[Bideoa] Iña­ki Gil de San Vicen­te en Pasaia, home­na­je a Jesús Larra­ña­ga y un tex­to impres­cin­di­ble por Boltxe Kolektiboa

Ofre­ce­mos el video, por la impor­tan­cia de las pala­bras de Iña­ki Gil, en Pasaia, en las que glo­só a l@s luchador@s de ayer y de hoy, pala­bras de impor­tan­cia en el actual momen­to polí­ti­co de Eus­kal Herria.

Iña­ki, siem­pre cla­ro en sus plan­tea­mien­tos, y magis­tral como siem­pre en sus inter­ven­cio­nes. Se pue­den visua­li­zar el res­to de gra­ba­cio­nes en este for­ma­to en Boltxe­vi­deo, archi­vo que se encuen­tra a la par­te dere­cha de la web, núme­ro 14 de Kon­tra Infor­ma­zioa. Y vol­ve­mos a incor­po­rar un tex­to muy impor­tan­te sobre el que refle­xio­nar, de nuevo.

La publi­ca­ción socia­lis­ta men­sual Kal­di­raç, me ha plan­tea­do dos pre­gun­tas: pri­me­ra, ¿cómo carac­te­ri­zar la actual cri­sis del sis­te­ma capi­ta­lis­ta?, y segun­da, ¿cómo luchar con­tra ella?

PRIMERA RESPUESTA: ¿QUÉ ES LA CRISIS?

1. CINCO CARACTERÍSTICAS

2. TEORIA MARXISTA DE LA CRISIS

3. INTERACCIÓN, COMPLEJIDAD Y “NUEVA” CRISIS:

SEGUNDA RESPUESTA: ¿CÓMO LUCHAR CONTRA LA CRISIS?

4. PREPARARSE PARA LAS CRISIS INEVITABLES

5. LA ACTUALIDAD DE LA REVOLUCION COMO HORIZONTE PRESENTE

6. CONTRAPODER, DOBLE PODER Y PODER POPULAR

7. SOCIALISMO O BARBARIE, COMUNISMO O CAOS

1.- CINCO CARACTERÍSTICAS

Para com­pren­der la actual cri­sis del capi­ta­lis­mo debe­mos recu­rrir al méto­do dia­léc­ti­co. Vol­ver a Hegel es lo que hizo Marx cuan­do nece­si­tó pene­trar en los secre­tos más pro­fun­dos de la explo­ta­ción asa­la­ria­da, y nada de la crí­ti­ca mar­xis­ta de la eco­no­mía polí­ti­ca se entien­de si no es uti­li­zan­do la dia­léc­ti­ca. Tenien­do esto en cuen­ta debe­mos con­si­de­rar cua­tro cues­tio­nes: una, el modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta fun­cio­na en base a leyes ten­den­cia­les movi­das por el cho­que de con­tra­dic­cio­nes irre­con­ci­lia­bles, de modo que la natu­ra­le­za, la esen­cia, del capi­ta­lis­mo está siem­pre agi­tán­do­se, bullen­do y en ten­sión inter­na cau­sa­da por el cho­que impa­ra­ble entre, por un lado, su cie­ga nece­si­dad de acu­mu­la­ción amplia­da en manos de la mino­ría pro­pie­ta­ria de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, y por otro lado, el carác­ter social de la pro­duc­ción rea­li­za­da por la mayo­ría tra­ba­ja­do­ra que care­ce de todo excep­to de su fuer­za de trabajo.

A esta con­tra­dic­ción hay que unir otra, la que exis­te entre los pro­pios bur­gue­ses, la com­pe­ten­cia inter­na por enri­que­cer­se unos a cos­ta de los otros, lo que por un lado impul­sa la tec­ni­fi­ca­ción de cada empre­sa pero, por otro lado y a esca­la total, deter­mi­na el irra­cio­na­lis­mo del con­jun­to del sis­te­ma capi­ta­lis­ta. Esta con­tra­dic­ción inter­na refle­ja la lucha cai­ni­ta entre bur­gue­ses enfren­ta­dos a muer­te por qui­tar­se los nego­cios los unos a los otros, o sea al cani­ba­lis­mo bur­gués que se expre­sa en la com­pe­ten­cia. Todo esto hace que la evo­lu­ción del capi­ta­lis­mo sea siem­pre ines­ta­ble y des­equi­li­bra­da, logran­do fuga­ces momen­tos de esta­bi­li­dad y equi­li­brio muy tran­si­to­rio que des­apa­re­cen en poco tiempo.

Dos, ésta y otras con­tra­dic­cio­nes inhe­ren­tes al capi­ta­lis­mo son esen­cia­les, for­man su iden­ti­dad bási­ca y obli­ga­to­ria, su con­te­ni­do gené­ti­co-estruc­tu­ral obli­ga­do en este modo de pro­duc­ción, mien­tras que las for­mas con­cre­tas, super­fi­cia­les y exter­nas, con las que apa­re­cen tales cons­tan­tes inter­nas, es decir su con­ti­nen­te his­tó­ri­co-gené­ti­co, adquie­ren expre­sio­nes muy dife­ren­tes en su apa­rien­cia, expre­sio­nes que depen­den de las his­to­rias par­ti­cu­la­res de cada socie­dad, de cada pue­blo, de cada for­ma­ción económico-social.

Pode­mos decir a modo de símil que las corrien­tes sub­te­rrá­neas que reco­rren las pro­fun­di­da­des del capi­ta­lis­mo nun­ca se detie­nen, siem­pre están movién­do­se, aun­que en la super­fi­cie oceá­ni­ca reine una cal­ma tran­si­to­ria, una quie­tud mor­te­ci­na que, sin embar­go, tar­de o tem­prano ter­mi­na agi­tán­do­se y lue­go, si con­flu­yen deter­mi­na­das diná­mi­cas, con­clu­ye en un ciclón o hura­cán devas­ta­dor. Pode­mos recu­rrir tam­bién al símil de la deri­va de los con­ti­nen­tes y de los flu­jos inmen­sos del mag­ma en el inte­rior de la Tie­rra, bajo su cor­te­za exter­na que pare­ce ser eter­na­men­te inmó­vil, pero que se mue­ve en todo momen­to aun­que de for­ma imper­cep­ti­ble, y que esta­lla abrup­ta­men­te en corri­mien­tos de tie­rra, géi­se­res, vol­ca­nes, terre­mo­tos y otros cataclismos.

Tres, vol­vien­do al capi­ta­lis­mo, las cri­sis no son mera­men­te posi­bles, sino que son nece­sa­rias e inevi­ta­bles. Como vere­mos al con­tes­tar a la segun­da pre­gun­ta, esta tesis mar­xis­ta con­fir­ma­da por toda la expe­rien­cia his­tó­ri­ca, es deci­si­va para enten­der la abso­lu­ta opo­si­ción entre la prác­ti­ca refor­mis­ta y la revo­lu­cio­na­ria. Las cri­sis son nece­sa­rias por­que res­pon­den a las leyes ten­den­cia­les, a las con­tra­dic­cio­nes inter­nas, a la esen­cia del capi­ta­lis­mo, aun­que exis­ten varias for­mas bási­cas de cri­sis par­cia­les, muchas inter­re­la­cio­nes entre esas cri­sis par­cia­les y, sobre todo, dife­ren­tes tem­po­ra­li­da­des, fases u ondas de ges­ta­ción, esta­lli­do y dura­ción de las cri­sis, en espe­cial de las estruc­tu­ra­les, las que afec­tan a la tota­li­dad del sis­te­ma y a sus capa­ci­da­des de recuperación.

La posi­bi­li­dad obje­ti­va de la cri­sis está dada en las pro­pias difi­cul­ta­des del sis­te­ma eco­nó­mi­co en su for­ma más sim­ple y bási­ca para trans­for­mar el pro­duc­to del tra­ba­jo social en bene­fi­cio pri­va­do, y con­for­me la eco­no­mía se com­ple­ji­za y avan­za el peso deci­si­vo de la esfe­ra de la pro­duc­ción de medios de pro­duc­ción, es decir, la pro­duc­ción indus­trial, según avan­za esta diná­mi­ca la posi­bi­li­dad se trans­for­ma en pro­ba­bi­li­dad y ésta, final­men­te, en nece­si­dad, en ineluctabilidad.

Cua­tro, la razón que expli­ca el ascen­so impa­ra­ble del Esta­do y de sus buro­cra­cias en el desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo, como se ha vuel­to a demos­trar aho­ra mis­mo, en la actual cri­sis mun­dial, es pre­ci­sa­men­te la cre­cien­te nece­si­dad que ato­si­ga a la bur­gue­sía para con­tra­rres­tar los obs­tácu­los, fre­nos y limi­ta­cio­nes siem­pre en aumen­to que ralen­ti­zan la obten­ción de bene­fi­cios y que impul­san el sur­gi­mien­to de las cri­sis, su ten­den­cia a con­fluir en una cri­sis úni­ca, total y sis­té­mi­ca, como los ria­chue­los con­flu­yen en el río has­ta hacer que este des­bor­de todas las pre­sas y cana­li­za­cio­nes, arra­sán­do­lo todo a su paso. La fun­ción bási­ca del Esta­do y de la polí­ti­ca bur­gue­sa, que es la eco­no­mía con­cen­tra­da, no es otra que la de impe­dir el esta­lli­do de la revo­lu­ción, o en caso extre­mo aho­gar­la en un baño de sangre.

Mien­tras que las cri­sis del capi­tal son nece­sa­rias e inevi­ta­bles, la revo­lu­ción social es nece­sa­ria pero no es inevi­ta­ble, pue­de ser abor­ta­da o exter­mi­na­da, y el Esta­do es el encar­ga­do de lograr que la nece­si­dad de la revo­lu­ción no se reali­ce, fra­ca­se antes inclu­so de que las masas explo­ta­das tomen con­cien­cia de su nece­si­dad. La dife­ren­cia radi­ca, como vere­mos en la segun­da res­pues­ta, en que la cri­sis esta­lla por razo­nes obje­ti­vas, por con­tra­dic­cio­nes inter­nas insal­va­bles, mien­tras que la revo­lu­ción exi­ge impe­rio­sa­men­te la acción de la con­cien­cia polí­ti­ca, teó­ri­ca y éti­ca­men­te for­ma­da y que ha pren­di­do en el seno de la huma­ni­dad tra­ba­ja­do­ra, lle­gan­do a ser por ello una fuer­za mate­rial. El Esta­do bur­gués tie­ne el obje­ti­vo prio­ri­ta­rio de impe­dir que sur­ja, crez­ca y actué la con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria como fuer­za material.

Y cin­co, la razón últi­ma de la cri­sis en su expre­sión más agu­da es la acción his­tó­ri­ca de la ley ten­den­cial de caí­da de la tasa media de ganan­cia. Esta ley sos­tie­ne que la tasa media de ganan­cia tien­de a des­cen­der a lar­go pla­zo por­que cada vez hay que inver­tir más capi­tal por cada uni­dad de ganan­cia obte­ni­da, es decir, si hace vein­te años, por ejem­plo, para obte­ner una tasa de ganan­cia de 10 euros había que inver­tir otros 10 euros en máqui­nas, mate­rias pri­mas y sala­rios, aho­ra, vein­te años des­pués, para obte­ner esos mis­mos 10 euros hay que inver­tir 15 ó 20 euros en máqui­nas y sala­rios, es decir, que la ren­ta­bi­li­dad media decre­ce ya que para cada euro de ganan­cia hay que gas­tar cada vez más capi­tal en todo el pro­ce­so. Dicho en otras pala­bras, con el tiem­po cada euro de ganan­cia cues­ta más caro, es más cos­to­so de obte­ner y por ello mis­mo se redu­ce la tasa media de beneficio.

El con­cep­to de ren­ta­bi­li­dad lo usan los bur­gue­ses pero aho­ra nos pue­de ser­vir, sobre todo si pone­mos el símil de la ren­ta­bi­li­dad agrí­co­la: para que un cam­po pro­duz­ca 10 tone­la­das de tri­go hace dos déca­das había que gas­tar 10 euros en abo­nos, máqui­nas, sala­rios, etc., pero aho­ra para obte­ner esa mis­ma can­ti­dad de tri­go, 10 tone­la­das, hay que gas­tar 15 ó 20 euros por que la tie­rra se ha empo­bre­ci­do, los trac­to­res son más caros, etc., por lo tan­to, el pre­cio de la tone­la­da sube con los años y si los pre­cios de mer­ca­do se man­tie­nen igual, las ganan­cias des­cien­den. Vol­vien­do a la pro­duc­ción indus­trial suce­de lo mis­mo pero a otra esca­la más deci­si­va por­que para pro­du­cir una uni­dad de ganan­cia cada vez se ha de ade­lan­tar más can­ti­dad de capi­tal en for­ma de máqui­nas, ins­ta­la­cio­nes, sala­rios, etc., lo que hace des­cen­der la tasa media de beneficios.

2.- TEORIA MARXISTA DE LA CRISIS

La ley ten­den­cial de la caí­da de la tasa o cuo­ta media de ganan­cia pue­de ser y de hecho es con­tra­rres­ta­da por la deli­be­ra­da inter­ven­ción bur­gue­sa que, con la ayu­da de su Esta­do, logra dete­ner sus efec­tos y has­ta rever­tir­los, logran­do inclu­so perío­dos de subi­da de la tasa de ganan­cia. Las medi­das que con­tra­rres­tan la ten­den­cia des­cen­den­te nos remi­ten al papel de la lucha de cla­ses, a la lucha de eman­ci­pa­ción de los pue­blos opri­mi­dos y a la inter­ven­ción de los pode­res esta­ta­les, sean los impe­ria­lis­tas o de las nacio­nes que se resis­ten al impe­ria­lis­mo. Pero a la lar­ga, y como ha demos­tra­do la his­to­ria una y otra vez, pier­den efec­ti­vi­dad las medi­das impues­tas por la bur­gue­sía para con­tra­rres­tar esta ley ten­den­cial de caí­da, que empie­za de nue­vo a minar los pila­res del capi­ta­lis­mo en lo deci­si­vo para su super­vi­ven­cia: la acu­mu­la­ción amplia­da de capital.

