta cier­to pun­to, lógico».

    Casi un cuar­to de siglo des­pués, en su car­ta del 11 de agos­to de 1881, habla de «las peo­res tra­deu­nio­nes ingle­sas que con­sien­ten ser diri­gi­das por indi­vi­duos ven­di­dos a la

    *].

    Como la enmien­da refor­mis­ta de las bases del impe­ria­lis­mo es un enga­ño, un «buen deseo», como los repre­sen­tan­tes bur­gue­ses de las nacio­nes opri­mi­das no van «más allá», hacia ade­lan­te, el repre­sen­tan­te bur­gués de la nación opre­so­ra va «más allá», hacia atrás, hacia el ser­vi­lis­mo con res­pec­to al impe­ria­lis­mo, cubier­to con una pre­ten­sión de «cien­ti­fis­mo». ¡Vaya una «lógi­ca»!

    Las cues­tio­nes esen­cia­les en la crí­ti­ca del impe­ria­lis­mo son la de saber si es posi­ble modi­fi­car con refor­mas las bases del impe­ria­lis­mo, la de saber si hay que seguir ade­lan­te desa­rro­llan­do la exa­cer­ba­ción y el ahon­da­mien­to de las con­tra­dic­cio­nes engen­dra­das por el mis­mo o hay que retro­ce­der, ate­nuan­do dichas con­tra­dic­cio­nes. Como las par­ti­cu­la­ri­da­des polí­ti­cas del impe­ria­lis­mo son la reac­ción en toda la línea y la inten­si­fi­ca­ción del yugo nacio­nal como con­se­cuen­cia del yugo de la oli­gar­quía finan­cie­ra y la supre­sión de la libre con­cu­rren­cia, a prin­ci­pios del siglo XX, en casi todos los paí­ses impe­ria­lis­tas, apa­re­ce una opo­si­ción demo­crá­ti­ca peque­ño­bur­gue­sa al impe­ria­lis­mo. Y la rup­tu­ra con el mar­xis­mo por par­te de Kautsky y de la vas­ta corrien­te inter­na­cio­nal del kauts­kis­mo con­sis­te pre­ci­sa­men­te en que Kautsky no sólo no se ha preo­cu­pa­do, no ha sabi­do enfren­tar­se a esa opo­si­ción peque­ño­bur­gue­sa, refor­mis­ta, en lo eco­nó­mi­co fun­da­men­tal­men­te reac­cio­na­ria, sino que, por el con­tra­rio, se ha fun­di­do prác­ti­ca­men­te con ella.

    En los Esta­dos Uni­dos, la gue­rra impe­ria­lis­ta de 1898 con­tra Espa­ña pro­vo­có una opo­si­ción de los «anti­im­pe­ria­lis­tas», los últi­mos mohi­ca­nos de la demo­cra­cia bur­gue­sa, los

    *]. Pero mien­tras toda esa crí­ti­ca tenía mie­do de reco­no­cer el lazo indi­so­lu­ble exis­ten­te entre el impe­ria­lis­mo y los trusts, y, por con­si­guien­te, entre el impe­ria­lis­mo y los fun­da­men­tos del capi­ta­lis­mo; mien­tras temía unir­se a las fuer­zas engen­dra­das por el gran capi­ta­lis­mo y su desa­rro­llo, no pasa­ba de ser una «aspi­ra­sión inocente».

    Igual es la posi­ción fun­da­men­tal de Hob­son en su crí­ti­ca del impe­ria­lis­mo. Hob­son se ha anti­ci­pa­do a Kautsky al levan­tar­se con­tra la «inevi­ta­bi­li­dad del impe­ria­lis­mo» y al invo­car la nece­si­dad de «ele­var la capa­ci­dad de con­su­mo» de la pobla­ción (¡bajo el régi­men capi­ta­lis­tat). Man­tie­nen una posi­ción peque­ño­bur­gue­sa en la crí­ti­ca del impe­ria­lis­mo, de la omni­po­ten­cia de los ban­cos, de la oli­gar­quía finan­cie­ra, etc., Agahd, A. Lans­burgh, L. Esch­we­ge, cita­dos reite­ra­das veces por noso­tros, y, entre los escri­to­res fran­ce­ses, Víc­tor Bérard, autor de la obra super­fi­cial «Ingla­te­rra y el impe­ria­lis­mo», apa­re­ci­da en 1900. Todos ellos, sin nin­gu­na pre­ten­sión de mar­xis­mo, ni mucho menos, opo­nen al impe­ria­lis­mo la libre con­cu­rren­cia y la demo­cra­cia, con­de­nan la aven­tu­ra del ferro­ca­rril de Bag­dad, que con­du­ce a con­flic­tos y a la guerra,

