El ‘lobby’ béli­co de Bush se apro­pia del petró­leo ira­quí por Cubadebate

Des­ta­ca­dos miem­bros del lobby que apo­yó a Geor­ge W. Buh para que inva­die­ra Iraq han logra­do el con­trol de impor­tan­tes pozos petro­le­ros en el país, tan­to en la región autó­no­ma del Kur­dis­tán como en la con­tro­la­da por Bag­dad. Entre los lob­bis­tas que se bene­fi­cian del nego­cio del cru­do ira­quí se encuen­tran eje­cu­ti­vos del sec­tor petro­le­ro con base en Texas (Exxon, Hunt, Hill­wood), polí­ti­cos (el repu­bli­cano Bob Schaf­fer), diplo­má­ti­cos (el neo­con Zal­may Kha­lil­zad, el demó­cra­ta hal­cón Peter Gail­braith) y ex mili­ta­res (Jay Garner).

Más de seis años des­pués de la inva­sión, y ya en la cuen­ta atrás de la reti­ra­da de EEUU, el repar­to del petró­leo ira­quí el ter­cer país con más reser­vas del mun­do, tras Ara­bia Sau­dí e Irán ha entra­do en su últi­ma fase de repar­to. Hoy con­clu­ye en Bag­dad la segun­da gran subas­ta orga­ni­za­da por el Gobierno para ges­tio­nar los gigan­tes­cos recur­sos natu­ra­les.

Si hoy se asig­na el macro­po­zo de Qur­na Oes­te II, al sur, los prin­ci­pa­les yaci­mien­tos esta­rán ya repar­ti­dos, con la nota­ble excep­ción de Kir­kuk, zona en dispu­ta entre kur­dos y suníes. Eso sí, aún que­da­rán una dece­na de pozos por asig­nar, menos importantes.

Cuan­do en 2007 el ex pre­si­den­te de la Reser­va Fede­ral Alan Greens­pan publi­có La era de la tur­bu­len­cia se orga­ni­zó un gran revue­lo por­que escri­bió sin tapu­jos que la gue­rra se hizo por el con­trol del petró­leo, en un mun­do en que el peak oil el momen­to de pro­duc­ción máxi­ma de cru­do, a par­tir del cual empe­za­rá a decli­nar está a la vuel­ta de la esqui­na, pre­vis­to para 2012.

Pero lo que no dijo Greens­pan es que los mis­mos pro­mo­to­res de la gue­rra iban a que­dar­se per­so­nal­men­te con algu­nos de los pozos.

Cuan­do Greens­pan escri­bió su libro, sólo se sabía que Hunt Oil había logra­do un jugo­so con­tra­to de explo­ta­ción en el Kur­dis­tán ira­quí. Al fren­te de Hunt Oil está Ray Hunt, ínti­mo de Geor­ge W. Bush de la épo­ca de Dallas, miem­bro de su equi­po de ase­so­res para asun­tos inter­na­cio­na­les duran­te su pre­si­den­cia, gran finan­cia­dor de su cam­pa­ña elec­to­ral y miem­bro del con­se­jo del Ins­ti­tu­to Geor­ge W. Bush.

Pero en las últi­mas sema­nas la lis­ta de ami­gos de Bush agra­cia­dos con con­ce­sio­nes ha cre­ci­do mucho, ya sea a tra­vés de nue­vas adju­di­ca­cio­nes o por­que han tras­cen­di­do aho­ra adju­di­ca­cio­nes en el nor­te que se habían man­te­ni­do ocultas.

En mayo, cuan­do se hizo la pri­me­ra gran subas­ta ofi­cial, todas las adju­di­ca­cio­nes, sal­vo una, que­da­ron desier­tas. Pero el mes pasa­do se cerra­ron dos tra­tos de ese paque­te y en ambos casos gana­ron empre­sa­rios cer­ca­nos a Bush.

Una fue la teja­na Exxon­Mo­bil la mayor petro­le­ra del mun­do, diri­gi­da por otro ínti­mo del ex pre­si­den­te, Rex W. Tiller­son, que lide­ra el con­sor­cio que se que­dó con el macro­po­zo de Qur­na Oes­te I. La com­pa­ñía aspi­ra a rema­tar su entra­da en el país con otra pie­za mayor en la subas­ta que con­clu­ye hoy.

La otra es Occi­den­tal Petro­leum, como Hunt Oil y Exxon­Mo­bil, inte­gran­te del lis­ta­do de 50 empre­sas que más ayu­da­ron a finan­ciar la cam­pa­ña de Bush en 2004: par­ti­ci­pa del con­sor­cio, lide­ra­do por la ita­lia­na Eni, que ges­tio­na­rá el pozo de Zubair.

Ben Lan­do, perio­dis­ta esta­dou­ni­den­se que diri­ge el sema­na­rio Iraq Oil Report, recha­za que estas con­ce­sio­nes mues­tren que la gue­rra se hizo por el petró­leo. “Han gana­do el con­tra­to por­que ofre­cie­ron las mejo­res con­di­cio­nes”, expli­ca a Públi­co. Y aña­de: “Iraq nece­si­ta la expe­rien­cia téc­ni­ca de las gran­des empre­sas del sec­tor y Exxon es la mayor de todas”.

Sin embar­go, Patrick Heller, inves­ti­ga­dor de Reve­nue Watch, think tank con sede en Nue­va York que sigue el ras­tro del dine­ro del petró­leo, con­si­de­ra que toda la polé­mi­ca demues­tra la “impor­tan­cia de la trans­pa­ren­cia”. A su jui­cio, esta no ha sido sufi­cien­te en el país ára­be, que ni siquie­ra dis­po­ne de una ley que regu­le el sector.

Heller mues­tra su preo­cu­pa­ción por que el petró­leo “exa­cer­be la ines­ta­bi­li­dad y la vio­len­cia”, sobre todo en la pug­na entre el Gobierno cen­tral y la auto­no­mía kur­da, cuyos con­tra­tos no son reco­no­ci­dos por Bagdad.

La región kur­da ha otor­ga­do algu­nas de sus con­ce­sio­nes a des­ta­ca­dos miem­bros del lobby que empu­jó a Bush a la gue­rra. Una vez gana­da la gue­rra, varios de ellos recon­vir­tie­ron su lobby hacia el apo­yo a la máxi­ma auto­no­mía kur­da, inclui­do el diplo­má­ti­co demó­cra­ta Peter Gail­braith, cuyo nexo con la norue­ga DNO per­ma­ne­ció ocul­to has­ta ahora.

El últi­mo en lle­gar es Zal­may Kha­lil­zad, ex emba­ja­dor de Bush en Bag­dad y en la ONU. Su empre­sa, espe­cia­li­za­da en ener­gía, aca­ba de abrir sede en Bag­dad y en Erbil, la capi­tal kurda.

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