Con­for­me se ace­le­ra el des­cen­so de los bene­fi­cios en ramas pro­duc­ti­vas y eco­nó­mi­cas ente­ras, los capi­ta­les que ade­más luchan entre ellos por robar­se los unos a los otros, tam­bién huyen de las ramas impro­duc­ti­vas y se vuel­can en las ramas que toda­vía rin­den más bene­fi­cios, has­ta que sal­tan­do de quie­bra en quie­bra se lan­zan masi­va­men­te a la espe­cu­la­ción finan­cie­ra, a la inge­nie­ría bur­sá­til de alto ries­go, a la corrup­ción gene­ra­li­za­da y a la eco­no­mía sumer­gi­da, ale­gal e ile­gal. Se for­man las bur­bu­jas finan­cie­ras, inmo­bi­lia­rias, espe­cu­la­ti­vas, y el capi­ta­lis­mo real, el pro­duc­ti­vo, se aho­ga en un mar de deu­das impa­ga­bles. Las masas de capi­tal fic­ti­cio, de eco­no­mía de papel, de dine­ro elec­tró­ni­co, de bonos basu­ra y de nego­cios enve­ne­na­dos lle­gan a ser astro­nó­mi­cas en com­pa­ra­ción a la eco­no­mía real, a las reser­vas fun­gi­bles alma­ce­na­das en los ban­cos cen­tra­les y pri­va­dos. Al final se des­plo­ma el mon­ta­je tram­po­so y apa­re­ce la reali­dad trá­gi­ca de la cri­sis sistémica.

Marx expli­có la ley ten­den­cial de la caí­da de la tasa media de ganan­cia en el ter­cer libro de El Capi­tal, y en los dos libros ante­rio­res fue sen­tan­do las bases teó­ri­cas expli­ca­ti­vas nece­sa­rias para com­pren­der ple­na­men­te la vigen­cia his­tó­ri­ca de dicha ley ten­den­cial, como ha que­da­do demos­tra­do por la his­to­ria. Esta meto­do­lo­gía dia­léc­ti­ca que exi­ge tener en cuen­ta la tota­li­dad del pro­ble­ma, no ha sido res­pe­ta­da por muchos inves­ti­ga­do­res que se han limi­ta­do a repe­tir fra­ses o párra­fos suel­tos, ais­la­dos de la tota­li­dad de la inves­ti­ga­ción. Inclu­so hay quie­nes se limi­tan a obras muy ante­rio­res a El Capi­tal, por ejem­plo al Mani­fies­to Comu­nis­ta. Olvi­dan­do el méto­do dia­léc­ti­co y cayen­do en la par­cia­li­dad de las citas ais­la­das y está­ti­cas, se pue­den encon­trar en Marx varias “teo­rías” de la cri­sis: la de la des­pro­por­ción entre los sec­to­res pri­me­ro y segun­do, la de la sobre­pro­duc­ción, y la del sub­con­su­mo, básicamente.

Todas ellas son cier­tas siem­pre y cuan­do se apli­quen estric­ta­men­te en sus muy con­cre­tos lími­tes, pero son inser­vi­bles cuan­do se las extra­po­la, se las esti­ra más allá de su reali­dad pun­tual, y cuan­do se pre­ten­de expli­car la cri­sis sis­té­mi­ca en su tota­li­dad, que es mucho más que la sim­ple suma de sus cri­sis par­ti­cu­la­res, con esas teo­rías par­cial­men­te váli­das en ais­la­do. Para estu­diar la cri­sis del capi­tal es su ple­na des­truc­ti­vi­dad glo­bal hay que lle­gar al libro ter­ce­ro de El Capi­tal, es decir, a la ten­den­cia a la caí­da de la tasa de bene­fi­cios y des­de aquí com­pren­der cómo fun­cio­nan cada una de las teo­rías par­cia­les, de las cri­sis par­ti­cu­la­res o sub­cri­sis, pero siem­pre como par­tes inser­tas en una teo­ría más amplia.

Lo que aho­ra mis­mo suce­de es que, como vere­mos más ade­lan­te, el capi­ta­lis­mo impu­so des­de los ’80 del siglo pasa­do una polí­ti­ca sal­va­je de libe­ra­li­za­ción finan­cie­ra inse­pa­ra­ble de la polí­ti­ca neo­li­be­ral, des­ti­na­da a extraer enor­mes sobre­ga­nan­cias median­te la espe­cu­la­ción finan­cie­ra más sui­ci­da. Y lo hizo cre­yen­do que así podría salir por fin de la pro­lon­ga­da cri­sis de acu­mu­la­ción que el sis­te­ma del capi­tal arras­tra con alti­ba­jos des­de fina­les de los ’60, y agu­di­za­da des­de 1973. Toda­vía más, la razón de esta cri­sis de acu­mu­la­ción sos­te­ni­da con alti­ba­jos no es otra que la len­ta acción de la ten­den­cia a la caí­da de la tasa de ganancia.

Des­de los ’80 ha habi­do repun­tes pun­tua­les en deter­mi­na­dos Esta­dos que han hecho creer a algu­nos que la cri­sis esta­ba defi­ni­ti­va­men­te supe­ra­da y que el capi­ta­lis­mo ini­cia­ba de nue­vo una lar­ga y sos­te­ni­da onda lar­ga de expan­sión con supe­rio­res tasas de ganan­cia. Pero no ha suce­di­do así, como lo demues­tran todos los estu­dios serios y rigu­ro­sos. Des­de verano de 2007 y más cru­da­men­te des­de el de 2008, el sis­te­ma del capi­tal se está pre­ci­pi­tan­do en el fan­go de una reali­dad de estan­ca­mien­to o de cre­ci­mien­to tan débil que no pue­de dar el sal­to a la recu­pe­ra­ción sos­te­ni­da en el tiem­po, y esto por­que asis­ti­mos a la sub­sun­ción de las cri­sis par­cia­les en una cri­sis total “nue­va”, según la cate­go­ría dia­léc­ti­ca de la tota­li­dad en movimiento.

Dicho de otro modo, sobre el fon­do his­tó­ri­co de una real y per­du­ra­ble cri­sis de acu­mu­la­ción de capi­tal en los sec­to­res indus­trial y comer­cial debi­do a la impre­sio­nan­te sobre­pro­duc­ción exce­den­ta­ria que muy difí­cil­men­te encuen­tra sali­da en los mer­ca­dos mun­dia­les, o no los encuen­tra para cada vez más capi­ta­les sobran­tes, y su con­si­guien­te efec­to nega­ti­vo sobre la demos­tra­da decli­na­ción del PIB mun­dial, des­de enton­ces has­ta aho­ra, sobre este fon­do his­tó­ri­co inne­ga­ble de caí­da ten­den­cial de la tasa de bene­fi­cios, han ido esta­llan­do suce­si­vas cri­sis par­cia­les y espe­cí­fi­cas, que han ter­mi­na­do por con­fluir, fusio­nar­se, sin­te­ti­zar­se como tota­li­dad sis­té­mi­ca en una cri­sis “nue­va” que, empe­ro, se sus­ten­ta en la pro­lon­ga­da cri­sis de sobre­acu­mu­la­ción exce­den­ta­ria en el sec­tor indus­trial, el deci­si­vo por­que es el que pro­du­ce bie­nes de pro­duc­ción, crea valor y por el tan­to el grue­so del plus­va­lor y de la plusvalía.

Las “teo­rías” par­cia­les dan cuen­ta de los pro­ble­mas y de las cri­sis igual­men­te par­cia­les, pero no dan una expli­ca­ción com­ple­ta de la cri­sis en su esen­cia pro­fun­da, como perío­do pro­lon­ga­do de des­va­lo­ri­za­ción extre­ma­da­men­te vio­len­ta, bru­tal, de las enor­mes masas de capi­ta­les sobran­tes, impro­duc­ti­vos, que pesan como plo­mo en el inte­rior del capi­ta­lis­mo agu­di­zan­do al máxi­mo todas sus con­tra­dic­cio­nes irreconciliables.

Sin embar­go y a pesar de sus limi­ta­cio­nes cuan­do se las extra­po­la, estas “teo­rías” par­cia­les expli­can mejor la actual cri­sis que las ton­te­rías dichas por los inte­lec­tua­les bur­gue­ses en su afán por excul­par al capi­tal del desas­tre. Cro­no­ló­gi­ca­men­te expues­to, han sur­gi­do has­ta aho­ra tres gran­des excu­sas bur­gue­sas sobre la cri­sis. La pri­me­ra ha sos­te­ni­do que la cau­sa ha sido el egoís­mo y la ava­ri­cia de los “juga­do­res en bol­sa”, que se han lan­za­do sin freno a la espe­cu­la­ción abu­si­va sin repa­rar en los efec­tos posteriores.

La segun­da ha sos­te­ni­do que el “egoís­mo inna­to” e “ins­tin­ti­vo” había sido con­tro­la­do mal que bien has­ta media­dos de los ’80 por los sis­te­mas de regu­la­ción ban­ca­ria y finan­cie­ra, pero que la libe­ra­li­za­ción y la des­re­gu­la­ción abso­lu­ta poten­cia­da des­de fina­les de los ’80 ha per­mi­ti­do que la “ava­ri­cia huma­na” se des­bo­ca­ra cayen­do en la abso­lu­ta locu­ra, en la corrup­ción gene­ra­li­za­da, lo que ha impac­ta­do demo­le­do­ra­men­te sobre la “psi­co­lo­gía” y la “con­fian­za” del inver­sor que movi­do por el páni­co ha reti­ra­do sus aho­rros del mer­ca­do de dinero.

La ter­ce­ra, más recien­te, sos­tie­ne que la per­sis­ten­cia de la cri­sis a pesar de los lla­ma­dos “bro­tes ver­des” es debi­da aho­ra no al egoís­mo humano en gene­ral, sino en par­ti­cu­lar al egoís­mo, por un lado, de la cla­se tra­ba­ja­do­ra que con sus exi­gen­cias de mayo­res suel­dos, pen­sio­nes y pres­ta­cio­nes socia­les retra­san la recu­pe­ra­ción, y por otro lado, de los pue­blos “atra­sa­dos y pobres” que se obs­ti­nan por no cola­bo­rar con las pro­pues­tas “más sen­sa­tas” de los paí­ses del “cen­tro” y del “nor­te”, y un ejem­plo al res­pec­to lo tene­mos en las excu­sas dadas por el impe­ria­lis­mo para jus­ti­fi­car el resul­ta­do de la Cum­bre de Copenha­gue sobre el cam­bio cli­má­ti­co, cum­bre boi­co­tea­da por las gran­des trans­na­cio­na­les apo­ya­das por sus Esta­dos imperialistas.

Como se apre­cia, el fon­do argu­men­tal de las tres excu­sas es el mis­mo: los “bajos ins­tin­tos” de la espe­cie huma­na, aun­que al final des­car­gan­do toda la res­pon­sa­bi­li­dad sobre las cla­ses y nacio­nes explo­ta­das, de la mis­ma for­ma en que los hom­bres echan la cul­pa de sus des­gra­cias a la “mal­dad con­gé­ni­ta” de las muje­res. Fren­te al mar­xis­mo que sos­tie­ne las razo­nes obje­ti­vas y mate­ria­les, his­tó­ri­cas, de las cri­sis, la pro­pa­gan­da bur­gue­sa ha retro­ce­di­do al idea­lis­mo en sus dos ver­sio­nes, el sub­je­ti­vo y el obje­ti­vo. El idea­lis­mo sub­je­ti­vo apa­re­ce en el “argu­men­to” de la ava­ri­cia indi­vi­dual, del egoís­mo humano, de modo que des­apa­re­ce la reali­dad men­su­ra­ble, cog­nos­ci­ble y trans­for­ma­ble y retro­ce­de­mos a las vie­jas creen­cias en las fuer­zas sub­je­ti­vas de las per­so­nas con­si­de­ra­das indi­vi­dual­men­te. El idea­lis­mo sub­je­ti­vo, ya laten­te en la escue­la clá­si­ca de la eco­no­mía polí­ti­ca bur­gue­sa des­de fina­les del siglo XVIII, fue refor­za­do y ele­va­do a tesis cen­tral con la escue­la neo­clá­si­ca o mar­gi­na­lis­ta un siglo más tar­de, y reac­tu­li­za­do con la ideo­lo­gía neo­li­be­ral para las nece­si­da­des del impe­ria­lis­mo des­de la segun­da mitad del siglo XX.

El idea­lis­mo obje­ti­vo esta­ba explí­ci­ta­men­te defen­di­do en la escue­la clá­si­ca con la tesis de “la mano invi­si­ble del mer­ca­do” en cuan­to fuer­za obje­ti­va incom­pren­si­ble en últi­ma ins­tan­cia, y que se regu­la a sí mis­ma al mar­gen de la volun­tad huma­na. El idea­lis­mo obje­ti­vo reapa­re­ce cuan­do la bur­gue­sía cul­pa a la cla­se tra­ba­ja­do­ra, a una reali­dad social obje­ti­va e inne­ga­ble, de ser ya de fac­to la que pro­lon­ga la cri­sis. Hace unos años esta mis­ma inte­lec­tua­li­dad afir­ma­ba que el pro­le­ta­ria­do ya no exis­tía, que las cla­ses socia­les habían des­apa­re­ci­do para dejar el espa­cio al “ciu­da­dano”, pero aho­ra resu­ci­ta de la nada al pro­le­ta­ria­do para cul­pa­bi­li­zar­le de todo. Son las mara­vi­llas mis­té­ri­cas y eso­té­ri­cas de la socio­lo­gía, “cien­cia social” que vale para jus­ti­fi­car cual­quier nece­si­dad del capitalismo.

3.- INTERACCIÓN, COMPLEJIDAD Y “NUEVA” CRISIS:

La teo­ría mar­xis­ta afir­ma que la lucha de cla­ses y de libe­ra­ción nacio­nal, las resis­ten­cias y rei­vin­di­ca­cio­nes de las per­so­nas opri­mi­das, agu­di­zan las cri­sis del capi­ta­lis­mo, redu­cen los bene­fi­cios de la bur­gue­sía, gene­ran intran­qui­li­dad en el capi­tal en su con­jun­to y espe­cial­men­te en el capi­tal finan­cie­ro, dis­mi­nu­yen­do prés­ta­mos e inver­sio­nes no ren­ta­bles a cor­to pla­zo, lo que ace­le­ra las bur­bu­jas espe­cu­la­ti­vas y los ries­gos de cri­sis finan­cie­ras. Pero sos­tie­ne, a la vez, que las cau­sas de las cri­sis sis­té­mi­cas son más pro­fun­das y com­ple­jas, y que al final de su estu­dio apa­re­ce siem­pre la acción len­ta de la ley ten­den­cial de caí­da de la tasa media de bene­fi­cios. De hecho ésta tam­bién es la razón de la cri­sis actual y de su “nove­dad” si la com­pa­ra­mos con las ante­rio­res. Entre­co­mi­lla­mos lo de la “nue­va” cri­sis para remar­car la vigen­cia de las cate­go­rías dia­léc­ti­cas de lo “nue­vo” y lo “vie­jo” den­tro de lo per­ma­nen­te, de lo esen­cial y cons­tan­te de un pro­ce­so lar­go, en este caso del capitalismo.