    *]

    Por par­te de los eco­no­mis­tas bur­gue­ses esa inge­nui­dad no tie­ne nada de sor­pren­den­te; ade­más, para ellos es ven­ta­jo­so apa­re­cer tan inge­nuos y hablar «seria­men­te» de la paz bajo el impe­ria­lis­mo. Pero ¿qué es lo que le que­da del mar­xis­mo a Kautsky, cuan­do en 1914, 1915 y 1916 adop­ta ese mis­mo pun­to de vis­ta bur­gués-refor­mis­ta y afir­ma que «todo el mun­do está de acuer­do» (impe­ria­lis­tas, pseu­do­so­cia­lis­tas y social-paci­fis­tas) en lo que se refie­re a la paz? En vez de ana­li­zar y de poner al des­cu­bier­to en toda su pro­fun­di­dad las con­tra­dic­cio­nes del impe­ria­lis­mo, vemos úni­ca­men­te la «aspi­ra­ción ino­cen­te» refor­mis­ta de evi­tar­las, de des­ha­cer­se de ellas.

    He aquí una peque­ña mues­tra de la crí­ti­ca eco­nó­mi­ca del impe­ria­lis­mo por Kautsky. Este toma los datos sobre la expor­ta­ción y la impor­ta­ción de Ingla­te­rra en Egip­to en 1872 y 1912: resul­ta que esa expor­ta­ción e impor­ta­ción aumen­tó menos que la expor­ta­ción y la impor­ta­ción gene­ra­les de Ingla­te­rra. Y Kautsky saca de ello la con­clu­sión siguiente:

    «No tene­mos fun­da­men­to alguno para supo­ner que, sin la ocu­pa­ción mili­tar de Egip­to, el comer­cio con dicho país hubie­ra cre­ci­do menos bajo la influen­cia del sim­ple peso

    *].

    13], cons­ti­tu­ye la base de la crí­ti­ca kauts­kia­na del impe­ria­lis­mo y por esto debe­mos dete­ner­nos más deta­lla­da­men­te en él. Empe­ce­mos por una cita de Hil­fer­ding, cuyas con­clu­sio­nes Kautsky ha decla­ra­do muchas veces, por ejem­plo, en abril de 1915, que eran «acep­ta­das uná­ni­me­men­te por todos los teó­ri­cos socialistas».

    «No incum­be al pro­le­ta­ria­do – dice Hil­fer­ding – opo­ner a la polí­ti­ca capi­ta­lis­ta más pro­gre­si­va la era del libre­cam­bio, que se ha que­da­do atrás, y la acti­tud hos­til fren­te al Esta­do. La res­pues­ta del pro­le­ta­ria­do a la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca del capi­tal finan­cie­ro, al impe­ria­lis­mo, pue­de ser no el libre­cam­bio, sino sola­men­te el socia­lis­mo. El fin de la polí­ti­ca pro­le­ta­ria no pue­de ser actual­men­te la res­tau­ra­ción de la libre con­cu­rren­cia – que se ha con­ver­ti­do en un ideal reac­cio­na­rio –, sino úni­ca­men­te la des­truc­ción com­ple­ta de la com­pe­ten­cia por medio de la supre­sión del capitalismo»**.

    Kautsky ha roto con el mar­xis­mo al defen­der para la épo­ca del capi­tal finan­cie­ro un «ideal reac­cio­na­rio», la «demo­cra­cia pací­fi­ca», «el sim­ple peso de los fac­to­res eco­nó­mi­cos», pues este ideal arras­tra obje­ti­va­men­te hacia

    *].

    Lans­burgh dedu­ce de estos hechos una diver­ti­da moral peque­ño­bur­gue­sa: cuán incon­sis­ten­te y des­igual es la expor­ta­ción rela­cio­na­da con los emprés­ti­tos, lo mal que está expor­tar capi­ta­les al extran­je­ro en vez de desa­rro­llar la indus­tria patria de un modo «natu­ral» y «armó­ni­co», lo «caras» que le resul­tan a Krupp las pro­pi­nas de muchos millo­nes al ser con­cer­ta­dos los emprés­ti­tos extran­je­ros, etc. Pero los hechos hablan con cla­ri­dad: el aumen­to de la expor­ta­ción está pre­ci­sa­men­te rela­cio­na­do con las maqui­na­cio­nes del capi­tal finan­cie­ro, que no se preo­cu­pa de la moral bur­gue­sa y saca al buey dos cue­ros: pri­me­ro, el bene­fi­cio del emprés­ti­to, y segun­do, un bene­fi­cio de ese mis­mo emprés­ti­to, cuan­do éste es inver­ti­do en la com­pra de los artícu­los de Krupp o de mate­rial ferro­via­rio del sin­di­ca­to del ace­ro, etc.

