La gue­rra de gue­rri­las por V.I. Lenin

Otro de los tex­tos impre­sin­di­bles de Lenin…a leer­lo y a dis­fru­tar­lo!!! Boltxe Kolketiboa

Noso­tros nos basa­mos ínte­gra­men­te en la teo­ría de Marx: Esta trans­for­mó por pri­me­ra vez el socia­lis­mo de uto­pía en cien­cia, echó las sóli­das bases de esta cien­cia y tra­zó el camino que había de tomar, desa­rro­llán­do­la y ela­bo­rán­do­la en todos sus deta­lles. Esta des­cu­brió la esen­cia de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta con­tem­po­rá­nea, expli­can­do cómo la con­tra­ta­cion del obre­ro, la com­pra de la fuer­za de tra­ba­jo, encu­bre la escla­vi­za­ción de millo­nes de des­po­seí­dos por un puña­do de capi­ta­lis­tas, due­ños de la tie­rra, de las fábri­cas, de las minas, etc.

Esta demos­tró cómo todo el desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo ontem­po­rá­neo tien­de a suplan­tar la peque­ña pro­duc­ción por la gran­de y crea las con­di­cio­nes que hacen posi­ble e indis­pen­sa­ble la estruc­tu­ra­ción socia­lis­ta de la socie­dad. Esta nos ense­ñó a ver, bajo el man­to de cos­tum­bres arrai­ga­das, de intri­gas polí­ti­cas, de leyes com­ple­jas y doc­tri­nas hábil­men­te fra­gua­das, la lucha de cla­ses, la lucha entre las cla­ses posee­do­ras de todo géne­ro y las masas des­po­seí­das, el pro­le­ta­ria­do, que está a la cabe­za de todos los desposeídos.

La teo­ría de Marx puso en cla­ro la ver­da­de­ra tarea de un par­ti­do socia­lis­ta revo­lu­cio­na­rio: no inven­tar pla­nes de rees­truc­tu­ra­ción de la socie­dad ni ocu­par­se de la pré­di­ca a los capi­ta­lis­tas y sus acó­li­tos de la nece­si­dad de mejo­rar la situa­ción de los obre­ros, ni tam­po­co urdir con­ju­ra­cio­nes, sino orga­ni­zar la lucha de cla­se del pro­le­ta­ria­do y diri­gir esta lucha, que tie­ne por obje­ti­vo final la con­quis­ta del Poder polí­ti­co por el pro­le­ta­ria­do y la orga­ni­za­ción de la socie­dad socia­lis­ta.

La gue­rra de guerrillas 

La cues­tión de la acción gue­rri­lle­ra es de sumo inte­rés para nues­tro Par­ti­do y para las masas obre­ras. Ya nos hemos refe­ri­do de paso a ella más de una vez, y aho­ra, tal como lo había­mos pro­me­ti­do, nos pro­po­ne­mos ofre­cer una expo­si­ción más com­ple­ta de nues­tras ideas al respecto.

I
Comen­ce­mos por el prin­ci­pio. ¿Cuá­les son las exi­gen­cias fun­da­men­ta­les que todo mar­xis­ta debe pre­sen­tar para el aná­li­sis de la cues­tión de las for­mas de lucha? En pri­mer lugar, el mar­xis­mo se dis­tin­gue de todas las for­mas pri­mi­ti­vas del socia­lis­mo pues no liga el movi­mien­to a una sola for­ma deter­mi­na­da de lucha. El mar­xis­mo admi­te las for­mas más diver­sas de lucha; ade­más, no las «inven­ta», sino que gene­ra­li­za, orga­ni­za y hace cons­cien­tes las for­mas de lucha de las cla­ses revo­lu­cio­na­rias que apa­re­cen por sí mis­mas en el cur­so del movi­mien­to. El mar­xis­mo, total­men­te hos­til a todas las fór­mu­las abs­trac­tas, a todas las rece­tas doctrinas,

exi­ge que se pres­te mucha aten­ción a la lucha de masas en cur­so que, con el desa­rro­llo del movi­mien­to, el cre­ci­mien­to de la con­cien­cia de las masas y la agu­di­za­ción de las cri­sis eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas, engen­dra cons­tan­te­men­te nue­vos y cada vez más diver­sos méto­dos de defen­sa y ata­que. Por esto, el mar­xis­mo no recha­za cate­gó­ri­ca­men­te nin­gu­na for­ma de lucha El mar­xis­mo no se limi­ta, en nin­gún caso, a las for­mas de lucha posi­bles y exis­ten­tes sólo en un momen­to dado, admi­tien­do la apa­ri­ción inevi­ta­ble de for­mas de lucha nue­vas, des­co­no­ci­das de los mili­tan­tes de un perío­do dado, al cam­biar la coyun­tu­ra social. El mar­xis­mo, en este sen­ti­do, apren­de, si pue­de decir­se así, de la prác­ti­ca de las masas, lejos de pre­ten­der ense­ñar a las masas for­mas de lucha inven­ta­das por «sis­te­ma­ti­za­do­res» de gabi­ne­te. Sabe­mos – decía, por ejem­plo, Kautsky, al exa­mi­nar las for­mas de la revo­lu­ción social – que la pró­xi­ma cri­sis nos trae­rá nue­vas for­mas de lucha que no pode­mos pre­ver ahora.

En segun­do lugar, el mar­xis­mo exi­ge que la cues­tión de las for­mas de lucha sea enfo­ca­da his­tó­ri­ca­men­te. Plan­tear esta cues­tión fue­ra de la situa­ción his­tó­ri­ca con­cre­ta sig­ni­fi­ca no com­pren­der el abe­cé del mate­ria­lis­mo dia­léc­ti­co. En los diver­sos momen­tos de la evo­lu­ción eco­nó­mi­ca, según las dife­ren­tes con­di­cio­nes polí­ti­cas, cul­tu­ral-nacio­na­les, cos­tum­bra­les, etc., apa­re­cen en pri­mer plano dis­tin­tas for­mas de lucha, y se con­vier­ten en las for­mas de lucha prin­ci­pa­les; y, en rela­ción con esto, se modi­fi­can a su vez las for­mas de lucha secun­da­rias, acce­so­rias. Que­rer res­pon­der sí o no a pro­pó­si­to de un deter­mi­na­do pro­ce­di­mien­to de lucha, sin exa­mi­nar en deta­lle la situa­ción con­cre­ta de un movi­mien­to dado, la fase dada de su des­en­vol­vi­mien­to, sig­ni­fi­ca aban­do­nar com­ple­tar­nen­te la posi­ción del marxismo.