De hecho, todos los aspec­tos “nue­vos” de la actual cri­sis, como los efec­tos del calen­ta­mien­to glo­bal, los cos­tos de las ham­bru­nas y de las pan­de­mias, la “inde­pen­den­cia” del capi­tal finan­cie­ro con res­pec­to al capi­tal indus­trial, el ago­ta­mien­to de los recur­sos ener­gé­ti­cos, las caí­das y los auges en la jerar­quía impe­ria­lis­ta, las fases de vic­to­rias y derro­tas mili­ta­res de los impe­ria­lis­mos hege­mó­ni­cos, los ago­ta­mien­tos de los sis­te­mas de legi­ti­mi­dad bur­gue­sa esta­ble­ci­dos y la tar­dan­za en la reela­bo­ra­ción de otros nue­vos, etc.; estas reali­da­des que aho­ra sor­pren­den a los igno­ran­tes son en reali­dad “vie­jas”, pudien­do ras­trear­las algu­nas de ellas en el siglo XIX, y otras inclu­so antes. Lo que ocu­rre aho­ra es que están, por un lado, mucho más agra­va­das y exten­di­das que hace siglo y medio, y que, por otro lado, aho­ra inter­ac­túan entre ellas más inten­sa y rápi­da­men­te debi­do a la total mun­dia­li­za­ción de la ley del valor-tra­ba­jo, lo que hace que el resul­tan­te defi­ni­ti­vo de la con­fluen­cia de tan­tas cri­sis par­cia­les, o de sub­cri­sis con­cre­tas, como que­ra­mos defi­nir­las, sea una cri­sis glo­bal supe­rior a las ante­rio­res, una cri­sis sis­té­mi­ca, o de civi­li­za­ción, más gra­ve que las anteriores.

Inde­pen­dien­te­men­te del adje­ti­vo que cada autor mar­xis­ta quie­ra poner al sus­tan­ti­vo “cri­sis” –“cri­sis sis­té­mi­ca”, de “acu­mu­la­ción”, de “civi­li­za­ción”, “glo­bal”, “estruc­tu­ral”, etc., – , lo deci­si­vo es que el sis­te­ma capi­ta­lis­ta se encuen­tra sumi­do en un maras­mo gra­ve que reve­la con for­mas “nue­vas”, mucho más agra­va­das, todas las “vie­jas” con­tra­dic­cio­nes de este modo de pro­duc­ción. La dia­léc­ti­ca nos expli­ca que en un pro­ce­so de com­ple­ji­dad cre­cien­te exis­te una inter­ac­ción entre las cau­sas y los efec­tos, de modo que unas y otros se mutan, se trans­for­man unas en otros y vice­ver­sa según la diná­mi­ca de la uni­dad y lucha de los con­tra­rios. Por ejem­plo, las cri­sis espe­cí­fi­cas del capi­tal indus­trial, comer­cial y finan­cie­ro exis­ten como tales y tie­nen fases pro­pias de ges­ta­ción, esta­lli­do y solu­ción, pero en cier­tas con­di­cio­nes y debi­do a la ten­den­cia a la tota­li­dad e inter­ac­ción sis­té­mi­ca de los diver­sos pro­ce­sos del capi­tal, las dife­ren­tes cri­sis indus­tria­les, comer­cia­les y finan­cie­ras pue­den ter­mi­nan y ter­mi­nan dan­do cuer­po a una cri­sis gene­ral aun­que el deto­nan­te, la chi­pa que pren­de el incen­dio del pro­ce­so defi­ni­ti­vo de cri­sis estruc­tu­ral haya sido el capi­tal finan­cie­ro, como es el caso de la cri­sis pre­sen­te total.

Más aún, esta diná­mi­ca ten­den­cial a la inte­gra­ción de las cri­sis indus­tria­les, comer­cia­les y finan­cie­ras es ya una reali­dad per­ma­nen­te en el actual capi­ta­lis­mo, de modo que hace fal­ta mucho menos tiem­po que antes para que cual­quier peque­ño pro­ble­mi­ta en cual­quier esfe­ra eco­nó­mi­ca, social, polí­ti­ca, cul­tu­ral, mili­tar, etc., en cual­quier par­te del mun­do, se fusio­ne rápi­da­men­te con otros pro­ble­mas apa­ren­te­men­te ais­la­dos ace­le­ran­do así el trán­si­to de los des­ór­de­nes y difi­cul­ta­des par­cia­les al caos general.

Des­de la segun­da mitad de los ’80 del siglo XX y por deci­sión pri­me­ra del impe­ria­lis­mo yan­qui y casi simul­tá­nea­men­te del bri­tá­ni­co, los Esta­dos bur­gue­ses y la gran ban­ca, en alian­za diri­gi­da por una deci­sión estra­té­gi­ca toma­da por el capi­tal finan­cie­ro-indus­trial, empe­za­ron a libe­ra­li­zar y a des­re­gu­lar los movi­mien­tos de capi­tal, dán­do­les cada vez más liber­ta­des para supe­rar no sólo los con­tro­les inter­nos a los Esta­dos de modo que el capi­tal finan­cie­ro adqui­rie­ra más liber­tad de movi­mien­to en su inte­rior, sino tam­bién y sobre todo para, por un lado, rom­per sus con­tro­les exter­nos, es decir que los Esta­dos no tuvie­ran más reme­dio que dejar­se inva­dir por el capi­tal finan­cie­ro yan­qui y bri­tá­ni­co en una pri­me­ra y deci­si­va olea­da; y por otro lado, des­truir los con­tro­les inter­na­cio­na­les para per­mi­tir la impu­ni­dad abso­lu­ta a esca­la mun­dial a los nego­cios finan­cie­ros y bur­sá­ti­les, cerran­do los ojos a la defi­ni­ti­va fusión entre la eco­no­mía legal, ale­gal e ile­gal en todo lo rela­cio­na­do con los movi­mien­tos de capi­ta­les median­te la amplia­ción de los deno­mi­na­dos “espa­cios gri­ses”, los “paraí­sos fis­ca­les”, la “inge­nie­ría finan­cie­ra”, etc.

La corrup­ción para­si­ta­ria y cri­mi­nal, que en abso­lu­to es “nue­va” sino tan “vie­ja” como el mis­mo capi­tal-dine­ro, inclu­so en el pre­ca­pi­ta­lis­mo, adqui­rió des­de enton­ces carác­ter de natu­ra­le­za inter­na al capi­ta­lis­mo actual, como que­da demos­tra­do a dia­rio. Uno de los obje­ti­vos más codi­cia­dos por esta des­re­gu­la­ción sui­ci­da a medio pla­zo era y es el de absor­ber, pri­va­ti­zar y lan­zar al mer­ca­do enlo­que­ci­do de la espe­cu­la­ción los fon­dos públi­cos, los fon­dos de pen­sio­nes y de jubi­la­cio­nes, de la segu­ri­dad social, de las mutuas y de las aso­cia­cio­nes sin afán de lucro pri­va­do como las cajas de aho­rro, las coope­ra­ti­vas y un lar­go etc., que han acu­mu­la­do gran­des capi­ta­les que, por ley, no pue­den ser lan­za­dos inde­fen­sos, ata­dos de pies y manos, al océano de los tibu­ro­nes especuladores.

Super­fi­cial­men­te, a sim­ple vis­ta, detrás de la libe­ra­li­za­ción finan­cie­ra pare­cía que sólo actua­ba la cie­ga codi­cia de los inver­so­res nor­te­ame­ri­ca­nos y bri­tá­ni­cos, cosa que era y sigue sien­do cier­ta en par­te, ya que en reali­dad y sin negar la res­pon­sa­bi­li­dad que corres­pon­de a seme­jan­tes ban­do­le­ros y saquea­do­res, este sal­to al abis­mo, como ha resul­ta­do ser, era la opción fal­sa y deses­pe­ra­da para salir del lar­go estan­ca­mien­to y has­ta retro­ce­so del PIB mun­dial des­de fina­les de los ’60 del siglo XX, del que hemos habla­do arri­ba. Cuan­do el tiem­po trans­cu­rri­do entre 2007 y 2009 demos­tró que la excu­sa de la ava­ri­cia, a la “fal­ta de con­fian­za” y has­ta a la supues­ta “cri­sis psi­co­ló­gi­ca” del inver­sio­nis­ta, se fue crean­do la excu­sa de los fallos del mer­ca­do finan­cie­ro y de la nece­si­dad de regu­lar­lo, sur­gien­do así la pro­pues­ta tram­po­sa de una supues­ta “refun­da­ción del capi­ta­lis­mo”. Por últi­mo, cuan­do nada de esto sir­ve, o cuan­do sólo sir­ve para gene­rar unos muy peque­ños “bro­tes ver­des”, el capi­tal arre­me­te direc­ta­men­te con­tra las cla­ses y nacio­nes explo­ta­das, acu­sán­do­les de todos los males, según hemos vis­to. Pero el pro­ble­ma real es otro muy dife­ren­te al pre­sen­ta­do por las excu­sas bur­gue­sas: se tra­ta de que han fra­ca­sa­do las medi­das toma­das des­de fina­les de los ’60 y de que, a la vez, se han agu­di­za­do otros pro­ble­mas que reper­cu­ten nega­ti­va­men­te sobre la tasa media de beneficios.

La “nue­va” cri­sis es así la “vie­ja” cri­sis de sobre­acu­mu­la­ción exce­den­ta­ria que per­sis­te des­de aque­llos años pero exa­cer­ba­da al máxi­mo tan­to por el empeo­ra­mien­to de la cri­sis eco­ló­gi­ca y medioam­bien­tal, que está a pun­to de dar el sal­to cua­li­ta­ti­vo a la catás­tro­fe, la cri­sis del ago­ta­mien­to inexo­ra­ble de los recur­sos bási­cos, etc., como por el fra­ca­so de las medi­das suce­si­va­men­te apli­ca­das por los Esta­dos. Por ejem­plo, des­de una pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca, que es como hay que estu­diar el desa­rro­llo de las cri­sis del capi­tal, han ter­mi­na­do fra­ca­san­do el neo­key­ne­sia­nis­mo mili­tar apli­ca­do masi­va­men­te des­de los ‘80, el neo­li­be­ra­lis­mo sal­va­je, la finan­cie­ri­za­ción extre­ma, la pom­po­sa “nue­va eco­no­mía de lo inma­te­rial y de la inte­li­gen­cia”, la indus­tria de la ali­men­ta­ción trans­gé­ni­ca que debe­ría haber aca­ba­do con el ham­bre mun­dial tras el ante­rior fra­ca­so de la “revo­lu­ción ver­de”, las inva­sio­nes mili­ta­res del impe­ria­lis­mo con­tra los pue­blos posee­do­res de los por aho­ra insus­ti­tui­bles recur­sos ener­gé­ti­cos, y por no exten­der­nos, está fra­ca­san­do la con­tra­ofen­si­va estra­té­gi­ca a esca­la mun­dial lan­za­da por los EEUU des­de comien­zos de los ’80 para con­te­ner y rever­tir su decli­ve como super­po­ten­cia mun­dial para­si­ta­ria que com­pen­sa con el saqueo exte­rior el dete­rio­ro de su capa­ci­dad pro­duc­ti­va interna.

La “nue­va” cri­sis está actua­li­zan­do las “vie­jas” solu­cio­nes bur­gue­sas a las cri­sis ante­rio­res. La cri­sis de media­dos del siglo XIX, que cerra­ba la lar­ga fase ini­cia­da a fina­les del siglo XVIII, fue resuel­ta por la bur­gue­sía con el exter­mi­nio mili­tar de la olea­da revo­lu­cio­na­ria de 1848, con una gue­rra con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria impla­ca­ble, y con otras medi­das ane­xas que sería pro­li­jo rela­tar. La cri­sis de fina­les del siglo XIX fue resuel­ta median­te la mul­ti­pli­ca­ción expo­nen­cial de las agre­sio­nes a los pue­blos no euro­cén­tri­cos, las nego­cia­cio­nes euro­peas para repar­tir­se Áfri­ca, el endu­re­ci­mien­to del mili­ta­ris­mo yan­qui, el con­trol repre­si­vo del movi­mien­to obre­ro y espe­cial­men­te, dan­do el paso al impe­ria­lis­mo lo que ter­mi­nó cau­san­do la terri­ble masa­cre de la gue­rra mun­dial de 1914 – 18. La cri­sis de los años ’30 fue resuel­ta con el inhu­mano exter­mi­nio de la gue­rra mun­dial de 1939 – 45, que superó a la ante­rior guerra.

No hace fal­ta decir que apar­te de estos con­flic­tos hubo dece­nas de otras gue­rras bru­ta­les y san­gui­na­rias en extre­mo, geno­ci­dios silen­cia­dos y has­ta nega­dos por la his­to­rio­gra­fía bur­gue­sa, así como medi­das socia­les, polí­ti­cas, eco­nó­mi­cas e ideo­ló­gi­cas carac­te­ri­za­das por su auto­ri­ta­ris­mo reac­cio­na­rio inclu­so en las apli­ca­das por bur­gue­sías “demo­crá­ti­cas”. La “nue­va” cri­sis lle­va al paro­xis­mo las “vie­jas” refle­xio­nes ultra reac­cio­na­rias y pesi­mis­tas de la dere­cha más faná­ti­ca: los peli­gro­sos enemi­gos inter­nos y exter­nos que desean des­truir la civi­li­za­ción occi­den­tal, debi­li­ta­da por su deca­den­cia moral y cos­tum­bris­ta, por la pér­di­da de sus valo­res eter­nos, de su cris­tia­nis­mo y de su sen­ti­do de la propiedad.