    Repe­ti­mos que no con­si­de­ra­mos per­fec­ta, ni mucho menos, la esta­dís­ti­ca de Lans­burgh, pero era indis­pen­sa­ble repro­du­cir­la, por­que es más cien­tí­fi­ca que la de Kautsky y de Spec­ta­tor, ya que Lans­burgh indi­ca una mane­ra jus­ta de enfo­car la cues­tión. Para razo­nar sobre la sig­ni­fi­ca­ción del

    *].

    Hob­son:

    «El cris­tia­nis­mo, que se ha con­so­li­da­do en un núme­ro limi­ta­do de gran­des impe­rios fede­ra­les, cada uno de los cua­les dis­po­ne de varias colo­nias no civi­li­za­das y de varios paí­ses depen­dien­tes, les pare­ce a muchos como la evo­lu­ción más legí­ti­ma de las ten­den­cias actua­les, una evo­lu­ción, ade­más, que haría con­ce­bir las mayo­res espe­ran­zas en una paz per­ma­nen­te sobre la base sóli­da del interimperialismo».

    Kautsky cali­fi­ca de ultra­im­pe­ria­lis­mo o super­im­pe­ria­lis­mo lo que Hob­son, 13 años antes, cali­fi­ca­ba de inter­im­pe­ria­lis­mo. Si excep­tua­mos la crea­ción de una nue­va y sapien­tí­si­ma pala­bre­ja por medio de la sus­ti­tu­ción de un pre­fi­jo latino por otro, el pro­gre­so del pen­sa­mien­to «cien­tí­fi­co» en Kautsky con­sis­te úni­ca­men­te en la pre­ten­sión de hacer pasar por mar­xis­ta lo que Hob­son des­cri­be, en esen­cia, como mani­fes­ta­ción hipó­cri­ta de los curi­tas ingle­ses. Des­pués de la gue­rra anglo-boer era natu­ral que este hono­ra­ble esta­men­to diri­gie­ra sus mayo­res esfuer­zos en el sen­ti­do de con­so­lar a los peque­ños bur­gue­ses y a los obre­ros ingle­ses, los cua­les habían teni­do no pocos muer­tos en los com­ba­tes sura­fri­ca­nos y fue­ron obli­ga­dos a pagar impues­tos ele­va­dos a fin de garan­ti­zar mayo­res uti­li­da­des a los finan­cie­ros ingle­ses. Y ¿qué con­sue­lo podía ser mayor que el de que el impe­ria­lis­mo no era tan malo, que se halla­ba muy cer­ca del inter o ultra­im­pe­ria­lis­mo, capaz de ase­gu­rar la paz per­ma­nen­te? Cua­les­quie­ra que fue­ran las bue­nas inten­cio­nes de íos curi­tas ingle­ses o del dul­zón de Kautsky, el sen­ti­do obje­ti­vo, esto

    *].

    A esto hay que aña­dir que no sólo en los paí­ses nue­va­men­te des­cu­bier­tos, sino inclu­so en los vie­jos, el impe­ria­lis­mo con­du­ce a las ane­xio­nes, a la inten­si­fi­ca­ción de la opre­sión nacio­nal, y por con­si­guien­te, tam­bién, a la inten­si­fi­ca­ción de la resis­ten­cia. Al hacer obje­cio­nes a la inten­si­fi­ca­ción de la reac­ción polí­ti­ca por el impe­ria­lis­mo, Kautsky deja en la som­bra la cues­tión acer­ca de la impo­si­bi­li­dad de la uni­dad con los opor­tu­nis­tas en la épo­ca del impe­ria­lis­mo, cues­tión que ha adqui­ri­do par­ti­cu­lar impor­tan­cia vital. Al opo­ner­se a las ane­xio­nes, da a sus obje­cio­nes una for­ma tal, que resul­ta la más ino­fen­si­va para los opor­tu­nis­tas y fácil­men­te acep­ta­ble por ellos. Kautsky se diri­ge direc­ta­men­te al audi­to­rio ale­mán y, sin embar­go, esca­mo­tea pre­ci­sa­men­te lo más esen­cial y más actual, por ejem­plo, que Alsa­cia-Lore­na es una ane­xión de Ale­ma­nia. Para apre­ciar esta «des­via­ción del pen­sa­mien­to» de Kautsky, tome­mos un ejem­plo. Supongamos

    *].