Estos son los dos prin­ci­pios teó­ri­cos fun­da­men­ta­les que deben guiar­nos. La his­to­ria del mar­xis­mo en Euro­pa Occi­den­tal nos sumi­nis­tra innu­me­ra­bles ejem­plos que con­fir­man lo dicho. La social­de­mo­cra­cia euro­pea con­si­de­ra, en el momen­to actual, el par­la­men­ta­ris­mo y el movi­mien­to sin­di­cal como las prin­ci­pa­les for­mas de lucha; en el pasa­do reco­no­cía la insu­rrec­ción y está ple­na­men­te dis­pues­ta a reco­no­cer­la en el por­ve­nir si la situa­ción cam­bia, pese a la opi­nión de los libe­ra­les bur­gue­ses, como los kadetes[141] y los bez­za­glavtsi [142] rusos. La social­de­mo­cra­cia nega­ba la huel­ga gene­ral en la déca­da del 70 como pana­cea social, como medio para derri­bar de gol­pe a la bur­gue­sía por la vía no polí­ti­ca, pero admi­te ple­na­men­te la huel­ga polí­ti­ca de masa (sobre todo, des­pués de la expe­rien­cia rusa de 1905) como uno de los pro­ce­di­mien­tos de lucha, indis­pen­sa­ble en cier­tas con­di­cio­nes. La social­de­mo­cra­cia, que admi­tía la lucha de barri­ca­das en la déca­da del 40 del siglo XIX, y la recha­za­ba, basán­do­se en datos con­cre­tos, a fines del siglo XIX, se ha decla­ra­do ple­na­men­te dis­pues­ta a revi­sar esta últi­ma opi­nión y a reco­no­cer la con­ve­nien­cia de la lucha de barri­ca­das des­pués de la expe­rien­cia de Mos­cú, que ha ini­cia­do según las pala­bras de Kautsky, una nue­va tác­ti­ca de las barricadas.

II

Esta­ble­ci­dos los prin­ci­pios gene­ra­les del mar­xis­mo, pase­mos a la revo­lu­ción rusa. Recor­de­mos el desa­rro­llo his­tó­ri­co de las for­mas de lucha que ha hecho apa­re­cer. Pri­me­ro, las huel­gas eco­nó­mi­cas de los obre­ros (1896−1900), des­pués, las mani­fes­ta­cio­nes polí­ti­cas de obre­ros y estu­dian­tes (1901−1902), las revuel­tas cam­pe­si­nas (1902), el prin­ci­pio de las huelgas

polí­ti­cas de masas com­bi­na­das de diver­sos modos con las mani­fes­ta­cio­nes (Ros­tov 1902, las huel­gas del verano de 1903, el 9 de enero de 1905), la huel­ga polí­ti­ca en toda Rusia con casos loca­les de com­ba­tes de barri­ca­das (octu­bre de 1905), la lucha masi­va de barri­ca­das y la insu­rrec­ción arma­da (diciem­bre de 1905), la lucha par­la­men­ta­ria pací­fi­ca (abril-junio de 1906), los alza­mien­tos mili­ta­res par­cia­les (junio de 1905-julio de 1906), las suble­va­cio­nes par­cia­les de cam­pe­si­nos (oto­ño de 1905-oto­ño de 1906).

Tal es el esta­do de cosas en el oto­ño de 1906, des­de el pun­to de vis­ta de las for­mas de lucha en gene­ral. La for­ma de lucha con que la auto­cra­cia «con­tes­ta» es el pogro­mo de las cen­tu­rias negras, comen­zan­do por el de Kishi­niov en la pri­ma­ve­ra de 1903, y ter­mi­nan­do por el de Siedl­ce en el oto­ño de 1906. Duran­te todo este perío­do la orga­ni­za­ción de pogro­mos por las cen­tu­rias negras y las matan­zas de judíos, estu­dian­tes, revo­lu­cio­na­rios, obre­ros cons­cien­tes han ido cons­tan­te­men­te en aumen­to y se han ido per­fec­cio­nan­do, unién­do­se la vio­len­cia de la chus­ma sobor­na­da a la vio­len­cia de las tro­pas cen­tu­rio­ne­gris­tas, lle­gan­do has­ta uti­li­zar la arti­lle­ría en aldeas y ciu­da­des, en com­bi­na­ción con expe­di­cio­nes puni­ti­vas, tre­nes de repre­sión, etc.

Tal es el fon­do esen­cial del cua­dro. Sobre este fon­do se dibu­ja – evi­den­te­men­te como algo par­ti­cu­lar, secun­da­rio, acce­so­rio – el fenó­meno a cuyo estu­dio y apre­cia­ción está con­sa­gra­do el pre­sen­te artícu­lo. ¿En qué con­sis­te este fenó­meno? ¿Cuá­les son sus for­mas? y ¿cuá­les sus cau­sas? ¿Cuán­do sur­gió y has­ta dón­de se ha exten­di­do? ¿Cuál su sig­ni­fi­ca­ción en la mar­cha gene­ral de la revo­lu­ción? ¿Cuá­les son sus rela­cio­nes con la lucha de la cla­se obre­ra, orga­ni­za­da y diri­gi­da por la social­de­mo­cra­cia? Estas son las cuestiones

que debe­mos abor­dar aho­ra, des­pués de haber bos­que­ja­do el fon­do gene­ral del cuadro.