La “nue­va” cri­sis reavi­va la doble “vie­ja” opción capi­ta­lis­ta pero adap­ta­da a las nece­si­da­des actua­les: una, recu­rrir a regí­me­nes bona­par­tis­tas, mili­ta­ris­tas, neo­fas­cis­tas y dic­ta­to­ria­les allí en don­de su domi­na­ción corra el inmi­nen­te ries­go de ser derro­ta­da por las cla­ses y nacio­nes explo­ta­das; y otra, recu­rrir a regí­me­nes pre­si­den­cia­lis­tas de “demo­cra­cia dura”, de Esta­do fuer­te, con capa­ci­dad para rea­li­zar un con­trol de masas basa­do en un sis­te­ma con­tra­in­sur­gen­te omni­la­te­ral sus­ten­ta­do a su vez en una capa­ci­dad rela­ti­va de inte­gra­ción social median­te con­ce­sio­nes secun­da­rias pero mani­pu­la­das pro­pa­gan­dís­ti­ca­men­te, es decir, Esta­dos bur­gue­ses que gra­cias a su alta pro­duc­ti­vi­dad inter­na como al masi­vo saqueo impe­ria­lis­ta externo pue­den man­te­ner cier­to con­sen­so y alie­na­ción inte­gra­do­ra que capas socia­les que sir­van de col­chón amor­ti­gua­dor de las ten­sio­nes y de las repre­sio­nes de la disi­den­cia. Natu­ral­men­te, exis­ten tan­tas varian­tes de cada opción como com­bi­na­cio­nes entre ellas. Por últi­mo, estas opcio­nes y las alter­na­ti­vas bur­gue­sas a la cri­sis depen­de­rán del desa­rro­llo de la lucha de cla­ses por lo que nos exten­de­re­mos sobre ellas en la res­pues­ta a la segun­da pregunta.

SEGUNDA RESPUESTA: ¿CÓMO LUCHAR CONTRA LA CRISIS?

4.- PREPARARSE PARA LAS CRISIS INEVITABLES:

Cuan­to más gra­ve y exten­sa es una cri­sis, cuan­tos más sec­to­res socia­les son afec­ta­dos por ella y cuan­to más debi­li­ta la legi­ti­mi­dad bur­gue­sa y su capa­ci­dad de man­te­ner inte­gra­da y pasi­va a la pobla­ción alie­na­da, tan­ta más impor­tan­cia adquie­re la lucha de cla­ses en su uni­dad de con­tra­rios anta­gó­ni­cos: por un lado, la lucha revo­lu­cio­na­ria que bus­ca ampliar las alian­zas con los sec­to­res socia­les menos con­cien­cia­dos, y por el opues­to, la deci­sión de la bur­gue­sía no sólo por repri­mir a la cla­se revo­lu­cio­na­ria y a sus orga­ni­za­cio­nes inter­nas, sino tam­bién por movi­li­zar las fuer­zas irra­cio­na­les auto­ri­ta­rias y con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias que dor­mi­tan en el seno de la socie­dad y que, al ser azu­za­das, se expre­san con sal­va­jis­mo fas­cis­ta, racis­ta y patriar­cal. Aun­que la lucha de cla­ses en su expre­sión polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria va siem­pre por detrás de la lucha de cla­ses en su for­ma ele­men­tal por las mejo­ras sala­ria­les, y aun­que ésta va siem­pre por detrás del agra­va­mien­to de la cri­sis, sien­do cier­to esto, no lo es menos que depen­dien­do de si de dan una serie de cir­cuns­tan­cias que ana­li­za­re­mos, tien­de a estre­char­se una ágil dia­léc­ti­ca entre la cri­sis eco­nó­mi­ca y la cri­sis polí­ti­ca que se expre­sa en la cri­sis revolucionaria.

Una orga­ni­za­ción ha de actuar siem­pre tenien­do en cuen­ta, pri­me­ro, la inevi­ta­bi­li­dad de las cri­sis; segun­do, que duran­te ellas y apro­ve­chan­do las nue­vas con­di­cio­nes obje­ti­vas pue­de ace­le­rar­se la mar­cha his­tó­ri­ca orien­tán­do­la hacia la revo­lu­ción en cuan­to posi­bi­li­dad inser­ta en la cri­sis que devie­ne en pro­ba­bi­li­dad y por fin en reali­dad duran­te la mis­ma lucha de cla­ses; y, ter­ce­ro y sobre todo, que esta diná­mi­ca que avan­za de la posi­bi­li­dad a la reali­dad, a los hechos, como expre­sión de que las con­tra­dic­cio­nes han lle­ga­do a un pun­to crí­ti­co de no retorno, al sal­to cua­li­ta­ti­vo que abre el camino de la toma del poder polí­ti­co o de la derro­ta a manos de la con­tra­rre­vo­lu­ción, de que este diná­mi­ca expre­sa el muy poco tiem­po dece­nios de historia.

Es decir, de que se pro­du­ce una ace­le­ra­ción súbi­ta del tiem­po his­tó­ri­co en la que se con­cen­tran todas las fuer­zas anta­gó­ni­cas enfren­ta­das mor­tal­men­te y de que, por tan­to, una derro­ta en ese momen­to cru­cial supo­ne un retro­ce­so que nece­si­ta­rá un tra­ba­jo heroi­co de varias gene­ra­cio­nes para recu­pe­rar­se y lle­gar a una situa­ción seme­jan­te a la ante­rior, en la que la posi­bi­li­dad laten­te vuel­va a mate­ria­li­zar­se en nece­si­dad rea­li­za­da. Pues bien, esta tri­ple con­si­de­ra­ción es lo que el bol­che­vis­mo, en pala­bra de Lukács al hablar sobre Lenin, defi­nió como “actua­li­dad de la revolución”.

Pre­pa­rar­se para las inevi­ta­bles cri­sis futu­ras sig­ni­fi­ca que la orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria orien­ta todas sus fuer­zas hacia una úni­ca direc­ción: la toma del poder polí­ti­co por la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Conec­tar ese obje­ti­vo tan lejano con el pre­sen­te y argu­men­tar­lo median­te una teo­ría que demues­tre que es posi­ble hacer­lo, más toda­vía, que demues­tre que es nece­sa­rio, que es la úni­ca alter­na­ti­va posi­ble para, pri­me­ro, com­ba­tir en el pre­sen­te los efec­tos devas­ta­do­res de las cri­sis y, en el futu­ro, aca­bar con sus cau­sas reales, con el capi­ta­lis­mo, median­te la ins­tau­ra­ción de un Esta­do obre­ro basa­do en la demo­cra­cia socia­lis­ta, rea­li­zar esta tarea exi­ge que la orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria dis­pon­ga de cua­dros mili­tan­tes muy for­ma­dos y expe­ri­men­ta­dos en la expli­ca­ción peda­gó­gi­ca de la teo­ría mar­xis­ta en el inte­rior del pue­blo tra­ba­ja­dor, en las fábri­cas, talle­res, cam­pos, escue­las, uni­ver­si­da­des, ciu­da­des, pue­blos, etc.

Sin un cono­ci­mien­to prác­ti­co de la teo­ría mar­xis­ta es impo­si­ble rea­li­zar lo aquí dicho. Por cono­ci­mien­to prác­ti­co hay que enten­der lo opues­to a la memo­ri­za­ción dog­má­ti­ca de un manual caren­te de viva­ci­dad dia­léc­ti­ca, sino una auto­crí­ti­ca colec­ti­va y per­ma­nen­te entre una prác­ti­ca basa­da en la teo­ría y una teo­ría que se con­tras­ta­da en todo momen­to por la práctica.

5.- LA ACTUALIDAD DE LA REVOLUCION COMO HORIZONTE PRESENTE:

La lucha bási­ca y esen­cial con­tra cual­quier cri­sis no se alte­ra, no cam­bia en su con­te­ni­do y fina­li­dad his­tó­ri­ca depen­dien­do de cómo sea ésta, de su gra­ve­dad, exten­sión y dura­ción, de que sea una cri­sis tran­si­to­ria, par­cial y cor­ta, que afec­ta sola­men­te a un área de la reali­dad capi­ta­lis­ta, o de que sea una cri­sis como la actual, sín­te­sis supe­rior de todas las peque­ñas al sub­su­mir­las en ella, pro­lon­ga­da y que afec­ta a la tota­li­dad del sis­te­ma por­que es una cri­sis de acu­mu­la­ción, estruc­tu­ral, de civi­li­za­ción, sis­té­mi­ca, o como que­ra­mos deno­mi­nar­la, sin entrar aho­ra en pre­ci­sio­nes que nos exi­gi­rían más espa­cio del disponible.

Al mar­gen de su alcan­ce y gra­ve­dad, todas las cri­sis mues­tran las limi­ta­cio­nes insal­va­bles del capi­ta­lis­mo, unas más que otras y en for­mas exter­nas dife­ren­tes, pero todas sacan a relu­cir las con­tra­dic­cio­nes bási­cas de la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta. Es por esto que todas ellas son nece­sa­rias e inevi­ta­bles, aun­que sus tiem­pos de incu­ba­ción, esta­lli­do y reso­lu­ción sean dife­ren­tes depen­dien­do de su natu­ra­le­za secun­da­ria o estruc­tu­ral. Las cri­sis finan­cie­ras, comer­cia­les e indus­tria­les ais­la­das y cor­tas, pue­den ser inclu­so retra­sa­das y sua­vi­za­das por las medi­das pre­ven­ti­vas toma­das por el Esta­do y otras ins­ti­tu­cio­nes bur­gue­sas, pero resur­gen tar­de o tem­prano y tien­den a con­fluir en cri­sis más gran­des por­que res­pon­den a las mis­mas con­tra­dic­cio­nes irresolubles.

La actua­li­dad de la revo­lu­ción encuen­tra en esta teo­ría su incues­tio­na­ble argu­men­to: dado que en toda peque­ña cri­sis ani­da siquie­ra embrio­na­ria­men­te una gran cri­sis del capi­tal, por ello mis­mo en toda peque­ña cri­sis late un ger­men de con­cien­cia socia­lis­ta que pue­de lle­gar a ser un incon­te­ni­ble movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio. La teo­ría mar­xis­ta de la actua­li­dad de la revo­lu­ción es la que expli­ca por qué y cómo se pue­de lograr que esa posi­bi­li­dad laten­te se trans­for­me en una cre­cien­te pro­ba­bi­li­dad y, des­pués, en una nece­si­dad impa­ra­ble que de paso a una reali­dad vic­to­rio­sa. El mar­xis­mo expo­ne esta diná­mi­ca en for­ma de teo­ría posi­ti­va, pero la bur­gue­sía no tie­ne más reme­dio que acep­tar­la y lo hace en for­ma de teo­ría nega­ti­va, o dicho por boca del minis­tro de orden públi­co del can­ci­ller ale­mán Bis­marck a fina­les del siglo XIX: en toda peque­ña huel­ga late la revo­lu­ción socialista.

En reali­dad, los pode­res opre­so­res de todas las épo­cas, des­de que exis­te la explo­ta­ción, han sabi­do de la vera­ci­dad de esta tesis y aun­que no la racio­na­li­za­ran en for­ma de teo­ría sí la asu­mían empí­ri­ca­men­te. La cen­su­ra y per­se­cu­ción de las here­jías y hete­ro­do­xias, de las uto­pías, de los mile­na­ris­mos y de los mitos jus­ti­cia­lis­tas, así como la repre­sión pre­ven­ti­va o direc­ta e inme­dia­ta de las pro­tes­tas socia­les por peque­ñas e inci­pien­tes que fue­ran, esta inhu­ma­na y san­grien­ta expe­rien­cia his­tó­ri­ca con­fir­ma la vali­dez de la teo­ría mar­xis­ta de la actua­li­dad de la revolución.

La dife­ren­cia que sepa­ra al socia­lis­mo utó­pi­co y al refor­mis­mo, por un lado, del mar­xis­mo por el otro, es que los pri­me­ros ni pue­den ni quie­ren acep­tar la nece­si­dad de las cri­sis y por tan­to el hecho de que, vis­ta en pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca, la revo­lu­ción sea una actua­li­dad pre­sen­te en todo momen­to, aun­que en for­ma embrio­na­ria según el anta­go­nis­mo alcan­za­do por el cho­que de las con­tra­dic­cio­nes. El socia­lis­mo utó­pi­co no podía com­pren­der esta reali­dad por­que se movía den­tro de la res­trin­gi­da visión de la “jus­ti­cia social”, del “sala­rio jus­to”, de que las cau­sas de las cri­sis radi­can en una “injus­ta dis­tri­bu­ción de la rique­za” y no en la exis­ten­cia de la pro­pie­dad pri­va­da, de la explo­ta­ción y de la dic­ta­du­ra del sala­rio, en la reali­dad obje­ti­va de la plus­va­lía y de la ganan­cia, etc., y por ello, por esta limi­ta­ción, no podían dar el sal­to a lo que Engels deno­mi­nó muy correc­ta­men­te como socia­lis­mo científico.

El refor­mis­mo tie­ne toda­vía más res­pon­sa­bi­li­dad que el socia­lis­mo utó­pi­co por­que, a dife­ren­cia de éste, que des­co­no­ció la aplas­tan­te expe­rien­cia his­tó­ri­ca pos­te­rior, el refor­mis­mo sí la ha cono­ci­do, y la cono­ce aho­ra mis­mo, en la cri­sis actual, y por el con­tra­rio ha toma­do y toma cons­cien­te­men­te medi­das des­ti­na­das a enca­de­nar al movi­mien­to obre­ro a las ton­te­rías sin futu­ro alguno de las sim­ples refor­mas sala­ria­les no inser­tas en la prác­ti­ca de acu­mu­la­ción de fuer­zas revo­lu­cio­na­rias. Un ejem­plo de las impo­ten­cias del socia­lis­mo utó­pi­co y de la res­pon­sa­bi­li­dad del refor­mis­mo, lo tene­mos en el anar­quis­mo, que sigue ata­do a la ideo­lo­gía del socia­lis­mo utó­pi­co pese a toda la expe­rien­cia acu­mu­la­da, y que a la vez es el “her­mano geme­lo del refor­mis­mo” pese a su fra­seo­lo­gía apa­ren­te­men­te radi­cal, como muy bien ha sido denominado.

Estas corrien­tes tie­nen el común varios erro­res estra­té­gi­cos de los que aho­ra sólo pode­mos cri­ti­car el que con­cier­ne a su inca­pa­ci­dad para enten­der la dia­léc­ti­ca del poder, es decir, el hecho demos­tra­do de que si bien las cri­sis estruc­tu­ra­les res­pon­den en su ori­gen a razo­nes eco­nó­mi­cas, sus sali­das en uno u otro sen­ti­do, el bur­gués o el pro­le­ta­rio, sólo son posi­bles median­te vic­to­rias polí­ti­co-eco­nó­mi­cas, vic­to­rias en la que el fac­tor deci­si­vo es el poder polí­ti­co y des­pués el con­jun­to de medi­das eco­nó­mi­cas que se impo­nen gra­cias a la fuer­za polí­ti­ca con­quis­ta­da. Por esto, una vez más, el Esta­do es un ins­tru­men­to cla­ve. Natu­ral­men­te, cuan­do habla­mos de poder polí­ti­co lo hace­mos des­de el mar­xis­mo, des­de el poder polí­ti­co como quin­tae­sen­cia de la eco­no­mía, como su con­cen­tra­do, y a la vez, como poder teó­ri­co, éti­co y cons­cien­te­men­te asen­ta­do en la demo­cra­cia socia­lis­ta, en la demo­cra­cia de los con­se­jos y de los soviets del pue­blo en armas.

El socia­lis­mo utó­pi­co, el anar­quis­mo y el refor­mis­mo espe­cial­men­te, no pue­den y no quie­ren com­pren­der la dia­léc­ti­ca del poder como úni­ca alter­na­ti­va a la cri­sis del capi­tal. Una dia­léc­ti­ca que inte­gra simul­tá­nea­men­te a la dia­léc­ti­ca entre refor­ma y revo­lu­ción, mos­tran­do que no son dos cos­mos irre­con­ci­lia­bles y ais­la­dos abso­lu­ta­men­te entre ellos, sino la uni­dad de dos polos que inter­ac­túan a lo lar­go del pro­ce­so his­tó­ri­co. Cen­trán­do­nos en el refor­mis­mo, no sólo sobre­va­lo­ra la refor­ma y la miti­fi­ca has­ta ele­var­la al úni­co méto­do posi­ble, sino que a la vez actúa direc­ta o indi­rec­ta­men­te con­tra la revolución.

El mar­xis­mo sos­tie­ne que exis­te una dia­léc­ti­ca entre refor­ma y revo­lu­ción; entre la lucha inme­dia­ta y acor­to pla­zo por vic­to­rias tác­ti­cas, pun­tua­les y peque­ñas, y la lucha media­ta y a lar­go pla­zo por la toma del poder; entre el pro­gra­ma míni­mo que debe apli­car­se en el pre­sen­te, en las rei­vin­di­ca­cio­nes meno­res, pero impor­tan­tí­si­mas para que las masas explo­ta­das apren­dan, pier­dan el mie­do y tomen con­cien­cia his­tó­ri­ca, y el pro­gra­ma máxi­mo que debe con­quis­tar­se y apli­car­se en el futu­ro median­te los ins­tru­men­tos de poder del Esta­do obre­ro; entre las tác­ti­cas, los medios y las for­mas de lucha actua­les, y las estra­te­gias, los fines y los obje­ti­vos his­tó­ri­cos irrenunciables.

Esta dia­léc­ti­ca entre el pre­sen­te y el futu­ro, que se sus­ten­ta en el cono­ci­mien­to teó­ri­co ela­bo­ra­ción a raíz del estu­dio crí­ti­co del pasa­do, se desa­rro­lla mate­rial­men­te en cual­quier lucha con­cre­ta que se está rea­li­zan­do aho­ra mis­mo por cual­quier rei­vin­di­ca­ción y en con­tra de cual­quier explo­ta­ción, y se desa­rro­lla pre­ci­sa­men­te actua­li­zan­do en el aho­ra mis­mo, en el pre­sen­te, los obje­ti­vos últi­mos de la revo­lu­ción, del socia­lis­mo como fase de trán­si­to al comu­nis­mo. Los obje­ti­vos últi­mos se mate­ria­li­zan en el pre­sen­te al lle­nar de con­te­ni­do de futu­ro a las rei­vin­di­ca­cio­nes tác­ti­cas, al mos­trar que las luchas por las refor­mas están lle­nas de con­te­ni­do revo­lu­cio­na­rio inacep­ta­ble por la bur­gue­sía a medio y lar­go pla­zo por­que supe­ran y des­bor­dan la capa­ci­dad de absor­ción, para­li­za­ción y des­unión que bus­ca la bur­gue­sía con sus con­ce­sio­nes opor­tu­nis­tas y/​o mie­do­sas en res­pues­ta a las luchas obre­ras y populares.

Por no retro­ce­der mucho en el pasa­do, hemos de saber que, con sus inevi­ta­bles limi­ta­cio­nes his­tó­ri­cas, la cues­tión de la dia­léc­ti­ca del poder y de la refor­ma y revo­lu­ción ya apa­re­ce impre­ci­sa y borro­sa en las pri­me­ras movi­li­za­cio­nes de las masas tra­ba­ja­do­ras urba­nas y cam­pe­si­nas con­tra la ascen­den­te bur­gue­sía comer­cial y sus alia­dos nobles allá por los siglos XIII y XIV en las durí­si­mas luchas de cla­ses en las ciu­da­des del nor­te de Ita­lia. Lue­go, una y otra vez, la mis­ma pre­gun­ta cru­cial –¿cómo tomar, man­te­ner y uti­li­zar el poder?– reapa­re­ce una y otra vez y de for­ma más pre­ci­sa y teo­ri­za­da con­for­me aumen­ta la expe­rien­cia empí­ri­ca acu­mu­la­da. Des­de esta visión his­tó­ri­ca, Maquia­ve­lo es sola­men­te un hito más aun­que valio­so e impor­tan­te, de una refle­xión vital para las cla­ses enemi­gas en lucha. La deno­mi­na­da “teo­ría del Esta­do moderno”, es decir, las refle­xio­nes bur­gue­sas sobre cómo ven­cer a la Igle­sia y al feu­da­lis­mo, y des­pués sobre cómo aplas­tar al pro­le­ta­ria­do, son las pie­dras basa­les y angu­la­res de su “cien­cia social”, de la socio­lo­gía, obse­sio­na­da por per­fec­cio­nar esta “teo­ría”.

De hecho, la inte­lec­tua­li­dad bur­gue­sa refor­mis­ta empie­za a crear la socio­lo­gía cuan­do las luchas obre­ras y popu­la­res cer­ti­fi­can las limi­ta­cio­nes inso­lu­bles de las pri­me­ras ideo­lo­gías bur­gue­sas sobre el Esta­do, sobre el “con­tra­to social”, etc., y cuan­do, por tan­to, se hace urgen­te una “cien­cia social” capaz de apor­tar al capi­ta­lis­mo el méto­do que garan­ti­ce una explo­ta­ción lo más tran­qui­la posi­ble por­que, ade­más, ya para enton­ces se había cons­ta­ta­do la inca­pa­ci­dad del socia­lis­mo utó­pi­co para lograr la armo­nía social. El anar­quis­mo no logró tam­po­co supe­rar aque­llos lími­tes pese a actos heroi­cos y algu­nas apor­ta­cio­nes váli­das; y el refor­mis­mo, que tie­ne sus raí­ces direc­tas en la sopa ecléc­ti­ca coci­na­da con tro­zos de socio­lo­gía, eco­no­mía bur­gue­sa, neo­kan­tis­mo y socia­lis­mo utó­pi­co, se ofre­ce volun­ta­ria­men­te para dar con la solu­ción mági­ca al pro­ble­ma esen­cial plan­tea­do por la dia­léc­ti­ca del poder y de la refor­ma y revo­lu­ción, median­te la hábil pero inú­til tram­pa de negar el con­te­ni­do de dic­ta­du­ra bur­gue­sa del poder esta­ble­ci­do y de cola­bo­rar por acción u omi­sión en la lucha antirrevolucionaria.

En los pri­me­ros tex­tos mar­xis­tas de la déca­da de 1840, estas cues­tio­nes empie­zan a ser resuel­tas de for­ma total­men­te dife­ren­te por­que el mar­xis­mo, en con­tra de lo que se cree, no se limi­ta a dar res­pues­tas dife­ren­tes a las mis­mas pre­gun­tas, sino que en reali­dad lo que hace es plan­tear otras pre­gun­tas dife­ren­tes, afir­mar y demos­trar que exis­te otra reali­dad social que no ha sido des­cu­bier­ta por el socia­lis­mo utó­pi­co, por la eco­no­mía polí­ti­ca bur­gue­sa y por la socio­lo­gía. El mar­xis­mo rom­pe con la ideo­lo­gía bur­gue­sa en cual­quie­ra de sus for­mas y la supera cua­li­ta­ti­va­men­te al cen­trar su aten­ción no en la esfe­ra de la cir­cu­la­ción de las mer­can­cías, sino en el pro­ce­so de su pro­duc­ción, en la explo­ta­ción asa­la­ria­da y en su dic­ta­du­ra de cla­se. Des­de esta reali­dad sus­tan­ti­va y estruc­tu­ral, aun­que invi­si­ble para la ideo­lo­gía bur­gue­sa, la cues­tión del poder y de la dia­léc­ti­ca entre refor­ma y revo­lu­ción adquie­re un con­te­ni­do nue­vo, opues­to total­men­te a las rece­tas super­fi­cia­les al uso que se limi­tan a la esfe­ra de la cir­cu­la­ción sin que­rer ni poder tocar las estruc­tu­ras pro­duc­ti­vas y la pro­pie­dad pri­va­da burguesa.

El Mani­fies­to Comu­nis­ta, escri­to en 1848, demues­tra cla­ra­men­te la cen­tra­li­dad del poder de cla­se y la nece­si­dad de reade­cuar cada deter­mi­na­do tiem­po la dia­léc­ti­ca entre refor­ma y revo­lu­ción a las nue­vas nece­si­da­des. Cada vez que el Mani­fies­to se reedi­ta­ba en con­tex­tos socia­les y tem­po­ra­les dife­ren­tes, sus auto­res hacían un espe­cial esfuer­zo de con­cre­ción de su men­sa­je cen­tral a las nue­vas situa­cio­nes, adap­tan­do el pro­gra­ma míni­mo que apa­re­ce al final del tex­to a las nue­vas situa­cio­nes sin renun­ciar a la valía estra­té­gi­ca del Mani­fies­to. Des­pués, el mis­mo méto­do fue uti­li­za­do una y otra vez.

La lucha con­tra las cri­sis, sean gran­des o peque­ñas, la dia­léc­ti­ca entre refor­ma y revo­lu­ción, el pro­ble­ma del poder, cual­quier cues­tión prác­ti­ca que se plan­tee ha de par­tir de este méto­do que une lo gene­ral y lo par­ti­cu­lar, los obje­ti­vos y los medios, la estra­te­gia y la tác­ti­ca siem­pre insis­tien­do en la cues­tión del poder tal cual se expre­sa en cada pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio. Tenien­do esto en cuen­ta, aho­ra y con res­pec­to a los com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras tur­cas, des­de Eus­kal Herria no pode­mos ni debe­mos dic­tar­les un pro­gra­ma de lucha con­tra la cri­sis de obli­ga­do cum­pli­mien­to, sino a lo sumo, ofre­cer algu­nas refle­xio­nes gene­ra­les que pue­den ser­vir a su eman­ci­pa­ción siem­pre y cuan­do sean cri­ti­ca­das y adap­ta­das a sus necesidades.

6.- CONTRAPODER, DOBLE PODER Y PODER POPULAR:

¿Cómo se pue­de luchar con­tra los efec­tos de la cri­sis, con­tra la cri­sis en sí mis­ma y con­tra las cau­sas pro­fun­das de las cri­sis si no se tie­ne el poder polí­ti­co-eco­nó­mi­co? El refor­mis­mo res­pon­de que con la acción par­la­men­ta­ria y sin­di­cal, y en caso extre­mo, cuan­do no hay otra opción, con movi­li­za­cio­nes de masas en pos de refor­mas impres­cin­di­bles, pero siem­pre den­tro del “jue­go demo­crá­ti­co”. Seme­jan­te “alter­na­ti­va” nun­ca ha logra­do aca­bar con las cri­sis y sola­men­te en muy con­ta­das situa­cio­nes ha logra­do esta­bi­li­zar duran­te algu­nas déca­das un sis­te­ma de explo­ta­ción que repar­tie­se los bene­fi­cios menos injus­ta­men­te y que man­tu­vie­ra cier­tas liber­ta­des demo­crá­ti­cas, excep­cio­na­les por otra par­te a nivel del capi­ta­lis­mo mun­dial, más dado a las dic­ta­du­ras y a los regí­me­nes auto­ri­ta­rios que a la demo­cra­cia burguesa.

Pero si, como hemos dicho, tal logro ha sido excep­cio­nal y está sien­do rápi­da­men­te des­man­te­la­do en medio de la pasi­vi­dad del refor­mis­mo, su estra­te­gia ha vuel­to a sufrir otra derro­ta aplas­tan­te con las recien­tes medi­das esta­ta­les de entre­gar sumas ingen­tes de dine­ro públi­co al corrup­to e irra­cio­nal capi­tal finan­cie­ro, res­pon­sa­ble de que la cri­sis de fon­do, de sobre acu­mu­la­ción exce­den­ta­ria y de super­pro­duc­ción, que se arras­tra des­de fina­les de los ’60 del siglo XX se haya agu­di­za­do, exten­di­do y des­con­tro­la­do has­ta hun­dir­se en el caos actual.

Las demo­crá­ti­cas bur­gue­sías de los Esta­dos impe­ria­lis­tas no han con­sul­ta­do a sus res­pec­ti­vos pue­blos, no han rea­li­za­do nin­gún deba­te par­la­men­ta­rio, no han pre­gun­ta­do siquie­ra, en la mayo­ría inmen­sa de los casos, a las frac­cio­nes comer­cial e indus­trial, y a otros pode­res bur­gue­ses meno­res, si esta­ban de acuer­do o no en dila­pi­dar masas casi incon­men­su­ra­bles de dine­ro públi­co sola­men­te en el sal­va­men­to del capi­tal finan­cie­ro. Los pue­blos tra­ba­ja­do­res, la peque­ña y media­na bur­gue­sía, y has­ta sec­to­res vie­jos de la bur­gue­sía han vis­to cómo de la noche a la maña­na des­apa­re­cían de las “arcas públi­cas” bue­na par­te de sus aho­rros y de sus enanos capitales.

Y los sin­di­ca­tos ofi­cia­les, refor­mis­tas, cor­po­ra­ti­vos, buro­crá­ti­cos y ama­ri­llos no han hecho nada para con­te­ner el vacia­mien­to de las arcas, el atra­co rea­li­za­do por la mano arma­da y visi­ble del Esta­do, ver­da­de­ro poder que ava­sa­lla cuan­do la “mano invi­si­ble del mer­ca­do” fra­ca­sa en todas las cri­sis. Lo mis­mo ha hecho el refor­mis­mo pre­ci­sa­men­te cuan­do des­de hace años las cla­ses tra­ba­ja­do­ras y la peque­ña bur­gue­sía están sufrien­do un con­ti­nua­do retro­ce­so en su cali­dad de vida y tra­ba­jo, en sus sala­rios direc­tos e indi­rec­tos, en sus dere­chos labo­ra­les, socia­les y polí­ti­cos bajo la cre­cien­te ofen­si­va del capital.

¿Enton­ces? Las izquier­das han de popu­la­ri­zar la clá­si­ca con­sig­na del con­tra­po­der que con­sis­te en crear orga­ni­za­cio­nes popu­la­res y obre­ras que sean capa­ces de parar los pies a la bur­gue­sía en las luchas rei­vin­di­ca­ti­vas inme­dia­tas, a pie de calle, en las fábri­cas y cam­pos. Las per­so­nas afec­ta­das por ata­ques bur­gue­ses en cual­quier cir­cuns­tan­cia han de orga­ni­zar­se para resis­tir y ven­cer. Seme­jan­te afir­ma­ción no dice nada nue­vo por­que es la esen­cia de la resis­ten­cia a la opre­sión e injus­ti­cia, pero lo que tie­ne de bueno la con­sig­na del con­tra­po­der es que saca a la luz el obje­ti­vo bási­co: si el opre­sor tie­ne su poder, los y las opri­mi­das han de cons­truir el suyo. Aquí radi­ca el enor­me valor de esta con­sig­na revo­lu­cio­na­ria, el de mos­trar teó­ri­ca y prác­ti­ca­men­te que has­ta en las luchas más peque­ñas y sin tras­cen­den­cia apa­ren­te es nece­sa­rio avan­zar al obje­ti­vo del poder, que en una pri­me­ra fase ten­drá la for­ma de contrapoder.

Los tra­ba­ja­do­res de una empre­sa, por ejem­plo, han de crear sus pro­pias orga­ni­za­cio­nes que superen al sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta, que plan­teen la con­sig­na del con­trol obre­ro sobre las finan­zas y los rit­mos, que digan cla­ra­men­te a la patro­nal que no ten­drá más reme­dio que nego­ciar con ellos en vez de con los buró­cra­tas sin­di­ca­les, que se coor­di­ne con otras empre­sas, etc. El con­tra­po­der es esta capa­ci­dad de poner­se a la mis­ma altu­ra que el patrón, de tú a tú, de con­tra­rres­tar su poder empre­sa­rial con el poder obre­ro. Es un con­tra­po­der por­que, en esa fase, toda­vía se mue­ve en el plano de la rela­ti­va igual­dad de fuer­zas fren­te al poder opre­sor, no le supera toda­vía y actúa más a la con­tra, resis­tien­do y negán­do­se a clau­di­car, a la defen­si­va, que ata­can­do, avan­zan­do, pro­po­nien­do obje­ti­vos y alter­na­ti­vas, suplan­tan­do y has­ta superan­do al poder opresor.

En reali­dad, el con­tra­po­der se acti­va con más fre­cuen­cia de lo que cree­mos por­que muchos colec­ti­vos en lucha se cer­cio­ran de que al no tener fuer­za algu­na, o al tener­la muy débil, no pue­den pre­sio­nar lo sufi­cien­te al opre­sor y a sus ins­ti­tu­cio­nes. El refor­mis­mo hace mucho daño en esos momen­tos por­que en vez de mos­trar que debe avan­zar­se en el poder pro­pio, en el poder de los explo­ta­dos, des­ac­ti­va las luchas enca­de­nán­do­las den­tro de los muy estre­chos mar­cos tole­ra­dos e impues­tos por el poder esta­tal, o sea, obli­ga a las y los opri­mi­dos a acep­tar el poder del opre­sor, sus leyes, sus tri­bu­na­les, su pren­sa, etc., y lo que empe­zó sien­do una espe­ran­za ter­mi­na en derro­ta y des­áni­mo, o en una muy peque­ña con­ce­sión otor­ga­da por el explo­ta­dor que des­une y divi­de a los explotados.

Fren­te a esto, la con­sig­na del con­tra­po­der bus­ca, por un lado, con­cien­ciar de la nece­si­dad del poder pro­pio, aun­que sea ini­cial­men­te peque­ño y a la defen­si­va, aun­que se mues­tre sólo en las vic­to­rias de impe­dir al explo­ta­dor hacer todo lo que le ven­ga en gana, obli­gán­do­le a res­pe­tar las for­mas orga­ni­za­ti­vas y las deci­sio­nes demo­crá­ti­cas de los opri­mi­dos; y, por otro lado, bus­ca crear un medio de deba­te colec­ti­vo inde­pen­dien­te del refor­mis­mo polí­ti­co-sin­di­cal median­te el cual desa­rro­llar la dia­léc­ti­ca entre la lucha por las refor­mas y la lucha por la revolución.

La inde­pen­den­cia polí­ti­ca de cla­se, la no depen­den­cia del refor­mis­mo, es deci­si­va para lle­nar de sen­ti­do revo­lu­cio­na­rio a las refor­mas con­quis­ta­das. Dado que el con­tra­po­der supo­ne la inde­pen­den­cia polí­ti­ca de cla­se, y dado que por tan­to el refor­mis­mo no pue­de aho­gar esa inde­pen­den­cia en los pan­ta­nos de la polí­ti­ca bur­gue­sa, por eso mis­mo el con­tra­po­der es el úni­co medio que per­mi­te lle­nar de con­te­ni­do revo­lu­cio­na­rio la lucha por las refor­mas, y orien­tar ésta hacia la revo­lu­ción. Para que esta diná­mi­ca avan­ce con los míni­mos erro­res posi­bles, es impres­cin­di­ble que las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias for­men teó­ri­ca­men­te a sus mili­tan­tes para actuar con ini­cia­ti­va pro­pia, para ade­lan­tar­se a los acon­te­ci­mien­tos, para pre­ver las cri­sis y orga­ni­zar a la cla­se en la medi­da de lo posible.

Es mucho más fácil avan­zar en el con­tra­po­der cuan­do se ha adver­ti­do de la nece­si­dad de la cri­sis, en que ésta lle­ga­rá antes o des­pués y de que hay que pre­pa­rar­se para resis­tir los ata­ques que se endu­re­ce­rán enton­ces, de que no hay que creer en la pro­pa­gan­da sino que hay que man­te­ner encen­di­da la lla­ma revo­lu­cio­na­ria en los tiem­pos de apa­ren­te paz y armo­nía entre las cla­ses. Pare­ce que se tra­ta de un esfuer­zo ingra­to, que no rin­de efec­tos a sim­ple vis­ta, bal­dío inclu­so, pero no es cier­to. La his­to­ria de la lucha de cla­ses demues­tra aplas­tan­te­men­te que toda peque­ña con­cien­cia­ción deja su poso, su semi­lli­ta, y que depen­dien­do de las cir­cuns­tan­cias y sobre todo de que exis­tan orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias que defien­dan la inde­pen­den­cia polí­ti­ca de cla­se, esa semi­lli­ta muy pro­ba­ble­men­te ger­mi­na­rá cuan­do lle­gue la pri­ma­ve­ra revo­lu­cio­na­ria. La prác­ti­ca del con­tra­po­der en las peque­ñas luchas socia­les es imprescindible.

Una de las con­di­cio­nes que faci­li­tan la ger­mi­na­ción de la semi­lla plan­ta­da en épo­ca de “paz social” es la tajan­te y públi­ca deci­sión de avan­zar del con­tra­po­der al doble poder. Una vez más, la expli­ca­ción teó­ri­ca de por qué es nece­sa­rio cons­truir un poder igual de fuer­te pero de sen­ti­do con­tra­rio al poder bur­gués apa­re­ce ante la con­cien­cia de las masas como el cemen­to que cohe­sio­na toda su prác­ti­ca ante­rior de con­tra­po­der, que expli­ca los obje­ti­vos inme­dia­tos, del pre­sen­te mis­mo, y que los inser­ta en la direc­ción estra­té­gi­ca hacia la con­quis­ta del poder polí­ti­co, hacia la cons­truc­ción del poder popu­lar. Esta expli­ca­ción ha de insis­tir en que las refor­mas con­quis­ta­da y defen­di­das median­te el con­tra­po­der ape­nas valen para nada si no son tram­po­li­nes para nue­vos sal­tos, para coger impul­so para nue­vos avan­ces que con­quis­ten refor­mas más radi­ca­les y pro­gre­si­va­men­te inacep­ta­bles por el capi­tal, y que es en esos momen­tos de ten­sión social máxi­ma por­que la bur­gue­sía ya no quie­re ceder más ante la fuer­za obre­ra y popu­lar, es en esos momen­tos cuan­do el doble poder adquie­re su pleno sentido.

En el con­tex­to de una seve­ra cri­sis y cuan­do las luchas empie­za a apa­re­cer y a expre­sar­se en con­tra­po­de­res que tien­den a coor­di­nar­se, en este con­tex­to la duda e inde­fi­ni­ción, la tar­dan­za en plan­tear públi­ca­men­te los obje­ti­vos a con­quis­tar, seme­jan­te pér­di­da de tiem­po sola­men­te bene­fi­cia a la cla­se domi­nan­te. Según se agu­di­za la cri­sis socio­eco­nó­mi­ca y va adqui­rien­do más con­te­ni­do polí­ti­co, las medi­das bur­gue­sas son tam­bién más y más polí­ti­cas, por lo que la cla­se tra­ba­ja­do­ra no tie­ne otra alter­na­ti­va que seguir avan­zan­do en su pro­pia inde­pen­den­cia polí­ti­ca. Dudar es retroceder.

Los pro­ce­sos revo­lu­cio­na­rios se carac­te­ri­zan por deter­mi­na­das cons­tan­tes bási­cas que se expre­san en lo esen­cial por deba­jo de sus dife­ren­cias for­ma­les, super­fi­cia­les. La del doble poder es una de ellas y se pro­du­ce en todos los avan­ces de las masas explo­ta­das. Negar­lo es negar la his­to­ria. Las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias han de popu­la­ri­zar la nece­si­dad de avan­zar en el doble poder, es decir, en lograr la mayor fuer­za de masas posi­ble en el momen­to de empa­te polí­ti­co fugaz y siem­pre ines­ta­ble, de modo que la bur­gue­sía no pue­da apli­car sus medi­das reac­cio­na­rias pasa salir de la cri­sis des­car­gán­do­la sobre las espal­das del pue­blo tra­ba­ja­dor. En situa­cio­nes así, que sue­len ser cor­tas en el tiem­po por­que el Esta­do ya está pre­pa­ran­do sus fuer­zas repre­si­vas para que gol­peen masi­va­men­te, es impres­cin­di­ble que las izquier­das popu­la­ri­cen una alter­na­ti­va glo­bal con­tra la cri­sis socio­eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca, una alter­na­ti­va que insis­ta en la urgen­cia de cam­bios pro­fun­dos en las estruc­tu­ras eco­nó­mi­cas y de pro­pie­dad, en la mis­ma natu­ra­le­za del Esta­do y de sus fuer­zas represivas.

La impor­tan­cia cla­ve de la teo­ría y de la con­cien­cia polí­ti­ca apa­re­ce aquí de for­ma meri­dia­na. Estu­diar la ace­le­ra­ción de las con­tra­dic­cio­nes irre­con­ci­lia­bles, sin­te­ri­zar­lo teó­ri­ca­men­te en su for­ma polí­ti­ca para que sea deba­ti­da por los sec­to­res más acti­vos y mili­tan­tes, es una tarea impres­cin­di­ble de las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias. Otra tarea y no menos impor­tan­te, es la de con­cen­trar esas lec­cio­nes en con­sig­nas y obje­ti­vos inme­dia­ta­men­te asu­mi­bles por las masas menos con­cien­cia­das, de modo que com­pren­dan con pocas pero esen­cia­les pala­bras los obje­ti­vos urgen­tes que han de conquistar.

En una situa­ción de doble poder, las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias tie­nen poco tiem­po para resol­ver estas nece­si­da­des, lo que demues­tra la impor­tan­cia de la teo­ría de la ineluc­ta­bi­li­dad de las cri­sis y de las tareas que nece­sa­ria­men­te sur­gi­rán con ella. Pre­pa­rar­se con ante­la­ción es impres­cin­di­ble por­que, como hemos dicho, dudar es retro­ce­der ya que la bur­gue­sía usa ese tiem­po rega­la­do por las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias con su inac­ti­vi­dad para reor­ga­ni­zar­se y con­tra­ata­car, y los sec­to­res menos con­cien­cia­dos de las masas tien­den a girar hacia la dere­cha en bus­ca de las res­pues­tas que la izquier­da no ha dado a sus pre­gun­tas y ansiedades.

La suer­te de las revo­lu­cio­nes se deci­de, en la mayo­ría de los casos, en los momen­tos de doble poder por­que es en ellos cuan­do emer­gen las fuer­zas y las debi­li­da­des de los con­ten­dien­tes que se dis­po­nen a dar el últi­mo gol­pe de gra­cia a su enemi­go. Son muchas las for­mas en las que el doble poder tran­si­ta al des­en­la­ce de la vic­to­ria o derro­ta de uno de los ban­dos, pero tam­bién aquí exis­ten deter­mi­na­das cons­tan­tes bási­cas que se repi­ten en lo esen­cial en todos los casos. En una socie­dad basa­da en la explo­ta­ción no pue­den coexis­tir dos pode­res anta­gó­ni­cos, el del explo­ta­dor y el del explo­ta­do. Más tem­prano que tar­de uno aplas­ta al otro, y en bue­na medi­da la vic­to­ria de uno se cimen­ta­rá en los erro­res del ven­ci­do duran­te el cor­to momen­to del ante­rior doble poder.

Al mar­gen de que la vic­to­ria se logre median­te la vio­len­cia o median­te las urnas, o median­te una mez­cla de ambos méto­dos, lo fun­da­men­tal es que el sal­to al poder está con­di­cio­na­do por la ini­cia­ti­va demos­tra­da en el ante­rior perío­do de doble poder. Sin embar­go, una vez toma­do el poder, o mejor dicho en lo que se refie­re al poder obre­ro y popu­lar, una vez que el pue­blo tra­ba­ja­dor cons­tru­ye su poder de cla­se, el futu­ro no depen­de tan­to de los acier­tos ante­rio­res, que tam­bién, cuan­to fun­da­men­tal­men­te de la cla­ra ini­cia­ti­va polí­ti­ca miran­do al futuro.

En las cri­sis estruc­tu­ra­les, sis­té­mi­cas, de civi­li­za­ción, de acu­mu­la­ción, etc., la bur­gue­sía uti­li­za su vic­to­ria polí­ti­ca tras la derro­ta de la cla­se tra­ba­ja­do­ra para impo­ner muy seve­ras, cuan­do no atro­ces, medi­das socio­eco­nó­mi­cas en medio de un recor­te sus­tan­cial de las liber­ta­des demo­crá­ti­cas, cuan­do no en medio de una impla­ca­ble dic­ta­du­ra. Todo ello pre­ce­di­do, acom­pa­ña­do o segui­dos de gue­rras exte­rio­res que pue­den impul­sar la reso­lu­ción de la lucha de cla­ses en un sen­ti­do o en el con­tra­rio, depen­dien­do de las circunstancias.

Pero a dife­ren­cia de la fero­ci­dad ase­si­na bur­gue­sa, el poder pro­le­ta­rio se ha carac­te­ri­za­do por mucha mayor tole­ran­cia y res­pe­to a los dere­chos de la cla­se bur­gue­sa ven­ci­da. Sola­men­te tras las inten­to­nas con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias de la bur­gue­sía para recon­quis­tar el poder per­di­do, sin repa­rar en vio­len­cias, sólo enton­ces el poder popu­lar ha recu­rri­do a la vio­len­cia defen­si­va polí­ti­ca a la vez que ha endu­re­ci­do las medi­das socio­eco­nó­mi­cas para salir de la cri­sis cau­sa­da por el capi­ta­lis­mo derro­ta­do políticamente.

7.- SOCIALISMO O BARBARIE, COMUNISMO O CAOS:

El mar­xis­mo ha sos­te­ni­do des­de sus orí­ge­nes que la lucha de cla­ses pue­de ter­mi­nar en la vic­to­ria de una de ellas, o en el exter­mi­nio mutuo de las cla­ses enfren­ta­das. Ya des­de el ini­cio del Mani­fies­to Comu­nis­ta se sos­tie­ne esta ter­ce­ra alter­na­ti­va. La posi­bi­li­dad asu­mi­da teó­ri­ca­men­te de un mutuo exter­mi­nio de las cla­ses en lucha abría en la mitad del siglo XIX una refle­xión total­men­te inno­va­do­ra para su épo­ca, refle­xión que fue pos­te­rior­men­te enri­que­ci­da varias veces duran­te la vida de Marx y Engels en el mis­mo sen­ti­do, y que, amplian­do su con­te­ni­do y alcan­ce his­tó­ri­co, lle­gó a expre­sar­se tam­bién en pre­mo­ni­to­rias tesis sobre lo que aho­ra se deno­mi­na “cri­sis eco­ló­gi­ca”, sobre la “ven­gan­za de la natu­ra­le­za”, sobre los efec­tos devas­ta­do­res del capi­ta­lis­mo en el medio ambien­te, etc., lle­gan­do a for­mu­lar en el libro III de El Capi­tal un axio­ma sobre la “pro­pie­dad” de la tie­rra por las gene­ra­cio­nes futu­ras que supera con mucho en con­se­cuen­te y lúci­da radi­ca­li­dad a la fra­seo­lo­gía hue­ca de tan­tos eco­pa­ci­fis­tas actua­les que se han ple­ga­do a las exi­gen­cias del capitalismo.

En 1915 Rosa Luxem­burg, desa­rro­llan­do una idea ante­rior de Engels, plan­teó el dile­ma de Socia­lis­mo o Bar­ba­rie como la dis­yun­ti­va ante la que se encon­tra­ba el movi­mien­to obre­ro. Como hemos dicho antes, la gue­rra de 1914 – 18 fue con­se­cuen­cia direc­ta del impe­ria­lis­mo, que a su vez había sido la fun­da­men­tal solu­ción del capi­ta­lis­mo colo­nia­lis­ta para salir de su pro­fun­da cri­sis de 1896. Engels tam­bién había adver­ti­do que el capi­ta­lis­mo esta­ba desa­rro­llan­do fuer­zas mili­ta­res que esta­lla­rían en una gue­rra inter­na­cio­nal cuya leta­li­dad era incon­ce­bi­ble e impre­de­ci­ble para los esque­mas inter­pre­ta­ti­vos de fina­les del siglo XIX, como ter­mi­nó ocurriendo.

Rosa Luxem­burg pro­fun­di­zo en esta lógi­ca advir­tien­do que la irra­cio­na­li­dad del capi­ta­lis­mo enfren­ta­ba a la huma­ni­dad al dile­ma de Socia­lis­mo o Bar­ba­rie. En 1915 la gue­rra mun­dial no había mos­tra­do aún toda su mor­tan­dad y con ella, los efec­tos nefas­tos que aca­rrea­ría al capi­ta­lis­mo, y las ten­den­cias reac­cio­na­rias e irra­cio­na­les que igual­men­te gene­ra­ría entre las cla­ses inter­me­dias y en debi­li­ta­das bur­gue­sías espe­cial­men­te ame­na­za­das por la revo­lu­ción pro­le­ta­ria. Pese a esto, el men­sa­je de Rosa era con­tun­den­te: si la revo­lu­ción no ven­ce al capi­ta­lis­mo, el futu­ro que éste impon­drá a la huma­ni­dad será la barbarie.

A fina­les de 1917 esta­lló la revo­lu­ción bol­che­vi­que y el terro­ris­mo impe­ria­lis­ta adqui­ri­ría des­de enton­ces una fero­ci­dad inhu­ma­na que supe­ra­ría inclu­so a la prac­ti­ca­da con­tra la Comu­na de París de 1871, por citar un caso. La revo­lu­ción bol­che­vi­que supu­so y sigue supo­nien­do un sal­to cua­li­ta­ti­vo en la his­to­ria huma­na, a par­tir del cual la civi­li­za­ción bur­gue­sa empe­zó a decaer len­ta pero irre­mi­si­ble­men­te. En 1919, el par­ti­do bol­che­vi­que apro­bó un tex­to de for­ma­ción de sus cua­dros –“ABC del comu­nis­mo”– en el que se dedi­ca­ba un apar­ta­do al dile­ma “caos o comu­nis­mo”, que con­tie­ne párra­fos que pare­cen escri­tos a comien­zos del siglo XXI por su actua­li­dad, por su crí­ti­ca al capi­ta­lis­mo finan­cie­ro, a la mili­ta­ri­za­ción, etc. En 1938 Trotsky, en su “Pro­gra­ma de Tran­si­ción”, plan­tear el mis­mo pro­ble­ma aun­que con otras pala­bras, al afir­mar que sin una revo­lu­ción social en aquel con­tex­to, la civi­li­za­ción huma­na esta­ba ame­na­za­da por la catástrofe.

Con una pers­pec­ti­va polí­ti­ca total­men­te dife­ren­te a la de Trotsky, des­pués de la gue­rra mun­dial de 1939 – 45 y como res­pues­ta a la polí­ti­ca de terror nuclear de los EEUU, la URSS desa­rro­lla­rá una inten­sa cam­pa­ña por la paz y con­tra el peli­gro cier­to de auto­ex­ter­mi­nio de la espe­cie huma­na si el impe­ria­lis­mo pro­vo­ca­se una gue­rra total, una gue­rra con­ven­cio­nal, ter­mo­nu­clear y bio­quí­mi­ca. Los infor­mes del Club de Roma de 1972 y de otras inves­ti­ga­cio­nes habían adver­ti­do de los ries­gos obje­ti­vos del calen­ta­mien­to glo­bal, del ago­ta­mien­to de los recur­sos pla­ne­ta­rios, etc., y des­de fina­les de los ’70 y en los ’80 gru­pos de cien­tí­fi­cos crí­ti­cos demues­tran la inevi­ta­ble catás­tro­fe exter­mi­na­do­ra que suce­de­ría si esta­lla­se esa gue­rra total que, ade­más de los cen­te­na­res de millo­nes de muer­tos y heri­dos en una pri­me­ra fase, la mor­tan­dad se mul­ti­pli­ca­ría expo­nen­cial­men­te por las radia­cio­nes y los vene­nos bio­quí­mi­cos, y al muy poco tiem­po con los arra­sa­do­res incen­dios gigan­tes­cos que pro­vo­ca­rían el “invierno nuclear” por los millo­nes de tone­la­das de ceni­zas en sus­pen­sión con­ge­lan­do al pla­ne­ta con una miniglaciación.

Tam­bién por esta épo­ca, algu­nos mar­xis­tas plan­tea­ban la teo­ría del “exter­mi­nis­mo” como fase del capi­ta­lis­mo, que va más allá que la tesis de Socia­lis­mo o Bar­ba­rie. Por últi­mo, es en esos años que unos peque­ños gru­pos revo­lu­cio­na­rios res­ca­tan del olvi­do repre­si­vo sta­li­nis­ta la con­sig­na bol­che­vi­que de “comu­nis­mo o caos”, mos­tran­do que es más actual y más lle­na de lec­cio­nes his­tó­ri­cas que la de Socia­lis­mo o Bar­ba­rie. Los acon­te­ci­mien­tos mun­dia­les acae­ci­dos des­de enton­ces has­ta aho­ra demues­tran la correc­ción de la tesis bol­che­vi­que sobre “caos o comu­nis­mo” por­que el capi­ta­lis­mo ha crea­do fuer­zas des­truc­ti­vas incon­ce­bi­bles en 1915 inclu­so para una men­te tan crea­ti­va como la de Rosa Luxem­burg que nos ha lega­do el mejor estu­dio sobre la ten­den­cia a la mili­ta­ri­za­ción nece­sa­ria e inevi­ta­ble del capitalismo.

A dife­ren­cia de 1915, la huma­ni­dad se enfren­ta hoy a pro­ble­mas, ries­gos y ame­na­zas que enton­ces no exis­tían, cua­li­ta­ti­va­men­te nove­do­sos como la heca­tom­be nuclear y bio­quí­mi­ca, y a pro­ble­mas que enton­ces ape­nas inquie­ta­ban a muy redu­ci­dos sec­to­res con­cien­cia­dos, como el de la cri­sis eco­ló­gi­ca. Mien­tras que otros pro­ble­mas que aho­ra empeo­ran día a día como el ham­bre, la salud y el empo­bre­ci­mien­to, eran vis­tos en 1915 y pese a la gue­rra como solu­cio­na­bles. La con­sig­na Socia­lis­mo o Bar­ba­rie res­pon­de a aquél con­tex­to toda­vía no pues­to al bor­de del pre­ci­pi­cio, del caos y de la catás­tro­fe civi­li­za­cio­nal, mien­tras que sí res­pon­de a esta situa­ción la con­sig­na de Comu­nis­mo o Caos.

Por razo­nes que todos cono­ce­mos como el aumen­to del refor­mis­mo en sus dos ver­tien­tes bási­cas –social­de­mo­cra­cia y euro­co­mu­nis­mo – , por el des­pres­ti­gio impa­ra­ble del “mar­xis­mo sovié­ti­co”, por el fra­ca­so del “mar­xis­mo estruc­tu­ra­lis­ta” y del “mar­xis­mo ana­lí­ti­co”, por la con­tra­ofen­si­va ideo­ló­gi­ca bur­gue­sa –neo­li­be­ra­lis­mo, teo­ría de los jue­gos, post­mo­der­nis­mo, post­mar­xis­mo, etc., – , por estas y otras razo­nes para fina­les del siglo XX todas estas refle­xio­nes tan valio­sas habían que­da­do sumer­gi­das en el olvido.

Nos hemos alar­ga­do un poco en esta nece­sa­ria expli­ca­ción teó­ri­ca e his­tó­ri­ca por­que sus­ten­ta la razón de las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias cuan­do advier­ten de la nece­si­dad de una correc­ta carac­te­ri­za­ción de la actual cri­sis y de las pers­pec­ti­vas que se abren en las tres direc­cio­nes anun­cia­das por el Mani­fies­to Comu­nis­ta: vic­to­ria bur­gue­sa, vic­to­ria pro­le­ta­ria o exter­mi­nio mutuo, con la gra­ve­dad de que aho­ra exis­te un capi­ta­lis­mo mili­ta­ri­za­do al máxi­mo, sal­va­je y pro­pen­so al sui­ci­dio al no poder con­tro­lar su irra­cio­na­lis­mo bási­co. Des­de esta pers­pec­ti­va, la actua­li­dad de la revo­lu­ción adquie­re si cabe mucha mayor rele­van­cia, al igual que el pro­ble­ma del poder.

Por tan­to, como hemos dicho, la lucha con­tra la cri­sis no tie­ne más reme­dio que ser par­te de la lucha gene­ral por el socia­lis­mo ya que, de lo con­tra­rio, o bien el impe­ria­lis­mo ven­ce aumen­tan­do la explo­ta­ción y el pade­ci­mien­to humano, o bien las con­tra­dic­cio­nes del capi­ta­lis­mo ter­mi­nan pre­ci­pi­tan­do a la huma­ni­dad al exter­mi­nio. Aún así, la lucha por el socia­lis­mo no tie­ne ni auto­má­ti­ca ni obli­ga­to­ria­men­te garan­ti­za­da su vic­to­ria ya que, como veni­mos insis­tien­do, las bur­gue­sías loca­les pue­den derro­tar a sus res­pec­ti­vas cla­ses y pue­blos opri­mi­dos logran­do así la vic­to­ria del capi­ta­lis­mo en su con­jun­to, o en las deci­si­vas poten­cias impe­ria­lis­tas domi­nan­tes a nivel mun­dial. El deter­mi­nis­mo meca­ni­cis­ta es con­tra­rio al marxismo.

Pero a dife­ren­cia de las cri­sis estruc­tu­ra­les habi­das en la fase expan­si­va del capi­ta­lis­mo, la actual se pro­du­ce en su defi­ni­ti­va fase de seni­li­dad, fase lar­ga de ago­ta­mien­to que si bien pue­de ser pun­tea­do –y lo será– por recu­pe­ra­cio­nes par­cia­les y tran­si­to­rias, éstas ya no ten­drán, por un lado, la fuer­za sos­te­ni­da sufi­cien­te como revi­ta­li­zar de nue­vo al capi­ta­lis­mo en su con­jun­to, reini­cian­do una nue­va era dora­da; y por otro lado, cada nue­vo de estos repun­tes no hará sino acre­cen­tar a medio pla­zo suce­si­vas caí­das y cri­sis par­cia­les que ten­de­rán cada vez con más rapi­dez a con­fluir y sis­te­ma­ti­zar­se en aún más demo­le­do­ras cri­sis gene­ra­les. Si el capi­ta­lis­mo no es sus­ti­tui­do por el socia­lis­mo, su vida se irá pro­lon­gan­do en una ago­nía per­ma­nen­te cada vez más dolo­ro­sa e inhu­ma­na, sus­ten­ta­da en una feroz explo­ta­ción. Esta diná­mi­ca ten­den­cial inser­ta en iden­ti­dad gené­ti­co-estruc­tu­ral del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta sola­men­te pue­de ser dete­ni­da por la revo­lu­ción socialista.

Sin mayo­res pre­ci­sio­nes aho­ra, la len­ta decli­na­ción capi­ta­lis­ta comen­zó a ges­tar­se con dife­ren­tes rit­mos espe­cí­fi­cos en sus nive­les eco­nó­mi­co, polí­ti­co, cul­tu­ral, mili­tar, eco­ló­gi­co, etc., des­de 1917 con la revo­lu­ción bol­che­vi­que como deto­nan­te. Con alti­ba­jos, la decli­na­ción lle­gó a fusio­nar­se sis­té­mi­ca­men­te en la déca­da de los ’70, con la cons­ta­ta­ción del ago­ta­mien­to de los EEUU, y pese a la implo­sión de la URSS y el giro al capi­ta­lis­mo de la Chi­na Popu­lar los ‘90, a pesar de estos y otros acon­te­ci­mien­tos, el sis­te­ma del capi­tal no ha logra­do con­te­ner su decli­ve, sino que lo ha agu­di­za­do aún más. Que el capi­ta­lis­mo esté ya en su fase senil, decli­nan­te, no nie­ga la nece­si­dad de recu­pe­ra­cio­nes socio­eco­nó­mi­cas, que ocu­rri­rán; por fase senil enten­de­mos aque­lla de enve­je­ci­mien­to y deca­den­cia, es decir, que las recu­pe­ra­cio­nes, aun dán­do­se, no serán tan vigo­ro­sas ni pro­lon­ga­das como las que se pro­du­je­ron en la fase de cre­ci­mien­to del sis­te­ma, sino que ten­de­rán a ser más cor­ta y limi­ta­das; del mis­mo modo, las cri­sis no serán tan cor­tas y a inter­va­los tan lar­gos, como las de su juven­tud, sino más lar­gas y duras en inten­si­dad y con inter­va­los más cor­tos; por últi­mo, la seni­li­dad deter­mi­na que todos los meca­nis­mos nor­ma­les de fun­cio­na­mien­to y que los “extra­or­di­na­rios” para salir de las cri­sis, tam­bién se ralen­ti­cen, pier­dan eficacia.

Las bur­gue­sías mun­dia­les no tie­nen más alter­na­ti­va que, pri­me­ro, incre­men­tar la explo­ta­ción asa­la­ria­da, la opre­sión polí­ti­ca y la domi­na­ción ideo­ló­gi­ca en sus Esta­dos como sobre los pue­blos que opri­men, es decir, el saqueo impe­ria­lis­ta; segun­do, las bur­gue­sías más fuer­tes refor­za­rán los blo­ques impe­ria­lis­tas en los que diri­gen a bur­gue­sías más débi­les, lo que aumen­ta­rá la com­pe­ten­cia inter­im­pe­ria­lis­ta, como ya se apre­cia vien­do el len­to ascen­so del deno­mi­na­do blo­que-BRIC –Bra­sil, Rusia, India y Chi­na, más otras poten­cias emer­gen­tes aun­que de segun­da línea – , que tam­bién tie­ne sus con­tra­dic­cio­nes inter­nas; ter­ce­ro, la com­pe­ten­cia inter­im­pe­ria­lis­ta se endu­re­ce­rá en lo rela­cio­na­do con la obten­ción de los decre­cien­tes recur­sos natu­ra­les en todos sus aspec­tos, con la tec­no­cien­cia y en espe­cial con la mili­tar y con la mani­pu­la­ción de las con­cien­cias; y cuar­to, el impe­ria­lis­mo occi­den­tal diri­gi­do por los EEUU y cada vez más fana­ti­za­do por el fun­da­men­ta­lis­mo cris­tiano será el más peli­gros y cri­mi­nal de todos.

En esta fase his­tó­ri­ca ya abier­ta, las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias nos enfren­ta­mos a cin­co gran­des retos, que son otras tan­tas nece­si­da­des urgen­tes. El pri­me­ro es el de ade­cuar al pre­sen­te e inte­grar en nues­tras luchas todos los valo­res pro­gre­sis­tas que sub­sis­ten mal que bien, ter­gi­ver­sa­dos y repri­mi­dos por siglos de siglos de domi­na­ción ideo­ló­gi­co-cul­tu­ral de las suce­si­vas cla­ses explo­ta­do­ras. El capi­ta­lis­mo senil no pue­de tole­rar ya la míni­ma demo­cra­cia, ni los más peque­ños valo­res huma­nos, eman­ci­pa­do­res, los repe­le, le dan arca­das y vómi­tos. Pero todas las cla­ses y pue­blos opri­mi­dos, todas las cul­tu­ras popu­la­res que resis­ten casi en la clan­des­ti­ni­dad, con­ser­van más o menos debi­li­ta­dor res­tos de tales valo­res, y las izquier­das hemos de recu­pe­rar­los, lim­pián­do­los de sus adhe­ren­cias reac­cio­na­rias, y adap­tar­los a las nece­si­da­des de la libe­ra­ción huma­na actual.

Muy espe­cial impor­tan­cia tie­nen aquí dos cues­tio­nes vita­les: lo rela­cio­na­do con la eman­ci­pa­ción de la mujer, del sexo-géne­ro feme­nino, y lo rela­cio­na­do con lo comu­nal, con lo común, tan­to en su for­ma mate­rial de tie­rras comu­na­les, de pro­pie­dad comu­nal pre­ca­pi­ta­lis­ta, de pro­pie­dad públi­ca y social que toda­vía sobre­vi­ve en el capi­ta­lis­mo, etc., como en su for­ma teó­ri­ca, cul­tu­ral, refe­ren­cial, sim­bó­li­ca, como vital esfe­ra de lo humano-gené­ri­co y común enfren­ta­do irre­con­ci­lia­ble­men­te al indi­vi­dua­lis­mo bur­gués y a su pro­pie­dad privada.

El segun­do es una con­ti­nua­ción del pri­me­ro pero remar­can­do la impor­tan­cia cre­cien­te de las luchas de libe­ra­ción nacio­nal como los espa­cios mate­ria­les y sim­bó­li­cos en los que la lucha de cla­ses socia­lis­ta va a adqui­rir su máxi­ma radi­ca­li­dad y poder crea­ti­vo. La inter­ac­ción entre lucha nacio­nal y de cla­se ha exis­ti­do des­de que exis­te explo­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo e inva­sio­nes y ocu­pa­cio­nes de pue­blos para expro­piar­les de sus recur­sos natu­ra­les, de sus capa­ci­da­des pro­duc­ti­vas y de sus exce­den­tes socia­les colec­ti­vos. Con el capi­ta­lis­mo esta inter­ac­ción dio un sal­to cua­li­ta­ti­vo, como lo demos­tró el mar­xis­mo des­de la segun­da mitad del siglo XIX, y con las suce­si­vas fases del capi­tal se ha ido estre­chan­do la rela­ción entre lucha de cla­ses y lucha nacio­nal, sobre todo en res­pues­ta al avan­ce imperialista.

La decli­na­ción del capi­ta­lis­mo le obli­ga a mul­ti­pli­car expo­nen­cial­men­te las agre­sio­nes con­tra los pue­blos, con­tra sus cla­ses tra­ba­ja­do­res, con­tan­do los ata­can­tes con el apo­yo de las bur­gue­sías cobar­de y cola­bo­ra­cio­nis­tas de los pue­blos ata­ca­dos. Uno de los obje­ti­vos vita­les del impe­ria­lis­mo es el de los recur­sos ener­gé­ti­cos, que for­man par­te esen­cial de lo común, de las tie­rras y pro­pie­da­des comu­na­les, colec­ti­vas, y de los recur­sos toda­vía públi­cos, esta­ta­les, en todas sus for­mas de expre­sión, des­de los bos­ques y los desier­tos, has­ta las cul­tu­ras y las len­guas pasan­do por los códi­gos gené­ti­cos, las fábri­cas y cam­pos, los sub­sue­los y las escue­las y uni­ver­si­da­des. Fren­te al capi­ta­lis­mo decli­nan­te la defen­sa de lo colec­ti­vo, de lo común en cual­quie­ra de sus expre­sio­nes, es la mejor mane­ra de avan­zar des­de aho­ra hacia el comunismo.

El ter­ce­ro es la lucha por la pro­fun­di­za­ción y exten­sión de la demo­cra­cia con­cre­ta, de los dere­chos huma­nos prác­ti­cos. El capi­ta­lis­mo tar­dío repe­le la demo­cra­cia prác­ti­ca y sólo acep­ta una demo­cra­cia bur­gue­sa res­trin­gi­da como en el pasa­do a esta cla­se y expur­ga­da de la inge­ren­cia popu­lar. Otro tan­to hay que decir con res­pec­to a los dere­chos huma­nos. Aho­ra más que nun­ca antes, estos con­cep­tos abs­trac­tos –demo­cra­cia y dere­cho– han de dejar de ser meros cas­ca­ro­nes hue­cos, vacíos, para lle­nar­se de con­te­ni­do popu­lar, obre­ro y cam­pe­sino. Inclu­so tópi­cos ambi­guos como “défi­cit demo­crá­ti­co”, “demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va”, etc., han de ser rede­fi­ni­dos des­de y para los intere­ses de las cla­ses y de los pue­blos, de las muje­res, de todos los sec­to­res socia­les explo­ta­dos. Seme­jan­te tarea ha de ser par­te de una lucha teó­ri­ca, con­cep­tual y éti­co-moral impla­ca­ble con­tra la ideo­lo­gía bur­gue­sa y sus modas pasajeras.

La lucha inte­lec­tual con­tra la domi­na­ción cul­tu­ral bur­gue­sa ha de tener a la vez, y como míni­mo, otros tres obje­ti­vos: uno, luchar con­tra el con­su­mis­mo capi­ta­lis­ta desa­rro­llan­do el obje­ti­vo mar­xis­ta de la reuni­fi­ca­ción de la espe­cie huma­na con la natu­ra­le­za; dos, luchar con­tra el opio reli­gio­so pero no con­tra los anhe­los jus­tos que laten en las reli­gio­nes, ata­can­do con espe­cial radi­ca­li­dad tan­to al peor y más des­truc­tor opio reli­gio­so: el fun­da­men­ta­lis­mo cris­tiano, como a las nue­vas for­mas de unir opio reli­gio­so con eso­te­ris­mos, sec­tas mis­té­ri­cas, fan­ta­sías idea­lis­tas, oscu­ran­tis­mos anti­cien­tí­fi­cos y anti­ma­te­ria­lis­tas, etc.; y tres, luchar con­tra el euro­cen­tris­mo, con­tra los mitos de la supe­rio­ri­dad de la civi­li­za­ción occi­den­tal, la más terro­ris­ta de todas las civi­li­za­cio­nes y defen­dien­do las apor­ta­cio­nes del res­to de cul­tu­ras no eurocéntricas.

El cuar­to es la exten­sión prác­ti­ca y teó­ri­ca del inter­na­cio­na­lis­mo, de la soli­da­ri­dad entre los pue­blos, de sus ayu­das y apo­yos mutuos. Opo­ner un pue­blo a otro ha sido siem­pre una efi­caz tác­ti­ca de todos los impe­ria­lis­mos, inva­so­res y ocu­pan­tes. Con la mun­dia­li­za­ción defi­ni­ti­va de la ley del valor-tra­ba­jo y del mer­ca­do capi­ta­lis­ta, cual­quier derro­ta obre­ra en una par­te del pla­ne­ta reper­cu­te más rápi­do que tar­de en la par­te opues­ta, aun­que no vice­ver­sa. Y esta dife­ren­cia radi­ca en que la bur­gue­sía está mucho más infor­ma­da sobre la lucha de cla­ses mun­dial que el pro­le­ta­ria­do, que es some­ti­do a un des­co­no­ci­mien­to casi abso­lu­to de lo que hacen sus her­ma­nos y her­ma­nas de cla­se explo­ta­da de otras nacio­nes. La pren­sa bur­gue­sa difun­de al ins­tan­te las derro­tas de los opri­mi­dos, pero silen­cia o ter­gi­ver­sa sus vic­to­rias para que no sean cono­ci­das. Crear medios efi­ca­ces de comu­ni­ca­ción inter­na­cio­na­lis­ta es urgen­te aho­ra que exis­te una ten­den­cia al alza de las luchas anticapitalistas.

Pero la mera infor­ma­ción, siem­pre váli­da e impres­cin­di­ble tie­ne sus limi­ta­cio­nes si no va acom­pa­ña­da de un encua­dre teó­ri­co-polí­ti­co que pue­da ser deba­ti­do inter­na­cio­nal­men­te para mejo­rar la prác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria, por­que de lo que se tra­ta es de avan­zar en el acer­ca­mien­to de las luchas, en aunar esfuer­zos inter­na­cio­na­les alre­de­dor de rei­vin­di­ca­cio­nes y con­sig­nas bási­cas anti­ca­pi­ta­lis­tas que pue­dan ser apli­ca­das con­tra las mis­mas explo­ta­cio­nes aun­que estén sepa­ra­das por miles de kiló­me­tros. El inter­na­cio­na­lis­mo ha de ser prác­ti­co, lo que exi­ge de un mutuo cono­ci­mien­to de las nece­si­da­des de cada pue­blo y, a la vez, de una común visión teó­ri­ca en lo sus­tan­ti­vo para defi­nir cua­les son las prio­ri­da­des en la prác­ti­ca internacionalista.

El quin­to y últi­mo vie­ne a ser la sín­te­sis de lo ante­rior en su expre­sión bási­ca: nin­gu­na lucha con­tra cual­quier efec­to de la cri­sis actual ten­drá visos de éxi­to a medio pla­zo si no va inser­ta en una estra­te­gia de acu­mu­la­ción de fuer­zas revo­lu­cio­na­rias ten­den­tes a la toma del poder y a la expro­pia­ción de los expro­pia­do­res. Esta y no otra es la expe­rien­cia de la his­to­ria de la lucha de cla­ses, ele­va­da al ran­go de teo­ría por el marxismo.

IÑAKI GIL DE SAN VICENTE

EUSKAL HERRIA 4‑II-2010

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