    No hay nada que decir: exce­len­te «refu­ta­ción» de Marx, que da un paso atrás, del aná­li­sis cien­tí­fi­co exac­to de Marx a la con­je­tu­ra – genial, pero con­je­tu­ra al fin – de Saint-Simon.

    Escri­to en enero-junio de 1916.

    Publi­ca­do por pri­me­ra vez en for­ma de
    folle­to en Petro­gra­do, en abril de 1917.

    Impre­so según el manus­cri­to y confron-
    tad o con el tex­to d el folleto.


From Marx to Mao
(English)

Des­de Marx
has­ta Mao

Tex­tos
de Lenin

Apun­tos sobre
el tex­to abajo

    «El impe­ria­lis­mofase supe­rior del capi­ta­lis­mo » fue escri­to en la pri­me­ra mitad de 1916. El estu­dio de publi­ca­cio­nes de dis­tin­tos paí­ses acer­ca del impe­ria­lis­mo lo ini­ció Lenin en Ber­na, en 1916; el libro empe­zó a escri­bir­lo en enero de 1916. A fines de este mes, Lenin se tras­la­dó a Zurich y siguió tra­ba­jan­do en el libro, en la biblio­te­ca can­to­nal de esa ciu­dad. Los extrac­tos, apun­tes, obser­va­cio­nes y cua­dros que Lenin hizo de cen­te­na­res de libros, revis­tas, perió­di­cos y resú­me­nes esta­dís­ti­cos extran­je­ros com­po­nen más de 40 plie­gos de impren­ta. Estos mate­ria­les fue­ron publi­ca­dos en edi­ción apar­te en 1939 bajo el títu­lo de Cua­der­nos sobre el imperialismo.
    El 19 de junio (2 de julio) de 1916, Lenin ter­mino el tra­ba­jo y envió el manus­cri­to a la Edi­to­rial Parus. Los ele­men­tos men­che­vi­ques atrin­che­ra­dos en la Edi­to­rial supri­mie­ron de él la dura crí­ti­ca que se hacía de las teo­rías opor­tu­nis­tas de Kautsky y de los men­che­vi­ques rusos (Már­tov, etc.). Cuan­do Lenin decía «trans­for­ma­ción» (del capi­ta­lis­mo en impe­ria­lis­mo capi­ta­lis­ta) ellos pusie­ron «con­ver­sión», el «carác­ter reac­cio­na­rio» (de la teo­ría del «ultra­im­pe­ria­lis­mo») lo sus­ti­tu­ye­ron por el «carác­ter atra­sa­do», etc. Con el títu­lo de El impe­ria­lis­moeta­pa con­tem­po­rá­nea del capi­ta­lis­mo la Edi­to­rial Parus lo impri­mió a prin­ci­pios de 1917 en Petrogrado.

    A su lle­ga­da a Rusia, Lenin escri­bió el pró­lo­go del libro, que vio la luz en sep­tiem­bre de 1917.

    Con res­pec­to a la sig­ni­fi­ca­ción del libro El impe­ria­lis­mofase supe­rior del capi­ta­lis­mo, véa­se el Com­pen­dio de His­to­ria del Pár­ti­do Comu­nis­ta (bol­che­vi­que) de la URSS. [pág. 1]

    pág. 168

    Véa­se: págs, 156 – 157 del pre­sen­te folle­to. [pág. 2]

    El pre­sen­te pró­lo­go fue publi­ca­do por pri­me­ra vez, bajo el títu­lo de El impe­ria­lis­mo y el capi­ta­lis­mo, en el N.ƒ 18 de la revis­ta La Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta, corres­pon­dien­te al mes de octu­bre de 1921. [pág. 3]

    «Par­ti­do Social­de­mó­cra­ta Inde­pen­dien­te de Ale­ma­nia «, par­ti­do cen­tris­ta fun­da­do en abril de 1917. Lo fun­da­men­tal en él era la orga­ni­za­ción kauts­kia­na «Con­fra­ter­ni­dad del Tra­ba­jo». Los «inde­pen­dien­tes» pro­pug­na­ban la «uni­dad» con los social­cho­vi­nis­tas des­ca­ra­dos, a los cua­les jus­ti­fi­ca­ban y defen­dían, y rei­vin­di­ca­ban el aban­dono de la lucha de clases.
    El Par­ti­do Social­de­mó­cra­ta Inde­pen­dien­te se escin­dió en octu­bre de 1920, en el Con­gre­so de Halle. Una par­te con­si­de­ra­ble de él se fun­dió en diciem­bre de 1920 con el Par­ti­do Comu­nis­ta de Ale­ma­nia. Los ele­men­tos dere­chis­tas for­ma­ron su par­ti­do, al que die­ron el vie­jo nom­bre de Par­ti­do Social­de­mó­cra­ta Inde­pen­dien­te; éste sub­sis­tió has­ta 1922. [pág. 9]