El fenó­meno que nos intere­sa es la lucha arma­da. Sos­tie­nen esta lucha indi­vi­duos ais­la­dos y peque­ños gru­pos. Unos per­te­ne­cen a las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias otros (la mayo­ría, en cier­ta par­te de Rusia) no per­te­ne­cen a nin­gu­na orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria. La lucha arma­da per­si­gue dos fines dife­ren­tes, que es pre­ci­so dis­tin­guir rigu­ro­sa­men­te : en pri­mer lugar, esta lucha se pro­po­ne la eje­cu­ción de per­so­nas ais­la­das, de los jefes y subal­ter­nos de la poli­cía y del ejér­ci­to; en segun­do lugar, la con­fis­ca­ción de fon­dos per­te­ne­cien­tes tan­to al gobierno como a par­ti­cu­la­res. Par­te de las sumas con­fis­ca­das va al par­ti­do, par­te está con­sa­gra­da espe­cial­men­te al arma­men­to y a la pre­pa­ra­ción de la insu­rrec­ción, par­te a la manu­ten­ción de los que sos­tie­nen la lucha que carac­te­ri­za­mos. Las gran­des expro­pia­cio­nes (la del Cáu­ca­so, de más de 200.000 rublos; la de Mos­cú, de 875.000 rubios) esta­ban des­ti­na­das pre­ci­sa­men­te a los par­ti­dos revo­lu­cio­na­rios ante todo; las peque­ñas expro­pia­cio­nes sir­ven en pri­mer lugar, e inclu­so a veces ente­ra­men­te, al sos­te­ni­mien­to de los «expro­pia­do­res». Esta for­ma de lucha ha toma­do un amplio desa­rro­llo y exten­sión, indu­da­ble­men­te, tan sólo en 1906, es decir, des­pués de la insu­rrec­ción de diciem­bre. La agu­di­za­ción de la cri­sis polí­ti­ca has­ta lle­gar a la lucha arma­da y, sobre todo, la agra­va­ción de la mise­ria, del ham­bre y del paro en las aldeas y en las ciu­da­des han desem­pe­ña­do un impor­tan­te papel entre las cau­sas que han ori­gi­na­do la lucha de que tra­ta­mos. El mun­do de los vaga­bun­dos, el «lum­pen­pro­le­ta­riat» y los gru­pos anar­quis­tas han adop­ta­do esta for­ma de lucha como la for­ma prin­ci­pal y has­ta exclu­si­va de lucha social. Como for­ma de lucha emplea­da en «res­pues­ta» por la auto­cra­cia, hay que con­si­de­rar: el esta­do de gue-

rra, la movi­li­za­ción de nue­vas tro­pas, los pogro­mos de las cen­tu­rias negras (Siedl­ce) y los con­se­jos de guerra.

III

El jui­cio habi­tual sobre la lucha que esta­mos des­cri­bien­do, se redu­ce a lo siguien­te: esto es anar­quis­mo, blan­quis­mo, el anti­guo terro­ris­mo, actos de indi­vi­duos ais­la­dos de las masas que des­mo­ra­li­zan a los obre­ros, que apar­tan de ellos a los amplios círcu­los de la pobla­ción, des­or­ga­ni­zan el movi­mien­to y per­ju­di­can a la revo­lu­ción. En los hechos comu­ni­ca­dos todos los días por los perió­di­cos se encuen­tran, sin difi­cul­tad, ejem­plos para con­fir­mar este juicio.

Pero ¿son con­vin­cen­tes estos ejem­plos? Para com­pro­bar­lo tome­mos el hogar en que esta for­ma de lucha está más desa­rro­lla­da: la región de Leto­nia. He aquí en qué tér­mi­nos se lamen­ta Nóvoie Vre­mia [143] (del 9 y del 12 de sep­tiem­bre), de la acti­vi­dad de la social­de­mo­cra­cia leto­na. El Par­ti­do Obre­ro Social­de­mó­cra­ta Letón (sec­ción del POSDR) publi­ca regu­lar­men­te 30.000 ejem­pla­res de su perió­di­co; en las colum­nas de anun­cios de éste se publi­can lis­tas de con­fi­den­tes cuya supre­sión cons­ti­tu­ye un deber para cada hom­bre hon­ra­do; los que ayu­dan a la poli­cía son decla­ra­dos «enemi­gos de la revo­lu­ción» y deben ser eje­cu­ta­dos, y, ade­más, con­fis­ca­dos sus bie­nes; se lla­ma a la pobla­ción a no dar dine­ro para el Par­ti­do Social­de­mó­cra­ta más que con­tra reci­bo sella­do; en la últi­ma ren­di­ción de cuen­tas del Par­ti­do figu­ran, entre los 48.000 rublos de ingre­so del año, 5.600 rublos de la sec­ción de Liba­va para la com­pra de armas, pro­cu­ra­dos median­te expro­pia­cio­nes. Como es natu­ral, Nóvoie Vremia

lan­za rayos y cen­te­llas con­tra esta «legis­la­ción revo­lu­cio­na­ria», con­tra este «gobierno de terror».

Nadie se atre­ve­rá a cali­fi­car de anar­quis­mo, de blanquismo,
de terro­ris­mo, estas accio­nes de los social­de­mó­cra­tas leto­nes. Pero, ¿por qué? Por­que en este caso es evi­den­te la rela­ción de la nue­va for­ma de lucha con la insu­rrec­ción que esta­lló en diciem­bre y que madu­ra de nue­vo. En lo que con­cier­ne a toda Rusia, esta rela­ción no es tan per­cep­ti­ble, pero exis­te. La exten­sión de la lucha de «gue­rri­llas», pre­ci­sa­men­te des­pués de diciem­bre, su rela­ción con la agra­va­ción de la cri­sis no sólo eco­nó­mi­ca, sino tam­bién polí­ti­ca, son inne­ga­bles. El vie­jo terro­ris­mo ruso era obra del inte­lec­tual cons­pi­ra­dor; aho­ra, la lucha de gue­rri­llas la man­tie­ne, por regla gene­ral, el obre­ro com­ba­tien­te o sim­ple­men­te el obre­ro sin tra­ba­jo. Blan­quis­mo y anar­quis­mo se les ocu­rren fácil­men­te a gen­tes que gus­tan de los cli­chés, pero en la atmós­fe­ra de insu­rrec­ción, que de un modo tan evi­den­te exis­te en la región de Leto­nia, es indu­da­ble que estas eti­que­tas apren­di­das de memo­ria no tie­nen nin­gún valor.

El ejem­plo de los leto­nes demues­tra per­fec­ta­men­te que el méto­do, tan común entre noso­tros, de ana­li­zar la gue­rra de gue­rri­llas al mar­gen de las con­di­cio­nes de una insu­rrec­ción, es inco­rrec­to, anti­cien­tí­fi­co y anti­his­tó­ri­co. Hay que tener en cuen­ta esta atmós­fe­ra insu­rrec­cio­nal, refle­xio­nar sobre las par­ti­cu­la­ri­da­des del perío­do tran­si­to­rio entre los gran­des actos de la insu­rrec­ción, com­pren­der qué for­mas de lucha sur­gen nece­sa­ria­men­te como con­se­cuen­cia de ello y no salir del paso con un sur­ti­do de pala­bras apren­di­das de memo­ria, que son emplea­das lo mis­mo por los kade­tes y por la gen­te de Nóvoie Vre­mia : ¡anar­quis­mo, pilla­je, rufianismo!

Las ope­ra­cio­nes de gue­rri­llas, se dice, des­or­ga­ni­zan nues­tro tra­ba­jo. Apli­que­mos este razo­na­mien­to a la situación

crea­da des­pués de diciem­bre de 1905, a la épo­ca de los pogro­mos de las cen­tu­rias negras y de la ley mar­cial. ¿Qué es lo que des­or­ga­ni­za más el movi­mien­to en dicha épo­ca: la fal­ta de resis­ten­cia o bien la lucha orga­ni­za­da de los gue­rri­lle­ros? Com­pa­rad la Rusia Cen­tral con sus con­fi­nes del Oes­te, con Polo­nia y la región de Leto­nia. La lucha de gue­rri­llas ha adqui­ri­do indu­da­ble­men­te mucha más difu­sión y desa­rro­llo en esos con­fi­nes occi­den­ta­les. Y es no menos inne­ga­ble que el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio en gene­ral y el movi­mien­to social­de­mó­cra­ta en par­ti­cu­lar, están más desor­ge­ni­za­dos en la Rusia Cen­tral que en las regio­nes del Oes­te. Evi­den­te­men­te, ni siquie­ra se nos ocu­rre la idea de dedu­cir que si los movi­mien­tos social­de­mó­cra­tas pola­co y letón están menos des­or­ga­ni­za­dos es gra­cias a la gue­rra de gue­rri­llas. No. La úni­ca con­clu­sión que se des­pren­de de ello es que no pue­de impu­tar­se a la gue­rra de gue­rri­llas el esta­do de des­or­ga­ni­za­ción del movi­mien­to obre­ro social­de­mó­cra­ta en la Rusia de 1906.

Se invo­can fre­cuen­te­men­te las par­ti­cu­la­ri­da­des de las con­di­cio­nes nacio­na­les, lo cual reve­la mani­fies­ta­men­te la debi­li­dad de la argu­men­ta­ción corrien­te. Si se tra­ta de las con­di­cio­nes nacio­na­les, es que no se tra­ta de anar­quis­mo, de blan­quis­mo, de terro­ris­mo – peca­dos comu­nes a toda Rusia e inclu­so espe­cí­fi­ca­men­te rusos –, sino de algo dife­ren­te. ¡Ana­li­zad este algo dife­ren­te de un modo con­cre­to, seño­res! Veréis enton­ces que la opre­sión o el anta­go­nis­mo nacio­na­les no expli­can nada, pues siem­pre han exis­ti­do en los con­fi­nes occi­den­ta­les, mien­tras que la lucha de gue­rri­llas ha sido engen­dra­da sola­men­te por el perío­do his­tó­ri­co actual. Hay muchos sitios en que exis­ten la opre­sión y el anta­go­nis­mo nacio­na­les, pero no la lucha de gue­rri­llas, que se desa­rro­lla a veces sin que se dé la opre­sión nacio­nal. Un análisis

con­cre­to de la cues­tión mues­tra que no es del yugo nacio­nal de lo que se tra­ta, sino de las con­di­cio­nes de la insu­rrec­ción. La lucha de gue­rri­llas es una for­ma inevi­ta­ble de lucha en un momen­to en que el movi­mien­to de masas ha lle­ga­do ya real­men­te a la insu­rrec­ción y en que se pro­du­cen inter­va­los más o menos con­si­de­ra­bles entre «gran­des bata­llas» de la gue­rra civil.

No son las accio­nes de gue­rri­llas las que des­or­ga­ni­zan el movi­mien­to, sino la debi­li­dad del Par­ti­do, que no sabe tomar en sus manos tales accio­nes. Por eso, entre noso­tros, los rusos, los ana­te­mas lan­za­dos habi­tual­men­te con­tra las accio­nes de gue­rri­llas, coin­ci­den con accio­nes de gue­rri­llas clan­des­ti­nas, acci­den­ta­les, no orga­ni­za­das, que real­men­te des­or­ga­ni­zan al Par­ti­do. Inca­pa­ces de com­pren­der cuá­les son las con­di­cio­nes his­tó­ri­cas que engen­dran esta lucha, somos igual­men­te inca­pa­ces de con­tra­rres­tar sus aspec­tos per­ju­di­cia­les. La lucha no por eso deja de con­ti­nuar­se, pues la pro­vo­can poten­tes fac­to­res eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos. No tene­mos fuer­za para supri­mir estos fac­torcs ni esta lucha. Nues­tras que­jas con­tra la lucha de gue­rri­llas son que­jas con­tra la debi­li­dad de nues­tro Par­ti­do en mate­ria de insurrección.

Lo que hemos dicho de la des­or­ga­ni­za­ción se apli­ca tam­bién a la des­mo­ra­li­za­ción. No es la gue­rra de gue­rri­llas lo que des­mo­ra­li­za, sino el carác­ter inor­ga­ni­za­do, des­or­de­na­do, sin par­ti­do de las accio­nes de gue­rri­llas. De esta evi­den­tí­si­ma des­mo­ra­li­za­ción no nos sal­va­re­mos ni un ápi­ce con­de­nan­do o mal­di­cien­do las accio­nes de gue­rri­llas; pues estas con­de­na­cio­nes y mal­di­cio­nes son abso­lu­ta­men­te impo­ten­tes para dete­ner un fenó­meno pro­vo­ca­do por cau­sas eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas pro­fun­das. Se nos obje­ta­rá que si somos inca­pa­ces de dete­ner un fenó­meno anor­mal y des­mo­ra­li­za­dor, esto no

es razón para que el Par­ti­do adop­te pro­ce­di­mien­tos de lucha anor­ma­les y des­mo­ra­li­za­do­res. Pero tal obje­ción sería pura­men­te libe­ral-bur­gue­sa y no mar­xis­ta, pues un mar­xis­ta no pue­de con­si­de­rar en gene­ral anor­ma­les y des­mo­ra­li­za­do­ras la gue­rra civil o la gue­rra de gue­rri­llas, como una de sus for­mas. Un mar­xis­ta se basa en la lucha de cla­ses y no en la paz social. En cier­tos perío­dos de cri­sis eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas agu­das, la lucha de cla­ses, al des­en­vol­ver­se, se trans­for­ma en gue­rra civil abier­ta, es decir, en lucha arma­da entre dos par­tes del pue­blo. En tales perío­dos, el mar­xis­ta está obli­ga­do a tomar posi­ción por la gue­rra civil. Toda con­de­na­ción moral de ésta es com­ple­ta­men­te inad­mi­si­ble des­de el pun­to de vis­ta del marxismo.

En una épo­ca de gue­rra civil, el ideal del Par­ti­do del pro­le­ta­ria­do es un par­ti­do de com­ba­te. Esto es abso­lu­ta­men­te incon­tro­ver­ti­ble. Esta­mos com­ple­ta­men­te dis­pues­tos a con­ce­der que, des­de el pun­to de vis­ta de la gue­rra civil se pue­de demos­trar, y se demues­tra, la incon­ve­nien­cia de unas u otras for­mas de gue­rra civil en uno u otro momen­to. Admi­ti­mos ple­na­men­te la crí­ti­ca de las diver­sas for­mas de gue­rra civil des­de el pun­to de vis­ta de la con­ve­nien­cia mili­tar y esta­mos incon­di­cio­nal­men­te de acuer­do en que, en esta cues­tión, el voto deci­si­vo corres­pon­de a los mili­tan­tes acti­vos social­de­mó­cra­tas de cada loca­li­dad. Pero, en nom­bre de los prin­ci­pios del mar­xis­mo, exi­gi­mos abso­lu­ta­men­te que nadie inten­te sus­traer­se al aná­li­sis de las con­di­cio­nes de la gue­rra civil con fra­ses tri­via­les y ruti­na­rias sobre el anar­quis­mo, el blan­quis­mo y el terro­ris­mo; que no se haga de los pro­ce­di­mien­tos insen­sa­tos empleadGs en la gue­rra de gue­rri­llas en un cier­to momen­to por cier­ta orga­ni­za­ción del Par­ti­do Socia­lis­ta Pola­co, un espan­ta­jo en la cues­tión de la par­ti­ci­pa­ción de la social­de­mo­cra­cia en la gue­rra de gue­rri­llas en general.

El argu­men­to de que la gue­rra de gue­rri­llas des­or­ga­ni­za el movi­mien­to debe ser apre­cia­do de mane­ra crí­ti­ca. Toda for­ma nue­va de lucha, que trae apa­re­ja­da con­si­go nue­vos peli­gros y nue­vos sacri­fi­cios, «des­or­ga­ni­za», inde­fec­ti­ble­men­te, las orga­ni­za­cio­nes no pre­pa­ra­das para esta nue­va for­ma de lucha. Nues­tros anti­guos círcu­los de pro­pa­gan­dis­tas se des­or­ga­ni­za­ron al recu­rrir a los méto­dos de agi­ta­ción. Nues­tros comi­tés se des­or­ga­ni­za­ron al recu­rrir a las demos­tra­cio­nes. En toda gue­rra, cual­quier ope­ra­ción lle­va un cier­to des­or­den a las filas de los com­ba­tien­tes. De esto no pue­de dedu­cir­se que no hay que com­ba­tir. De esto es pre­ci­so dedu­cir que hay que apren­der a com­ba­tir. Y nada más.

Cuan­do veo a social­de­mó­cra­tas que decla­ran arro­gan­te y pre­sun­tuo­sa­men­te: noso­tros no somos anar­quis­tas, ni ladro­nes, ni ban­di­dos; esta­mos por enci­ma de todo eso, recha­za­mos la gue­rra de gue­rri­llas, me pre­gun­to: ¿com­pren­den esas gen­tes lo que dicen? En todo el país se libran encuen­tros arma­dos y cho­ques entre el gobierno cen­tu­rio­ne­gris­ta y la pobla­ción. Es un fenó­meno abso­lu­ta­men­te inevi­ta­ble en la fase actual de desa­rro­llo de la revo­lu­ción. Espon­tá­nea­men­te, sin orga­ni­za­ción – y, pre­ci­sa­men­te por eso, en for­mas a menu­do poco afor­tu­na­das y malas –, la pobla­ción reac­cio­na tam­bién median­te coli­sio­nes y ata­ques arma­dos. Estoy de acuer­do en que, a cau­sa de la debi­li­dad o de la fal­ta de pre­pa­ra­ción de nues­tra orga­ni­za­ción, pode­mos renun­ciar, en una loca­li­dad y en un momen­to dado, a colo­car esta lucha espon­tá­nea bajo la direc­ción del Par­ti­do. Estoy de acuer­do en que esta cues­tión debe ser resuel­ta por los mili­tan­tes loca­les acti­vos, en que no es cosa fácil reajus­tar el tra­ba­jo de orga­ni­za­cio­nes débi­les y no pre­pa­ra­das. Pero cuan­do veo que un teó­ri­co o que un publi­cis­ta de la social­de­mo­cra­cia, no lamen­ta esta fal­ta de pre­pa­ra­ción, sino que repi­te con or-

gullo­sa sufi­cien­cia y entu­sias­mo nar­ci­sis­ta las fra­ses apren­di­das en su pri­me­ra juven­tud sobre el anar­quis­mo, el blan­quis­mo y el terro­ris­mo, me cau­sa una gran pena el ver reba­jar así la doc­tri­na más revo­lu­cio­na­ria del mundo.

Se dice que la gue­rra de gue­rri­llas apro­xi­ma al pro­le­ta­ria­do cons­cien­te a la cate­go­ría de los vaga­bun­dos borra­chi­nes y degra­da­dos. Es cier­to. Pero de esto sólo se des­pren­de que el par­ti­do del pro­le­ta­ria­do no pue­de nun­ca con­si­de­rar la gue­rra de gue­rri­llas como el úni­co, ni siquie­ra como el prin­ci­pal pro­ce­di­mien­to de lucha; que este pro­ce­di­mien­to debe estar subor­di­na­do a los otros, debe ser pro­por­cio­na­do a los pro­ce­di­mien­tos esen­cia­les de lucha, enno­ble­ci­do por la influen­cia edu­ca­do­ra y orga­ni­za­do­ra del socia­lis­mo. Sin esta últi­ma con­di­ción, todos, absolutamente
todos los pro­ce­di­mien­tos de lucha, en la socie­dad bur­gue­sa, apro­xi­man al pro­le­ta­ria­do a las diver­sas capas no pro­le­ta­rias, situa­das por enci­ma o por deba­jo de él, y, aban­do­na­dos al cur­so espon­tá­neo de los acon­te­ci­mien­tos, se des­gas­tan, se per­vier­ten, se pros­ti­tu­yen. Las huel­gas, aban­do­na­das al cen­so espon­tá­neo de los acon­te­ci­mien­tos, dege­ne­ran en Allian­ces, en acuer­dos entre obre­ros y patro­nos con­tra los con­su­mi­do­res. El par­la­men­to dege­ne­ra en un bur­del, don­de una ban­da de poli­ti­cas­tros bur­gue­ses comer­cia al por mayor y al por menor con la «liber­tad popu­lar», el «libe­ra­lis­mo», la «demo­cra­cia», el repu­bli­ca­nis­mo, el anti­cle­ri­ca­lis­mo, el socia­lis­mo y demás mer­can­cías de fácil colo­ca­ción. La pren­sa se trans­for­ma en alcahue­ta bara­ta, en ins­tru­men­to de corrup­ción de las masas, de adu­la­ción gro­se­ra de los bajos ins­tin­tos de la muche­dum­bre, etc., etc. La social­de­mo­cra­cia no cono­ce pro­ce­di­mien­tos de lucha uni­ver­sa­les que sepa­ren al pro­le­ta­ria­do con una mura­lla chi­na de las capas situa­das un poco más arri­ba o un poco más aba­jo de él. La social­de­mo­cra­cia emplea, en di-

ver­sas épo­cas, diver­sos pro­ce­di­mien­tos, rodean­do siem­pre su apli­ca­ción de con­di­cio­nes ideo­ló­gi­cas y de orga­ni­za­ción rigu­ro­sa­men­te determinadas[*].

IV

Las for­mas de lucha de la revo­lu­ción rusa, com­pa­ra­das con las revo­lu­cio­nes bur­gue­sas de Euro­pa, se dis­tin­guen por su extra­or­di­na­ria varie­dad. Kautsky lo había pre­vis­to en par­te cuan­do decía en 1902 que la futu­ra revo­lu­ción (tal vez con excep­ción de Rusia, aña­día) sería no tan­to una lucha del pue­blo con­tra el gobierno, como una lucha entre dos par­tes del pue­blo. En Rusia vemos que esta segun­da lucha toma indu­da­ble­men­te un desa­rro­llo más exten­so que en las revo­lu­cio­nes bur­gue­sas de Occi­den­te. Los enemi­gos de
* Se acu­sa fre­cuen­te­men­te a los social­de­mó­cra­tas bol­che­vi­ques de asu­mir una acti­tud irre­fle­xi­va y par­cial fren­te a las accio­nes de gue­rri­llas. Por esto no será super­fluo recol­dar que en el pro­yec­to de reso­lu­ción sobre las accio­nes de gue­rri­llas (Nƒ 2 de Par­ti­nie Izves­tia [144] e infor­me de Lenin acer­ca del Congreso[145]) el sec­tor de bol­che­vi­ques que las defien­de ha pues­to las con­di­cio­nes siguien­tes para su apro­ba­ción: no son tole­ra­das en abso­lu­to las «expro­pia­cioncs» de bie­nes pri­va­dos; las «expro­pia­cioncs» de bie­nes del Esta­do no son reco­men­da­das; sólo son tole­ra­das a con­di­ción de que se hagan bajo el con­trol del Par­ti­do y de que los recur­sos sean des­ti­na­dos a las nece­si­da­des de la insu­rrec­ción. Las accio­nes de gue­rri­llas que revis­ten la for­ma de actos terro­ris­tas son reco­men­da­das con­tra los opre­so­res guber­na­men­ta­les y los ele­men­tos acti­vos de las «cen­tu­rias negras», pero con las con­di­cio­nes siguien­tes: 1) tener en cuen­ta el esta­do de áni­mo de las gran­des masas; 2) tomar en con­si­de­ra­ción las con­di­cio­nes del movi­mien­to obre­ro local; 3) preo­cu­par­se de no gas­tar inú­til­men­te las fuer­zas del pro­le­ta­ria­do. La dife­ren­cia prác­ti­ca entre este pro­yec­to y la reso­lu­ción adop­ta­da en el Con­gre­so de Unificación[146] con­sis­te, exclu­si­va­men­te, en que las «expro­pia­cio­nes» de bie­nes del Esta­do no han sido admitidas.

nues­tra revo­lu­ción son poco nume­ro­sos entre el pue­blo, pero se orga­ni­zan más y más a medi­da que la lucha se agu­di­za y reci­ben apo­yo de las capas reac­cio­na­rias de la bur­gue­sía. Es, pues, com­ple­ta­men­te natu­ral e inevi­ta­ble que en una épo­ca seme­jan­te, en una épo­ca de huel­gas polí­ti­cas en esca­la nacio­nal, la insu­rrec­ción no pue­de adop­tar la anti­gua for­ma de actos ais­la­dos, limi­ta­dos a un lap­so de tiem­po muy bre­ve y a una zona muy redu­ci­da. Es com­ple­ta­men­te natu­ral e inevi­ta­ble que la insu­rrec­ción tome for­mas más ele­va­das y com­ple­jas de una gue­rra civil pro­lon­ga­da y que abar­ca a todo el país, es decir, de una lucha arma­da entre dos par­tes del pue­blo. Seme­jan­te gue­rra no pue­de con­ce­bir­se más que como una serie de pocas gran­des bata­llas, sepa­ra­das unas de otras por inter­va­los rela­ti­va­men­te con­si­de­ra­bles y una gran can­ti­dad de peque­ños encuen­tros libra­dos duran­te estos inter­va­los. Si esto es así – y lo es sin duda –, la social­de­mo­cra­cia debe sin fal­ta plan­tear­se la tarea de cons­ti­tuir orga­ni­za­cio­nes que sean lo más aptas posi­bles para diri­gir a las masas en estas gran­des bata­llas y, en lo posi­ble, en estos peque­ños encuen­tros. La social­de­mo­cra­cia debe pro­po­ner­se, en la épo­ca en que la lucha de cla­ses se agu­di­za has­ta lle­gar a la gue­rra civil, no sola­men­te tomar par­te en esta gue­rra civil, sino tam­bién desem­pe­ñar la fun­ción diri­gen­te en ella. La social­de­mo­cra­cia debe edu­car y pre­pa­rar a sus orga­ni­za­cio­nes para que real­men­te sean capa­ces de actuar como una par­te beli­ge­ran­te, no dejan­do pasar nin­gu­na oca­sión de ases­tar un gol­pe a las fuer­zas del adversario.

Esta es – no es posi­ble negar­lo – una tarea difí­cil, que no se pue­de resol­ver de gol­pe. Lo mis­mo que todo el pue­blo se reedu­ca y se ins­tru­ye en la lucha en el cur­so de la gue­rra civil, nues­tras orga­ni­za­cio­nes deben ser edu­ca­das, deben ser

reor­ga­ni­za­das sobre la base de lo que ense­ña la expe­rien­cia, a fin de estar a la altu­ra de su misión.

No tene­mos la menor pre­ten­sión de impo­ner a los mili­tan­tes acti­vos una for­ma de lucha cual­quie­ra inven­ta­da por noso­tros, ni siquie­ra resol­ver, des­de nues­tro gabi­ne­te, la cues­tión del papel que una u otra for­ma de gue­rra de gue­rri­llas pue­de desem­pe­ñar en el cur­so gene­ral de la gue­rra civil en Rusia. Lejos de noso­tros la idea de ver en la apre­cia­ción con­cre­ta hecha de una u otra acción de gue­rri­llas una cues­tión de ten­den­cia en la social­de­mo­cra­cia. Pero con­si­de­ra­mos que cons­ti­tu­ye para noso­tros un deber con­tri­buir en la medi­da de nues­tras fuer­zas a la jus­ta apre­cia­ción teó­ri­ca de las for­mas nue­vas de lucha que la vida hace apa­re­cer; que debe­mos com­ba­tir sin cuar­tel la ruti­na y los pre­jui­cios que impi­den a los obre­ros cons­cien­tes plan­tear como con­vie­ne esta nue­va y difí­cil cues­tión y abor­dar como es debi­do su solución.

[141] Kade­tes («Los demó­cra­tas cons­ti­tu­cio­na­lis­tas»): prin­ci­pal par­ti­do bur­gués de Rusia; par­ti­do de la bur­gue­sía monár­qui­ca libe­ral, se cons­ti­tu­yó en octu­bre de 1905. Su lider fue P. Mili­ukov. Encu­brién­do­se con fal­sas apa­rien­cias de demo­cra­tis­mo, se lla­ma­ron a sí mis­mo el par­ti­do de la «liber­tad del pue­blo», se esfor­za­ban por atraer a su lado a los cam­pesh­los. Aspi­ra­ban a con­ser­var el zaris­mo como una monar­quía cons­ti­tu­cio­nal. Más tar­de, el par­ti­do cons­ti­tu­cio­nal demó­cra­ta se con­vir­tió en un par­ti­do bur­gués del impe­ria­lis­mo. Des­pués de la vic­to­ria de la Revo­lu­ción Socia­lis­ta de Octu­bre, los kade­tes orga­ni­za­ron com­plots y suble­va­cio­nes con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias para derro­car la Repú­bli­ca Sovié­ti­ca. [pág. 200]

[142] Bez­za­glavtsi : orga­ni­za­do­res y cola­bo­ra­do­res de la revis­ta Bez Zagla­via («Sin Titu­lo»), edi­ta­da en Peters­bur­go en 1906 por S. N. Pro­ko­pó­vich, E. D. Kus­ko­va, V. I. Bogu­chars­ki y otros. Los Bezz­glavtsi se decla­ra­ban abier­ta­men­te par­ti­da­rios del revi­sio­nis­mo, apo­ya­ban a los men­che­vi­ques y libe­ra­les, y actua­ban con­tra la polí­ti­ca inde­pen­dien­te del pro­le­ta­ria­do. Lenin lla­mó a los Bez­za­glavtsi kade­tes tipo men­che­vi­que, o sea, men­che­vi­ques tipo kade­te. [pág. 200]

[143] Nóvoie Vre­mia («Tiem­pos Nue­vos»): dia­rio que se publi­có en Peters­bur­go des­de 1868 has­ta 1917. Pri­me­ro fue libe­ral mode­ra­do, y des­de 1876, se tras­for­mó en voce­ro de los circu­los reac­cio­na­rios de la noble­za y la buro­cra­cia, luchó no sola­men­te con­tra el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio, sino tam­bién con­tra el de la bur­gue­sía libe­ral. A par­tir de 1905 se con­vir­tió en órgano de los cen­tu­rio­ne­gris­tas. Lenin lo lla­ma­ba «mode­lo de perió­di­co venal». Des­pués de la Revo­lu­ción Demo­crá­ti­co bur­gue­sa de Febre­ro apo­yó sin reser­vas la poli­ti­ca con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria del gobierno pro­vi­sio­nal bur­gués y des­ató una furio­sa cam­pa­ña con­tra los bol­che­vi­ques. Fue clau­su­ra­do el 8 de noviem­bre de 1917 por el Comi­té Mili­tar Revo­lu­cio­na­rio adjun­to al Soviet de Petro­gra­do. [pág. 203]

[144] Par­ti­nie Izves­tia («Noti­cias del Par­ti­do»): perió­di­co clan­des­tino del CC Uni­fi­ca­do del POSDR, se publi­có en Peters­bur­go en vis­pe­ras del IV Con­gre­so (de Uni­fi­ca­ción) del Par­ti­do. Sólo apa­re­cie­ron dos núme­ros: el 20 de febre­ro y el 2 de abril de 1906. La redac­ción esta­ba inte­gra­da por los redac­to­res del perió­di­co bol­che­vi­que (Pro­le­ta­ri ) y por igual núme­ro de redac­to­res de la nue­va Iskra men­che­vi­que. Repre­sen­ta­ban a los bol­che­vi­ques Lenin, Luna­chars­ki y otros.

En Par­ti­nie Izves­tia se inclu­ye­ron dos articu­los de Lenin: «La situa­ción actual en Rusia y la tác­ti­ca del par­ti­do obre­ro » y «La revo­lu­ción rusa y las tareas del pro­le­ta­ria­do «, con la fir­ma Bol­che­vi­que. (V. I. Lenin, Obras Com­ple­tas, t. X.) Des­pués del Con­gre­so, Par­ti­nie Izves­tia dejó de apa­re­cer. [pág. 210]

[145] Se alu­de al «Infor­me sobre el Con­greio de Uni­fi­ca­ción del POSDR» – Car­ta a los obre­ros de Peters­bur­go. (V. I. Lenin, Obras Com­ple­tas, t. X.) [pág. 210]

[146] El IV Con­gre­so (de Uni­fi­ca­ción) del POSDR se reali­zo en Esto­col­mo entre el 23 de abril y 8 de mayo de 1906.
Asis­tie­ron al Con­gre­so 112 dele­ga­dos con dere­cho a voto, en repre­sen­ta­cion de 57 orga­ni­za­cio­nes loca­les del POSDR, y 22 dele­ga­dos con voz pero sin voto. Las orga­ni­za­cio­nes nacio­na­les tam­bién estu­vie­ron repre­sen­ta­das: tres dele­ga­dos por la social­de­mo­cra­cia de Polo­nia y Litua­nia, tres por el Bund, tres por el par­ti­do obre­ro social­de­mó­cra­ta de Leto­nia, un dele­ga­do del Par­ti­do Obre­ro Social­de­mó­cra­ta de Ucra­nia y uno del Par­ti­do Obre­ro de Fin­lan­dia. Ade­más, asis­tió un repre­sen­tan­te del Par­ti­do Obre­ro Social­de­mó­cra­ta de Bul­ga­ria. De los dele­ga­dos, 46 eran bol­che­vi­ques y 62 men­che­vi­ques. El Con­gre­so ana­li­zó los siguien­tes prin­ci­pa­les pro­ble­mas: pro­ble­ma agra­rio; apre­cia­ción de la situa­ción actual y de las tareas de cla­se del pro­le­ta­ria­do; la acti­tud hacia la Duma del Esta­do; pro­ble­ma orga­ni­za­ti­vo. La dis­cu­sión de cada pro­ble­ma pro­vo­ca­ba áspe­ra lucha entre bol­che­vi­ques y men­che­vi­ques. Lenin pre­sen­tó infor­mes e intervino
acer­ca del pro­ble­ma agra­rio, de la situa­ción en ese momen­to, de la tác­ti­ca res­pec­to a la elec­ción en la Duma, la insu­rrec­ción arma­da y otros problemas.
La supe­rio­ri­dad numé­ri­ca de los men­che­vi­ques, aun­que mez­qui­na, deter­mi­nó el carác­ter de las reso­lu­cio­nes: con res­pec­to a muchos pro­ble­mas el Con­gre­so tomó reso­lu­cio­nes men­che­vi­ques (reso­lu­cio­nes sobre el pro­ble­ma agra­rio, la acti­tud hacia la Duma, etc.). En lo que se refie­re a los esta­tu­tos, el Con­gre­so adop­tó la for­mu­la­ción de Lenin para el articu­lo 1. Se apro­bó una reso­lu­ción sobre la uni­fi­ca­ción con la social­de­mo­cra­cia de Polo­nia y de Litua­nia y con el Par­ti­do Obre­ro Social­de­mó­cra­ta de Leto­nia, que se incor­po­ra­ron al POSDR como orga­ni­za­cio­nes terri­to­ria­les. Asi­mis­mo el Con­gre­so pre­juz­gó la cues­tión de Bund de for­mar par­te de POSDR.
Inte­gra­ban el Comi­té Cen­tral, ele­gi­do en el Con­gre­so, tres bol­che­vi­ques y sie­te men­che­vi­ques. La Redac­ción del Organo Cen­tral esta­ba com­pues­ta sólo por mencheviques.

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