    Espar­ta­quis­tas, miem­bros de la unión Espar­ta­co, que se for­mó duran­te la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial. Al comen­zar la con­fla­gra­ción, los social­de­mó­cra­tas ale­ma­nes de izquier­da for­ma­ron el gru­po Inter­na­cio­nal, que diri­gían K. Liebk­necht, R. Luxem­bur­go, F. Meh­ring, C. Zet­kin y otros, gru­po que empe­zo a lla­mar­se tam­bién unión Espar­ta­co. Los espar­ta quis­tas man­tu­vie­ron entre las masas la pro­pa­gan­da revo­lu­cio­na­ria con­tra la gue­rra impe­ria­lis­ta, denun­cian­do la polí­ti­ca rapaz del impe­ria­lis­mo ale­mán y la trai­ción de los jefes de la social­de­mo­cra­cia. Pero los espar­ta­quis­tas, los ale­ma­nes de izquier­da no esta­ban exen­tos de erro­res semi­men­che­vi­ques en impor­tan­tí­si­mos pro­ble­mas de la teo­ría y la polí­ti­ca: fomen­ta­ban la teo­ría semi­men­che­vi­que del impe­ria­lis­mo, impug­na­ban el prin­ci­pio de la libre deter­mi­na­ción de las nacio­nes en su inter­pre­ta­ción mar­xis­ta (es decir, has­ta la sepa­ra­ción y la for­ma­ción de Esta­dos inde­pen­dien­tes), nega­ban la posi­bi­li­dad de las gue­rras de libe­ra­ción nacio­nal en la épo­ca del impe­ria­lis­mo, no esti­ma­ban sufi­cien­te­men­te el papel del par­ti­do revo­lu­cio­na­rio y se incli­na­ban ante la espon­ta­nei­dad del movi­mien­to. La crí­ti­ca de los erro­res de los izquier­dis­tas ale­ma­nes fue hecha por Lenin en sus tra­ba­jos Sobre el folle­to de JuniusSobre una cari­ca­tu­ra de mar­xis­mo y sobre el «eco­no­mis­mo impe­ria­lis­ta «, y otros, y por Sta­lin en su car­ta Sobre algu­nas cues­tio­nes de la his­to­ria del bol­che­vis­mo. En 1917, los espar­ta­quis­tas ingre­sa­ron en el par­ti­do cen­tris­ta de los «inde­pen­dien­tes» sin per­der su auto­no­mía en mate­ria de orga­ni­za­ción. Des­pués de la revo­lu­ción ale­ma­na de noviem­bre de 1918, los espar­ta­quis­tas rom­pie­ron con los «inde­pen­dien­tes» y en diciem­bre del mis­mo año fun­da­ban el Par­ti­do Comu­nis­ta de Ale­ma­nia. [pág. 9]

    pág. 169

    Los escán­da­los de Grün­der se pro­du­je­ron en el perío­do de fun­da­ción inten­sa (Grün­der en ale­mán sig­ni­fi­ca fun­da­dor) de socie­da­des anó­ni­mas en Ale­ma­nia a prin­ci­pios de los años 70 del siglo pasa­do. El cre­cien­te pro­ce­so de fun­da­ción de estas socie­da­des iba acom­pa­ña­do de frau­du­len­tas manio­bras de los nego­cian­tes bur­gue­ses enri­que­ci­dos y de una espe­cu­la­ción desen­fre­na­da sobre tie­rras y valo­res en la Bol­sa. [pág. 45]

    «Gace­ta de Franc­fort » («Frank­fur­ter Zei­tung»): Perió­di­co bur­gues ale­man que edi­tó­se des­de 1856 en Franc­fort de Main. [pág. 47]

    Lenin se refie­re a G. V. Ple­já­nov. [pág. 59]

    Pro­du­gol : «Socie­dad Rusa de comer­cio del com­bus­ti­ble mine­ral de la cuen­ca del Donetz». Fue fun­da­da en el año 1906. [pág. 65]

    Pro­da­met : «Socie­dad para la ven­ta de artícu­los de las fábri­cas metalúrgic

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *